55. Es Un Para Siempre
📅 Al día siguiente...
Cojo aire con fuerza intentando no llorar. Me miro en el espejo sonriéndole a la chica que acaba de terminar de peinarme y maquillarme. Ella me desea suerte y se va. Christian se pone a mi lado mirándome muy orgulloso.
- Estás preciosa hermana. Seguro que papá, mamá y la abuela también lo piensan desde ahí arriba.
Dejo que mi hermano me abrace y yo le sonrío emocionada y con las lágrimas que quieren salir a toda costa. Hoy es el día. El día que me caso con el amor de mi vida, porque si, él lo es. Estoy nerviosa. Estoy deseando ser su mujer, estar con él y formar nuestra familia. La vida por fin me sonríe, por fin un poquito de felicidad.
La puerta se abre lentamente y me giro para ver quien es llevándome una sorpresa.
- ¿De verdad pensabas casarte sin mi?
La dulce voz de Ana entrando por la puerta me llena de alegría. Ella, Marcos y Sara entran a la habitación y me abrazo a ellos llorando.
- ¡Estas preciosa! - me dice ella riéndose y medio llorando también mientras me seca las lágrimas con un pañuelo.
- Kepa me dijo que no podíais venir.
- Estábamos de camino tonta. ¿Cómo no iba a venir a la boda de mi mejor amiga?
Volvemos a abrazarnos y después de hablar unos minutos me dejan para ir hacia donde tendrá lugar la ceremonia. Me miro por última vez en el espejo y cojo el ramo de pequeñas flores.
Christian me ofrece su orgulloso brazo de padrino y salimos de la habitación donde me he estado arreglando.
- No estés nerviosa cariño. Todo va a salir bien Naroa. Kepa te quiere muchísimo y si yo viera que no es así ya le hubiera pegado hace tiempo.
Me río con mi hermano. Sé que quiere quitarme los nervios y se lo agradezco. Salimos de la casa y desde la puerta que baja a la playa hay un camino de pequeños farolillos encendidos y miles de pétalos de flores en el suelo. Desde luego que Kepa se ha esmerado muchísimo para crear un ambiente de lo más romántico.
Christian me lleva por el camino hacia la playa. A medida que nos acercamos veo una glorieta blanca con antorchas a los lados. Nuestros amigos están alrededor de la glorieta y en cuanto me ven me sonríen. Pau, Elena, Ferrán, Ainara, Ana, Marcos, la pequeña Sara, Oliver y Jax.
Con él me pasa algo que hace que se me erice la piel de mi nuca. Compartimos una mirada que por parte de él es intensa y que me hace tragar saliva con fuerza. Me da una sonrisa tranquilizadora y yo se la devuelvo.
A la derecha hay alguien encargado de la música y en cuanto me ve empieza a sonar "Wicked game" de Raign, una de mis canciones favoritas. Avanzo por el pasillo y entonces mis ojos no se fijan en nada más.
https://youtu.be/eX9oYG-DGwk
Kepa. Mi amor. Mi futuro marido. El padre de mi bebé. Desde que aparecí en la playa sus ojos no han dejado de mirarme, como en la fiesta donde nos conocimos. Cuando no podíamos quitarnos la vista de encima. Cuando sentí tanto por él énfasis tan poco tiempo. Me da una sonrisa ladeada y yo le sonrío de vuelta.
Llego hacia el improvisado altar donde también está Kaia y la persona que la va a oficiar. Christian me da un beso en la mejilla y tiende mi mano hacia Kepa.
- Te quiero Naroa -me dice mi hermano con lágrimas en los ojos.
Kepa coge mi mano y viene hacia mi para besar mi mejilla. Sus ojos me miran con mucho amor en ellos y yo estoy que me muero ya.
- Estás terriblemente preciosa. Decirte guapa es poco Naroa.
- Tú tampoco estás nada mal. Estás muy sexy Arrizabalaga.
Y lo está. Lleva un traje negro con una camisa blanca a la cual le ha desabrochado un par de botones. El pelo se lo ha engominado un poco pero los rizos no se los ha podido peinar y está demasiado atractivo. Tanto que me tiene babeando el muy cabron. Nos damos la vuelta atendiendo a las palabras de la persona que nos casa. El atardecer empieza a caer en la playa. Kepa y yo nos ponemos de frente sin dejar de mirarnos en ningún momento. Decidimos que las palabras con las que nos casaríamos las diríamos nosotros y eso es le que vamos a hacer ahora después de que se hayan dicho las protocolarias para la boda.
- Yo Kepa, te tomo a ti Naroa, como mi esposa. Tu amor es todo lo que necesito para sentirme completo, porque tú llegaste a mi con tu hermosa sonrisa, con tu mirada sincera, cambiando mi vida, y no tardé ni un minuto en enamorarme de ti. Te amaré hasta que cierre mis ojos y el cielo reclame mi vida, y aún así, donde quiera que esté te seguiré amando...
