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Capítulo 13. Pistas

Jimin no paraba de dar vueltas en la cama. Se había despedido de Yoongi unas horas antes cuando habían terminado de cenar y se había dirigido hacia sus aposentos para descansar. Cuando Eleanor se había marchado, el silfo se había quedado solo, acostado en su cama mientras miraba las estrellas brillantes de Eria por la ventana. Había comenzado a adormilarse, pero de pronto se había desvelado y ya no había podido dormir más.

Cuando ya no tuvo más valor de contar las vueltas que estaba dando esperando a que el sueño lo sumergiese, pateó las sábanas y la manta y se levantó de la cama. Se miró al espejo. Lucía extrañamente cansado así que no entendió muy bien porque no podía dormirse. Paseó a oscuras por la habitación durante un rato, incluso se extrañó de no encontrar a Acua merodeando por allí o dormida en la cama o en el alféizar de la ventana. Salió del cuarto en silencio, y el sonido de la puerta cerrándose se hizo eco en los tenebrosos y solitarios pasillos.

Caminó sabiendo muy bien a dónde dirigirse y se frotó los brazos notando el frescor del incipiente otoño colarse por las rendijas de las paredes. A cada paso que daba, estaba más seguro de que se asfixiaría en su propia magia antes de llegar a donde se dirigía. Conocía muy bien el camino hasta los aposentos reales, ya que esa última semana los había recorrido varias veces para ir a encontrarse con el rey.

Cuando giró una de las esquinas que llevaban hacia el ala oeste del castillo, tuvo que parar en seco. Su magia se atascó en su garganta y boqueó intensamente para poder respirar. Aquel sentimiento extraño lo mareó y se asustó tanto que estuvo a punto de salir corriendo. Sentía algo extrañamente poderoso a su espalda, una magia diferente que no había sentido nunca...una presencia casi fantasmagórica que acechaba en su nuca.

Jadeando, se volvió lentamente hacia el pasillo oscuro, pero no vio nada. Aún así, la presencia seguía allí acechándolo. Podía sentirlo en su cuerpo y en su magia desbocada.

Un maullido a sus pies lo distrajo y el calor del pelaje mullido de Acua le hizo cosquillas en los tobillos. Cuando miró hacia abajo, la gata lo miraba absorta con sus ojos claros buscando mimos y caricias.

El silfo suspiró brevemente y se agachó para coger al animal.

-Aquí estás-susurró cuando la gata se refugió entre sus brazos. Se levantó y la miró a los ojos. -Me has dado un susto de muerte-aseguró acogiéndola contra su cuerpo. Acua solo ronroneó entre los brazos del joven silfo que siguió caminando a paso rápido hasta los aposentos reales al final del pasillo.

Cuando llegó a su destino, tocó un par de veces en la puerta de madera y esperó escuchando atentamente. 

-Adelante-dijo la voz firme de Yoongi. Agarró el pomo y echó un último vistazo al pasillo vacío. Luego empujó con su cuerpo la puerta y asomó la cabeza por la rendija que quedaba. Pudo ver a Yoongi escribiendo rápidamente en el escritorio al fondo de la habitación, justo al lado de la ventana, con su pelo negro cayendo sobre su frente y su posición distendida que tanto le gustaba ver. suspiró rendido por aquella imagen y apretó más a Acua entre sus brazos. La gata maulló incómoda por el apretón y entonces, Yoongi levantó la vista y la posó en ellos.

-¿Jimin, estás bien?-preguntó el joven rey, sorprendido por la visita. Jimin asintió levemente.

-No podemos dormir-comentó asomando a la gata por la puerta que abrió los ojos al ver a su dueño. Yoongi reprimió una pequeña risilla al ver a Acua allí colgando como un peluche entre las manos del silfo.

-Anda, pasad-pidió el mayor levantándose del escritorio. Jimin sonrió y se deslizó silenciosamente entre la puerta volviendo a sujetar a Acua contra su pecho. Cerró tras de sí y ambos jóvenes se miraron intensamente.

-No queremos molestarte-murmuró Jimin quedándose estático sin saber qué paso dar el siguiente. 

-Mis dos criaturas favoritas de todo el castillo no molestan-afirmó el mayor con una sonrisa. Jimin imitó su gesto y lo vio dar un par de pasos para dirigirse a él.

