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Capítulo 12. Eclipse.

Jimin corrió hacia el pasillo intentando no tropezar. El frio de la noche le puso los pelos de punta cuando traspaso su liviana camisa, pero no tuvo tiempo de asimilar que el tiempo estaba cambiando demasiado rápido, ya que vio a Yoongi alejarse por el largo pasillo hacia las escaleras del segundo piso.

-¡Yoongi! Espera, ¿qué pasa?-gritó corriendo tras él.

El rey no se detuvo y caminó a grandes zancadas, aterrado por aquel sentimiento que se había removido en su interior. Escuchó a Jimin volver a llamarle y al final alcanzarle en medio del pasillo agarrando su brazo para que no se marchase.

-Eh, escúchame, ¿que ha pasado? ¿He dicho algo malo?-preguntó el joven de nuevo, visiblemente preocupado.

-No es cosa tuya, Jimin, solo soy yo, no se que me ha pasado-balbuceó confuso como un niño a punto de echarse a llorar. No se explicaba cómo había acabado sintiendo aquel deseo tan irrefrenable por aquel joven y no se explicaba porque de todos los habitantes de Eria, de toda la corte y de todas las provincias del reino, su cuerpo y su mente tenían que haberse decantado por el mismísimo príncipe de Orka. Por que aquellos pensamientos y aquellos deseos carnales que nunca había tenido, surgían ahora sin remedio por su aliado.

-Pero no entiendo, no ha pasado nada, solo estábamos bailando y pasándolo bien y de repente se te ha cambiado la cara, es como si hubiese hecho algo mal-murmuró el joven silfo con nerviosismo. Vio a Yoongi negar con la cabeza y forcejear para soltarse. Aquello le hizo sentir un frio extremo y helador dentro de su corazón.

-Ya te digo que no es cosa tuya, es mi cabeza, me ha jugado una mala pasada, solo es eso, solo estaba pensando en cosas que no debería pensar-dijo todo de carrerilla intentando quitarse aquel sentimiento tan extraño de encima.

-Pues dime en que pensabas que fuese tan malo como para largarte así-reclamó Jimin alzando la voz. Yoongi lo miró y apretó los puños a lo largo de su cuerpo.

-Pensaba en ti-confesó únicamente. Jimin abrió los ojos y Yoongi comenzó a pensar que se estaba volviendo loco. Sintió que si no lo decía, que si no soltaba aquello que le reconcomía por dentro explotaría en cualquier momento.

-Pensaba en esto-murmuró hacia el chico. Este lo miró confuso durante un segundo, pero al momento tenía a Yoongi acorralándolo contra la pared mientras acariciaba sus labios con ternura. -Pensaba en tus labios, en cómo sería si tan solo pudiese besarlos-volvió a decir en el mismo tono casi ausente. Jimin tragó fuerte y entrecerró los ojos cuando la boca del rey chocó delicadamente contra la suya. Se dejó hacer, permitiendo que el joven rey experimentase con sus labios, hasta que sintió como se separaba de él como si quemase. Una fuerte ráfaga de viento surcó el pasillo. Jimin permaneció unos segundos con los ojos cerrados saboreando aquel momento y luego abrió los ojos para fijarlos en la mirada oscura de Yoongi. Este perdió el aliento cuando contempló el color frío y casi tétrico de los ojos de Jimin.

-¿Es tan malo como para salir corriendo?-preguntó en un susurró aún con la sorpresa de aquel beso en su cuerpo.

-Es demasiado bueno, y eso lo hace peligroso-comentó Yoongi simplemente. El silencio se instaló entre ellos. -Además no está bien-dijo después de unos minutos.

-¿Por que no está bien?-inquirió el silfo de nuevo. En el fondo de su ser sabía porque Yoongi se encontraba en aquella tesitura, sabía que él mismo había propiciado aquella confusión en el rey por no ser sincero con su propio juego.

-Estás acostándote con mi amigo, estás intentando conquistarle a él-comenzó a decir el rey realmente confundido. Jimin negó con la cabeza. Aquel beso aún le palpitaba en los labios y Yoongi no se estaba dando cuenta del verdadero deseo que Jimin sentía hacia él.

-¿Es posible que no hayas entendido nada?-preguntó con una sonrisa irónica.

-Llevamos casi mes y medio trabajando en cómo meterte en el corazón de mi amigo- comentó el mayor sin entender. Jimin suspiró frustrado y casi tuvo la necesidad de reír ante aquella situación.

-Lleva sin pasar nada con Nam casi un mes, porque hay otra persona que me atrae mucho más que él-confesó el silfo abochornado por como las palabras habían abandonado sus labios. Se sintió absolutamente avergonzado cuando se dio cuenta de lo intenso que había sonado aquello. Dio un par de pasos para alejarse del joven rey y luego se dio la vuelta para marcharse de allí. Impactado por las palabras del silfo, el rey de Eria que se había quedado plantado en el mismo lugar en el que estaba, se giró para ver a Jimin escabullirse por el pasillo.

-Espera, Jimin-pidió Yoongi dando un par de zancadas largas para evitar que el joven se marchase. Lo agarró de la muñeca y con un tirón firme lo retuvo contra su cuerpo. Al principio, Jimin forcejeó intentando liberarse pero luego se rindió y ambos se miraron a los ojos. Y entonces, ya nada más importó.

-Perdóname, no quería ofenderte-aseguró el rey. Jimin apretó los puños y luego se dejó llevar por toda aquella tensión y por todo aquel deseo que sentía hacia Yoongi.

Esa vez el beso no fue tan delicado como al principio. El silfo se abalanzó sobre la boca del rey, hambriento de aquellos besos que tanto había estado anhelando y con la piel hirviendo bajo la ropa por aquel contacto. El mismo rey de Eria lo atrapó entre sus brazos y besó su boca con ansias dejándose caer contra el muro del pasillo donde apoyó su espalda. Durante largos minutos, ambos se dedicaron a explorar la boca ajena, mordiendo y chupando los labios del otro en una intensa pelea por dar a entender quien de los dos tenía más ganas de aquello.

Cuando se separaron, los ojos de ambos se habían tornado más oscuros por el deseo y no tuvieron que hablar para darse cuenta de que estaban en un lugar público y podían ser descubiertos en cualquier momento. Agarrados firmemente de las manos y en absoluto silencio, caminaron durante unos minutos y ascendieron por la escalera que llevaba hacia los dormitorios de la segunda planta. Cuando pisaron el final de la escalera, Yoongi maldijo por lo bajo y volvió a acortar el espacio entre sus bocas dejándose llevar por toda aquella necesidad.

Caminaron entre besos y arrumacos por todo el pasillo desplazándose torpemente entre risas tontas hasta llegar a la habitación del silfo. Se miraron a los ojos y Jimin asintió haciéndole saber que estaba bien si se escondían allí a besarse y a saciarse el uno del otro.

Jimin abrió la puerta y giró la cabeza para asegurarse de que el pasillo seguía desierto. Con un gesto y una pequeña sonrisa le indicó que pasase para internarse en la oscura habitación, únicamente iluminada por la leña requemándose en la chimenea.

