62. La Sorpresa Del Campeon
📅 Lunes 20 de diciembre (madrugada)
📅 UN DÍA DESPUÉS
Esta noche me he acostado más temprano de lo normal. En cuanto he terminado de hablar con Kepa me he ido a la cama. Ha sido emocionante verlo celebrar el título de campeón en la plaza de España y verlo cada dos por tres llevarse el chupete a la boca. Es que estaba monísimo.
Me doy la vuelta y me quedo dormida al instante acariciando mi barriga. Mi hija lleva un par de días muy rebelde y no para de moverse. De vez en cuando tengo pequeñas contracciones pero el ginecólogo dice que son normales. Que mientras no sean muy seguidas no pasa nada.
A medianoche me despiertan ruidos y voces en la parte de abajo de la casa. Intento ignorarlas pero no puedo sobre todo porque me preocupo pensando que pase algo. Me levanto medio dormida porque no sé a qué viene tanto follón. Me pongo mi sudadera del Atlético y salgo de mi habitación bajando las escaleras sujetándome al pasamanos. Atravieso el pasillo siguiendo las voces que están en el vestíbulo.
Me entra un escalofrío por todo el cuerpo. Kepa está delante mía. Dios, está aún más guapo que hace un mes. Alza sus ojos y en cuanto me ve me da una sonrisa que podría derretir a cualquiera. Mis pasos son torpes y me tiemblan las rodillas. Él acorta la distancia que nos separan y yo ya siento las lágrimas rodar por mis mejillas. Me arrojo a sus brazos y él me levanta del suelo. Kepa besa mis mejillas, mis labios y vuelve a abrazarme.
- ¡Joder lo que te he echado de menos! - me dice él poniendo sus manos en mi cara.
Nos besamos esta vez más lento, saboreándonos el uno al otro después de más de un mes sin vernos. Kepa baja sus manos hasta mi vientre y lo veo mirarme embobado.
- ¡Cómo has crecido bebe! Mi niña, ya está aquí papá. No te puedes imaginar lo que te he echado de menos.
Kepa besa mi barriga y se incorpora para abrazarme. Ahora mismo creo que soy la persona más feliz del mundo entero. Sus dedos acarician mis mejillas y yo tiemblo al sentir de nuevo su contacto.
- Estas preciosa Naroa.
- Tú también estás muy guapo.
- Por cierto, te he traído una sorpresa.
Kepa me coge de la mano y me lleva hasta la entrada. Allí veo a mi hermano agarrado a María mientras ella le da besos por toda la cara.
- ¡Tú! Mentiroso de mierda. Me dijiste que no te daban el día.
Le grito a mi hermano mientras él se suelta de los brazos de mi suegra para venir hacia mi riéndose a mi costa
- Ya me estoy hartando de que me engañes - Christian me rodea con sus brazos y yo me giro para mirar a Kepa señalándolo con mi dedo índice - y tú lo sabías y te has callado como un perro. Se os olvida que estoy embarazada.
- No, no se nos olvida.
Kepa me coge en brazos ante mí sorpresa y sale del vestíbulo en dirección a las escaleras.
- Mañana discutís lo que queráis. Di buenas noches, Naroa.
Les hago un gesto con la mano y Christian me responde con uno muy obsceno por su parte. Kepa sube las escaleras conmigo en brazos y yo me agarro muy fuerte a su cuello mientras entramos en su habitación, más bien en la mía porque llevo más de un mes durmiendo aquí. Me deja en el suelo y cierra la puerta de una patada mientras posa su mirada en mi.
Kepa acorta la distancia que nos separa y sus labios saquean los míos sin ninguna piedad. Me agarro a su cuello y respondo a sus besos y a sus caricias de la misma manera que él.
- Te deseo tanto Naroa. Ha sido un puto mes sin ti. Creí me iba a volver loco.
Lo cojo de la camiseta y tiro de él hasta arrojarlo encima de la cama. Me quito la parte de abajo del pijama mientras él hace lo mismo con sus pantalones. Colocó mis piernas a ambos lados de sus caderas. Bajo mi cabeza y le doy un suave lametón a su pene el cual está sujetando listo para mi. Lo deseo, pero mucho, mucho.
