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Capítulo 30. Arigatō (Gracias)

Antes de empezar quiero decir unas palabras de agradecimiento, sé que ahora hay nuevos lectores y estoy muy agradecida por ello, pero eso me hace olvidar que hay quienes han estado desde el principio cuando escribía solo para mí, luego para unos pocos...

Gracias por seguir hasta aquí.

kika1776

ClauReyesCarrion

lxb199

Sus fuertes manos se apoderan de mi en un abrazo, y su boca de la mía con una pasión indestructible.

Pone pequeños besos exploradores en mi cuello, y siento que el fuego me está consumiendo y un toque eléctrico que llega al fondo de mi intimidad.

Me alza y le rodeó con mi piernas, usa de apoyo mi espalda contra la pared y acerca su miembro para que sienta lo duro que está y como si él fuera un imán y yo de metal... Quiero se funda en mí, como si fuera una ley, una necesidad... Él y yo nos atraemos a un nivel cósmico.

Escucho como mi pobre short es desgarrado junto a mis panties, no sabía que tenía tanta fuerza o tantas ganas.

—¿Te quitas la blusa o lo hago yo?— Dice entre jadeos y esa mirada... Ahora siento, lo que debió sentir Caperucita cuando el lobo le miraba hambriento. 

Pensando en la supervivencia de mi camisa y brassier le obedezco.

Me atrapa las manos que antes estaban entre su cabello y espalda, las captura contra la pared en alto, dejando mi pecho descubierto y vulnerable... Y me derrito cuando acaricia mis pechos, no hay nada de sencillez ni ternura en ello, lo peor, no quiero que lo sea... 

Es demasiado adictivo sentir como su lengua corre alrededor de mis senos, y con fuerza los atrapa, pero a la vez con suavidad y ternura acaricia la punta de ellos, lo cual envía a una descarga eléctrica directo a mi entrepierna, un gemido de placer se me escapa, y él me responde con gruñido... Evitamos subir la voz, pero los acontecimientos no son aliados.

Por fin deja la deliciosa tortura de mis pechos, y me suelta mis cansados brazos, pero los guía hacia su cuello. Con uno de sus brazos me hace abrir más las pierna, y su otra mano se escabulle en medio de nosotros, sus dedos tocan mi sexo y yo siento enloquecer... Los hace girar y palpa suavemente para alcanzar un nuevo nivel de tortura ¿Cómo puede hacerme esto? 

—Te extrañé— Me dice al oído, el aire que expulsa atraviesa mi cerebro... Solo me sistema nervioso es que el responde con pequeñas convulsiones ante el masaje que recibo de sus infames dedos.

No puedo hablar, olvidé cómo se hace... siento como uno de sus dedos invade mi ser, mientras el verdugo pulgar sigue masajeando ese punto especial que parece el botón de la locura. Siento como un nuevo invasor se reúne con su compañero haciendo estragos en mi buen juicio... o lo que queda de él. Parte de mí aún puede razonar, y esa parte entiende que es la necesidad de ser normal, de dejarse llevar por la locura, y confiar en el ser amado que se le permite ver y conocer nuestro estado más vulnerable, no tengo otro más vulnerable que estar desnuda a su merced.

—Estás muy mojada...— Yo afirmo, es que sería imposible si no... Tendría que ser de hielo —Te voy a bajar, pero quiero que te dejes llevar.

Me dice y yo afirmo, y obedezco. Aquí empiezo a conocer mi etapa de títere... Apenas pongo los pies en el suelo, me recibe con un beso, de esos que te vuelven el cerebro como queso fundido. Me doy cuenta que ha estado reteniendo mi orgasmo porque cuando estoy a punto de llegar a él, de una manera deslumbrante cambia de acción dejándome en una especie de limbo.

Me hace girar, ahora estoy frente a la pared, se inclina y toma el lóbulo de mi oreja con sus dientes y estoy a punto de estallar de nuevo, me empiezo a sentir un poco frustrada y molesta, al parecer él lo nota, porque le doy un golpe a la pared.

—Ya estás lista— Frunzo el ceño aunque no me pueda ver, me toma de las manos y hace que las ponga en la pared, ahora guía mis caderas hacia afuera exponiendo mi trasero, siento que se aleja por unos segundos... Cuando giro mi rostro para encontrarlo, lo veo rompiendo una bolsita plateada... ¡Demonios! Se me había olvidado...— Mel, te amo.