-Ven-pidió Yoongi estirando la mano hacia él. Dejó a acua en el suelo y entrelazo sus dedos con los de Yoongi para dejarse arrastrar por él. El rey se sentó en la cama y lo agarró para sentarlo sobre sus rodillas. Jimin suspiró cansado y dejó reposar su frente sobre la de Yoongi que cerró los ojos al contacto. Aquello era demasiado intenso y demasiado íntimo, mucho más que las veces en las que se había acostado juntos.

-No se que le pasa a mi cuerpo-murmuró el joven silfo. Yoongi suspiró y dejó que sus brazos aferrasen la cintura del silfo.

-¿Es tu magia?-preguntó el mayor acariciando delicadamente la fina cintura del joven, donde reposaban sus manos. 

-Un poco de todo, estoy descontrolado, hace rato en el pasillo, he sentido una presencia, pero no había nadie y ya no se si me estoy volviendo loco o es mi magia que cada día es más fuerte-comenzó a explicar Jimin. Su respiración se agitaba cuanto más hablaba, así que Yoongi únicamente dejó ir su mano y colocó un dedo sobre sus carnosos labios. El joven abrió los ojos desmesuradamente.

-Tranquilo-murmuró el mayor. Jimin suspiró y reprimió un pequeño bostezo que hizo sonreír a Yoongi.

-¿Puedo dormir contigo?-pidió Jimin en un susurro demasiado tímido para ser él. -Solo dormir-añadió.

-Claro, criatura, déjame que cierre el tintero y apague las velas-comenzó a decir el rey. Jimin lo agarró de la mano y lo retuvo un segundo.

-Puedes seguir con lo que estabas haciendo, no me molestan las velas y no quiero interrumpirte-comentó Jimin acariciando con su pulgar la mano del joven. Este asintió y el silfo dejó ir al mayor que tal como había dicho guardo todo lo que estaba haciendo y apagó las velas. Lo contempló acercarse a la chimenea encendida y dejar un par de troncos gruesos de madera que calentasen la estancia mientras ellos dormían y luego volvió a su lado.

-He terminado por hoy, ahora tengo una nueva misión-anunció el rey. Jimin le miró sin comprender. -Conseguir que te duermas-expuso. Una preciosa sonrisa se extendió por el rostro de Jimin que asintió complacido.

Yoongi se sentó en la cama y Jimin se aproximó hacia su cuerpo quedando casi sobre él. 

-Quítate el canalizador-pidió Yoongi convencido con la idea que cruzaba su mente en aquellos momentos.

-¿Estás loco? Tal como está mi magia, puedo hacerte daño-se quejó el silfo asustado. Yoongi sujetó sus muñecas y se acercó lentamente hacia él. 

-¿Algún día me harás caso a la primera? Venga, dámelo-volvió a decir el más mayor.

Jimin bufó frustrado y después de farfullar unos segundos, procedió a quitarse el colgante que pendía de su cuello para luego dejarlo en la mano de Yoongi que lo miraba fijamente. Sintió la magia alborotarlo todo, la energía surgió por todo su cuerpo y un rayo feroz les hizo dar un respingo en aquella noche tan oscura.

-Te lo dije-murmuró el joven. Yoongi negó con la cabeza y acarició su mejilla con cariño.

-Respira y mírame a los ojos, estoy contigo-afirmó el rey. El silfo trago saliva y asintió. Se sumergió sin dudarlo en aquellos abrasantes ojos oscuros que lo cautivaban sin remedio y respiró hondo concentrándose en retener su magia.

-Lo estás haciendo muy bien-murmuró Yoongi para no romper la concentración del joven. Mientras tanto se movió para acoger a Jimin entre sus brazos e inclinarse sobre el colchón, dejándolo con delicadeza sobre él.

-Cierra los ojos, criatura-pidió. Jimin lo miró por última vez y luego hizo lo que el rey le había pedido. Pudo sentir la suavidad de las sabanas y el peso de las mantas sobre su cuerpo mientras el mayor los cubría a los dos.

Yoongi se mantuvo despierto, observando aquella belleza que comenzaba a calmarse allí entre sus brazos, y cuando observó la acompasada y tranquila respiración del silfo, por fin pudo dejar ir su poder. Había vuelto a conseguir calmar la magia de Jimin con la suya propia.

Lo último que sintió antes de quedarse dormido fueron los pasos de Acua sobre su estómago y el pequeño cuerpo del animal acurrucarse entre sus piernas y las de Jimin. 

