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2. Érase una vez, un amor prohibido y un amante eterno.

PARTE II.
 


Érase una vez, un joven prisionero dentro de un castillo a la espera de su salvador. Se pasaba los días y las noches aguardando por él; pensando que, tal vez, habría de llegar sobre un corcel blanco o escalaría las paredes hasta llegar a su balcón.

Vivía con un malvado brujo autoritario. El castillo no estaba custodiado por un dragón que lanzaba llamas por la boca, o por demonios o muertos vivientes ni fantasmas, sino por ese brujo al que llamaba padre. Desde que era un niño, se había preguntado tantas veces si aquello era lo que merecía; si hubiera vivido una vida anterior que no recordaba, y en ella hubiese cometido un pecado imperdonable, ¿vivir como un esclavo en esta, alejado de la felicidad de su propio ser, era el castigo definitivo? El joven soñaba con escapar. No sabía cuándo, ni dónde, si solo o acompañado, pero después de esperar tanto tiempo que el amor lo rescatara, había decidido que, en algún momento, se rescataría solo. Pero... Claro. Había sido prisionero toda su vida, por lo tanto, pensaba como un prisionero al que se le es privada la luz; creía saber que la única función del sol era dar luz al mundo y no sabía que también quemaba; que todas las estrellas del universo ardían y eran tan peligrosas como preciosas.

Su padre, el brujo, conocía a otra gente más allá del bosque; más allá del océano. Tenía muchos contactos y personas importantes frecuentaban su casa de vez en cuando. Un día, su padre le confesó que uno de esos señores de alta sociedad, que tenía riquezas en Europa, era su mejor amigo de la infancia y él se preguntó: "si mi padre fue un niño también, antes de ser un brujo malvado, ¿por qué no puede comprender que yo aún no puedo despegarme de aquel niño que solo busca libertad?" También le dijo que ese amigo suyo tenía un hijo de su edad, y comenzó a compararlo con él cruel y constantemente.

Taehyung, Taehyung, Taehyung...

"Taehyung es un artista, expone sus obras de arte en los museos más famosos de Viena y París. Ha conocido a la reina de Inglaterra y ha comido con los generales del imperio Alemán. Ese chico es brillante y tiene un gran futuro por delante... Cuando venga aquí, aprende algo de él. No quiero que un inútil se haga cargo de mis negocios, ¿sabes todo por lo que he tenido que pasar para llegar a donde estamos tú y yo? Sé amable con él cuando llegue. Tu deber es dejarnos bien a tu madre y a mí delante de los honorables invitados."

Sí, padre.

Pero el joven no odiaba a Taehyung, sabía que no había cometido nada en su contra; que había personas que nacían listas, talentosas y otras que tenían la suerte de poder admirar su arte e inteligencia. Él deseaba conocer al joven, aunque lo único que sabía sobre el artista, era su trágica historia. Había oído hablar a sus padres de ello, de que lo compadecían. Oyó de la boca de su padre algo que jamás olvidaría: "le tengo lástima" ¿Acaso un hombre tan vil como él tenía sentimientos así por los prójimos?

El joven Jeon — que a partir de este momento lo llamaremos así — tenía ganas de huir; de conocer el mundo, de vivir su vida o simplemente visitar el mar ya que nunca había estado en una playa, sino en la más oscura y tétrica montaña rodeado por un bosque cubierto de neblina y un cementerio en su jardín. Odiaba la mansión por muchas otras razones, pero de todas formas y muy a pesar de todos sus pesares, irónicamente, quería conseguir la aprobación de sus padres. Pero ¿Cómo podía ganarse a sus padres si, incluso habiendo estado presentes en el día de su nacimiento, olvidaban su cumpleaños? Cuando cumplió veinte años, Taehyung llegó a la casa.

Se presentó una mañana, muy temprano, cuando el alba florecía en el cielo hacia el horizonte. El cochero del carruaje lo ayudó a bajar sus maletas y los materiales de pintura que había traído consigo desde Viena. El joven Jeon oyó las pisadas de los caballos y eso lo despertó. Frotándose el ojo, se acercó a la ventana y vio a un joven observando el palacete con mucha admiración, hasta que sintió que le había pillado, por lo que rápidamente se apartó de la ventana.

Su padre salió a recibirlo. Los vio hablando brevemente y un criado recogió sus cosas cuando ingresaron a la casa. De alguna manera, el joven Jeon tuvo ganas de clamar que diera media vuelta y no volviera si no quería que su vida se viera arruinada, aunque supiera con certeza que sería la suya la que se convertiría en un martirio.

⊰✽⊱

Supuestamente, el joven artista necesitaba descansar después de un largo viaje; por ello, cuando el joven Jeon bajó a desayunar, no lo vio y sintió curiosidad sobre su paradero.

La sirvienta les sirvió un típico desayuno coreano pero al joven Jeon le sirvió un poco más de arroz en su tazón. Ella era Minhee, la criada que lo había visto crecer y también quien lo había criado prácticamente, así que lo trataba como si fuera su hijo. Sin embargo, a la señora Jeon no le gustaba que se comportara tan complaciente con su hijo, por eso Minhee supo que debía borrar su sonrisa en cuanto la señora le dedicó una mirada llena de asco y desaprobación.

Tras coger los palillos, el joven Jeon sintió curiosidad por el artista y se atrevió a preguntar por él.

— Padre, ¿y el joven señor Kim? ¿Ya ha llegado? He oído el sonido del carruaje al alba.

— Si has oído el carruaje es porque ya está aquí, no seas ingenuo, Jeon Jungseok — respondió con voz tosca, como si estuviera fastidiado aunque el día hubiera comenzado recientemente.

— Lo siento, padre...

Oh, no te disculpes, solo ha sido una simple pregunta — dijo Taehyung apareciendo en escena. Estaba vestido, como si fuera a un concierto de ópera y su presencia imponía mucho. Observó al joven Jeon, quien se quedó hipnotizado por su mirada —. Ya estoy aquí, joven Jeon, es un placer conocerte.

— Oh... — murmuró tímido, aunque su cuerpo reaccionó antes que su juicio y golpeó la mesa al levantarse y ofrecerle una reverencia — El placer es mío...

— ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? — preguntó al preocuparse y acercarse al muchacho para corroborar su estado, pidiendo al cielo que estuviera bien.

— ¡Oh, no te preocupes por mi hijo! — interrumpió su padre, mágicamente dopado de la más gentil felicidad — A veces puede resultar estúpido. Si ya estás aquí, joven Taehyung, significa que has descansado bien ¿Su lecho le ha parecido cómodo?

— No llame a su hijo estúpido, solo ha sido un error.

— ¿Disculpa?

Su padre le había hablado del señor Jeon. Le había contado que era un hombre muy estricto e indiferente con su propia familia, le advirtió que, por ser hijo de su mejor amigo y quien lo había ayudado a construir su mansión en medio del bosque para que pudiera aislar a su esposa e hijo, le estaba agradecido y que, quizás, lo trataría como parte de la familia si algún día volvieran a Joseon. Sin embargo, también le advirtió de que, por mucho que fuera "amable" al principio, su paciencia se acaba si se le llevaba la contraria; así que Taehyung se vio en la difícil decisión de retractarse de la manera más educada posible.

— Perdone, quiero decir, lo he tomado por sorpresa, ¿no es así, joven Jeon? — apretó su hombro amistosamente y le mostró una ligera sonrisa — Estabais hablando de mí, debí parecer un fantasma que apareció de repente.

— Sí...

— Eso ha debido ser — opinó el señor Jeon, aún mostrándose ligeramente molesto —. Por favor, toma asiento y desayuna con nosotros.

— Gracias, señor.

Taehyung tomó asiento al lado del muchacho. Él estaba en la cabecera de la mesa y su hijo, el joven Jeon, a su izquierda y su mujer a su derecha.

Cuando la sirvienta le sirvió el desayuno, hablaron de muchas cosas; entre ellas, de Europa; de las exposiciones que Taehyung había realizado, de sus logros, de sus aventuras, de los negocios de su padre, aunque el artista se dio cuenta de las miles de veces que el hombre comparaba a su hijo con él. A Taehyung no le agradaba que lo hiciera, y no hallaba una forma amable de decirle que dejara de ser tan mal padre, sin embargo, al no responder la última pregunta, se formó un silencio bastante incómodo. Un hombre vino a la mansión buscando al señor Jeon, y este se levantó de la mesa para atenderlo en su despacho.

— Y bueno, mi señor, ¿ha llegado recientemente a la península? — el joven trató de romper el hielo, a lo que el artista correspondió con una sonrisa.

— No, de hecho, he llegado hace dos atardeceres.

— ¿Hace dos atardeceres? Qué respuesta más peculiar — sonrió complacido por su gracia.

— Es mi nueva frase, debería patentarla.

— Oh, mi señor, ¿cuánto debería pagar por ella para repetírsela a mis hijos en el futuro?

— Nada, te lo dejo si me ayudas con mi arte. De hecho, creo que serías un buen... númen.

La señora Jeon dio un golpe sobre la mesa, aunque no pareció irrespetuoso, fue potente. Se limpió la boca con una servilleta y retiró la silla.

— Jungseok-ah, tenemos que hablar. Acompáñame.

— Pero, madre...

— ¿Nos perdona, señor Kim?

— Por supuesto — Taehyung miró una última vez al joven y le sonrió.

La señora Jeon salió del comedor, llevó a Jungseok hacia el vestíbulo de la casa y se detuvo frente a la escalinata. Al voltearse, le propinó una bofetada a su hijo.

Al joven Jeon le tomó por sorpresa. Su piel no tardó en palpitar y enrojecerse, por lo que rápidamente la observó desconcertado con la mano en su mejilla, pero antes de que pudiera preguntar por el porqué, su madre, quien lo miraba con exuberante asco, le dijo:

— Deja de coquetear con él, eres un hombre, Jeon Jungseok.

— Madre...

— Sé cuáles son tus demonios y tus males, te he parido y te conozco ¿Te quejarás de ese golpe? Pues más vale para ti que haya sido yo y no tu padre.