Jimin entró primero en la habitación y luego Yoongi siguió sus pasos de cerca cerrando la puerta tras su espalda. Lo apresó contra su cuerpo y besó sus hombros y el comienzo de su espalda por encima de la tela transparente de la blusa del silfo. Este jadeó ansioso cuando las finas manos del rey apresaron el primero de los botones de la prenda y comenzó a desabrocharla tomándose su tiempo con cada uno de ellos. La piel suave del menor comenzó a ser expuesta y un escalofrío recorrió su espalda cuando el rey dejó un par de dulces besos en ella, para después terminar de retirar la prenda que cayó al suelo donde terminó tendida como un pequeño charco azul a los pies de Jimin.

El silfo se giró lentamente y quedaron cara a cara, mirándose a los ojos como si quisiesen verse el alma. Vio a Yoongi morderse el labio y sonrojarse violentamente cuando su mirada se desplazó por su torso desnudo.

-Deberíamos parar, si no estás seguro...está bien, no tiene porqué pasar...-comenzó a decir interpretando erróneamente los gestos del rey.

-No quiero parar. Creo que en mi vida he estado tan seguro de algo, Jimin-dijo Yoongi firmemente. -Aunque si tu no quieres...-comenzó a decir de nuevo. El joven silfo sonrió y dejó un pequeño beso sobre sus labios para acallarlo.

-Lo quiero y lo necesito en todos los sentidos posibles que puedas buscarle a esa frase. Y quiero que sea contigo-aseguró con una sonrisa. Las mejillas del rey estaban teñidas de un bonito color rojo intenso. Yoongi cabeceó afirmativamente ante aquella respuesta. No se había dado cuenta hasta ese entonces lo mucho que deseaba ver a ese hombre sin las bonitas ropas que siempre vestía o saborear su piel sin tener que imaginárselo.

El silfo lo miró a los ojos y su corazón rebotó dentro de su pecho. Luego asintió y acercó sus manos al cuello de Yoongi para acariciarlo y deslizar las manos por su pecho hasta la casaca del traje azul. Desabotonó rápidamente todos los botones gruesos de plata y luego se centró en la camisa blanca. Ambas prendas siguieron el mismo camino que su propia camisa y luego el resto de la ropa fue cayendo sin demora hacia el suelo.

Yoongi se sentía tan nervioso que sus manos temblaban y su mirada intentaba a toda costa evitar aquel escultural cuerpo desnudo que le provocaba todo tipo de reacciones. Una vez la ropa solo fue un cúmulo de tela en el suelo, el más joven se dejó caer pesadamente sobre el colchón arrastrando al rey sobre su cuerpo sin parar de besarse.

Jimin abrió los ojos y pudo ver al rey inseguro que conocía cuando se trataba de aquellos temas. Observó el temblor en sus manos y la rigidez en su cuerpo y entonces lo comprendió todo. Comprendió los sonrojos, los tartamudeos y los balbuceos. Comprendió aquella forma dulce y pura de hablar del amor y la ternura colmó su pecho de inmediato. Por lo que significaba todo aquello para Yoongi y porque lo había elegido a él.

-¿Puedo hacerte una pregunta?-preguntó en un murmullo incorporándose para dejar que el mayor se quedase medio recostado en el colchón.

¿Ahora?-preguntó el joven desesperado por un poco más de contacto. Jimin asintió y pasó su mano por la mejilla del rey que giró su rostro para besar su palma.

-¿Es la primera vez que haces esto verdad?-inquirió el silfo con delicadeza. Las mejillas del rey se tornaron rojas violentamente y retiró la mirada evitando la del joven.

-¿Como me preguntas eso ahora?-preguntó nervioso. Jimin suspiró profundamente sin dejar de acariciar su rostro.

-Estás nervioso y quiero saberlo por ti-dijo únicamente. Contempló a aquel impresionante muchacho desnudo frente a su ojos, tan tímido e inseguro y no dijo nada durante unos segundos, hasta él mismo rompió el silencio.

-Bueno, pues ya sabes la respuesta-balbuceó el mayor demasiado incómodo para seguir sosteniéndole la mirada.

-No pasa nada ¿vale? No voy a juzgarte, solo quiero que estes seguro y que lo pasemos bien-aseguró incorporándose un poco a su lado para que dejase de evitar su mirada. -Te prometo que va a ser la mejor noche de tu vida-añadió Jimin mirándole fijamente a los ojos. Un calorcillo diferente recorrió el pecho del mayor que se alzó como pudo para alcanzar aquellos carnosos labios del silfo que lo estaban volviendo loco. El silfo negó con una sonrisilla traviesa.

Lo ayudó a recostarse de nuevo y besó delicadamente sus labios en aquella petición silenciosa. Sujeto sus manos y las besó con cariño mientras sin perder un segundo se colocaba sobre las caderas firmes de aquel hombre. Y entonces lo contempló en silencio durante pesados segundos, se permitió el lujo de repasar aquel rostro dulce que lo escrutaba más nervioso de lo que lo había visto nunca y supo lo que estaba sintiendo. La tensión, los nervios, el miedo a decepcionar.

-O te relajas o vas a desencadenar un vendaval en Eria-advirtió con una sonrisa.

-Como quieres que me relaje si te tengo así. Me estas volviendo loco, criatura-balbuceó Yoongi clavando sus dedos en las caderas de aquel muchacho.

Entonces el más joven hizo algo que ni siquiera él sabía que podía hacer. Arrancó el canalizador de magia de su cuello y lo dejó en la mesita de noche para luego volver a su lugar y dedicarse enteramente al rey que lo miraba con aquella mirada atormentante. Después entrelazó sus manos y el calor de su magia fluyo por su cuerpo calmando la desesperante magia de Yoongi que había levantado el viento y que el joven estaba siendo incapaz de controlar. Y ninguno de los dos supo cómo, pero cuando aquellas dos magias se tocaron, el mayor pudo relajarse y un aura reconfortante los envolvió a los dos como una ligera brisa. Tras varios segundos, ambos asintieron levemente mirándose a los ojos. Estaban listos para dar aquel paso que lo cambiaría todo para siempre.

Jimin elevó su cuerpo ligeramente y Yoongi siseó apretando los dientes cuando los delicados pliegues del silfo lo envolvieron a su alrededor. Soltó un par de maldiciones que fueron acalladas por los dulces y carnosos labios del joven en un beso tan cargado de emociones como un ataque mágico. Y cuando comenzó con aquel vaivén dulce y torturante, el mayor solo pudo morder sus labios y estirar su cuello inundado por el ferviente placer que aquella criatura de piel brillante y ojos tan claros como el mismo aire, le estaba proporcionando.

Por un momentos se miraron a los ojos y aquel azul oscuro del rey hizo tambalear todos los muros del corazón del silfo, tiró de sus hilos como si fuese un títere a su merced y le arrancó el suspiro de placer más profundo de su vida.

Jimin se refugió en su cuello y aspiró aquel aroma. Un aroma transportante que le licuaba el cerebro y no le dejaba pensar más que en seguir moviéndose y fundirse contra aquel cuerpo.

