3. Érase una vez, un hombre que perdió el amor.
PARTE III.
1960.
Érase una vez, un soldado sin corazón. Un hombre que se lo había arrancado del pecho y lo había escondido dentro de un cofre de Davy Jones.
¿Sus intenciones? Nunca más volver a sentir; nunca más volver a amar, o al menos eso fue lo que esperó.
El soldado también había volado alto; había surcado los cielos al lado de su primer amor, él había sido sus alas, pero su amado era alguien que había tenido un destino terrible, y aunque le dolió y se rehusó a despedirse tan temprano, con el corazón en la mano, sufriendo del más terrible dolor, lo dejó ir.
Y esperó que realmente se hubiera ido.
Antes de ser un soldado sin corazón, había sido un chico; uno lleno de sueños, esperanzas y aficiones. Le gustaban las estrellas, los mundos y las incógnitas del universo. Sin embargo, aunque sus sueños y sus deseos siempre estuvieron allí, nunca pudo huir de los de su padre. Y él nunca lo comprendió.
¿Por qué sus hermanos sí tuvieron la oportunidad de elegir las direcciones que sus vidas habrían de tomar en el futuro pero él no? No es que odiara a su padre ausente, ¿cómo podía odiar a alguien que nunca estaba y apenas conocía? A veces solía pensar que lo odiaba porque su nacimiento condujo a su madre a la muerte; porque mató a su esposa al nacer.
Su abuela materna le decía que era el niño más amado del mundo y que no tuvo la culpa de que su madre no pudiera estar con él y verlo crecer y que, si ella pudiera decirle cómo se sentía, le diría que lo amaba y lo amaría para siempre. También le dijo que su padre no lo odiaba; que no era un mal hombre y le contó cómo era él en su juventud, cuando contrajo matrimonio con su hija.
Jeon Jungseok siempre había sido un chico amable y bueno. Siempre trató con respeto a su esposa; siempre la consintió, la cuidó y amó a cada uno de los hijos que tuvo con ella. Era diferente a su padre. Su abuela le confesó que tuvo mucho miedo de entregar a su hija pequeña a un joven que había sido criado con mano dura por un hombre tan despiadado como él, sobre todo temió y se le estrujó el corazón dentro del pecho tras ver las cicatrices de las flagelaciones que tenía en su espalda.
Cuando Jungseok llegó a su vida, no tenía una madre que lo amara, por lo que ella tuvo que convertirse en una para él. Después de la muerte de su padre, vivió en su hogar; una casa grande, bien cuidada, que parecía una parte del palacio de Gyeongbokgung. Le contó que después de que hubiera muerto su abuelo, su padre sonreía con frecuencia, aunque siempre había notado que sus ojos estaban cargados de la más dolorosa melancolía y que observaba la luna llena cada mes como si esperara a alguien y que iba a la playa todas las mañanas mientras que, durante las noches, parecía escribir cartas, muchas cartas, que jamás entregaba.
Cuando el joven comprendió que su padre no era una persona sin sentimientos, sino un joven herido y escondido debajo de un caparazón de acero que resguardaba su propio corazón del daño que el mundo podía proporcionarle, decidió complacerlo para que fuera feliz. Quizás fue ese su gran error... Entregarse a las exigencias de su padre, que actuaba como un escultor obsesionado con crear la escultura perfecta y olvidaba que su gran obra era su hijo y también era humano.
A pesar de todos sus esfuerzos, jamás pudo ver una sonrisa en su rostro cada vez que le dedicaba una pieza musical con la esperanza de saber que lo complacería. Aunque siempre le repitió que era excelente tocando el piano, nunca lo creyó porque su mirada siempre estaba plena de la más tangible tristeza y decepción.
Fue entonces que, cuando abandonó su nombre durante su servicio, finalmente pudo comprender por qué siempre lo miraba de aquella manera; por qué siempre parecía estar triste y decepcionado con el resultado... Entre las centenares de cartas que su padre le escribió a su gran amor, el joven halló las respuestas a sus preguntas.
⊰✽⊱
Septiembre, 3 de 1906.
Mi amado señor, Kim Taehyung;
Os conocí en un día frío y os perdí en una noche fría. Es casi como si el destino nos advirtiera de lo frágil que nuestro amor sería, mi señor, tan frágil como la capa sólida de hielo de un estanque en el más crudo de los inviernos; tan efímera como los dientes de león que danzan a un incierto rumbo cuando el viento sopla. Pero bien he sabido que nunca podría haceros feliz, ni daros todo cuanto merecíais... He imaginado este escenario incluso dentro de mis peores pesadillas y me he preparado en caso de que decidierais romperme el corazón y, aun así, me duele tanto, tanto que solo quiero saber... ¿Por qué lo hicisteis? ¿Por qué ha tenido que acabar así aun cuando vuestras promesas, todas las palabras que salían de vuestra boca, sonaban tan sinceras?
Por un momento creí que podría ser feliz a vuestro lado sin importar cómo viviésemos. Nunca he sabido cómo es vivir la vida en Europa; cómo es la gente de Viena, París, Roma, Venecia o sobre las tierras germanas o eslavas, pero mi torpe sueño siempre ha sido pasear por las calles tomado de vuestra mano sin que hubiera nada de qué temer... Pero eso solo habría de ser posible si el mundo amara a personas como nosotros de la misma manera en la que os amo a vos y siempre os amaré. Me enseñasteis a confiar en muchas cosas, pero de lo que siempre dudaré, es de que algún día volveré a amar a alguien más que vos.
Imaginé y soñé tantas cosas a vuestro lado, como lo hacen los amantes ingenuos y los niños que creen en cuentos de hadas. Pero no soy un niño y sois más real que un cuento de hadas, mi señor. Mis pies nunca dejaron de tocar el suelo, pero mi mente se elevaba hasta los cielos cuando estaba con vuestra presencia. Imaginé viviendo y durmiendo en vuestro taller, en una esquina mientras pintaseis vuestras obras, en vuestro estudio, bajo la mesa donde compondríais vuestros versos de amor; quizás vestido como un caballero, como un ayudante o puede que como una mujer.
Me cuesta imaginar, ahora que estoy despierto, de todas las cosas de las que me creí capaz de vivir para no separarme de vuestro lado; nunca tuvimos ocasión de planear nuestra fuga al pie de la letra y se nos pasaron cosas. Pero ahora nada eso importa ya... Ojalá supiera dónde estáis para enviaros esta carta, porque sé que no huisteis porque dejasteis de amarme; porque no hay nada más que desee en este mundo que veros de nuevo y perdonaros antes de que abráis la boca para darme vuestra mejor excusa. Ni siquiera pido una que compense en daño que he recibido tras vuestra ida, simplemente quiero volver a oír vuestra voz y sentir vuestra presencia porque nunca antes me he sentido tan solo como me siento ahora.
Siento que os llevasteis todo de mí cuando os fuisteis, y si algo habréis dejado para que pudiera sobrevivir, mi padre se aseguró de que ya no hubiera vestigios de vos en mí al romper mi violín; al destruir cualquier cosa que tenga de vos, incluido el cofre que me habéis regalado en mi cumpleaños, pero descuidad, mi señor, he conseguido repararlo y esconderlo en un sitio donde nunca lo vaya a encontrar. Supongo que, mientras el cofre siga significando algo para mí, yo seguiré vivo; aunque llore todas las noches y desee que mi sangre corra a través de mis abiertas venas y todo este sufrimiento acabe, yo seguiré aguardando su llegada. Porque no hay manera de que vuestros te amos fuesen mentira.