Lo tomó del hombro violentamente, enterrando sus uñas en su brazo. El joven Jeon la observó suplicando que lo soltara.

— Sé un buen hijo, no nos decepciones y no decepciones a Dios, o de lo contrario, yo misma habré de matarte antes de que sucumbas ante ese hombre. No creas que no me he dado cuenta de cómo lo has mirado y de la forma en la que tu voz ha sonado al hablarle; si no quieres que corra sangre en esta casa, Jeon Jungseok, sé sensato.

Las lágrimas se le habían acumulado en los ojos al mismo tiempo que su dolor y frustración se enmarañaron en su garganta. Con trémula voz, dijo: — Sí, madre... — y sollozó en silencio cuando ella se marchó.

Taehyung lo había oído todo. Era tan romántico como curioso e inquieto, y la manera en la que la señora de la casa había tratado a su hijo, no le había generado una buena impresión. Tuvo miedo de causarle problemas al muchacho, pero entonces tras oír las palabras de aquella mujer tan estricta, supo que el joven Jeon también tenía grandes secretos... similares a los suyos.

⊰✽⊱

Enero de 1906.

Durante las primeras semanas del frío enero de 1906, el joven Jeon había estado evitando al artista con toda la intención de complacer a su madre... en contra de su voluntad.

Taehyung lo comprendía y respetó la distancia que se había interpuesto entre los dos, sin embargo, su corazón se encontraba afligido. No tenía a nadie con quien hablar en una casa tan grande; sabía que su vida llena de lujos había concluido con la bancarrota de su padre y el suicidio de su madre. Mudarse a la península había sido su última carta, y el único consuelo que tenía todavía, era que los museos europeos mantenían una fe en él, por lo que, la siguiente exposición que daría a finales de ese mismo año en el sur de Europa, marcaría un antes y un después en su carrera por el resto de su vida.

No obstante, no había logrado nada impresionante aún. Había dolor dentro de sí mismo; la pérdida de su madre y la incertidumbre de si volvería o no a saber de su padre tenía sus propios colores, pero eran tan opacos que había dudado su creatividad varias veces. Pensaba que, si al menos tuviera a alguien a quien compartirle sus ideas, lograría deshacerse de su terrible bloqueo... Pero la persona con la que quería compartir sus pensamientos, estaba atemorizado de dirigirle la mirada.

A Taehyung no le gustaba la soledad.

No supone mucho romanticismo de su parte, ¿no es así? Bueno, pues es que hay dos tipos de soledad: la que ves y la que sientes.

Taehyung podría pasarse toda la vida encerrado en un castillo abandonado, con la única compañía del eco de sus pisadas o del polvo de los muebles pero acompañado de sus pensamientos. Le gustaba estar en soledad en una habitación oscura con la única luz proveniente de la luna, o en todo caso, adoraba ser solitario en los más lúgubres bosques; oyendo el ulular de los búhos o el aullido de los lobos y no tendría miedo. Los sitios cargados de lobreguez y tétrico ambiente, eran sus favoritos porque se sentía arropado por la más profunda y sincera inspiración.

Las historias de fantasmas o seres malignos consumidos por la ira o la tristeza, no le daban miedo cuando se sentía pleno.

Pero ser tratado como un fantasma sí le fastidiaba. Estaba comenzando a sentirse solo; sin inspiración, completamente hundido en su miserable inutilidad e ignorado por el joven que le atraía. Todos esos factores culminaría en su propia locura.

Y aunque Taehyung supiera respetar un rechazo o las distancias para no causar incomodidad en los demás, se sentía completamente insultado.

Ni siquiera le he pedido que posara desnudo para mí, solo quiero charlar, ¿por qué se comporta tan grosero conmigo? — se preguntó tumbado sobre la silla frente a su lienzo, esperando a "la inspiración" que parecía nunca arribar.

Pero su verdadera inspiración estaba abajo, tocando el violín.

Cuando el viento condujo la melodía de las cuerdas del violín hacia el desván, Taehyung se sintió hipnotizado en un instante tan breve como los segundos que bastaron para que el joven Jeon se escondiera en su corazón para siempre.

Bajó los escalones oyendo el crujir de la madera bajos sus pies, pero su andar era delicado y lento aun si la belleza de la melodía lo hacía sentir ansioso. Tras llegar a la planta baja, se dirigió a la habitación contigua al comedor donde recordaba que había un piano negro de cola con la tapa levantada y sostenida por un soporte, que había llegado hace unos días y era un obsequio para el señor de la casa.

El joven Jeon se encontraba tocando el violín frente al atril con sus partituras. Tocaba con mucha devoción y concentración, tanta que no se había dado cuenta de que Taehyung se había sentado sobre el banquillo del piano y lo observaba tocar. Se balanceaba al son de la música; retrocedía y se inclinaba mientras leía los pentagramas con la velocidad del viento, moviendo la vara con una técnica impecable que difícilmente tenía un ritmo que seguir a la primera.

Taehyung estaba tan embelesado por su increíble talento, que, accidentalmente, recostó su codo sobre las teclas del piano. El sonido fue tan fuerte y repentino que el joven Jeon se desconcentró de inmediato.

— Oh, lo lamento mucho. Ha sido culpa mía.

Fueron unos pocos segundos los que el joven Jeon necesitó para sentir el calor en sus mejillas... Pues era enero y la ventana estaba entreabierta; la brisa invernal que había ingresado le heló la piel y había batallado demasiado para evitar temblar de frío y mantener su calor, pero tan pronto como el huésped — al que tanto trataba de evitar — se interpuso en su camino, todo su cuerpo se volvió caliente.

— Mi señor... — saludó cortésmente, ofreciéndole una reverencia — No os he oído llegar, os ruego que me perdone.

Taehyung, con una incomodidad más grande que su ego, sonrió y miró hacia un lado; eso lo hacía cuando había algo que lo molestaba y el trato tan educado, que ni siquiera los sirvientes de la casa se lo daban, estaba poniéndolo nervioso.

— ¿Cuántos años tiene usted, joven Jeon? — preguntó dándole la espalda al reposar delicadamente sus dedos sobre el piano.

— Diecinueve, mi señor.

— ¿Y cuándo ha nacido?

— El veinticinco de abril de... 1885.

— Oh... — pronunció después de tocar una tecla — En primavera. Adoro la primavera.

El joven Jeon tragó saliva, sus mejillas se habían enrojecido tanto que su rostro parecía un cuadro pintado con carmín.

— Soy menor que usted, por unos meses — continuó Taehyung —. Aunque mis orígenes se encuentran en estas tierras, he nacido y crecido en Europa; he aprendido allí todas las costumbres que me han hecho persona; el calendario lunar no concuerda conmigo, ¿comprende usted lo que le digo?

— Sí, creo...

— Bien, entonces entenderá que me resulta incómodo que alguien cuya edad es la misma que la mía me trate con demasiado respeto.

— Sí, pero.... mi padre... Mi padre me ha dicho que debería trataros con respeto.

— Su padre es de otra generación. Nosotros somos los jóvenes que viven el presente; y el presente es tratarnos de usted. O, bueno, tampoco me molestaría si quisiera tratarme de "tú".

— ¿Tutearos? Oh, por favor, no digáis eso. Antes prefiero la deshonra.

Taehyung lo observó con una sonrisa en los labios. Su mirada era tan bella y única, según los pensamientos del joven Jeon, quien se vio atrapado en sus iris.

— Es usted un caballero, joven Jeon.

— Comprendo que sintáis inquietud, pero verdaderamente quisiera mantener una distancia entre vos y yo. Si me permitís, mi señor, preferiría trataros de "vos".

— Hmmm... ¿Qué podemos hacer? Me resulta verdaderamente extraño.

— Mi señor, os ruego que me perdone.

— Lo haré, joven Jeon, si a cambio toca usted una pieza musical conmigo.

— ¿Cuál?

— Escucha, y sigue el ritmo.

Desde la primera nota, el joven Jeon supo que se trataba de Lacrimosa. A pesar de que los dedos le dolían, pudo sentir que la manera en la que el artista tocaba, le inspiraba, de alguna forma. Reposó su barbilla sobre la barbada y cerró los ojos.

Mozart no era el preferido de su padre, por eso no tenía las partituras de sus composiciones, sin embargo, Lacrimosa le parecía una pieza tan bella que la había aprendido hace unos años, pero no la recordaba exactamente, aun así, se acopló perfectamente y deslizó el arco; las cerdas sobre las cuerdas, con tanta sutileza que la música se fusionaba con el aire y el ambiente. Se sentía como una caricia y la forma en la que los sonidos, tanto del violín como el del piano, parecían danzar como el agua, o el rocío sobre las hojas, cerca de los oídos de Taehyung.

Tenía los ojos cerrados y experimentaba cada sensación que le producía la canción en su cuerpo; podía sentir las notas, la melodía... Podía sentir el éxtasis pero también una terrible tristeza como un beso de la muerte bajo el plenilunio de la más oscura y estrellada noche.

Sin embargo, el joven Jeon cometió un error que desafinó la melodía de la canción. Taehyung se detuvo abruptamente. Al voltearse, vio que tenía sangre en los dedos.

— Oh, vaya, ¿está usted bien?

Taehyung tomó sus manos, inspeccionó sus dedos y se dio cuenta de que tenía tantas heridas como horas tenía el día. Algunas eran más viejas que otras, pero dolían igual. El joven Jeon tenía ampollas en los dedos y un corte en el dedo índice del que brotaba sangre; se lo había hecho accidentalmente con las cerdas de su arco.

— No es nada, no os preocupéis — apartó la mano, pero se sorprendió cuando Taehyung la volvió a tomar y lo miró con una preocupación que nunca antes había presenciado.

— Claro que es algo. Eres un artista, no puede tener las manos de esta manera. Si se hace más daño, ¿cómo podría seguir deleitándonos con tu majestuosa melodía?

Sus labios temblaron tras oír eso y las lágrimas se acumularon en sus ojos. Jeon observó la sinceridad en la mirada del joven artista, pero aun así no le creyó.