Tras largo rato de gloria, mientras solo eran movimientos placenteros el uno para el otro, mientras se deshacían en jadeos y miradas tan intensas que traspasaban las barreras de lo carnal, el orgasmo sacudió al rey de Eria que casi suspiró frustrado cuando no pudo contenerse más.

Llevó su mirada azul impregnada de culpabilidad a aquella criatura perfecta que lo miró con los ojos entrecerrados y deslizó una mano por toda la extensión de su costado como en una disculpa.

Jimin solo sonrió por su ternura y se mordió los labios para poder hablar sin dejar ir un pequeño y delicioso gemido. Pasó la mano por la mejilla de aquel joven que le miraba casi al borde del ataque de nervios y dejó fluir su magia una vez más para tranquilizarlo. Este giró ligeramente la cabeza y apretó sus labios con dulzura contra los nudillos suaves del silfo para dejar un pequeño beso sobre su piel. Un beso que significaba tantas cosas, que hasta en aquella situación fue capaz de superar lo banal y erizó la piel del joven que no había dejado de sonreír enternecido.

-No te preocupes, yo estoy también-murmuró el silfo agotado para reconfortarlo. Yoongi asintió saboreando los últimos retazos de aquella maravillosa sensación que había experimentado minutos atrás, y luego abrió los ojos para contemplar a aquella increíble criatura que se encontraba sobre él.

Lo sintió alcanzar su clímax unos segundos después y el joven silfo se dejó caer desplomándose sobre el pecho desnudo de Yoongi que lo acogió entre sus brazos.

Pasaron un buen rato allí, tendidos sobre aquel colchón, enredados entre las sábanas y entre ellos propiamente, presos de los latidos de sus corazones bombeando al compás, fieros, desenfrenados y salvajes. 

Cuando por fin habló, la voz del silfo sonó tan dulce como adormilada, y el rey de Eria se sintió desvanecer cuando lo miró a los ojos de nuevo para darse cuenta una vez más de quien estaba allí con él; de quien le había hecho enloquecer casi hasta el punto de rozar la locura en aquella cama.

-¿Estás bien?-preguntó Jimin rozando el brazo del mayor que reposaba a su lado en el colchón. 

-Más que bien ¿y tú?-respondió el rey con absoluto temor a la respuesta. Temía haberlo hecho mal, haber molestado a Jimin en algún momento o haber quedado mal por su inexperiencia.

-Muy bien, de verdad-aseguró el silfo.

-¿He hecho el ridículo?-preguntó Yoongi inseguro. Jimin sonrió enternecido y negó levemente.

-Yoongi, ha sido todo muy bonito te lo prometo, de aquí en adelante solo podrás ir mejorando-comentó Jimin con los ojos cerrados. No pudo ver el rubor intenso de la mejillas de Yoongi que balbuceó durante segundos intentando encontrar una respuesta.

-No volverá a pasar-dijo de repente. Jimin abrió los ojos confundido pero no dijo nada.

-Claro-aseguró sonriente. -Si su majestad lo quiere así-murmuró con sorna el joven silfo mientras el rey se concentraba en las suaves cortinas de la cama que ondeaban por el viento que escapaba de su control una vez más.

Ninguno de los dos dijo nada más durante largo rato, solo disfrutaron de su silenciosa compañía y de la embriagadora sensación de la calma después de la tormenta. Luego ambos sucumbieron a los brazos de Morfeo.

De madrugada, cuando Yoongi se despertó, el olor mentolado del cuerpo de Jimin lo empapaba todo a su alrededor. Las sábanas, la almohada, incluso su cuerpo. Su piel olía a aquella preciosa criatura que descansaba a su lado. Los recuerdos de la noche anterior le asaltaron y retuvo el aire en sus pulmones cuando revivió de nuevo el tacto de su piel contra la fina de Jimin, en un sofocante conjunto de sonidos melodiosos salidos de los labios de aquel ser maravilloso.

Lo contempló allí dormido, sereno y pudo jurar que su piel brillaba aún más que la noche anterior y que en sus labios aun estaban más rojos de lo normal.

Cuando desvió la mirada de aquel ángel de apariencia terrestre y miró por la ventana, el sol que se alzaba en el cielo, ya había sido cubierto por la luna. Se le puso el vello de punta al comprobar como la poca iluminación que había, sumía a Eria en una noche profunda en plena mañana. Deslizó su mano por el aire lentamente y finalmente volvió a tocar el rostro de Jimin que permanecía dormido. 

-Jimin, me tengo que ir-susurró dulcemente para no molestarlo demasiado. El aludido suspiró brevemente al escuchar la voz que le llamaba y entreabrió los ojos un segundo para enfocar a Yoongi. Después volvió a cerrarlos. El rey dejó ir una pequeña risilla ante aquel gesto.

-¿Necesitas que te traiga algo? ¿Algún tipo de elixir o alguna cosa?-preguntó delicadamente adquiriendo un pequeño sonrojo en sus mejillas. Lo vio esbozar una pequeña sonrisita.

-Es que no quieres un hadita por aquí revoloteando-bromeó el chico sin abrir los ojos. Yoongi rió por la ocurrencia.

-No gracias, contigo tengo suficiente-contestó con una sonrisa tímida. Jimin abrió los ojos y por primera vez en aquella mañana, después de todo lo ocurrido la noche anterior, se miraron a los ojos. Yoongi contuvo el aliento un segundo al ver aquel color. Si de normal los ojos del silfo eran claros, en ese momento rozaban la transparencia del agua del mar. Era realmente lo más bello que había visto en mucho tiempo. 

-¿Es que no sabes como funciona la reproducción de los silfos?-murmuró Jimin aun adormilado. El mayor negó con la cabeza.

-No había conocido ninguno hasta que tu llegaste aquí-comentó simplemente. Jimin se incorporó en la cama.

-Somos especiales-afirmó con una sonrisa.

-Como si no me hubiese dado cuenta-respondió el mayor con ironía. El silfo le sacó la lengua en un gesto infantil y luego abrazó sus propias rodillas con los brazos.

-Hablo en serio bobo, los silfos solo podemos traer vida a este mundo si encontramos a nuestro destino-explicó Jimin con una sonrisa encantadora.

-¿De verdad? Yo pensaba que era como todas las hadas-comentó el mayor sorprendido.

-Pues no, así que no te preocupes, estamos a salvo-sentenció Jimin. La boca de su estómago se contrajo con un regustillo amargo. Aquellas palabras no le sonaron tan bien como él hubiese pensado que sonaría.

Yoongi asintió totalmente embelesado por aquellos ojos y como si fuese un imán hacia su polo opuesto su cuerpo se precipitó hacia el silfo que se dejó besar encantado.

-Tengo que irme, Eleanor aparecerá pronto y no nos conviene que se sepa lo que ha pasado aquí si no queremos que todo el castillo se entere-comentó Yoongi únicamente. Jimin asintió y lo vio levantarse de la cama para comenzar a vestirse. Volvió a observar su cuerpo y la boca se le hizo agua recordando como era saborear aquella piel tan fina y blanca. Lo contempló enfundarse en la ropa del día anterior y sonrió cuando vio la pelea interna que mantenía sobre cuál sería su siguiente paso en aquella habitación que de pronto se había vuelto tan asfixiante.

