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Capítulo 2

Lo despertó Oliver cuando ya había anochecido. 

El examen de compatibilidad había terminado y ya solo quedaban los elegidos de cada categoría, dos alquimistas y Rosemary, junto a un guardia real.

-Tenéis hasta mañana en la mañana para despediros de vuestras familias y recoger vuestras cosas. Nos reuniremos aquí al alba-. Anunció uno de los alquimistas, entregando un sobre lacrado a cada uno de los futuros alquimistas.

-Yo no tengo cosas que recoger-. Comentó Ethan.

-Tú vienes conmigo-. Interrumpió Rosemary-. Mi padre quiere hablar contigo.

Se subió al lujoso carruaje pese a las reticencias del guardia. Ethan nunca se había sentado sobre un asiento tapizado y la suavidad de la tela lo dejó fascinado. Se quedó todo el camino acariciándolo.

- ¿Tienes hambre?

-Siempre tengo hambre ¿Es rica la comida en el palacio?

-Es deliciosa-. Sonrió la pelirroja con cierto orgullo. El palacio no quedaba muy lejos de la plaza, el carruaje era una mera medida de seguridad.

Al llegar llevaron al chico al baño y le dieron ropa nueva, cuando se sentó a la mesa para comer parecía un miembro más de la familia. El rey estaba sentado a la cabecera, junto a su esposa y su hija, Rosemary. Ethan se sentaba junto a ella y, en la cabecera contraria estaba el hermano de la reina y sus tres hijos. Salvo por Rosmary y su padre ninguno de los otros comensales parecía contento de que Ethan estuviera allí. 

Fue una comida incómoda pero al chico no le importó el ambiente y comió todo lo que pudo, satisfecho como nunca lo había estado.

El rey le pidió que lo acompañara al terminar.

- ¿Sabes leer?- Preguntó mientras caminaban por el largo pasillo.

-Sé muchas cosas. La abuelita Grace me enseñó.

- ¿Qué te enseñó?

Se tomó un momento para pensarlo. 

-Un poco de medicina, matemáticas, ciencias, astronomía, algo de alquimia, leer y escribir. 

El hombre señaló un tapiz en el que había dos runas entrelazadas, bordadas con hilo de oro.

- ¿Las reconoces? 

-Son runas de protección y suerte. Pero no las que se usan ahora. Son antiguas. 

El hombre sonrió con una mirada de aprobación.

-Te irá bien siendo alquimista.

Se despidió después de hablar un rato con el menor y conocer más de su vida, aún tenía cosas que terminar.

-Yo también voy a ir a la academia.

Ethan se giró hacia Rosemary.

-Saqué un ocho en el examen de compatibilidad pero creo que tú me superas por mucho.

El chico se encogió de hombros 

- ¿Quieres recorrer el castillo? Te lo enseñaré.

El castillo estaba lleno de tapices y toda clase de decoraciones. Era realmente ostentoso y mareaba a Ethan.

-Hay muchísimas salas que no se usan e incluso algunos pasadizos secretos y habitaciones ocultas-. Iba diciendo Rosemary.

- ¿Quiénes son?- Ethan miró un cuadro con curiosidad. En él posaba el rey junto a dos mujeres, una de ellas le resultaba muy familiar a Ethan.

-Esta es mi tía-. Señaló a la mujer de cabello castaño y ojos dorados, tenía la piel pálida y estaba muy delgada-. Está enferma desde que nació y casi nunca sale, se llama Cecile. La otra mujer es la primera esposa del rey.

- ¿La primera esposa? ¿No es esa tu madre? 

-No, claro que no. La primera esposa del rey fue Cassandra de Arquem. La duquesa de Arquem. Era una amiga de la infancia de Cecile y estaba embarazada cuando se volvió loca y huyó. Nadie supo jamás nada de ella. Mi madre se niega a que la gente hable de ello. 

Algo lo despertó en mitad de la noche pero no supo qué era: no tenía frío, la temperatura de esa habitación era perfecta, la cama se sentía como dormir en una nube y el pijama de franela, maravilloso. Ethan se sentó en la semipenumbra, antes de acostarse había visto en la cómoda tres velas encendidas, solo una resistía. 

Volvió a oír lo que lo había despertado, parecía un sollozo.

Se levantó y caminó alrededor de la habitación. El ruido venía de una pared que estaba totalmente decorada con un tapiz amarillo, con escenas de caza,un ciervo huía de tres cazadores a caballo y dos perros con las fauces abierta. Apartó el tapiz y abrió la puerta que había detrás, había un largo corredor de piedra con pequeñas rendijas por las que entraba la luz de la luna y las estrellas. Empezó a recorrerlo, siguiendo el ruido. Alzó ambas cejas al ver unas escaleras de caracol.

“¿Qué les pasa? ¿Por qué están tan retorcidas? Es la primera vez que veo unas escaleras no rectas.”

La miró un buen rato antes de decidirse a poner los pies en el primer escalón. 

No pasó nada.

Subió lentamente, con las manos en los escalones superiores, temiendo que de pronto se moviera o que él mismo perdiera el equilibrio.

El piso superior era igual, un largo pasillo con algunas puertas a un lado y pequeñas rendijas al otro. Caminó hasta la puerta en la que oía los sollozos y petó.

- ¿Quién anda ahí?- Habló una voz femenina al otro lado.

Abrió la puerta y se asomó. La habitación estaba decorada con colores pastel y muebles blancos. Una mujer muy delgada lo miraba sentada en la cama. Las velas iluminaban la estancia y hacían brillar los ojos ambarinos de la mujer.

-Me has despertado. Estabas llorando.

-Yo no lloraba, como no te vayas llamaré a los guardias-. Tenía el porte erguido de la realeza pese a su aspecto enfermizo y su cabello castaño estaba recogido en una trenza. Al mirarlo se quedó unos instantes en silencio-. Acércate ¿Cuál es tu nombre?

-Ethan-. Se puso junto a ella.

-Ethan-. Repitió ella-. Oh, por Althun…- Se mordió el labio- ¿Tienes… tienes familia?

-Una madre. Es prostituta-. Empezaba a sentirse incómodo.

- ¿Sabes su nombre?

-Creo que Cass.

La mujer sonrió y lo abrazó haciendo que se tensara. Se apartó y se fue con rapidez. Cerró la puerta de su habitación provisional de un golpe, estremeciéndose. Se abrazó, metiéndose bajo las mantas. Su cuerpo se estremecía como si le hubieran echado encima un cubo de hielo. Odiaba que lo tocaran, siempre se sentía igual.

Cerró los ojos con fuerza e intentó dormirse de nuevo, pero ya no pudo.

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