Vale si, estoy llorando, pero mucho. Y no soy la única porque estoy escuchando a mis amigas llorar detrás de mi. Kepa me agarra de la mano para tranquilizarme porque estoy tremendamente nerviosa.
- Yo Naroa, te tomo a ti Kepa como mi esposo. La primera vez que me miraste sentí que era la primera vez que me miraban de verdad. La primera vez que me besaste no sentí que se parara el mundo, sentí que todo giraba más lento. Porque eso eres tú, la persona que mueve mi mundo. Porque mi amor es y será siempre solamente tuyo, y que el mundo arda en llamas...
Kepa y yo nos reímos de la frase que tanto pronunciamos. Christian nos acerca los anillos y nos lo ponemos el uno a otro mientras nos juramos amor eterno. Dejo soltar el suspiro que contenía durante tanto tiempo y entonces si, entonces beso a mi marido con todas mis ganas agarrada a su cintura. Él pone sus manos en mis mejillas para poder meterme bien la lengua en la boca el muy cabrón.
- Ya eres absolutamente mía -le sonrío de vuelta y aprieto mis labios mientras me los muerdo a continuación.
Kepa vuelve a besarme de nuevo y nos separamos para recibir las felicitaciones del resto de nuestros amigos. Y si, con todos y cada uno de esos abrazos me emociono hasta las lágrimas.
📅 MÁS TARDE
- Bailas muy bien marido.
Kepa me sonríe mientras me estrecha entre sus brazos y yo lo miro tan perdida en él y en sus ojos.
- Tú también bailas muy bien esposa.
Me muerdo los labios y dejo que él me haga girar mientras me rio. Es más de medianoche y Kepa me ha dicho que ha reservado una noche de hotel para pasar nuestra noche de bodas. Estoy deseando irme la verdad. Porque aunque la boda ha resultado ser maravillosa, quiero estar ya a solas con él.
- ¿En qué piensas Naroa?
- Pues que podíamos irnos ya. Quiero echar mi primer polvo de casada...
- Ay mi pequeña pervertida. Te mueres por mi cuerpo ¿verdad?
- Me muero por todo lo tuyo. Vámonos ya.
- Está bien.
Terminamos de bailar y empezamos a despedirnos de todos. Abrazo a mi hermano muy emocionada mientras él acaricia mis mejillas.
- Te quiero mucho Naroa.
- Y yo a ti también.
- Vas a ser tan feliz enana. Es que mírate, ya casada y ya mismo vas a ser mamá ¿Cuándo has crecido tan rápido?
Vuelvo a abrazar a mi hermano que me mira con sus ojos brillantes. Me separo de él y está vez es el turno de Jax. Me mira intentando sonreír pero lo conozco y a mi no puede esconderme nada.
- Estas guapa de novia. Está claro que el matrimonio te sienta muy bien Naroa... Me alegro muchísimo.
- ¿De verdad?
Agarro sus manos y él me las aprieta con mucha ternura. Su mirada se posa en la mía y sé que es sincero cuando me habla.
- Claro que si Naroa. Te veo feliz y a él también. Sé que lo vais a ser, y si te hace daño se las verá conmigo. Aunque creo que eso no va a suceder. A Kepa le falta besar el suelo por donde tú pisas.
Me río con lo que me dice Jax mientras me giro para ver como Kepa me guiña un ojo haciendo que me tiemble todo el cuerpo.
- Gracias por ser mi amigo y estar ahí siempre que te he necesitado.
- Y lo seguiré estando aunque te vayas a vivir más lejos.
Jax besa una de mis mejillas con mucho cariño y yo me separo de él para buscar a Kepa. Mis brazos se deslizan por su cintura y él gira su cabeza para darme un beso en los labios.
- Cuando quieras esposa.
Me agarro a su mano y dejo que Kepa me saque de la fiesta. Acaricio mi barriga mientras lo hago sonriendo feliz.
- ¿Y como es el sitio donde me llevas Kepa?
- Da igual como sea el sitio Naroa, será un paraíso porque tú estarás en el.
Kepa se acaba de quitar la chaqueta y la ha puesto encima de la silla. Su mirada es tan intensa que mi vientre palpita de deseo y todo mi cuerpo lo reclama. Me acabo de quitar los tacones. Ya no podía aguantarlos más. Él viene hacia mi y sus manos se apoderan de mi cintura. Pasa su lengua por su labio inferior haciendo que yo muerda el mío.
- Tengo unas ganas enormes de follarme a mi mujer. Porque eso es lo que eres. Mía. Y solo mía.
Cierro los ojos tragando saliva y dejo que sus labios se posen en mi cuello. Su lengua chupa mi piel mientras sus dedos bajan el tirante de mi vestido. Sigue besando mis hombros descubriendo uno de mis pechos el cual lo tapa el sujetador blanco sin tirantes. Kepa me baja el otro tirante y yo reclamo su boca buscando su lengua desesperada por probarlo. Mis manos se van a su pelo y tiro de él para que me mire.
