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Capítulo 22: Sin palabras.

El tiempo es relativo, el último mes ha sido demasiado corto y a la vez demasiado largo, cuando pienso en el viaje a París va demasiado a prisa, no quiero ir, no quiero ver a esa insoportable, pero cuando recuerdo lo que perdí, suele ser más largo y tortuoso el pasar de los días, el maestro diría el tiempo, no, los minutos se han convertido en kamikazes de Dios.

He vuelto al apartamento y he hecho un poco de aseo, hace poco terminé y he sacado una lata de cerveza del refrigerador, que al parecer es lo único que guarda. Como siempre que mi cabeza tiene algo de espacio libre, me he quedado en mi tortura personal: Mis pensamientos.

¿Cómo sería mi pequeño si hubiera nacido? ¿Si hubiera tenido la oportunidad de vivir? Ni siquiera pude saber si era mi pequeña princesa o el rey de mi casa... Ni siquiera tuvimos la oportunidad de competir por el amor de su madre ¿Y ella? ¿Cómo estará viviendo sus días? ¿Aún le duele como a mí o está llorando en un rincón mientras esconde sus penas?

Me bebo el último trago de la lata de cerveza, y veo la hora, son casi las dos de la mañana, me pongo de pie y reviso que no falte nada en las maletas, tengo que salir ya, porque el vuelo sale en una hora, menos mal saldremos en el avión de la empresa, pero aun así debo correr.

El taxi me deja en la entrada, lo único que me aseguro de llevar a la mano y que no se pierda, son mis documentos personales, reconozco que estoy más ebrio de lo que imaginé cuando salí del apartamento, así que me aseguro de lo que puedo, por suerte me encuentro con Santiago, ha estado saliendo con Hannah las últimas semanas, lo hacen a escondidas, la verdad es que ahora que no tengo en quien fijar mi atención puedo notar muchas cosas.

Otra de las cosas que he descubierto, y que quieren ocultar, es el embarazo de Laura, no sé si no quieren decirme por mi perdida, o sencillamente están aterrados como se ven que no quieren que los descubran, pero pronto su panza le va a crecer tanto que no habrá manera como ocultarlo, bueno, ninguna es como mi esposa... Ella ni siquiera dejó que su vientre creciera, aunque creo yo, eso es brujería. Sonrío, ella aún en su ausencia me hace sonreír.

Le rogué a Santiago que viniera conmigo, no quiero enfrentar solo a Sophia, pero para ello terminé convenciendo a Hannah... Y sin esperarlo, un gran grupo me acompaña, la verdad me siento de suerte por tenerlos a todos conmigo, sobre todo porque para guardar las apariencias no me dejaran solo expuesto ante ese ser demoniaco. 

–No puedo creer que me hayas convencido de ir contigo a otro país.

–Si hola ¿Cómo estás? Yo bien, gracias por preguntar, con unas ganas de salir de viaje– Mi sarcasmo sale de manera natural.

–¿Bien? Bien borracho dirás, hasta aquí huele el alcohol... Apestas.

–No quiero ir...

–Ya deja tu mala actitud, vamos a pasarla bien, solo miras a la fulana esa unos minutos y salimos a conocer la ciudad– Interrumpe Laura al llegar, a diferencia mía, está muy emocionada por viajar. 

–Lo dices como si nunca hubieras estado en París. 

–Siempre que vayas a la ciudad de la luz, encuentras lugares nuevos, personas nuevas, a pesar de ser una ciudad antigua, la historia siempre hace de la capital de Francia un lugar para descubrir.

–Eso señores se llaman ganas de viajar y de ver a tu amiga Sophia, solo que nos ha ocultado esa estrecha relación llevándonos a todos sin saber al mismo infierno– Interrumpe Andrés al llegar con el resto de mis hermanos.

–No sabía de su estrecha relación con la muerte– Digo descaradamente.

–Ni yo la tuya con el alcohol– Creo que bebí mas de lo que creí o me bañé en cerveza.

Hannah llega corriendo, seguro pensando que llega muy tarde o que nos iríamos sin ella, llega tan agitada que apenas si puede decir algo, ya que estamos todos, abordamos el avión.

