Lauren condujo a Candy a una pequeña cafetería y en cuanto vio a Rory fue plenamente feliz otra vez.

―Cierra la boca dulzura o saldrá huyendo nuevamente.

Candy frunció el ceño y se giró para ver a la pervertida (como ahora la llamaba en su cabeza).

―Rory es tímida, tranquila y totalmente predecible, lo que quiero que entiendas con esto es que si sigues siendo directa con ella no vas a conseguir nada.

―Ella es mía.

Lauren rodó los ojos y sacudió la cabeza exasperada.

―Eres peor que Shane, sólo te faltan unos cuantos centímetros entre las piernas y ya, serías él.

Candy le hizo un gesto. Se alejó de Lauren y entró al local. Rory la vio de manera inmediata. Esto la hizo sentir mejor, solo podía significar que la sentía, eso era bueno.

―Hola ángel.

―Candy, ¿cómo me encontraste?

Esa no era la pregunta que ella esperaba, pero al menos recordaba su nombre.

―Pues pasaba por aquí y te vi.

Rory inclinó la cabeza como considerando su respuesta, después de unos segundos simplemente asintió sin que la sospecha se alejara de su mirada.

―¿Puedes tomarte un café conmigo?

―Estoy trabajando Candy, debo...

―Por favor ángel, todo me está saliendo mal y necesito relajarme un momento.

Vio que Rory tomaba una respiración profunda. Pero Candy sabía que la naturaleza de su ángel era contraria a la de su prima, Rory era una persona bondadosa, amable y comprensiva. Por algo era su ángel.

―Espera, iré a pedirle mi tiempo de descanso a mi compañero.

Candy asintió y se dirigió a una de las mesas vacías. La miró caminar directo hacia ella. Era como un sueño.

Rory llegó hasta su mesa y tomó asiento delante de ella. En ese momento Candy se hizo una promesa, a partir de esa noche Rory dormiría en su cama, le gustara o no, costara lo que costara.