Ya no tengo a mi madre, murió un día después de que os marchaseis. Solo somos mi padre y yo viviendo en la península, lejos de casa... Pero, aunque esta sea la oportunidad de ver el mundo más allá del bosque con la que siempre he soñado, sigo sintiéndome preso. Esta vez... Mis cadenas no están sujetas al muro, sino al mundo, mi señor.
Rezaré para que retornéis a mí algún día, aunque prometo seguir buscándoos en cada obra de arte que se me cruce en el camino.
Siempre vuestro,
Jeon Jungseok.
⊰✽⊱
EL joven soldado, que ahora había adoptado otro nombre, jurando que jamás volvería a ser llamado "Jungkook", en su vida, había comprendido los sentimientos de su padre. Creyó encontrarse en cada una de sus oraciones de añoranzas y se acordó de tantos recuerdos al mismo tiempo cada vez que leía las notas y los párrafos y podía sentir, a través de ellos, el doloroso amor que sintió en su juventud.
Cuando ingresó en el ejército, lo primero fue ser un soldado, el eslabón más; carne fresca echada a los buitres. Se convirtió en una tortura. Los hombres que combatieron en la guerra civil se encargaron de instruirle con una mano tan fuerte y dura que, cuando consiguió ascender a cabo, no quedó nada de él; nada de lo que Kim Taehyung pudiera reconocer en su retorno, pero... Claro, el cabo Jeon no sabía que su amor no había cruzado la luz; que seguía aguardando su llegada y que los años se volvieron una tortura y la espera había acabado también con la noble alma de su examante.Mientras estuvo allí, trató de olvidarse, por supuesto, de Taehyung. Pensó que centrándose en el entrenamiento y en actuar como si no tuviera alma, lo haría desmerecedor del cariño y amor que alguna vez el artista le había dado, pero no funcionó. Aunque las mañanas eran frías y durante todo el día actuaba como si no tuviera escrúpulos y tuviera pequeños momentos en los que se olvidaba de su amor, las noches resultaban golpes muy dolorosos. Las lágrimas le cegaban y el sentimiento de culpa le estrujaba el corazón, sus labios temblaban y susurraban dulcemente su nombre...: "Taehyung, Taehyung, Taehyung..." Incluso sus sueños estaban repletos de él; de sus ojos pardos, su boca rosada, sus mejillas sonrojadas y la suave textura de sus dedos cuando lo acariciaba y le dejaba vestigios imborrables de su amor.
No importaba cuánto hiciera por olvidarlo, Taehyung se había convertido en parte de él... Y lo amaría incondicionalmente, quizás para toda la eternidad.
El cabo Jeon, quien seguía enamorado del joven artista que había conocido en el desván de su casa, se planteó otras maneras de olvidar a su amor... Una de esas opciones, había sido buscar la sensación de plenitud mediante otros métodos; mediante otras personas.
Durante el servicio, el pianista había conocido a otro hombre. Se llamaba Min Yoongi y era su superior en ese entonces; su sargento. Yoongi era un hombre bastante serio y reservado, aunque Jungkook había sentido la calidez de su corazón durante la primera vez que se miraron a los ojos.
Había resultado extraño, después de Taehyung, pensó que no volvería a sentirse atraído hacia alguien de nuevo. Yoongi parecía un tipo demasiado duro, que detestaba la incompetencia de los soldados y no perdonaba las equivocaciones; había un grupo de soldados que lo temían, otros que lo respetaban pero fue Jungkook quien, a parte de ambas cosas, también lo había amado.
O eso era lo que se decía todas las noches antes de dormir.
El primer contacto que tuvo con Yoongi había sido una mirada, ese tipo de mirada que derrite sin tocar; que logra estremecer. Para Jungkook, Yoongi tenía unos ojos oscuros hermosos y penetrantes, sin embargo y por alguna razón, cada vez que lo miraba y se veía reflejado en sus pupilas, podía ver algo de Taehyung en él... Y eso le dolía en lo más profundo del corazón.
La segunda señal había sido el roce de sus dedos. Había pasado una, dos y hasta tres veces, acompañado de las intensas miradas que se dedicaban casi siempre; de los labios ligeramente separados y la sensación húmeda en sus bocas como si existiera un hambre voraz. Después había sido el tono de sus voces con los que pronunciaban sus grados y sus apellidos; la dulcificación de las palabras dirigidas del uno al otro y el calor de sus cuerpos cuando se acercaban y la tensión sexual con la que concluían las conversaciones. Hasta que, una noche como cualquier otra, cuando la luna estaba tan completa y brillaba tanto como aquella noche en que Taehyung había muerto, Jungkook se encontraba en el despacho del sargento Min.
Se le había encargado entregarle un informe referente a los desertores recientes del cuartel, pero al ingresar, no lo había encontrado.
Vaciló en dejar los papeles sobre la mesa y marcharse, pero había pensado demasiado y cuando decidió retirarse, Yoongi ya había vuelto.
— Oh, cabo Jeon... No esperaba encontrarte aquí — le dijo — ¿Se te ofrece algo?
— Sargento Min — lo saludó según dictaba el protocolo militar, cuando Yoongi asintió al acercarse a su escritorio, Jungkook bajó la mano y tardó ciertos segundos en dirigirle la mirada —. Estos son los documentos que ha pedido, el teniente Kim se los manda.
Yoongi observó sus manos extendidas hacia su rostro. Su dedo índice repasó su labio inferior y Jungkook dedujo que estaba planteándose su siguiente movimiento, entonces, cuando los oscuros ojos del sargento se dirigieron a los suyos, el cabo se relamió los labios suavemente. El sargento tomó el informe y tocó sus manos en el proceso; lo asió de manera que algo brotó en el interior de Jungkook, y supo muy bien qué había sido.
Y había pasado tanto tiempo desde la muerte de la persona que Kim Taehyung había amado, que Jeon Jungkook ya no era un chico; ya no era un soñador que vivía con la esperanza de alcanzar las estrellas o amar profunda y sinceramente a alguien como solía amarlo a él, pues en ese momento, cuando Min Yoongi llegó a su vida, él ya era un hombre.
Pero no cualquier hombre, sino uno vacío. Y los hombres vacíos suelen ser los más crueles cuando buscan llenar los huecos en su corazón.
Hubo silencio bajo la luz tenue del ambiente cargada de tensidad. El sargento se acercó a su cabo, un poco más, y otro poco más. Jungkook no podía creer cómo una persona podía transmitirle tanto calor que ni siquiera podía respirar.
El sargento tocó sus dedos pegados al papel. Jungkook sabía que debía entregarle el sobre, pero la mirada de su superior parecía arrojar un hechizo capaz de doblegarlo y hasta que no oyó el suave sonido de su respiración a punto de pronunciar su siguiente frase, no volvió en sus sentidos.
El cabo Jeon observó sus labios moverse mientras expulsaban el sonido del susurro de su voz. Le dijo, con la misma precisión que el filo de la hoja de la espada, cortando un tronco de bambú, de un espadachín: — Vamos, hazlo. Sé que tú también quieres.
Entonces, sin poder controlarse, el cabo Jeon soltó el sobre y besó los labios de su sargento, entregándose a él y al deseo... Pero los besos de Yoongi eran bruscos y apasionados, parecía que tenía un hambre insaciable y que absorbería su alma.
Tomó su rostro entre sus manos y lo hizo retroceder; Yoongi era de menor estatura que Jungkook, pero aún así tuvo mayor poder y fuerza sobre él, pues lo tomó de la cintura con rudeza y presionó su mano, con fuerza, por encima de su ropa para sentir su carne. También le arrancó dos botones de la camisa al tratar de desvestirlo y le mordió el labio inferior un par de veces hasta lograr hacerle una pequeña herida de donde brotó un poco de sangre, la cual Yoongi retiró de su piel con su lengua.
