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Espera.

Fuuyupe tenia una gran sonrisa en su rostro al recibirlos, completamente feliz de ver a la pareja más adorable que agendaba con ella.

Fubuki regresó el gesto radiante, acariciando su abultado vientre y caminando de la mano de Goenji, quien más bien parecía idiota sonriendo así.

¿Qué? Yo no le puse el apodo, fue Fudou.

Como sea, todo era paz y tranquilidad en esa sala que desbordaba de amor profundo hasta hace unas horas.

Hace unas horas.

-Goenji, tranquilizante por favor, lo están atendiendo. - repitió por milésima vez el pingüino emperador del raimon, apretando la mano izquierda de su amigo pelicrema que parecía en riesgo de hiper ventilar.

Y es que, ¿Cómo diablos iba a tranquilizarse si fue corrido de la consulta sin ninguna información más que aquella infame frase?

"Es hora. Ya va a nacer"

-¡Ya tengo la pelotita Kido! - gritó triunfal Endo Mamoru levantando un objeto antiestres que le costo dos vueltas a la manzana conseguir y ganándose un regaño de las enfermeras.

-Damela. - pidió Yutto , poniéndola en la mano libre del número 10.

-Aprietalo con calma, la chica me dijo que bajaría tu miedo- susurró el castaño de bandana a su casi hermano, viendo con horror como este estrujaba la pelotita -; ¡Pero aprietala con amor!

-¡Endo! - el pobre hombre de rastras y googles se masajea la cien, repitiéndose mentalmente que ama a sus amigos y que su pareja lo matara si va a prisión por asesinato.

-¿Eh?

-Estamos aquí para ayudarlo, no para decirle como debe usar una pelota antiestres.

El portero lleva su vista hasta el único de sus amigos que permanece callado, con la vista clavada en la puerta blanca por donde desapareció su esposo.

-Goenji. - llama con suavidad, obteniendo su atención.

Los ojos chocolate se contagian un poco de la desesperación en los ónix profundo, pero eso no le impide poner una mano en el hombro de su mejor amigo.

-Estamos contigo. - asegura, tan firme que Kido voltea a verlos.- Y no vamos a dejarte solo. Somos un equipo.

Shuya lo observa, admirando la decisión en sus palabras, cada silaba cargada de un profundo sentimiento de camareria que forjaron a través de los años.

Reprime un respingo al sentir el peso de la palma de Yutto sobre su otro hombro, fuerte y mucho mas liviano que el tosco pero sincero agarre de la talentosa mano de Endo.

Un núcleo de confianza se crea a partir de la conexión, el mismo que los unía en los partidos, ese que los definió como el maravilloso trió relámpago.

-Nos quedaremos lo que sea necesario.

-¡Si! ¡No importa que tengamos que estar aquí una hora más o cien días! ¡No te dejaremos!

Sonríe ante la poco coherente pero muy entusiasta exclamación de su antiguo capitán, porque sabe que es cierta.

Si resistió una masacre con los balones del instituto imperial en su primer partido, el legendario guardameta podía quedarse en un hospital cien días sin problemas, todo con tal de cumplir su objetivo.

-Aun no termina esto. ¡Levanta esa cara! -demandó con un deje de nostalgia que hizo sonreír a los presentes.

-Gracias. - susurra el delantero a sus dos amigos, quienes asienten motivados ante las palabras de aliento.

Endo toma asiento a su lado derecho, sin soltar su hombro, ofreciéndole todo su entusiasmo ciego y una de esas sonrisas tan energéticas que hacen creer por unos segundos que todo esta bien.

Kido también sonríe a su costado, en el lado izquierdo, pero con un deje de superioridad que jamás pudo quitar de su gesto, aunque a ninguno le molesta debido a la sencillez de su autor.

Y el dúo se centra en el, esperando un gesto al más puro estilo del goleador de fuego.

Este, orgulloso de tener tales amigos, cede a las miradas. Sus labios se curvan poco a poco en una sonrisa de lado, la típica suya, que anima a los demás.

El momento de hermandad que los une es envidiable, por lo menos, hasta que se ve interrumpido por una joven mujer pelimorada que parece rendida.

Entonces los agarres se intensifican.

-¿Y b-bien? -pregunta el futuro o actual padre titubeante, temblando ante la emoción de esperar una respuesta luego de varias horas en labor de parto.

La enfermera cierra los ojos un momento, cansada de tanto trabajo en una extenuante cesaría de alto nivel, pero satisfecha con su trabajo.

Lo dio todo de si, apoyando al adorable chico de hebras plateadas que ahora lloraba a rienda suelta en la habitación, queriendo ver a su "fueguito".

Escucha la pregunta cortada por el nerviosismo y sonríe con empatia, apretando la tablilla de madera en sus manos por la noticia.

-¿A cual de los dos prefiere ver primero?

La sala enmudeció.

💞¡Hola, personitas lectoras! 💞

Pobre Shuya, no puede ni con su alma :v

Comprenderán que no iba a poner el proceso de cirujia explícito, creo que seria demasiado, pero si puse el sufrimiento de Goenji.

¿Por que? Porque si Fubuki sufre con las inyecciones el debe sufrir con la espera >:'v

Si OS gusto, regalenme una estrellita  🌟

En caso de que no, lo siento :'v. Podéis aventarme un tomate :'v 🍅

Endo: ¡pero con amor!

¡Muchas gracias por leer!

Nos vemos <3

Shuyaneko~
💞

PD: actualice rápido, pero el siguiente cap sera un poco mas retardado. Es necesario.

Gracias  ❤ <3

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