Capitulo 4. Epifanía.
Me he resbalado en la entrada y caído de bruces, al parecer mi inutilidad a alcanzado un nuevo nivel, y la razón es que siempre fui muy buena en los deportes, todo lo que requiere actividad física sobresalí, pero desde ayer me he desmayado, caído y si no me he roto la cara es porque he tenido suerte, definitivamente la combinación resaca, trasnocha y zapatos altos no es mi fuerte, siento que Hannah merece velas a su alrededor, porque ella lo hace genial y se ve brillante, sin comparar la altura de sus zapatos con los míos, es una diosa del postparty.
Me levanto incómoda, el hermano de mi jefe ha de creer que soy retrasada porque me ha ayudado a levantar, lo miro extrañada y creo que entiende mi incomodidad porque me da una explicación barata pero no me suelta, ahora me toma de la cintura.
—Estás débil, tu cuerpo está muy débil, la falta de sueño y comida, más el exceso de estrés que has sufrido las últimas semanas ha llegado a este resultado— Me sujeta más fuerte cuando trato de deshacerme del abrazo.
—Este es mi apartamento— Digo para que me suelte y me de espacio, no me agrada que me tomen como damisela en apuros, puedo sostenerme sola, sacó las llaves de mi bolso y no retira del todo su mano, estoy a punto de advertirle sobre sus futura fractura de su brazo si no se aleja de mí, cuando la puerta se abre, y mi jefe me mira sorprendido, aunque su mirada cambia en pocos segundos, ahora está enojado, y no entiendo el porqué o si di la impresión de que iba a caer pero el señor Andrés me toma fuerte de la cintura.
Como me molesta esta situación, avanzo dos pasos y él me sigue con sólo uno, entramos al apartamento, y con una mirada nada sutil le digo que me suelte, si el problema es mi equilibrio, entonces me quitó los zapatos y me libero.
—Hola señor ¿Pudo descansar? ¿Ya comió algo?— Cuándo lo digo recuerdo que mi nevera no tiene mucho que ofrecer.
—Sí, gracias, me atreví y comí cereales y además utilicé el cuarto de lavado... También la ducha— Me alegra que se haya ocupado de sus asuntos.
—¿Quieren algo caliente de beber?— Una persona preciada para mí, me enseñó que sin importar qué, siempre hay que atender a los invitados, a esa persona le debo demasiado.
—No deberías quitarte los zapatos así, el suelo frío puede hacerte daño y además, has estado muy enferma el día de hoy, déjame atenderte— Ahora quiero partirle algo más que sus brazos, mientras mentalmente lo asesino.
—Mi casa, mis reglas y ustedes son los invitados, así que si no se piensan ir señor Andrés, espero que entienda eso— La firmeza de mi voz le da la suficiente fuerza a mis palabras para que quede bien en claro que el mismísimo presidente puede estar aquí, pero soy yo quien mando en este pequeño lugar, mi lugar.
Mi jefe hace una graciosa contorsión en su rostro, creo que está evitando reírse de su hermano mayor, y sus ojos brillan.
—Si no te molesta si me gustaría algo de té, pero creo que no tienes, iré a la tienda más cercana.
—No es necesario— Me giro y reviso la tableta instalada en la puerta, amo la tecnología y es en lo único que he invertido en este apartamento, el sistema de la tableta conectada a internet hace mis compras en línea, escojo la opción de mercado y pongo en el carrito un par de cosas, ahora que he descansado, estoy hambrienta.
—Si me permiten, me voy a retirar para ponerme ropa cómoda, les dejo para que hablen y de antemano les invito a que se queden para comer algo— Mi jefe me mira extrañado mientras su hermano me mira ansioso, creo que el tampoco a probado bocado en lo que lleva del día y son un poco más de las tres de la tarde— Por cierto, cuando llegue el pedido no intenten abrir la puerta o se activará la alarma.
Desaparezco de la sala rápidamente, no quiero que me pregunten por mí extraño sistema de alarma, mis amigas tampoco lo entienden pero han dejado de preguntar en especial desde que les di la clave de activación, pronto tendré mi cerradura electrónica y todo mi sistema será perfectamente vigilado, no le temo al coco, pero ser mujer soltera es difícil en una sociedad corrupta, y ser yo, bueno eso no lo hace más sencillo.
Me lavo la cara y el maquillaje no se cae fácilmente, así que pienso en comprar desmaquillante, me quito el ajustado traje, siento que me libero si no tuviera visitas entraría en modo callejero, pero tengo que ser decente, así que me pongo un pantalón de algodón bastante holgado es negro, porque amo la ropa negra y gris, y además cómoda, me pongo una camisilla, y encima de ella un gran buso, que sensación tan maravillosa todo mi cuerpo tiene espacio para deambular por la tela, y me pongo medias, si un mal vicio que tengo desde la universidad, andar por todos lados en medias... Mi casa, mis reglas.