Y mientras Yoongi tomaba su cuerpo y el propio Jungkook parecía desesperado por quitarle la ropa, no dejaba de pensar en Taehyung, pues las imágenes y los recuerdos del pasado le golpeaban constantemente; le parecía imposible dejar de comparar cómo había sido el trato que su antiguo amor le daba con el que estaba recibiendo (si acaso aquello podía ser llamado amor) pero Jungkook deseaba a Yoongi. A Jungkook le gustaba Yoongi, así que, ¿por qué sentía que estaba haciendo algo malo?
Yoongi era mayor que Jungkook por una década; era un hombre que, quizás, a pesar de sus gustos sexuales, había experimentado el amor y el deseo en tantos otros brazos que ya habría olvidado cuáles eran de los que se había enamorado genuinamente, sin embargo, Jungkook aún recordaba lo mucho que había amado los de su primer amor; pues por mucho que tratara de deshacerse de sus sentimientos para dejar de sufrir, nunca podría dejar de querer a Taehyung.
Lo supo entonces; comprendió que con quien se acostaría y a quien amaría durante el momento que les tocara juntos, no sería como Taehyung, no era Taehyung. Pues Yoongi era un hombre que no era gentil; no le tocaba como si tuviera miedo de romperlo y no le trataba como si fuera la última estrella del universo a punto de perder su luz, pero Yoongi era una buena persona, al fin y al cabo, pero no era Taehyung.
El sargento cargó a su soldado entre sus manos y apoyó su cuerpo sobre la mesa tras tirar todo cuanto hubiera sobre ella al suelo con las manos, le bajó los pantalones y le subió la camiseta que tenía debajo de la camisa para besar la piel de su abdomen mientras el joven respiraba como si se le acabara el oxígeno.
El sexo con su sargento era tan diferente al que había tenido con su artista, y aquello le nubló el juicio y le arrebató la voz, pero no le secó las lágrimas; pues cuando Yoongi volteó su cuerpo y lo empotró contra el escritorio tomando su cuello mientras le penetraba, Jungkook soltó unas lágrimas.
No sufría, al menos no físicamente; de hecho, sentía que la rudeza era lo que mejor le venía en ese momento...
Pero aunque estaba entregándose a un nuevo amante, uno diferente al primer y único gran amor, sentía que lo estaba engañando como si aquella relación todavía siguiera siendo real... A pesar de que quien lo había dejado tras prometerle que nunca lo haría, había sido él.
Pero su dolor ya no importaba, porque de ser tan constante, a través del tiempo dejaría de sentirlo, pues solo habría vacío.
⊰✽⊱
Yoongi era un amante diferente a Taehyung. Jungkook lo tenía presente todos los días... Y todas las noches.
Yoongi era un hombre mayor que Jungkook, al igual que Taehyung lo fue también; pero era diferente, pues Taehyung había tenido la misma edad durante cincuenta y dos años y un pensamiento tan puro y modales tan delicados que hacía imposible hallar un hombre como él en otras partes. Jungkook lo añoraba todos los días, incluso estando enamorado de Yoongi.
El sargento Min era un hombre serio, temerario y alguien que causaba terror con su sola presencia ya que solía ser agresivo con los novatos; aunque también era cálido y atrevido, pero solo Jungkook conocía aquel otro rostro de él. Yoongi fue un hombre que había vivido una guerra y estaba por vivir otra; era veterano de la guerra civil, había matado a sus propios hermanos norteños por las órdenes de su Gobierno y estuvo al borde de la muerte varias veces.
— ¿Qué te ha pasado...? — le preguntó Jungkook una vez, en una noche de sus tantos encuentros sexuales.
Yoongi se encontraba encima de Jungkook, embistiéndolo con la rudeza que le excitaba. Jungkook abrazaba su espalda sintiendo cada surco de las cicatrices que se dibujaban sobre sus músculos. Yoongi tenía una espalda amplia donde habían más heridas que piel.
Le explicó, tras recostarse a su lado, pegando su cuerpo al suyo como si temiera que se desvaneciera en el aire, que aquellas eran las heridas de las batallas y las guerras que había librado; que se lo hicieron los enemigos con los que alguna vez había almorzado y llamado camaradas, "padres y madres", y desde luego, Jungkook comprendió que no se refería al bando del norte durante la guerra de Corea.
Cada vez que creía conocer mejor a Yoongi, descubría cosas de él que le sorprendían y le dejaban sin palabras, sin embargo, no era el mismo sentimiento de descubrimiento que había sentido cada vez que conocía algo nuevo de Taehyung, pues la vida de Yoongi le parecía dura, compleja, solitaria y dolorosa.
— ¿Alguna vez ha pensado en la muerte, sargento?
Le preguntó otra noche, tantas lunas nuevas después mientras yacía sobre su pecho desnudo, con el cuerpo sudoroso y pegado al suyo. Yoongi tragó saliva antes de contestar a su pregunta. Acarició su brazo y se acomodó delicadamente para no perturbar la comodidad de su amante. La respuesta le parecía complicada.
— Sí, cariño, lo he pensado — respondió besando su cabello.
— ¿Y cómo es ella en tus pensamientos? ¿Es tan aterradora como en el campo de batalla o... es preciosa como cuando duermes tranquilamente y no vuelves a despertar?
— En mis pensamientos, la muerte no es ni una ni la otra; en mis pensamientos, la muerte simplemente es el destino; es incierta. Todos estamos atrapados en el destino y no podemos controlar lo que ocurrirá en el futuro, tampoco hay certeza de que haya un futuro... La muerte, cariño mío, es parte de la naturaleza, y como todas las cosas que nos rodean y nos parecen bellas, también puede asustarnos. La muerte no es simplemente blanca o negra; la muerte a veces puede significar un descanso, una salida; el mayor horror que se haya podido imaginar o la calma más gigante que se pueda sentir; la muerte también puede ser justa o... injusta; deseada, odiada o temida, pero siempre seguirá siendo algo tan abstracto que nunca existirán tantos sentimientos ni palabras para llegar a definirla.
Jungkook apretó los ojos con fuerza y dejó caer sus delgadas lágrimas antes de observarlo detenidamente a los ojos. Todo lo que le había dicho le parecía la verdad más hermosa y dolorosa que había oído jamás y eso, nuevamente, le recordó a Taehyung; a ese hombre que no había podido olvidar tras dos años llenos de fracasados intentos. Jungkook no quiso que Yoongi se diera cuenta de que, por mucho que lo estimara, en su corazón solamente había sitio para un hombre, sin embargo, Yoongi, quien consideraba al joven su dulce pedazo de cielo y su otra mitad, supo leer su alma al mirar su melancólica mirada.
Le tomó delicadamente de la barbilla y le sonrió sin ningún reproche. Jungkook intentó apartar la mirada pero Yoongi logró que volviera a mirarlo cuando secó sus lágrimas.
— ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Acaso la muerte te ha arrebatado a alguien, cariño mío?
Jungkook asintió con trémulos labios sin poder soportar el dolor un segundo más.
— ¿Quién ha sido?
En ese momento, el corazón de Jungkook sangró tanto, tanto... que creyó que moriría en ese instante, pero como ya había aprendido a ser un cadáver viviente, se dirigió a Yoongi y deseó que su respuesta no le hiciera daño. Se incorporó y contestó:
— Mi primer amor.