-¿Estamos bien no?-preguntó de la nada. Yoongi se volvió hacia él despacio y titubeó intentando buscar la respuesta correcta a todas aquellas cosas que sentía.

-Estamos genial. Ha sido una noche increíble, te lo prometo-respondió el mayor con una bonita sonrisa. El silfo contempló por unos segundos más su rostro perdiéndose en aquellos ojos tan oscuros y luego sonrió levemente también, -¿Te veo en el desayuno?-preguntó. Realmente no quería separarse de Jimin tan pronto después de aquella noche, pero saber que podría verlo en unas horas calmó su acelerado corazón.

Jimin asintió y Yoongi se acercó para dejar un pequeño beso sobre sus labios. Luego salió por la puerta y el silfo se dejó caer contra el colchón. Se quedó mirando el dosel azul de la cama con una estúpida sonrisa en sus labios. ¿Que era todo aquello que sentía en su interior? ¿Que era toda esa magia fuerte que le hacía querer bailar?

Se sentó en la cama y rió. Rió como un niño, sin saber que su aura en esos momentos tenía un color diferente y muy especial.

Esa mañana cuando Eleanor apareció en el cuarto de Jimin y lo encontró cambiado y sonriente jugando con Acua, notó que había algo diferente en su amigo. Su sonrisa era mucho más natural y canturreaba canciones del bosque con el animal en brazos.

-¿Has dormido bien?-preguntó la muchacha acercándose a su amigo. El silfo sonrió enormemente. Se sentía nuevo.

-Como en mi vida-aseguró. -¿Y tú?-cuestionó por cortesía. No le hacía falta preguntar, Eleanor se veía apática en esos últimos días y él lo había notado varias veces ya.

-La verdad es que últimamente no duermo muy bien, estoy bastante cansada y ayer con el baile y todo, pues no he podido descansar del todo-explicó la chica agradeciéndole en silencio a su amigo que se preocupase tanto por ella.

-¿Seguro que estás bien? ¿Quieres que avise a Nam por si te pasa algo?-ofreció el silfo de nuevo con preocupación.

-Quédate tranquilo, solo es cansancio-aseguró la chica moviéndose por la habitación para ordenar la ropa de cama limpia que le habían dado esa mañana para Jimin.

-Bueno, pero prométeme que si te encuentras peor me lo vas a decir y vamos a encontrar una solución-pidió Jimin interceptándola en el camino para que lo mirase a los ojos. Eleanor se sintió abrumada por todo aquel amor que desprendía Jimin hacia ella y sintió que sus ojos se aguaban cuando sus miradas hicieron contacto.

-Claro que si, te lo prometo-murmuró la chica arrugando su naricilla para aguantar las lágrimas. -¿No llevas tu canalizador?-preguntó Eleanor sorprendida llevando su mirada al cuello del chico mientras intentaba desviar la conversación para no ponerse a llorar.

Jimin se quedó tieso un segundo y miró a la chica seriamente para luego esbozar una bonita sonrisa al darse cuenta de que la muchacha tenía razón. Se llevó la mano al cuello y notó que ni siquiera se había acordado de ponérselo esa mañana. Un recuerdo demasiado dulce cruzó su mente al recordar la magia de Yoongi mezclándose apasionadamente con la suya.

-Me molestaba y me lo quité-excusó sin borrar aquella sonrisa.

-Parece que las clases con el rey hacen su efecto, estás empezando a controlar todo ese poder-comentó ella muy contenta por el joven. Jimin rió y asintió ante aquella ignorancia e inocencia del hada.

-Si tu supieras-pensó Jimin. Reprimió una carcajada que murió en su pecho y luego ambos volvieron a sus tareas. Jimin se lavó durante minutos y luego salió de nuevo al dormitorio donde la chica ya había hecho la cama que el silfo había recompuesto anteriormente.

-Antes de desayunar voy a ir a visitar a Sirio-dijo únicamente para informar a su amiga. Esta lo miró entrecerrando los ojos como si intentase descubrir algo en el rostro de Jimin, pero luego suavizó la expresión y plantó una bonita sonrisa en su rostro al ver la sonrisa de su amigo.

-Es un nombre precioso-dijo acomodando las almohadas. Jimin asintió con una sonrisilla encantada.

-Un nombre precioso para un caballo precioso-comentó orgulloso. Eleanor asintió un par de veces.

-Yoongi es muy amable contigo-dijo su amiga volviéndose hacia él con un gesto suficiente. -Ayer desaparecisteis los dos-añadió.

-No sé a qué te refieres-murmuró el joven risueño.

-Lo sabes perfectamente-replicó el hada.

Y Jimin sonrió sentándose de nuevo en la cama y dejándose caer perezoso sobre el colchón. Lo sabía. Claro que lo sabía. 

Había pasado un buen rato regodeándose en aquella plenitud que sentía después de haber pasado la noche con Yoongi y cuando Eleanor había abandonado la habitación, Jimin la había acompañado para luego caminar hacia los establos. Aunque era plena mañana, el eclipse los cubría por completo y el silfo no podía ver mucho más allá, así que caminó por los pasillos decidido a internarse en la oscuridad.

Debido a la hora, todo el mundo caminaba por los pasillos hacia el comedor para el desayuno, pero como había dicho, él se desvió hacia el patio para cruzarlo hacia los establos. Cuando se acercó, divisó a un par de guardias que lo miraron fijamente mientras llegaba. Jimin los vio mirarse de reojo y luego se levantaron de donde estaban sentados para ponerse delante suyo e impedirle el paso con burlonas sonrisas.

-Eh hada, te gustaría pasar un buen rato-dijo el más alto de los dos. Jimin puso cara de asco sin entender a qué venía aquella estúpida pregunta.

-No gracias-respondió Jimin educadamente intentando pasar entre ellos. Los guardias rieron y volvieron a cerrarle el paso.

-Estoy seguro de que allí de donde vienes no hay un buen macho que ponga en su sitio esa soberbia-comentó el que se había mantenido en silencio dando un paso hacia el silfo. Este intentó retroceder, pero antes de que pudiese hacerlo, el guardia alto volvió a acercarse a él y lo agarró bruscamente de la muñeca para atraerlo hacia él.

-Que me dejes en paz, simio-rechistó Jimin intentando soltarse del fuerte agarre que el hombre ejercía sobre él. Sintió que aquella mano basta dejaría marca sobre su piel si no conseguía que lo dejase en paz. El otro guardia rió a carcajadas pero luego miró al frente y se quedó muy serio. El guardia que estaba agarrando al silfo siguió su mirada y abrió los ojos sorprendido. Una figura de porte regio surgió entre la oscuridad con paso lento y firme.

-Que le llames simio, solo es un insulto para los pobres animales-dijo firmemente la voz del rey a sus espaldas. La mano del hombre se aflojó en su muñeca y la dejó caer contra su cuerpo mientras daba un par de pasos hacia atrás y se volvía hacia el dueño de esa voz.