Creo que Hannah ha estado trabajando en exceso para poder estar en el viaje, porque apenas toca la silla, se queda profundamente dormida, Julián y Valentina están entretenidos en su propia conversación, mientras que Andrés trata ayudar a Laura que es obvio que se siente mal, los primeros minutos cuando despegó el avión trato con todas sus fuerzas, pero las nauseas se apoderaron de su pobre cuerpo, y ahora está tan pálida que creo que se va a desvanecer en cualquier momento.

Mi hermano mayor va hasta el botiquín y lo sigo.

–¿Qué haces? – Le pregunto después de ver el conjunto de medicamentos que lleva en su mano.

 –Me preocupa Laura, así que le llevo algo para que alivie sus mareos–Se ve muy preocupado, seguramente no habían pasado por algo así los dos.

–No has ido a las clases prenatales ¿No? No se recomienda darles a las gestantes ninguna clase de medicamento, por el caso de la talidomida...

–¿Qué? ¿Qué es eso?

–Es una enfermedad provocada a los fetos por un medicamento, los bebés nacían sin algunas extremidades, y como nadie arriesgaría a su propio hijo para experimentar con nuevos se pide a las gestantes que se abstengan de tomar medicamentos de cualquier tipo a menos que sea estrictamente necesario.

–¿Cómo sabes eso? – Dice después de llevar nuevamente los medicamentos a su respectivo lugar, lo que me hace sonreír confiado, no estaba del todo seguro, pero su reacción ha confirmado mis terribles sospechas.

–Bueno– Doy un largo respiro, me dirijo a la cocina y mi hermano me sigue –Cuando supe que Valeria estaba embarazada investigué mucho, además mamá me dijo muchas cosas.

–¿Mamá sabia lo de Valeria?

–Mamá fue quien me lo dijo... Mamá lo sabe todo– Hago énfasis en todo, haciendo que Andrés se sienta aún mas nervioso de lo que ya se ve.

–¿Qué?

–Aún no estoy seguro si nuestra madre es una bruja, tiene pacto con el diablo o sencillamente ese tipo de cosas no pasan desapercibidas para ella, solo necesita ver a la susodicha una vez para ver lo que oculta en su vientre, aunque no niego que después de mi propia experiencia y mi falta de trabajo hizo que también sospechara.

Mi hermano se queda en silencio, intentando digerir todo lo que ha escuchado de mi parte, yo aprovecho para cortar en rodajas un par de limones, de uno de ellos saco el sumo para humedecer con el mi pañuelo, y el otro lo agrego a la bebida que me he preparado, me siento sediento y una soda con rodajas de limón y hielo, se ve de maravilla.

En vista de las circunstancias preparo dos bebidas más y así evitar las sospechas de los demás, aunque ahora que lo pienso Santiago también debe saberlo, por su experiencia como obstetra, pero no ha querido comentarlo.

Llevo la bebida a mi cuñada, y veo como se calma, me agradece con su mirada, así que le digo a Andrés en un mensaje de texto que para no estresarla es mejor ocultar que mis padres y yo sabemos su secreto, aunque no estoy seguro de que mi padre lo sepa, pero estoy seguro de que mamá no le oculta nada... Me veo en la ventana del avión y me doy cuenta qué nuevamente estoy divagando en mis pensamientos, últimamente no puedo concentrarme en nada preciso, solo estoy de aquí para allá como veleta al viento, suspiro por ultima vez en el país y mientras mi mente indaga la profundidad del universo el sueño se apodera de mi cuerpo.

La voz del piloto anunciando el aterrizaje me despierta, gracias a al alcohol he podido dormir muy bien hasta llegar, me acomodo mejor y reviso a los demás pasajeros, quienes se alistan para el aterrizaje, todos se ven cansados, es verdad, todos nosotros salimos de nuestros respectivos trabajos por las maletas y luego al aeropuerto, y no es tan cómodo como una cama, así que al igual que yo, ninguno debe estar del todo bien.

–Vamos a desayunar antes ir a registrarnos al hotel– Les invito, y algunos de los muchachos me ven con ojos brillantes, definitivamente todos tienen hambre y ganas de salir de aquí.

Al salir, veo un cartel grande que dice Adrián Marqués bienvenido, en perfecto español y debajo, Welcome everybody.

El hombre que sostiene el cartel se ve de mi edad, tiene una mirada fría que combina perfecto con su uniforme gris, para ser personal de servicio parece tener mala actitud, había decidido pasarlo por alto, pero mi hermana Valentina se adelanta hasta su lugar y con pequeños gritos le avisa que somos a quien busca.