- Eres mío. Que no se te olvide. Solo mío Kepa.
Acerco mi boca a la suya para darle un posesivo beso que le hace jadear en mi boca. Sus dedos van hacia mi cremallera y la bajando hasta que el vestido se desliza por mi piel y cae al suelo. Kepa se relame los labios mirándome y sus ojos brillan de deseo.
Sus dedos acarician mi cuello y a medida que van bajando siento mi piel ponerse de gallina.
- Eres jodidamente hermosa Naroa.
Kepa me quita el sujetador dejando libre mis pechos los cuales acaricia uno a uno muy lentamente.
Su boca me besa desde el cuello dejando un rastro de ardientes besos hasta alcanzar mis pechos. Kepa me coge de la mano y se sienta en la cama.
Coge mis dos pechos con sus manos y hunde su boca y su lengua en ellos haciendo que tenga que agarrarme a su pelo para no caerme. Siento como mis bragas están ya mojadas y todo mi cuerpo arde por él.
Su lengua se mueve lamiendo mis pezones poniéndomelos muy duros. Le da pequeñas mordidas que me hacen gemir mientras sus manos bajan mis braguitas. Deja mis pechos y termina de quitármelas. Agarra mis caderas y su boca se acerca a mi clítoris dándole una lamida que hace que casi me derrita.
Sus dedos abren mis labios para que su boca se pose en ellos lamiéndome de arriba a abajo. Siento su lengua recorrer mi abertura y como pequeños espasmos me hacen acercar mi centro más a su boca. Escucho como mis propios gemidos se escapan de mí garganta. Mis piernas tiemblan con cada roce de su lengua. Siento arder mi centro cada vez que él lo besa.
Uno de sus dedos se cuela en mi interior torturándome cada vez que entra y sale.
- Kepa, no puedo más, por favor.
Le ruego, más bien le exijo que no pare. Sus dedos, su lengua, me vuelven loca mientras tira de la piel de mi clítoris con sus dientes y hace que estalle en miles de pedazos. Me sujeto a su cabeza para no caerme mientras tengo un orgasmo brutal en su boca.
Kepa se separa de mi y mientras yo intento recuperar la respiración él se limpia la boca con el dorso de la mano.
Joder. Ahora mismo es un puta visión con la camisa medio desabrochada, el botón de su pantalón abierto y todo el pelo revuelto.
Se baja los pantalones hasta liberarse el pene. Me agarra de las caderas hasta que me siento a horcajadas encima de él. Mis labios reclaman los suyos con dureza. Nuestros besos son salvajes, necesitados. Reclamo su boca y tomo todo de ella porque para eso él es mío.
Kepa me ayuda a acomodarme y bajo del tirón hasta recibirlo en mi interior. Arqueo mi espalda cerrando mis ojos entregada a tan dulce invasión. Sus manos guían mis caderas moviéndome de delante a atrás. Me sujeto a sus hombros acompasando mi respiración con la suya.
- ¡Vamos Naroa! Muévete. Follame bien fuerte cariño.
Miro a Kepa y me dejo llevar moviéndome de arriba a abajo. Sus dedos se clavan en mi espalda y me ayuda a moverme mientras mi ritmo es enloquecido. En la habitación solo se escucha nuestras respiraciones agitadas y el roce de nuestras pieles.
- Córrete Naroa, vamos.
Miro a Kepa y niego con mi cabeza. Me muerdo los labios sonriéndole provocadora mientras los sigo cabalgando. Mi boca se acerca a la suya y le doy una lamida a su labio superior.
- ¡Suficiente! Te he dado la oportunidad de correrte y no lo has hecho.
Kepa me agarra de la cintura y me tumba en la cama haciendo que yo grite de la sorpresa. Abro bien mis piernas y él vuelve a entrar dentro de mi esta vez muy lentamente. Sus manos se posan en mis mejillas dándome tiernos besos en los labios.
- Te amo Naroa. Me vuelves tan loco mujer.
Mis manos acarician su espalda mientras los dos no nos quitamos la vista de encima. Él sale completamente de mi y vuelve a entrar de nuevo haciendo que respire con fuerza. Cada vez que lo hace siento que mi cuerpo es de mantequilla. Su aliento cosquillea en mis mejillas cada vez que se mueve.
- Kepa, no puedo más. Me voy a correr.
Él me da una sonrisa satisfecha y se mueve un poco más deprisa. Me agarro a sus hombros clavándole las uñas. Siento como el orgasmo se apodera de mí gritando su nombre. Kepa me besa tragándose mis gemidos y el se viene conmigo mientras juntos nos saboreamos el uno al otro. Nos separamos intentando recuperar la respiración. Kepa me da un corto beso y se ríe mirándome.
- Señora Arrizabalaga, ha sido un polvazo de la hostia.
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