9. Érase una vez, una mujer hecha de flores de loto.
— ¡Joder, cómo duele!... — exclamó de dolor. Liên, la chica a la que había protegido de los norteamericanos, estaba curando sus heridas; pero su cuerpo era un lienzo repleto de ellas.
— Lo siento mucho... Ya casi termino — respondió.
Liên observó la cicatriz de bala que tenía en su pecho, por alguna razón, resaltaba entre las demás a pesar de ser antigua. Pasó sus manos sobre ella, para sentir el relieve. Jungkook la observó hasta que ella levantó la mirada y sus miradas se conectaron.
Jungkook suspiró y el calor de su respiración se toparon con los labios de la muchacha; eran pequeños y delgados, rosados y con un tierno brillo. Sus ojos eran grandes, afilados, tan rasgados que parecía la mirada de un felino, y sus pupilas oscuras cuyas luces reflejadas titilaban como las estrellas en el cielo nocturno.
El corazón de Liên se aceleró considerablemente y sus mejillas se tiñeron de rojo. Acercó su boca hacia la de Jungkook con la esperanza de conseguir un beso, pues sentía que se había enamorado de él tras haberla protegido; pero cuando Jungkook notó que las placas de Yoongi se interpusieron entre sus dedos y su cicatriz, apartó su rostro antes de que pudiera recibir aquel beso.
— Perdón... — se disculpó la chica — Oh...
— ¿Qué ocurre?
— Ya no me queda nada en el botiquín — respondió.
— Lo siento.
— No importa, mañana compraré más... ¿Quieres algo de beber?
— ¿Qué tienes para beber?
— Uhm... Licor, agua y zumo de arándanos.
— Licor — respondió con una sonrisa —, quiero olvidar el dolor esta noche.
Liên pensó que se refería a las heridas de pelea que había tenido en el bar, pero Jungkook no. La observaba mientras servía el licor en los vasos.
Luego recordó que Namjoon lo decapitaría cuando se enterara de que se había metido en una pelea que puso en riesgo su salud. Maldijo en voz baja cuando la muchacha le pasó el vaso con licor.
— ¿Tienes cigarrillos? — preguntó Jungkook.
Liên se sacó la cajetilla del pecho y el mechero del bolsillo de su falda. Jungkook cogió un cigarrillo, se lo llevó a la boca y Liên le encendió la colilla.
— ¿Son tuyas esas placas? — le preguntó señalándolas con su propio cigarrillo.
— No, son de otra persona.
— Ya veo... ¿Y no las necesita o por qué las llevas tú?
— Ya ha muerto, no las necesita. Las llevo para recordarlo.
— Lo siento mucho.
Jungkook decidió dejar el tema de lado. Le preguntó sobre su vida para que el ambiente no se sintiera incómodo, para su suerte, Liên era una chica muy abierta y carismática; le hacía reír, tanto que ni siquiera recordaba cuándo había sido la última vez que había reído de verdad y que su sonrisa fuera auténtica.
El tiempo pasó; llegó la una de la madrugada, y luego llegaron las dos, las tres... Entonces, cuando las conversaciones dejaron de tener sentido, fue cuando el alcohol finalmente los sometió. Pero, aunque la tensión sexual se había manifestado incluso en la sobriedad, Jungkook quiso pensar que aquello había sucedido porque estaba borracho; porque quería calentar su congelado corazón y sentirse humano de nuevo.
Cogió las placas de Yoongi con los dedos cuando Liên se subió encima de él y comenzó a besar sus labios. No se resistió, al contrario, rodeó con sus brazos su delgado cuerpo y acarició su lisa y suave piel por debajo de su ropa; tocó su espalda, sus glúteos, sus piernas y también sus senos cuando le desabrochó el sujetador.
Liên era una buena chica; de unos veinticinco años en aquel momento, pero bastante sensual; encajaba en el prototipo de "chica ideal" que Jungkook solía tener en su cabeza, pero que el dolor de sus antiguos amores no le dejaba mirar más allá.