— Os ruego que no digáis mentiras, mi señor. El artistas sois vos.

— ¿Por qué? ¿Qué me hace un artista a mí y no a usted?

— La pasión, mi señor... Amáis vuestro arte y ella os hace feliz, en cambio yo.... Bueno, solo quiero que mi padre se sienta orgulloso de mí.

— Debe estarlo, joven Jeon. Toca usted como lo hizo Orfeo de Lira delante de Hades para recuperar a su amada.

— Pero Orfeo era un artista, hijo de una de las nueve musas. Era su destino deleitar a los dioses.

En ese punto, el noble corazón del joven Jeon no paraba de palpitar desenfrenado. Sentía que su corazón se le escaparía del pecho en cualquier momento, y lo peor de todo, era que su eufórica respuesta emocional se debía al tacto del artista en su piel; su dulce mirada preocupada y la sensación de protección que le brindaba. A pesar de haber nacido en una cuna noble, con comodidades y en una familia "perfecta", el joven Jeon nunca se había sentido de aquella manera.

— Juro por mis manos, que valdrán tanto o más que los muebles de esta casa en el futuro, que he oído Lacrimosa más veces de la que usted, mi joven señor, ha comido arroz en su vida... Pero es la primera vez que he sentido la canción.

Y tanta fue la emoción del joven Jeon al oír que su música había causado algo en aquel hombre, que su sonrisa se volvió trémula cuando sus cristalinas lágrimas fluyeron.

Taehyung se las secó con sus dedos; de una manera suave y delicada, como si fuera un hombre de porcelana, muy frágil, muy frágil, que necesitaba ser hablado a través de besos y no palabras.

— Sois muy amable, aunque he de decir que realmente lo mío no es arte.

— ¿Y eso por qué? Querido Jeon, ¿qué es arte para usted?

— Perdonadme, mi señor, no os comprendo.

— ¿Qué es el arte? ¿Acaso es un lienzo? ¿Una pieza musical o una escultura? ¿O quizás lo es un poema? ¿Es el arte la pasión, la tristeza o la ira? ¿Es arte la originalidad o la eficacia de un producto? ¿O lo es una persona? ¿Qué separa al arte del artista? Si bien podría inclinarme hacia una de las opciones, podría decir que arte son todas las personas del mundo porque cada una de ellas son un universo diferente; pero también podría decir que las personas son tanto arte como artistas... Su madre, pero ejemplo, mi joven señor... es una artista, o de lo contrario, ¿de quién sería el mérito de sus bellos ojos? — dijo acariciando su rostro y mirando sus pupilas como si en ellas se encontraran la verdad absoluta de todas las incógnitas universales.

Mi señor...

— ¿O acaso usted es arte, mi joven señor? ¿Acaso su cuerpo; sus manos, sus brazos y su concentración y destreza para tocar el violín cuya melodía ha conmovido mi corazón, no es arte? ¿No es usted un artista también?

El joven Jeon asintió con sus delgadas lágrimas deslizándose sobre sus suaves y rojas mejillas.

— Bien... Me alegro de que comprenda cuán valioso es. Su padre es un hombre de negocios y su madre alguien entregada a la religión, ¿qué sabrán ellos de arte más que usted, que es un artista? Incluso yo lo sé y llevo toda mi vida rodeado de cualquier arte que se le pueda ocurrir, así que confíe en mis palabras y créame cuando le digo que su música es única.

— ¿Aún si carezco de pasión, mi señor?

— No creo que carezca de pasión, mi joven señor, la ira y la frustración son parte de nosotros. Los sentimientos son una herramienta para crear arte. He sentido su frustración al oír vuestra música; la siento todos los días y es... hermosa.

El joven Jeon sonrió. Nadie le había dicho algo tan bonito hasta ese día. Aunque no era suficiente para sentir más confianza en sí mismo, se sintió verdaderamente consolado y, por primera vez, motivado para mejorar... Pero no para mejorar y demostrarle a su padre que no era un inútil, sino para aprender a amar su violín y la música que hacía con él.

— Acompáñeme, por favor. No hay nada más que anhele en estos momentos, que curar esas heridas.

⊰✽⊱

Durante los siguientes días, el padre del joven Jeon había notado cierta mejoría en su hijo cuando tocaba el violín. Siempre supo que tenía una buena técnica, pero sentía que había algo diferente; sonreía a menudo.

Su madre también lo había notado, pero a diferencia de la ignorancia de su marido respecto al tema, ella sabía y se daba cuenta en los destellos de sus ojos cuando observaba a Kim Taehyung en cada oportunidad que tenía. Y eso la había enfurecido.

Cerca de los días finales de enero, cuando había soplado el viento más gélido del mes, el joven Jeon se encontraba junto a su madre cerca de la chimenea. Ella leía un libro y su hijo limpiaba su violín y ajustaba sus clavijas. De un momento a otro, tan fugaz como un aguacero, la señora Jeon observó las telas que tenía el joven en sus dedos. Sus ojos se fijaron en las pequeñas flores, hojas y soles dibujados con acrílicos como adornos; sus colores variaban desde el magenta, cían hasta el amarillo.

Sintió que la quijada, y el cuerpo entero, se le tensó. Imaginó a ese "artista" del que le había advertido, tomando sus dedos y garabateando sobre sus heridas cubiertas.

Tras cerrar el libro con rudeza, tomó la mano de su hijo violentamente; al joven Jeon se le escapó un jadeo de dolor, pero ella presionó con más fuerza mientras observaba sus gestos de dolor.

— ¿Acaso no has entendido lo que te dije aquella vez? ¡Sinvergüenza! — le dio una bofetada sin soltar su mano, la cual apretó con más y más fuerza.

M-madre... — chilló — Me duele...

— Aléjate de ese hombre antes de que pierdas los sentidos si es que no los has perdido ya ¿Qué es lo que te pasa? ¿Por qué me haces esto? Yo intento protegerte de ti mismo y actúas con tanta desobediencia.

— Lo siento, madre... Lo siento, lo siento, lo siento... — sollozó.

Lo tomó del pelo y tiró de su cabellera hacia atrás. El joven Jeon yacía arrodillado, completamente indefenso y Taehyung lo vio todo cuando se asomó al salón.

— Señora Jeon, ¿qué cree que está haciendo? — pronunció con cierto tono de grandeza, aunque su intención no fuera provocarla, la preocupación del bienestar del violinista le preocupaba.

Tras soltarlo, la señora Jeon se irguió y miró a ese enemigo e intruso juguete de su marido parado delante de ella.

— Educo a mi hijo. No le incumbe.

Taehyung presionó los dientes tan fuerte que creyó que se quebrarían. No podía entrometerse demasiado en la relación de madre e hijo que tenía el joven Jeon con su progenitora porque lo que menos quería en el mundo, era causarle problemas al muchacho. Pero le había dañado los dedos y eso no lo iba a ignorar.

— ¿Lastimando sus dedos, mi señora? — respondió al tomar la mano del joven y acariciar sus heridas abiertas y sangrantes debajo de las telas — Su hijo es un excelente violinista, su marido está al tanto de ello ¿Sabe usted que hoy, durante todo el día, me ha hablado de lo orgulloso que estaba del talento de vuestro hijo? Si me permite dar mi opinión, mi señora, desde mi punto de vista como artista, pudo haberlo perjudicado permanentemente.

— No era mi intención.

— Eso espero.

La madre miró al hijo que se escondía detrás del artista. Se acobardó de repente y salió de la habitación tan rápido como pudo antes de romper a llorar. Quiso detenerlo, por su puesto, pero no lo hizo. No porque hubiera desistido, sino porque no pudo moverse.

Taehyung se acercó a la señora y le tocó el hombro, su mirada de ojos pardos llamó su atención de manera inmediata.

— No sé qué le habré hecho, señora, para que no quiera que me acerque a su hijo, pero lo respeto. Es usted su madre y sé que quiere protegerlo, pero llevo aquí tantas noches como para darme cuenta lo gigante que es este lugar... El joven Jeon, su hijo, se siente solo. Se siente presionado, ¿lo ha visto usted sonreír alguna vez? Una sonrisa genuina es la prueba más sólida de que se es feliz, y desde que acompaño a su hijo y charlo con él, su sonrisa no luce forzada, sino natural; auténtica...

La voz de Taehyung era tan suave y su tono tan dulce. La señora Jeon era una mujer bastante estricta que no recordaba cómo se sentía dar o recibir amor, o quizás, simplemente que alguien fuera honesto con ella y se dirigiera hacia su persona sin sonar prepotente o asustado. No dijo nada, aunque su mirada lo dijo todo; centrándose en los ojos pardos del muchacho, parpadeó lentamente y el joven artista comprendió que, al menos en ese momento, se había dispuesto a ofrecerle una tregua, por lo que Taehyung fue detrás del joven Jeon y la dejó sola.

Buscó con insistencia al joven que había salido huyendo de la habitación; se dirigió a la cocina, a la sala de ensayo, a su habitación y hasta cada rellano de las escaleras, pero al llegar a la escalinata, notó que la puerta principal estaba abierta. Suspiró antes de asomarse y lo vio sentado al borde de la fuente de agua que estaba en el centro del jardín.

Las nubes habían cubierto el sol, el cielo lucía un melancólico color gris. Hacía frío pero, a diferencia de otros días, no había niebla y todo era más nítido entonces.

Había un camino de piedra que se extendía unos cien metros hacia el horizonte. Al final del tramo, se encontraban las lápidas, cruces, estatuas fúnebres y más allá, un mausoleo de estilo neoclásico. El padre de Jungseok estaba obsesionado con la arquitectura europea y el estilo de vida occidental. Le habría encantado vivir en el extranjero, pero al enfermar su padre, tuvo que quedarse para cuidar de él y del negocio, aunque eso no le impidió construir su propia casa victoriana en medio de un bosque y vivir como le gustaba.

