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Capítulo 11. Energía.

El día amaneció bastante nublado y Yoongi sintió que un año más, no había nada que celebrar. Había pasado los últimos días nervioso por la llegada de un nuevo eclipse y ya casi estaba allí. Ese día, todo el mundo se preparaba para el gran acontecimiento del año. Su cumpleaños. Todo el mundo excepto él.

Había salido rápido de sus aposentos dispuesto a encerrarse en su despacho toda la mañana sin intención de ver a nadie, pero mientras caminaba por los pasillos intentando ser lo más escurridizo posible escuchó la voz de Jimin a la vuelta de la esquina y se quedó quieto como un palo para no ser descubierto.

-¡Elsie!-escuchó que llamaba Jimin a su amiga que caminaba al final del pasillo. La chica lo escuchó y se volvió hacia él mientras esperaba que llegase a su encuentro.

-Jimin, vengo de tu habitación-comentó ella .

-Perdona, he ido a buscar a Yoongi a su habitación para felicitarlo, pero creo que ha salido-escuchó que comentaba el joven. Reprimió una carcajada tonta. Lo primero que el silfo había hecho había sido ir a buscarle. Con aquellas palabras su corazón rebotó como un tonto dentro de su pecho.

-Lo he supuesto, te he dejado un par de cosas encima de tu cama, una es una sorpresa del rey para ti para esta noche y la otra es lo que me pediste-comentó la chica misteriosamente. El chico enarcó una ceja.

-No sabía que Yoon tenía una sorpresa para mi-dijo confuso. El rey sonrió por el apodo que había utilizado de su nombre y luego volvió a centrarse en la conversación viendo como el hada se llevaba la mano a la frente risueña.

-De eso se tratan las sorpresas-contestó ella con burla. Jimin le hizo una mueca y luego sonrió.

-Iré a preparar todo, te veo esta tarde para ayudarte a prepararte-comentó. Él asintió y la chica le dio un pequeño golpe con la cadera cuando pasó a su lado. Jimin le dijo algo en voz baja y luego Eleanor se marchó riendo hacia las cocinas.

Al ver aquel gesto, Yoongi se sintió feliz por aquellos dos seres mágicos que se habían encontrado tan lejos de su hogar. Dio un par de pasos hacia delante con una sonrisa tonta en sus labios y se dirigió hacia el silfo que acababa de ponerse en marcha para irse a sus aposentos como había dicho. De pronto una idea cruzó por la cabeza del rey y sonrió aún más ampliamente.

-Jimin, espera-llamó alzando la voz. El silfo frenó en seco y se volvió hacia él reconociendo su voz al instante.

-¡Yoongi!-dijo con un tono agudo en su voz. -Por Eria, te he buscado durante toda la mañana-exageró el muchacho abriendo los brazos. El rey rió en alto. Lo vio dirigirse a su encuentro y se puso en marcha para acortar la distancia entre ellos en aquel pasillo.

-Bueno pues aquí est...-comenzó a decir el más mayor mientras veía a Jimin caminar con una enorme sonrisa hacia él. Pero tuvo que interrumpirse cuando el cuerpo de aquella criatura impacto contra el suyo y entrelazó sus brazos alrededor de su cuello atrayéndolo en un cálido abrazo.

-Felicidades Yoon, espero que tu día sea maravilloso como te mereces-murmuró el joven contra su cuello. El cálido aliento del silfo le puso los pelos de punta y no pudo evitar pasar sus propios brazos por la cintura del silfo para devolverle el abrazo. Todo se volvió íntimo a su alrededor cuando Jimin se separó unos centímetros para mirarlo a los ojos con una dulce sonrisa.

-Si tu me vas a felicitar así, que todos los días sean mi cumpleaños entonces-pensó para si mismo. Se sonrojó por aquel pensamiento y por la mirada intensa del joven silfo que se encontraba más cerca que nunca. Pudo contemplar de cerca sus bonitas pestañas coronando el azul de sus ojos y como su naricilla se arrugaba con cualquier gesto que hiciese.

-Gracias-murmuró únicamente. Estaba intentando pensar en otra cosa para reprimir el impulso de su cuerpo de acariciar las mejillas del silfo. Sentía el viento salir de su cuerpo y alborotar todo a su alrededor pero ni siquiera le dio importancia cuando la cálida magia de Jimin lo calmó haciendo desaparecer sus nervios. Quiso robarle unos segundos más al tiempo en aquella posición pero tuvo que separarse cuando aquel silencio empezó a volverse demasiado pesado. Jimin dejó ir el aliento que había contenido mientras los brazos del rey lo apresaban contra su cuerpo.

-Venía a buscarte yo también-comentó el mayor desviando la mirada exageradamente de aquellos ojos que lo estaban torturando.

-¿Que he hecho ahora?-preguntó bromeando el silfo. Yoongi lo miró confundido.

