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Capitulo 21

—Te lo dije— reprocha Carson sentándose en mi cama junto a mi.

—Basta, Carson, es la séptima vez que me lo dices— sueno mi pañuelo en mi nariz congestionada nuevamente sintiendo como si un camión me hubiera arrollado.

Cuando volvimos anoche al edificio, me tomé el atrevimiento de no tomarme una ducha caliente, mala idea.

—Es que te dije que no era buena idea, y estuviste bajo la lluvia hasta que volvimos aquí— reprocha una vez más ganándose una mirada de molestia por parte mía. —, basta, no me mires así, toma este caldo de pollo que cociné con todo mi cariño— pide mientras pone en mi regazo el dichoso caldo de pollo.

—Lo pediste a domicilio, ¿Cierto?— lo miro después de probarlo.

El transforma su expresión de cariño, a una ofendida.

—¿Cómo te atreves a dudar de mis dones culinarios?— pone una mano en su pecho preguntando ofendido.

—Aún tengo harina en mi oído por aquellos brownies que intentaste cocinar— tomo un pañuelo para sacudir mi nariz, después de eso, Carson me quita el pañuelo y lo tira en el cesto de basura lleno de pañuelos. —, ¿Cómo es que no te da asco tocar mis mocos?— cuestiono perpleja ante tal naturalidad.

—He tocado cosas peores, no golpees la espalda de alguien borracho— contesta dejándome levemente asqueada.

Unos toques en la puerta interrumpen nuestra curiosa conversación, cuando se abre la puerta se deja ver algunos mechones pelirrojos.

—Pasa, Sara— le digo a mi mejor amiga haciendo que ella abra la puerta totalmente.

—Carson, yo puedo cuidarla, ¿Por qué no vas a trabajar?— pregunta poniendo sus manos en su cadera.

—Vaya, no sabía que al estar enferma mi trato sería como el de una niña... procuraré enfermarme más seguido— menciono tomando una cucharada del caldo de pollo.

Ambas personas en la habitación sueltan una risa.

—Carson, tienes cinco minutos para despedirte de Sam o yo misma te enviaré a tu trabajo por paquetería— advierte la pelirroja antes de salir de la habitación.

—Muchas veces Sara puede ser aterradora— revela haciendo evidente el escalofrío que recién tuvo.

—Y eso que no vives con ella— aseguro tomando nuevamente del caldo de pollo.

—Entonces te dejo en buenas manos— el castaño rodea una manta en mis hombros y posa por unos segundos sus labios en mi mejilla. —, ahora iré a trabajar, pero puedo traerte algo saliendo— propone mientras se levanta de mi cama.

—Estaré bien, y vete o si no te vas a contagiar— pateó su espalda levemente antes de cubrir casi todo mi cuerpo con la manta que anteriormente me había puesto Carson.

—No suena una mala idea estar exclusivamente contigo llenos de mocos— Menciona haciendo que suelte una carcajada.

—Que mala perspectiva tienes del romanticismo— río viendo cómo se acerca a la puerta.

—No es mala, solo es única, volveré más tarde, no mueras en ese tiempo— pide saliendo de la habitación dejando solo a la vista su cabeza.

—Intentaré no hacerlo— respondo causando una sonrisa en el castaño antes de irse de mi habitación cerrar la puerta.

Tomo otro pañuelo de la pequeña caja y por milésima vez, sacudo mi nariz.

Pocos segundos después de hacer eso, se escuchan toques en la puerta, yo ante eso grito un, “Pase", dejando ver a la tía Mary y a Yanay entrar a la habitación.

—Linda, lamentamos habernos quedado dormidas en su sala de estar, seguramente fuimos un estorbo las dos— se disculpa la mujer sentándose en mi cama.

Miro a Yanay y la veo algo impaciente, estaba segura que quería hablar con alguien.

—No te preocupes tía Mary, lo mejor que podían hacer era quedarse aquí siendo que ya era tarde, ¿Será que puedes ir un momento con Sara?, Escuché que necesita ayuda para algo— acepto su disculpa y pido antes de que ella aceptará mi petición y se fuera de la habitación dejándonos a Yanay y a mí solas.

Ella me mira fijamente mientras jugaba con sus manos.

—Bien, ¿Qué pasa?— cuando terminé de formular mi pregunta, fue cuestión de segundos en el que Yanay cerró la puerta de mi habitación y se sentó en mi cama bruscamente.