Como aún era invierno, no había color en el jardín. A los árboles les faltaban todas sus hojas y no habían rastros de capullos de flores, o arbustos a la redonda. La fuente de agua donde se encontraba el joven Jeon, estaba hecha de ladrillo rojo; bien cuidado y como agua cristalina. Cuando Taehyung se aproximó al muchacho, él rápidamente secó sus lágrimas.

— ¿Le duelen las heridas, mi joven señor?

— Estoy bien.

Aún así, Taehyung tomó sus manos y el joven no se resistió; observó su cálida mirada y se sumió en un sueño imposible con cada toque y roce de sus manos.

— Se han reventado algunas ampollas, pero no se preocupe, no es nada grave.

— Me alegro de que así sea — se soltó de su agarre suavemente y dejó su mano a un lado de él.

Taehyung lo imitó, dejó la suya muy próxima a la del joven Jeon y lo miró comportándose con una encantadora timidez. Su rostro era un lienzo precioso de la más hermosa inocencia y pureza; era un poema de amor.

Poco a poco, Taehyung acercó su mano a la suya.

— Me gusta este jardín.

— ¿De verdad, mi señor? Pero no tiene nada de especial... Habéis estado en muchas partes del mundo, seguramente habréis visto mejores jardines que este... Incluso en invierno.

— Pero estoy en este jardín ahora... Y estás conmigo. Es todo cuanto necesito.

Colocó su mano sobre la suya, y ese gesto significó tanto... Significó todo lo que no podía decir con las palabras y el joven Jeon lo entendió, porque también sentía lo mismo y sus corazones, que latían al unísono, se conectaron finalmente.

— ¿Por qué...? ¿Por qué mi presencia haría a este jardín tan especial, mi señor?

— ¿Y por qué no? ¿Qué le han dicho, mi joven señor, para que piense de esa manera? O mejor dicho, ¿quién le ha dicho algo así?

— ¿Me guardaríais un secreto?

— Por supuesto.

— Mis padres me han hecho sentir, durante toda mi vida, que no soy suficiente. A veces no sé si realmente me quieren como los padres deberían querer a sus hijos. Quizás, después de tanto tiempo, también he empezado a creer que nunca seré lo que esperan los demás ni tampoco lo que yo espero.

— El sonido de su violín es precioso... No, más que precioso; es perfecto. Usted lo es, incluso si lo ve todo tan gris. Es un artista. Es una persona que merece dar y recibir amor... Y si nadie se lo está dando, debería dárselo usted mismo.

El joven Jeon sonrió y lo miró a los ojos, sus pupilas fulgurantes no podían observar nada más... Y Taehyung lo supo, entonces, cuando sintió que parecía que su corazón explotaría en su interior. Se acercó a él, despacio, con todas las intenciones de besar sus labios. Miraba su boca como si fuera lo que más deseaba en ese momento por encima de su propia vida y el joven Jeon supo lo que vendría después, pero también lo quería y se acercó esperando la colisión de sus bocas.

Sin embargo, el sonido del carruaje los interrumpió. Rápidamente se separaron antes de que el coche se pusiera en sus campos de visión. Jeon se levantó de inmediato, cuando Taehyung separó su mano de la suya.

Cuando el carruaje se detuvo frente a ellos, él muchacho abrió la puerta para ayudar a su padre. El señor Jeon había bajado al pueblo e ido a la capital por unos asuntos de negocios. Partió al alba y regresó más temprano de lo que se esperaba.

— Padre, no os esperábamos tan temprano, ¿ha ido todo bien?

— He ido a perder mi tiempo, no he podido llevar a cabo lo que fui a hacer. Ahora mismo estoy disgustado, Jungseok, así que no seas un lastre el resto del día — le dijo con dureza. Taehyung miró al joven Jeon y se dio cuenta de que sus palabras lo habían herido.

— Señor Jeon — Taehyung se aproximó a su lado —. Desde que he llegado no he bajado al pueblo, ¿sería una molestia si tomo prestado vuestro carruaje para dar un paseo? Si he de pagar, lo haré yo mismo.

— Oh, no... Tranquilo, jovencito. Haz lo que quieras; mi casa es tu casa y mi carruaje, el tuyo.

— Señor... — lo detuvo de nuevo — Estoy agradecido y lamento si abuso de su hospitalidad en este momento, pero no me gustaría ir solo, ¿podría su hijo acompañarme? Me ha contado que casi nunca abandona el palacete, así que sería una... buena idea, en mi opinión.

El señor Jeon vaciló en dar una respuesta, miró a su hijo, quien le devolvió la mirada mostrándose verdaderamente vulnerable, a diferencia de Taehyung. Al final, accedió.

— Sí, por supuesto.

Taehyung se volvió hacia el joven Jeon con una sonrisa y vio en sus ojos la más dulce luz. Cuando el padre del muchacho ingresó a su hogar, Taehyung lo tomó de las manos y le dijo.

— Venga conmigo, le mostraré que fuera de este jardín sin colores, hay primaveras invernales.

⊰✽⊱

El carruaje iba despacio, el viento se colaba por la ventana y Taehyung y el joven Jeon estaban juntos; sentados al lado, muy próximos al cuerpo del otro. Pero para ninguno resultaba incómodo.

Taehyung observaba la felicidad en el rostro del muchacho cada vez que miraba hacia la ventana que estaba hacia su lado, donde las olas del mar rugían con mucha intensidad.

— Me encanta el sonido del mar...

— A mí también, me genera mucha paz.

— Las olas se ven preciosas... Cuando chocan contra las rocas y empapa la arena de la playa.

— La bahía está solitaria, ¿quiere bajar y andar por la playa?

— Hace mucho frío... El agua estará congelada.

— No lo está, confíe en mí ¿Quiere dar un paseo?

El joven Jeon sonrió entusiasmado y tomó la mano del caballeroso artista que pidió al conductor del carruaje que detuviera a los caballos. Primero bajó él y después el violinista, aunque sus manos estaban heridas, el poeta fue gentil en ese aspecto para no causarle más dolor.

Al bajar a la playa, Taehyung le dijo al muchacho que se sacara los zapatos. Había piedras y conchas esparcidas sobre la arena pero le prometió que no se haría daño. Las piedras estaban frías, el viento también era gélido al igual que la playa pero cuando el agua besó las puntas de sus pies antes de retirarse nuevamente debido a las olas, se impresionó por su tibieza.

— Vaya... No está tan fría como esperaba.

— Se lo he dicho, es increíble. Deberíamos caminar más cerca del agua, ¿no le parece?

El joven Jeon asintió con una sonrisa, aunque a lo lejos, mar adentro, vio pequeñas siluetas de embarcaciones pesqueras. Taehyung también las notó al mirar en la dirección que estaba observando mientras caminaban.

— He de admitir que la playa de esta península es preciosa. Quizás haya más playas hermosas como la de Haeundae, pues he oído que su belleza es genuina, pero esta me ha deslumbrado nada más verla.

— El mar Amarillo es precioso, lo sé.

— ¿Ha estado usted en Qing, mi joven señor?

— No. Aún no, mi padre me ha dicho que lo acompañaría cuando cumpliera los veinte, o sea, pronto... Así aprenderé cosas sobre el negocio.

— Qing está a unas pocas horas de aquí, incluso podríamos llegar cruzando la bahía... Nadando. Supongo que si algún día, cuando quiera escapar, recordará este sitio.

— No creo que exista una razón para huir de Joseon, mi señor, el imperio japonés ya no nos oprime y... No puedo dejar atrás a mi familia.

— La opresión no debe ser necesariamente de los japoneses sobre usted o sobre mí. Hay muchas otras formas de sentirse oprimido y otras tantas de liberarse. No debe tomar al pie de la letra mis palabras, mi joven señor, soy un poeta y las metáforas forman parte de mí... Lo que quiero decirle es que echarse al agua y nadar hasta que el peso del mundo desaparezca de sus hombros, ya sea hacia Qing o donde quiera, es lo que debería hacer para sentirse libre.

Se detuvo frente a él. El viento desordenó su cabello y las nubes del cielo se abrieron poco a poco dejando que los rayos del sol les besaran las pieles. Taehyung tomó sus manos y lo miró de una manera que el joven Jeon no reconoció y se sintió confundido... Porque nunca antes alguien lo había mirado así. Se parecía a la mirada de lástima que le daba la sirvienta, pero era diferente.

Quizás era de... ¿Comprensión?

— Sé que siente lo mismo que yo y sé que, si le pido que nos sumerjamos en el agua y nademos hacia el fin del mundo con tal de estar juntos, usted querrá hacerlo... Pero no lo hará.

— ¿Qué queréis decirme...?

— Llevo poco tiempo bajo su techo pero siento que han sido eternidades a su lado. Me doy cuenta de todo lo que pasa a mi alrededor, no soy tonto.

— Mi señor...

Taehyung acarició la mejilla que antes había sido golpeada por su madre.

— Reconozco la forma en que me mira; reconozco ese brillo en sus ojos cuando me ve y la sonrisa que pone en su rostro cuando habla conmigo. Es como si escuchara su corazón latir cada vez más rápido y fuerte cuando está cerca de mí... Lo sé todo. No tiene que fingir más, mi joven señor.

Taehyung se dio cuenta de que lo había asustado. Cuando lo soltó, tembló como si fuera una hierba en medio de una tormenta de nieve azotada por los vientos. Su mirada, incluso, se volvió brillante pero por las lágrimas que cubrían sus pupilas.

— L-lo siento... — murmuró atemorizado y luego se arrodilló. Taehyung había aprendido a arrodillarse de esa manera porque su padre se preocupaba porque aprendiera las costumbres de Joseon, pero nunca antes había visto a alguien hincándose ante él como si rogara por su vida.

Se sintió como si fuera Yeonsangun y el joven Jeon, una de sus víctimas de su tiranía; por lo que trató de tranquilizarlo.

— ¡Siento mucho haberos incomodado, mi señor! Juro que esas no eran mis intenciones...

