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Capitulo 23

—¿Me estás diciendo que prefieres a la prima griega de Jesse que a Becky?— cuestiona Carson ofendido mientras daba otra mordida a su fresa.

—Era mejor opción aunque fuera su prima— defiendo mi opinión falsa tomando una uva de aquel recipiente con distintas frutas que había preparado el castaño previamente.

Carson mueve las manos al aire sin poder decir ninguna palabra ante mi confesión.

Después de un tiempo, ya eran altas horas de la noche y seguimos hablando en el sofá que también era un sofá  cama, así que teníamos más espacio, espacio que fue llenado con comida.

—Es imposible que alguien prefiera a la prima— discute frustrado.

—Carson, es un chiste, ¿Quién no querría a Becky?, Tiene a Jesse como marido, lo tiene todo— confieso finalmente ganando una mirada de alivio de parte del castaño.

—Ven aquí, estoy tan feliz de que haya sido broma— me toma en sus brazos y me atrae hacia el provocando que yo apoye mi cabeza en su pecho. 

—¿Y qué tal si no era broma?— cuestiono mirando hacia arriba haciendo mi mirada choque con la suya.

—Oh más vale que no, dudaría de tus capacidades mentales—bromea rodeando sus brazos en mi abdomen y colocando su cabeza en mi hombro.

Yo lo golpeó ante su comentario recibiendo una risa de su parte.

—Entonces supongo que tú también tienes capacidades mentales dudosas por estar con alguien con capacidad mental dudosa— defiendo de manera algo curiosa provocando una risa de Carson en dónde su aliento choca con mi cuello provocándome escalofríos.

—Entonces seremos dos locos felices— termina de decir para después dar un pequeño beso en mi quijada causando que me den cosquillas. 

Esto se sentía agradable, realmente no pensaba en nada que no fuera Carson y en la comodidad que sentía al estar con el, realmente me gustaba esto.

—¿Qué piensas, princesa?— cuestiona el castaño dando pequeñas caricias a mi mano.

—Realmente en nada, estoy admirando el ambiente— respondo disfrutando sus caricias mientras cerraba mis ojos.

—¿Y ahora cómo crees que reaccionen los demás ante esto?— pregunta ligeramente absorto en sus pensamientos mientras tomaba mi mano.

Al instante, la imagen de la chica de cabello azul invade mi mente y sin querer doy un apretón a la mano de Carson llamando su atención accidentalmente. Carson me mira con el seño ligeramente fruncido.

—¿Qué pasa?— pregunta acomodando los anteojos en su rostro.

—No es nada, movimiento involuntario— respondo con un argumento más falso que cuando dije que no me había comido las gomitas de Sara.

—¿Estás segura?— interroga el castaño con una mirada desanimada.

No puedes mentirle a esa carita.

Ya lo sé.

¿Le vas a decir?

Tal vez.

¡Tal vez mis polainas! , Solo dile.

¡Está bien!, Le diré.

Miro a Carson y observo como su mirada tiene muchas emociones que me harían querer llorar.

—Bueno...He tenido algunas diferencias con Jessica, nada grave pero...

—Le tienes miedo.

—¿Qué?, No, es solo que es un poco...demandante.

—Le tienes miedo— afirma Carson mientras se cubre el rostro con frustración después de posar sus anteojos en su cabeza. —Escucha, voy a procurar alejarme de ella.

—Carson, no tienes que dejar de ser su amiga por mi.

Por más que te haya amenazado esa pitufina.

Calla.

El castaño niega con la cabeza y me toma de las manos.

—Si te dice la más mínima cosa, dímelo, los chicos me dijeron como se comporta contigo.

Es que no saben que nos quemó el brazo ni que casi nos deja calva.

Que te calles.

Ay perdona.

Yo le sonrió y acerco sus manos a mis labios para darle un beso en sus palmas.

—Yo te diré, no te angusties, y respecto a tu pregunta, es algo que tendremos que descubrir, se que la tía Mary estará maravillada, ella te adora.

—Eso no es cierto— afirma sonriendo con sus mejillas comenzando a tornarse rojas.

—Te ama más que yo, un día me preguntó si no querías unirte a la familia y ser su segundo hijo.

Carson ríe y toma mis mejillas.

—Tal vez acepte para estar más cerca de ti en reuniones familiares.

—Eso sería terriblemente incestuoso— río posando mis manos en las suyas.

—Me arriesgaré— sonríe y se acerca, tomo aire antes de que sus labios rocen los míos.

