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CAPÍTULO 13

—Es un gusto volver a verte, Ian.

—Lo mismo digo, Aurora, ¿cuándo regresaste a Honduras?

—Hace unos días —respondió con la mirada en Jasón—, ¿cómo estás?

—No me puedo quejar, encantado de verte de nuevo, ¿qué es de tus padres?

—Están muy bien, han querido ir a tu casa, pero como he perdido tu número no he podido llamarte para concretar.

—Por mi encantado. —Sacó una agenda y de ella una tarjeta—. Este es mi número, estoy complacido de que estés en mi casa junto a tu familia.

La flamante pelirroja guardó la tarjeta en su cartera y volvió su mirada a Ian, sus ojos delataron el encanto que sentía por él.

—Por cierto, ella es Bianca, mi prometida. —Pasó su mano por mi cintura luego de haber pasado cinco minutos ignorándome.

— ¿¡Qué estás diciendo!? —Su sobresalto hizo que las personas que estaban en las mesas contiguas prestaran atención a nosotros.

—Hasta para mí fue una sorpresa —puntualizó Jasón con una sonrisa—, pero es la verdad, mi hijo y Bianca se casan en pocos días.

—Un gusto conocerte, pensé que eras una amiga más —admitió con su mano extendida hacia mí.

—Tienes una mala intuición.

—Creí que le tenías miedo al matrimonio —añadió en el momento que nuestras manos estuvieron separadas de nuevo—, conmigo nunca quisiste hablar de matrimonio.

—Eran otros tiempos. Si me disculpas tenemos un desayuno al cual asistir, espero verte pronto.

—Por supuesto que sí, espero que vayas a la cena que organizara tu papá en mi honor.

Un beso en la mejilla para los dos hombres y la pelirroja se alejó sin siquiera despedirse de mí. Era evidente que la noticia no le había agradado y que el hecho que recordara su pasado con Ian era solo para fastidiarme, aunque estaba muy lejos de la realidad.

—Aurora es una joven encantadora, siempre pensé que te casarías con ella, pero debo decir que me siento complacido con Bianca.

—Tuve muchas mujeres y eso no significaba que me iba a casar con todas ellas.

—No creo que a Bianca le haga gracia escucharte decir esas cosas, Ian.

Negué con la cabeza ante su mirada y empezamos a caminar hacia la mesa del centro; en ella estaban cinco hombres, todos iguales a mi futuro falso suegro y aunque mi semblante demostraba felicidad estaba lejos de sentirla, por dentro solo me invadía la incertidumbre por lo que en todo el desayuno estuve dentro de mis ideas.


—Te llamaré, gracias por todo, padre.

—Hasta la próxima, Jasón. —Me acerqué para darle un beso de despedida.

—Les aviso de la cena con los padres de Aurora. —Se despidió para después subir la ventanilla de su auto y alejarse de la entrada principal.

—Toma, en cuanto lo vi pensé en ti.

—¿De dónde lo sacaste?

—El restaurante donde fuimos es de un sujeto de España, sino me equivoco de Las Islas Canarias y ahí son muy típicas estas clases de piedras. Él acostumbra a coleccionarlas y esta destacaba entre todas, es tuya.

—No me lo esperaba. —Tomé la piedra entre mis manos deslumbrada ante el azul transparente. —Sabes lo que significa la aguamarina.

—Of course —respondió con una mirada penetrante lo que me hizo sonreír. El significado era asombroso.

—¿Conocías a alguno de los tipos que salieron el periódico? Estuviste muy pensativo durante el desayuno y pienso que es por eso —añadí con la intención de cambiar el tema, el asunto del regalo improvisado me tenía sorprendida.

—No los conozco de manera directa —confesó mientras caminábamos hacia la casa—, pero si me preocupa el hecho de que la policía investigue, es algo que no me conviene en lo absoluto.

—Quizás deberías dejar ese mundo, el dinero te sobra.

—No es asunto de dinero, la droga no es como la prostitución, no puedes salir de ella cuando se te venga en gana. Solo la muerte te libera de esa cárcel.

—No tiene caso hablar de esto. —Me detuve con los brazos cruzados—. Necesito pensar, iré a dar una vuelta.

—¿Qué necesitas pensar?