-¿Que? No has hecho nada-aclaró el rey seriamente. Jimin abrió los ojos y dejó salir una pequeña carcajada que resonó levemente contra las paredes del castillo.

-Es broma-comentó risueño. -Venga, cuéntame, ¿Por qué me buscabas?-preguntó el silfo. Vio como el rey titubeaba un segundo y unas mariposas se instalaron en su estómago.

-Verás, en Eria tenemos la tradición de regalar algo a nuestros allegados por el eclipse, es mi cumpleaños hoy, pero mañana todo el mundo tiene un pequeño regalo y no podía dejar que tu fueses menos-explicó Yoongi buscando las palabras para explicarle a Jimin una de las tradiciones más importantes de Eria. Vio al mayor extender su brazo regiamente para caminar juntos y sonrió feliz de poder seguir a su lado un rato más.

-¿Es verdad eso? No sabía nada, Eleanor no me ha contado nada. ¿Por eso me has regalado lo que sea que hay en mi habitación?-preguntó tomando el brazo del rey que seguía extendido para el.

-Ah, no, eso es solo una tontería, tengo algo mejor para ti, el regalo del eclipse tiene que ser digno de un príncipe-aseguró comenzando a caminar con Jimin enganchado de su brazo.

-Yoongi no tienes...-comenzó a decir Jimin con un dulce gesto lleno de agradecimiento. Yoongi suspiró intentando que su magia se calmase y no ser tan evidente con todas las cosas que el muchacho le hacía sentir.

-Si, lo se, no tengo que regalarte nada, pero quiero hacerlo, es solo un pequeño préstamo hasta que vuelvas a tu hogar-aclaró únicamente el rey con un regusto amargo en la garganta.

Jimin sintió cómo algo se removía en su interior. No lo había pensado hasta ese momento, pero después de la guerra, tendría que volver a Orka y cumplir con todos los deberes que había dejado aparcados tras el ataque. La energía recorrió su cuerpo y el canalizador la neutralizó levemente. Se había acostumbrado a aquel castillo y había hecho amigos entrañables que tiraban más de sí mismo que sus propias tierras.

Agitó la cabeza para alejar aquellos pensamientos y siguió caminando junto a Yoongi que parloteaba sin parar, balbuceando nervioso por entregarle el regalo del eclipse.

Cuando llegaron a la puerta de los establos, Jimin se paró en seco y miró a Yoongi con los ojos abiertos por la emoción. El rey siguió caminando y se acercó a una de las pequeñas estancias, acarició el morro de su propio caballo y se volvió hacia Jimin.

-Este es Odín, mi caballo-explicó con una sonrisa. El silfo se acercó hacia el animal que relinchó nervioso, pero en cuanto posó su mano delicadamente en su hocico, este se calmó y agachó la cabeza para ser acariciado. Yoongi contuvo el aliento cuando Jimin acercó su frente a la del animal y susurró algo acariciando delicadamente sus crines.

-Es un animal precioso-admitió Jimin separándose lentamente de él. Vio al mayor mirándolo fijamente como si no creyese todavía lo que acababa de hacer.

-Fue mi regalo de coronación-explicó Yoongi orgulloso. Jimin sonrió y volvió a acariciar al bello animal. -Creo que le gustas-añadió el rey acercándose hacia el caballo.

-Él también me gusta a mí-aseguró el silfo con aquella enorme sonrisa que estaba derritiendo al moreno. Yoongi asintió levemente con conformidad y luego se acercó un par de pasos al joven.

-Ven, tengo que presentarte a alguien-pidió el rey. Esta vez no extendió el brazo, sino la mano, y la entrelazó tiernamente con la del silfo. En las palmas de sus manos, las magias alborotadas se mezclaron y se calmaron la una a la otra.

Caminaron un par de estancias más allá y cuando se pararon, Jimin contempló emocionado e incrédulo lo que había en aquel lugar. Un bonito caballo color canela, con las crines trenzadas, se encontraba allí distraído bebiendo agua en un pequeño abrevadero. Los ojos del silfo se abrieron enormemente. Se giró hacia el mayor y luego volvió a girarse hacia el caballo que había levantado perezosamente la cabeza para mirarlo.

-He pensado que te gustaría salir a pasear con él de vez en cuando y ya que te gustan tanto los animales...-comenzó a decir el joven rey acercándose un poco para observar también al caballo.

-¿Es para mí?-preguntó Jimin volviéndose de nuevo hacia él, e interrumpiendo el monologo de Yoongi. El rey asintió con una sonrisa y el silfo dio un par de saltitos emocionado.