— Oh... — fue la única respuesta que obtuvo, acompañada de su cambio de expresión. Pero a pesar de que su semblante se mostraba sorprendido, Yoongi nunca dejó de mirarlo con ojos de amor y comprensión — Lo siento mucho, cariño mío — le dijo acariciando su rostro —. Lamento que hayas pasado por un dolor así... ¿Cómo... se llamaba?
— Kim... Taehyung...
— ¿Y sigues amando a ese hombre, cariño mío? — le preguntó sintiendo cómo le escocía el pecho — ¿Sigues pensando en él aun cuando estamos juntos?
Jungkook no supo cómo responder a esa pregunta. Se le congeló el corazón de un momento a otro y apartó la mirada con miedo de que la respuesta errónea abandonara sus labios, pero Yoongi tomó con delicadeza su rostro e hizo que volviera verlo una vez más.
— No tengas miedo de mí... Respeto absolutamente que hayas tenido otros amores antes que yo, pues somos personas que no podemos amar libremente y cuando existe la oportunidad de entregarse a alguien, sabemos que si la desaprovechamos, quizás jamás volveremos a tenerla.
— No puedo... arrancarme a Kim Taehyung del corazón — confesó, la oscuridad de la noche y la tenue luz de la luna que se filtraba por la ventana de la habitación del sargento iluminaba parcialmente su rostro; aquello le dio un aura melancólico —. Lamento si esto le lastima, pero... si tengo que ser sincero con usted, sargento, debo sincerarme verdaderamente.
Yoongi sonrió y lo estrechó entre sus brazos, aquello tomó por sorpresa al joven, quien se sintió conmovido por su gesto tan comprensivo.
— Jamás te obligaría a abandonar quien fuiste antes o a quienes estuvieron antes que yo; que ahora estés conmigo es todo cuanto necesito. Ahora soy tuyo y tú eres mío... Cariño mío, sana tus heridas; si necesitas un nuevo corazón en el que yo quepa, te daré el mío... Porque ahora somos tú yo yo, ¿verdad?
⊰✽⊱
1961.
Park Jimin era un nuevo recluta que había llegado al cuartel en verano. Se le fue asignado a Yoongi para que tuviera su entrenamiento, pero el sargento Min, con tal solo verlo, expresó su desagrado y negó con la cabeza como si le hubieran dicho que el país había perdido la guerra.
El joven Jimin era un chico de baja estatura, cuerpo delgado y piel de porcelana. Tenía un rostro demasiado hermoso como para que fuera herido o manchado durante el entrenamiento. Su piel era lisa, blanca y suave como las nalgas de un bebé (o al menos así lo describió Yoongi). Su sitio no era allí, y tanto Jungkook como el propio Jimin, lo supieron en el instante en el que se conocieron.
— Deberías volver a casa, serás un lastre aquí — le dijo Yoongi demostrándole la última gota de paciencia y piedad que tenía.
— ¡Señor, no, señor! Pienso cumplir mi entrenamiento, así que, por favor, ¡cuidad de mí, señor! ¡Prometo no ser un lastre!
Yoongi suspiró presionando con fuerza el tabique de su nariz. Jimin miró a Jungkook, parado al lado del sargento y el muchacho negó con pena.
— Se saluda con la otra mano... — le corrigió.
— Oh - murmuró Jimin cambiando de posición su saludo.
— Escucha, princesa, te van a matar en el frente, lo sabes, ¿verdad?
— Es... una probabilidad.
— Es un hecho — continuó Yoongi, Jimin estaba por echarse a llorar, pues la presencia imponente del sargento lograba que sus piernas temblaran como si estuviera desnudo en medio del frío — ¿Por qué te has enlistado? Por el dinero, ¿ verdad? Oíste que las familias de los soldados que sirviesen en Vietnam recibirían una compensación.
— Mi familia necesita el dinero, señor... No me avergüenza decir que estoy aquí por ello.
Jungkook sonrió, pues le había caído bien. Era la primera persona que, a pesar de temer a Yoongi, era sincero con él y no decía que estaba allí por honor o amor a su patria.
— Bien, princesa, haz quince dominadas en el suelo para que sepa qué cojones debo arreglar en ti.
Jimin sonrió genuinamente, aunque intentó ocultarlo, Jungkook nuevamente se había dado cuenta.
El muchacho se echó al suelo con las manos a la altura del hombro, hizo tres dominadas pero la cuarta le había costado el aire de sus pulmones y en la quinta, sus delgados brazos no pudieron soportar el peso de su cuerpo y falló.
— Joder... — murmuró Yoongi cerrando con fuerza el libro de tapa dura que tenía consigo y levantándose de su escritorio.
— ¡Señor, por favor! ¡Le juro que puedo mejorar! — chilló en el suelo, desesperado.
— Cállate de una puñetera vez y quítate de mi vista. Se me han quitado hasta las ganas de follar por lo patético que ha sido eso — respondió cruelmente, Jimin se encogió en su lugar y ni siquiera se atrevió a dirigirle la mirada —. Cabo Jeon — se dirigió a Jungkook —. Arréglalo, sin importar cuanto sangre o llore, quiero ver resultados en menos de un mes.
Jungkook saludó con firmeza.
—¡Señor, sí, señor!
Cuando Yoongi salió de la habitación, Jungkook suspiró antes de dirigirse al joven Jimin, quien secándose las lágrimas y mirándolo como un cachorro abandonado, le sonrió con esperanzas...
— El sargento da mucho miedo — mencionó caminando detrás de Jungkook.
El cabo imaginó que estaba desesperado, asustado y nervioso y que por eso no dejaba de hablar, pero le estaba poniendo de los nervios; parecía un pollito siguiendo a su madre cada centímetro de paso que daba.
— El sargento trata a todos sus recultas de esa manera para que dejéis de ser cobardes.
— Pero no es un pecado ser cobarde, ¿querer vivir es cobardía? ¿Tener miedo de morir es cobardía? Yo creo que está exagerando... No me gusta que me traten como si fuera un trozo de mierda.
— ¿Ah, no? Pues esto es el ejército, amigo mío, deberás acostumbrarte si vas a quedarte. Que te llamara un lastre el primer día, es el menor de tus problemas.
— ¿A ti te ha llamado lastre?
— No. No fui su recluta, pero ahora soy su mano derecha. Te entrenaré como a él le gusta para evitarte problemas, pero tendrás que dejar de hacer eso que haces con la boca - se detuvo y lo miró con fastidio.
—¿El qué?
— Quejarte. Si quieres que tu familia reciba el dinero como compensación por enviarte en busca del cofre de Davy Jones, debes dejar de quejarte.
Jimin frunció el ceño.
— ¿Y quién es ese tío?
En ese momento, Jungkook recordó de dónde había aprendido la frase y Jimin notó el cambio repentino de expresión en su rostro; desde nada a dolor.
— Quiero decir que vas a morir una vez que pisemos Vietnam, en el mejor de los casos...
— ¿Morir? ¡¿Morir en el mejor de los casos?! ¿Y cuál es el peor de los casos, entonces?
— Que los rojos te conviertan en prisionero de guerra.
⊰✽⊱
Tiempo después.
Nadie sabía cómo era Yoongi en realidad a excepción de Jungkook. Sus superiores y allegados en el cuartel, lo definían como una persona seria con la que a veces se podía bromear si iba pasado de tragos, pero siempre lo veían como un hombre inquebrantable, con una mano firme con los reclutas y una persona a la que se le debía respeto por haber servido al país.