Jin había salido pronto de su habitación esa mañana para ir a comprobar el estado de su hermano, que le había insistido en que descansase en sus aposentos todas las noches desde que había sido atacado. Su hermano mayor había cedido, sabiendo a ciencia cierta que si su hermano le pedía que lo dejase solo, era porque no quería que lo viese presa de la angustia. La primera noche lo había escuchado llorar a través de las paredes, pero cuando había salido corriendo a ver qué le ocurría y había llamado a la puerta, el llanto de su hermano había cesado y este se había hecho el dormido.

Jin se dio cuenta en ese momento de lo asustado que estaba su hermano por lo que había tenido que vivir y le pidió a Jungkook, que vigilaba aquella noche, que se centrase solo en proteger a su hermano, que él se ocuparía de cerrar su puerta, para que Tanket solo tuviese que vigilar a Taehyung.

Esa mañana, cuando había entrado por la puerta saludándolo alegremente, su hermano le había sonreído de igual manera. Habían estado charlando durante largo rato mientras el más joven de los dos se aseaba y comenzaba a vestirse para poder bajar a desayunar después de días encerrado y esperando a sanar las heridas que su atacante había realizado en su cuerpo. En una de las veces que lo habían ayudado a transformarse en una de las grandes bañeras que Yoongi había pedido que instalasen en sus cuartos para cualquier necesidad, Jin se había fijado en la preciosa y brillante cola de su hermano. Era centelleante como siempre, pero en la zona superior faltaba una escama. No dijo nada, pero pudo sentir el malestar de Taehyung por la falta.

Un rato después de haber llegado, se despidió de su hermano y salió con una sonrisa enorme por la puerta. Pero aquella sonrisa le duró más bien poco. Aunque había esperado encontrarse a ese amable Tanket al salir de la estancia, no fue así. Se encontró de frente con Namjoon que patrullaba la puerta de las dos habitaciones contiguas para que nadie tuviese la osadía de acercarse y atacar a los tritones. Caminaba cabizbajo, con semblante serio y el pelo despeinado de tanto alborotárselo con las manos. Jin lo miró un segundo y luego estiró su espalda irguiéndose en su altura completamente. Se llevó la mano por instinto a los labios y luego desvió la mirada al suelo cuando Namjoon se dio cuenta de su presencia y lo miró de frente. Ninguno de los dos dijo nada y el gélido silencio se cernió sobre ellos en aquel desierto pasillo.

-¿Cómo está tu hermano?-preguntó el sanador interrumpiendo el denso silencio. Jin suspiró fuerte ante su voz y clavó sus ojos casi transparentes en los verdosos del joven.

-Bien, muy bien, se está vistiendo para bajar a desayunar-dijo únicamente el mayor con incomodidad.

-Me alegro-contestó Namjoon desviando la mirada de la de aquel precioso tritón. Se sintió estúpido al no saber qué decir. Llevaban días sin cruzar palabra, llevaba días huyendo de él y ahora que lo tenía cara a cara no sabia que decir ni cómo actuar.

-Gracias-murmuró Jin. El silencio volvió a echarse sobre ellos como una gruesa manta de invierno que amenazaba con asfixiarlos. Podía rasgarse si quisieran. 

Jin quiso marcharse de allí, correr lejos de aquel hombre que le hacía tanto daño, pero su cuerpo no le respondía y sus pies parecían pegados con cemento al suelo del pasillo.

-¿Hasta cuando vamos a seguir así, Namjoon?-dijo seriamente al cabo de unos minutos para deshacer toda aquella tensión. El joven lo miró a los ojos y respiró agitado mientras su rostro se tornaba totalmente serio. -¿Hasta cuando vas a seguir ignorándome?-volvió a preguntar el tritón. 

El aludido no respondió solo se quedó allí callado, avergonzado, porque aunque su cuerpo le pedía algo, su cabeza removía y removía los recuerdos gritándole a su corazón que parase de latir acelerado por aquel hermoso hombre que tenía delante. El mayor esperó y esperó durante largos segundos por una respuesta que no obtuvo, así que se cruzó de brazos y dejó escapar una pequeña risita irónica.

-¿No te importa nada verdad? Lo que pasó entre nosotros...solo fue otro estúpido juego para ti. Solo soy uno más en la larga lista de Kim Namjoon-afirmó el tritón sin dejar de mirarlo. Como si quisiese traspasar su alma y entrar en su cabeza, para ver con sus propios ojos qué era lo que ese hombre sufría para no dejarlo a él entrar a formar parte de su corazón.