- Dios Naroa.
Sigo besándolo y acariciándolo con mi lengua mientras él reprime los jadeos que salen de su boca. Mis manos lo acarician apretando cada vez que subo.
- Naroa, mi vida, no puedo más.
Me aparto de él y me coloco con su pene justo en mi entrada. Él se va deslizando poco a poco dentro de mi hasta llenarme por completo. Echo mi cabeza hacia atrás y dejo que él me agarre de las caderas moviéndome de delante a atrás. Una de sus manos se cuela por dentro de mí camiseta hasta alcanzar uno de mis pechos y apretarlos.
- Joder, como te han crecido las tetas.
- Dijiste que querías besármelas..
El ritmo que lleva me tiene enloquecida y si, estoy a punto de correrme porque ya no puedo más. Sus dos manos me aprietan las caderas hincando sus dedos en mi piel. Su mirada felina se clava en la mía mirándome con deseo y lujuria a partes iguales.
- Luego te beso todo el cuerpo. Ahora córrete que yo ya no puedo mas.
Lo cabalgo sin descanso. El roce de nuestras pieles y los jadeos silenciosos llenan la habitación. Kepa me atrae más a él mientras la mano que tenía en mi pecho va deslizándose hacia abajo hasta encontrar mi hinchado clítoris el cual con sus dedos acaricia de arriba a abajo y en círculos. Es tocarme y apretar mis piernas sintiendo que ya no puedo más y que lo que quiero es eso, correrme de una vez. Me muerdo los labios y le sonrío mientras lo hago. Pongo mis manos en su pecho y mi prominente barriga descansa en la suya. Kepa se mueve igual que yo. Coge un cojín y se lo pone en la cara mientras lo escucho jadear conteniendo los gritos que salen de su garganta.
Nos venimos los dos juntos, estallando en miles de pedazos. Sintiendo que de nuevo él está conmigo, a mi lado. Él se quita el cojín de la cara y me mira riéndose.
- No te rías tan alto que nos van a oír Kepa.
- Amor, creo que toda mi familia ya sabe que hemos follado.
📅 A la mañana siguiente...
Kepa está en la cama frito. Normal, si es que tanto viaje cansa a uno. Y lo que no es viaje también. He cogido mi ropa y he bajado en pijama a la cocina. Christian está sentado en uno de los taburetes comiéndose un enorme plato de torrijas.
- ¿Torrijas en Navidad? -le pregunto dándole un beso en la mejilla mientras me siento a su lado.
- Tenía un antojo que te mueres -me dice él cortando un trozo y dándome que lo pruebe- y María no me puede negar nada.
- Joder, están muy buenas -le digo cogiendo una de ellas para comérmela entera.
- Anoche lo pasaste bien ¿eh?
Christian me guiña un ojo y yo le doy un codazo para que se calle. María entra en ese momento y me da un beso en la mejilla. Siento una punzada en la espalda y me enderezo respirando con dificultad.
- ¿Qué te pasa Naroa? -me pregunta mi hermano mirándome preocupado.
- Que llevo unos días con contracciones. Es normal -le respondo mientras María me da un vaso de leche con miel y canela.
- ¿Tienes contracciones Naroa? -Kepa entra por la puerta peinándose el pelo con los dedos y viene hacia mi acariciando mi mejilla.
- Siii. Pero es normal, ¿verdad María?
- Lo son. No te preocupes Kepa. Durante el último mes es normal tener contracciones. Tú tranquilo que a la niña aún le quedan unos cuantos días.
Kepa se sienta a mi lado y yo pongo mi cabeza en su hombro dejando que él me abrace.
- Cariño -dice Peio entrando por la cocina dirigiéndose a Kepa- que me ha dicho el alcalde que le gustaría que fueras al ayuntamiento. Quieren hacerte una especie de homenaje hoy al mediodía, para felicitarte y todo eso por el Mundial...¿Qué le digo?