No tuvo tiempo de decir nada más, ya que nuevamente pudo sentir el cuerpo del chico impactar contra el suyo, cálido y firme. Esa vez no titubeo, mientras el silfo le agradecía mil veces aquel maravilloso presente, no dudo en pegarlo a su cuerpo abrazándolo por la cintura y dejando que su poder los envolviese en un aura cálida e íntima. En ese momento descubrió que Jimin era algo más que un habitante de Eria, descubrió que era algo más que su amigo y se dio cuenta de que aquella criatura se había convertido en su lugar seguro. Y lo apretó más fuerte en aquel abrazo para que no se fuese jamás.

Por la noche, Jimin bajó lentamente por las escaleras unos minutos después de que Eleanor abandonase su habitación. La última hora la había dedicado a aplicarse las cremas naturales que la chica preparaba para su uso personal y el poco maquillaje que había conseguido en su estadía en Eria.

Cuando llegó al pasillo que conducía al salón del trono, una de las ventanas le devolvió su propio reflejo y casi no se reconoció. Eleanor le había retirado el pelo de la cara y había colocado nada más un poquito de brillo en sus pómulos y su nariz acompañado por una bonita sombra azul pálido en sus párpados y un ligero color rojizo en sus labios. Sin duda, la diferencia estaba marcada por las pequeñas piedritas brillantes que llevaba en la parte inferior de sus ojos que hacía resaltar aún más su color intenso y extremadamente claro. Sonrió a su reflejo con seguridad y caminó los pocos pasos que le separaban de las enormes puertas marrones que cerraban en ese momento a cal y canto el gran salón.

Saludó a los guardias que custodiaban la entrada y ellos le dedicaron una regia reverencia. Durante unos segundos ninguno se movió y luego uno de ellos reveló su magia lanzando un silenciosos mensaje al viento.

-Su alteza real, Park Jimin, príncipe de Orka-anunció una voz desde dentro del salón. Jimin abrió los ojos sorprendido. Las puertas se abrieron ante él y todo el mundo se volvió para mirarlo mientras dejaba ir su mejor sonrisa y contemplaba como la sala del trono había sido decorada para la ocasión.

Todo el mundo aplaudió a su alrededor y cuando paseó regiamente por el pasillo con aquella sonrisa plantada en su rostro, Yoongi sintió que se le saldría el corazón del pecho por aquella preciosidad que veían sus ojos. LLevaba unas pequeñas cadenitas doradas entre sus mechones rubios y había dejado su frente al descubierto, liberando aquellos impactantes ojos azules intensos que cautivaban a todos a su paso. En su cuello descubierto colgaba aquella luna dorada brillando bajo las cientos de velas que se habían colocado en el salón aquella noche. Repasó su cuerpo que se movía con absoluta gracilidad saludando a todo el mundo a su paso con pequeñas reverencias como si el propio príncipe no fuese él. Llevaba la ropa que le había regalado esa misma mañana, unos pantalones anchos de color azul oscuro con preciosos bordados en espiral recorriendo sus infinitas piernas, combinando totalmente con la blusa del mismo tono y a su vez con la inmensa capa que recorría su espalda y cubría sus mangas.

Yoongi tragó saliva cuando se acercó a él y lo vio flexionar ligeramente su cuerpo para dedicarle una respetuosa reverencia. Todo el mundo se quedó en silencio cuando el propio rey de Eria se levantó ensimismado de su trono y se inclinó también ante aquel príncipe que parecía sacado de sus más profundos anhelos. Y no pudo más que balbucear palabras tontas cuando Jimin le sonrió y él se dio cuenta de como con aquel color, aquellos ojos y aquel porte no parecía un habitante del bosque, sino un rey, un rey digno de su propio reino, digno de Eria. 

Apartó aquellos pensamientos de su cabeza cuando el encargado de anunciar a los invitados volvió a alzar la voz para seguir dando la bienvenida a los que quedaban por llegar. Jimin le sonrió y Yoongi, absorto como estaba, susurró una despedida mientras lo veía marchar hacia Taehyung que lo esperaba junto a Jin.

-No soporto como me mira ese Tanket-se quejó Taehyung cuando Jimin se acercó. El silfo lo miró con ojos perdidos.

-¿Perdona?-preguntó sin saber muy bien de qué hablaba su amigo.

-Que no soporto esas miradas que me dedica, me pone nervioso, es como si quisiese matarme-dijo enfurruñado mientras se cruzaba de brazos y pateaba el suelo desviando la mirada de Jungkook que lo miraba seriamente desde la distancia.

-A besos-canturreó Jin al lado de su hermano. Este le dedicó una mirada furiosa.

-¿Perdona?-volvió a decir Jimin confuso. Taehyung suspiró frustrado y pasó la mano por delante de los ojos de su amigo. Jimin frunció el ceño.