El toma mi mano antes de juntar nuestros labios con suavidad, una ola de mariposas invadieron mi estómago después de corresponderle el beso.

Carson se aparta lentamente para mirarme con una sonrisa.

—Besas muy bien, prima— bromea ganándose un golpe mío junto con una risa.

—Basta, que digas que eres mi primo es espeluznante— le pido recibiendo de su parte solo una sonrisa.

—Mas espeluznante es tu indiferencia, prima— toma mi cabeza entre sus manos para comenzar a repartir besos por todo mi rostro. Yo río tratando de apartarlo.

El momento es interrumpido de repente por unos toques a la puerta.

¿Quién podría ser a estás horas de la noche?

Nos llegó la hora.

Ambos nos quedamos callados mirando hacia la puerta principal de la cabaña.

—¿Invitaste a alguien?— susurro sintiendo los vellos de mis brazos erizar.

—No que yo recuerde— responde de la misma manera levantándose del sofá cama y caminando lentamente hacia la puerta principal.

Yo me pongo de pie y camino atrás de Carson.

—¿Quien es?— pregunta el castaño mirando a la puerta mientras tomaba mi mano el cual yo también tome con fuerza.

Tardan unos segundos en responder pero después de un tiempo, una voz masculina se hace presente.

—Hermano, soy yo— la voz de Steve traspasa aquella madera haciendo que los músculos tanto de Carson como míos se relajen al instante.

Carson abre la puerta dejando ver al chico de ojos rasgados con una bolsa de papel en sus manos.

—Ooh es cierto, el encargo que te hice— exclama el castaño con un tono de culpabilidad.

—Te voy a matar por enviarme ese mensaje a esta hora Carson Brown, hola Sam— advierte Steve adentrándose a la cabaña para después saludarme sonriendo.

Yo le devuelvo el saludo y observo como camina con las bolsas de papel hacia la cocina, o eso parecía antes de que las manos entrelazadas de Carson y mía captarán su atención.

—No jodas, ¿Ya pasó?— pregunta sorprendido haciendo que yo mire a Carson.

El mira hacia el otro lado fingiendo una tos.

—Mierda, yo siempre jodiendo todo, disculpen, solo dejo esto y me voy— camina a pasos acelerados hasta la barra de la cocina pero se golpea en la cara con el taburete pegado a la pared.

—Steve, te agradezco por traer en encargo, pero vete— pide mientras rodeaba mis hombros con su brazo.

Steve coloca una mano en su pecho mientras su expresión se transformaba en una exageradamente dramática.

—¿Me dejarás en medio de la noche a la deriva?— pregunta fingiendo un llanto.

—Trajiste tu auto, lo ví afuera— responde el castaño riendo.

—¿Pero qué tal si me secuestran en medio del camino?— Steve me mira en busca de ayuda.

Estaba por abrir la boca para decir algo cuando Carson me interrumpe.

—Steve Weinger, vete de esta casa, por favor— pide abriendo la puerta.

Steve bufa rendido y después de dejar las bolsas pasa en frente de nosotros hasta llegar a la entrada.

—Es una cabaña, mi amor— rápidamente Steve se acerca a Carson y lame su mejilla para luego salir corriendo hacia afuera del lugar.

Yo río al ver la mueca de asco de Carson mientras iba por unas toallas húmedas que extrañamente se encontraban en la cocina.

Mientras el se limpiaba, yo me dispuse a mirar descaradamente el contenido de aquellas bolsas de papel.

Eran múltiples dulces junto con frutas y bebidas.

—Como puedes ver, Steve tardo más de lo debido, así que tuve que improvisar un poco con la fruta que tenía— explica tirando una toalla húmeda al cesto de basura.

—Bueno, ahora tenemos más cosas— entro a la cocina para rodear el torso de Carson abrazándolo. —, aunque ya has comprado bastantes cosas por hoy, si sigues así de detallista pronto quedarás pobre— río apoyando mi cabeza en su hombro.

—Si te hago feliz con estos detalles entonces seré pobre hasta que tenga que pedir dinero en la calle— sus palabras me sorprendían cada vez más haciendo que mi corazón se sintiera en una danza.

—¿Y cómo harás para vivir?— cuestiono quitándole los anteojos de su rostro y viendo a través del cristal.

Carajo, ya entiendo cómo es que no ve sin ellos.

—Con tu amor basta, prima— estaba segura que dijo eso reprimiendo una risa.