Era verdad que Yoongi era todo eso, pero también era una persona atrevida y lujuriosa; un hombre que estaba perdidamente enamorado del cabo Jeon Jungkook y que le hacía saber en todo momento cuánto lo deseaba. El sargento era un hombre al que le gustaba sonrojar a su amante en momento comprometedores y decirle qué tan hermoso le parecía y las ganas que tenía de tomar su cuerpo todas las noches y hacerlo suyo.
Yoongi se había entregado a Jungkook completamente; le dejó conocer todos sus puntos fuertes pero también sus debilidades, y una de esas debilidades, era el mismo Jungkook.
Unas semanas después de que hubiera tomado a Jimin como su aprendiz, Yoongi irrumpió en los dormitorios de los novatos antes de que saliera el sol. Debía haber al menos cuatro soldados con experiencia por dormitorio para que hubiera orden y disciplina, y como Jungkook se había encargado de entrenar a Jimin y a otros cuantos reclutas más, dormía con ellos.
— ¡Todos en pie, ahora! — exclamó Yoongi con una voz tan grave que Jimin brincó de su cama al oírlo — Buenos días, buenos para nada, espero que hayáis llorado bien anoche y hayáis descansado las caras de nalgas que me lleváis hoy... — llevaba una fusta en la mano derecha, así que cuando vio a un soldado a punto de desplomarse del sueño, le dio un golpe seco en la pierna — ¿Qué pasa, soldado? ¿No has podido dormir?
El joven negó con la cabeza.
— ¿Y eso por qué?
— Po-porque...
— Me importa una mierda — lo interrumpió enseguida — Ahora vas a dar diez vueltas al campo para despertar, y si te veo sobado de nuevo, te ahogaré en las aguas del Ártico si hace falta.
— ¡Se-señor, sí, señor!
— Se-se-señor... s-sí... s-e-señor... ¿Qué puta manera de dirigirme la palabra es esa? ¿Acaso te falla la lengua, animal?
— ¡No, señor!
— ¡Doscientas cincuenta dominadas ahora y luego vas al campo! ¡Ya! — ordenó antes de continuar con su inspección.
— ¡Cabos! Quiero que reviséis los baúles. Si encontráis cosas que no deben estar ahí, las tiráis, las quemáis u os las metéis por el culo. Me importa un carajo, pero que no estén allí cuando yo revise.
— ¡Señor, sí, señor!
Jungkook se encaminó a las camas de los reclutas, las cuales estaban divididas por filas. A Jungkook le tocó la tercera fila, donde estaba Jimin.
Yoongi fue de recluta en recluta, mirándolos fijamente, mandándolos a hacer ejercicios básicos o al campo de entrenamiento. Si los veía débiles, los insultaba. No es que quisiera o disfrutara hacerlo, pero en el ejército las cosas eran así.
Cuando Jungkook llegó al baúl de Jimin, Yoongi también se acercó a él. Lo miró desde los pies hasta la cabeza y observó que había ganado masa muscular. No dijo nada, simplemente asintió con la cabeza sin despegar sus ojos de sus músculos.
Jungkook comprendió aquella mirada y aquella sonrisa e inconscientemente observó de mala manera a su sargento. Yoongi, al darse cuenta de la mirada de su amante, borró su sonrisa y apartó los ojos del cuerpo de Jimin.
Y Jimin miró atrás, hacia Jungkook, sin comprender la situación.
⊰✽⊱
Cuando Yoongi se acercó a su amante por detrás, para poder abrazarlo, Jungkook se apartó inmediatamente.
— ¿Qué te sucede? — preguntó sorprendido.
Jungkook presionó los labios, vacilando en dar su respuesta, pero finalmente la soltó con algo de vergüenza pero tratando de cubrirla con una falsa seguridad en sí mismo y en lo que afirmaba.
— He visto cómo has mirado a Jimin antes.
El cabo rodeó el escritorio de su sargento, después lo miró a los ojos cuando el mueble los separó por completo. Yoongi frunció el ceño aún más confundido.
— ¿Y cómo lo he mirado?
— Como si deseara tirárselo.
Yoongi se pasó la mano por el cabello y suspiró enormemente. Después sonrió.
— ¿Estás celoso?
—Por supuesto que lo estoy. Ha habido otros amantes antes que yo y Jimin es apuesto, atractivo y... creo que también es como nosotros, ¿cómo puedo estar tranquilo al lado de un hombre como él y uno como... usted?
— ¿Como yo? ¿De qué cojones estás hablando? ¿Crees que yo meto la polla en cada orificio que encuentro? Es verdad que he estado con muchos hombres antes que tú, pero tú eres diferente. De ti estoy enamorado — respondió con firmeza, sin vacilar ni parpadear en ningún momento y acercándose hacia el escritorio. Jungkook se sintió intimidado, pero no dejó de responder.
— Ah, vaya, qué consuelo... ¿Soy diferente porque a mí "me ama"? ¿Y como "me ama" no me abandonará jamás para estar con alguien mejor que yo? Por favor, sargento, no soy una chiquilla de quince años a la que pueda usted ilusionar con habladurías como esas. Somos hombres como todos los demás, ya he oído esas palabras antes y también las he dicho.
— ¡Ah! — exclamó fastidiado con las manos en la cintura — ¿A quién se las has dicho? ¿A Taehyung?
Y fue entonces cuando Yoongi comprendió que había cometido un error, pues la mirada de Jungkook cambió drásticamente y sus ojos se llenaron de lágrimas.
— ¿Por qué ha mencionado su nombre? No le he hablado de él... Para que lo utilice en mi contra...
- Jungkook...
—¿Quiere saber si le he dicho esa frase también? ¿Quiere saber si le he prometido que estaría siempre a su lado y después lo abandoné?
Yoongi trató de acercarse a él; de tomar sus manos y disculparse por haberlo mencionado sabiendo lo mucho que le dolía. Pero Jungkook no dejó que lo tocara, pues se apartó nuevamente, dejando que la línea invisible que creaba el escritor al obstaculizar el camino de Yoongi, fuera más tangible.
— Pues sí, se lo dije y me fui, ¿pero qué iba a hacer yo si estaba muerto? Desde que lo abandoné, no existen segundos en los que no me acuerde de él y me duela no haber cometido suicidio para no volver a querer a nadie más — se lo dijo a través de su llanto —... Pero no podía morir porque no podía hacerle eso a mi familia después de que lo hiciera mi padre, pero tampoco he podido vivir porque la culpa de su muerte injusta me persigue... Cada vez que cierro los ojos, puedo ver su cadáver... ¡Joder! ¡¡Yo encontré su cuerpo en mi propia casa!! ¿Cómo puedo permitirme olvidarlo y vivir en paz si... mi propia sangre ha derramado la suya?
Impactado tras oír aquello, Yoongi se quedó sin habla. No sabía cómo manejar sus propias emociones ni las de su amante.
— Así que sí, sargento, soy un hombre inseguro porque usted mismo lo ha dicho: "somos personas que no podemos amar libremente", pero a parte de eso, soy un hombre que solo ha deseado a un solo alguien y se lo arrebataron de la manera más cruel que se pueda imaginar. Así que perdóneme por tener miedo de perderlo a usted también.
Jungkook abandonó la habitación tan rápido como pudo que ni siquiera Yoongi pudo percatarse de que se había marchado antes de que exhalara su siguiente aliento.
— Maldición... — murmuró desesperado — ¡Maldición! ¡Joder, mierda, joder! — exclamó iracundo tirando todas las cosas que tenía sobre el escritorio.
Después de soltar varios insultos y gritar de frustración, se acuclilló en medio de la habitación y cubrió su rostro y murmuró:
— Soy un idiota...