-Tierra llamando a Jimin ¿Te centras por favor?-replicó hacia el silfo que siguió mirándolo con aquella cara de asombro que parecía habérsele quedado cruzada en el rostro. -Ha estado persiguiéndome estos días por el castillo para regodearse en que tenía razón cuando me echó en cara que hubiese ocultado nuestra procedencia al rey. No he parado de pelear con él desde que llegó. Es un niño maleducado. Y se lo he contado a mi hermano porque se supone que como hermano mayor me iba a aconsejar bien, pues no, Jin cree todavía en la tonta idea de que los que se pelean es porque se desean. Parece que no hemos pasado de la adolescencia en esta familia-explicó con un deje de reproche en la voz. Jimin enarcó una ceja y contempló a los dos hermanos retarse con la mirada hasta que el mayor volvió a sonreír condescendiente y dejó caer una de sus manos sobre el hombro de su hermano pequeño.

-Es que le gustas-afirmó Jin con una sonrisa suficiente. Tae abrió los brazos pidiéndole a la diosa Eria que le diese paciencia.

-Que a Jimin le guste el rey y a ti el sanador no significa que inmediatamente me tenga que enamorar yo del Tanket o él de mi-contraatacó gesticulando. Jin abrió los ojos exageradamente y Jimin se volvió hacia su amigo cruzando sus brazos sobre el pecho.

-¿Quieres callarte?-recriminó el silfo. Taehyung frunció el ceño y miró para otro lado ofuscado.

-¡¿Que a Jimin le gusta Yoongi?!-preguntó el mayor alzando la voz. Jimin se lanzó sobre él para callarlo y su hermano abrió los ojos exageradamente. La gente a su alrededor los miraba extrañados por la escena pero nadie pareció enterarse del motivo por el cual aquellos tres jóvenes parecían tan alborotados.

-Mira de verdad, no se puede tener un secreto contigo, Kim Taehyung-replicó Jimin con molestia. Le lanzó una mirada de reproche a su amigo y luego se giró despacio hacia Jin que lo miraba confuso.

-Eh, que yo no he gritado-se quejó el más joven. Su hermano apretó los labios y se volvió hacia Jimin otra vez.

-¿No querías contármelo? Pensaba que éramos amigos-dramatizó el tritón poniendo cara de pena. Jimin negó con la cabeza y dejó salir un suspiro frustrado.

-Por favor Jin, no me seas dramático, te lo hubiese contado, pero es que no pasa nada entre él y yo, solo son tonterias-intentó aclarar el silfo. Taehyung a su lado avanzó un par de pasos y cerró más el círculo para hablar entre ellos.

-Bueno, como si no hubiésemos estado presentes hace diez minutos-replicó el hermano menor llamando la atención de Jimin. El mayor del grupo asintió levemente y el rubio negó a la vez.

-¿A qué te refieres?-preguntó el silfo sin entender a qué se refería su amigo.

-¿A que casi os coméis ahí delante de todos? ¿A que no te quita los ojos de encima?-Respondió Tae irónicamente. Jimin puso cara de circunstancia y negó rápidamente con la cabeza haciendo repicar las cadenitas que llevaba enganchadas en el pelo.

-Que tonterías dices-murmuró con timidez. Sintió su corazón dar un vuelco recordando lo que había sentido cuando había entrado en la sala llena de gente.  Si, él también había sentido aquella tirantez al verlo, aquel deseo...aquel sopor llenando el aire y el mundo desapareciendo a su alrededor.

-¡Por favor! ¡Te ha hecho una reverencia! Ha pasado de los altos cargos de todas y cada una de las provincias de Eria y cuando llegas tu, no solo se queda petrificado que también te hace una reverencia-reprochó el tritón intentando no alzar la voz para que nadie le escuchase.

-Eso es verdad-reiteró Seokjin dándole la razón a su hermano que sonrió satisfecho.

-Solo es correcto, tenemos un pacto importante entre manos, somos socios-explicó el silfo con calma.

-El rey quiere ser algo más que tu socio-aseguró Jin enderezando su postura. Su hermano asintió y Jimin bufó frustrado.

-Te crees que a él le importaría ser algo más que su socio-comentó únicamente el tritón más joven.

Jimin negó levemente con la cabeza y cuando se volvió para mirar de reojo a Yoongi, sus miradas colisionaron en medio de aquella sala repleta de gente. Y otra vez el viento y la energía colapsaron el lugar. Los dos retiraron la mirada, avergonzados por aquella situación delante de tanta gente y volvieron a sus respectivas conversaciones.

-Te lo dije-canturreó Taehyung ganándose un codazo de su amigo que se encaminó a saludar a Hobi y Namjoon que charlaban tranquilamente un poco más allá de ellos. Su amigo rió por lo bajo junto a su hermano mientras se daban la vuelta para seguirlo.

Cuando el servicio anunció que la cena estaba lista, Yoongi, que ya había recibido a todos los invitados a la recepción, se levantó de su trono para dejar a medias la aburrida conversación que mantenía con uno de los Tankets que habían asistido.