—¿Hasta cuándo seguirás con eso?— dejo de abrazarlo para mirarlo.

Realmente se veía tan atractivo sin anteojos.

Pero prefieres al cuatro ojos, no lo niegues.

No lo niego.

—Hasta que tu tía Mary me adopte y en verdad seamos primos— yo trato de salir de la cocina pero el me toma de la mano para después tomar mi cintura y elevar mi cuerpo a pocos centímetros del suelo.

—Acabamos de entrar en una relación, ¿Y ya quieres terminarla por querer ser mi primo?— cuestiono apartando un mechón de su cabello que resbalaba por su frente.

—Tienes razón, no vale la pena— concuerda conmigo para bajarme al suelo. —, pero si se presenta la oportunidad de que me adopten lo consideraré.

Yo doy un pequeño golpe en su cuello causando una risa suya.

—Dejemos el tema de los primos para otro día, ¿Quieres que te lleve ya a casa, princesa?— cuestiona tomando mi mano y caminando hacia la sala de estar.

—¿Ahora?, ¿No era temprano?— pregunto extrañada, recién llevábamos menos de tres horas.

—Sam, son las tres de la mañana— responde con una sonrisa pero yo solo pude ver mi reloj de mi teléfono.

Eran las tres de la madrugada con diez minutos.

Mierda, ¿En qué momento se fue tanto tiempo?

—O si quieres...bueno, quedarte aquí, es decir, ya es tarde y no quisiera que nos secuestran como a Steven— las mejillas del castaño comenzaban a teñirse de rojo.

Yo sonrío y tomo sus manos haciendo que sus ojos brillantes me miren.

—Me gusta esa idea— le sonrió pero el me mirá como lo hacía hace diez segundos.

Me quedo unos segundos observando como mantiene su misma expresión.

—Oh lo siento, es que no te puedo ver así que no se con que expresión lo dijiste— menciona apenado mientras cierra los ojos.

Yo río y camino hasta la cocina en dónde deje sus a anteojos.

Cuando los tomé y volví a la sala de estar, solo ví el como Carson se tropezó con el sofá y cayó directamente al suelo.

—Dios Carson, ¿Estás bien?— pregunto yendo hacia el apoyando mis rodillas en el suelo.

—He tenido caídas peores— responde adolorido pero sonriendo.

Yo le ayudo a sentarse en el suelo y le coloco los anteojos. El parpadea múltiples veces antes de verme.

—¿Dónde quedó tu sentido arácnido?— bromeo acariciando su cabeza la cual fue la zona afectada.

El como respuesta, golpea levemente sus anteojos y yo río.

                                                                 ♡

Después de una hora, estábamos en el segundo piso donde se ubican las habitaciones. Nos encontrábamos viendo una película la cual desconocía totalmente su nombre.

Bueno, mejor dicho, Carson estaba viéndola ya que yo estaba por quedarme dormida, los ojos me pesaban y no pasaban ni treinta segundos cuando soltaba un bostezo.

—Sabes que puedes dormir ya, ¿Cierto?— cuestiona Carson en voz baja mientras comienza a acariciarme el brazo ya que mi espalda está a en el suyo.

—Quiero saber cómo termina la película— respondo somnolienta.

En realidad no quería saber cómo terminaba, deje de prestarle atención cuando cumplió la media hora de duración.

—Al final muere el chico, fin de la historia— menciona para después cubrirme con una manta que estaba doblada en la cama.

—Que buena historia— le susurro sintiendo mis párpados cada vez más.

—Solo duerme— ríe apagando la televisión frente a nosotros, quedando totalmente en silencio en medio de la oscuridad.

Me quedo unos segundos callada admirando el escenario en el que conformaba de ambos en aquella cama abrazados mientras el me acariciaba mi brazo lo que ayudaba perfectamente a mis ganas de dormir.

—¿Ya estás dormida?— cuestiona rompiendo el silencio después de haber puesto sus anteojos en la mesita de noche.

—¿Irás con tu amante caliente?— bromeo abrazando su pecho.

—Oh claro, me está esperando desde hace horas— responde sarcásticamente recibiendo un golpe sin ganas de parte mía. —, tu eres mi amiga, mi amante y mi novia, ¿Está bien?, No quieras deshacerte de mi tan fácil.

Yo sonrió sin verlo y lo abrazo, sus palabras sonaban tan honestas por el tono en qué lo decía que podría llorar ahí mismo. 