-Yoongi-murmuró Jimin únicamente. Sus ojos brillaron cuando el rey le dedicó la misma sonrisa preciosa de siempre.

-Continua con lo que estabas haciendo, criatura, yo me ocuparé de solucionar este asunto-pidió el joven con voz tranquila. Jimin se frotó la muñeca y luego asintió para alejarse hacia su principal destino e ir a reencontrarse con el bonito caballo que Yoongi le había regalado por el eclipse. Mientras lo veían marchar, Yoongi se volvió hacia los dos hombres que se mantenían cabizbajos sin decir ni una sola palabra. Durante segundos no dijo nada y eso provocó que la tensión del ambiente se acrecentase.

-No volváis a acercaros a menos de cinco metros de ese silfo-comenzó a decir con un tono bajo. Ante el silencio de los guardias Yoongi dejó ir su poder y levantó una fuerte ráfaga de viento que los golpeó a los dos sin remedio. -¿Me habéis entendido?-volvió a insistirá alzando la voz y haciéndose eco por todo el patio.

Los dos hombres dieron un respingo ante aquel tono de su rey y luego asintieron con firmeza sin despegar la mirada del suelo. Yoongi asintió también y dio un par de pasos colocándose a centímetros del guardia al que había pillado agarrando a Jimin.

-Si vuelves a tocarlo o a insinuar asquerosidades, me tomaré la libertad de amarrarte a mi caballo y dejarte en las fronteras del campamento de los carroñeros ¿queda claro?-advirtió de nuevo con voz tan trémula que heló la sangre de los dos hombres. Dirigió su poder de nuevo hacia ellos, tan fuerte y tan intenso que tuvieron que plantarse firmemente contra el viento para que no los arrastrase. Yoongi rechinó los dientes.

-Sí mi señor-farfulló el hombre casi para el cuello de su camisa. Yoongi dejó fluir su poder y dejó que la ráfaga de aire se convirtiese en solo un pequeño soplo de viento.

-Fuera de mi vista-espetó con seriedad. Los dos hombres se miraron y desaparecieron de allí casi a la carrera. Yoongi no solía ser ese tipo de rey severo y autoritario, pero verlos hablar así de Jimin y ponerle las manos encima lo había puesto de los nervios. Levantó la mirada y se perdió por la puerta de los establos, el mismo lugar por el que había visto desaparecer a Jimin. Cuando entró no lo vio por ninguna parte así que se encaminó a la estancia que ocupaba el caballo que le había regalado al silfo.

Se apoyó en la puerta y lo contempló allí acariciando el morro del caballo que parecía totalmente relajado en compañía del joven.

-¿Ya le has puesto nombre?-preguntó en un susurro mientras se internaba en el lugar. El silfo asintió levemente, pero ni siquiera se volvió a mirarlo y Yoongi se dio cuenta de cómo se estaba sintiendo.

-Sirio-respondió Jimin únicamente con las mejillas totalmente sonrojadas. Tiempo atrás le hubiese dado igual lo que había pasado unos minutos antes, pero en ese momento se sintió totalmente estupido y ridiculo. Incapaz de mirar a Yoongi a los ojos

-Como la estrella-respondió el joven rey. Vio a Jimin asentir agobiado así que agarró su muñeca con delicadeza, aquella que había sido maltratada por el guardia y lo miró a los ojos. Luego llevó la zona que el hombre había apretado y dejó un delicado beso sobre la brillante piel del más joven. Jimin lo contempló en silencio y su pulso se aceleró bajo los labios del rey.

-¿Estás bien?-preguntó el mayor mirando al silfo a los ojos. Este reaccionó e intentó recomponerse. Sonrió levemente.

-Si, yo...lo siento, no sé cómo han sabido...-comenzó a decir Jimin. Yoongi negó con la cabeza y el joven dejó de balbucear.

-Son hijos de la tierra, su habilidad mágica es la lectura de auras-explicó únicamente. Se dio cuenta de que aún seguía agarrando la mano del silfo, así que la soltó con delicadeza y guardó las suyas en los bolsillos del pantalón. Durante unos minutos, Jimin se mantuvo en silencio analizando lo que le estaba contando el rey y sólo habló cuando se vio capaz de expresar en alto la conclusión a la que había llegado.

-Entonces han visto la tuya también-comentó incómodo. Yoongi sonrió y luego asintió lentamente.

-A mi me da igual lo que piense la gente, lo que no quiero es que se pasen ni un solo pelo contigo-sentenció el rey. El silfo sonrió un poco con agradecimiento.

-Tranquilo, no es como si no me hubiese topado en mi vida con seres como esos-excusó Jimin volviéndose de nuevo hacia el caballo para acariciarlo.

-Ya se que ser tan guapo te ha tenido que traer muchos problemas-comentó Yoongi con sorna. Escuchó a Jimin reír y ocultar su bonito rostro contra el morro del animal que relinchó agradecido por los mimos del silfo.

-No sabes tu cuantos, pero se salir de ellos-comentó Jimin orgulloso. -He conseguido doblegar al rey de Eria con todos mis encantos-añadió con sorna. El mayor alzó una ceja y se cruzó de brazos a su espalda.

-El rey de Eria se ha doblegado porque ha querido-dijo Yoongi únicamente. Usó un tono orgulloso que puso los pelos de punta al silfo.

-Me lo cuentas cuando te lo creas ¿vale?-apostilló Jimin volviéndose hacia el rey. Se quedó muy cerca de su rostro tentandolo con una sonrisa maquiavélica y luego se alejó para dejarle espacio. Contempló las mejillas sonrojadas de Yoongi y sintió aquel rayito de ternura que sentía siempre que el rey se mostraba tímido con él, pero aquella vez se sintió más intenso propiciado por lo que había pasado la noche anterior entre los dos.

-¿Acaso quieres que vuelva a pasar?-preguntó en un balbuceo tímido mientras desviaba la mirada de la azul intensa del silfo.

-Ha sido genial estar contigo Yoongi y tengo muchas cosas que enseñarte si me dejas, pero si dices que no volverá a pasar, pues bueno, tendré que buscar a alguien en esta corte con quien desfogar mis instintos-dijo Jimin con una sonrisa altanera en sus labios. Yoongi frunció el ceño. -Mientras tanto tu y yo podemos seguir estudiando juntos y preparándonos para la guerra-murmuró sin borrar aquella sonrisilla pretenciosa. Se dio la vuelta y salió de la estancia dejando al rey solo en compañía de Sirio.

Yoongi se cruzó de brazos y arrugó la nariz. No le gustaba cómo sonaba aquello. No quería que nadie más tocase al silfo mientras él podía disfrutar de aquella tersa y brillante piel en sus labios. No quería que nadie más escuchase los sonidos melodiosos que salían de la boca de aquella encantadora criatura que tantas veces había repetido su nombre aquella noche. Y entonces se dio cuenta, de que si volvería a pasar, porque quería seguir deleitándose en cada curva de aquel cuerpo y disfrutar de todo lo que aquel fogoso muchacho tuviese que ofrecerle.

Salió a grandes zancadas hacia el pasillo de las estancias de los caballos y pudo ver a Jimin despidiéndose de su propio caballo que olisqueaba su mano como si se conociesen de toda la vida.