Se acostó con ella aquella noche, aun oyendo el tintineo de las placas chocando unas con otras durante las embestidas. La chica era preciosa... Con sus mejillas sonrosadas, el cabello pegado a la piel de su rostro. Y mientras Jungkook se encontraba encima de ella, observando las placas bailar a su mismo ritmo, se detuvo un segundo.
— ¿Qué ocurre...? — le preguntó la chica.
Con una mano soportando su peso, Jungkook tomó con la otra las placas, se las quitó del cuello y las dejó reposando a un lado de la cama.
— Nada... — contestó.
— Después... ¿Tiene a dónde ir, soldado?...
— No...
La muchacha gimoteó debido a la sensación que el movimiento de Jungkook le provocaba en su interior.
— Pensé que sí...
— Solo es un lugar donde suelo tener pesadillas, mas no es mi hogar. Ya no tengo uno.
— Entonces... Puedes quedarte en el mío hasta que halles uno nuevo — le dijo y luego, volvió a besar su boca.
⊰✽⊱
Mayo de 1967.
Las cosas que suceden de manera inesperada, a veces resultan ser las más preciosas. A Jungkook le sucedió eso; conocer a Liên le trajo felicidad. Más allá de conocerla y que la relación de amistad durara tan poco para dar paso a una relación sentimental, Jungkook finalmente sentía que podía volver a caminar en un camino sin piedras, con el cáncer como la única carga en los hombros que tenía que superar para, finalmente, alcanzar la felicidad que tanto deseaba.
Liên era tan buena chica; tan amable y bondadosa, que Jungkook sentía sueño en sus brazos. La confianza que creyó haber perdido surgía de nuevo, incluso la primavera enterrada bajo la pólvora podía mostrar sus colores. Estar con Liên lo llevaba hasta las nubes; hasta el cielo mismo. Aunque, por momentos, cuando recordaba a Taehyung y a Yoongi, se sentía vulnerable triste, pero quería aceptar que sus tragedias ahora lo acompañaban y formaban parte de él; que eso le habían hecho la persona que era en ese momento.
A veces se imaginaba viviendo la vida que estaba construyendo junto a su nueva novia como la que quiso tener con Yoongi o como la que habría querido tener con Taehyung en la eternidad de su casa, pero dejar atrás el pasado, era el camino hacia su vida de ensueño.
Namjoon también le había notado más risueño. A pesar de los cambios repentinos de humor que tenía y su prepotencia con el sarcasmo que, en ocasiones, salía a relucir durante las sesiones de quimioterapia, estaba feliz por él; pensaba que a Jimin le gustaría saber que no lucía como la persona deshecha y triste que había dejado atrás. Pero mantuvo su promesa un poco más, de no hablarle de su paradero mientras no hubiera una alteración en su respuesta hacia el tratamiento.
Por otra parte, no solo Jungkook se había vuelto paciente de Namjoon, Liên también necesitaba revisiones constantes para controlar su embarazo. Aunque solo estaba de un mes, decidió dar el paso y contárselo a su pareja sobre la situación. No tenía miedo del futuro, o de cómo podría salir adelante con alguien más en su vida a la que tuviese que cuidar, pues siempre supo arreglárselas, sino que temía que Jungkook fuera a dejarla en cuanto se enterara.
— Jungkook, tenemos que hablar...
— Oh...— murmuró sorprendido, pero tomó asiento a su lado — Esa frase nunca es buena señal...
Liên le miró a los ojos, nerviosa y después tomó sus manos con fuerza. Jungkook se preocupó entonces, pero aguardó por lo que tuviera que decir.
— Hay... una cosa que debo decirte, Jungkook... pero... no sé cómo...
— ¿Qué te asusta, Liên?
En mayo, Jungkook había empezado a perder su pelo y usaba pañuelos en la cabeza. También empezaba a verse más delgado, tenía un poco de ojeras y la piel pálida, pero sus ojos brillaban más que nunca porque tenía ganas de vivir; y se le notaba, tanto en su mirada como en el tratamiento.