-Solo fueron un par de besos-excusó Namjoon sin saber más que decir. Y recordó por un momento aquel día, cuando los labios decididos y valientes del tritón habían chocado contra los suyo y la electricidad más fuerte había recorrido su cuerpo. Cuando no había podido evitar estrechar a ese hombre contra su cuerpo, tumbarlo sobre el colchón y devorar su boca con besos. Cuando aún pensaba que era un hada.

-Ah estupendo, ¿entonces eso fue para ti? Vale, creo que si que eres como todos dicen aunque a mi me hayas jurado que eres diferente...-comentó Jin enfadado sacándolo de sus pensamientos. Namjoon negó con la cabeza.

-No tienes ni idea...-comenzó a decir el sanador. El mayor le interrumpió.

-Eres un cobarde, tener sexo con cualquiera o besarse con quien te apetece es muy fácil, pero admitir lo que sientes y dejarte de tonterías porque pertenezco al mar no es tan sencillo porque tienes que aferrarte y aferrarte duele, pero vale, sigue así, cuando te des cuenta, me habrás perdido para siempre-espetó con una sonrisa incrédula ante el sepulcral silencio del joven.

-Te irás-reprochó el más joven únicamente. Jin negó con la cabeza sin borrar aquella sonrisa incrédula de su rostro

-Te dije, te prometí que si esos besos se convertían en algo más, abandonaría el mar para siempre-recordó el mayor. El sanador sólo desvió la mirada y se quedó callado, a lo que el tritón volvió a dejar ir una risilla irónica.

-Vale, ya me ha quedado claro, buenos días-replicó girándose bruscamente. Comenzó a caminar a grandes zancadas con las ganas de llorar picándole en la garganta, pero no se permitió derramar ni una sola lágrima frente a ese hombre que le estaba haciendo tanto daño.

-Maldita sea-farfulló el sanador viendo como ese joven que había despertado algo en su interior, se marchaba pasillo abajo y se perdía de su vista. Intentó convencerse, de que así sería mejor. 

A media mañana, Jimin y Taehyung paseaban tranquilamente por las praderas cercanas a uno de los acantilados de Eria hablando sobre el tenso momento que acababan de vivir entre Jin y Namjoon cuando el sanador había aparecido para realizar la rehabilitación pertinente al hermano mayor. Jimin parloteaba y parloteaba sobre Sirio y Yoongi, y cuando terminaba volvía a hablar de lo maravilloso que era estar en Eria y de que no había visto a Acua desde esa mañana. A su lado, Taehyung caminaba callado y taciturno, sin poder sacar de su cabeza el día del eclipse y el extraño impulso que le había llevado a regalarle al Tanket su escama desprendida. Como había sentido la necesidad de entregarle algo tan personal al que hasta entonces había considerado su enemigo.

Como si su mente lo llamase, a lo lejos pudieron ver a Jungkook sentado en un banco de piedra mirando el infinito. Prosiguieron su camino hasta llegar al sendero que llevaba hasta donde se encontraba el muchacho pensativo. Quizás esa era la señal para enterrar el hacha de guerra con aquel joven que le había salvado la vida.

-Daría un reflejo de luna por saber que pasa por esa cabeza en estos momentos-comentó Taehyung paseando cerca del Tanket. Este levantó la vista y la focalizó en los dos amigos. Jimin sonrió y se acercó para saludarle.

-No te rías de mí, solo estoy pensando-se quejó el más joven.

-Que la diosa Eria se apiade de nosotros, Jimin, el Tanket está pensando-volvió a chinchar el tritón. Se sorprendió a sí mismo acompañando aquella frase de una dulce sonrisa para nada malintencionada.

-Eres un pescado insufrible-farfulló Jungkook dedicándole también una media sonrisa. Jimin se sorprendió pero no dijo nada, así que caminó un par de pasos acercándose más al Tanket.

-¿Y bien? ¿Podemos ayudarte entonces con tus pensamientos?-preguntó el silfo acercándose para sentarse en el banco al lado del muchacho. Jungkook elevó la mirada hacia aquel príncipe silfo y se sintió intimidado por la belleza y la cercanía que desprendía. Se encogió de hombros y arrancó una pequeña sonrisa dulce del rostro del rubio. 

