
Capítulo 13: El pasado que me persigue.
Luke.
Viernes, 18 de Abril de 2014.
Pasado.
Había llegado recientemente a la casa de Alex después de que terminé de almorzar en mi casa y de discutir un poco con mi asfixiante y querido padre, ya que el viejo siempre me echaba una mirada de disgusto por cada vez que salía por la puerta, porque él quería que saliésemos lo menos posible de casa. Por eso había faltado un par de días al instituto.
Porque afuera no era seguro.
Aún así sabíamos que cada uno debía de volver a lo nuestro en algún momento: él a su trabajo, y yo al instituto Rivers. Porque no podíamos quedarnos encerrados sin hacer un carajo, porque él debía de trabajar y yo tenía que seguir estudiando. Y por eso, aunque mi padre me hubiese ordenado que no saliese de casa ese día no le pare bolas a ese viejo, y solo me fui a casa del pequeño porque ya tenía un día sin verlo. Y eso para mí era mucho, y de verdad lo extrañaba y lo quería conmigo.
Hacía un día bastante caluroso, y por eso había llevado una camiseta sin mangas bastante básica, que resaltaba el color pálido de mis trabajados brazos y las venas que me recorrían en ellos y que se perdían en mis grandes manos. También cargaba un short y unos deportivos negros.
Y cuando llegué y subí al dormitorio de Alex después de haber saludado a la señora Amelia y a la pequeña Katy, noté que este también me extrañaba mucho porque se me lanzó encima como si fuese su enorme oso de peluche. Cuando entré a la habitación el pequeño estaba con su cabello de hongo muy desaliñado, y en sus pijamas, como siempre. Recostado como todo un vago en su cama mientras que jugaba «MegaMan» embelesado en su Game Boy, pero cuando se dio cuenta de que yo había llegado tiró la consola a un lado de la cama y corrió hacia mí para abrazarme con torpeza, muy fuerte.
Sentir su pequeño y delicado cuerpecito abrazando al mío se sintió muy bien y reconfortante. Y aunque, quería abrazarlo con mucha fuerza y darle vueltas sin que tocase el suelo, no podía ser muy brusco con él porque todavía debía de recuperarse desde lo que le había pasado con esos bastardos, y porque aún tenía ciertos vendajes en su cuerpo. Pero al menos ya le habían quitados los yesos y se veía bastante mejor.
- Parece que un cachorrito me extrañó mucho- le hablé con un semblante serio, pero con un encanto en mi voz, provocando que este se ruborizara un poco y que me pegase en el brazo tímidamente.
- ¡Tonto, tonto, tonto!- chilló como un niño, y volvió a su cama para tenderse nuevamente como un vago sobre la cama mientras que seguía jugando con su Game Boy-. ¡Ven a sentarte a mi lado ahora mismo!- lo escuché ordenarme con un tono bastante gracioso, haciendo un adorable puchero sin apartar la mirada de la pantalla, y palmeando con timidez el espacio vacío a su lado.
El escucharlo demandarme era bastante gracioso, y adorable. Quizás, sí me podría acostumbrar a ello. Y nada más porque quería estar acostado junto a él, le hice caso, nada más por eso. Porque yo era el que tenía el control entre los dos, y él era el sumiso.
- ¿Y cómo has estado, cachorrito?- le pregunté, tirándome a un lado de él en la cama.
Él hizo otro adorable puchero con su boquita mientras que jugaba, y contestó en un tono muy poco varonil pero lindo:
- ¡Cansado! Ya quiero ir al instituto- musitó, tecleando en la Game Boy-. Mamá no deja de ser muy sobre-protectora conmigo y no me deja hacer absolutamente nada... Me hace sentir como alguien muy inútil. ¡Y quiero salir a respirar aire fresco!- dijo, haciéndose a un lado para que pudiese acostarme cómodamente junto a él.
- Relajate, pequeño- le dije, calmadamente-. Todo ha su tiempo. Lo que te pasó no fue algo para nada bueno, y tu cuerpo debe de recuperarse. ¿O a caso preferirías quedarte en cama para toda tu vida?
- ¡No!- chilló, con una adorable carita de perrito triste-. ¡No quiero quedarme en cama toda mi vida! ¡Oh Dios, claro que no! Porque si estoy así ¿entonces cómo podría yo hacerte un ora...?- dijo sin pensar, quedándose corto en ese fin de frase y sumergiéndose todavía más en su consola, silenciosamente.