⊰✽⊱
Después de aquella discusión, durante el resto del día, Jungkook y Yoongi no se dirigieron la palabra. Jungkook aún seguía dolorido por aquel enfrentamiento y Yoongi estaba tan avergonzado que no sabía cómo arreglar lo que había causado.
Jungkook se encargaba de entrenar a los reclutas. A pesar de ser un hombre amable y tranquilo, se comportaba como un auténtico cascarrabias con los novatos cuando los entrenaba. Había aprendido todo de Yoongi.
Una vez a la semana, habían circuitos extremos que los novatos debían pasar en menos de treinta minutos y Jungkook les permitía tomar la primera ducha para que pudieran descansar antes, después la tomaban sus superiores y por último los soldados. Jungkook solía ser el último porque le gustaba la soledad y el sonido de la ducha abierta, aunque el único inconveniente era que se acababa el agua caliente, pero eso era lo de menos.
Cuando terminó de ducharse y de vestirse, Yoongi ingresó al vestuario y cerró la puerta tras de sí. Jungkook lo oyó pero no supo que se trataba de él hasta que se volteó. Por su ignorancia y torpeza, saludó con firmeza pero al ver el rostro de su amante, se tensó.
— No vengo a verte como tu sargento, sino como tu hombre — le dijo y Jungkook bajó la mirada y las manos lentamente —. Siéntate... por favor.
Jungkook se sentó en el banquillo con la mirada puesta en el suelo. Yoongi se detuvo delante de él, aunque le rompió el corazón que Jungkook ni siquiera se atreviera a mirarlo.
— Mírame, por favor — le pidió al tomar su barbilla delicadamente y Jungkook lo observó —. Perdóname, por favor. Ha sido una estupidez. Hay ciertas cosas que no podemos prever, cariño mío, estoy seguro de que... tus palabras con Taehyung fueron sinceras, pero el destino es cruel y a veces se nos escapa de las manos.
A Jungkook le tembló el labio inferior, así que apartó la vista un momento tras sentir que sus lágrimas cubrieron sus ojos.
Yoongi se arrodilló delante de él para observarlo. Oyó sus sollozos y trató de apaciguar la tormenta de su corazón con su comprensiva sonrisa.
— Cuando empezó la guerra civil, yo era un recluta. Me mandaron al frente y sobreviví, pero a cambio perdí a todos mis camaradas... Me enamoré de un soldado de la infantería, pero por supuesto. Tenía una prometida, así que no podía esperar que se fijara en mí y murió en mis brazos en el monte porque no alcancé a llevarlo junto a un médico. Tras perderlo, perdí la cabeza; me volví loco y comencé a verlo en todas partes y a oír su voz. Pensé que se trataba de mi corazón que anhelaba sentirse enamorado una vez más de él, pero después comprendí que la culpa no me dejaba continuar con mi vida y... también quise morir; quise ir detrás de él y pedirle perdón, pero no es lo que él habría querido.
— ¿A dónde quiere llegar con esto?
— Tú no mataste a Taehyung — le dijo tomando su mano, Jungkook comenzó a llorar —. No sé qué pasó, ni cómo pasó, pero no fue tu culpa, cariño mío. Estoy seguro de que Taehyung te diría lo mismo si tanto te amó.
—Es que usted no lo entiende...
— Entonces hazme entender.
— Mi abuelo mató a Taehyung. La sangre de su asesino corre por mis venas... — confesó, a Yoongi le tomó por sorpresa — Debería estar sufriendo, no debería ser feliz. A Taehyung le arrebataron su vida, sus sueños... Todo. Sé que él siempre ha querido vivir la vida que le quitaron, mientras que yo... Yo nunca he sabido vivir la mía, nunca la he valorado; no merezco seguir con vida y él no.
— Comprendo — susurró cuando Jungkook desencadenó su amargo llanto y tuvo que abrazarlo para que pudiera hallar consuelo en sus brazos.
— No puedo... superarlo... Perdón, perdón, perdón...
— No te preocupes, lo superaremos juntos... No voy a dejarte solo en esto, ¿me entiendes? — le dijo al tomar su rostro entre sus manos y secar sus lágrimas con sus pulgares — Y si no podemos hacerlo juntos, trataremos de vivir con ello; pero debemos vivir, ¿sí? Por los que ya no están y por nosotros mismos.
—Sí...
— Pero... — continuó — Para que esto funcione, debes vivir en el presente. No te pido que olvides a Taehyung porque sé que es difícil, sin embargo, soy yo quien está aquí, delante de ti, amándote... Y si tuviera la certeza de vivir mil años a tu lado, te lo prometería; mas no puedo prometerte cosas que son inciertas. Jamás te abandonaré mientras viva. No me importa si nunca podremos vivir nuestro amor delante de los ojos de los demás, pero eso no importa mientras estemos juntos y nos amemos... Porque me amas, ¿verdad? Tú... ¿Me quieres?
Jungkook asintió y Yoongi sonrió satisfecho.
— No pido que me prometas que te quedes a mi lado para siempre o que jamás me abandonarás, solo te pido que lo des todo también.
— Vale... Te lo prometo.
⊰✽⊱
Kim Seokjin tenía un grado militar mayor al de Yoongi; era su superior. Todo el mundo en el cuartel le tenía un respeto inmenso, pues había servido en la guerra civil donde perdió el ojo derecho y la estabilidad en la pierna derecha; aquello lo obligaba a cojear.
De cariño lo llamaban "el teniente pirata", era bien sabido que Seokjin, aunque exigente y recto, también era un bromista. Su mano derecha era el sargento Jung Hoseok.
Jung Hoseok también había servido en la guerra civil y debido a su servicio, le otorgaron una medalla de honor y le subieron el rango como a Min Yoongi. Pero a diferencia de Yoongi, al que todos temían, a Hoseok todo el mundo lo adoraba, pues era "el sol del cuartel".
Jungkook conocía muy bien a Hoseok, pues fue él quien lo había entrenado. También era exigente, como cualquier militar debía serlo, pero en vez de gritar insultos y subestimar a los reclutas, Hoseok los alentaba a mejorar; les daba ánimos. A veces, lo único que Jungkook necesitaba oír, eran palabras de ánimo. Fue gracias a Hoseok que pudo conocer a Yoongi.
Hoseok y Yoongi eran buenos amigos. Yoongi se llevaba bien o al menos era respetado entre sus superiores y sus soldados a cargo, pero Jimin se dio cuenta de algo el primer día que vio coincidir al teniente Kim y al sargento Min mientras tenía su guardia en la torre de vigilancia.
Jungkook lo acompañaba. Habían pasado meses desde la última vez que Jimin había visto al sargento tan tenso.
Se detuvo con el palo de la escoba y miró fijamente la escena desde la ventana.
— Jungkook... — llamó la atención del joven, el cual detuvo sus quehaceres y le miró esperando lo que tuviera que decirle — ¿Ocurre algo entre el sargento Min y el teniente Kim?
— ¿Ya te has dado cuenta? Sí que eres un cotilla — respondió y volvió a barrer.
—¡ Aish! No me seas así, si sabes algo cuéntamelo — reprochó —. En la vida hay cuatro tipos de cucarachas asquerosas y odiosas: las normales, las que vuelan, las chivatas y las que te dejan con el chisme caliente en la punta del rabo. Es tu decisión ser o no ser la última, estimado Jungkook.
El joven se rió.
— A ver... — suspiró — Todo el mundo sabe lo que sucedió entre esos dos, pero claro, no toda la historia.
— Y tú sí la sabes, ¿eh? Pues mejor, porque quiero saber el chisme completo.