Salgo de nuevo y me doy cuenta que los hermanos sostienen una discusión en voz baja, creo que el señor Andrés le ha dicho a mi jefe la sugerencia/orden de su padre de quedarse aquí fuera del alcance de las cámaras.
Me iba a devolver para no interrumpir pero suena el timbre, miro el reloj, no creo que yo me haya demorado tanto cambiándome o el pedido llegara tan pronto, así que reviso mi tableta extrañada, es Darío, mi guardaespaldas y vecino, pulso el botón para poder hablar sin abrir la puerta.
—Hola Da.
—Hola Vale ¿Estás bien?— Su pregunta me extraña más que su intromisión
—Sí...
—Hannah ha llamado cada media hora, dice que no le contestas el celular ni los mensajes al correo, está preocupada, acabo de llegar de la universidad y revisé los vídeos de seguridad y sé que estás con dos hombres allí.
—Ah... S, sí estoy bien, tengo mi celular en silencio desde el trabajo y los dos hombres son Andrés Y Adrián Marqués, es algo del trabajo'.
—Ok, Vale, si necesitas donde ocultar a tu jefe por lo de las noticias me avisas, sabes qué cuentas conmigo...
—¿Noticias?
—Pasa más rato por mi apartamento y te muestro, dile a tu jefe que le debe mucho a mi jefa... Hizo un home run con la manera en que lo manejo.
—Más rato paso entonces... —Cuelgo por así decirlo— Mierda ¿Qué hiciste Laura?
Darío, es un chico universitario, tiene la misma edad que yo, pero es nuestro guardaespaldas, es muy observador e inteligente, por eso Laura le paga para verificar noticias, o para ayudarnos cuando nos vamos de juerga y nos estamos metiendo en problemas, básicamente es el encargado de ayudarnos para que no metamos la pata y sacarnos en caso de que lo hagamos.
—¿Cuál noticia?— Pregunta mi jefe
—Imagino que es su ruptura señor, con la señorita Patricia, pero en verdad no estoy segura y no sé si es por redes o también está en televisión.
El timbre vuelve a sonar, miro por la tableta y veo que es Matt el chico que hace los mandados de la tienda local, así que le abro la puerta.
—Hola Matt.
—Hola Val ¿Ese milagro que estés de día en casa en un día laboral?
—Ah... Pues básicamente lo de siempre, que no los llame no significa que no esté— Odio la gente curiosa, sea por bien o por mal, no quiero que nadie sepa mi horario.
—Veo que estás con tu novio— Cuando dice eso, me giro para ver lo que él está viendo y me doy cuenta de que mi jefe está detrás de mí, creo que piensa pagar por qué tiene la mano en el bolsillo de su pantalón.
—Eh... Si, ya sabes una cena deliciosa para compartir— Sé que en mi voz no hay ninguna emoción pero esa es la gracia, que no tenga idea de que estoy pensando, pulso nuevamente la tableta —Listo, te he dado una propina por ser tan veloz.
Se retiró por fin, llevo las cosas a la cocina y veo al Señor Andrés con cara de mil preguntas, lo ignoro, busco mi celular y no lo encuentro, así que accedo a la tableta que tengo en la cocina, todas las tabletas están sincronizadas entre ellas y con ellas puedo ejecutar varias cosas, además de acceder a mi teléfono y correo electrónico, el cual no he visto desde que dejé la junta está mañana debido a que el Señor Marqués padre la tomó consigo, todo el apartamento está adaptado con un sistema soundround el cuál depende de las tabletas, pero el sonido en el interior no se puede escuchar afuera, Hannah lo hizo para tener fiestas adentro sin molestar afuera y así no tener la presencia de la policía cuando se volvía loca y debido al sistema de sonido parecido al de un auto, se podía conversar a pesar de tener alto el volumen.
Me pongo a escuchar el buzón de mensajes mientras saco los ingredientes para la comida, he decidido preparar spaghetti, es rápido y práctico, además tengo muchísima hambre así que como acostumbro, le preparé con verduras y carnes en un solo plato.
Pulso el número uno en la tableta que da inicio a los mensajes, mi jefe se acerca y se da cuenta de lo que planeó y se lava las manos mientras se encarga sin preguntar de marinar la carne, yo pico los vegetales y Andrés pone la olla en la estufa, me molesta muchísimo, pero creo que si no preguntaron fue a propósito, respiro con calma... Trabajamos en silencio, entonces empiezan a sonar los mensajes.