—Gracias— le agradezco después de unos segundos de silencio.

—¿Gracias por qué?

—Por todo lo que has hecho.

—Bueno, esto no es nada comparado con lo que haría por ti, ahora duerme antes de que amanezca.

Yo sonrió pero esa sonrisa no duró mucho después de que que cayera en un sueño profundo de repente.

                                                                 ♡

—Sam— la voz de Carson se escucha profunda mientras mi conciencia comienza a despertar.

—No— digo malhumorada cubriendo todo mi cuerpo con la manta.

—Hice el desayuno con todo mi amor — menciona captando mi atención por completo.

Me despojo la manta de mis ojos y puedo ver cómo tiene una bandeja con platos que aún no puedo ver su contenido.

—Bueno, eso me interesa— Me siento lentamente en la cama aún con la manta encima de mi cuerpo.

Pude ver qué hizo pan ligeramente quemado con mantequilla de maní y un tazón de frutas el cual no tienen ninguna forma definida, todo esto dos veces.

—No vayas abajo por un tiempo, está lleno de humo— pide después chistar la lengua y viendo la comida. —, se que es una porquería, pero es comestible— sonríe apenado.

Yo río y tomo la bandeja después de hacerle un espacio en la cama al castaño.

—Es perfecto, gracias— agradezco antes de darle un beso a la mejilla después de que se sentó en la cama junto a mi. —¿Hoy no irás a trabajar?— cuestiono comenzando a comer.

Dios, esto sabía mejor de lo que se veía.

—Hoy no, aún me deben un día en el trabajo, así que no iré— responde alzando sus hombros comenzando a comer, al introducir un bocado en su boca, automáticamente pone una mueca. —Mejor no lo comas— dice después de tragar la comida forzosamente.

—Hey, a mí me gustó, no podemos desperdiciar este pan hecho con amor— le convenzo después de darle otro bocado al huevo.

—Bien bien— alza sus manos en forma de paz.

—Te doy mi fruta para que no comas tu pan tostado— le tiendo el tazón de fruta y el se toca el corazón mientras de cubre la boca y cierra los ojos.

—Estoy conmovido por tu gesto, pero tienes que comer más cosas que simple pan tostado con mantequilla de maní— devuelve el tazón a la bandeja y abre un cajón de una cajita de noche para sacar su cámara.

—Hey, recuperaste la cámara— menciono al recordar a la tía Teresa hurtar la cámara de Carson.

—Si, tuve que borrar muchas fotos del rostro de la tía Teresa y algunas otras de su trasero— me mira traumatizado y yo me limito a darle otro bocado a la comida para no pensar en eso.

Estaba ocupada comiendo aquel desayuno que no me di cuenta del momento en el que Carson apunto la cámara a mi dirección y tomo la foto.

—¿Qué haces?— pregunto con la boca llena de pan tostado.

—Lleno la memoria con fotos de calidad y no del trasero de mi tía— explica antes de tomar otra foto.

—Basta, mi cabello ha de ser un desastre...aunque bueno, no tanto como el tuyo— río al ver el cabello tan desordenado que tenía Carson, parecía que se revolcó en la cama pero solo su cabeza.

—Esto es una prueba de que no hay filtros en estos momentos, ahora posa antes de que vayas a peinarte— alza su cámara y yo haciendo posesión mía aquella cámara.

—Bien, entonces sonríe— apunto la cámara hacia su dirección viendo al lente del objeto.

El hace una cara tan graciosa que hasta me demoro unos segundos para tomar la fotografía por mi risa.

El toma la cámara entre sus manos y se acerca a mí aún más para después extender su brazo con la cámara en frente de nosotros.

—Di, te adoro con toda mi alma, Carson— pide segundos antes de pulsar el botón para tomar la fotografía.

—Para ser Spiderman eres egocéntrico— río después de que tomara la fotografía.

—Bueno, el egocentrismo no existe cuando tengo razón— bromea sacudiendo la cámara en sus manos.

—Dame eso, verás lo que es tomar una fotografía buena— yo tomo la cámara cuidadosamente  y me acerco a el. —Sonríe— pido antes de rápidamente, besar su mejilla y tomar la fotografía.

                                                               ♡
Después de estar tomando fotos como por diez minutos, terminamos de desayunar y salimos de la cabaña para ir de nuevo al apartamento.

Durante todo el camino, estuvimos hablando de cosas triviales y escuchando música.