Caminó acompañado de los mismos invitados hacia el comedor donde los platos comenzaban a ser servidos y se despidió de sus acompañantes para ir a dirigirse a su lugar. Su estómago dio un vuelco al darse cuenta de que los asientos estaban repartidos de la misma manera en la que se sentaban siempre, así que desvió levemente la mirada para ver a Jimin tomar asiento al lado de su silla presidencial mientras sonreía con aquella sonrisa preciosa a algo que Namjoon le estaba contando.

Avanzó entre la gente guiado por aquella imagen casi idílica y se colocó al lado de su amigo que lo saludó amistosamente. Yoongi lo saludó de igual manera y cuando todo el mundo comenzó a estar organizado, ellos procedieron a tomar asiento.

-Que disfrutéis de la cena-dijo el rey únicamente alzando su copa hacia arriba para brindar ficticiamente con los invitados. Estos imitaron su gesto y luego la sala se volvió un auténtico alboroto de gente charlando, risa y felicidad.

Jimin se giró ligeramente hacia el rey con una pequeña sonrisa y la copa llena de vino elevada en su mano. Cuando Yoongi lo miró, instintivamente chocaron sus copas y bebieron en honor del propio rey.

-Estás increíble esta noche, criatura-susurró Yoongi en voz baja sin saber qué más decir. Sus codos se rozaron al dejar sus respectivas copas en la mesa y Jimin elevó la mirada hacia él. "Que salten chispas" recordó.

-Gracias, has hecho una buena elección-aseguró el silfo con su sonrisa más dulce. El rey asintió orgulloso.

-Gracias a ti por aceptar el regalo-volvió a decir de la misma manera. Se miraron un segundo a los ojos y Jimin sintió que el mundo a su alrededor desaparecía perdido en aquella sonrisa

-Tu también estás muy guapo, aunque eso no es nada nuevo-murmuró coquetamente el silfo intentando evitar que una sonrisilla tonta escapase de sus labios.

-Mi traje de gala, ya sabes...-titubeó el mayor apartando la mirada. Jimin dejó ir una pequeña risilla por el color rosáceo que comenzaba a teñir las mejillas de Yoongi.

-El azul es tu color, sin ninguna duda-reiteró el silfo. Lo vio levantar la vista hacia su rostro y ambos se contemplaron en silencio repasando los rasgos ajenos con interés. Jimin tragó saliva ante aquella profunda mirada que lo estaba analizando y sonrió coqueto preguntándose qué estaba haciendo. Se sorprendió a sí mismo cuando su cabeza contestó. Estaba tonteando con Yoongi y el rey le estaba devolviendo ese tonteo.

-Es el color de Eria-respondió Yoongi interrumpiendo aquel silencio con una pequeña sonrisa orgullosa.

-El color de su rey-sentenció Jimin elevando la mirada en un gesto que hizo a Yoongi temblar con ese deseo incontrolable que llevaba sintiendo toda la noche. Dio gracias a la diosa Eria por estar sentado porque sino se hubiese dado de bruces contra el suelo.

Durante toda la cena, Yoongi y Jimin fueron un ir y venir de conversaciones triviales, sonrisas y miradas que dejaban sentir aquella tensión demasiado cálida entre ellos. Acabada la cena todo el mundo volvió a dirigirse hacia la sala del trono y Jimin se puso demasiado nervioso mientras veía a los invitados desfilar por el lugar y entregar sus enormes presentes al rey de Eria. Durante largo rato vio a los altos cargos de las provincias entregar elegantes ropas, manjares típicos de las tierras de Eria, incluso vio a las sirenas obsequiarle preciosas joyas con las mejores perlas del océano. Cuando llegó su turno, un ligero temblor se instaló en sus manos. Miró de reojo a Eleanor que se había colocado a su lado y juntos caminaron como iguales por el pasillo entre los invitados hacia el trono del rey, que los contempló con rostro serio.

Cuando llegaron a su encuentro el hada se quedó detrás de su príncipe y Jimin se inclinó con delicadeza ante Yoongi que siguió embelesado el movimiento regio y delicado de su cuerpo.

-Majestad, presento mi regalo en representación de mi familia-proclamó Jimin educadamente metiéndose en su papel de príncipe de Orka. Eleanor dio un paso y con una mágica reverencia hacia Yoongi presentó el regalo proveniente del bosque. Una bolsita de tamaño medio apareció entre sus manos. -Es una pequeña muestra de lo que ya se encuentra en las despensas médicas del castillo. Son hierbas medicinales del bosque de Orka que vuestros médicos y sanadores pueden utilizar para curar a los heridos y los enfermos-explicó el joven con voz solemne. Yoongi fue a agradecerle el presente, pero Jimin lo fulminó con aquellos ojos azules y volvió a dejarse caer sobre el brillante trono a merced de aquel silfo.