Como si hubiera cometido el peor de los pecados, él hombre me mira con rabia, al parecer le debo algo de mi vida pasada porque si es en esta, no lo recuerdo.

Sin decir nada nos hace dirigirnos a la limusina negra que nos espera aparcada frente al aeropuerto, como somos varios, se limita a llevar el equipaje de las chicas nada más, aunque no me molesta. 

–Imagino que querrán comer primero– Dice en perfecto español –Puedo llevarlos a un buen lugar o pueden hacerlo en el hotel que se ha reservado para ustedes.

–Pensé que nos quedaríamos en la casa de Sophia– Intervengo, aunque con algo de satisfacción porque estaré lejos de las manos de mi odiosa prima.

–La casa de la señorita Sophia está en remodelación, los invitados para el evento se quedarán en uno de sus hoteles.

–No sabía que tenía uno siquiera– Intervino.

–Bueno es una de las adquisiciones de su matrimonio– Contestó el hombre aún de mal humor –Aunque no entiendo porque la señorita los invitó a un evento tan importante, si es obvio que son parientes muy lejanos.

–No somos parientes lejanos y, además, aunque lo fuésemos es normal invitar a todo el mundo a la boda a todos tus conocidos y allegados– Contestó mi hermana pequeña de mal humor.

–¿Boda? ¿Cuál boda? – Preguntó desconcertado el chofer.

–Bueno al parecer no eres el único que no sabes nada de la señorita loca.

El hombre no volvió a decir nada, se notaba en su rostro lo enfurecido que estaba, nos dejó en un hermoso restaurante para que pidiéramos lo que quisiéramos, él se retiró y luego de unos minutos solo nos habló para decirnos que iba por cuenta de Sophia y que ella misma nos esperaría a las tres en el club y que debíamos llevar ropa deportiva.

–Tu prima tiene más dinero que tú– Dice Santiago cuando estamos solos –Lo digo por todo lo que ha pagado por todos nosotros, sin mencionar el hecho de no poner ningún problema de que hayamos venido más de la cuenta.

–Cualquiera que te oyera creería que estás interesado en su dinero, pero creo que solo estás incomodo siendo mantenido por una desconocida... Además, es probable que ella no sepa quienes venían con nosotros.

–Cuando el chofer salió lo vi tomar su celular, era obvio que estaba molesto, probablemente la llamó a quejarse.

–Quizás... Igual ya te había dicho que no te preocuparas por cosas como esas, solo pásala bien.

–¿Ya viste la habitación que me asignaron? Es más grande que mi apartamento.

–Ah sí, lo siento, te puse en la mía, no quiero que mi prima llegue a media noche a darme una sorpresa y me meta en problemas con su prometido. 

–¿Estás loco? Y si soy yo el del problema... Este hotel es de él según dijo el chofer de la limusina, tranquilamente puedo terminar en el Sena contando las llaves de los secretos y nadie se daría cuenta.

Su comentario me hace reír, ni que fuéramos mafiosos o personas con dinero mal habido, además por más malo que sea ese hombre, Sophia es mucho peor.

–Entonces te busco... Ahora vete a cambiar ya casi son las tres, y no quiero presentarme solo.

Me encierro en la habitación después de ver al desanimado Santiago irse, me doy cuenta de que en el armario han dejado una muda de ropa deportiva y unos zapatos de mi talla, no lo había considerado, pero quizás ninguno viniera preparado para esto, es muy considerado, pero a la vez muy calculado por parte de mi prima, en especial porque me sorprende el hecho de que haya una tarjeta con mi nombre.

"No eres tan listo como yo pensé, escogiste el cuarto con menos seguridad, esperando a escapar de mí, igual no te haré nada" 

Reviso que no haya nada extraño, me ducho y por primera vez me siento a gusto con la elección de la loca, me conoce lo suficiente para saber que escaparé de ella todo el tiempo.

Me dirijo al lobby donde los encuentro a todos ya listo para salir.

–Al  parecer Sophie no esperaba que viniéramos tanto y envió varias mudas de ropa de ultima hora a las habitaciones– Hannah se veía un poco contrariada con la situación, creo que nunca le habían regalado tanto o sencillamente no podía soportar que Santiago se viera tan bien, aunque no fuese que la morena se viese mal.