-Desde que he empezado a entrenar con la guardia me he dado cuenta de que todos tienen un nombre de batalla para que los carroñeros no puedan identificarlos cuando están luchando-explicó el Tanket un poco cohibido por estar hablando con ellos en una conversación trivial.

-¿Y cómo son esos nombres?-preguntó Taehyung con curiosidad, colocándose al otro lado del joven. La mirada oscura del Tanket los traspasó y calcinó su alma cuando se quedó observándole fijamente.

-Pues...todos están relacionados con la mitología griega- explicó retirando la mirada de los ojos cristalinos del tritón. -El rey es Zeus, es obvio porqué. Hobi es Hermes, también tiene sentido cuando sabes de su poder. Nam me dijo que él suele ser Poseidón...y yo llevo un rato pensando pero no se me ocurre nada-explicó frunciendo el ceño. -Me siento estúpido, me piden algo tan sencillo y soy incapaz de pensar en algo que tenga sentido-añadió al final. Los dos amigos se miraron de reojo y luego volvieron sus miradas al joven que frotaba con fuerza su rostro.

-Eso es muy fácil-interrumpió Taehyung más animado de lo que pretendía sonar. Jungkook elevó la vista y prestó atención al chico. -Puedes ser Hades, dios del infierno, te pega-afirmó el tritón como si fuese lo más obvio del mundo.

-O Cronos, el primer titán- añadió Jimin pensativo. Los tres se quedaron en silencio valorando las propuestas. De pronto el tritón carraspeó y sonrió. Jimin temió un segundo por aquel gesto.

-O quizás pudieses llevar el nombre de la diosa Afrodita-interrumpió Tae tranquilamente. Jungkook elevó la mirada y Jimin se volvió hacia él mirándolo absorto.

-¿Que? Que sea idiota no le quita la belleza-volvió a comentar con la misma tranquilidad. El silencio los invadió allí a los tres.

-Creo que me quedaré con Hades...-interrumpió después de un rato el más joven, intentando cortar aquella tensión. ¿Aquella criatura perfecta le había llamado guapo? Sin esperarlo, el estómago de Jungkook se contrajo en cientos de pequeñas mariposas.

-Pues ya está todo resuelto entonces, vamos Jimin, busquemos a Acua-dijo Taehyung dispuesto a marcharse en busca de la gata. Jimin asintió y se despidió del Tanket que los miraba con aquellos ojos oscuros y profundos.

-Por cierto Taehyung...-llamó sorprendiéndolos a los dos que se volvieron al momento para volver a mirarlo. -Si a alguien le pega el apodo de Afrodita, es a ti-sentenció el muchacho. 

El joven tritón se quedó estático en el sitio y apretó los puños con el corazón bombeándole a mil por hora. Jimin lo empujó ligeramente hacia delante pero él volvió a quedarse quieto como si un escudo invisible lo frenase.

-Bueno...yo vengo sobrando, estoy seguro de que Yoongi está por ahí haciéndoles la vida imposible a Hobi y Nam y tengo que hablar con él urgentemente-excusó volviendo a empujar a su amigo para que diese otro paso hacia el Tanket.

Jungkook realizó un reverencia regia y sonrió levantándose para encarar al tritón. Jimin le dio la espalda y salió corriendo para dejarlos a solas.

Hasta él había sentido el coqueteo. También había sentido el corazón de su amigo pararse un momento y luego reanudar sus latidos al ritmo de un tambor de guerra. Una guerra contra sí mismo.

-Y entonces, ¿Por qué estabas merodeando aquel día por el pueblo?-preguntó Taehyung con curiosidad. Después de aquel coqueteo tan improvisado, ninguno de los dos había sabido qué decir, así que se habían quedado allí callados el uno al lado del otro mirando el horizonte. De pronto el más joven había comenzado a hablarle, como si nada de lo que había pasado semanas y días antes importase ya y se habían enfrascado en una conversación para conocerse un poco más.

-Soy Tanket, pero nunca he vivido en las fronteras del fuego. Mi madre no estaba casada cuando se quedó embarazada de mi y nunca he sabido que hicieron con ella después de mi nacimiento. Solo sé que murió. Lo único que conservo de ella es la manta que tejió para mí antes de nacer y en la que me encontraron envuelto. Estaba en el pueblo porque buscaba información y llevaba días sin comer, así que es cierto que cogí algunos animales prestados para no morirme de hambre-explicó el Tanket. Taehyung lo miró apenado y un pequeño pinchazo de tristeza en su corazón le avisó de que debía decir algo ante aquella explicación llena de sinceridad.