— ¿Es que ya no te parezco guapo?— bromeó.
La muchacha sonrió ante su broma, pero negó y le dio un beso cerca de los labios para que supiera que seguía tan enamorada y encantada de él y de su belleza que no debía temer por algo así.
— No es eso... Yo...— suspiró, pero tras sentir que Jungkook acarició sus manos, le hicieron ver que la apoyaría en cualquier cosa que le pidiera— Jungkook, estoy embarazada.
La sonrisa de Jungkook se fue borrando de su rostro al mismo tiempo que se hacía a la idea de lo que acababa de escuchar.
—¿Qué has... dicho?
Los labios de Liên temblaron, estaba a punto de llorar por la expresión de sorpresa del rostro de su novio. Pensó que lo había decepcionado.
— E-estoy... embarazada...— contestó, y se habría roto y llorado entonces, si es que Jungkook no la hubiera abrazado en ese momento.
— ¡Esa es una gran noticia, cariño!— exclamó contento — ¡Te quiero, te quiero, te quiero tanto! ¿Me lo dices en serio? ¿Estás segura?
Liên sonrió, asintió reiteradas veces y se secó las lágrimas.
— Sí, Namjoon me ha examinado y me ha hecho pruebas. Estoy embarazada.
— ¡Esto es...! Esto es... Oh, soy el hombre más feliz de este mundo...— contestó besando sus manos— Liên, te quiero tanto...
— Gracias...
— ¿Gracias? ¿Por qué me agradeces?
— Gracias por quererme y no abandonarme...— contestó también contenta.
⊰✽⊱
Junio de 1967.
El hijo de Liên y Jungkook había sido concebido aquella noche de abril. Desde entonces, el aspecto de Jungkook había cambiado debido al tratamiento. Aún no había perdido el cabello por completo, pero su rostro y su cuerpo había adelgazado; con el pasar de los meses pero Jungkook no dejaba que su imagen le afectara en su vida cotidiana al lado de su novia, a quien cuidaba y quería como si fuera el tesoro más preciado y sagrado del mundo.
Era verdad que no terminaban de conocerse bien, pero cada día lograban aprender cosas el uno del otro. Liên seguía igual de enamorada y cautivada como la primera vez que lo vio, Jungkook, en cambio, seguía convencido de que vivir el resto de su vida a su lado, era la felicidad que necesitaba. Probablemente, por todas las cosas que había cometido en el pasado, no merecía un final feliz; pero su egoísta y doliente corazón deseaba la paz con tantas fuerzas que era en lo único que podía pensar.
Namjoon veía a Jungkook y a Liên todas las semanas sin falta, se había vuelto voluntario en varios hospitales de la zona para ayudar a los heridos de guerra y también para monitorear a sus dos pacientes especiales. No obstante, los oscuros rumores sobre el ejército coreano en el suelo vietnamita habían llegado a Jungkook con el viento. Jungkook solía preguntarle a Namjoon, de vez en cuando, por Jimin y sus respuestas eran las mismas: "si quieres saber cómo está, ¿por qué no lo ves tú mismo? Estoy seguro de que se alegrará saber que has podido formar tu propia familia."
Pero Namjoon simplemente no podía comprenderlo.
⊰✽⊱
Julio de 1967.
En el tercer mes del embarazo de Liên, la salud de Jungkook decayó un poco.
Namjoon le dijo que los altibajos eran normales, que era parte del proceso. Sin embargo, Jungkook había cambiado en las primeras semanas de aquel mes. No conseguía dormir, se hallaba deprimido y sufría de terrores nocturnos.
Despertaba gritando en medio de la madrugada y la pobre Liên, sin saber qué hacer para reconfortar a su novio, trataba de abrazarlo para hacerle saber que no estaba solo; que estaba con ella, pero incluso dormido, lloraba la muerte de Yoongi y llamaba su nombre. Repetía sus gritos en coreano, por lo que Liên no podía comprenderlo.