Me toma desde atrás, empieza suavemente, pero en poco tiempo empieza a bombear de duro y rápido, no le toma mucho hacerme llegar a un orgasmo abrumador, no estoy muy segura... Pero creo que grité, porque él me pone la mano en la boca, el clímax fue tan devastador que termino sin fuerzas en lo brazos y recuesto mi pecho contra la pared, mientras este amortigua el movimiento de las embestidas que aún no cesan. Me pone algo de tela en la boca para que no salga el sonido seguramente... pero no entiendo el porqué.

Hasta que siento nuevamente a los invasores dedos recorriendo mi pequeña válvula de placer, no he me recuperado aún y sin embargo siento como el calor de mi cuerpo se eleva nuevamente y ahora espero cada embestida con ansias, cuando pensé que no podía hacer más, se empieza mover más fuerte... Una oleada del más exquisito placer brota de mi ser, creo que estoy en el cielo... o más bien en el infierno, igual los demonios lo disfrutan.

Un par de embestidas más y culmina, lo sé porque se aferra a mis caderas como si su vida dependiera de ello. Mi cuerpo intenta recuperarse del bombardeo nuclear que ha sufrido por dentro, es demasiado y caigo de rodillas al suelo, perdiendo algo más que la cordura.

Intenta decirme algo, pero me doy cuenta que también tiene un trapo en la boca y eso me hace reír, bueno, eso pasa cuando tienes hijos. Lo tira, me sonríe y me alza para llevarme a la cama.

—¿Te gustó la obertura?— Abro mis ojos grandes. 

—¿Qué?

—Esto apenas es el comienzo, y teniendo ya casi diez años de relación— Se ríe por la broma —Teniendo hijos tan grandes, es hora de que experimentemos toda una función de ópera ¿Podrás aguantar?

—Estás loco.

—Claro, que estoy loco. Loco de amor por tí y de deseo, después de todo eres la madres de mis hijos, mi esposa, mi compañera y el amor de mi vida— Si el corazón sintiera orgasmos acaba de ser llevado al clímax también.

—Yo también te amo con todo mi ser. 

—Bueno, descansa un poco, mientras recuperas las fuerzas... Porque quiero entender el kamasutra— Me hala a la esquina de la cama. Hace que mi entrepierna quede expuesta frente a su rostro —Cariño, prepárate... Porque vas a morir esta noche, a punta de snusnus— El muy cretino me hace reír... 

Se retira un momento y yo dejo que mis piernas cuelguen de la cama, cierro los ojos un momento y siento como mi cerebro empieza a funcionar de nuevo, ha sido asombroso.

Muerdo mis labios pensando en los acontecimientos que acaban de suceder, puedo acostumbrarme a esto.

Entonces lo siento llegar, pero no abro mis ojos, solo espero a que se suba a la cama, pero no lo hace, solo me abre las piernas y siento su respiración demasiado cerca, trato de sentarme para entender lo que está pasando, pero un intruso nuevo explora dentro de mí, cuando casi logro verlo, me empuja y caigo de espaldas contra el colchón.

Juega con mi clítoris, como si fuese un dulce, una parte de mí se siente avergonzada así que intento cerrar las piernas, pero me detiene con sus fuertes brazos y obliga a que la parte de mí que lo está disfrutando tome el mando ¡Diablos! Una ya conocida corriente se dirige desde la punta de mis desde hasta mi cerebro, estiro mis pies como si fuese una bailarina de ballet en plena danza. Mi piel se eriza completamente advirtiendo lo que viene... Esto no es normal, no lleva ni cinco minutos allí abajo ¿Cómo puede hacer que mi cuerpo reaccione de esa manera? 

Me pongo la almohada en mi cara y me tapo con fuerza, siento que estoy a punto de llegar... Pero no alcanzo la meta, me empuja a la cama para que mis piernas queden dentro. Me da la vuelta como si fuera una muñeca de felpa sin ningún peso. 

—Apóyate en las rodillas— Me ordena, pero su voz no es la misma, es más bien un sonido más gutural que me hace mojar más de lo que ya estoy. Sí, mi cuerpo reconoce cuando alguien lo desea con tanta pasión. 