—¿Recuerdas la cita que tuve ayer con Derek?— cuestiona más impaciente que antes.

—Como olvidarla— respondo tomando un vaso de agua que había dejado Oliver anteriormente en mi mesita de noche.

—Bien, estábamos en el parque y comenzó a llover, entonces fuimos al pequeño quiosco que estaba en medio parque, entonces estuvimos hablando un rato y estuvo apunto de besarme pero...— explica interrumpiendo su historia.

—¿Pero?— pregunto ahora intrigada mientras tomo agua.

—De la nada apareció Jean y tuvimos que estar los tres en el quiosco hasta que dejó de llover— menciona rápidamente.

Mi sorpresa fue tal, que estaba por escupir el agua que tenía en mi boca, pero no quería mojar a Yanay así que lo evite, o eso pareció hasta que la presión que ejercí provocó que esa misma agua saliera por mi nariz.

Me cubro la nariz por ardor y salgo corriendo de mi cama para ir al baño de mi habitación.

—Dios, que asco— revelo sacudiendo mi nariz en el lavabo dejando caer agua.

—¿Tan malo es?— Yanay cuestiona llegando al baño.

Unos minutos después de haber estabilizado tanto mi nariz como mi respiración, salí del baño con Yanay detrás de mi.

—No es...precisamente malo— respondo evitando su mirada.

Y dije la verdad, no era malo, solo que...conozco a Jean, se que está pasando, siempre hace esto cuando pasa.

—¿Entonces que es?— pregunta ahora intrigada.

—¿Aquí está Jean?— respondo con una pregunta evitando responder su pregunta en si.

—Si, anoche se quedó en la habitación de Oliver y Sara por qué había dejado su auto en el estacionamiento— responde mi prima.

—Okay, no te muevas, debo consultar algunas cosas con el— empujó sus hombros hacia abajo y ella se sienta con su seño fruncido.

Salgo de mi habitación y a pasos rápidos camino por el pequeño corredor hasta llegar a la habitación de Oliver y Sara.

Lo primero que veo al abrir la puerta, es a un Jean dormido en la cama de Oliver y Sara.

Sin decir nada, tomo una almohada y golpeó a Jean causando que despertará agitado.

—¡Fue el delfín!— grita despegando su rostro de la almohada.

Cierro la puerta de la habitación y voy de nuevo hacia el.

—Se lo que haces Jean— menciono jalando de su brazo haciendo que caiga al suelo.

—¡Hey tranquila!, no sé de qué estás hablando, ¿Y cómo te atreves a despertarme de mi sueño reparador?— defiende golpeando mi pierna.

—¿Seguir a Yanay a una de sus citas?¿De nuevo?— cuestiono tomando asiento en el piso junto a el.

—Bien, eso puedo explicarlo— su expresión pasa de una confundida a una de pánico.

—Jean, te lo repito, ¿De nuevo?, Pensé que esto ya había pasado— le tomo la mano y la acaricio mirándolo.

El suspira y jala de su cabello mirando hacia el suelo.

—Esto sobrepasa mi situación con la profesora de química— Jean apoya su cabeza en mi hombro.

—Parece ser que los sentimientos de aquel potrillo reviven en este gran caballo— rodeo mi brazo en sus hombros.

El suelta una pequeña risa y me toma la mano.

—Pensaba que al crecer estos sentimientos desaparecerían, incluso si venía aquí a Seattle, pero al verla...Dios, Sam, no lo sé— explica trazando dibujos invisibles en mi mano.

—Ahora yo te preguntaré, ¿Harás algo al respecto?— le cuestiono tomándolo de la barbilla obligándolo a mírame.

El me mira como un niño pequeño apunto de llorar, muerde su labio y desvía su mirada.

—Se veía que le gustaba aquel chico— dice después de unos segundos.

Dios, Jean, si tan solo hubieras tenido el valor para decirle lo que sientes hace años.

Cuando seguíamos viviendo en Silverdale, a Yanay le gustaba Jean desde que teníamos trece, y a Jean le gustaba Yanay, pero siempre tenía que pasar algo para que no estuvieran juntos, y cuando Jean quiso venir a Seattle con su abuela, quiso olvidar a Yanay, algo que por obvias razones, no está pasando.

—Jean, si en verdad la quieres, lucha por ella, y si ella quiere a alguien más, la dejarás ir, no saques conclusiones antes de tiempo— lo ánimo haciendo que su mirada brillara causando que mi corazón llorara de felicidad.