-Siento mucho lo de tu madre-murmuró inseguro. Jungkook lo miró sorprendido por aquel tono afligido en su voz.

Solo era un bebé indefenso cuando me sacaron de allí. Volví un par de veces, pero no fui bien recibido, así que tuve que aprender a manejar mis poderes solo en compañía de los hijos de la tierra, que me acogieron entre ellos como a uno más. Unos días después de cumplir la mayoría de edad, estaba en el bosque practicando con el fuego sagrado y cuando volví a mi poblado, este había sido asolado. Perdí a la gente me había cuidado y volví a quedarme solo...hasta que llegue aquí. He pasado años vagando solo, durmiendo a la intemperie por las noches e intentando matar a los carroñeros que me cruzaba por el día-terminó de explicar Jungkook. El mayor sintió escalofríos y se frotó los brazos que únicamente estaban cubiertos por unas finas mangas. Aquella no era la vida que nadie merecía.

-Lo siento tanto Jungkook, en serio-repitió el tritón con sinceridad. El más joven asintió y volvieron a quedarse en silencio, mirando al horizonte con el único sonido de las lejanas olas del mar del norte contra los pedregosos acantilados.

-¿Y tu? ¿Porque saliste del Mar de Ilma?-preguntó de pronto el más joven para romper el denso silencio que se había instalado entre ellos. Taehyung lo miró de reojo y se aclaró la garganta.

-Vine a buscar a mi hermano, él había cruzado las escaleras del Olimpo buscando a Jimin, pero no volvió y supuse que le había pasado algo malo. Pasé días fuera del agua hasta que escuché a unos guardias hablar del continuo goteo de heridos que llegaba al castillo y se me ocurrió ir a preguntar. Cuando vine me encontré con Jimin y me dijo que mi hermano había sido atacado por los carroñeros-contó el tritón recordando las insufribles horas que había pasado en las rocas de la orilla mirando fijamente las brillantes escaleras de mármol por las que su hermano nunca volvió. Recordó también el incesante dolor de pensar que le había pasado algo y como había vuelto a recuperar su anillo de cambio para seguir el camino de Jin y encontrarlo. -Desde entonces estamos aquí-terminó de decir Taehyung con un incipiente nudo en el estómago.

-¿Y vuestra familia? ¿no os estarán echando de menos?-cuestionó el Tanket. Taehyung abrió los ojos y tragó saliva ante aquella pregunta inesperada.

-Solo somos Seokjin y yo. Las sirenas somos diferentes, al contrario de lo que todos piensan somos independientes y no formamos manadas como vosotros, así que solo estamos mi hermano y yo-explicó muy seriamente. Valoró la respuesta que le había dado y cuando vio que el joven asentía repetidamente, supo que había creído sus palabras.

-Oye...la escama...-comenzó a decir de nuevo el más joven si saber como sacar del todo el tema. Taehyung respiró entrecortadamente. Había sabido que el joven sacaría el tema de aquel regalo tan valioso y tan privado del que nadie más sabía.

-No la uses para nada malo, es lo único que te pido-interrumpió internamente agradecido porque el tema se hubiese desviado. 

-Jamás haría tal cosa- aseguró Jungkook elevando la mirada hasta los ojos de aquel chico. Sus ojos cristalinos se clavaron en su alma impactando con los suyos tan complementarios...tan oscuros. Comenzó a balbucear y terminó por apartar la mirada de la del tritón. -No tenías que...-intentó decir. Tuvo que parar de hablar cuando la mano del mayor se instaló levemente sobre la suya en la superficie fría del banco. Suave y preciosa, al contrario que la suya, cenicienta y áspera. Llevó la vista hacia el tritón y ya no pudo desviarla más.

-Me salvaste la vida-susurró el joven demasiado cerca. Su aliento cálido impactó contra su rostro y Jungkook sintió la necesidad de alejarse para no cometer una locura. -Con esa escama podrás tener lo que quieras y nunca volverás a pasar penurias-añadió el tritón alejándose también un poco del Tanket, pero sin dejar de mirarlo a los ojos.

-Solo la conservaré como el regalo más preciado, no me desharé de ella-aseguró el menor. El silencio volvió a asfixiarlos mientras no podían dejar de mirarse a los ojos.