Cuándo le hago caso a su petición, y me pecho queda contra la cama, lo siento dentro de mí, aún con más fuerza que la vez anterior, y empieza a bombear dentro, rápido y enérgicamente. No puedo determinar el tiempo que le toma hacernos llegar a la culminación más placentera, y eso es porque mi cerebro se ha vuelto a detener, solo espera la explosión de sensaciones que lo hará palpitar de nuevo. Y lo logra, por suerte aún tengo la almohada para poder amortiguar el grito. 

Después de terminar me tumba sobre la cama, y se acomoda a mi lado en un sudoroso abrazo. Me doy la vuelta para encontrarnos frente a frente, me recibe con un beso.

—¿Por qué has hecho todo eso?— Al parecer mis neuronas inquisitivas ya están de vuelta.

—¿Hacer qué específicamente?

—Bueno... Todo eso— Me siento tímida, en serio, no sé qué me pasa.

—Cuando te fuiste te extrañé mucho, pensé en cientos de cosas, en especial en las que haría si podía volver a verte, y en las que te haría si podía volver a tenerte... Siempre llegué a la misma conclusión, voy a hacerte feliz. 

Aprendí a hacer algunas cosas básicas en la cocina, he aprendido un poco de sistemas, y entonces llegó una noche en la que pensé que él día que pudiera estar contigo en la cama, te iba a marcar. Quiero decir, mostrarte que eres mía. 

Busqué en internet como complacer a una mujer física, emocional y sexualmente, e incluso, esto no se lo puedes decir a nadie porque lo negaré... Compré un celular descartable para llamar a una línea erótica y preguntar muchas cosas, no tuve sexo telefónico ni nada de eso, pero aprendí muchos trucos. Pero hay un defecto, no te puedo tomar de frente, porque ver tu hermoso rostro haciendo gestos tan sensuales hace que pierda el control... Así que por eso... Eso.

—¿En serio llamaste a una línea erótica? 

—¿Eso fue todo lo que escuchaste?— Me hace reír su pregunta.

—En parte sí— Bostezo.

—Ey, aún no te puedes dormir... Apenas viene la mejor parte, permíteme hacerte el amor, hasta que te enamores tanto de mí, que cuando seamos viejitos y ya mi pene no se levante jamás puedas perdonarme.

Lo que sucede después es un ir y venir interminable de besos, caricias sencillas que tocan el alma ya no se trata del incontrolable placer, sino de la cercanía de fundirse en uno solo. Y es hermoso.

—Es triste.

—¿Qué?— Le pregunto a su razonamiento después sentarme en su regazo.

—Que el himno de la alegría sea recordado con tristeza y nostalgia.

—Oh sí, ayer los escuché hablando de eso y te iba a preguntar el porqué. 

—Es porque es la última sinfonía que compuso Beethoven, estaba muy enfermo cuando lo hizo, lo logró con su último aliento por así decirlo, es solo que fue la apertura a un nuevo comienzo en la música, lo que él hizo nadie ha podido superarlo... Pero para los artistas, decirle alguien que está en su novena sinfonía es decir que no alcanzará mayor logro, que su carrera llegó a lo alto y no hay más.

—Si fuese una película, entonces sería la última proeza que haría el héroe antes de morir...

—Sí, más o menos.

—Oh...— Bostezo de cansancio, la luz entra por la ventanas y el levanta sus brazos para que me recueste en su pecho.

—Descansa...— Cierro los ojos y me dejo llevar.

Mis ojos se abren nuevamente y con mucho pesar, porque mi vejiga está a punto de explotar... Miro el reloj son apenas las cinco. Llego la baño como puedo y lo descargo todo.

Me lavo los dientes y la cara. Aunque aún me siento somnolienta decido ducharme, los bebés no demoran en despertar, mi pecho me está matando duele mucho... Creo que por las caricias aumentó la producción de leche, eso me hace reír... Ahora soy una vaca según mis pensamientos.

Juraría que mis senos están más grandes, menos mal Adrián no se  atrevió a besarme o chuparme los pesos, habría cenado... Siento un poco de repulsión por eso, y no entiendo porqué, si es el alimento de mis hijos. 

Al salir de la habitación del baño, me pongo una pijama sencilla, el pantalón no es muy largo y la camisa es de tirantes, me duele que la tela roce mis pezones y me fastidia demasiado.