—No me queda de otra, será imposible con la profesora de química— finge lloriquear y yo le golpeó el hombro riendo.

—Vamos, demuéstrale a esa chica el semental que puedes ser— doy un par de palmadas a su hombro y me levanto del suelo para salir de la habitación.

Escucho a Jean caminando atrás de mi.

—¿Dónde está?— me susurra tomándome de los hombros.

—En mi habitación, y si vas a ir allá, tráeme mis pañuelos, siento que tarde o temprano voy a...— antes de poder acabar mi oración, suelto un estornudo que por accidente cayó todo en la mano de Jean.

—Dios, Sam, eres asquerosa— el castaño limpia su mano en mi camiseta y se va a mi habitación.

Río pero esa risa acaba al sentir los mocos de nuevo venir.

Camino hacia el baño con mi nariz nuevamente congestionada.

Al abrir la puerta del baño, miro a Jean sentado en el retrete, pero no estaba haciendo ninguna necesidad, solo estaba ahí.

—¿Qué estás haciendo aquí?— pregunto consternada.

—Oh nada solo... Cobardía— responde de forma falsamente casual.

—Jean, mueve tu cuerpo de un metro con noventa a mi habitación— le tomo de la mano y lo saco del baño.

—No quiero ir, oruga terca— gruñe al salir del baño.

—No me hagas llevarte a mi habitación, caballo cobarde— amenazo a mi mejor amigo provocando que el me ponga mala cara y vaya a pasos lentos a la habitación donde estaba Yanay.

Sonrío conforme y entro al baño para hacer lo que tenía que hacer...es decir, en medio de toda la situación de Jean y Yanay, me dieron ganas de hacer del baño.

Al salir del baño, voy hacia la cocina en dónde se encontraban Sara y la tía Mary hablando sobre comida mientras cocinaban y Oliver le estaba tratando de quitar un juguete a Eros de su hocico.

—Cariño, sobró de ese caldo de pollo que Carson pidió a domicilio— menciona la tía Mary desde la cocina.

Lo sabía.

Me siento en un banco alto que estaba en la cocina viendo cómo cocinan.

—¿No vas a ayudar?— pregunta Sara con un cuchillo en la mano.

—Quería pero...— suelto una tos fingida. —, estoy enferma— me excuso  falsamente apenada.

—Tal vez por eso te gusta tanto la lluvia, para mojar todo tu cuerpo como loca y al siguiente día estar enferma— reprocha la pelirroja cortando una zanahoria.

—¿Y tú cómo sabes eso?— pregunto intrigada ya que no le dije nada sobre eso.

—Sam, llegaste totalmente mojada, amenos que hayas hecho alguna otra cosa que te dejara así, solo se trata de usar la lógica— se golpea la cabeza con el cuchillo para después darse cuenta de lo que hizo y soltar un quejido fuerte.

—Dios, Sara— me levanto preocupada del asiento y le miro la cabeza, no sé hizo una cosa grave pero estaba sangrando.

—¡Sara!— Oliver grita entrando a la cocina y golpeándose con todo lo que se cruzaba al frente de el.

—Escuchen, estoy bien, todo está...¿Eso es sangre?— cuestiona impactada al ver mi mano con dos gotas de sangre.

—No mi amor, esa no es sangre tuya, es sangre de Sam, se cortó con esto— toma el cuchillo y lo pone al lado de mi.

—Si Sara, no hay nada de que preocuparse, si es mi sangre— trato de convencerla mostrando mi mano.

—Bien, háganse a un lado, estuve por años curando heridas de Sara, esta niña descuidada— la tía Mary interviene y aparta cuidadosamente a Oliver. —, vamos linda, iremos al baño— aquella mujer toma de los hombros a Sara y se la lleva de la cocina.

Miro a Oliver y estaba más pálido de lo que normalmente era.

—Estará bien Oliver, la tía Mary es experta en esto— lo ánimo yendo hacia el y dándole unas palmadas a su espalda.

—Si eso lo sé...iré a ver— el rubio sale de la cocina simulando su paranoia.

Algo que admiro de Oliver es que realmente se preocupa por Sara.

—¿¡Qué pasa aquí!?— Jean entra gritando a la cocina instantes después que Oliver de fue.

Yanay entro detrás de mi mejor amigo mirando a piso.