–Tranquila H, creo que Sophie se ha sobrepasado en gastos, pero es porque debe estar muy contenta por su boda, así que quiere lo mejor para sus invitados, sobre todo para su familia y algunas amigas lejanas.

–¿Cómo puedes seguirla queriendo?

–Oye, ella nos arregló cuando estábamos peleadas.

–Si, pero siempre ha sido... No sé, algo entrometida y loca...

–Bueno si, pero es lo que hace única, si no me hubiera emborrachado en esa fiesta, no me hubieras cuidado y no me hubieras perdonado...

Esa fiesta... Escuchar la conversación de las chicas me puso alerta de nuevo, recordé el porqué de mi indisposición con ella en especial. No solo nos colamos a otra fiesta, lo hicimos por el desastre que ella misma había creado, en vista de que Andrés y yo éramos sus niñeros empezó a pasar tiempo con las chicas, pues Andrés solía irse con Freddy y yo me la pasaba en mis estudios, por alguna razón las chicas llevaban algunos días sin hablarse, pero Sophia convenció a Laura de seguirla a varias fiestas para tener una idea de como organizar la propia, no entiendo como siendo mi prima la  menor de todos, lograba convencer a cualquiera de sus locuras.

Tenía la costumbre que me imagino no ha perdido, de parecer buena chica, recuerdo de esa vez que me dijo que no había tenido malas intenciones, que Laura terminara ebria, pero cuando fui yo quien la confrontó días después por las consecuencias de mis actos, solo me sonrió y me contestó –De buenas intenciones está pavimentado el camino al infierno– Desapareció de mi vista, dejándome irritado y muy ofendido.

Nos recogió de nuevo el chofer para llevarnos al club, mientras pensaba en lo maldita que puede ser el horrible ser al que llamamos prima, por suerte mis hermanos menores estaban muy pequeños, porque seguramente por ella hubieran terminado en las drogas o en la prostitución.

Cuando llegamos al edificio, hasta yo quedé impresionado por la infraestructura del lugar, no niego que el hotel era espectacular, pero bueno era de cinco estrellas, pero este edificio hacía que ese hotel pareciera de cuarta, dejamos la limusina para pasar a carritos de golf que nos llevarían hasta la recepción. Todo el tiempo nos dirigía el chofer, ahora me sentía mala persona porque ni siquiera conocía su nombre.

–Disculpa, creo que he empezado con el pie izquierdo– Me dirijo al hombre, que me ve extrañado –Mi nombre es Adrián Marqués ¿Tú nombre es?– Le ofrezco mi mano como saludo, pero él se queda viéndome.

–Sé quién eres, es más se quienes son todos ustedes ¿Para qué quieres saber mi nombre?

–Eres una persona ¿Por qué habría de no saber su nombre? 

–Es raro que un ejecutivo como usted se interese en los empleados y más si son empleados de otro.

–Todos son humanos, así que todas las personas son importantes. –Por primera vez lo veo sonreír, creo que ya pagué mi crimen.

–Soy... Amelia.

–¿Amelia?– Pregunto desconcertado– Vuelve a reír y ahora me ve como un idiota.

–No, ese no es mi nombre, es que acabo de ver su instructora, ella es Amelia, yo soy Jorge, discúlpenme –Se retira para buscar a la mujer mencionada.

–Amelia– Grita y una mujer voltea a ver, ella sonríe ante el hombre y es preciosa, tiene el cabello corto y gris, obviamente no es natural, pero le queda perfecto, su cuerpo es extremadamente delgada pero sus atributos los cuales me imagino son artificiales igual que su cabello son bastante voluptuosos, aunque no se ve nada mal.

–Hola Jorge– Lo saluda de un beso en la mejilla –¿Qué haces así vestido? ¿Desde cuando haces cosplay? 

–Cállate, la idiota de tu jefa me puso a recoger a su familia... –Ella rio ante el comentario, ahora creo que no soy la única victima de mi primita –Aquí te los traje como ordenó –Y nos señala, ella se sorprende al vernos, pero se compone rápidamente, nuestras miradas se encuentran por unos segundos, lo suficiente para que mi cuerpo reaccione... Te encontré.

–Ok, eh... A mi no me había dicho nada. En realidad, ya me iba– Miró el reloj y suspiró cansada –Perdón chicos, no me habían confirmado su llegada ni la cantidad de personas que venían ¿Pueden por favor esperarme unos treinta minutos, mientras resuelvo algo?