-Por otra parte, esto es de mi parte, por la amistad que nos une y en nuevo agradecimiento por tu hospitalidad-explicó acercándose un poco más hacia el joven rey. Yoongi lo miró desde su posición y Jimin le dedicó una pequeña sonrisa mientras le pasaba un pequeño paquete envuelto en tela plateada que había sacado de su bolsillo. Todo el mundo desapareció a su alrededor mientras Yoongi desenvolvía con calma el regalo. Cuando quitó la última capa, Yoongi sostuvo sobre la palma de su mano un brazalete plateado con una esfera central que contenía algo extraño en su interior.

-Como puedes ver, la correa está realizada en plata de las mejores canteras de Eria- comenzó a decir el silfo. -La pequeña esfera, la cápsula central contiene algo que nadie más puede tener. Algo que únicamente yo he querido compartir contigo. Es mi magia. Te entrego una pequeña parte de mi magia, para que mientras la lleves contigo, nunca sufras ningún daño-terminó de decir. Yoongi lo miró a los ojos y el mundo ardió a su alrededor por aquella mirada. Ambos jadearon inconscientemente cuando la magia del silfo en aquella cápsula hizo contacto con los alterados poderes de Yoongi que amenazaban con desatar un huracán en aquella misma sala.

-Jimin...tesoro, esto es demasiado...-murmuró el rey sin dar crédito a lo que estaba escuchando. -No puedo aceptarlo-añadió adelantando la mano con la bonita joya. Jimin lo miró confuso y negó enérgicamente con la cabeza.

-Claro que si, te la estoy dando yo y no puedes rechazar un regalo-sentenció el joven silfo apresando con su mano la del rey para cerrarla en un puño y mantener la joya dentro. Ambos se miraron profundamente y Yoongi pudo escuchar en su cabeza la voz de Hobi viajando a través del viento y advirtiéndole de que todo el mundo estaba mirándoles, así que lentamente se separó del joven y sonrió.

-Esto es el mayor acto de generosidad que nunca nadie ha tenido conmigo, gracias-dijo Yoongi con solemnidad. -Hablamos luego ¿vale?-prometió. Jimin le devolvió la sonrisa y asintió apartándose para seguir dejando a los demás que presentasen sus regalos ante el rey. Yoongi sintió que todo lo que le habían traído eran grandes regalos, dignos de un rey, pero ninguno era tan grande como la pequeña joya que palpitaba en la palma de su mano con la magia de aquel precioso silfo que no paraba de sonreír mientras conversaba animadamente con todo el mundo.

Jimin brillaba con luz propia, podía ser por aquella elegante ropa y sus bordados plateados, por la luz de las múltiples velas o por la magia que destilaba esa noche pero Yoongi se sentía hipnotizado por él. Lo había mirado hasta casi desgastarlo durante la cena y ahora volvía a no poder apartar la vista de él mientras reía con Hobi de algo que Eleanor estaba contando.

-¿Majestad?-inquirió una voz a su lado. Parpadeó un par de veces y llevó su mirada avergonzada al señor Song, su guardia más veterano y de confianza. El hombre lo miró y comprendió que no había hecho ni caso de lo que estaba pasando a su alrededor al menos en los últimos minutos.

-Señor, todo el mundo ha obsequiado ya sus presentes, es hora de que deis el discurso de agradecimiento para que pueda proseguir la fiesta-informó el mayor. El joven rey solo asintió y se levantó de su trono, dejando caer la gruesa capa de Eria a su espalda.

-Queridos habitantes de Eria, me gustaría daros las gracias a todos por asistir a esta pequeña reunión anual en honor a mi nacimiento y agradeceros también todos vuestros presentes, sobre todo con los tiempos oscuros que amenazan nuestro reino. Quiero lanzaros un mensaje de esperanza para aseguraros que saldremos de esta situación cueste lo que cueste y dejaros claro que protegeré a Eria contra todo lo que venga, sin distinción de ningún tipo hacia todos sus habitantes-dijo solemnemente. Rápidamente sus ojos viajaron por toda la sala y conectaron con los azules claros de Jimin que lo miraban fijamente acompañados de una dulce sonrisa. Alzó su copa en la mano derecha y con la otra apretó el brazalete que el silfo le había obsequiado.

 -Gracias por venir-terminó de decir. Jimin sintió un calorcillo extraño abrirse paso en su pecho como si aquellas palabras hubiesen sido solo para el.

A su alrededor, todo el mundo alzó sus copas al cielo y el señor Song se adelantó un par de pasos para brindar por el homenajeado.

-¡Larga vida al rey!-dijo alzando la voz para que todo el mundo pudiese escucharle.

-¡Larga vida al rey!-coreó la multitud. Seguido todo el mundo bebió en su honor y con un gesto de su mano, el rey ordenó a los músicos que comenzasen a tocar y diese comienzo la fiesta.