—Buenas tardes mamá— Me dice mi hija, quién está en la sala jugando con una pianola sin sonido.

—Buenas tardes amor— Digo un poco confundida.

—Veo que ya despertó tú mamá— Adrián le habla al pequeño que tiene en sus brazos.

—Apenas son las cinco— Digo en forma de protesta.

—De la tarde...— Eso explica muchas cosas. Antes de que pueda decir algo más me besa —Te regalo este niño, yo voy por el otro, dame unos minutos y te sirvo algo de comer.

Me dirijo a la sala, y pongo al nene en su sillita y voy por mi aparatito para sacar la leche, el erotismo de la noche se va volando lejos de aquí y entra el espíritu maternal. 

....

Por fin llega la tan esperada semana, el cumpleaños de Eliza, quién ha decidido portar un nuevo nombre, pero no nos dirá hasta que estemos todos juntos, viajamos a Roma, nunca pensé que podría llegar a conocer el mundo de esta forma, nos quedaremos todos en la mansión de Luciano, la cual hace parecer la mansión de los Marqués como una casita cualquiera. 

El maldito vive en un castillo, es lo más bello que he visto, estoy enamorada. Sin mencionar que tiene un viñedo espectacular, sé dónde viviré próximamente.

Hemos decidido hacer una fiesta especial, porque es la primera que Eliza pasará al lado de su familia biológica, por desgracia aún no nos acompañará Romeo a quién quiero conocer, pero hasta los padres de Adrián vendrán en esta ocasión. Ni yo puedo creer que tengamos a tantas personas alrededor de mi hermano y yo, siempre estuvimos tan solas.

Cuándo llegamos al castillo no esperan grandes habitaciones, la de los gemelos es preciosa y al lado la nuestra, que es el doble de grande que el apartamento en el que estábamos en Londres, Eliza en cambio estará en una habitación más alejada, la cuál es tan grande como en la que me hospedaré, allí la espera un piano y un violín, me imagino que algún comentario hecho a Luciano respecto a la discusión entre Adrián y Eliza tuvo que ver.

Me siento cansada y ya que hay dos niñeras especializadas para atender a los bebés decido descansar un rato, Eliza ha conocido a sus primos mayores y se ve feliz, me alegra eso.

Pronto llegarán Hannah y Santiago, quienes son los encargados de organizar el evento, quería hacerlo yo misma, pero ninguno de los tres me dieron opción.

Tomo un buen baño, me pongo unos vaqueros holgados, una camisa blanca y encima una chaqueta negra de cuero. Y salgo a buscar mis hijos, no me siento bien dejándolos al cuidado de otros... Quiero, pero no puedo.

—Wao mamá, te ves muy bien con esa ropa— Me sorprende la voz de Eliza. 

—¿En serio te parece que me veo bien?— 

—Sí, no pareces una mamá— Me hace sonreír, al parecer ser una mamá te hace vieja. 

—¿Por qué estás sola? ¿Dónde están tus primos?

—Salí a buscarte, no quería que estuvieras sola.

—Ah, pues yo también te buscaba, aunque sabía que no estabas sola.

—¿Aún sientes que no está todo completo verdad? Cómo si faltara algo que te deja un gran vacío aquí— Señala su pecho.

—En parte sí— Me acunclillo sobre mis piernas para quedar a su altura —Aunque no te puedo asegurar si es un gran o un pequeño vacío ¿Y tú?

—Entonces no es un novio como yo pensaba— Parece llegar a la conclusión de una larga discusión en su interior —Le pregunté a papá y él me dijo que sentía eso cuando tú no estabas.

—Cuando yo me fui, no lo hice sola... Me lleve su familia conmigo, eso te incluye a tí— Le señalo el pecho con mi dedo —Tus hermanos, tu y yo, somos importantes en el corazón de Adrián y es normal que se sienta así cuando uno de nosotros estamos lejos de él.

—Papá no sabía de los bebés y aún así sentía el vacío de ellos, así que eso puede ser, es alguien que no conocemos, pero como ellos es muy importante en nuestras vidas.

—¿Cómo puedes ser tan brillante?

—Mamá voy a cumplir ocho años, tengo que ser brillante— Me sonríe satisfecha de sí misma. 