–Está bien. Jorge nos acompañará a conocer el lugar ¿Verdad?

–En realidad, también lo voy a necesitar– Ella sonríe dulcemente, aunque él no lo cree porque da dos pasos hacia atrás.

–Debería acompañarlos, si se pierden ¿Cómo le respondo a tu jefa? – Le guiñó el ojo y luego se retiró, dándonos a nosotros la invitación para seguirlo.

El recorrido por la mayor parte del lugar nos tomó cerca de una hora, y eso que solo pasábamos viendo, al final del recorrido Jorge nos prometió que después de nuestro encuentro con Amelia podríamos ir a cualquier lugar eso incluía el lujoso spa, oferta muy tentadora para las chicas.

Al llegar de nuevo al gimnasio la chica apenas acababa de llegar y Jorge también se había cambiado su ropa.

–Llegas justo a tiempo– Le dice Jorge a Amelia.

–Imaginé que les mostrarías todo el lugar, así que no me apresuré, estuve hablando con Sophia y lo que ella quiere, sabrá Dios porqué razón es que entrenen conmigo, al menos una media hora.

–Creo saber la razón– Alza la mano como un niño pequeño antes de hablar –Para el encuentro de empresarios de este año, agregaron deportes, cada empresa llevará su mejor atleta, pero si compite la rama ejecutiva, tendrá mejor valoración.

–Ok, esta es una de las peores ideas que ha tenido, porque ese evento será en dos días, pero igual chicos, si quieren entrenar yo no tengo ningún problema.

–¿Cómo haces para estar tan delgada? ¿No comes? – Preguntó mi hermana imprudentemente idiotizada por su buen cuerpo.

–En realidad como bastante bien, pero mi trabajo requiere que gaste mucha energía y calorías así que por eso me veo así.

–Sin mencionar que tiene un amante vampiro– Comenta Jorge y ambos ríen, espero que ese hombre no le siga coqueteando porque voy a terminar por estamparle la cara contra el piso.

–¿Alguna otra pregunta?

–¿Eres soltera? – Esta vez pregunta Julián, que de paso ha estado callado en todo el viaje.

–Viuda– Más de uno traga saliva ante la respuesta, se ve que es joven ¿Por qué no pueden ver lo que yo veo? Es obvio que ella es Valeria ¿Cómo pueden ser tan ciegos? Ahora tengo que probarlo antes de que me llamen loco.

–Disculpanos por favor.– Le digo, la veo fijamente mientras me reta a descubrirla, ella lo sabe, lo puedo ver en sus ojos.

–¿Por qué? Son preguntas normales además ustedes no lo mataron ¿O sí? – Sonrió y empezó a hacer unos movimientos para calentar, y nos invitó a hacer lo mismo, después de unos minutos Jorge se acercó y le dijo algo al oído, ambos miraron a Laura, ella solo afirmó con la cabeza.

Al final las chicas se fueron primero al spa, mientras nosotros seguimos trotando por la pista dirigidos por nuestra entrenadora, también nos preguntó si quisiéramos participar en que deporte lo haríamos y unas preguntas más de salud.

Los chicos se separaron y ella se fue para las duchas, así que la seguí de manera discreta, trataba de que no me descubriera pero sobre todo no quedarme muy lejos ya que no conocía bien el lugar y probablemente me hubiera perdido.

Para mi suerte los vestidores están desocupados, son menos lujosos que los otros, así que creo que la razón por la que no hay nadie, es porque es para empleados o algo así.

Ella se empieza desvestir sin ninguna preocupación, y yo la observo cautelosamente, no por morbo, aunque si me examinaran así no me creerían, y es mi masculinidad despierta, ajustándome la ropa interior hace que mi conciencia me acuse de ser el peor degenerado.

Aunque es precisamente ese acontecimiento natural el que me hace venir a espiarla, después de todo, solo quiero pruebas de que es la mujer, mi mujer, pues solo ella puede lograr que mi cuerpo se manifieste de esa manera solo con su presencia.

Por fin está desnuda, y yo la examino detalladamente, hasta que siento como me va a estallar el cerebro, no veo las cicatrices en su espalda, sin mencionar que parece un par de tonos más oscuro en su piel, y un tatuaje marcando su espalda como único desperfecto, una rosa envuelta en cardos espinosos.

