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33. Es más basta que un collar de melones

Byron

Tiene que estar de broma. En serio, Allan se ha vuelto loco y no ha aceptado la proposición de Viky sobre Amber. No, ni de coña. No puede haber hecho eso.

— Escúchame, By, es la mejor forma de hacer que Amber no sospeche nada y seguir manteniéndola a salvo. Si supuestamente pasó la prueba, Paulo se preguntará que por qué no está haciendo algo para colaborar — vuelve a explicarme, pero yo sigo en mis trece.

— No. Tiene que haber otra forma de que parezca que está dentro. Hay mil tareas que puede desempeñar para que resulte creíble y, aún así, que siga ajena a todo.

— ¿Ah, sí? ¿Cómo cual? — me reta, sabiendo que ninguna puede ser tan buena e inofensiva como esta. Se quita la camiseta sudada que utiliza para el entrenamiento y la tira al banquillo del vestuario. — ¿Qué tal si le decimos de ir a las carreras? — ofrece con sarcasmo.  —  Claro, eso sería cojonudo, ¿verdad? Que corriese en las carreras para que el barrio siga siendo nuestro, libre de los Kings of blood y de todos los demás. O, mejor aún, las peleas. Sí, eso es. Le diremos que tiene que romperse los dientes con otro tío para ganar pasta y recaudar fondos para convencer a esos críos de que podemos ayudarlos económicamente sin que se metan en esa banda. Estoy seguro de que...

— Ya basta — ladro.

Lo miro con dureza, verdaderamente cabreado porque utilice ese tono tan sarcástico conmigo. No hace falta que me trate como a un idiota. Sé de sobra que la opción de las carreras o las peleas no son viables. Tampoco la de que asista a las reuniones con los niños y que les hable sobre nosotros y las oportunidades que les ofrecemos para no acabar metidos en bandas callejeras. Más que nada, porque Amber no sería capaz de soportar ver a esos críos y seguir entera. Y, además, primero tendríamos que explicarle a ella la ironía de que nosotros pertenezcamos a una banda. Diferente, sí, porque lo que hacemos es recaudar fondos para darles un futuro lejos de las calles y las malas decisiones. Pero una banda al fin y al cabo.

Allan cierra los ojos y suspira mientras se revuelve el pelo. Está sudado por el entrenamiento, así que se lo deja tieso sin proponérselo.

— Es difícil, lo sé — empieza a decir, y yo me limito a quitarme la ropa para meterme en la ducha lo antes posible.

Sé lo que va ha decirme, y no me apetece volver a escucharlo. Paso por su lado y lanzo mi ropa encima de la mochila. El cabrón me sigue hasta la ducha, se cuela en la de al lado, y sigue hablando. Abro el grifo hasta el tope, pero el ruido de la cascada no amortigua su voz en lo más mínimo.

— Giselle tiene tan enamorado a Paulo que ha conseguido hacerle creer que Amber pasó algún tipo de prueba, pero Paulo no es tonto, lo sabes. Si dejamos que Amber de implique un poquito en esto... — hace un mohín de claro pesar. — Quizá pueda colar un tiempo más. Aunque tarde o temprano descubrirá la verdad. Y ella también, claro.

Por eso no quería volver a escucharlo. Porque sé que tiene razón. Pero, joder, con todo el empeño que he puesto en que mi morenita no acabe metida en esto, y, a la vez, estuviese a salvo... Me jode darme cuenta de que es imposible.

¿Por qué coño tuvo que venir a Los Ángeles? ¿Por qué coño tuvo Allan que meter baza para que Nelson la llevase al puto Roko's?

— Todo esto es por tu culpa — lo acuso, conteniendo mi rabia. Espachurro el bote de gel en mi mano y un chorro inmenso cae sobre mi otra mano. Me muerdo los carrillos, impotente, mientras me froto el cuerpo como si me estuviese castigando a mí mismo.

Allan alza las cejas y me mira como si no diese crédito de lo que acabo de decir.

— ¿Mi culpa? — se señala a sí mismo. Como ve que no respondo ni lo miro, opta por atacar. Gruñe. — No es solo mi prima, Byron, es como mi hermana pequeña y mi única familia además de mi madre y mi tía. Si he permitido que hasta ahora tuvieses más voz que yo en este asunto, es porque sé que la quieres tanto como yo. — Lo sé, y agradezco que me haya permitido hacerlo. — Pero no pienso arriesgarme a perderla o que le pase algo. Si tiene que ponerse a dar besos a cuatro subnormales, que lo haga. Créeme, me hace tan poca gracia como a ti. Pero prefiero verla haciendo eso y que Paulo asegure su protección porque piensa que colabora, que mantenerla al margen y terminar viendo cómo acaba convirtiéndose en la diana de alguno de esos cabrones. ¿Crees que no nos vigilan? ¿Qué no saben quién es ella ni la han seguido alguna vez?

Me muerdo tan fuerte los carrillos que mi boca sabe a hierro. Me jode admitirlo, claro que me jode. Pero sé que tiene toda la puta razón del mundo.

Me quedo callado, absorbiendo lo mejor que puedo la idea de tener que ver cómo mi morenita comparte sus labios con otro, y maldiciéndome a mí mismo por ser justamente ese el pensamiento que más me molesta. Casi prefiero decirle la verdad.

Contarle que gracias a la puta adicción de mi padre al juego, terminó debiéndole dinero a una banda. Que sus deudas y las amenazas le frustraron tanto, que terminó desahogandose violentamente conmigo y con mi madre. Y, que cuando ya me cansé y me vi suficiente fuerte como para encararlo, le di una paliza y lo mandé a la cárcel.