— El teniente solía ser el cuñado del sargento — respondió —, pero la hermana del sargento fue asesinada por un comunista durante la guerra civil y el sargento nunca perdonó al teniente que la hubiera dejado sola.
— Oh... — murmuró Jimin completamente descolocado — Vaya, no debí... preguntar.
— Te habrías enterado de todos modos porque la gente habla — le dijo —, por cierto, ya he terminado con esto, ¿y tú?
— También.
— Pues vámonos ya, que hoy toca inspección.
— ¡¿Qué?! ¡No, no! ¡No me digas eso! ¡Prefiero la cárcel!...
⊰✽⊱
— ¡¿Qué coño estás viéndome?! ¿Acaso te gusto? — espetó el sargento Min ante un recluta, el cual se petrificó de miedo — ¡Qué inútil eres! ¡Treinta y cinco vueltas al campo, ya!
— ¡Señor, sí, señor! — ¡Tú, entrena esas piernas que pareces un maricón recién salido de la vagina de su madre!
— ¡Señor, sí, señor!
— ¡Tú, o ganas diez kilos de masa muscular o te voy a joder vivo! ¡Así pareces una zorra desnutrida!
— ¡Señor, sí, señor!
— ¿Y tú por qué sigues siendo más bajo que yo? — preguntó al detenerse frente a Jimin, quien desvió su mirada hacia el techo y se puso firme — ¡Crece ya!
— ¡Señor, sí, señor!
— ¡¿Qué coño, recluta?! ¡No te oigo! ¡Más alto!
—¡¡Señor, sí, señor!! — exclamó más alto, pero su voz se la había jugado terriblemente y se le escapó un gallo.
— ¡¿Qué puta mierda ha sido eso?! ¿Acaso me has visto la cara de idiota, recluta como-cojones-tellames?
— ¡Señor, no, señor!
— ¡Dime tu nombre, pedazo de mierda!
— ¡Señor, recluta Park Jimin, señor!
— ¡Pero qué asco de nombre, recluta Park! ¡Todas las Jimin que he conocido me han mamado la polla! ¿Quieres mamármela tú también?
— ¡Señor...!
— ¿Qué? ¿Señor, qué? ¿Ibas a decir que no, recluta Park? ¿Acaso no te gusta mi polla? ¿Te parece asquerosa?
— ¡Se-señor, no iba a decir eso... Señor!-
— ¿Qué? ¡¿Cómo que no?! ¿Acaso te gustan mamar pollas, recluta Park? ¿O debería decir princesa? ¡Ya me acuerdo de ti, princesa! ¡Has ganado músculo como te lo pedí, pero a cambio de orgullo me das asco!
"Pero si parece usted el que se tira maricones" Yoongi escuchó detrás de él. Cuando volteó, observó que a Jungkook con el semblante realmente expresivo, pues sabía que algo malo iba a pasar; después dirigió su mirada hacia la dirección desde donde creyó oír aquella frase.
— ¡¿Quién coño ha dicho eso?! ¡¿Quién coño lo ha dicho?! ¿Has sido tú, recluta? — preguntó dirigiéndose a los cuatro últimos de la fila.
— ¡Señor, no, señor!
— ¡¿Cómo que no?! ¡Entonces quién ha sido! ¡¿Ah?! ¡Es que todos sois tan nenazas que no vais a hablar! ¡Pues os respeto, caras de culo, me enorgullece que no seáis unos puntos chivatos de mierda! Pero ahora todos y cada uno de vosotros sufriréis las consecuencias por culpa del hijo de puta que ha dicho aquello. ¡Tienes tres segundos para dar la cara, puto cobarde! ¡Uno, dos, tres!
— ¡Señor, he sido... yo... señor...!
— ¡¿Quién ha dicho eso?! ¡Quién ha sido la estúpida maricona soplapollas que ha firmado su sentencia de muerte! ¡¿Has sido tú, rata asquerosa?! — preguntó refiriéndose al último sujeto de la fila.
—... Señor, sí, señor...
— Menuda cara la tuya, ¿eh? Para insultarme de esa manera — le dijo desafiante, acercándose a su cara con la mirada clavada en sus ojos — ¡Arrodíllate!
— ¡Se-señor, sí, señor!
— ¡Cómo te llamas, pedazo de sabandija!
— ¡Soy el recluta Choi, señor!
— ¡Admiro tus agallas, aunque ha sido el error más terrible de tu vida en vez de valentía el haberme insultado en mis propias narices! ¡Me caes bien! ¡Me caes tan bien que te llevaré a casa a follarte a mi perro, hijo de la gran puta! — le dijo al darle una patada en la cara.
Jungkook se sobresaltó al oír el golpe, pero no miró.
Yoongi se acuclilló a la altura del recluta y lo tomó de la cabeza para que lo viera a los ojos, la sangre chorreaba de su nariz rota.
— Escúchame bien una cosa y grábatelo en la puta cabeza, con acero ardiente al rojo vivo, lo que voy a decirte: tú no eres nada, yo soy más que tú. Tú no significas nada, no has hecho nada por este país. Yo protegí con mi vida y con la vida de mis camaradas el suelo donde tu asquerosa familia come. En este cuartel mando yo y si vuelves a creer que tienes la libertad de pensar todas las estupideces que quieras, recuerda que siempre estaré obserbándote y esperando el momento indicado para arrancarte la cabeza y masticar tu insulsa materia gris... ¿Te ha quedado claro?
— Señor, sí... señor...
— ¡En pie, saco de mierda!
— ¡Señor, sí... señor!
— ¡Que os quede bien claro quién cojones soy yo! ¡Soy el puñetero sargento Min y vuestro instructor! A partir de ahora hablaréis cuando se os hable y la única puta palabra que deba oír saliendo de vuestras vírgenes bocas, será "señor", ¡¿ha quedado claro?!
— ¡¡Señor, sí, señor!!
— Cualquiera que se atreva a desafiar mi autoridad... será mejor que no pegue los ojos mientras duerme — sentenció — ¡Ahora, abrid vuestros baúles que toca inspección!
Jungkook se apartó de su baúl y mientras Yoongi no lo veía, escondió el cofre de su padre, con las cartas había escrito a Taehyung, debajo de su cama. Pues bajo ninguna circunstancia podía dejar que Yoongi las encontrase.
⊰✽⊱
Jungkook fue llamado al despacho del sargento.
Cuando ingresó, Yoongi se acercó hacia él y trancó la puerta cuando lo tuvo en sus brazos. Besó su boca con tanto ímpetu y pasión como si no lo hubiera visto en siglos y siglos; Jungkook correspondió a la rudeza de sus labios, acostumbrado.
El sargento lo arrinconó contra la pared y lo desvistió sin despegar su boca de su boca. Jungkook le mordió el labio inferior, pues sabía que aquel gesto era lo que conseguía excitar a su hombre. Entonces, cuando se llevó un pedazo de piel y sangre de su carne, le preguntó con la respiración acelerada: — ¿A qué viene todo esto?
Yoongi le quitó el cinturón y aflojó su pantalón para meter su mano y sentir los genitales endurecidos de su amante. Jungkook, tras sentir su mano, gimió.
— No sabes cómo me pone que me llamen maricón — bromeó, aquella frase le había causado gracia a Jungkook, quien respondió con una leve risa —. Después de oír a ese hijo de perra llamándome "un maricón que le gusta dar por culo a otro maricón", solo pude pensar en hacerte mío una vez más.