Levanté una ceja y lo miré con ojos pequeños, y noté que él se mordió el labio y que sus mejillas se estaban colorando bastante.
- ¿Podrías hacerme un qué?- cuestioné, mirándolo con diversión y él me dio la espalda rápidamente para seguir concentrado en su jueguito.
Yo por mi lado me eché a reír por lo gracioso que podría llegar a ser a veces, y después de haberle depositado un beso en la base de su nuca, y de verlo estremecerse en el proceso. Puse mis brazos detrás de mi cabeza, y estando bastante pegado de él en ese momento. Solo cerré mis ojos y me quedé así. Hablando con él por un largo rato sobre una profesora que nos caía mal y sobre trivialidades.
Hasta que en un momento él se quedó en silencio y yo solo pensé que seguramente estaba muy concentrado en su juego y por eso decidí echar una corta siesta. O, al menos eso era lo que tenía pensado hacer antes de que repentinamente sintiera un tímido y curioso tacto de una mano sobre mi entrepierna, tanteando un poco mi paquete por encima de la delgada tela de ese short deportivo que llevaba.
Y me sorprendió bastante que Alex hubiese tenido la iniciativa de tocarme el pene por primera vez.
Entonces, cuando abrí los ojos me encontré con que el pequeño estaba a cuatro patas como un perro, levantando el trasero. Y mirando directo hacia mi entrepierna con un brillo lujurioso que pude notar en sus ojos, y ese notable rubor que lo identificaba.
- ¿Qué haces?- le pregunté, sorprendido. Mirando cómo este se relamía un poco el labio inferior con ese toque tímido que tenía, y movía un poco su trasero mientras que miraba cómo mi flácido pene se marcaba un poco por la delgada tela de mi short.
- ¿Te molestó que hiciera eso...?- habló con un tono muy bajito y torpe, sentándose en la cama rápidamente para cubrirse la cara con las manos, diciendo-: Lo siento, lo siento tanto, yo no quise-
- Está bien- le interrumpí enseguida, sentándome junto a él y alborotándole todavía más el pelo-. Es solo que nunca antes me habías tocado el pene, y yo tampoco quería forzarte a hacerlo...- admití, y noté que el pequeño se puso de mil colores-. No quiero que te sientas reprimido, está bien- dije, y me volví a recostar del colchón con los brazos detrás de mi cabeza, usándolos como almohadas, provocando así que mi pene volviese a marcarse en la tela de mis shorts, y todavía más cuando abrí un poco mis gruesas y velludas piernas para darle paso al pequeño, diciéndole-: Puedes venir a disfrutar del regazo de tu dueño, pero te advierto que no seré suave.
Entonces, el pequeño se quitó lentamente las manos del rostro, y trató de mirarme a la cara pero me di cuenta que tenía tanta vergüenza por la situación que ni siquiera podía mantenerme la mirada. Y yo estaba muy calmado. Mirándolo con tranquilidad con las piernas abiertas y mi pene marcándose descaradamente entre mis shorts.
Él miró a una esquina de la habitación, al techo, al suelo, a un cesto de ropa sucia junto a la cama. Y después finalmente volvió su mirada hacia mi entrepierna con timidez, jugando con sus dedos, murmurando:
- Yo... Yo... He... He tenido mucha curiosidad sobre qué se siente hacer... hacer un sexo oral por placer...
Su rostro volvió a enrojecerse exageradamente, y noté que su respiración se estaba agitando un poco cuando ni siquiera habíamos empezado con la acción.
Qué adorable.
- ¿Y qué te detiene de venir a chupármelo?- le pregunté sin vergüenza alguna, levantando una de mis gruesas cejas y mirándolo con una sonrisita-. Ven, y disfruta de lo que tu dueño tiene para darte, pequeño.
Entonces, él volvió a relamerse el labio inferior, y con esa gran timidez que tenía se volvió a incorporar como un perro. A cuatro patas. Y acercó poco a poco su cara directo hacia mi entrepierna, y cuando vi que estuvo lo suficientemente cerca de esa zona sentí su respiración caliente chocando contra la tela y sobre mi pene, el cual estaba empezando a endurecerse cuando menos lo noté.
- Se ve... grueso- musitó, y yo ahogué una risita.