— No quería asustarlo... — dijo poniéndose a su altura y tomándolo de los hombros. El joven Jeon levantó su mirada lentamente, las lágrimas abarrotadas en sus ojos brotaron como gotas de rocío — No me ha incomodado, mi joven señor, al contrario... Me ha inspirado.

— ¿Inspirado?...

— Incorpórese.

— Mi señor, no os comprendo...

— Nunca sube al desván, pero si lo hiciera, vería algo como esto... Cómo los colores del cielo; el amarillo y el rojo fundiéndose en un tierno naranja; como el azul y el rosa crean un suave púrpura; cómo las horas de oro y las azules se sienten al mismo tiempo y el gris de las nubes desaparece de su corazón. Usted, mi joven señor Jeon, es como el sol; es soberano, gigante y sorprendente. Está en los cielos, lejos, muy alto y se ve en los espejos de las personas que lo ven pequeño sin saber que es abrasador, pero en realidad es una estrella con tanta gravedad en la que yo me pierdo y me siento atraído.

— Oh, mi señor... No sé a dónde queréis llegar...

Taehyung tomó sus muñecas y acercó sus manos hacia su corazón.

— No tiene que esconderse de mí, soy igual que usted. Yo amo mujeres y amo hombres; yo me enamoro de las personas. Me gustan las personas; me gustan todas las historias y poesías que tienen para contar. Quizás sea porque soy un apasionado y un cazador de corazones sangrantes de amor, pero desde que lo vi, mi joven Jeon, no hay albas en las que no despierte pensando en usted; no hay ocasos en los que no vaya a mi lecho sin tenerlo en mi corazón... Aguardando que se sincere conmigo y me diga que usted también me ama; no como señor, no como amigo... sino como hombre; como amante.

— No sé... que deciros... Yo...

— No es necesario decir con palabras lo que se puede decir con el corazón.

Taehyung lo tomó del rostro con ambas manos y el joven Jeon supo lo que venía después. No se resistió, sino que se soltó como las olas y cerró sus ojos esperando aquel beso dotado de ternura. La tibieza de los labios del artista sobre los del violinista fue el acto definitivo; así como las olas que besaban las orillas, un enamorado besó a su amado y un amante se dejó besar por el suyo.

¿Por qué...? — preguntó el joven Jeon tras separarse de sus labios, susurrando como si su vida dependiera de solo lo oyera aquel hombre — ¿Por qué yo, mi señor?

— Exacto... Porque eres tú — respondió Taehyung dándole otro beso en los labios —. Porque no es nadie más que tú; porque solo puedes ser tú. De la misma manera que un poeta no escoge la hoja donde escribir sino que lo hace la pluma al escritor, un hombre no puede elegir a quien amar sino que lo hace su corazón.

— Pero, mi señor... Esto no está bien.

— ¿Por qué? ¿Por qué está mal? Si es amor... El amor es el regalo más hermoso de la vida a parte de vivirla. Si no hay amor; si no respira amor, toca amor o besa amor, ¿qué es usted sino más que un hombre muerto? — lo tomó de las manos con más fuerza, pero sin dañarlo — El amor es lo que hace a uno vivir y sentirse vivo y tengo la certeza de que, ya que no se ha resistido a mi beso, usted está vivo porque siente amor.

— Mi señor, somos hombres...

— Hombres que sienten.

Hombres que pecan...

— Si pecar significa ser feliz, arderé en el infierno después de arder por los besos de tu boca.

Las lágrimas del joven Jeon cayeron sin más, como gotas de diamantes. Taehyung las volvió a secar con sus pulgares.

— ¿Y si no tengo un corazón que entregaros, mi señor?

— ¿Y dónde estaría su corazón si no en su pecho? ¿En un cofre en las profundidades del mar? ¿Es usted Davy Jones acaso?

— ¿Davy Jones?

— Un hombre que se arrancó el corazón del pecho para que la diosa que amaba, no volviera a hacerle daño después de romper su promesa de vivir su amor eternamente cuando tocara tierra firme tras diez años navegando.

Lentamente, Taehyung fue aflojando su agarre porque el joven Jeon se había acercado tanto a él que no parecía querer retirarse de su lado.

— ¿Por qué se arrancaría el corazón? Eso ha debido dolerle.

— Porque el amor debe doler así, mi joven señor.

— ¿Por qué debería doler el amor?

— Porque uno sabe que está vivo cuando algo le duele y el dolor del amor es uno que duele más que el mismo infierno.

— Prometo que mi amor no os dolerá.

— ¿Entonces promete amarme?

— A pesar de que somos dos hombres, si usted dice que el amor es amor, debe ser verdad... — murmuró con una sonrisa, algo más confiado — Pero, ¿vuestro amor me dolerá a mí, mi señor?

— No mientras lo ame.

— Eso significa que dejará de hacerlo... Alguna vez.

— "Alguna vez" no existe para mí, así como el futuro. Mi presente es tuyo, mientras estemos en el presente, siempre habré de amarte, incluso después de la muerte.

— Minhee dice que los fantasmas existen y que cuando mueren, casi nunca saben que están muertos, ¿cómo sabréis que sigue amándome si no me recuerda?

— No será necesario que lo recuerde si mi corazón lo hace. Me enamoraré de cada detalle; de cada cosa o vestigio de ti que encuentre. Si mi alma vaga en pena, vagará esperándote.

— ¿Cómo sé que vuestras promesas no son palabras vacías? ¿Cómo sé que cuando acabe vuestros lienzos no volveréis a París o Viena y me olvidaréis? ¿Y si os enamoráis de una mujer y me olvidáis y formáis vuestra propia familia?

— Tendrá que confiar en mí... Mi joven señor, ¿confía en mí?

⊰✽⊱

Abril de 1906.

Era el día veinticinco del cuarto mes de aquel año. La primavera había llegado con mucha fuerza; los colores brillantes y el aroma de las flores eran todo el paisaje que podía verse desde las ventanas. Era cierto que el amor se respiraba en el aire.

Taehyung había concluido gran parte de sus cuadros y poemas, cada uno de sus trabajos inspirados en el joven que amaba.

La relación era genuina, verdadera, pero prohibida y ambos lo sabían. Se veían en secreto, se pasaban cartas de amor durante la noche por debajo de la puerta y escapaban al jardín durante la madrugada cuando no podían dormir o iban al sótano, el único sitio seguro donde podían hacer el amor sin que nadie los importunara.

Había cuadros de tonalidades armónicas donde las manos del joven Jeon se veían dibujadas hasta el más minúsculo detalle; con tanto amor y devoción. Había poemas llenas de románticas líricas escritas en nombre del amor y ese amor era el joven Jeon.

El sonido del violín también había mejorado, se sentían sus sentimientos auténticos incluso en sus expresiones. Taehyung también se había incorporado en sus ensayos, ayudándolo con el piano cuando lo necesitaba y el joven Jeon también le daba unas breves clases de violín. Pasaban las tardes en el jardín y una vez por semana bajaban al pueblo. A diferencia de su madre, el padre del joven Jeon creía que Taehyung era una buena influencia para su hijo, quien no tenía ni siquiera un amigo; pero no porque no lo quisiera, sino porque toda su vida había vivido para complacer a su padre, encerrado en su casa como si fuera portante de una cepa viral contagiosa y estuviera en cuarentena desde que había nacido.

Por supuesto, la única persona que no estaba feliz con el cambio, era la madre del joven Jeon.

La señora Jeon sabía que su hijo no la quería, sino que la temía. Sabía que tenía más afecto por la sirvienta, a la que consideraba una verdadera madre, pero no podía juzgarlo por ello porque en el fondo sabía que fue culpa suya por no cuidarlo como debería. Pero también sabía que su marido era un hombre que daba mucho miedo, y al que ella también temía; por eso no le gustaba que el huésped y su hijo pasaran tanto tiempo juntos porque temía que, en algún momento, habría un malentendido entre ellos dos y no quería que su hijo sufriera las consecuencias.

Aunque nunca había aceptado la naturaleza del joven Jeon, era consciente de que su diferencia podía condenarlo tarde o temprano. Sabía aquello y se esforzaba tanto por cambiarlo antes de que su padre se diera cuenta de lo que "estaba mal" con él. En las fiestas y reuniones donde venían conocidos de su marido de todo el país, obligaba a su hijo a charlar con las hijas de los demás esperando que se olvidara de los hombres y dejara de verlos de la manera en que los veía, pero todos sus esfuerzos resultaron en vano. Frustrada por ello, siempre acababa agrediendo y maltratando al jovencito.

Y ese tal Kim Taehyung estaba llevándolo al borde del precipicio. Estaba a punto de condenarlo a muerte.

Y como madre, no quería permitirlo y no iba a hacerlo. A pesar de que jamás le había demostrado una gota de su afecto, no quería que muriera por culpa de un degenerado.

En la mañana del cumpleaños número veinte del joven Jeon, cuando los sirvientes estaban preparando el banquete y limpiando la casa, la señora Jeon tomó desprevenido a Kim Taehyung tomándolo del codo con fuerza y llevándolo a un sitio donde nadie los viera.

— ¿Mi señora? ¿A qué se debe tal acto?

— Escúcheme, señor Kim, porque solo lo diré una vez: aléjate de mi hijo. Lo está envenenando.

— Discrepo, mi señora... No sé a lo que se refiere.

Hincó las uñas en su brazo con mucha fuerza.

— Si seguís viéndoos a escondidas y actuando como si fuera que lo que hacéis está bien, lo llevará a la tumba. Si le importa mi hijo de alguna manera, váyase cuanto antes. Si es posible, al alba mañana. Sin despedidas, sin notas, sin nada. Lárguese cuanto antes o le haré la vida imposible.

— Me iré, señora, pero no será hoy, ni mañana ni en un mes— se soltó de su agarre —. En lo que a mí respecta, no estoy dañando a su hijo; él me ha dicho que ha sido más feliz desde que estoy aquí, de lo que ha sido en toda su vida. Entiendo que quiera proteger a su hijo, pero yo no soy el enemigo; jamás le haría daño a Jungseok... Ahora, si me disculpa.