Pero no puedo. No puedo contarle eso, ver como su corazón se hablanda por la lastima, y después soportar el rencor que le seguirá a la siguiente verdad que le cuente. ¿Cómo iba a decírselo? "Hey, morenita, ¿recuerdas que te conté que envié a mi padre a la cárcel por maltratador? Ya, pues resulta que la deuda seguía ahí, y que, gracias a eso, la banda que perseguía a mi padre, ahora me persigue a mí, a tu primo, a Jay... A toda la gente que conoces y quieres en general. Paulo es el jefe de una banda, diferente a las demás, sí, pero una banda en la que estamos todos metidos y en la que tenemos que colaborar para recaudar fondos y ayudar a otros para alejarlos de la delincuencia. Por cierto, estás dentro sin saberlo."

Claro, si le cuento eso, seguro que sigue queriendo tenerme cerca. Estoy convencido de que no me odiará ni querrá alejarse de mí tanto como le sea posible. Que no me culpará de arruinar la vida de todos a quienes quiere, ni verá el lado bueno a que tuviésemos que refugiarnos en una banda, que aunque irónicamente fue formada para luchar hasta erradicar otras bandas, sigue siendo una banda.

Claro... No se nota la ironía. Nah, que va.

— Byron — suspira Allan. — Piensa que es por su bien. No es tan malo al fin y al cabo. Yo soporto que Dana lo haga, y ya es decir — intenta sonreír, pero no le sale.

No me extraña. Allan es tan celoso que sé que estas fechas no son nada fáciles para él. Lo único que consigue hacer que no se cargue a toda la población masculina del campus, es aferrarse a la idea de que, si Dana cambia esos dichosos besos inofensivos por dinero, colabora con la banda, con la causa, y eso la mantiene a salvo.

¿Es ha eso a lo que debo aferrarme yo? Porque, joder, no entiendo cómo puede parecerme algo de simple supervivencia para Dana y Allan, y no para mí y Amber.

— ¿Cómo lo haces? — me descubro preguntando. Sí, me descubro. La verdad es que no sé en qué momento he aceptado soportar pasar esa mierda. Pero está claro que si le estoy preguntando cómo sobrellevarlo... He aceptado.

Allan suelta una carcajada hueca. Señal de que no sabe muy bien cómo hacerlo.

— La verdad es que no lo hago, By. Me jode muchísimo verlo, como también me jode darle besos a esas grupis de las narices. — escupe el jabón que se le ha metido en la boca y se frota la cara bajo el agua. — Supongo que me aferro a la idea de que sólo es esa noche, y que el resto de días es mía — se encoge de hombros.

— Ya, que fácil es decirte eso a ti mismo. Lleva siendo tuya toda la puta vida — mascullo para mí.

Allan se ríe, advirtiéndome de que me ha oído.

— Eres tan bobo como ella, Cox. — cierro el grifo de la ducha y lo miro sin comprender. — Te quiere, siempre lo ha hecho. — apunta. — Deberíais hablar y hacer esa falsa relación una realidad. En serio, no sé qué clase de trato raro es ese, pero siempre es mejor ir con la verdad por delante.

Salgo de la ducha y alzo una ceja escéptica en su dirección. No puede ser tan hipócrita.

— No me mires así. A mí hubiera encantado decir que sé que lo vuestro es mentira. — me envuelvo la cintura con una toalla y Allan me hace un gesto de mano para que le pase una. — Solo me metí en el papel que me pediste.

— Y tanto que te metiste — la voz de Jay nos sobresalta ambos.

— ¿Qué hay, tío? — lo saludo. La verdad es que se me hace raro verlo por aquí tan tarde. Normalmente, sale escopeteado del entrenamiento para aterrizar en los brazos de Vicky. No me cae bien esa petarda, pero a él lo tiene loquito.

— Hey. — Me da una palmadita en la espalda y después me pasa un brazo por los hombros. — ¿Te ha contado ya Allan que hasta fingió escandalizarse? — Jay contiene una carcajada, a duras penas.

— Eh... No. — admito. — La verdad es que solo me dijo que había hecho el papel de sorprendido y ya está.

Jay rompe a reír a carcajadas, doblándose y agarrándose el estómago con el brazo que le queda libre.

— Tío, eso no lo fingí. Me escandalicé de verdad. — se defiende. Por su tono, parece un tanto ofuscado. — Tengo una prima que es más basta que un collar de melones. — se da una palmadita en la frente.

Vale, ahora ya me he perdido del todo. Que Jay siga partiéndose de risa y haciendo gestos como si estuviese tirándose a alguien, no me ayuda en nada.

— Chicos... ¿qué me estoy perdiendo exactamente?

Allan frunce el ceño un segundo. Después se pellizca el puente de la nariz y sacude la cabeza.

— Dana se estaba metiendo muchísimo en el papel. Le estuvo atosigando fingiendo estar enfadada por no haberse lo dicho, y... Joder, ya sabes cómo es Amber.

Sí, sí que lo sé. Sé que no le gusta que la acorralen, no se le da bien mentir, y, por ello, temo que haya dicho alguna burrada para hacer callar a Dana y salir del aprieto. La cosa es que no sé qué...

— Se ofreció a darnos detalles de cómo la empotrabas contra el cabecero.

Me atraganto con mi propia saliva. Espera, ¡¿qué?!

Jay está que se mea. No sé cuándo se ha tirado al suelo del vestuario, pero estoy apunto de sumarme a él. La madre que la parió.

Si no fuera porque la idea de empotrarla contra el cabecero, es de lo más tentadora, me partiría el culo de la risa.

Joder... Ese es otro tema en el que tengo que avanzar. Llevo tantos días concentrado en esto de encubrir la banda, que me estoy durmiendo en los laureles.

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