-Ahora lo entiendo todo, Taehyung y debo pedirte perdón. Por eso tenías tanto miedo de decir quien eres y yo fui un idiota que te obligó a soltarlo poniéndoos en peligro a tu hermano y a ti-comentó el chico en una especie de disculpa. Vio al mayor llevarse las manos al cabello y alborotar aquellos oscuros ricitos de manera casi adorable mientras negaba con la cabeza.

-Tu no eres el culpable de esto...ese hombre se había vuelto loco y tu me salvaste la vida aún después de lo mal que te he tratado desde que llegaste-comenzó a decir Taehyung también sin saber muy bien cómo disculparse. -Te voy a estar eternamente agradecido-añadió. Jungkook sonrió cohibido por aquella declaración con la sonrisa más sincera que había esbozado en muchos meses.

-Supongo que no eres tan insufrible como pensaba-bromeó risueño para acabar con toda la tensión que habían acumulado minutos atrás.

-Ya ves, tampoco ha sido desagradable hablar contigo-corroboró Taehyung cruzándose de brazos. -Una cosa, Jungkook, mi nombre...es demasiado formal para una persona que me ha salvado la vida y con la que puedo mantener una conversación normal-comentó amablemente.

-¿Entonces, te puedo llamar Tae, como te llama todo el mundo?-preguntó el Tanket un poco inseguro. Los ojitos claros del tritón se iluminaron y asintió con una pequeña sonrisa. -Estupendo, ahora voy a ir a comunicarles mi decisión a Namjoon y Hobs, ¿te quedas?-preguntó Jungkook volviendo a ponerse serio. En su interior una pequeña voz le murmuró el deseo de que aquel tritón que lo miraba aún con media sonrisa se levantase y se fuese con él de camino al castillo solo para poder estar un rato más a su lado.

-Si, voy a seguir buscando a Acua-respondió Taehyung apartando la mirada de sus ojos. Jungkook asintió despacio intentando disimular la decepción.

-Si la encuentro antes me la como, acuérdate-dijo para chichar al tritón que de repente se había quedado tan frío y serio. Este elevó la mirada con fastidio, y algo en el interior del Tanket se removió con alegría. 

-Yoongi te matará entonces y yo evitaré mancharme las manos de sangre-advirtió. El tono alegre en su voz lo delató y Jungkook pasó las manos por su pelo largo y desordenado. 

-Te queda bien cuando lo llevas recogido-apostilló Taehyung antes de que el joven comenzase a caminar para marcharse. Jungkook se quedó parado de nuevo y sintió el calor subirle por las mejillas.

-Nos vemos por ahí-contestó en un balbuceo, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón. Tae lo miró un segundo y asintió rápidamente mientras lo veía darse la vuelta y comenzar a caminar distraídamente hacia el lado contrario. El tritón abrió los ojos y aguantó una carcajada.

-Jungkook-llamó intentando no reírse.

-¿Sí?-preguntó el otro volviéndose para mirarlo. Contempló como el chico se cubría la boca para no reírse y lo miró confuso.

-El castillo está por el otro lado-comentó con una sonrisa liberando por fin la carcajada que había estado evitando. El Tanket se volvió hacia su espalda y comprobó el enorme castillo al que quería dirigirse con los ojos como platos.

-Si, si, ya voy...-contestó dándose cuenta de su error. Se dio la vuelta y caminó a grandes zancadas para alejarse de aquel chico que le había puesto tan nervioso.

Taehyung lo miró marchar y luego suspiró frustrado. Quizá ese joven no era tan malo como él había pretendido creer. Quizá aquel corazón solitario solo necesitaba un poco de comprensión y de cariño.

A altas horas de la noche, solo una tenue luz iluminaba las ventanas de la fachada delantera del imponente castillo de Eria. Jimin y Yoongi se habían refugiado en lo alto de la torre oeste para seguir estudiando sus libros y pergaminos en un entorno más privado y cómodo.

El mayor se había quitado la brillante corona que reposaba en el almohadillado alféizar interior de la ventana. Llevaban horas allí encerrados. Habían estudiado, se habían acariciado tímidamente, como dos niños haciendo una trastada y cada uno se había tendido en dos grandes butacones que Yoongi había colocado frente a la chimenea.