- Tocalo- sugerí, y él pareció pensarlo un poco sin apartar la mirada de mi masculinidad. Pero de pronto abrió la boca, y sacó su húmeda lengua la cual me pasó por encima de la tela, provocandome una sensación de escalofríos por todo el cuerpo-. Carajo- dije roncamente, y él sin decirme nada más volvió a llevar su mano a mi entrepierna, para envolver a mi casi flácido pene entre su pequeña mano y masajear un poco mi tronco.
Y a pesar de que lo estaba haciendo por encima del short se sentía muy bien. Muy rico. Al principio lo frotó lenta y ligeramente con sus manos. De arriba, hacia abajo. Provocando que jadeara un poco, ya que había pasado mucho tiempo... desde que alguien me tocó. Y estaba muy sensible en esa zona.
Había una semi-erección entre mis piernas, y él no paraba de frotarla con su pequeñita mano, despacio. La lentitud con la que lo hacía era tortuosa, y un poco desesperante, ya que quería meterle el pene en la boca y follaserla duro. Pero me obligué a controlarme porque tenía que dejar que el pequeño fuese a su paso... ¡Pero joder, estaba tardando mucho!
Continuó frotándome así por unos largos minutos, donde mi pene comenzó a tomar más grosor y a tener más dureza, sin estar todavía completamente erecto. Pero cada vez el espacio en mis boxers era más mínimo. Sin embargo, cuando el pequeño empezó a aumentar la velocidad del toqueteo, escuchamos que su madre tocó ligeramente del otro lado de la puerta, diciendo:
- Respeto su privacidad tocando la puerta, pero reafirmo mi autoridad como madre entrando de todos modos- entonces la abrió la instante, y Alex instintivamente se tiró al suelo, por suerte, cayendo encima de una de las almohadas que se había caído en el proceso. Y haciendo así que su madre no lo hubiese encontrado tocándome el pene-. Pero, cariño, ¿qué haces tirado allí?- le preguntó la mujer con preocupación en su rostro, caminando rápidamente hacia él para ayudarlo a levantarse, y noté que Alex trató de fingir que estaba buscando algo debajo de la cama, pero su cara sudorosa por los nervios lo delataba.
- Yo... Mmm... Estaba... Buscaba... Olvidalo- contestó el pequeño, tartamudeando, y tomando la ayuda de su madre, para después sentarse sin más sobre el colchón junto a mí, preguntándole-: ¿Qué pasó, mamá?
Ella lo miró con fijeza por un corto momento, y luego a mí, como si estuviese pensando: «Qué extraño.», pero después le respondió:
- Iré al supermercado con Katy, ¿vas a querer que te traiga algo del super?- se ajustó su cartera en el hombro y se recogió el pelo en un moño-. Mi... Mi... pareja- dijo, como si hasta a ella misma se le resultase extraño-, también irá con nosotras... ¡Y por fin conocerá a Katy!
- Wow- dijo Alex, sorprendido-. ¿Entonces las cosas han ido muy bien con él? ¡Me alegra que te esté yendo muy bien por primera vez con un hombre de Tinder!
Su madre realmente se veía muy feliz, tanto que hasta estuvo a punto de saltar emocionadamente sobre su sitio como una niña. Pero creo que no llegó a tanto porque yo estaba allí.
- Ya verás que pronto lo conocerás, Alex- le dijo, guiñándole el ojo a su hijo-. ¿Entonces qué vas a querer del super?
- Mmm, creo que...- habló el pequeño, dubitativo-. Unos cereales con sabor a chocolate, ¡y unas barras de granola!
- ¡Está bien!- dijo la mujer, caminando alegremente hacia la puerta para salir del dormitorio, volviéndose hacia mí, y diciéndome-: Lo cuidas por mí, eh.
- No se preocupe, está en buenas manos- me limité a responder, haciendo un ademán y ella solo me lanzó un beso con una de sus manos antes de salir por la puerta y cerrarla. Entonces, sentí que Alex volvió a pegarse junto a mí, y que me susurró al oído:
- Y qué buenas manos tienes...
- Y eso que no me has visto el pene todavía- le dije con un tono bastante ronco y pícaro, provocando que este desviase la mirada con timidez, y que sin volver a pensarlo dos veces una vez que escuchamos que su mamá salió de la casa, volvió a incorporarse descaradamente como un perro para retomar con lo que estábamos.
