10. Tarde de tartas
📅 Domingo
Me queda entregar este encargo y ya he terminado por hoy. Llevo desde las 9 de la mañana en la pastelería y estoy bastante cansada. Necesito una ducha y mi camita. Y un episodio de "Hijos de la anarquía". Aparco mi coche en la dirección que viene en el encargo. Es una zona residencial de nivel alto. Se nota por las casoplones que hay por aquí y por los coches de lujo con los que me cruzo. Llego hasta el número 15 y llamo al timbre con mi tarta en la mano. A los pocos segundos una voz de chico joven me abre la puerta.
Cruzo la cancela cerrándola tras de mi y camino por el camino empedrado hasta que la puerta principal se abre. Un chico joven, de la edad de mi hermano, moreno y bastante mono me abre la puerta muy sonriente.
- ¿Ferran? - le pregunto dubitativa.
- Soy yo, ¿eres de la pastelería de Annette?
- Si. Le traigo su tarta de chocolate y trufa con semillas de amapola.
- Uy. No me hables de usted por favor. Si somos de la misma edad. Pasa por favor.
El moreno se hace a un lado para que pueda pasar y lo espero en la entrada. Él cierra la puerta y me guía hasta el comedor. Al entrar allí, veo a un muchacho rubio de ojos azules sentado en el sofá que se levanta nada más entrar yo.
- Hola - me saluda el chico rubio muy amablente. Y si, también es muy mono.
- Hola - le contesto sonriéndole.
- Es la chica de la pastelería -le dice Ferran al otro chico. Dejo la tarta encima de la mesa y veo como el rubio me mira con una media sonrisilla.
- Me lo imagino. Por la tarta - le contesta él alzando sus cejas.
- Bueno. No sé si queréis verla... o os la dejo aquí y ya está...
-Tara.
Vale si, oigo voces. Bueno no, oigo la voz de Kepa en mi cabeza. Estoy peor de lo que pensaba. Alzo mis ojos y veo por detrás de mí alguien que se acerca. Me doy la vuelta y jadeo de la impresión. Kepa. Trago saliva e intento respirar para que no se me note lo impresionada que estoy. Dios. Si es que esta todavía más guapo de día. Sus vaqueros rotos claros y su camiseta negra de manga larga me hacen babear literalmente. Se va acercando un poco más a mi y yo no puedo dejar de mirarlo.
- Hola - le respondo intentando que la voz no me tiemble- me alegro de verte, Kepa.
- Y yo a ti. ¿Cómo estás? - Kepa tiene sus manos metidas en los bolsillos y me mira algo tímido.
- Bien. Estoy bien. Aquí trabajando.
- Ya veo ya... Mira Tara yo...
- Bueno chicos aquí tenéis la tarta. Espero que os guste y que sigáis confiando en Annette para la próxima vez...
Les sonrió a Ferran y al otro chico ignorando a Kepa. Si, voy a huir otra vez porque me pone nerviosa tenerlo tan cerca. Porque me muero de la vergüenza y porque me he dado cuenta de que si, de que me gusta mucho y estoy muerta de miedo. Salgo del comedor y estoy a punto de abrir la puerta cuando su voz me hace pararme.
- ¿Otra vez te vas sin despedirte Tara?
Cojo aire con fuerza y me giro lentamente para mirarlo. Kepa está serio y me mira tan intensamente que creo que sabe lo que tengo en mi cabeza.
- Yo... siento mucho lo del otro día. Sé que salí corriendo con lo bien que te portaste conmigo. Pero tengo los niveles de vergüenza por los suelos contigo.
Aprieto mis labios mirándolo y él inspira con fuerza mientras viene hacia mi.
- ¿Vas a volver a ir a una de esas fiestas? -miro a Kepa horrorizada y creo que me lo nota en la cara - perdona. Es que le pedí a Alex tu teléfono y me dijo que si quería verte, que fuera a la próxima fiesta.
- Ese Alex me parece a mi que es un poco gilipollas. Pero no, no pienso poner un pie en ese antro de pecado. Una y no más Santo Tomás.
Kepa esboza una sonrisa y me mira en silencio. Yo siento como mi corazón late con demasiada fuerza. Mierda. ¿Porqué tiene que ser tan guapo que me distrae de lo que pienso?