Mensaje enviado a las seis en punto:
—Vale, Vale... Te ves preciosa, me alegra poder verte así, ves yo tengo razón y ustedes dos pasarían por hermanas, Lau Lau me comentó que quieres salir por unos tragos, si te vas cómo saliste hoy para tu oficina te compro el bar linda, besos, te amooo...
Mensaje enviado a las nueve:
—Hola mi Vale, Vale, me acabo de enterar, debes estar vuelta un ocho por culpa de las estupideces de esa idiota, te dije un millón de veces que separaras al ricolino de tu jefe de esa fácil y mira ahora debes estar ocupada limpiando su mierdero... Lau Lau está preocupada por ti, sé que tú jefe está más bueno que el pan integral y que tiene hermanos tan bellos y sanos que parecen comida gourmet pero no deberías involucrarte tanto, ya sabes, deja que los adultos se hagan cargo de sus cosas nena... Por cierto el rumor, se extendió en mi oficina no creo que Lau Lau pueda retener más la noticia, besos y llámame.
Para este momento creo que ya era más roja que los tomates que picaba, pero cuándo fui a quitar los mensajes mi jefe me miró con cara de que si quitaba los mensajes sería asesinada, no sé si era por la vergüenza o por el hambre pero por primera vez sentí que me estaba intimidando.
Mensaje enviado a las diez con doce
—Demonios Valeria, te he estado llamando toda la mañana, como no pude contactarte no pude avisarte antes, pero he soltado la noticia primero en mi diario, he acordado con los otros periodistas en no manchar el nombre de esa imbécil por un jugoso soborno a la empresa pero estamos en problemas, uno de los chicos investigó de que secretaria hablaban los dos y es que al parecer a tu jefazo imbécil se le ha salido tu nombre un par de veces en público, así que irán por ti nena...
Mensaje enviado a las once
No quería escuchar más mensajes, paré de hacer lo que estaba haciendo, quería salir y clavar mi bello cuchillo en el cráneo vacío de esa mujer.
—Llamé a tu oficina y no hubo respuesta tampoco, hablé con Mario, me comentó lo que le habías pedido, y además que te desmayaste a la oficina no le diré a H, si me llamas pronto, por cierto tengo un par de lindas fotos que tienes que explicarme y para que tengas una idea ¿Cómo diste con Alejandra?
Dejo el cuchillo en la mesa y como si de un baldado de agua fría se tratara el recuerdo de una chica maltratada que conocí en la universidad se me vino a la mente, claro, por eso me miró así, por eso me habló como si me conociera, diablos, ahora volverá a pasar desapercibida, apago la estufa y dejo todo en la mesa, voy a salir a buscarla, pero antes me tropiezo con las dos figuras masculinas frente a mí, genial, los olvidé, me concentré en escuchar los mensajes... Qué al parecer no habían terminado.
—Tu jefe y tú están desaparecidos ¿Dónde diablos estás? Tengo algo que decirte y además estoy muy preocupada el rumbo que está tomando este asunto, le he prometido mi bello cuerpo a Mario para que me ayude, y no te atrevas a poner tus ojos en blanco morena, el hecho de que estemos saliendo no estaba afectando nuestros trabajos, llamé nuevamente a tu oficina y no me dan razón de ti, las putisecretarias que tiene tu jefe apenas y se están enterando de lo que está pasando, de razón de tu jefe no te deja ir, son unas ineptas... Hannah está muy preocupada por qué no le llamas ni respondes sus mensajes.
—¿Vale Vale? Belleza mía, acabo de llamar al jefe de tu jefe y me ha dicho que te ha dado una semana de descanso, y que su guapasimo hijo mayor salió contigo, si estás revolcándote con uno de esos bizcochos más te vale que le digas a mamá, porque mamá se está poniendo furiosa de que no contestes los malditos mensajes— La voz de Hannah ahora se escuchaba irritada— Tienes hasta que salga del trabajo, tengo un cliente, pero ya miraré como deshacerme de esa persona, bye bye Vale Vale.
—Maldita seas Sanz, Matt me llamó para decirme que estás en casa con un hombre, más te vale que cuando llegue dejes esas nalgas pálidas al aire, porque sangraran esta noche por los azotes, no solo me haces preocuparme sino que estás tranquilita haciéndole la cena y esperando ser comida, Laura y yo estaremos en quince minutos en tu casa, y prepárate chica, porque te voy a dar tan duro que no te podrás sentar en una semana, por cierto hablé con tu doc, y ya hizo una incapacidad médica para una semana más, nos iremos de vacaciones forzosas para llevarte a la cabaña y hacerte gritar sin que nadie te escuche... Mamá está furiosa.