Tras dedicarle unos minutos de su más molesta mirada, el joven Kim se marchó dejándola atrás. La señora Jeon, aún preocupada por el futuro que le depararía a su hijo, apretó el puño mientras veía la espalda del hombre que llevaría a la ruina a su familia alejarse de ella.

No dejaré que arrastres a mi hijo hacia la oscuridad... — murmuró para sí misma.

⊰✽⊱

La celebración no empezaría hasta mediodía, aunque ya había gente en el palacete que no pertenecían al servicio. Eran burgueses interesados en los negocios de su padre.

El joven Jeon estaba ensayando, Taehyung pudo oír su violín desde su alcoba y el corazón se le llenó de dicha. Tenía dos regalos para él en la mano y uno más en la boca, así que bajó a toda prisa para sorprenderlo; era bien sabido que el joven señor se ensimismaba en sus prácticas y no se daba cuenta de que la gente ingresaba al salón mientras tocaba, por eso mismo, no oyó a Taehyung llegar por detrás.

Cuando la melodía cesó, el joven artista le mostró una rosa roja enfrente de la cara. El muchacho Jeon se sorprendió y se giró para verlo cara a cara.

— Feliz cumpleaños, amor mío — le dijo con una sonrisa.

El joven Jeon aceptó su rosa con gratitud y correspondió su sonrisa con otra.

— Qué rosa tan preciosa, mi señor...

— No más que el brillo de sus ojos — respondió dándole un beso en la mejilla —, tengo un regalo para usted.

— ¿Otro?

— Tengo dos más, pero el último lo reservo para esta noche.

El joven Jeon siguió sonriendo. Recibió en sus manos una caja pequeña y adornada de oro y plata, con lo que parecía flores pintadas con óleo.

— Oh, mi señor... Es preciosa, ¿lo habéis hecho vos?

— En efecto, ¿le gusta?

— Me encanta.

— Es para que guarde su corazón, como Davy Jones lo hizo para protegerlo de la diosa Calypso.

— Pero no quiero guardarlo, os pertenece.

— Lo sé, pero es mejor proteger lo que se ama. Y amo tanto a ese corazón suyo como amo sus ojos, su boca y su piel. Yo protegeré su cuerpo y su conciencia, mientras usted protege su alma resguardando su corazón.

El joven Jeon sonrió.

— ¿Acaso sois como la diosa Calypso? ¿Sois mi diosa Calypso?

— No soy como Calypso, pero hay otras maneras de que guarde su corazón dentro del cofre sin que se lo arranque del pecho.

— Ansío descubrir esas maneras.

— Lo hará en su momento — respondió dándole un beso en la mejilla — ¿Está preparado para lo de hoy?

— Completamente, a menos que el nervioso seáis vos.

— Imposible. Allí estaré acompañándolo con el piano, mi joven señor... Disfrute de su día especial.

— Lo haré mientras estéis conmigo, mi señor.

— Nunca abandonaré su espalda. Soy como una garrapata — bromeó y el joven Jeon rió genuinamente, y su madre lo observó desde lejos, dándose cuenta de que su hijo había dejado de fingir felicidad desde que ese artista había llegado a su casa.

La fiesta de cumpleaños del joven Jeon continuó, naturalmente, aunque era evidente que su padre lo había utilizado como excusa para conseguirle una esposa y entablar negocios con otros mercaderes burgueses de la alta sociedad y también para relacionarse con los nobles del país que habían accedido a asistir.

El joven Jeon conversó con muchas mujeres; algunas más jóvenes y otras más adultas que él, pero en ningún momento despegó la vista de su hombre, quien tratando de disimular, también había empezado a coquetear con las damas que se le acercaban, ya que llamaba mucho la atención. Era demasiado extranjero para las jóvenes de Joseon, que vestían hanbok y estaban arraigadas a la educación propia de la nación. El joven Jeon sabía que su amante era demasiado apuesto, y eso no era un problema cuando solo eran los dos bajo el mismo techo, pero al verlo tratando con otras personas que no ocultaban su atracción hacia él, sintió que los celos lo devoraban desde el interior.

Además, Taehyung era un joven bien parecido; inteligente y culto. Sabía tanto de Joseon como si hubiera nacido allí y también sabía de política, aunque no era su fuerte. Era simplemente el hijo que su padre deseaba y también el esposo que cualquiera querría tener, por eso comenzaron a subastarlo frente a sus propios ojos después del banquete y antes del concierto. Taehyung parecía gozarlo, pero el joven Jeon se sintió arrinconado y perdido. Fue peor cuando la señora Jeon decidió aprovechar la situación y proponer la mano de la hija de un noble muy rico a Taehyung, quien se sintió rápidamente incómodo.

Estaban todos sentados en el interior, con comida sobre la mesa. El interior del palacete y los propios muebles eran demasiado europeos para los invitados, pero aun así, el ambiente y la conversación giró en torno a Taehyung y la hija del noble.

— Sois un artista y sois tan culto, de una inteligencia envidiable. Si quisiera nietos, optaría que heredaran vuestro ingenio — dijo un hombre mayor, que era noble y político, aunque las casa nobiliarias habían comenzado a desaparecer.

— Me halaga oír eso, señor. Pero aún así, considero que vuestra hija se merece algo mejor que un simple pintor nacido en el otro extremo del continente.

El hombre rió, todos lo hicieron pero la madre del joven Jeon fue la que más fuerte lo hizo. Y seguidamente, volvió a interferir.

— ¿Cuántos años tenéis, mi señor? — preguntó — ¿Quizás veinte como mi hijo? ¿Cuándo pensáis casaros? Es bien sabido que esa edad es la mejor para concebir niños.

Taehyung respondió con una sonrisa que la mujer notó que era falsa.

— Soy menor que vuestro hijo por meses. Pero no os preocupéis, contraer matrimonio aún no está en mis planes; soy un romántico. Espero a la persona correcta.

— ¿La persona correcta? — cuestionó el padre del joven Jeon, con una mirada penetrante y curiosa por oír su respuesta.

— ¿Qué significa "la persona correcta" para vos, joven Kim Taehyung? — preguntó un burgués muy reconocido de la nación, pero había conseguido sus riquezas mediante el comercio con el país del Sol naciente.

— Lo sabré cuando la vuelva a ver.

— Oh, entonces, ¿ya la habéis visto?

— Sí — respondió observando al joven Jeon, pero el muchacho se encontraba tan incómodo con la conversación que no lo había mirado de vuelta —. Hace cuatro lunas llenas.

— Fue cuando vinisteis aquí — continuó el padre de su amado —, entonces habréis conocido a esa mujer en Europa. He oído de vuestro padre que las europeas son mujeres exóticas, tal y como vuestra madre lo fue, ¿estoy en lo correcto?

— Mi madre fue una gran mujer, sí. Las mujeres de Europa son muy bellas.

— ¿Habéis yacido con alguna, mi señor? — preguntó el hijo mayor de otro burgués bastante rico como la familia Jeon.

— He yacido con muchas personas — respondió bebiendo un sorbo del makgeolli de su vaso.

— Entonces, deduzco que sois un buen amante.

— No es de mi agrado presumir, pero... Lo soy. Lo he oído bastantes veces como para creérmelo — dijo Taehyung y aquella fue la gota que colmó el vaso.

— ¿A dónde vas? — le preguntó el padre al hijo, cuando el joven Jeon se levantó de su asiento de repente.

— A ensayar... — contestó — Quiero que la función de hoy sea perfecta. Si me disculpáis, me retiraré ahora — hizo una reverencia antes de abandonar la habitación.

La madre miró al amante, sabiendo lo que se cocía entre ellos dos. Taehyung le dedicó una mirada de desaprobación, pues supo desde el primer momento lo que estaba tratando de hacer, pero al mismo tiempo se sintió culpable por haberle seguido la corriente.

El joven Jeon caminó con mucha prisa. Subió las escaleras hasta su alcoba y se topó con varios sirvientes por el camino que notaron sus ojos enrojecidos y cubiertos de lágrimas.

Minhee, la sirvienta y mujer que lo crió, lo detuvo antes de que ingresara a su habitación.

— Mi joven señor, ¿está usted bien? — le preguntó con la más sincera preocupación.

— Sí, solo necesito un momento a solas, Minhee.

Aunque no se vio convencida, la mujer lo dejó en paz. El joven Jeon ingresó a su habitación de inmediato y se recostó por la puerta tras cerrarla. Deslizándose por ella hasta el suelo. El llanto que estaba guardándose en el fondo de su pecho, por fin emergió y destruyó todo a su paso.

Jungseok lloró tanto al sentirse completamente inservible y excluido, como alguien que fue engañado por quien amaba. Y aunque trataba de creer en la palabra de Taehyung, algo dentro de él le decía constantemente que el joven se olvidaría de él cuando concluyera su estancia y volviera a Europa, donde le esperaban las bellas mujeres y los bellos y libres hombres conocedores del mundo, a diferencia de él, que el único océano que conocía, era el mar boscoso que se extendía alrededor de su hogar, que más que hogar, era una prisión.

"No eres suficiente," pensaba "Taehyung merece a una persona libre que lo ame; necesita alguien temerario, no temeroso... Y tú, nosotros, Jeon Jungseok, no somos ese alguien ni nunca lo seremos... Antes de hacer feliz a Taehyung, probablemente lo conduciremos a una muerma muerte."

Con esos pensamientos en la cabeza y las lágrimas y el llanto apoderándose de su cuerpo, el joven Jeon caminó hacia el estuche de su violín, sacó el instrumento y comenzó a tocarlo. Taehyung siempre le decía que los sentimientos eran importantes, y su tristeza y desesperación eran grandes como el angosto mar que se extendía desde la bahía hasta el final del mar Amarillo, en las tierras de Qing.

— Tranquilo, Jungseok-ah... Solo ha sido una conversación, nada más. Concéntrate... en tu violín.

⊰✽⊱

Para el entretenimiento después del banquete, el joven Jeon debía interpretar La sonata del Trino del Diablo de Tartini. Había sido idea de Taehyung, pues le comentó la historia detrás de aquella canción.