- ¿Por qué querías mi teléfono Kepa?
- ¿Pues para que va a ser? Para llamarte. Me gustaría invitarte a cenar para que sigamos conociéndonos.
Intento no sonreír y ponerme a dar botes de alegría. Kepa clava su mirada en la mía y yo en sus labios. Me quedo pensando un momento en lo que hacer. Esta oportunidad no se va a presentar otra vez ¿ verdad? Saco mi móvil de mi bolso y se lo tiendo después de desbloquearlo .
- Apúntame tu número y ya te llamaré.
Intento parecer seria y despreocupada para esconder los nervios que tengo. Kepa coge mi móvil muy concentrado y después de escribirme su número me lo da. Lo cojo y vuelvo a meterlo en mi bolso.
- Bueno. Tengo que irme. Te prometo que te llamaré - le digo abriendo la puerta. Ferran y el otro chico salen del comedor comiéndose un pedazo de tarta con sendos tenedores.
- La tarta está que te mueres -me dice Ferran relamiéndose los labios.
- Normal. La he hecho yo.
Les contesto encogiendo mis hombros mientras veo como Kepa me mira algo sorprendido.
- Bueno chicos. Encantada. Y Kepa. Ya hablamos.
Me doy la vuelta aguantándome la risa dejando a Kepa mirarme desconcertado. Salgo de la casa cerrando la puerta. Atravieso la entrada y camino con rapidez hasta salir y llegar a mi coche. Una vez allí, saco mi móvil y mientras busco el teléfono de Kepa intento respirar con calma. Algo difícil cuando mi corazón late tan deprisa. Marco su número y espero que conteste. Lo hace a los pocos segundos.
- ¿Si? -me dice él con una voz extremadamente sensual.
- ¿Te gustaría quedar ahora?
- ¿Tara? - escucho la voz sorprendida de Kepa y me muerdo los labios por no reírme.
- ¿Vienes o no? Tienes 5 minutos Kepa...
- Vale voy...
- Y Kepa... me llamo Naroa.
Le cuelgo el teléfono y me apoyo en mi coche esperando que salga. Estoy muy nerviosa tengo que admitirlo. Volver a verlo ha sido un subidón demasiado fuerte y no pienso desaprovechar la oportunidad de quedar con él ahora que lo he encontrado.
La cancela se abre y aparece Kepa con una chaqueta bomber negra. Es que no lo puedo evitar. Me parece tan atractivo. Se acerca poco a poco hacia mi hasta ponerse justo enfrente. Alzo mis ojos mirándolo y él me mantiene la mirada.
- Naroa -que me llame por mi nombre es algo que me hace sentir alivio aparte de que también me gusta mucho como suena en sus labios.
- Si - le contesto. Kepa pone una de sus manos en el capo del coche y me mira como si me estuviera evaluando.
- ¿Por qué me dijiste que te llamabas Tara?
- Porque me dijeron que no podía decir mi nombre verdadero.
- De todo lo que me contaste, ¿me has mentido en algo más?
Kepa pasa la lengua por su labio inferior y me mira haciéndome sentir un poquito pequeña a su lado.
- No, no te mentí en nada más Kepa. Sólo te conté una versión reducida de mi vida. Soy de Sanse, estudio Historia y soy un proyecto de repostera. Si aún quieres saber más cosas de mi, móntate en mi coche.
Kepa me mira a mi y luego a mi coche. La mano que tiene libre se acerca muy lentamente rozando mi mejilla con mucha suavidad. Alzo mis ojos aguantando la respiración.
- Así que tengo que darle las gracias a este coche porque se estropeara.
Me dice él sin dejar de acariciarme.
- ¿Por qué le vas a dar las gracias? Solo es un puto coche que se rompe cada dos por tres.
- Pues precisamente por eso, Naroa. Gracias a él te pude conocer la otra noche.
Kepa aleja su mano de mi mejilla y rodea mi coche para montarse. Cojo aire con fuerza intentando mantener la calma. Abro la puerta del lado del conductor y entro en mi coche para seguidamente ponerme el cinturón de seguridad. Estoy tan nerviosa que me tiemblan las manos y no soy capaz de encajarlo bien. Después de varios intentos Kepa me agarra la mano y me ayuda a cerrarlo. Alzó mis ojos para mirarlo al sentir la calidez de sus dedos sobre los míos.