Yoongi se dejó caer derrotado en el trono para descansar unos segundos mientras los hombres y mujeres de todo Eria comenzaban la formación para el primer baile. No pudo evitar gruñir un poco por lo bajo cuando vio a Namjoon haciendo girar a Jimin entre sus brazos en las primeras notas de la primera melodía. Hobi se acercó a él.

-Tus padres estarían muy orgullosos, amigo-aseguró el joven chocando ligeramente su copa contra la de su rey.

-Gracias Hobi, intento hacerlos sentir así-aseguró Yoongi sonriendo delicadamente a su amigo sin retirar la mirada de donde la tenía. Pudo contemplar como en uno de los giros del baile Jimin apoyaba ligeramente la cabeza en el pecho del sanador que acarició su pelo con ternura y sonrió.

-Eh-llamó Hobi a su lado. Yoongi le miró confundido y su amigo pellizcó su brazo. -Te decía si me prestarás ese libro sobre fuego Tanket que te han regalado-volvió a repetir el guardia.

-Si, si, puedes cogerlo cuando quieras-balbuceó Yoongi. Hobi enarcó una ceja a su lado y lo miró con los ojos entrecerrados.

-Estás distraido, ¿te pasa algo? No has parado de mirar a Namjoon y Jimin desde que ha comenzado la música-inquirió ofuscado. Yoongi negó con la cabeza y por fin apartó la vista de donde la había tenido toda la noche.

-Tranquilo, no pasa nada, es solo que necesito hablar con Jimin un momento-excusó el rey sin apenas mirar a su amigo. Este frunció el ceño y una ráfaga de preguntas silenciosas sin respuesta azotó su mente.

-Pues invitalo a bailar-comentó Hobi intentando comprobar cómo reaccionaba su amigo. Lo vio abrir los ojos y aguantar el aire en los pulmones.

-¿Que? Está bailando con Namjoon-murmuró como si su amigo no estuviese viendo lo mismo que él. Hobi rodó los ojos.

-Solo porque ninguno de los dos se atreve a bailar con quien realmente quiere-volvió a decir lentamente. El rey lo miró con los ojos muy abiertos apartando por fin la vista de los dos chicos que bailaban ajenos a su intensa mirada.

-¿Qué insinúas?-preguntó Yoongi confuso. Hobi meneó la cabeza apartando el pelo que le molestaba en los ojos.

-¿Yo? Nada en absoluto-aseguró su amigo. Se irguió en su altura y sonrió. -Que te diviertas-dijo a modo de despedida. Yoongi lo vio marchar y mientras se perdía entre la multitud, él volvió a mirar a Jimin riendo mientras giraba de la mano de su amigo.

Dejó salir un suspiro y apretó los labios frustrado y confuso por todos aquellos sentimientos que surgían sin control en su interior. Esa atracción tan fuerte, esas ganas de levantarse, agarrar al silfo y llevárselo lejos donde nadie pudiese molestarlos. Se sintió estúpido por aquellos pensamientos.

Yoongi levantó la mirada buscando a Hobi entre la gente. Cuando encontró al joven este charlaba animadamente con Eleanor que sonreía cohibida. Negó un segundo con la cabeza y se levantó de su trono despacio. La música cesó en ese momento y un escalofrío le recorrió la espalda mientras todo el mundo aplaudía y se giraba hacia él dejándole paso. Las mujeres atusaban sus vestidos y sus cabellos con sonrisas coquetas y algunos hombres le dedicaban voraces sonrisas para lograr que se fijase en ellos. Yoongi, correcto y diligente en su papel de rey de Eria, únicamente se dedicó a caminar entre la multitud, dedicando pequeñas sonrisas amables y correspondiendo sus pomposas reverencias con leves inclinaciones.

Jimin lo vio avanzar lentamente y sonrió con dulzura cuando sus miradas se encontraron.

-Se le ve incómodo-dijo simplemente para que Namjoon le escuchase. El sanador sonrió y asintió.

-No lleva muy bien las muchedumbres-aseguró este. Jimin volvió a sonreír enternecido por el enorme esfuerzo que hacía Yoongi por su pueblo.

Cuando llegó a su lado, Namjoon y Jimin realizaron una bonita reverencia a la vez y Yoongi,  presa de sus inseguridades volvió a sentir que sobraba allí entre aquellos dos y todo lo que desprendían.

-Pídeselo-escuchó decir a la voz de Hobi en su oído. Lo buscó por la sala y lo encontró mirándolos fijamente detrás del silfo. Le dedicó una mirada exasperada y luego se pasó la mano por el cuello con nerviosismo buscando las palabras adecuadas.

-Nam, ¿me permites? Me gustaría bailar con Jimin-dijo titubeante mirando a su amigo. El aludido sonrió sorprendido pero asintió de inmediato. -Si te apetece a ti, claro-añadió con dulzura mirando al silfo para pedirle permiso.