¡Dios! Hannah es así, pero no creí que nadie pudiera escuchar sus estupideces, me tapo la cara con las manos mientras veo por en medio de mis dedos que la cara de los Marqués en este momento es un chiste, creo que jamás habían pensado en mí con pareja y menos como lesbiana, y ahora gracias a la 'casual' manera de hablar de mi mejor amiga que se cree mi madre, ahora deben estar pensando lo peor, prometo que Hannah me lo va a pagar... Hay otro mensaje de Laura donde menciona lo que ha de traer para comer, pero casi no escucho nada porque no me puedo concentrar, quiero correr de allí pero mis pies están atados al piso, oigo la puerta abrirse y por fin despego mis pies, para salir a ver a mis amigas, nadie más puede entrar a mi apartamento así.
Las veo entrar, Laura entra con un montón de bolsas de mercado, mientras Hannah entra con esa fuerza que la caracteriza, tiene una fusta en la mano, seguro la estaba comprando mientras dejó el mensaje, tan imponente como siempre.
—Ahora si perra, desnuda ese culo porque me vas a decir porque mierdas no me contestabas el celular— Traté de advertirle que tenía compañía pero es demasiado tarde, no los veo pero escucho los pasos llegar del primero y luego del segundo.
La cara de Hannah acaba de perder todo el color de su piel morena, y unos segundos después estaba tan roja que pensé que se iba a explotar, Laura ya no pudo contener la risa, y tuvo que soltar las bolsas para agarrarse del estómago de tanto reír, no creo que un peor escenario haya podido existir, Hannah al mejor estilo adolescente corrió a mi habitación, solo brota de mi un suspiro.
Después de un rato, Laura les explica que Hannah solo es así con nosotras, la verdad es que en ese sentido es muy tímida, el señor Andrés también parece reír aunque mi jefe y yo nos mantenemos serios, para ser honestos si me causa gracia pero no como para reírme a carcajadas, es hora de continuar con la comida aún tengo hambre, así que solo me retiro a la cocina y agrando el menú, seguramente esas dos no se irán hasta que mi jefe y su hermano se vayan para acorralarme a preguntas.
Minutos después llega mi jefe a la cocina con las bolsas de mercado, empieza a limpiar y a colocar todo en su lugar me sorprende que esté tan familiarizado con el lugar, es decir no cualquiera sabe cuál es lugar de las cosas en la cocina, y menos alguien de tan elevado estatus social como son la familia Marqués, y por lo que vi el Señor Andrés tampoco es indiferente a las tareas del hogar.
—¿Qué tipo de spaghetti tienes en mente?— La pregunta de mi jefe me saca mordazmente de mis pensamientos, pero a la vez me hace fruncir el seño sin querer, tengo que pensar lo que me dice pero no logro comprender a lo que se refiere.
—¿Tipo? Es spaghetti de trigo...
—Me refiero a que hay varias maneras de servir el spaghetti, a la Alfredo, a la carbonara, a la boloñesa, en salsa bechamel...
—Ah... Salsa con vegetales y carnes.
—¡Ay cariño!— Interrumpió Laura —Si esperas un plato con nombre especial no lo encontrarás aquí, solo son platos a la Sanz, es algo así como nuestro Ratatouille...
Laura puso su mano en el hombro de mi jefe, el cuál se incomodó y de una manera muy sutil se alejó de ella y se refugió a mi lado, como si se encendiera una bombilla dentro de mi cerebro, lo entendí...
No es que Adrián Marqués no fuera una mala persona, solo detesta las muestras de afecto en público, jamás he visto a sus padres darse un beso o tener una muestra de afecto más allá de tomarse de las manos, a ninguno de los Marqués se les ve en rumores de faldas, pero es que no solo les enseñaron a ser leales, sino que su forma de ser es hacer cohibidos ante el público y Patricia ama el exhibicionismo, a diferencia de ellos a ella la educaron con falta de amor y si no se grita a los cuatro vientos que la aman ella no la va a entender ¡Oh Demonios! Si le fue infiel... Ella le puso los cuernos a mi jefe y ahora va a necesitar un conejillo de indias para encubrir su error... Lo peor, su conejillo seré yo, él lo sabía por eso para sacarme de la jugada me ha despedido, pero no soy una damisela en peligro, no dejaré que arruinen mis planes por un infantilismo de una idiota irresponsable, ya verán.
—Ya te diste cuenta ¿No?— Pregunta Laura con una sonrisa ladina, al parecer estoy apretando el cuchillo más de lo debido —¿Qué harás?
—Contraatacar por supuesto, le daré un golpe que la dejará tranquila por un buen tiempo— Creo que la ira es latente sobre mi rostro.
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