—No tienes que ser brillante, solo tienes que ser amada— Me levanto, en parte porque ya me duelen las piernas por tenerlas en esa posición. Aprovecho y la alzo, dándole un gran abrazo —Solo tienes que ser amada por mí, y yo te amo, desde el momento en que te ví por primera vez.

—Yo supe que eras mi mamá desde el principio, así como supe quién era mi papá... Cuando los ví entrado juntos y siendo tan geniales conmigo pensé, quiero que ellos sean mis padres, creo que en el fondo era mi corazón diciendo, esos son mi padres.

La tengo que bajar para poderla mirar a los ojos, sus hermosos ojos de colores llenos de lágrimas que no aún no tienen permitido salir.

—Eres muy lista— Suspiro muy fuerte —En ocasiones demasiado para tu propio beneficio ¿Puedo preguntar cómo lo sabes? 

—Se leer desde que tenía cuatro años, papá Elián tenía un hoja de papel que decía que no era su hija, no la entendí en ese entonces, pero papá Adrián hizo una prueba similar en Londres, y lo recordé... Sé que no le hizo esa prueba a los bebés, porque el sujeto de prueba número dos era femenino. Pero esta vez decía que yo sí era su hija.

—¿No te molesta que no te lo hayamos dicho? 

—Al principio me molesté cuando descubrí que tú eras mi madre, porque papá Elián dijo que estabas muerta y ahora ya no lo estabas, fue un poco confuso, y más cuando me enteré que tú tampoco sabías que tenías una hija, y en parte no logro entenderlo aún, pero entonces pensé que quizás ni tú ni papá Adrián lo sabían tampoco.

—En realidad es así, nos enteramos un poco antes que tú ¿Crees que ese vacío que sientes en tu corazón es porque no puedes decidir cuál de los dos es tu papá?— Hemos empezado a caminar y ahora nos dirigimos hacia el jardín.

—No, no lo sé... No lo creo, sé que algún día tendré que tomar esa decisión. Pero lo que siento, es diferente, es como si esperara a alguien más. 

—No tienes que decidir quién es tu padre, ambos lo son, a su manera. Tenemos toda una vida juntas para llenar ese vacío o encontrar que es lo que hace falta.

—Gracias mamá— Me abraza y la veo soltar un par de lágrimas, aunque intenta mentirme al decir que no le afecta tanto lo de la paternidad, sé que está en conflicto por ello, mi pobre bebé también estuvo sola por casi siete años —¿Te puedo pedir un favor?

—Claro que sí nena, dime.

—¿Puedes— Señala sus ojos, desde que vive conmigo no usa lentes cosmeticos —no usarlos cuando estemos en la fiesta?

—Sí amor, eso haré ¿Quieres una tarde de chicas antes de tu cumpleaños? Ya sabes para ir de compras, ir al salón de belleza... Esas cosas que hacen las mamás con sus hijas.

—Pero no sé cómo se hace.

—Yo tampoco, pero las dos somos chicas listas. Seguro lo podremos resolver— Le guiño un ojo y ella afirma y me regala una tímida sonrisa.

—Vamos hoy... Antes de que lleguen mis tíos.

—¡Perfecto! 

—Voy a avisar y alistarme, nos vemos en una hora en la entrada.

Apenas ella da la vuelta, me dirijo a paso rápido para ver a mis pequeños, por suerte Adrián está con ellos y las niñeras en el antejardín.

—Saldré con Eliza para una tarde de chicas, y también iremos de compras... ¿Tienes idea de que se hace?

—Lo que tu quieras, algo de lo que gusten las dos... Eliza no disfruta de comprar ropa cuando está con Sophie, pero no hace mala cara cuando está con Hannah, supongo porque es la especialidad de cada quien lo que hace que se disfrute, pueden ir por un helado, luego al cine y después a una tienda electrónica, ambas son tan frikis.

—No lo había pensado de esta manera.

—Aunque no me gusta la idea de que salgan solas, y tampoco es que sirva de mucha ayuda, ninguno de los tres conoce Roma...

—Yo puedo hacer de chófer— Interrumpe Luciano como siempre, haciendo su entrada triunfal —Meline, quiere ir de compras para tener todo listo para los invitados, podemos ir todos juntos y luego cada quien se va por separado del centro comercial.