—Ian, creo que es una pregunta absurda, hace menos de cinco segundos me das un regalo y al siguiente me acusas de no entenderte y no es solo eso, es todo lo que gira a nuestra alrededor, siento que es demasiado.

—De acuerdo, no me voy a oponer, pero déjame llamar a dos guardaespaldas.

—Ian, no necesito protección.

—Claro que sí, no me puedo exponer a que te vayas y nunca más regreses.

La mirada con la que acompañó esa frase estuvo lejos de ser de protección o de seguridad, lo dijo con odio, como si le hubiera molestado lo que le había dicho.

—Solo quiere respirar, quiero alejarme de todo tu mundo, de todo lo que te involucra, ¿es mucho pedir?

—Y tú, ¿sabes cuál es mi mundo, acaso?

—Claro que lo sé, vivo en tu mundo desde las últimas semanas, vives rodeado de hipocresía, no sé cómo no te da asco fingir lo que no eres. Tu papá se sentiría muy infeliz si supiera en lo que te has convertido, ¿no te das cuenta de que todo esto asfixia?

—Tú no eres nadie para juzgarme, solo ves lo superficial de todo.

—Tú tampoco lo eres y, sin embargo, no tienes reparo en hacerlo.

—No juegues con mi paciencia porque es muy poca.

—Créeme que lo sé, me es suficiente con verte a los ojos para descubrir todo lo miserable que puedes llegar a ser. No te importa tener que matar a personas con esa detestable droga solo para agrandar tu cuenta bancaria y la de tus socios. Eres un maldito asesino —dije la última frase sin pensarlo y me arrepentí cuando noté su mirada inyectada de sangre.

—¡Cállate de una condenada vez! —gritó y lo próximo que sentí fue una bofetada que me hizo perder el equilibrio.—Tú no sabes nada de mí, ni siquiera te imaginas por lo que he pasado, no tienes ni voz, ni voto en mi vida. No eres nadie.

Llevé las manos a mi rostro y mordí mi labio inferior para reprimir las lágrimas, él mantuvo su mirada de rabia, pero con una combinación de desprecio. Dio media vuelta y se alejó hacia uno de los autos.

De inmediato me levanté del suelo dejando la piedrecilla ahí y corrí hacia la salida de la casa, los escoltas que había impuesto para mi compañía no dudaron en seguirme, sin embargo, era lo que menos me importaba.

Caminé las dos cuadras siguientes llena de emociones contrarias, sabía que mi manera de expresarme no había sido la correcta, pero Ian no tenía derecho a golpearme. Cada segundo me quedaba más claro que entre él y yo no podía haber tregua.

Regresé a la casa después de dos horas, si bien en ese tiempo tanteé la posibilidad de escaparme de los guardaespaldas, no la llevé a cabo por mi seguridad. Tenía una amenaza muy firme en mi vida y si cometía un error entonces se cumpliría y en momentos así no podía tentar a la suerte.


—¿Va a almorzar, señorita? —Apareció Dora en la sala cuando escuchó que había cerrado la puerta de entrada.

—Sí, bajó en unos minutos, gracias.

Fui a mi habitación y después de una ducha rápida me puse una ropa cómoda. Cuando salí del baño noté un movimiento fugaz que me hizo poner alerta.

No hablábamos de fantasmas, era algo real; nadie había a simple vista, pero se podía sentir la presencia.

Giré sobre mis talones y de pronto ese espacio se sintió más grande de lo que era, fue cuando a mis espaldas escuché la puerta cerrarse. Una persona había salido de esa misma habitación.

—¡¡Dora!! ¡¡Dora!! —Empecé a gritar presa del pánico, caminé hacia la puerta y la abrí sin dejar de llamarla.

—¿Qué sucede, señorita? —preguntó con la respiración agitada, señal de que había subido las escaleras a velocidad.

—Alguien está en esta casa, por favor llama a seguridad.

—¿Qué trata de decir? Aquí solo estamos el personal de servicio y vigilancia, no hay nadie más.

—Llama a seguridad, alguien entró a mi habitación.

—Eso es imposible. —Me evaluó con una sonrisa—. Los guardias hubieran notado algo extraño, le recomiendo que deje ese teatro...

—Tú no entiendes nada. —Pasé por su lado mostrándole el enojo que me causaba su indiferencia. Bajé las escaleras con el corazón agitado.