-Estaré encantado-aseguró Jimin firmemente. Una sonrisa tonta se extendió por el rostro del rey y el propio silfo se contagió de aquel gesto. No intentó disimular en ningún momento el entusiasmo de lo que sin saberlo, había estado esperando toda la noche.

-Nam-llamó el silfo mientras entrelazaba su brazo con el del rey. Este se volvió levemente. -Parece que Jinnie está un poco solo-comentó el joven únicamente con una pequeña sonrisa. Namjoon lo miró seriamente y luego se marchó. Yoongi y Jimin caminaron entre la multitud que los miraban absortos.

-Todo el mundo nos está mirando-murmuró el mayor acercándose para hablarle al oído. El silfo miró ligeramente hacia todos los lados y una sonrisilla interna se le escapó a ver las miradas celosas de algunos invitados y la sorpresa en los rostros de todos aquellos que no sabían de su estancia en el castillo de Eria.

-Bueno pues que miren, pensaba que no me lo ibas a pedir nunca, así que no puedo desperdiciar esta oportunidad-comentó Jimin centrando su mirada en Yoongi. Este hizo lo mismo y se centró en su acompañante.

-Es que estabas bailando con Nam y no quería molestar-argumentó el joven rey mientras caminaba entre la gente.

-Tu nunca molestas-sentenció Jimin con una enorme sonrisa. El color rosáceo de las mejillas de Yoongi se volvió más intenso cuando el joven dejó un pequeño beso en su mejilla y el murmullo de los habitantes de Eria a su alrededor se hizo más intenso.

Se encaminaron hacia el centro donde una nueva fila de hombres y mujeres, con sus respectivas parejas de baile, se habían organizado ya. Jimin se colocó en su lugar y Yoongi justo enfrente. Los primeros acordes de la música comenzaron a sonar y el joven recorrió la distancia en pequeños y rítmicos pasos hacia el rey que elevó su mano y junto sus palmas dejándolas a escasos centímetros. Giraron en un perfecto compás al igual que el resto de los bailarines y el mayor abrió los brazos para recibir al silfo que se acomodó entre ellos para comenzar con el dulce vaivén que marcaba la canción. Yoongi no pudo evitar deslizar los brazos alrededor de la delicada cintura del silfo que fijó su vista en la del rey y sonrió de tal manera que la estancia se iluminó nuevamente.

Durante largos minutos Yoongi no pudo retirar la mirada de aquel rostro perfecto que le hacía suspirar como a un tonto. Contempló aquellos ojos profundos como el mar en calma que estaban clavados en los suyos, aquella preciosa naricilla brillando como un destello de luna bajo la fina capa de maquillaje, sus mejillas sonrosadas. Y finalmente sin poder evitarlo, su mirada se posó en su boca, aquella boca de labios carnosos, brillando bajo las velas y pidiendo a gritos ser besados y devorados hasta perder el control, hasta que el delicado labial aplicado desapareciese y el rojo natural asomase.

El rey de Eria se asustó de sus propios pensamientos y agitó la cabeza para alejarlos. De pronto todo paró, se quedó estático en su sitio y Jimin lo miró con los ojos entrecerrados preocupado.

-¿Estás bien?-murmuró analizando el rostro del mayor que se había crispado de repente. Este lo miró y luchó contra su cuerpo y su cerebro para poder decir algo coherente y dejar de balbucear.

-Perdóname-murmuró soltando su cintura y alejándose un par de pasos. Miró los ojos del silfo una vez más, que le devolvía la mirada con confusión y luego salió corriendo entre la gente.

Jimin agarró su túnica y salió corriendo detrás mientras todo el mundo los observaba marcharse en medio de aquel baile. 

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¡¡Hola a todos!! 

Bueno, ya estamos aquí con un nuevo capítulo. Y qué capítulo amiguis. 

Me vais a permitir dedicarle este capitulo, aunque no lo vaya a ver, a mi rey de Eria, a Yoongi, a mi gatito hermoso. Que cumple años en Eria y que cumple años en la vida real. Así que gatito, muchisimas felicidades en tu día y que cumplamos muchos más a tu lado. (Si lo llego a planear, no me sale que cumplan los dos el mismo día)

Bueno, como es el cumpleaños de Yoongi seré buena y os daré una pista. El próximo capítulo continúa justo donde lo hemos dejado hoy  y tengo una ganas tremendas de que lo leais. 

Ahora sí, os voy a dejar por aqui la imagen de la invitación de cumpleaños que se mandó desde el reino de Eria a las más prestigiosas celebridades del reino para la asistencia a su cumpleaños y ya me voy a despedir. Espero que os esté gustando y espero que os haya gustado este capitulo. Cada vez estamos más cerca de lo que todos queremos. 

Nos leemos en el siguiente :) 

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