Llevó sus manos a mi entrepierna y empezó frotándola lentamente como al principio, para que tomase dureza de a poco, ya que con esa aparición repentina de su madre se me había bajado todo. Y el pequeño se tomó su tiempo para tocarme, lento y despacio. Provocando en mí una rica sensación de placer, y que abriese todavía más mis piernas para darle paso a que se volviese a ubicar entre ellas.
Solté un grueso jadeo cuando lo sentí tocándome con un poquito más de intensidad, y él no dejó de masturbarme por encima del short. Entonces, yo solo me recosté cómodamente y puse los brazos detrás de la cabeza para solo disfrutar.
- Quiero ver qué tan bueno eres con esa boquita...- le susurré roncamente, mientras que lo observaba frotando mi miembro con mucha concentración.
- ¿Quieres... que lo chupe?- lo escuché decirme, muy bajito y yo lo tomé del mentón para que nos mirásemos fijamente. Él entonces trató de mantenerme la mirada, pero no tuvo mucho éxito y yo terminé besándolo en los labios fuerte, e introduciendo mi lengua en su cavidad bucal para jugar un poco con la suya. Después lo separé de mí con cierta manera brusca, y lo único que nos unió de ese intenso beso fue un hilo de saliva.
- Chúpalo- le ordené, y él asintió con nervios, volviendo a ubicarse entre mis piernas velludas y tocándome el paquete por encima del short lentamente. Entonces, cerré los ojos y llevé mi cabeza hacia atrás mientras que sentía cómo me masturbaban por mí, empezando con una manera lenta pero excitante. ¡Ah, Joder!
El pequeño volvió a tomarse su tiempo, tocándome por encima del short. Cosa que estuvo haciendo así durante un largo rato, haciendo que poco a poco mi miembro fuese endureciéndose hasta que dejase de estar tan flácido y que mis boxers se estuviesen mojando del presemen que estaba escurriendo de la punta de mi pene. Y aunque, me estaba gustando lo que estaba haciendo, quería más, y por eso lo sujeté del pelo con brusquedad y abrí los ojos para restregarle mi pene casi erecto en toda su cara. Encontrándome en ese momento con un cambio espantoso de escena cuando abrí los ojos y en lugar de encontrarme a Alex entre mis piernas, masturbándome por encima de la ropa... Estaba una asquerosa mujer, quien me miraba con una sonrisa espeluznante, y me susurraba:
- Oh, querido, ¿te gusta cómo mamá te toca...?
El corazón me dio un vuelco. Y cuando la volví a ver ahí sumergida entre mis piernas, tocándome. Ahogué un fuerte grito y retrocedí asustado fuera de su esquelético cuerpo, empujándola de mi regazo.
Y en ese momento un fuerte grito del pequeño me hizo volver a la realidad cuando me di cuenta de que «eso» había sido solo otra alucinación, y que había terminado empujando a Alex fuera de mí, bruscamente. Porque había vuelto alucinar con esa mujer. Esa asquerosa y maldita mujer de mis pesadillas.
¿Por qué no podía simplemente irse de mi cabeza?
- ¿Qué te pasa?- escuché a Alex decirme con un tono fuerte, sentándose en la cama con un leve ceño fruncido-. ¿Por qué me empujaste así?- dijo, y yo no lo escuché en ese momento y solo recogí mis piernas, y las abracé por simple instinto, mirando fijamente hacia mis pies. Repitiéndome una y otra vez que todo había sido una alucinación, y que esa mujer no estaba parada frente a mí.
Y que no me estaba volviendo a hacer lo mismo.
«No, no, no.»
«Ella ya no está para hacerlo.»
«De ninguna manera.»
Y sin darme cuenta la frente me comenzó a sudar, y los ojos se me humedecieron de lágrimas cuando todos esos recuerdos me atacaron, y volví a sentirme desmoronado en ese instante. Frente a Alex. Recordando lo que esa mujer me hizo... cuando solo era un niño.
- Luke... ¿qué sucede?- oí al castaño preguntarme frente a mí, cuidadosamente. Y sentí que me estaba mirando con mucha atención y preocupación. Entonces, yo tragué saliva y me obligué a fingir que todo estaba bien.
Porque él no debía de saber... eso.
Alex no podía saber mi pasado.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro