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Qué poco santo de tu parte


Sarvente abrió los ojos aquella mañana sintiéndose extremadamente agotada, no era para menos luego de su intensa batalla contra Boyfriend el día anterior ¿Cómo fue que una simple batalla de rap acabó siendo un enfrentamiento a muerte donde liberó sus poderes demoniacos y desató su fuerza sin limites? Y lo peor de todo fue que aún así perdió ¡La derrotaron con un simple micrófono! Ese chico en serio tenía talento.

Suspiró y procedió a iniciar su mañana, se incorpó en su cama y vio que todo estaba normal, incluso su cuerpo, no había rastro alguno de su transformación demoniaca, era un alivio, a veces se le hacía complicado lidiar con su lado maligno, tendía a perder un poco el control, pero todo estaba bien, era una mañana común y corriente y como toda mañana común y corriente, le tocaba iniciar su rutina.

Fue al baño donde tomó una ducha fría, una vez terminó, salió envuelta en una toalla y se dirigió a su habitación para vestirse. Pero en el camino fue interceptada por una figura gris, en cuyo rostro se mostraba una expresión igual de gris.

—¡Oh! Hola Ruv —Saludó Sarvente con su habitual expresión cálida, pero solo silencio obtuvo como respuesta. —¿Pasa algo? No es normal tanto silencio conmigo.

—¿Por qué me lo ocultaste? 

—¿A qué te refieres? —El tema era claro, pero aún así hizo el intento desesperado de disimular.

—Ya sabes a qué me refiero.

Su expresión pétrea no dejaba entre ver ninguna emoción, pero Sarvente podía adivinar todo a través de esa máscara de piedra, estaba enfadado y ella nerviosa, tanto que no sabía bien cómo responder.

—Pensé que jamás me mentirías... —Continuó—. Y me ocultaste algo tan importante como que eres un demonio. 

—¿Me habrías creído si te lo hubiera dicho? Ocultarlo era lo mejor para los dos.

—Tú no tienes derecho a decidir qué es lo mejor para mí, además, se supone que somos un equipo, que hay confianza entre nosotros.

—¡Y así es! Confío en ti como en nadie más... —Alegó desesperada.

—¿Entonces por qué me lo ocultaste? —Ahora había decepción y dolor en su voz.

—No es nada personal, en serio. Es sólo que... Para ti seguro sería terrible aceptar que tu mejor amiga es un horrible demonio,  —desvió la mirada para que no viera la tristeza en sus ojos—. Esta condición es producto de un horrible error de mi pasado, un pasado que es solo mío y que tú no tienes por qué cargar, solo quería hacerte las cosas más fáciles, seguir siendo tu agradable amiga de la infancia y no... El monstruo que soy ahora....

—Tu pasado también es mío, no me importa si eres un monstruo, un demonio o un alien, no me importa como te ves, me importa lo que eres y eres mi amiga de la infancia, la niña con la que jugaba de pequeño y la que de adulta hizo todo lo posible por ayudarme y sacarme de la miseria en la que vivía.

—Bueno... Ayudar a la gente es mi trabajo.

Se frotó el brazo nerviosa, mientras que Ruv siguió aparentando calma.

—¿Que fue lo que te pasó? Me habían dicho habías muerto... Y así lo creí durante años, hasta que un día nos encontramos y vi que te habías vuelto más religiosa que nunca...  ¿Está relacionado eso de alguna forma con el incidente que te dejó así?

Una brisa fría recorrió el pasillo donde estaban, causandole un escalofrío a la monja. Desnuda, mojada y solo con una toalla cubriéndola no era lo mejor para mantener una conversación tan importante.

—Eh... Ruv ¿Me podrías dar cinco minutos para vestirme?

Aunque pareciera difícil creerlo, solo entonces Ruv se dio cuenta de que estaba desnuda, si bien su cara no expresó ninguna emoción, un suave rubor delató su verguenza.

—Lo siento. —Retrocedió dándole espacio a la chica.

—No me tardo, espérame en la cocina, si quieres prepara algo en lo que regreso para que podamos conversar ¿De acuerdo?

El ruso asintió emprendiendo el rumbo hacia la cocina. 

Mientras estuvo a la vista, Sarvente se mantuvo sonriendo de forma tranquilizadora, pero en cuanto se fue y ella entró a su habitación, el pánico la invadió cambiando su expresión por completo. Cayó sentada y se abrazó las rodillas asustada, sabía que algún debería contarle la verdad, pero no se sentía preparada, recordar su pasado siempre conllevaba un gran dolor, pero por él tendría que revivirlo una vez más.

Cuando la monja estuvo lista, se presentó en la cocina usando su ropa casual, un suéter rosa cuyas mangas le quedaban algo largas y una falda corta, dejó su cabello suelto el cual cayó sobre su espalda formando encantadoras ondas, lucía lustroso y suave, muy bien arreglado, cosa obvia considerando que se entretuvo casi 10 minutos peinándolo solo para hacer tiempo y retrasar la conversación lo más posible.

Ruv estaba sentado en la mesa de la cocina tomando un té, no dijo nada, solo esperó a que su compañera tomara asiento y empezara su relato.

—Bien Ruv... Creo que llegó la hora de contarte toda la verdad...