Avanzó rápidamente y atrapó el liviano cuerpo del silfo, que dio un respingo entre sus brazos. Respiró su aroma y el viento lo voló todo alrededor. Solo cuando Jimin dejó ir su energía hacia su cuerpo, el viento huracanado de las caballerizas se calmó a su alrededor.

-Tu ganas. He cambiado de idea-susurró Yoongi apegándose a la espalda del silfo en la soledad de aquel establo.

-¿Y bien?-preguntó coqueto Jimin mientras dejaba su cabeza reposar ligeramente en el hombro del rey. Este carraspeó incómodo y se acercó hacia el muchacho para hablarle al oído.

-Quiero tenerte de nuevo esta noche-susurró despacio mientras dejaba un pequeño y coqueto beso en el lóbulo de la oreja del silfo. Este reprimió un escalofrío y rió en bajito.

-Majestad...-murmuró coqueto. -Ya sabía yo que iba a desatar una bestia-añadió irónicamente girándose para quedar frente a frente con el rey. Se miraron a los ojos y sus poderes resurgieron de sus cuerpos sin control hasta encontrarse entre las paredes de aquel lugar. Aire y energía. Juntos y enfrentados.

-¿Te veo a medianoche en tu habitación?-preguntó Yoongi aun sujetando firmemente la fina muñeca del silfo mientras este sonreía con picardía.

-Tengo una idea mejor-murmuró Jimin acercándose al oído del rey. Susurró unas cuantas palabras y este abrió los ojos sonrojándose al instante. Luego el silfo se apartó de su lado no sin antes dejar un cálido beso en su mejilla.

-Te veo esta noche, majestad-murmuró haciendo una pequeña reverencia frente al rey. Luego abandonó el establo para dirigirse al comedor y Yoongi maldijo con frustración. Esa criatura iba a ser su perdición. 

Esa tarde, Jimin la había pasado con Sirio paseando por los amplios terrenos del castillo sin dejar de pensar en Yoongi y en cómo el contacto con el joven rey había aplacado sus poderes. Recordando cada detalle de su encuentro y respirando agitado al recordar su encuentro programado para aquella misma noche. Su cuerpo anhelaba volver a estar en brazos de aquel hombre. Dio media vuelta cuando se dio cuenta de que la poca luz que dejaba pasar el eclipse lo estaba sumiendo en la absoluta oscuridad y paseó de nuevo hacia el castillo con una sonrisa enorme plantada en su rostro.

-Mi hermano ha desaparecido-escuchó Jimin decir a la voz de Jin cuando entró en el patio del castillo a lomos de su caballo. -Jimin, por favor, ayúdame, Tae no está, ha desaparecido-volvió a gritar el tritón mayor cuando lo vio aparecer por allí. El corazón del silfo dio un vuelco al escuchar aquellas palabras y uno de los guardias le dio la mano para bajar apresuradamente de su montura.

-¿Como que ha desaparecido?-cuestionó Jimin saliendo al encuentro del tritón que corría hacia donde él se encontraba. -Llamad al rey, por favor-ordenó Jimin a un par de guardias que pasaban por allí. Estos asintieron al ver el nerviosismo en la voz del silfo y se fueron a paso rápido a buscar a su rey.

-Estaba aquí, dijo que quería ir al lago, que no se sentía bien y de repente nadie lo ha visto. Tae no se iría sin mi, prometimos ir juntos-explicó de nuevo alterado.

-Vale tranquilo, Yoongi dará la orden y lo encontraremos-afirmó Jimin entrelazando su mano con la del tritón para consolarlo. Este asintió y entonces vieron a Yoongi bajar corriendo por las escaleras seguido de Hobi.

-¿Que pasa? ¿Estáis bien?-preguntó alterado cuando llegó a su encuentro.

-Taehyung ha desaparecido, Jin dice que había quedado de ir al lago con él y que no ha aparecido-comentó Jimin alzando la voz, nervioso por la situación.

-¿No ha podido ir solo?-inquirió el rey. El mayor de todos negó angustiado.

-No, dijo que me esperaba aquí-volvió a explicar Jin hacia el rey. Este se quedó muy serio y miró a Jimin fijamente a los ojos.

-Guardias-llamó con voz firme. Todos los allí presentes se agolparon a su alrededor. -Desplegaos. Peinad las lindes del castillo y encontrad a Taehyung inmediatamente. Tened cuidado- ordenó Yoongi. Todos asintieron y comenzaron a prepararse y a salir en distintas direcciones. Jungkook se quedó tieso en el lugar donde había permanecido. ¿Por qué iba a desaparecer el tritón, así como así?

Una idea estúpida le pasó por la cabeza en ese momento. ¿Y si estaba en el lago y le había pasado algo y no había podido volver?

Agarró con fuerza el arco y el carcaj con las flechas con las que se había hecho aquella mañana y en las que había estado trabajando tan fervientemente con su magia y se los echo a la espalda. Miró a sus compañeros y de reojo vio a Jimin y Yoongi hablar en cuchicheos señalando hacia el bosque. Giró sobre sus talones y comenzó a caminar a grandes zancadas por la colina que descendía hacia el lago donde había conocido al verdadero Taehyung.

No supo cuando empezó a correr, pero lo hizo durante minutos realmente intensos en la única compañía del silencio y sus pasos aplacados por la mullida hierba.

A solo unos metros de su destino escuchó un grito desgarrador que surcó el aire y le embotó el cerebro. Un grito oscuro, de terror, de absoluto dolor y sin saber muy bien lo que hacía, empuñó el arco y sacó una flecha para colocarla.

Se quedó quieto un segundo escuchando y luego miró la punta de la flecha con intensidad. Cerró un momento los ojos para concentrarse y el hechizo que había estado practicando durante días surtió efecto. El fuego sagrado de su magia Tanket encendió la flecha con una llama azulada tan hermosa como letal.

Se acercó sigilosamente hacia el claro donde se encontraba el lago y jadeó compungido cuando observó la escena que se desarrollaba ante sus ojos. Taehyung forcejeaba impotente en el suelo contra un hombre mucho más grande que él, pero su desventaja era evidente ya que no se encontraba en su forma humana, sino en su forma mágica y la enorme cola plateada del tritón le limitaba los movimientos.

El Tanket respiró entrecortadamente un segundo y luego salió despacio dejándose ver con el arco y la flecha apuntando de pleno al corazón del atacante. Pudo comprobar por su uniforme, similar al suyo propio que se trataba de un guardia de la corte de Eria y temió en aquel momento que no estuviese solo, pero nadie más salió a atacarle cuando se quedó a la vista.

-Jungkook-murmuró el tritón con el corazón encogido dentro del pecho. Casi tuvo ganas de echarse a llorar cuando aquel nombre abandonó sus labios temblorosos. Era la primera vez que llamaba al Tanket por su nombre y había sonado como una súplica.

Vio al hombre maniobrar sorprendido sobre el cuerpo del joven y colocarse tras él para que le sirviese de escudo en caso de que el Tanket decidiese atacar.