Liên le preguntaba a Namjoon sobre una persona llamada "Yoongi", y él le dijo que se trataba de su sargento en el ejército. Por obvias razones, omitió la historia que tuvieron juntos pero le contó que había muerto en el campo de batalla y que aquella experiencia hizo que Jungkook abandonara en el ejército. También le explicó que, probablemente, la medicación y el tratamiento o quizás el propio mecanismo de defensa de su mente, mantenían a Jungkook en un estado de disociación que no le permitía ver la realidad; le dijo también que, quizás, debía prepararse para afrontar las secuelas y los traumas que la guerra le había dejado.
Liên lo comprendió y trató de hacer todo lo que podía para ayudarlo y animarlo. Jungkook nunca cambió su trato hacia ella, aunque hubiera veces en las que ni siquiera se levantaba por días de la cama y se mantenía observando la pared y, cuando aquello ocurría (que solían ser periodos de varios días), tuviera que darle de comer o ayudarlo a asearse porque era incapaz de volver en sí mismo o dejar de murmurar el nombre de su sargento y, a veces, el de un tal Taehyung...
Liên simplemente asumió que Taehyung era alguien del ejército que también murió en el campo de batalla.
⊰✽⊱
Agosto de 1967.
— ¿Cómo está mi granito de arroz?— es como Jungkook se refería al feto cada mañana, cuando de repente despertaba eufórico y con los ánimos por las nubes.
Liên adoraba cuando los días eran de aquella manera, incluso sentía que el sol era todavía más radiante. Durante sus turnos como camarera, solía acariciar su vientre pensando en qué podría ser; si sería una niña o un niño. Hablaba sobre eso con su amiga durante horas y con los clientes que se daban cuenta del cambio.
Durante el quinto mes de quimioterapia, Jungkook había cambiado tanto que ni siquiera podía reconocerse en el espejo. Era tan pálido, como si nunca le diera la luz y lucía tan delgado y cansado que ni siquiera podía levantarse de la cama sin ayuda. No obstante, imaginarse un futuro con su hijo o hija que estaba en camino, le daba fuerzas para seguir adelante. Una de sus razones preferidas para aferrarse a la vida, era reencontrarse con Jimin y contarle acerca de los planes que quería realizar cuando fuera padre... Quería que su mejor amigo estuviera a su lado y le guiase, con sus conocimientos paternos, sobre cómo ser un buen padre, ya que él no había tenido uno.
Aunque, si bien consideraba que Jeon Jungseok había sido una buena persona; cálida, amable y bondadosa, Jungkook no podía decir lo mismo acerca de su paternidad, porque durante toda su vida, hasta que murió, estuvo ausente... Persiguiendo a un fantasma.
Jungkook no quería ser lo mismo para su pequeño o pequeña.
Como tampoco quería que ocurriera lo mismo que le ocurrió a él con su madre; quería sobrevivir para poder cargar a su bebé en sus brazos, pero eso no dependía de él, sino de la suerte.
⊰✽⊱
Septiembre de 1967.
Durante el quinto mes de embarazo, Liên decidió tomarse unos días de vacaciones para llevar a Jungkook a un sitio alejado de la guerra. En ese momento, a pesar de que estaba a medio camino, su vientre seguía siendo pequeño y aquello endulzaba la vida de Jungkook porque le parecía tierno y decía que, cuando naciera, sería el bebé más hermoso del mundo.
Jungkook se sentía tan feliz durante el día, pero cuando la noche caía, los fantasmas volvían a él y le atacaban con mayor intensidad. Su cuerpo y su cerebro débil se sometían al terror y a las pesadillas; de nuevo, gritaba el nombre de Yoongi en medio de sus llantos y Liên seguía tratando de calmar su miedo; de consolar su alma...