—¿No le incómoda a tu esposa que le molestemos tanto?— Pregunto, porque no es que haya tenido mucha interacción con ella cuando nos conocimos.

—Para nada, Meline me envió para hacerles esa propuesta.

El plan está hecho, me dirijo a la habitación nuevamente recordando las palabras de mi hija respecto a mi vestuario, lo complemento con unos tenis de tela y cambio mi vaquero por uno más ajustado y con parches.

Me maquillo un poco, quiero que se sienta orgullosa de mí, y cumplo su petición, me quito los lentes de contacto, suelto mi cabello, cómo sé que los bebés también irán alistó un morral con toda clase de cosas para ellos, le agrego a mi conjunto unos lentes de sol. 

Antes de dirigirme a la salida busco a los bebés, Adrián está con ellos en su cochecito doble, se ven adorables. Me gusta que en parte ya no sean tan dependientes de mí, aunque estemos hablando de apenas horas de distanciamiento, pero no quiero que crezcan.

—Te ves hermosa— Dice cuando llegó a su alcance, se pone de pie y me da un beso —Ahora entiendo cómo es que finges tener menos edad.

—Gracias, gracias, tú tampoco estás tan mal— Reconozco que me gusta más verlo de traje, pero esa polo rosa se ve tan masculina en él. 

Ahora nos vamos los tres para encontrarnos con todos, mi cuñada tiene una van y que perfecta es para la ocasión, al fin encuentro a mi pequeña.

¡Dios! No existe niña más preciosa. Lleva unos vaqueros grises, botas de cuero, una camisa blanca larga que está oculta bajo un saco gris de un tono más claro que sus pantalones, y una bufanda azúl claro con estampado floral. Todo su estilo dice Hannah, y me alegro porque se ve preciosa.

—Si alguna vez lo dude, ahora lo confirmo, sí son madre e hija— Dice Meline, con una sonrisa radiante, quién por supuesto su vestir y el de su familia no se parecen en nada a nosotros, ellos van muy elegantes —Ya quiero ver crecer esos chicos para verlos vestirse como su padre.

El comentario nos saca una sonrisa ¿Quién sabe que nos depare el futuro?

Llegando al centro comercial, lo primero que hace Luciano es pedir que compremos celulares, si vamos a estar separados al menos tengamos como comunicarnos, yo elijo uno sencillo porque en todo este tiempo no he tenido uno, pero Eliza escoge un SmartPhone de alta gama, se ve lindo.

Y luego nos separamos, las niñeras no vinieron, Adrián no confía mucho en ellas, eso me parece gracioso y está bien por mí, así que el decide tener su propia tarde de chicos... Al parecer hay un parque especial. 

Lo primero que hacemos con Eliza es ir a una cafetería, ella pide un postre de fresas y yo como solo he pedido un café me robo unas cuantas. 

—Mamá ¿Quisieras tener otro hijo?

—No lo he pensado mucho, pero creo que no— Pido un postre parecido al de Eliza y ella una porción de pastel de chocolate.

—Porque a mí me gustaría tener una hermanita.

—Y a mí me encantaría que la tuvieras, pero puede llegar a ser un dolor de cabeza por la diferencia de edad de las dos, ya que me tocaría esperar al menos dos años a qué los chicos crezcan... Además puede que no sea una niña y por si fuera poco también podrían a ser otros gemelos. 

—No lo había pensado de esa manera.

—Como mamá no imagino la vida sin ustedes, pero sabes que ninguno fue planeado, la verdad es que prefería no tenerlos, no quiero que sufran y la vida que yo les puedo dar no es muy estable.

—¿Te arrepientes de habernos tenido?— Aunque su cuestión es triste la pregunta en sí, no lo es. 

—¡Jamás! Los amo desde que supe de su existencia. Solo que cuando pienso en que siempre van a tener que vivir escondidos, siento pena por la madre que les tocó... Quiero darles el mundo, pero temo que el mundo me los lastime.

—A mí me gusta mi vida así, además es lo que siempre has tenido tú ¿No?

—Sí, tienes razón, yo tampoco tuve niñez. Si algún día llego a faltar, quiero que sepas que no es tú responsabilidad de cuidar de tus hermanos, es la de tu padre, cuidar de los tres.

—¿Por qué lo dices?

—No importa quién seas, nadie tiene la vida comprada y eso es un hecho.




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