Ruv solo mantuvo silencio, cosa que exacerbaba su nerviosismo, pero no permitió que su determinación flaqueara, respiró profundamente y continuó.

—Como tú sabrás... Hice cosas muy malas en mi adolescencia... Cosas terribles...

Eso no era nada nuevo para él, incluso él mismo participó de algunos de esos delitos.

—Y un día, eso me cobró factura... —Sus ojos se pusieron vidriosos al pensar en todos los pecados cometidos, pero de alguna forma se las arregló para mantener la estabilidad en su voz— Cuando te dijeron que había muerto... Era verdad.

Justo en ese momento Ruv estaba tomando un sorbo de su té, pero al escuchar esa noticia escupió lo que tenía en la boca de la sorpresa ¿Sarvente había muerto? ¿Quién fue el que lo hizo? Era cierto que ella en su pasado fue una mala persona, pero eso no les daba derecho a matarla, si se encontraba con el malnacido que había hecho eso lo lamentaría.

—Luego de morir, el peso de mis crímenes fue tal que me enviaron al infierno... Ahora era un demonio... Pero no me dejaron entrar, dijeron que había algo malo con mi alma y me prohibieron el paso.... —Las manos de sarvente temblaban debajo de la mesa—. No me dejaron ir al infierno, en el cielo obviamente no me aceptarían, quedé atrapada en el mundo de los vivos, era un demonio que nadie querría y que jamás sería acogido por nadie, sufrí tanto... —Las lágrimas que tanto luchó por contender finalmente se abrieron paso—. Yo ya estaba condenada... Pero pensé en todos aquellos que aún estaban vivos y que todavía tenían oportunidad de redimirse.... Sobre todo pensé en ti... No quiero que nadie más pase por lo que yo pasé, por eso decidí dedicar mi existencia a ayudar a los demás y guiarlos por el camino del bien...

Y ya estaba, la verdad había sido revelada y resultó ser más sorprendente y horrible de lo que esperaba, pero Ruv no dijo nada, no tenía nada que decir, nunca fue de muchas palabras, era más de acciones, así que se puso de pie, se acercó a la monja y limpió cariñosamente sus lágrimas, era su manera de demostrar que la aceptaba y la perdonaba, no era suficiente para quitar la tristeza en Sarvente, pero ella agradecía el gesto.

—Te has esforzado mucho en tu misión de ayudar a todos ¿Verdad? —Dijo Ruv— Salvar a los pecadores es un trabajo muy duro, pero quizás sea hora de tomarse un pequeño descanso.

—¡Pero Ruv! ¡Debo ayudar a la gente! Yo...

El ruso colocó un dedo sobre los labios de la chica cortando sus palabras.

—Para ayudar a las personas, primero tienes que estar bien. Desgastaste tu corazón en tu misión durante mucho tiempo y necesitas recuperarte, sobre todo luego de lo que pasó con la rata de cabello azul.

—¿Boyfriend? Era un buen chico... Pero admito que me estresó un poco...

—Un estrés acumulado de años, con más razón necesitas descansar.

—¿Algo así  como unas vacaciones? No lo sé... —Sarv se quedó pensativa— Si no me dedico a la iglesia ¿Qué voy a hacer con todo el tiempo libre?

—¿Qué tal un viaje? Iré contigo, la pasaremos bien, prometo portarme bien y no meterme en problemas —Luego agregó en un susurro para sí mismo— O al menos intentarlo.

—¡De acuerdo!

El panorama de viajar con Ruv la entusiasmaba más de lo que quería admitir, y con tanta emoción desbordándola no pudo evitar abrazar a su compañero, esto lo incomodaba un poco, pero era una molestia menor a cambio de volver a verla sonrir.

—¿Y hay algún lugar al cuál te gustaría ir? —Preguntó Ruv.

—¡A donde el destino nos lleve! La verdad cualquier lugar bonito estará bien si vamos juntos —Le dedico una sonrisa radiante— Andando Ruv, prepara tus maletas.

—Ya están listas.

—¿Eh? —Esto tomó a la monja por sorpresa.— Espera ¿Esto lo tenías planeado de antes?

—Tal vez... La verdad hacía un tiempo que pensaba que necesitabas unas vacaciones e hice algunos planes, solo buscaba un buen momento para invitarte.

—Eres un pillo —dijo entre risas— Bueno, yo no tengo nada preparado así que me toca hacer la maleta, dame una hora para alistarme ya regreso.

—Tómate tu tiempo, no iré a ningún lado.

La chica desapareció rumbo a su habitación para hacer los preparativos de su viaje, mientras que el ruso optó por quedarse en la cocina meditando, la cantidad de información impactante que había recibido ese día era mucha y necesitaba procesarla.

"Vaya lío de chica que es Sarv" pensó para sí mismo


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Cambios que hice respecto al original:

1 Primero, cambié el título del fic y el título del capítulo, no me gusta usar títulos en ingles, así que todo en español no mas.

2 Cambié los diálogos para hacerlos más dramáticos. Soy mucho de resaltar las emociones de los personajes, el original estaba bastante bien, pero para mi gusto le faltaba un poco, de todos modos el gran fuerte de Soft Lottus son las peleas.


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