Durante el séptimo mes desde la última vez que vio a Jimin, Jungkook comenzó a desarrollar un terrible miedo a los sonidos similares a los disparos o los sonidos fuertes, como las explosiones, porque desbloqueaban los recuerdos del campo de batalla en el que perdió a sus amigos y su gran amor.
El único consuelo que tenía, era Liên, su futuro hijo y las hazañas de Jimin que Namjoon solía contarle durante las sesiones cuando preguntaba por él... Escuchar que seguía vivo, era un motor para que él lo siguiera también.
⊰✽⊱
Octubre de 1967.
Durante el sexto mes de gestación y el octavo del tratamiento, Namjoon le dijo que su respuesta era positiva y que estaba orgulloso de él. Incluso su aspecto fue mejorando; sus labios y sus mejillas habían comenzado a coger un poco de color. Namjoon tenía tantas esperanzas de que su amigo pudiera salvarse que las hizo saber. Contento, Jungkook se las repetía a Liên y al hijo que llevaba dentro; al cual leía cuentos, le contaba anécdotas, le cantaba o tarareaba melodías como si tocara el piano sobre la piel de su madre porque había escuchado de Jimin, que hablar con los bebés durante la gestación, era bueno para ellos.
Y como su recuperación era buena, había empezado a ayudar a Liên en el bar para que no tuviese demasiado trabajo. Se había relacionado con los clientes diurnos y a veces solía hablar con los nocturnos, sobre todo, desde que los norteamericanos habían dejado de ir.
El miedo a la oscuridad y a los sonidos se hicieron más grandes, era verdad... Pero Jungkook tenía la certeza de que podía estar bien, en cualquier momento... Creía que su vida mejoraría; al menos hasta que, en la última semana del mes de octubre, cuando durante una sesión, le preguntó a Namjoon sobre Jimin, él le dijo que había perdido el contacto con él desde que fue enviado a Camboya con las tropas americanas.
Camboya libraba una guerra civil en ese entonces y Jimin fue mandado al frente.
⊰✽⊱
Noviembre de 1967.
Desde que supo que Jimin había sido mandado nuevamente al campo de batalla, los ánimos de Jungkook bajaron considerablemente. Aunque su cuerpo respondía al tratamiento, Namjoon temía que aquello cambiara y se lo hizo saber a Liên.
La chica intentó animar a su novio de todas las maneras posibles que se le ocurría, aunque al final, el único que le sacaba una sonrisa, era su granito de arroz. Jungkook se aferraba al bebé pero no podía dejar de preocuparse y arrepentirse de haber alejado a Jimin de su vida, porque no sabía si iba a volver a verlo algún día. Lloraba todas las noches por él y por las pesadillas; las parálisis y los terrores nocturnos. Y al verlo de aquella manera, sin saber qué más hacer, Liên le pidió a Jungkook que la acompañara a un sitio en el cual vivía una chamana, pues pensaba que si la medicina no curaba su mente, que al menos fuera curada su alma.
Jungkook se sometió al hechizo de aquella mujer.
— ¿Qué ves cuando las luces se apagan?
— A... alguien que murió en mis brazos— le dijo—, pero...
— ¿Pero?
— Siempre he podido ver cosas que los demás no podían, aunque nada ha sido tan aterrador como lo es él...
— Ya veo, tienes habilidades divinas. Debes tener un sentido espiritual bastante elevado, ¿aquel espectro que ves, ha intentado hacerte daño alguna vez?
— No. Él no... Pero los otros...
— ¿Hay más de uno?
— Sí. Son espíritus malignos, oscuros... Consumidos por el rencor y la ira. No creo que me precipite al llamarlos "espíritus vengativos".
— Los espíritus vengativos son las almas de las personas que hallaron la muerte injustamente— le explicó—. Yo los llamo "errantes", ¿es que tú has tenido algo que ver con sus muertes? ¿Creen que vienen a por ti?
— No lo sé...— suspiró — Y no quiero saberlo. Estoy tan confundido, cuando comencé a ver estas cosas, pensé que se debía a mi enfermedad, pero... Estoy cansado. Quiero dejar de verlos.