-Maldito cobarde-siseó el Tanket mientras veía al guardia llevar un brillante cuchillo a la garganta de Taehyung. -No se te ocurra ponerle una mano encima-ordenó acercándose despacio preparado para atacar. El guardia apretó el cuchillo contra la piel fina del tritón que jadeó asustado como si le estuviese pidiendo ayuda.

-Alejate Tanket o lo mato ante tus propios ojos-amenazó el hombre con voz oscura. Jungkook se dio cuenta en ese momento de que no mentía, mataría al tritón a sangre fría sin darle opción. Su cerebro trabajó a mil por hora durante un par de segundos hasta que se le ocurrió una idea.

-¿Por que haces esto?-preguntó Jungkook intentando distraerlo. Sus ojos oscuros volvieron a hacer contacto con los claros del tritón que parecía estar conteniendo el aliento allí tirado en el suelo. 

-Con sus escamas, el señor de la noche me aceptará entre sus filas y los carroñeros se convertirán en mis hermanos-gritó ferozmente. Jungkook abrió los ojos y le dedicó la mirada más cargada de desprecio que pudo. Se preguntó cómo alguien podría albergar en su cuerpo tanta maldad como para dañar a un ser mágico y puro para ser aceptado en el bando de aquellas inmundas criatura.

-¿Acaso te estás escuchando?-preguntó tensando los brazos para sujetar mejor la flecha. -Sirves al rey de Eria, serás un traidor a la corona-aclaró. Supuso que llegados a ese punto, ese hombre ya había dejado de pensar con claridad y ser un traidor le traía sin cuidado.

-El rey es un maldito idiota y no vencerá en esta guerra, moriremos todos si nos quedamos de su lado-contraatacó el guardia. Instintivamente, el Tanket vio su postura relajarse y movió ligeramente el arco para fijarlo en un nuevo objetivo que se alejase de poder hacerle cualquier daño a Taehyung.

-Cállate, los carroñeros te matarán solo si intentas acercarte a ellos-volvió a decir el joven en tono amenazante.

-¡Mientes!-gritó el guardia. Su voz retumbó por todo el claro casi gutural. -No intentes persuadirme, aléjate ahora Tanket-añadió insistentemente en alejar a Jungkook de allí para poder seguir con su cometido.

Contempló los ojos asustados de Taehyung fijos en él y un dolor inmenso le sobrevino, pero no dejó que nadie allí lo notase y estiró más de la flecha encendida contra la cuerda.

-Te he pedido amablemente que te alejes de ese tritón, no voy a volver a ser cordial contigo, no tendré clemencia-advirtió el Tanket intentando por última vez no tener que atacar. El hombre rió socarronamente y entonces el muchacho supo que tenía que prepararse para atacar inmediatamente. Que era el momento y que no habría más oportunidades.

-Así sea pues y que su muerte quede en tu conciencia-dictaminó el atacante presionando la punta afilada del cuchillo contra la piel del tritón.

Un gruñido gutural salió de su garganta cuando vio la primera gota de sangre fluir y la flecha que había estado conteniendo con tanto ahínco, salió volando rasgando el aire con un silbido. Un segundo después, impactó sobre su hombro y el cuchillo que sujetaba contra el fino cuello del tritón cayó frío sobre la hierba húmeda. El fuego sagrado lo paralizó y se desplomó petrificado contra el suelo, con la mirada blanquecina y perdida. 

Jungkook colgó el arco de su hombro y corrió agachándose al encuentro del tritón que lo miró angustiado a punto de echarse a llorar.

-Tranquilo vale, estoy aquí, no va a hacerte daño-balbuceó Jungkook nervioso. Taehyung se sujetó de sus brazos y el Tanket lo alzó en sus brazos para luego depositarlo en el agua e ir a buscar el anillo que había quedado perdido unos metros más allá entre su ropa desgarrada. Aproximó también las prendas del tritón a la orilla y cuando este sin decir ni una sola palabra se puso la joya en el dedo y comenzó a cambiar, Jungkook se dio la vuelta despacio para vigilar y darle intimidad.

-¿Necesitas ayuda?-preguntó aún de espaldas cuando sintió a Taehyung salir del lago

-Tranquilo, yo puedo-murmuró débilmente el joven mientras se enfundaba en su ropa. Un gemido salió de sus labios por el esfuerzo y tuvo que concentrarse en no darse de bruces contra el suelo. Aquella transformación le había drenado las fuerzas.

-¿Te duele?-preguntó Jungkook volviéndose lentamente hacia él.

-Un poco, normalmente me transformo en el agua y al formar parte de ese medio, el agua acoge mi transformación, pero al transformarme en tierra...me deja agotado-explicó un poco avergonzado. Jungkook se acercó demasiado y como si fuese una ligera pluma lo elevó en el aire para llevarlo hacia el castillo. Taehyung no se quejó, ni siquiera se movió o pataleo, solo paso las manos por el cuello de su acérrimo enemigo y disfrutó del calor que aquel cuerpo emanaba contra la piel de su mejilla.

Ninguno de los dos habló durante el trayecto y el tritón se adormiló con el latido acelerado del corazón del Tanket que aún intentaba calmar su magia desbocada por el enfrentamiento, para no quemar al joven que viajaba entre sus brazos. Pudo divisar al rey y al silfo en cuanto dio un par de pasos hacia el castillo.

-¿Que ha pasado?-escuchó gritar a lo lejos. Solo se removió un segundo y volvió a cerrar los ojos agotado.

-Por Eria, ¿Tae que te ha pasado?- escuchó gritar a Jimin a lo lejos. Jin corrió tras el silfo y acarició lentamente el pelo empapado de su hermano.

-Le han tendido una trampa, está bien pero tiene algunos cortes y está agotado porque lo ha obligado a transformarse en tierra-explicó con esfuerzo el Tanket. Observó a Yoongi acercarse acelerado a su lado cuando escuchó la explicación resumida que había ofrecido.

-Lo llevaremos a su habitación-dijo llamando con un gesto de su mano a Namjoon que se acercaba corriendo con Hobi a su lado.-Abrid paso-ordenó Yoongi adentrándose entre la gente que se agolpaba para ver lo que pasaba. Jimin dejó pasar delante a Jungkook y agarró a Jin para tirar de él con los demás a su espalda.

-¿Y el atacante? ¿dónde está?-preguntó Hobi preocupado por si la persona que había atacado a aquel muchacho había escapado.

-Está en el lago, seguirá inconsciente al menos un par de horas, lo dejé allí porque no podía ocuparme de él y dejar a Taehyung-explicó el Tanket acomodando mejor a aquel chico entre sus brazos.

-Lo has hecho increíblemente bien, chico-felicitó el rey abriéndole paso hacia los pasillos de las habitaciones. El aludido inclinó la cabeza en señal de agradecimiento y respeto a su rey y siguió caminando sintiendo como las piernas comenzaban a pesarle.

-Jungkook, gracias por salvar a mi hermano-comentó Jin colocándose a su lado para tocar delicadamente la frente de su hermano y comprobar su temperatura.

-No me des las gracias, es mi deber-contestó el joven algo cohibido. No estaba acostumbrado a que nadie le diese las gracias por algo tan obvio como ayudar a alguien en una situación de peligro.