—¿Qué pasa, señorita? —Preguntaron los jefes de guardias al verme salir de la casa.

—Alguien estaba dentro de la casa —dije al borde de la desesperación—, hagan algo, salió de mi habitación y aún debe estar por aquí, no puede ser que este tipo de cosas sucedan.

—Vamos a investigar, señorita.

Dieron media vuelta y se dispersaron en busca de sus compañeros, aunque algo me decía que era en vano. Los minutos valían oro y ya habían pasado varios para atrapar a quien quiera que fuera que hubiera entrado.

Pensé entonces en las cámaras, sin embargo, descarté la idea por obvias razones.

—Señorita, aquí no había nadie —recalcó Dora a un costado cuando volvimos a estar solas.

—Por supuesto que sí, una persona entra y sale de esta casa como si fuera de su propiedad, es imposible que nadie lo noté. No es la primera vez.

—Nadie ha visto nada, ni siquiera las cámaras de seguridad han detectado a una persona desconocida.

—No tengo porque rendirte explicaciones, yo sé lo que está pasando.

—Señorita... —La voz del jefe de seguridad me hizo girar—. Nuestros compañeros reportan que nadie ha entrado a la casa.

—¿Revisaron bien por los alrededores?

—Sí y no había nada sospechoso, revisamos las cámaras y tampoco, es muy poco probable que se pueda burlar tanto protocolo...

Sin dejar que terminara su frase me retiré de la sala con dirección a mi habitación, no valía la pena discutir con personas que te creían loca.

Cuando estuve en mi cama busqué la nota que me habían dejado en la mañana, no reconocía la letra, pero solo una persona la podía haber escrito aunque fuera inconcebible, había visto su cuerpo inerte y Roland me lo había confirmado.

« ¿Sería posible que me hubieran engañado? », medité con la mirada fija en el computador apagado. Decidí guardar el papel e ir hacia el escritorio, debía averiguar por los medios posibles que había sucedido en realidad con mi pasado.

Prendí el ordenador portátil e ingrese a google, utilice las búsquedas fáciles en busca de pistas, sin embargo, al teclear el nombre de Roland solo aparecieron resultados de sus múltiples agencias de modelaje, de sus socios en los medios de comunicación y de sus inversiones en el extranjero.

Me llené de indignación al ver toda esa información que no era más que un escudo, no obstante no me sorprendía, pero dejando todo eso a un lado no salía nada respecto a Gonzalo, era como si para el internet de verdad estuviera muerto.


Entonces después de una hora dejé de intentarlo, era caso perdido y debía idear otro plan para llegar al final de la situación, sin embargo, otra idea empezó a rondarme: el nombre de mi padre. Y sin perder más tiempo lo tecleé, de inmediato salió su fotografía en la pantalla por lo que sentí un rechazo espontáneo ante ese hombre que me sonreía como acostumbraba, mas eso no detuvo mis ganas de saber.

Abrí la primera página que me arrojaba la búsqueda y casi terminó soltando una carcajada con lo que había leído, ocupaba un puesto importante en la agencia de modelos de Roland y le habían otorgado varios premios tres años antes. Era evidente que todo era mentira.

Cerré esa página y abrí otra, no encontré nada diferente, esos sitios web se encargaban de hablar bien de todo lo que encerraba a ese maldito traficante de mujeres.

Volví a mi cama con el corazón pequeñito por tantas emociones, el hecho de querer revivir el pasado me había afectado más de lo que quería.

Me abracé a la sábana que había sobre la almohada y cerré mis ojos, no tenía sueño, pero mis sentimientos me estaban obligando a recordar mi vida y con ello miles de preguntas respecto a mi carrera, a mis amigos, a mis planes, al viaje frustrado a Las Vegas, al malestar de Annie al enterarse de lo sucedido, a la tesis, a la vida normal... Mi vida que había sido arrebatada cuando recién empezaba.

—Relájate, cerebrito, esa frase ya me la conozco. Yo solo quiero que los meses se pasen rápido y que no tengamos que regresar más a la universidad.

—Ya sabes que es lo que vas a hacer una vez nos graduemos.

—Ya te lo he dicho, voy a viajar los primeros meses y en ese tiempo buscaré mi mejor opción de ciudad para vivir. Mi papi descuidado dice que debo decidir en qué lugar quiero trabajar y él se encarga del resto.

—Yo quería algo parecido, pero mi papá no me deja, su deseo es que tenga una maestría y después busqué empleo y es lo que haré.

—Cerebrito, te conozco desde hace varios años y siempre es lo mismo. Arturo y Olga son el centro de tu mundo y no haces nada sin que ellos no lo aprueben, es tu vida más no la de ellos.

—Niñas, buenos días, las he visto cruzar el pasillo y no dudé en acercarme. Los preparativos para la fiesta de graduación están empezando y me preguntaba si quieren ser parte del comité de decoración.

—Creo que eso es una excusa, Leo, más bien quieres pasar tiempo con la cerebrito, ¿cierto?

Le di una mirada rápida para que detuviera su parloteo a lo que ella ni se inmutó y por el contrario empezó a reír. Leo rascó su mentón con cierta vergüenza.

—¿Aceptas, Bianca? Involucrarse en esto será nuevo, no es sano estar siempre con los libros, incluso las alumnas más inteligentes necesitan despejar su mente y más las que tienen espíritu de líder.

—Me encantaría, solo tengo que revisar mis horarios para que no se mezclen con las materias y los exámenes que están próximos a empezar.

Después de intercambiar unas palabras más nos despedimos de Leo, esa tarde Annie se ofreció a llevarme a casa, en el camino no dejamos de hablar sobre las ideas que podrían resultar en el baile. Era cierto que esos eventos eran únicos y como tal había que memorarlos.

—Mamita, buenas tardes, ya estoy aquí, ni imaginas la noticia que te tengo.

—No lo sé, pero a juzgar por tu rostro puedo deducir que es buena.

—¿Cuál es el motivo de tanta felicidad, traviesa? —Su voz me hizo dar un grito de la emoción, no lo esperaba que su viaje al fin hubiese culminado.

—¿Por qué no me dijiste que llegarías, papá? —Salté a sus brazos con vehemencia y lo llené de besos por todo el rostro.

—Porque quería encontrarme con un recibimiento como este, han sido tres meses lejos de ustedes y no quería dañar la sorpresa, ¿ahora si me contarás que es lo que te trae tan feliz de la universidad?

—Leo nos propuso ser parte del comité de decoración del baile. Y es algo nuevo para mí, quiero ser parte de mi grupo por una vez más antes de que tengamos que decirnos adiós el día de nuestra graduación.

—No quiero que te involucres en eso, es solo un pasatiempo que hará que te descuides de tus estudios, en muy pocas semanas serán los exámenes del primer parcial y son muy importantes, si hablo es por tu bien y otra cosa más, no quiero que estés cerca de ese tal Leo, no me gusta.

—Ni siquiera lo conoces.

—Si te buscó para proponerte semejante locura es porque tiene otro interés de por medio, los hombres suelen ser malos por naturaleza.

—Arturo, no le hables así a Bianca, no puedes espantarle a cualquier chico que se le acerqué. En algún momento deberá tener novio.

—Pero no ahora, así que no quiero hablar más del asunto, ese comité y ese chico están olvidados, yo solo quiero protegerla del mundo y sus malicias —enfatizó con su escaso acento español.

Abrí los ojos de manera brusca al escuchar pasos en los exteriores de mi cuarto, pero al oír la voz de Ian me tranquilicé y me incorporé en la cama, la sensación de angustia había crecido con ese sueño que había tenido.

Era la primera vez que soñaba con mi pasado, ¿cómo había dejado pasar tantas oportunidades de disfrutar la vida? Mi papá ni siquiera merecía tal sacrificio y solo ahora entendía el porqué de tanto miedo respecto a mí. Temía que el karma me cobrará sus acciones y vaya que lo hizo. 


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*SIGNIFICADO DE LAS PALABRAS EN INGLES*

Of course - Por supuesto

*FOTOGRAFÍA REFERENCIAL DE LOS PERSONAJES QUE INTERPRETAN A JASON, BIANCA, ARTURO E IAN.*

¡Gracias por compartir este decimotercer capitulo conmigo! Si le gusto dejen su voto y su comentario, me encanta leerlos.

¡Feliz inicio de semana, mis chicos!

Un abrazo muy grande desde Ecuador.

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