— Está bien, muchacho, bloquearé tu sentido espiritual para que nunca más vuelvas a ver a las almas de los muertos y los errantes.
⊰✽⊱
Diciembre de 1967.
El cáncer de Jungkook había retrocedido, por lo que el tratamiento estaba dando resultados.
Jungkook no dejó de tener pesadillas y miedo a los sonidos fuertes, pero sabía que esas eran sus heridas de guerra. Aun sin recordar cuándo fue la última vez que había tenido un sueño y no una pesadilla, pudo continuar con su vida cuando dejó de ver y sentir a Yoongi. Le atribuyó el mérito a la chamana, y creyó que aquello había ocurrido porque estaba lejos de la muerte nuevamente.
Su cáncer había retrocedido, estaba curándose y no podía evitar ponerse ansioso, pues quería ver a Jimin cuanto antes. Incluso era capaz de cruzar el país entero hasta llegar a Camboya para darle un abrazo y decirle que quería que estuviera en su vida durante muchos, muchos años... Pero era algo que no podía hacer, pues Liên entraría en trabajo de parto pronto y quería estar presente en el nacimiento de su hijo tanto como quería volver a ver a Jimin.
Namjoon se había vuelto tan cercano a la pareja que Liên le dijo que, si quería, podía ser el padrino del bebé cuando naciera y aquello lo conmovió tanto que lloró aquel día.
Namjoon les enseñó varios ejercicios de respiración para que, cuando fuera el momento, pudieran afrontarlo sin ninguna dificultad. En las últimas semanas de diciembre, Liên se dio de baja por maternidad y Jungkook decidió cubrir sus turnos en el bar. Se sentía con más energía, con más confianza y el brillo en su mirada era más intenso; tras verlo de aquella manera, Namjoon no pudo evitar escribir una carta donde le contaba a Jimin cuán bien le estaba yendo a Jungkook y se prometió a sí mismo que, en cuanto supiera dónde estaba, se la mandaría.
Tenía la esperanza de que Jungkook hubiera afrontado su enfermedad del todo y pudiera reunirse con su mejor amigo, al cual no había olvidado ni un solo día en todos los momentos de su vida; en los tristes, los alegres, los iracundos, incluso en los que pensaba que se rendiría y moriría.
En la carta le contaba que Jungkook estaba recuperándose y había conseguido una pareja. Le dijo que eso le ponía tan feliz porque siempre tuvo miedo de que no pudiera seguir adelante sin Yoongi y que su esperanza de vida desapareciera en poco tiempo. También le comentó que esperaba un niño o una niña; en ese momento no sabían el sexo de la criatura, pero que habían pensado en el nombre.
Jungkook había decidido que nombraría a su primer hijo, "Taehyung" en caso de que fuera niño.
Le contaba que estaba un poco triste porque la guerra había dejado una cicatriz enorme en él; que después de tantos meses, no podía superar la muerte de Yoongi del todo pero que seguía adelante y el estrés postraumático, en ocasiones, parecía hundirlo pero que la mujer con la formaría su familia, lo apoyaba incondicionalmente y tenían esperanzas de que, algún día, vivir con ello fuera más ameno.
Jungkook tenía tantas heridas de guerra que no podían verse a simple vista, sin embargo, tenía al menos dos que llevaba encima; las placas de Yoongi que siempre colgaban de su cuello y el colgante de flor de loto de aquella niña que murió de una manera tan cruel sin que pudiera salvarla. Le prometió que jamás la olvidaría, y eso hacía; no la olvidaba; mientras tocaba los surcos del pétalo roto, solía acordarse de su cadáver.
⊰✽⊱
Enero de 1968.
— Eso es... entra con cuidado, cariño, ¿de acuerdo? Cuidado con la barriga.
Liên sonrió ante el trato tan afectuoso que Jungkook le brindaba. En los últimos meses, la barriga de Liên había crecido tanto que ni siquiera podía mantenerse en pie sin que le dolieran las piernas; las rodillas o los talones.