- Gracias - le digo mientras pongo las llaves en el contacto y arranco.
- No estés nerviosa Naroa - me dice él con total tranquilidad mientras no deja de mirarme.
- Lo intento. Pero tú me pones nerviosa.
Le doy al botón de la radio y empieza a sonar la canción de "Mienteme" de Tini. Muy oportuna desde luego.
- ¿Por qué te pongo nerviosa Naroa?
- Simplemente por ser tú.
Me encojo de hombros mientras se lo digo y él suelta una carcajada que me hace sonreír también.
- ¿Y donde vamos? - me pregunta Kepa
- Había pensado llevarte a comer un trozo de tarta de las que yo hago. Si te parece bien, claro.
- Me parece bien todo lo que me propongas.
Mis mejillas se calientan y miro hacia la carretera mientras tarareo la canción mirando de vez en cuando a Kepa por el rabillo del ojo.
Dale, miénteme
Haz lo que tú quiera' conmigo
Dime que esta noche yo soy tu bebé
Y mañana somos amigo', amigo'
Kepa sonríe mientras yo sigo cantando bajito. Me siento algo incómoda porque no ha abierto la boca en todo el rato y eso me hace sentirme más nerviosa todavía.
Me fijo en su mano izquierda y veo que lleva una goma roja a modo de pulsera. Sonrío como una tonta porque sé que esa goma es mía. Me la deje en su casa la otra noche.
- Esa goma es mía -le digo mirándolo de reojo.
- ERA tuya. La próxima vez te lo pensaras bien antes de irte sin despedirte de los sitios -Kepa me mira esbozando una pequeña sonrisa mientras yo siento como me arden las mejillas.
- Bueno, yo tengo tu sudadera del Atlético, así que supongo que estamos en paz...
- Puedes quedarte mi sudadera Naroa, no me importa.
-Es que no iba a dártela, aún huele a ti.
Casi 20 minutos después, aparco mi coche en la puerta de la pastelería. Hace ya más de media hora que cerró y había pensado que este sería un buen sitio para poder hablar y estar solos.
Nos bajamos del coche y Kepa me sigue mientras vamos hacia la puerta de atrás. Abro con mi llave y después de desactivar la alarma lo dejo pasar y cierro para seguidamente darle a las luces. Lo veo mirarlo todo con sus manos en los bolsillos. Dejo mi bolso en el perchero y me quito la chaqueta. Kepa se quita también la chaqueta y la deja donde yo.
- Siéntate ¿quieres? - le digo señalando una de las sillas cercanas a la isla central- ¿hay algo que no te guste?
Kepa se sienta y alza una de sus cejas mirándome.
- De dulce quiero decir.
- Supongo que me gusta todo. Sorpréndeme
Kepa apoya sus codos en la mesa y me mira con una intensidad que me hace olvidar como se respira y todo. Lo que él me produce no lo he sentido nunca por nadie. Ahora que lo tengo de nuevo delante de mi me doy cuenta de lo tonta que he sido por negar lo evidente, que este chico me hace sentir mariposas en el estómago cada vez que me mira. Lo que quiere decir que siento algo por él.
Me doy la vuelta hasta ir al fondo de la habitación hacia la zona de las neveras. Miro lo que hay dentro y sonrío al ver lo que quiero. Aparto el resto de trozos de tarta hasta coger el que buscaba. Cierro la nevera y la llevo hasta la mesa. La pongo delante de Kepa y él me mira relamiéndose los labios.
- Tarta de chocolate y plátano -le digo dándole un tenedor- la he hecho yo.
Kepa alza una de sus cejas y coge el tenedor que le ofrezco. Lo veo mirar la tarta con detenimiento y pinchar un trozo con mucha delicadeza. Se lo lleva a la boca y lo veo gemir de gusto. Joder, quiero ser tenedor y que esos gemidos se ahoguen en mi boca.
- Está increíble. Hacia tiempo que no me comía una tarta casera tan buena.