—Sara se golpeó con el cu...Jean, ¿Que tienes en el rostro?— cambio de tema al verlo pintado de rosado.

—¿Qué?, No tengo nada— Jean se toca el rostro y mira su mano, su expresión fue única al ver que si tenía una mancha.

Mi mirada viaja hacia Yanay.

Carajo.

Tenía su labial esparcido por casi todo su rostro.

Miro a Jean y a Yanay sorprendida sin poder decir nada.

Y así es como mi mirada viaja de mi prima a mi mejor amigo consecutivamente por dos largos minutos.

—Bien...yo me iré, tienen mucho de que hablar— menciono en medio de su silencio al mismo tiempo que salía de la cocina.

Cuando salgo de la cocina, miro hacia atrás y lo primero que observo es a Jean viéndome tan sorprendido como yo lo estaba.

Alzo mi pulgar sonriendo al castaño y me voy de la zona cercana a ellos dos.

Recuerdo lo que pasó con Sara y voy al baño a paso apresurado.

Al llegar al baño, veo como la tía Mary le coloca una bandita a la cabeza de Sara mientras que Oliver tomaba la mano de su novia.

—¿Ya estás bien?— me arrodilló frente a ella para mirar como me sonríe.

—Me han pasado cosas peores— me sonríe como si estuviera apunto de dormirse.

—Cierto, como la vez que casi te quedabas sin dedo por un árbol— recuerda la tía Mary.

—O cuando estuviste encerrada por semanas en tu habitación por qué te cortaste el cabello de más— recuerda ahora Oliver aún tomado de su mano.

—O cuando casi te rompes la pierna por estar con patines— recuerdo yo evitando soltar una risa.

—Bueno basta, sé que no soy la más cuidadosa, pero preocuparé serlo más seguido— promete la pelirroja.

—Eso dijiste a los catorce, a los dieciocho y a los veinte— le recuerdo tomando un pañuelo para sonar mi nariz.

—Aqui no lances tus mocos pequeña cavernícola, no somos Carson como para querer ver tus mocos— advierte Oliver.

Yo al escuchar su muy amable petición, lentamente acerco el pañuelo a mi nariz y lo sueno fuertemente.

—¿Quieres?— le ofrezco en broma acercando el pañuelo a su rostro.

—Basta, Sam, eso es asqueroso— reclama la tía Mary haciendo que yo gruña discretamente y tire el pañuelo al cesto de basura.

Mire a Oliver y me molestó el hecho de que tuviera una sonrisa de superioridad en sus labios.

—Te quitaré esa sonrisa de un golpe— amenazó apuntando hacia su dirección con un pañuelo.

—Desde niña sueles ponerte de mal humor cuando te enfermas, Samantha Connor— la tía Mary dice mi nombre completo lo que hace que la mire aterrorizada.

—Ya estoy bien— alzo mis manos en seña de paz sin mirar a Oliver por qué de perfectamente que saldrá golpeado si lo miro.

—Tia Mary, ¿A qué hora sale su avión?— pregunta Sara apoyando su cabeza en el pecho de la mujer.

Es cierto, hoy era el día en el que volvían a casa.

Realmente se fueron estos días volando.

—Bueno, quería decirlo con Yanay pero...— menciona de manera intrigante tomando asiento en la tina. —, decidimos quedarnos por unos días más, nos dimos cuenta que tenemos mucho que poner al día.

Mi ánimo sube en cuanto termina su oración.

—Eso es fabuloso— exclamo levantándome del suelo y yendo a abrazarla.

Ella me recibe gustosa entre sus brazos y ambas nos abrazamos.

—Deberían quedarse aquí, no podemos dejar que paguen tanto en el hotel— ofrezco y tanto Sara como Oliver concuerdan conmigo.

—Oh, claro que no, no podríamos ser tanta molestia— defiende la mujer.

—¿Molestia? Literalmente gracias a ti no morimos de niñas— interviene Sara apuntando a su cabeza vendada.

La mirada de la tía Mary viaja de Sara a mi en repetidas ocasiones antes de sonreír.

—Ya que insisten— responde después de unos segundos.

Todos los presentes en aquel baño celebramos, y como ya resultaba raro estar todos en el baño, salimos de aquel sitio.

Recordé a Jean y a Yanay en cuanto Sara sacó el tema de continuar con su cocina.

Alarmada, voy corriendo hacia la cocina para verlos tan juntos que pareciera que se iban a besar en cualquier momento.