Se sentó con cuidado sobre el sofá mientras Jungkook guardaba la compra en la nevera. Liên lo miraba como si fuera el mayor tesoro con el que se había topado, y las hormonas que la habían vuelto sensible, le hicieron llorar.
— ¿Qué sucede? ¿Te duele algo?— preguntó preocupado al acuclillarse para ponerse a su altura.
— No, es que... Te amo tanto, Jungkook... Te amo tanto.
Jungkook le dedicó una sonrisa y luego la besó.
— ¿Quieres que te traiga algo del bar para comer, o... quieres que cocine algo para ti?
— Cocina algo delicioso, por favor, lo que tus manos hagan siempre serán mejor— suplicó con una mirada adorable.
— Lo que ordene mi preciosa novia.
En cuanto se incorporó, el colgante con la medalla de flor de loto cayó de su bolsillo. Liên se dio cuenta al instante y se apresuró a recogerlo, aunque le costó.
— ¿Esto qué es? ¿De dónde lo has sacado?
— Oh... Esto...— Jungkook se lo quitó de los dedos rápidamente— Solo un collar.
— Tenía uno similar. Mi madre hacía artesanía para subsistir...
— ¿Ah... sí?— cuestionó Jungkook sintiendo un ligero malestar.
— Sí...— respondió con una sonrisa — Aunque se lo di a mi hermana pequeña hace unos años cuando nos separamos. Ojalá lo siga teniendo, espero volver a verla algún día, siempre ha querido ser tía.
Jungkook perdió los sentidos en ese instante.
— ¿Tu... hermana...?
— Sí— respondió nuevamente observando la medalla que colgaba de la mano de Jungkook, aunque su sonrisa desapareció lentamente—... Aunque mi collar... está roto; tiene un pétalo picado...
Jungkook sintió que iba a desmayarse. Se tambaleó un momento tratando de hallar un soporte.
— ¿Jungkook? ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?— le preguntó preocupada, hasta que lo vio caer al suelo — ¡¿Jungkook?!
⊰✽⊱
Cuando Jungkook despertó en el hospital, se incorporó sobresaltado. Aquello le provocó un terrible mareo y dolor de cabeza.
— ¡Oh, señor! Debe recostarse, manténgase en reposo, por favor...— le dijo una enfermera.
Jungkook, aun desorientado, observó a su alrededor comprendiendo dónde estaba. Sin embargo, al no ver a Liên por ninguna parte, se desesperó.
— ¿Y mi novia?— preguntó alterado — ¿Habéis visto a mi novia? ¿Dónde está? ¡Liên! ¡Liên!
— ¡Señor, señor! ¡Cálmese! Su acompañante ha dicho que volvería a su casa a por unas cuantas cosas que usted necesitará.
— ¿Que necesitaré qué? No, no... ¿Por qué? Solo me he desmayado, ¿me vais a internar por haberme desmayado?
— Estará en observación debido a su condición.
— No... No, no, no... ¡Está embarazada de nueve meses, no puede ir sola por ahí!— respondió todavía más alterados. Las enfermeras y los médicos trataron de retenerlo, pero Jungkook se resistió y huyó hacia el exterior.
Pero cuando lo hizo e intentó cruzar la calle, varios coches militares pasaron a toda velocidad. Los norteamericanos arrastraban la bandera de la Viet Cong y la de Camboya mientras gritaban y disparaban hacia el cielo.
El ruido de los disparos aturdió a Jungkook, quien desbloqueando sus horribles recuerdos, pudo ver morir a Yoongi en su mente por enésima vez. Chilló al arrodillarse en el suelo, pues el pánico que le causaban los disparos había nublado su juicio. Jungkook temblaba trataba de silenciar el sonido del exterior tapándose los oídos con fuerza, no obstante, aquello no funcionaba.