Me siento al lado de él y Kepa pone el plato entre los dos. Pincho yo también la tarta y si, esta buenísima, y no es porque la haya hecho yo, es que lo está. Los ojos de Kepa están clavados en mis labios y lo veo tragar saliva. Y creí que yo era la única que estaba nerviosa...
- ¿Cómo es que se te da tan bien la repostería?
- Porque me gusta mucho supongo. Era un trasto de pequeña...
- ¿Solo de pequeña?
Miro a Kepa y le doy un empujón con mi hombro mientras pincho otro trozo de tarta.
- Pues si. Y como no paraba quieta, mi abuela me ponía a cocinar con ella. Hacía dulces para la gente del barrio y me enseño todo lo que sé. Aparte de que he hecho algún curso y lo que he aprendido por Internet. Supongo que se me da bien.
- Es más que eso Naroa. Tienes talento y se nota.
- Supongo que igual que tú con el fútbol...
- Puede ser. Pero como no juego... - Kepa alza sus hombros resignado y pincha otro trozo de tarta.
- Pues tu entrenador es idiota. Eres cien mil veces mejor que su hijo, y lo sabes...
- Creí que no tenias ni idea de fútbol... - Kepa esboza una sonrisa al mirarme
- Te equivocas. Entiendo de fútbol aunque no esté muy puesta en jugadores y todo eso... pero, sé lo que es un fuera de juego - le digo mirándolo orgullosa.
Kepa y yo nos enfrascamos en una conversación entre fútbol, la universidad y los pasteles. Me resulta muy fácil hablar con él sobre todo porque sé que me presta atención a lo que le cuento. Acaba confesándome que ayer me vio llevando la tarta a "La casa de Paloma" y que fue su amigo Ferran el que se encargó de averiguar donde trabajaba. Tanto interés en mi me hace sentir que puede que realmente le guste.
- Tuvo que ser duro irte tan joven a Londres.
Kepa tiene apoyado un codo en la mesa y una mano en la mejilla. Su otra mano ha enganchado un mechón de mi pelo y tiene sus dedos enredados en el. Mirarlo es perderme en sus ojos. Y también es sumergirme en la locura que son sus labios.
- Echaba mucho de menos a mis padres y a mis hermanos. La primera noche no paraba de llorar. Con el paso de los días sentía que ese no era mi sitio y que quería irme. Pero bueno, hice de tripas corazón y salí adelante lo mejor que pude...
- Pues lo has hecho bastante bien, desde luego.
La mirada de Kepa vuelve a posarse en la mía y sus dedos siguen jugando con mi pelo. Me muerdo los labios al mirarlo, al sentir mariposas en el estómago y tanto que quiero y deseo de él...
Kepa me cuenta como conoció a Ferran, como se hicieron buenos amigos cuando el chico, que es valenciano, lo vendieron también al Chelsea con casi la misma edad que tenía él. Cuando su amigo se vino al Atlético, Kepa se sintió bastante solo y harto ya del equipo y de la vida en Londres. Así que cuando le llegó la oferta del Atlético ni se lo pensó.
- ¿Y que hay de ti polita?
- Uy. Polita. Mi madre me llamaba así de pequeña
- Normal. Es que lo eres.
Miro a Kepa y vuelvo a sonrojarme. Él por fin suelta mi pelo y se endereza en la silla tocando su cuello.
- Debería llevarte a casa. Tienes cara de cansado - le digo apretando su brazo.
- Esta noche no he dormido muy bien y aparte hemos tenido sesión doble de entrenamiento. Algo cansado si estoy la verdad.
Me levanto de la silla y Kepa hace lo mismo hasta quedar los dos uno enfrente de otro. Me recuerda a la fiesta, a cuando estuvimos en ese armario.
- Prométeme una cosa Naroa - sus penetrantes ojos marrones me miran hasta dejarme sin aliento, hasta hacerme sentir que podría perderme en él una y otra vez.
- ¿El qué?
- Qué esta no será la última vez que nos veamos.
Lo miro con una amplia sonrisa y alargo mi mano para agarrar la suya. Sus dedos se sienten cálidos y suaves y me hacen desear no querer soltar esa mano en la vida.
- Te lo prometo - le digo apretando su mano. Kepa deja escapar un suspiro que me llega al alma
- Ahora que te he encontrado me va a ser muy difícil dejarte escapar.
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