Sin pensarlo mucho, doy varios toques con mi puño a la pared provocando que ambos presentes se asustarán y saltarán lejos uno del otro.

—Tu madre ya viene así que recomiendo que los dos se limpien el rostro— aviso mirando a Yanay sonrojada y a Jean asustado.

En cuanto termino la oración, Yanay comienza a tallar su rostro con su suéter y Jean va corriendo al lavadero para mojarse sus labios y sus mejillas.

Río ante tal escenario pero esa risa es reemplazada por más mocos en cuestión de segundos.

Odio estar enferma.

—Linda, toma estos analgésicos— la tía Mary al entrar a la cocina, me tiende un paquete de pastillas. —, tu también Sara— apunta a la pelirroja que recién entraba a la cocina.

—¿Qué le pasó a Sara?— pregunta Yanay viendo la cabeza de mi mejor amiga.

—Casi se parte la cabeza en dos— Oliver responde abrazando a Sara por los hombros y dándole un beso en la mejilla.

Yo sin saber que decir, decido tomarme las pastillas para el resfriado.

Después de eso todo transcurrió normal, todos comimos de lo que cocinaron la tía Mary y Sara, y no quedó nada mal.

Con el paso de los minutos, el sueño comenzó a aparecer en mi cuerpo y en mi mente gracias a la medicina.

Ahora estábamos en la sala de estar, pero yo no podía evitar hechar mi cabeza para atrás en ocasiones.

—Sam, ve a dormir, parece que te vas a desmayar pronto— Jean despierta mi mente hablando a mi lado.

Está vez, decido obedecer la petición de Jean en silencio, me despido de todos con una breve seña y camino somnolienta hasta mi habitación.

Al entrar a mi habitación, veo mi cama con un deseo inmenso y sin dudarlo, me lanzó a ese suave colchón para a los pocos segundos quedarme dormida.

                                                                ♡

—Sam— escucho una voz profundamente antes de despertar.

Sin decir nada, hago una expresión de pregunta con mi garganta.

—Despierta, princesa— la voz de Carson ahora se hace evidente mientras sentía su mano en mi hombro mientras sacudía suavemente mi cuerpo.

—¿Qué hora es?— pregunto somnolienta abriendo lentamente los ojos.

—Las nueve de la noche— responde viendo el reloj en su muñeca.

Suspiro antes de sentarme en mi cama.

—Dormí toda la tarde— froto mis manos en mi rostro mientras bostezaba.

—Eso me dijo Oliver cuando llegué, ¿Ya te sientes mejor?— Carson se sienta al lado de mi y rodea su brazo en mis hombros.

—De hecho si, la medicina que me dió la tía Mary resultó ser muy efectiva— respondo asintiendo con la cabeza.

—Me alegra escuchar eso ya que quiero llevarte a un lado, no será necesario que te cambies esa pijama—  declara el castaño.

—Obviamente no iré en pijama— me levanto de la cama y tomo la mano de Carson para guiarlo hacia afuera de mi habitación. —¿A dónde iremos?— pregunto para averiguar de debo ponerme.

—Es una sorpresa— responde saliendo de la habitación.

—Bueno, me pondré mi conjunto para sorpresas— exclamo antes de cerrar la puerta.

Realmente me puse algo sencillo, mis jeans negras junto con mis botas de siempre y un suéter blanco tejido.

Salí de la habitación para ver a Carson afuera de mi habitación comiéndose sus uñas.

—¿Es que el gran spiderman está nervioso por algo?— pregunto llamando su atención.

—Claro que no, ¿Lista?— cuestiona teniendo su brazo hacia a mi.

Acepto su brazo y entrelazo mi brazo con el suyo.

—¡Cuidense!, ¡regresen vivos!— grita Oliver desde la cocina.

Ambos nos despedimos del rubio que era el único presente al parecer y salimos del departamento para cruzar por el pasillo.

—¿Y no podrías decirme alguna pista?— pregunto impaciente caminando por el pasillo.

—Bueno, estuve pensando durante todo el día, y creo que algo que tengo que resaltar de nuestra conversación de ayer es que quiero que confíes en mí— comienza a decir en cuánto entramos al ascensor.

—Creo recordar tu deseo— digo un poco apenada.

—¿Pero como quiero que confíes en mí?, Es simple...Tengo que demostrarte que confío en ti.

Termina de hablar y me deja realmente intrigada.

¿Cómo es que va a demostrar que confía en mí?

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