Cuando ella entra a las duchas yo salgo despavorido, menos mal no hay nadie cerca, porque en estos momentos no podría explicarme, estoy abrumado y desconcertado, estaba seguro de que era ella, que era mi Valeria, todos estos meses, me había regodeado ante mí mismo, que solo yo podía distinguirla sin más que su presencia, ya veo que no, fui engañado por mi ego y por las hormonas de esa mujer.

Cuando voy al vestidor que me habían asignado, me doy cuenta de que tengo otro cambio de ropa, así que lo utilizo después de refrescarme, mi mente no me dejará en paz y siento que no podré ver a la cara a Amelia, soy solo un pervertido.

El celular me suena, mi hermano Andrés me envía un mensaje diciendo que nos reunamos nuevamente, lo ignoro y me dirijo al bar, no quiero ver a nadie en estos momentos, dejo que las llamadas se acumulen y después del segundo vaso de whiskey, me pongo en pie para buscarlos. 

Cuando salgo del bar, una pequeña persona me atropella, una de las empleadas que iba a pasando y yo nos preocupamos por la niña ahora en el suelo, el impacto la llevo a unos centímetros y se había raspado un poco la rodilla.

–¿Estás bien? – Pregunta la mujer antes que yo.

–Si, si...– Se para rápidamente y se hace detrás de mí.

–¿Qué estás haciendo? Ven debo llevarte a la enfermería.

–No puedo– Algo la hace alertar y tan rápido como llegó se metió al carrito de limpieza que llevaba la empleada.

–¿Pero que demonios? – La mujer pregunta lo que yo pienso. En ese momento llega otra joven, con uniforme de tenista y se ve furiosa.

–¿Han visto una mocosa? – Pregunta la casi gritando la recién llegada.

–Si buscas a Martina, pasó corriendo en esa dirección– Señala el curso que la niña hubiera tomado.

–Esta vez si me las vas a pagar mocosa...– La tenista se marcha aún más furiosa, gritando amenazas.

–Ya puedes salir– Le dice la mujer y la niña obedece mientras se ríe a carcajadas de la que me imagino yo es su instructora –Ahora Martina, quiero una explicación o le diré a tu madre.

–Ok, Ok... Lo que pasa es Lady Lucy– Lo dice en tono burlón –Se ha propasado con mi hermana, la golpeó con la raqueta, claro no lo hizo con mala intención, sino porque es demasiado estúpida para enseñar, o bueno para hacer cualquier cosa en la vida que requiera de neuronas... En fin, Kate le dio un reverso que quizás le marque la pierna... Desde ahí nos persigue como monstruo de película de los 50...

–A veces creo que ustedes dos solo le hacen el trabajo imposible a Lucy solo porque no les agrada– La mujer suspira, en definitiva, le cree porque se ve a disgusto.

–No es que no nos agrade, es solo que hace cosas tontas...

–¿Cómo?

–Hace unos días sacó a Clark de la guardería para darle celos a su ex...

–¿Qué hizo qué? – La mujer gritó despavorida y furiosa –Mira, por ahora no le vayas a decir nada a tu madre, y menos a Sophie, yo miraré como soluciono esto, por cierto, ve por Kate y las espero en una hora en la enfermería, de ahora en adelante yo las cuido... Niñas del demonio.

–¿Y si Lucy me atrapa?

–Le dices que voy a hablar con su padre y con Sophie– La niña ríe ante la amenaza.

–¿Puedo hacerles una pregunta? – En todo este tiempo había estado callado como buen espectador, así que ambas me observan curiosas.

–¿Por qué un monstruo de películas de los 50's?

–Por que son demasiado inverosímiles– Me responde Martina, mirándome detalladamente, hasta que por fin encuentra en su mente en donde me había antes, agranda sus preciosos ojos cafés, y se ríe nerviosa –Bueno, ya me tengo que ir...

–Hasta luego Martina, saluda de mi parte a Kate– Ella sonríe aún más nerviosa, y afirma con la cabeza. 

–Como diga Señor Marqués...– Dice y sale corriendo para no volver.

Brota de mí una sonrisa ladina, definitivamente las Mape son instintivamente superiores a cualquiera, incluso al compararlas con personas mayores a ellas... Encontré a una, a la menor de ellas, me faltan dos por lo visto...





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