Después de aquello, Yoongi le dio un beso fugaz en sus labios y después se puso a la altura de su pubis para practicarle a Jungkook una felación. La húmeda y tibia sensación del interior de su boca sobre la piel de su miembro, llevó al joven soldado a las nubes.El cabello del sargento Min había crecido un poco, así que Jungkook aprovechó para tomarlo entre sus dedos y acelerar o aumentar la intensidad con la que le estaba haciendo el sexo oral. Aquello duró unos minutos, Jungkook no podía respirar, el placer le estaba quemando las mejillas, el pecho y también los pulmones, pues su aliento se estaba volviendo cada vez más caliente.
Tras eyacular, su semen saltó en dirección al cuello del sargento y su pecho desnudo se manchó cuando fue levantándose sin dejar de sostener su mirada. Alguna que otra gota blanquecina le cayó sobre los labios, entonces el sargento las retiró de su piel con los dedos que más tarde se llevó a la boca.
— Entonces... ¿Soy yo el otro maricón al que das por culo, eh?
- Si tú quieres sí, amor mío.
Jungkook sonrió.
— Sí que quiero...
Yoongi lo tomó por los hombros y lo volteó empotrándolo contra la pared. El soldado Jeon sintió el miembro de su amante. El juicio se le nubló de placer y no pudo pensar en nada más...
Hasta que recordó qué fecha era ese día.
El calendario que estaba sobre el escritorio de Yoongi marcaba el 30 de diciembre de 1961.
⊰✽⊱
1962.
Yoongi se había enamorado de Jungkook durante la primavera de 1960. Su vida había cambiado y su corazón también; Jungkook lo era todo para él; era todo su mundo; su más grande amor, la persona que siempre había estado buscando para pasar el resto de su vida y el objeto de todos sus deseos.
Desde el punto de vista del sargento Min, quien siempre se había sentido desgraciado tras amar y desamar a tantas personas a lo largo de su vida, no importaba si el sol no saliera al día siguiente o si la luna se perdiera tras las nubes de cenizas de un volcán en erupción mientras Jungkook lo amara de la misma manera que él aguardaba. Yoongi sabía que Jungkook lo quería, pero de sus labios nunca habían salido los mismos "te amo" como su propia boca pronunciaba cada vez que lo veía en sus pensamientos o lo tenía enfrente, capaz de tocarlo y sentirlo.
Sucedió durante el último mes de invierno del 62, cuando Jeon Jungkook le rompió el corazón por primera vez.
Su ansiada primavera estaba al caer, pues Yoongi amaba la primavera como amaba a Jungkook; con la intensidad de mil soles comprimidos en su corazón. Aquel día, cuando la vida se le derrumbó sobre sus hombros, era el noveno día de marzo, su cumpleaños. Nadie más sabía, ni siquiera el mismo Jungkook, a excepción del teniente, cuándo era la fecha de su cumpleaños. Jungkook tampoco había preguntado antes y Yoongi se había dado cuenta, un año después, de que ese día podría dejar de ser el día más doloroso de su vida si estuviera al lado de Jungkook; por eso lo citó a su despacho en la noche.
Pero el teniente Kim tuvo otros planes para los amantes ese día.
Tras concluir el almuerzo, tocó una inspección sorpresa; aquella vez dirigida por el teniente Kim, quien se pasó por todos los pabellones pero inició por el pabellón de Yoongi, donde dormía Jungkook.
— ¡En pie, sacos de mierda! — exclamó Yoongi cuando las puertas se abrieron y Seokjin ingresó primero.
Tenía las manos detrás de la espalda y la mirada enseriada. Aquel ojo de pupila gris y la cicatriz que tenía en su rostro lo hacía verseintimidante.
— Hoy es el día de una inspección sorpresa — dijo el teniente —, anoche hemos sorprendido a dos soldados fumando marihuana en la torre de control. Ese es un acto que no podemos permitir en este cuartel, debido a ello y porque los soldados no han querido delatar a su camello, todas vuestras pertenencias serán revisadas y cada cosa que no deba estar en vuestros baúles, serán confiscados. ¿Ha quedado claro?
— ¡Señor, sí, señor!
— Abrid vuestros baúles, el sargento Min será el encargado de revisarlos.
Jungkook se sintió entumecido, pero como Jimin se había mudado de cama en la litera de arriba, le dio un leve golpe en la espalda para que volviera en sí mismo. El cofre de su padre estaba en una esquina del baúl que compartía con su mejor amigo, Park Jimin.
Cuando finalmente Yoongi se paró delante de él y con la mirada le indicó que levantara la tapa de su baúl, Jungkook se mostró nervioso, aunque obedeció inmediatamente. Yoongi observó cada cosa que tenían ambos en el baúl, Jimin le indicó cuál era su parte de y por órdenes del teniente, Yoongi tuvo que inspeccionar minuciosamente cada libro, bolsa, ropa y mochila.
El cofre del padre de Jungkook estaba un poco destartalado porque su abuelo lo había destruido para que no hubiera algún recuerdo de Taehyung al cual Jungseok pudiera aferrarse, sin embargo, el joven Jeon había tratado de conservarlo durante varias décadas hasta su muerte aun así.
Cuando Yoongi lo cogió, el cofre se rompió y todas las cartas se esparcieron sobre el suelo. Inicialmente, a Jungkook no le habría importado que Yoongi viera que guardaba recuerdos de su padre, no obstante, todos los poemas y cartas de amor que el fantasma le había escrito cuando eran amantes, estaban dirigidos a él y firmados por Taehyung; si Yoongi llegaba a leerlas, ¿cómo podría explicárselo?
— ¿Kim Taehyung? — cuestionó el teniente cuando recogió uno de los sobres y leyó el nombre del destinatario — ¿Quién es Kim Taehyung?
Yoongi miró rápidamente el sobre en la mano de Seokjin cuando sintió una presión punzante en el pecho tan repentina. Extendió su mano y Seokjin le entregó el sobre.
— Es alguien que conozco, señor — respondió Jungkook palideciendo cada vez más, cada segundo que Yoongi tenía el sobre en la mano. Temía que malentendiera la situación.
El teniente Kim volvió a observar los sobres esparcidos por el suelo y se dio cuenta de que eran cartas que no habían sido entregadas.
— ¿Por qué no ha entregado sus cartas, soldado?
— Porque... — cuando Jungkook volvió a mirar a Yoongi, lo encontró leyendo la carta y notó cómo su semblante se teñía de tristeza — Taehyung está muerto, señor.
— Oh — respondió —, en ese caso, sargento, devuélvale sus cartas al soldado Jeon.
Yoongi presionó la mandíbula con fuerza y levantó su mirada enrojecida mientras arrugaba el papel.
— No, teniente — se negó. Seokjin se sorprendió y a Jungkook lo envolvió un miedo terrible —. Si me disculpa, confiscaré el contenido de este cofre antes de devolvérselo al soldado Jeon.
Gracias por leer el primer capítulo de la tercera parte. Este arco es un poco largo, abarca alrededor de siete capítulos, pero os prometo que no todos son tan extensos como este. 🩵
Este arco ha sido más una introducción para los nuevos personajes que nos acompañarán hasta el final de la historia, que un capítulo dramático como los anteriores, ¡pero descuidad! El drama empieza a partir de cuarto capítulo.
Espero que hayáis disfrutado. El yoonkook tendrá su protagonismo también, espero que no sea un motivo para detener la lectura.
Por cierto, ¿quién vuestro personaje favorito? Como a los nuevos los vamos conociendo recientemente, solo tenéis tres opciones: Jungkook, Taehyung y Jungseok.
Me gustaría saber por qué os gustan también, si no es mucha molestia. 😊
¡Nos leemos próximamente, hasta luego!
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