Al fin, ya eran las cuatro y treintena, casi la hora de salida, el jefe no la llamó, solo la vio de lejos y le dedicó una sonrisa antes de retirarse, al parecer la conocía.

Según Daniela el jefe le dijo que la contrataran, pasara lo que pasara porque el padre de Fátima era una gran persona y él le debía mucho a su padre.

El jefe estaba al tanto de la situación de Fátima y su padre, pero tenía una semana para dejar todo listo antes de partir a su país y casi no pasaba el día en la oficina. Cada vez que la veía le saludaba con Salam (saludo de un musulmán a otro), y le dedicaba una sonrisa.

Él sabía muy bien sobre la salud del padre de Fátima, pero no podía hacer mucho. Le pidió a Daniela que prepara un contrato por un año para la joven, él lo firmaría y así nadie podría hacer nada para despedirla. Y eso fue lo que hizo el viernes, ultimo día que verían al señor Khalik, accionista mayor en la empresa de Columbia Bros s.a.

Al fin terminó la semana, tenía contrato por un año y su madre estaba feliz, su padre se había recuperado un poco,  pero no hablaba, al menos abría los ojos, sonreía, y movía las manos.

Fátima lo visitaba de noche, aunque no era permitido. Ella pidió el favor y le dieron permiso especial. ¡Hospital público siempre tiene sus reglas!.

Ella tenía el fin de semana que aprovechó para hacer limpieza, preparó algunas galletas fáciles e hizo el mercado, ella era fanática de la cocina, tomó un curso de verano en una academia de repostería.

El domingo por la noche se fue a acostar temprano. Ya acostada sobre su cama pensaba en aquel hombre y su mirada. A la vez  pensaba en su próximo jefe al que había visto de espaldas  en la oficina. Calculaba que tendría más de treinta años y debería ser casado. Comparando a los dos, el joven del Mustang sería más joven, de unos veinticuatro quizás, así que no podrían ser las mismas personas. Aunque le inquietaba, no podía dejar de pensar en la mirada de aquel joven. ¿Porqué la ponía tan inquieta la situación?

Sabía que al día siguiente iría al trabajo, estaría sola ya que Daniela terminaría su contrato, y ella oficialmente ocuparía ese puesto.

Era un buen sueldo pero había algo que le preocupaba y era su nuevo jefe; no sabía quién era; por lo menos estaba segura que tendría el puesto y que nadie se lo quitaría, pero, ¿Renunciaría si tuviera que hacerlo?...

《 Uno nunca sabe cómo son las personas, algún pervertido en la oficina, compañeras celosas, o algo peor, ¡jefe acosador!》 Reflexionaba ya acostada sobre su cama y se sorprendió a tal pensamiento absurdo.

—¿Jefe acosador? —repitió en voz alta antes de apagar la lámpara que alumbraba su habitación.

Al fin lunes, se levantó temprano, tomó su vaso de leche con chocolate  y comió unas galletas, se lavo los dientes, se puso sus zapatos bajos y salio de casa despidiéndose de su madre.

Iba con mucho tiempo así que caminó de espacio. Tomó el autobús y pasó el tramo de pie ya que no había puesto vacío. No se volvió a encontrar al viejo de la vez pasada en ninguno de sus viajes y tampoco vio a ningún tonto de ojos azules como dijo Gabi.

Llegó más temprano de lo normal a la oficina, vio estacionado un auto deportivo justo donde decía jefe, claro, el que cubriría al dueño tenía derecho a estacionarse en ese espacio. Se fijó nuevamente en el auto y era color negro, vidrios muy oscuros y rines...  《woow》 pensó. Era el mismo de la vez pasada. Se dirigió a su puesto, dejó su bolso, pasó al baño a arreglarse un poco el hijab; con los empujones en el autobús a veces se desordena un poco; se sirvió un café ya que Daniela le dejó esa costumbre, dejó el café en su escritorio, ordenó unos papeles, y vio la hora, faltaban pocos por llegar, por suerte su escritorio estaba un poco distante de la oficina de su jefe y la oficina lejos de todos, estaba en un rincón apartado, aunque desde aquel punto se podía ver algunas cosas. 

Fátima había movido su escritorio un poco más a fondo, así ella veía hacia los demás pero ellos no podían verla fácilmente porque los separaba una pared de vidrio oscuro, cuando vio a Ana ésta le saludó, se dirigió a su puesto y empezaron a trabajar.

Fátima sin saber si el jefe estaba dentro o no, entró a la oficina sin permiso, llevaba unas carpetas que serian las primeras del día, quería adelantar algunas cosas pero para su sorpresa había alguien sentado en la silla viendo a través de las grandes ventana que daban al patio de la empresa, ella se acordó de aquel auto y pensó en disculparse, no debió entrar sin avisar, estaba aterrorizada, temía ver a la persona que estuviera en aquel asiento dándole la espalda.

Algo nerviosa y con las manos temblando tomó aire y valor para hablar.

—Buenos días señor, soy su secretaria, me disculpo por no avisar antes de entrar.—  Aquel hombre guardaba silencio, tenia un portafolio en manos que debía estar revisando.— No sabia que usted había llegado.

—Estaba viendo tu hoja de vida. Que interesante, tienes buenas notas y eres muy capaz para el trabajo, pero habiendo otras mujeres ya con experiencia, ¿Porqué mi tío te eligió?, ¿Sabias que le pedí como requisito tener una secretaria adulta y con experiencia?.  ¿Porqué mi tío ignoró mi petición y le dio un año de contrato a una joven inexperta? —dijo sin quitar su mirada de la vista que le ofrecía la gran ventana. Hablaba con voz muy seria, estaba disgustado quizás, ¿Pero porqué?, pensó Fátima —¡Conteste señorita Fátima! O debería decir...

—Soy Fátima, su tío me conoce bien y le aseguro que tuvo muy buenos motivos para este contrato señor, no lo voy a defraudar.— Ella estaba asustada, tenía muy mal presentimiento, aun así hablaba con voz firme.

—Seguro que si—. Giró la silla y la miró de frente.

Fátima lo miró atónita,《¿Es él?》  tenía la misma mirada seria,  lo llevaba recordando desde que lo vio en la  parada de buses.

《 ¡Genial!, que pesadilla y ahora entiendo la pregunta, el cree que soy una descarada que se burló de su tío y quiero el trabajo para algún otro fin 》 Pensó.

¡Hola!

Es la primera novela que escribo, asi que acepto criticas constructivas y consejos. ¡Gracia por leer!.

En el próximo capítulo viene Omar, el nuevo jefe de Fátima  Esperenlo...

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