- Dile que si papá. No todos los días ganamos un Mundial. Además, estará bien enseñarle la medalla a la gente del pueblo y darles las gracias por el apoyo -contesta Kepa cogiendo mi trozo de torrija y comiéndosela mientras yo protesto.
- Vale, pues ahora se lo digo. Naroa te espero fuera ¿vale?
-Si, me visto y voy -le doy un beso a Kepa y me levanto de la silla.
- Pero ¿Dónde vas? que acabo de llegar mi amor, ¿ya me vas a dejar solo? -mi marido me mira haciendo un puchero y yo ruedo mis ojos.
- Pues si. Perdona pero el rato con tu padre es innegociable, que además hoy hemos quedado con Jandro que nos va a enseñar donde cuaja los quesos.
- ¿Jandro? ¿El hijo de Emilia? Yo también voy
Kepa se levanta de la silla rápidamente y me sigue escaleras arriba. Sus manos se posan en mi culo y yo me retuerzo para que deje de hacerme cosquillas mientras entramos en la habitación.
- ¡Estate quieto Arrizabalaga!
- Es que no puedo Naroa. Llevo un puto mes sin estar contigo y voy a estar pegado a ti todo lo que pueda.
-Sobre todo si voy a casa de Emilia, ¿no?
-Sobre todo allí que Jandro se las sabe todas y es un conquistador...
- Mírame Kepa. Estoy casada, embarazada y a punto de explotar...no creo que Jandro tenga ningún interés en mi. Además, que soy una mujer casada mi vida, que sólo tengo ojos para ti...anda venga, vístete que tu padre nos espera.
Me doy la vuelta para buscar mi ropa y cambiarme. Kepa se acerca a mi y pone sus brazos alrededor de mi cintura.
- Te he echado mucho de menos Naroa. Tu olor, tus besos, abrazarte, hablar contigo, que te quedes dormida en mi pecho...tocar tu barriga. Aquello ha sido muy duro sin ti.
Me doy la vuelta y mis brazos rodean su cuello. Lo miro sonriendo y dejo que él me bese.
- Ya estás aquí Kepa. Yo también te he echado mucho de menos mi amor.
Kepa me abraza. Sus manos recorren mi espalda acariciándome con cuidado. Los latidos de su corazón son un sonido tan maravilloso. Siento una punzada en la espalda y no puedo evitar doblar mis rodillas un poco dolorida.
- ¿Naroa? ¿Estás bien?
- Si, si, estoy bien, es otra contracción, estoy bien, tranquilo.
Me separo de Kepa para poder coger mi ropa cuando siento dentro de mi barriga como si explotaran un globo. Me quedo estática y lo miro tragando saliva.
- Naroa.
- Kepa...
- ¿Qué es?
Se acerca a mi y me agarra de la cintura mientras yo me agarro a sus brazos.
- No sé pero es como si algo hubiera explotado...y...
De pronto bajo mi mirada hacia abajo. El pantalón de pijama se me ha mojado y siento bajar líquido por mis piernas.
- Kepa, creo que...la bolsa se ha roto...
- Dios, ¿estás de parto?
- Va a ser que si -A Kepa le cambia la cara y se pone pálido.
- Voy a llamar a mi madre y a vestirme y tú también tienes que vestirte... y coger las cosas...
Kepa empieza a dar vueltas por la habitación y yo me quedo parada sintiendo como me escuecen los ojos y me pongo a llorar. Mi marido se da la vuelta y cuando me ve viene corriendo hacia mi.
- Naroa, Naroa, ¿porqué lloras? ¿estás bien? ¿te duele? -lo cojo de las manos para que se tranquilice y le sonrío.
- Va a nacer Kepa, Tara va a nacer.
Kepa me abraza y veo como sus ojos también están inundados en lágrimas. Nos separamos al sentir un golpe en la puerta. La cabeza de Christian aparece cuando le digo que entre.
- Que dice tu madre que qué pasa, que estáis pegando muchos gritos -Christian me mira de arriba a abajo y entrecierra los ojos- oye Naroa, no se si te has dado cuenta, pero te has meado en los pantalones.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro