44: el prometido de Elizabeth
Cuando Zeldris y Akemi vieron a Elizabeth con un misterioso chico, esa misma noche la peli-azul hablaría con su prima para estar segura de lo que ocurría antes de juzgar mal. La peli-azul y el peli-negro estuvieron espiando a la pareja, aún que a Zeldris le molesto la idea ya que se suponía que estaban teniendo una cita, cuando empezó a oscurecer el chico acompaño a la albina al castillo y se despidió de ella para después retirarse.
Una ves que la princesa entro a su habitación soltó un gran suspiro y se sentó en su cama, estaba cansada y tenía ganas de dormir pero la puerta empezó abrirse un poco llamando la atención de la chica.
-podemos hablar?- preguntó Akemi asomándose por la puerta
-eh, claro- dijo un poco confundida
Su prima entro y se sentó aun lado de ella en la cama.
-seré directa, quién es ese chico?- dijo con firmeza haciendo sorprender a la diosa
-q-que chico?- miro a otro lado nerviosa
-Elizabeth, no actúes como si no supieras- la mira con seriedad cruzando sus brazos -por qué le haces esto a Meliodas? Creí que lo querías-
-si lo quiero!- alza la voz al instante cuando la escucho decir eso -es que... aún no le he dicho a mi padre y...- aprieta los puños con la mirada baja -es mi prometido- con una voz seca y decaída soltó la diosa
-que?!- la ve sorprendida -pero cuando?!-
-mi matrimonio uniría nuestros reinos... pero no quiero casarme porque tengo a Meliodas- lleva una mano a su pecho
-por qué no le dijiste lo qué pasa?-
-tenía miedo... no sé cómo reaccionaría si se entera que estoy comprometida- pequeñas lágrimas salieron de los ojos celestes de la princesa y miro a la peli-azul con suplica -Akemi no sé qué hacer... ayúdame-
No le gustaba verla de esa forma, le partía el corazón, la peli-azul abrazo a la albina para consolarla y con una pequeña sonrisa aceptó en ayudarla.
-mañana habla con Meliodas, si quieres puedo estar contigo- Elizabeth la miro con tanta alegría y le agradeció con mucha felicidad y alivio.
Esa noche, Akemi se quedó a dormir en la habitación de Elizabeth, así tendrían tiempo para hablar de la situación y Akemi se salvaría de su amo que la esperaba en su habitación.
En la la madrugada, Meliodas estaba en el campo de entrenamiento esperando a su "alumna" para empezar a darle lecciones, pero al parecer Akemi se había quedado dormida.
Así que el rubio decidió encaminarse a la habitación de la joven peli-azul para despertarla, al estar frente a la puerta del cuarto, de una patada la abrió y lanzó una cubeta de agua fría a la cama donde duerme la peli-azul.
-arriba niña! No tenemos todo el tiempo del mundo!- dijo Meliodas con una sonrisa burlona
-que te pasa maldito?!!- gritó un verdugo furioso e irritado por ser despertado de su sueño de belleza
-ups parece que me equivoque- dijo riendo rascándose la nuca a lo que se ganó un golpe en la cabeza de parte de su hermano
-por que diablos hiciste eso?!- lo mira con enojo
-pensé que eras Akemi, quería hacerle la broma a ella pero te toco a ti- mintió el rubio salvando a su amiga peli-azul
-ahora que la mencionas, no la e visto desde a noche, seguro está con Elizabeth- dijo el verdugo pensativo
-gracias por la información- dijo Meliodas saliendo de la habitación.
Una ves que la puerta se cerro varios minutos pasaron, Zeldris ya se había secado el cabello y decidió seguir durmiendo, al momento de cerrar los ojos gritos de escucharon en el pasillo arruinando la inspiración para dormir.
-me lleva...- el peli-negro se levantó con disgusto y abrió la puerta solo para ver como si hermano mayor era perseguido por una furiosa y mojada Akemi
-vuelve aquí maldito enano pervertido!!!- gritó la peli-azul persiguiendo a Meliodas con una espada
-te volviste a quedar dormida perezosa!- dijo con una sonrisa divertida el capitán
Zeldris y Elizabeth miraban esa escena confundidos y con una gota de sudor en su nuca por lo que sucedida, después de un tiempo Meliodas tenía varios golpes en la cabeza, al final Akemi logró alcanzarlo.
Elizabeth se encontraba en la cocina para comer un poco, como era muy temprano decidió tomar una manzana, mientras que en la habitación de Elizabeth, Meliodas estaba sentado en la cama con una bolsa de hielo en la cabeza por los golpes.
-honestamente tú tienes toda la culpa- dijo Akemi con seriedad
-parecen niños-comentó Zeldris fastidiado
-parece que alguien esta irritado por no tiene su sueño de belleza- dijo burlón el rubio
-cierra la boca- dice con enojo
-si tienes tanto sueño ve a dormir- dice la chica mirando a su amo
-quiere tener a su Akemi para abrazar- dice Meliodas abriendo un cajón y agarrando una prenda íntima para luego observarla -una lencería no le vendría mal- dice para sí mismo pensando en la pobre albina.
-pervertido!!-
Desde la cocina se podía escuchar como si unos toros estuvieran corriendo sin control, Elizabeth sabia que Akemi debe de estar golpeando a Meliodas por una razón que ella desconocía, cuando salió de la cocina su sorpresa fue encontrarse con su prometido.
-buenos días, princesa Elizabeth-dijo en un tono delicado y alegre
-príncipe Sebastián, que hace tan temprano aquí?- preguntó la albina un poco incómoda
-lo mismo se lo pregunto a usted-
-es que me dio un poco de hambre- dijo con una sonrisa nerviosa -responderá mi pregunta?- lo ve con seriedad
-e decidido prepararte yo mismo el desayuno, ahora que somos prometidos debo tratarte como mi novia para acostumbrarnos- dice con una sonrisa
-es muy amable pero no es necesario- dice manteniendo su sonrisa fingida
La pobre de Elizabeth a estado rechazándolo de forma suave trataba de no hacerlo sentir mal, aún que su compromiso sea arreglado no te mía la culpa para ser tratado mal, de seguro también está en desacuerdo pero lo hace obligatoriamente.
-debería ir a descansar no cree? Es muy temprano y la verdad tenía pensado volver a dormir- dijo la albina tratando de hacer que se vaya para que el pecado capital no llegara y los descubriera
La sonrisa que llevaba el príncipe en sus labios desapareció mostrando una rostro deprimido y decepcionado.
-princesa Elizabeth acaso no le agradó?- preguntó con tristeza sorprendiendo un poco a la mencionada
-no piense eso, es solo que...- Elizabeth no sabía qué decirle, no quería decir que tiene una relación con Meliodas aún no era el momento para hacerlo público
Las manos de la diosa fueron tomadas de forma delicada haciendo que despertara de sus pensamientos, los ojos azules del príncipe la miraban con un brillo y un sonrojo en sus mejillas.
-para serle sincero, a mí me parece muy hermosa- confesó en chico haciendo sonrojar a la albina por sus palabras
Este se fue acercando a los labios de la princesa, Elizabeth no sabía que hacer para detenerlo pero para su suerte, Sebastián recibió un golpe en la cabeza evitando que besara a la pobre de Elizabeth.
-óyeme, quien te crees que eres para tocar a mi mujer- con una voz furiosa y sería dijo el pecado de la ira
Después de tanto tiempo por fin les traje esto!
Lamento haberme tardado pero peor hubiera estado que no actualice u.u
Trataré de actualizar más seguido tengan paciencia!
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