-Aún así, lo has encontrado a tiempo y has luchado por él-reiteró Jin agradecido. Jungkook asintió serio y bajó la vista un segundo hacia el muchacho mientras caminaba con rapidez hacia la habitación del tritón. Parecía sereno, como si no le doliese nada en aquel momento, pero a la vez se le notaba agotado, agotado de tal forma que sus manos ya casi ni se sujetaban a su cuello y por un momento temió que se estuviese sumiendo en la inconsciencia. Esa idea se desvaneció cuando lo vio parpadear débilmente e intentar hablar. 

-Me dijo que mi hermano se había adelantado, me engañó. Cuando llegué allí y no vi a Jin intenté volver pero ese hombre apareció de la nada. La oscuridad no me dejó verlo bien hasta que no lo tuve encima. Forcejeé con él y me quitó el anillo así que me convertí en tierra. Estaba tan dolorido que no pude seguir defendiéndome. Me hizo algunos cortes para debilitarme y luego apareció Jungkook y me salvó la vida-explicó con la voz entrecortada.

-¿Que pretendía?-preguntó Hobi abriendo la puerta de los aposentos del tritón. Tae dejó escapar un gemido lastimero y se acurrucó un poco más contra la piel caliente de Jungkook que continuó caminando para depositar al tritón sobre el colchón de su cama. Inmediatamente Jimin llevó sus manos a su cuello y apartó el colgante con la luna para dejarlo sobre la palma de la mano de Nam que se dispuso a sanar las heridas del tritón.

-Quería sus escamas, lo siguió hasta el lago para capturarlo cuando se transformase y llevárselas a los carroñeros como ofrenda para que lo aceptasen y lo convirtiesen en uno de ellos-explicó muy seriamente Jungkook. Desvió la mirada hacia Taehyung que lo miró y luego desvió la vista. El Tanket suspiró.

-Un traidor a Eria-determinó Hobi cruzándose de brazos. Los allí presentes asintieron y se sumergieron en un silencio demasiado abrupto.

-Hobs, llama al señor Song-interrumpió el rey de manera brusca. Jimin se giró hacia él y se levanta para acercarse y deslizar disimuladamente su mano por la espalda del mayor.

-¿Que vas a hacer con él?-preguntó temeroso. Sintió el poder emanar del cuerpo de Yoongi y como una suave caricia lo neutralizó un poco con su energía dejando lo que amenazaba con ser un vendaval en una sola brisa fría que les heló los huesos a todos.

-El señor Song le borrará la memoria y lo llevaran lejos de aquí para que no pueda volver a hacer daño a nadie-explicó girándose hacia el silfo que lo miró con seriedad. Este tragó saliva y asintió despacio. -Quiero a Taehyung y Seokjin vigilados todo lo que sea posible. Nam, te los encargo personalmente y Jungkook te ayudará-ordenó el rey. 

Ambos mencionados asintieron con seriedad y se dispusieron a irse, pero sorprendentemente la delicada mano de Taehyung se aferró a la ropa del Tanket que se volvió para mirarlo. Le hizo una señal para que se acercase y cuando Jungkook se agachó a su lado Tae se incorporó y deslizó su mano sobre la del Tanket que lo miró sorprendido.

-Gracias por salvarme la vida-murmuró. Jungkook negó con la cabeza y apretó el puño allá donde el calor de la mano de Taehyung acababa de abandonarlo. Luego se levantó y se retiró. Se despidió rápidamente de Namjoon que iba a hacer la primera guardia y se encaminó hacia su cuarto. Cuando llegó, cerró la puerta y se apoyó en la fría pared con el corazón latiendo al galope dentro de su pecho. Y entonces, solo entonces, al cobijo de aquellas cuatro paredes, el joven Tanket pudo abrir su mano. Abrió los ojos desmesuradamente y se pasó la mano libre por el pelo largo y despeinado.

Allí, en su palma una brillante escama plateada, brillaba bajo la tenue luz del sol. Una escama de tritón, una escama de ese tritón. Un regalo de valor incalculable por haberle salvado la vida. 

Como había prometido, esa noche, Jimin se deslizó silencioso por los pasillos vacíos con la única compañía de sus pasos cálidos sobre la fría piedra. Eleanor lo había dejado hacía al menos una hora y únicamente se escuchaba a algunas personas en los pisos inferiores, así que no tuvo demasiados problemas para salir de su habitación y acercarse a la torre sin ser visto. Después de mirar un par de veces a su alrededor y asegurarse de que nadie lo veía, se aventuró a paso ligero a subir todos los escalones que le separaban de la estancia favorita del rey y donde lo había citado esa mañana.

Las palabras de Yoongi resonaron en su mente una vez más calentando su cuerpo con furia antes de llegar a alcanzar la puerta de entrada. "Quiero tenerte de nuevo esta noche" había dicho. Y como un alma pasional, sus hormonas se habían encendido, su cuerpo había reaccionado al joven a su espalda rindiéndose a aquellos recuerdos carnales de la noche anterior.

Golpeó levemente con los nudillos en la madera de la puerta y la débil voz de Yoongi le dio paso desde dentro. Cuando se internó en la habitación, el ambiente había cambiado, ya no era el lugar fresco que acostumbraba a visitar en sus momentos de lectura, sino una estancia más cálida, llena de algo diferente.

La chimenea encendida le daba ese aspecto acogedor y el cuerpo tenso de Yoongi ataviado únicamente con unos estrechos pantalones y una amplia camisa desabrochada en la parte superior, lo hacía todo más agobiante y angosto. Y su mirada, su mirada azul como el mar en una noche tormentosa, traspasó hasta su alma haciéndolo sentir débil, pequeño...un niño. Pero cuando se acercó a él, besó sus labios con aquella infinita dulzura y deslizó con calma sus manos por las clavículas del silfo retirando el bonito batín de seda que cubría su cuerpo hasta dejarlo caer por cada curva de su cuerpo, Jimin ya no se sintió pequeño ante aquella mirada que lo devoraba sin remedio, se sintió un príncipe, se sintió un rey...se sintió absolutamente poderoso. 

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Hola a todos :) 

WOW 9000 palabras en este capítulo. Han pasado muchísimas cosas. Principalmente el Yoonmin. ¡YA ESTÁN A TOPE! La verdad es que no tenía muy claro cómo iba a ser esta parte de la historia, pero cuando comencé a escribirla, salió sola. Espero que os haya gustado y sobre todo que haya estado a la altura de vuestras expectativas. Yo es que simplemente los amo.

Y por otro lado el Taekook. Eria bendiga a Jungkook por haber aparecido a tiempo...sino, otro pelo le hubiese corrido a nuestro queridisimo y temperamental tritón. Y ese último regalo, ¿que me decís? Una escama, una parte de él...no está mal para dos personas que "se odian" ¿no?

Se que echais de menos a las otras parejas, pero en los siguientes capítulos iremos sabiendo más de ellos, calma que todo llega. 

Espero que os esté gustando y que este capítulo tan especial os haya encantado. 

Nos leemos en el siguiente :)

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