Tartini tuvo un sueño donde conoció al Diablo e hizo un pacto con él a cambio de su alma. Tartini le había pedido al Diablo que tocara su violín tras entregárselo y el ente, que era bueno en todas las cosas, tocó una melodía que lo dejó sin respiración. Cuando despertó obligado por el Diablo, recordó la melodía y la compuso, y nunca más volvió a componer otra cosa en vida.

Taehyung le dijo que Tartini le recordaba a él, porque tras oír el sonido de su violín, se sintió extasiado, porque su sonata era maravillosa; era hermosa, que ni siquiera el más perfecto y benevolente ángel, dotado del más genuino talento, podría igualar la belleza de sus manos y la frustración de sus sentimientos.

Recordando aquello, fue como el joven Jeon comenzó a tocar, iniciando con Larghetto affettuoso, acompañado con su respaldo conformado por otros instrumentos de cuerda. El arco del joven se movía con elegancia y su música era inteligente y llena de sentimientos; la tristeza y la frustración eran tan palpable como el polvo o los muebles de aquel hogar y tras dar por finalizada su angustia, siguió con Allegro moderato, en el cual su arco se movió más rápido y la melodía se sintió más movida, con más pasión y auténticamente preciosa.

El joven Jeon mantuvo sus ojos cerrados, sus expresiones cambiaban conforme lo hacía la música de su violín. Podía visualizar la partitura; los pentagramas y sus notas y sus claves. Continuó con Andante, tonos sostenidos y dramáticos que subían hasta el más agudo y volvían a bajar pero lo rompió con el siguiente y último movimiento, Allegro assai, el contrapunteo se sintió divino; las emociones vividas, tanto por el violinista y el público, se sintió al oír los unísonos suspiros que conllevaron, finalmente, la pieza del Trino del Diablo; la espectacular sonata y su dramático solitario, cuando toda la sala se quedó en silencio y aguantó la respiración por oír cada minúsculo y perfecto detalle del trino ejecutado por el arco y las cuerdas del violín.

Y cuando concluyó, el joven Jeon abrió los ojos y vio la luz del candelabro, y oyó los aplausos del público, de toda esa gente que se había acercado a escucharlo. Incluso su padre lo aplaudió con los ojos llenos de lágrimas y se sintió realizado, sonrió ante su primera victoria y su corazón latió con mucha fuerza e intrépida rapidez.

Taehyung lo observó con una sonrisa, feliz de su triunfo y con las lágrimas pendiendo de sus pestañas, como el orgulloso amante que era.

Y después de eso, el joven Jeon fue felicitado como nunca antes lo había sido. Su padre lo abrazó; su madre lloró y le dijo, por primera vez, que su violín sonaba hermoso. Fue el centro de atención como jamás lo había sido... Y se sintió pleno. Feliz. Todas sus tristezas abandonaron su alma en ese momento.

Creyó que ese había sido el momento más feliz de su vida, pero... no fue así.

⊰✽⊱

Alguien tocó su puerta cuando estaba desvistiéndose.

— ¿Sí?

La fiesta había acabado cuando la luna menguante brillaba como nunca en el cielo nocturno y despejado.

— ¿Puedo pasar, mi joven señor? — preguntó Taehyung y su voz le hizo detenerse en su prenda superior.

No le había dirigido la palabra desde la función y también lo había evitado. Sabía que Taehyung no era estúpido y que se había dado cuenta de que estaba enfadado.

— Pasad.

Taehyung ingresó a su habitación con una vela, la dejó sobre el mueble más próximo a la mesa y cerró la puerta delicadamente tras de sí.

El joven Jeon se volteó a verlo, con la camisa desabotonada. Se sentía avergonzado, así que dio el primer paso... O al menos lo intentó.

— Sé por qué estáis aquí, quiero disculparme por mi comportamiento... — comenzó a decir, pero Taehyung negó con la cabeza para interrumpir sus palabras.

— Sé que se ha enfadado por cómo manejé la situación en la conversación con los nobles y los señores burgueses. Está en todo tu derecho, si hubiera oído cosas sobre su matrimonio también me habría puesto nervioso.

— Fue una completa estupidez de mi parte, se podría haber malinterpretado nuestra relación.

— ¿Malinterpretar? — Taehyung se aproximó a su rostro y lo acarició con sus manos — No hay nada que malinterpretar, es un hecho que estamos juntos y que soy tuyo. Únicamente tuyo — le besó en los labios, lenta y apasionadamente. El joven Jeon le correspondió.

— No sois mío, mi señor — le dijo tras separarse de su boca —. Os amo, Kim Taehyung, pero no sois mío.

Taehyung lo miró a los ojos durante unos segundos, tratando de comprender sus palabras pero curvó sus labios en una media sonrisa plena de confusión.

— ¿A qué se refiere? ¿Está rompiendo conmigo?

— No soy una mujer, Taehyung... No puedo daros una familia, no puedo daros hijos... No podemos casarnos. Y definitivamente, no creo ser la persona indicada que lleváis tiempo esperando.

Sonrió incrédulo.

— ¿Dice esto por lo que oyó en la conversación? Estaba tratando de concluir el tema de mi matrimonio. Soy un hombre libre que ama vivir; el matrimonio no está en mis planes si no me permite casarme con usted. No me importa el pasado ni las personas que yacieron en mi lecho entonces, ni me importará el futuro si no es a su lado.

— Pero... — el joven Jeon apoyó su mano sobre su pecho — Aunque no queráis ahora, algún día lo querréis... Y yo no sabré daros felicidad; solo seré otro de sus amantes que quedará en el pasado... Mientras que vos para mí seréis mi primer amor, pero no la persona con la que deba pasar el resto de mis días.

— Simplemente porque así usted lo quiere — respondió Taehyung con lágrimas en sus ojos —. Siempre podremos nadar a través del mar Amarillo y llegar al otro lado del mundo donde su padre no podrá encontrarnos. Las cadenas que tiene, a pesar de que fue su padre quien se las colocó, realmente nunca han estado sujetas al muro. Sabe perfectamente, tanto como yo, que puede liberarse de ella.

— No soy vuestro igual; nunca he sido libre. No sé... ¡No sé ser libre!

— Oh, amor mío... Por supuesto que lo sabes. Has aceptado amarme aun sabiendo que tu padre nos mataría si se enteraba; rompiste las reglas por amor, y el amor es el mayor acto de rebeldía. No temiste morir aquel día, cuando nos besamos, ¿ahora temes no tener un futuro a mi lado?

Los labios del joven Jeon temblaron.

— No temo amaros, temo perderos.

— Me perderás el día en que los océanos se sequen y ya no haya alba que observar, tan solo eterna niebla. Juro por los dioses existentes y por todo el arte creado por la humanidad, que te amaré incluso muerto.

A pesar de todos sus intentos para que su amante comprendiera que no había nadie más que habitase en su cabeza y corazón, al ver las lágrimas y su mirada perdida como si siguiese sin entender que solo lo amaba a él, Taehyung decidió retirarse de la habitación.

Pero como si fuera un impulso que le besaba la piel con un tacto ardiente, el joven Jeon dio un respingo y reaccionó tomándolo de la muñeca antes de que saliera de la habitación. Todo ocurrió tan rápido; Taehyung no tuvo tiempo ni de respirar cuando el muchacho atacó su boca con la suya y le robó un apasionado beso.

Lo había tomado por sorpresa, era verdad, pero se adaptó al beso como quien se adapta a la suave y delicada brisa de primavera... Y sus brazos lo abrazaron, se dieron caricias y experimentaron el éxtasis que se daban mutuamente. Taehyung tomó la cintura de su amante y atrajo su cuerpo al suyo como si su intención fuera fundirse como se funde el hierro bajo las altas temperaturas de un horno.

Después sus manos bajaron hacia sus glúteos y después a sus piernas; ejerció presión sobre su piel y las venas de sus manos se marcaron junto sus huesos metacarpianos como si advirtiera que el cuerpo que sostenía le pertenecía. El joven Jeon mordió los labios de su amante cuando se sintió tomado, amado, deseado y jamás olvidado.

— Huiré con vos, mi señor, cuando sea el tiempo... A cambio, esta noche quiero ser vuestro; esta noche quiero olvidar que tengo cadenas.

Y la sonrisa de Taehyung fue suficiente para que comprendiera que había acatado cada una de sus órdenes. Y aquella fue la primera, pero no la última vez, que consumaron su amor.

⊰✽⊱

Julio de 1906.

El décimo tercer día de julio, la viruela se había cobrado una vida de la mansión de los Jeon.

La víctima fue Minhee, la sirvienta que había criado al joven señor Jeon. Su cuerpo no lo soportó, a pesar de que el joven señor había hecho todo lo posible para salvar su vida, terminó sumiéndose a la enfermedad y al final pereció.

Como siempre había sido un miembro más de la familia, el joven Jeon rogó a su padre para que fuera enterrada en el jardín y tuviera su propia lápida. Los empleados de la casa estuvieron en su entierro y lloraron lágrimas de profunda tristeza, pero ningún llanto fue más auténtico que el del Jeon Jungseok, quien la amaba como si fuera su propia madre y podría decirse que la amaba más que a su propia madre.

Jamás se supo cómo contrajo la enfermedad, pero no sería la única ni la última que la contrajera.

Taehyung lo acompañó en su dolor y se quedó con él, a un lado, mientras yacía arrodillado frente a su tumba después del entierro y los sirvientes volvieron a sus hogares como parte del luto y sus padres decidieron regresar a sus rutinas como si nada hubiera pasado. El joven Jeon se quedó allí, arrodillado durante horas y horas; a veces sollozando, otras sucumbiendo al llanto y el tiempo restante en un doloroso silencio... Todo el mundo lo había abandonado en su dolor, a excepción de Taehyung.

Después de varias horas, cuando Taehyung se dio cuenta de que estaba oscureciendo, se acercó al joven Jeon y delicadamente posó su mano sobre su hombro y le dijo, tratando de tener el mayor tacto posible: — Tiene que descansar, ha pasado mucho tiempo aquí...