-Creo que se porque no podemos defendernos de los inhibidores de magia de los carroñeros-comentó Yoongi sin despegar la cabeza de la ruda tinta negra que tenía frente a sus ojos. Siguió leyendo, pero cuando no recibió respuesta de su acompañante, dejó el libro sobre su estómago y giró la cabeza para mirar a Jimin.

La imagen le hizo sonreír enternecido. El silfo estaba tendido en la butaca con un pergamino en la mano y dormía plácidamente con los labios entreabiertos. Yoongi se incorporó en su butaca y luego se levantó caminando despacio hacia él. Cuando llegó a su lado se agachó a su altura y observó su rostro iluminado únicamente por la luz del fuego y de las velas que habían encendido. Lo observó embelesado durante un par de minutos y se recreó en cada curva de sus mejillas y en su bonitas y largas pestañas. 

-Criatura-murmuró acariciando su mejilla. Jimin abrió los ojos despacio y parpadeó un par de veces ante la pequeña sonrisa que comenzaba a florecer en los labios del joven rey.

-Perdona ¿que me decías?-preguntó Jimin adormilado. El mayor negó con la cabeza.

-Te has dormido, ¿tan aburrido te resulto?-preguntó dando un par de golpecitos en la nariz del silfo. La risilla que escapó de los labios de Jimin fue música para los oídos del más mayor.

-Es tarde, perdona, estoy cansado-se disculpó el joven manteniendo aquella preciosa sonrisa perezosa.

-Vete a dormir anda, no pasa nada, mañana seguimos-sugirió enternecido por aquellos ojitos somnolientos.

-¿No te importa?-volvió a preguntar el silfo estirándose en la butaca.

-No, ya seguiremos, no tenemos prisa-aseguró Yoongi incorporándose. Agarró al joven de la mano y tiró un poco de él para ayudarlo a incorporarse. Las velas titilaron cuando el viento de Yoongi se desató en la habitación por tener tan cerca al joven. Ambos se miraron a los ojos con dos bonitas sonrisas y luego los ojos del mayor viajaron hasta la rosada boca del silfo. 

-¿Puedo besarte?-preguntó el mayor atrapando entre sus manos el rostro del silfo.

Jimin asintió y la boca de Yoongi atrapó la suya con delicadeza en un beso corto pero demasiado dulce.

Cuando se separaron, el rey desplazó sus labios a su frente y dejó allí un cálido beso. Luego, sus miradas colisionaron de nuevo y el silfo agachó la mirada casi sonrojado por tanta ternura y tanta delicadeza. Nunca nadie le había tratado así.

-Buenas noches, Yoon-susurró el joven. Yoongi sonrió embelesado.

-Buenas noches, tesoro-contestó el mayor. Jimin sonrió ante aquel apelativo y luego se marchó de la estancia haciendo el menor ruido posible. Yoongi contempló la puerta cerrarse y el viento que había retenido la magia de Jimin se convirtió en una suave brisa fresca que removió su cabello. Supo que sus ojos ya no eran azules oscuros, sino que eran torbellinos de tonos azulados entremezclándose, como todos aquellos sentimientos en su corazón.

Maldijo en voz baja y se obligó a dejar de pensar en Jimin de aquella manera. 

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Hola a todos :)

Ya estamos aquí un miércoles más. Bueno, cuantisimas cosas han pasado hoy. 

Por un lado tenemos a nuestros protagonistas, nuestro Yoonmin, que están ahí que no se pueden quitar las manos de encima y que acuden al otro en cuanto pueden. Y Jimin con la magia desbocada. ¿Que ha pasado en ese pasillo? ¿Que ha sentido Jimin?

Por otro lado el Taekook. Parece que la cosa avanza entre ellos, al menos han tenido una conversación normal y sin matarse. 

Y por último, el Namjin, que está igual o más encasillado que antes. ¿Qué leches le está pasando a Namjoon? Ya hemos descubierto que se besaron en el pasado, pero ¿por que ahora que sabe que Jin es un tritón no quiere ni acercarse?

En fin, demasiadas cosas, demasiadas incógnitas. Quiero dedicarle este capítulo a Ana, mi compañera de bias, que ha vuelto a España y a la que he cogido tantísimo cariño en poco tiempo. Gracias por cruzarte en mi camino pequeña. Te adoro. 

Ahora si, me voy a despedir hasta el próximo miércoles. Espero que os esté gustando. 

Nos leemos en el siguiente :)

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