Veinte minutos después habíamos llegado ya a aquel edificio. Carson paró el auto en el estacionamiento y ambos nos quedamos callados por un par de segundos.

—Bueno, supongo que hay que entrar— rompo el silencio sonriendo ligeramente mientras limpiaba mis manos sudorosas con mi pantalón.

Ambos sabíamos que estábamos nerviosos, no hacía falta decirlo.

—Eso creo— el castaño suspira quitándose sus lentes para frotarse el rostro.

Ambos salimos del auto, al caminar hasta la entrada del edificio.

Al estar caminando por el pasillo del estacionamiento, miro de reojo a Carson y observo como comenzó a transpirar y su respiración aumentaba conforme nos íbamos acercando a la entrada del edificio.

Le tomo la mano para captar su atención y le sonreí en cuanto me vio, el ante eso me sonríe asintiendo con la cabeza y continuando con el camino.

Al llegar a la entrada, lo primero que vemos es a Carlos viendo la computadora en aquel mostrador.

—Muy buenos días, espero se encuentren bien, necesitan una habi...— el hombre comienza a saludar pero se queda callado cuando ve que las personas en la entrada somos nosotros.

Hecha un vistazo a mi y a Carson continuamente y en repetidas veces por unos segundos hasta que su mirada cayó hacia nuestras manos. El agarre de Carson fue ligeramente más fuerte al momento en que los ojos del hombre cayeron en nuestras manos.

Carlos nos sonríe y sale del mostrador para caminar hacia nosotros.

—No hace falta ni que lo digan, estoy tan feliz por ustedes— al llegar con nosotros, nos abraza a ambos con mucha fuerza y tanto Carson como yo le respondemos el abrazo. —, tienen que contarle a Marian, ella estaba muy emocionada por qué llegara el momento desde que se conocieron.

Carson y yo reímos con su comentario y Carlos nos da una palmada en la espalda.

—Regresaré a mi puesto, pero después de eso hablaremos de muchas cosas, ¿Está bien?— el hombre nos sonríe y ambos asentimos con la cabeza.

Cuando Carlos fue a su puesto, caminamos por el pasillo hasta llegar al ascensor, al llegar a aquella cabina, ambos entramos al ascensor.

Cuando se cerraron aquellas puertas, ambos nos quedamos en silencio por unos segundos.

—Bueno, eso fue fácil y corto— Carson rompe el silencio mirándome.

—Y fue el primero— menciono sonriendo.

—Parece ser que muchos esperaban por esto— dice acomodando sus anteojos para después acercarse a mi y tomarme de la cintura.

—No le estamos haciendo el favor a nadie, ¿Cierto?— poso mis manos en los hombros de Carson rodeando su cuello con mis brazos.

—No lo creo— responde acercando lentamente su rostro al mío comenzando a rozar nuestros labios.

De pronto, sus labios acarician los míos para después unirlos tiernamente.

—¿Qué...carajo?— pregunta alguien de la nada.

Carson y yo nos vemos obligados a separar nuestros labios para ver de quién provenía esa voz.

Carajo.

Si, carajo.

Literalmente estaban todos ahí, Yanay fue la que hablo, pero estaban Sara, Oliver, Jean, la tía Mary, Yanay, ¡y hasta Eros!

—Esa boca, hija— advierte la tía Mary aún mirándonos.

Siento mis mejillas arder como nunca y retiro mis brazos de los hombros de Carson con el corazón acelerado, pero el castaño estaba tan petrificado que nunca quitó sus manos de mi cintura.

Y así es como estábamos todo ese círculo social con un silencio sepulcral que hacía querer morir ahí mismo.

—¡Por Dios!, ¡Que maravilla!— exclama la tía Mary adentrándose al ascensor y abrazándonos a ambos.

Al momento en el que nos abrazó aquella mujer, Carson retira las manos de mi cintura para corresponder el abrazo al igual que yo.

—Estoy tan feliz por ustedes— felicita la tía Mary haciendo presión de más al abrazo.

Cuando terminó de abrazarnos, mire hacia el frente y y mi mirada se encontró con Sara, Jean y Oliver sonriendo como nunca antes lo habían hecho.

En cuestión de segundos los tres corren hacia mi y me estrujan con un abrazo muy fuerte.

Después de estar aproximadamente cinco minutos todos en el ascensor, tuvo que llegar Jerry, el empleado recién llegado de seguridad, a decirnos que nos fueramos de la zona.

Definitivamente no esperaba que se enteraran así, pero no estuvo nada mal.

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