La gente le observaba como si estuviera loco, hablaban a sus espaldas y se preguntaban qué le pasaba, entonces, cuando Jungkook volvía a pedirle a Yoongi que no se muriera, que no le dejara solo, que resistiera y lo mirase a los ojos, comprendieron que se trataba de un soldado surcoreano. Los rumores de sus viles actos habían impregnado la capital como si se tratase del repugnante olor de un cadáver en las alcantarillas, por lo que lo insultaron y lo agredieron. Pero incluso si recibía los golpes más dolorosos, su mente y su boca no dejaban de repetir...:
"¡Yoongi, no me dejes! ¡Te amo! ¡Te amo, te amo, te amo! ¡No, por favor! ¡Por favor, no te vayas! ¡Mírame, mírame, por favor! ¡Mírame, no cierres los ojos! ¡No te mueras, no te mueras, no te mueras...! Te amo, te amo... No te vayas, no me dejes, ¡no me abandones!... No eres un monstruo, por favor... No quiero perderte, no quiero, no quiero... Te necesito... ¡Yoongi, por favor! No eres un monstruo, no lo eres, no lo eres, no lo eres..."
— ¡¿Jungkook?! ¡¡Jungkook!! ¡¿Qué ocurre, Jungkook?!— le gritaba Liên al otro lado de la calle, pero Jungkook era incapaz de reaccionar — ¡No te preocupes, ya voy! ¡Ya voy contigo! ¡No pasa nada, ya voy...!
Y no fue hasta que oyó el grito de la multitud, no volvió en sí; pero para entonces... Liên se encontraba empapada en el charco de su propia sangre.
— Liên...
Incrédulo ante lo que observaba, se arrastró unos metros y luego se levantó del suelo y corrió, trastabillando durante el camino, hacia Liên y su hijo.
— I didn't see her! I swear! I swear to God!— dijo el soldado que conducía el coche militar que atropelló a Liên.
Jungkook se arrodilló ante Liên, aún vivía pero estaba en estado de shock y la hemorragia no cesaba. Asustado, envuelto en el más horrible terror, vio a Yoongi en ella y también el cadáver de Taehyung. Su barriga estaba cubierta de sangre, pero Jungkook no hallaba el origen de la hemorragia, y al desesperarse, comenzó a llorar y sollozar a gritos.
Liên también lloró al oírlo sufrir de aquella manera, por lo que trató de buscar su mano para sujetarla, pues era aquella la manera en que solía calmar su miedo cuando no conciliaba paz en sus sueño.
— Jung... kook...— pronunció su nombre, sin embargo, Jungkook no podía dejar de gritar y de llorar — Salva a... nuestro Taehyung... por encima de mí... Nuestro bebé... Jungkook... Sálvalo, ¿U-umh...? ¿M-me o-oyes...? Yo estaré bien... te lo prometo...
— Li-Liên...
— Xuân tiene que conocer a su... sobrino...— dijo con una sonrisa— "Xuân" significa pri... mavera... Espero que Taehyung también sea algo precioso, como las flores de loto que florecen en primavera...
⊰✽⊱
Los médicos no tardaron en asistir a Liên, la llevaron al quirófano y trataron de detener la hemorragia, pero no podían salvar a las dos.
Jungkook tuvo que elegir, pero no pudo hacerlo y la ética médica decidió salvar al bebé. Y cuando la intervención concluyó, el cadáver de Liên se encontraba sobre la mesa, cubierto por una delgada sábana, cuando Jungkook pasó a verla.
Se acercó a su cuerpo, su rostro presentaba leves heridas; como raspaduras y hematomas; tenía un corte en el labio inferior que Jungkook besó de igual manera. Pensó que había llorado hasta quedarse seco en la carretera, no obstante, cuando su boca tocó la suya, el dolor le ganó y lloró de nuevo. Se deshizo en ese mismo instante mientras sujetaba su mano y sin soltarla, se arrodilló frente a su cuerpo.
Jungkook lo había perdido todo... por tercera vez...
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