— Cuando tenía cuatro años me enfermé de gripe. Mi madre no se preocupó por mí, ni siquiera me visitó una sola vez pese a que la llamaba todos los días, y mi padre menos, ¿sabéis quién estuvo a mi lado y me mantuvo vivo? Ella... No tenía por qué hacerlo, había perdido a sus hijos por lo mismo unos años antes, pero cuidó de mí y me hizo amuletos para que los dioses en los que creía me protegieran. Sostuvo mi mano arriesgándose a un contagio... Hizo lo que esperaba que hiciera mi madre, al menos... Desde entonces, le he tenido más aprecio que a mis propios padres.

— Lo siento mucho, Jungseok-ah...

— No lo sintáis, mi señor, no ha sido vuestra culpa. Sin embargo, ya no hay nada que me impida seguir aquí. Mi verdadera madre acaba de morir — dijo y se levantó del suelo para aproximarse al joven y tomar su rostro entre sus manos —. He comprendido que la cadena que me tenía sujeto siempre ha sido ella, no podía abandonarla porque ella no me abandonó... Pero ahora todo mi aprecio por este sitio ha muerto con ella, ¿por qué debería seguir aquí?

Cuando lo besó en los labios, Taehyung se sorprendió de que lo hiciera en ese lugar, pues siempre habían buscado sitios donde esconderse para poder hacerlo. Aunque no dijo nada al respecto porque el joven le había robado las palabras de la boca al darle ese beso, tampoco hizo falta.

— Huiré con vos, mi señor, a dónde queráis ir, yo os seguiré. No me importaría vivir ni vestir toda mi vida como una mujer, como vuestra mujer; o como vuestro sirviente, vuestro compañero, no me importará nada mientras esté a vuestro lado. Sé que nunca podré daros hijos o una familia, y quizás tampoco la queráis, pero no importa; viviré como deba vivir si es a vuestro lado.

Los trémulos labios de Taehyung se sincronizaron con sus lágrimas que, pendiendo de sus pestañas, se liberaron y se deslizaron por sus mejillas mientras su corazón latía tan rápido que no podía pensar con claridad.

— Querré todo lo que me dé, Jeon Jungseok. Si quiere darme una familia, acogeremos cien niños y los llamaremos nuestros si es necesario — fue su respuesta... Y la confirmación del joven Jeon, otro beso.

Sin embargo, todo aquello fue visto por la madre del joven Jeon, quien presionó tanto el puño que sus propias uñas se enterraron en su carne y sus lágrimas brotaron de sus ojos iracundos.

Se separó de la ventana y se dirigió al despacho de su esposo de inmediato, con sus pasos decididos y el corazón enfurecido latiendo tan, pero tan fuerte.

— ¿Qué crees que estás haciendo, mujer? — preguntó su marido desconcertado cuando ella abrió la puerta sin tocar antes.

— Ya no puedo callarmelo, siento que el pecho me explotará si mi silencio perdura — inició, cosa que extrañó aún más al hombre —. No soporto a ese artista de pacotilla, es una mala influencia para nuestro hijo.

— No digas estupideces, mujer. Kim Taehyung es un hombre culto; de sabiduría y arte y Jungseok ha aprendido mucho de él.

— ¡¿Es que no os dais cuenta?!

— ¿De qué?

— Exacto, no os dais cuenta porque nunca estáis en cada o cerca de vuestro hijo — dijo con rabia —, ese hombre es un mujeriego y un seductor que está corrompiendo a nuestro hijo.

Enseriándose aún más, el hombre se levantó de su silla y caminó hasta su esposa.

— No oses calumniar al muchacho, es hijo de mi mejor amigo, ¡es casi como un hijo mío!

— Pero no es vuestro hijo, en cambio, Jungseok lo es... ¡Y es vuestro único heredero!

— Si es el único, es culpa tuya, mujer, por dar a luz hijo muerto tras hijo muerto.

Los labios de la mujer temblaron y su corazón se inundó de una profunda tristeza y cólera.

— Perdonadme por no daros otros hijos, pero es el único hijo que tengo y es mi deber como madre protegerlo de los degenerados.

Fue entonces, cuando su marido volvió a levantarle la mano y darle un golpe en el rostro. No era la primera vez y desde luego tampoco sería la última. La mujer se volvió con la mano en la mejilla y los ojos cubiertos de lágrimas.

— Quizás es vuestra culpa que nuestro hijo nunca haya mirado a una mujer como se supone que un hombre debe hacerlo; quizás es vuestra culpa, al acoger a ese enfermo homosexual bajo nuestro techo, que nuestro hijo acabe siendo apedreado por las calles por acostarse con hombres como ese.

— No... Nuestro hijo no es homosexual. Jamás lo será, primero lo mataré antes de que deshonre a esta familia. — y tras oír eso, la mujer abandonó la habitación dando un portazo al salir.

Dejó a ese hombre pensando más de lo que debería y dejó que los pensamientos negativos se apoderaran de él aún más. Desde entonces, mantuvo los ojos abiertos como nunca antes los tuvo y durante las últimas semanas de julio y las primeras de agosto, fue notando cada detalle: las sonrisas, las miradas, las caricias y el sonido de sus voces cuando se llamaban el uno al otro.

Una semana antes de la huida, pasó lo inevitable... Aunque nunca antes habían sido pillados, aquella noche el señor Jeon no durmió y durante la madrugada bajó hasta la puerta del sótano. No vio nada, pero oyó los gemidos y la voz de su hijo pronunciando el nombre de aquel sujeto al que ya no veía como un hijo, sino como su enemigo.

Pudo haberlos matado entonces, tal y como le prometió a su esposa que haría si sus palabras fueran ciertas; pero cuando comenzó a sospechar, les pidió a los criados de la casa que los espiaran para él y le llegó lo mismo a los oídos una y otra vez: el plan de huida que tenían; decían que escaparían en poco tiempo, cuando tuvieran unas identidades falsas, subirían al primer barco pesquero que los trasladaría hacia la costa de Qing y desde allí emprenderían un viaje hacia Europa. Y esa mañana, una de sus sirvientes le proveyó una información extra que fue la que impidió que los matara esa vez; le dijo que planeaban huir dentro de diez días, antes de que se asomara el alba.

⊰✽⊱

Agosto de 1906.

Último día del mes.

El joven Jeon estaba practicando una nueva pieza musical, se trataba de una de Las cuatro estaciones de Vivaldi, concretamente, El invierno. Yacía en el salón de ensayos con Taehyung, pues le ayudaba con el piano.

El padre del joven se encontraba en su estudio y escuchaba la melodía desde donde estaba. No podía concentrarse, cualquiera pensaría que estaba distraído porque su esposa había caído enferma de viruela, pero en realidad no dejaba de pensar en lo que había oído la otra noche.

Se levantó de la silla y caminó hacia el taller de Taehyung que se encontraba en el desván. Como la música sonaba fuerte en la sala de ensayos, ninguno de los dos oyeron los pasos del brujo subiendo las escaleras.

Y cuando entró, supo que no podía esperar a resolver ese asunto por mano propia.

Taehyung volvió a su taller cuando el ensayo concluyó, y cuando abrió la puerta, su cuerpo se enfrió por completo al hallar al señor Jeon sentado en su silla con todos los cuadros pintados a su alrededor y sus libretas abiertas; cada una de ellas pintadas y escritas a base de la inspiración que su hijo le otorgaba, lo que significaba que habían retratos de Jungseok, dibujos de sus manos y su torso desnudo, así como poesías eróticas donde el joven Jeon era el protagonista.

— Señor, no esperaba encontrarlo aquí — dijo al avanzar unos pasos hacia él — ¿Qué le trae a mi taller? Nunca ha subido antes.

— Silencio, no quiero oír tu asquerosa voz en estos momentos. Maldito enfermo.

Taehyung tensó la mandíbula. No era la primera vez que oía ese insulto, pero nunca antes lo habían utilizado para dirigirse hacia él.

— Mi señor, esas palabras son inadecuadas; no padezco ninguna enfermedad.

Cuando el padre del joven Jeon se levantó del asiento, Taehyung observó el cuchillo que tenía en sus manos y tragó su saliva como si tragase piedras. Aunque pensó que ese sería su fin, algo en su interior le dijo que no moriría en ese momento... Y tuvo razón, pero en cambio, el hombre apuñaló sus lienzos y cortó los retratos.

— ¡¡NO!! — chilló atravesándose entre los siguientes cuadros que tenía protegiéndolos con su vida. Las lágrimas se deslizaron sobre sus mejillas tan rápido como se interpuso en su camino.

— Vas a abandonar esta casa esta misma noche. Mañana no quiero ver nada de ti aquí; si veo vestigio de tu existencia, quien sufrirá será Jungseok. Lo flagelaré como si fuera el puto Jesucristo antes de cargar su cruz... Y será tu culpa.

Tras amenazarlo, salió del desván, dejando a Taehyung tan asustado como nunca lo había estado en su vida. El cuerpo le falló por un momento y cayó de rodillas al suelo respirando como si se le acabara el oxígeno.

No podían esperar más, tenía que ser esa misma noche.

⊰✽⊱

El joven Jeon se aproximó a la puerta de su alcoba tras oír los insistentes golpes. Al abrirla, Taehyung ingresó rápidamente y vio en su rostro el miedo como nunca antes lo había presenciado.

— ¿Qué pasa? — preguntó también asustado.

— Tu padre nos ha descubierto y ha amenazado con hacerte daño si no abandono la casa hoy.

La respiración del joven Jeon se agitó.

— ¿Y q-qué haremos...?

— Sabemos qué hacer. Nos hemos preparado para esto desde que enterramos a la señora Minhee.

— Pero es muy pronto aún, el barco no zarpa hasta dentro de tres días.

— Nos quedaremos en una posada de la capital y saldremos del país por otro medio, no importa. Lo importante es que estemos juntos, ¿de acuerdo?

El joven asintió y Taehyung le dio un beso.

— Tú saldrás primero y yo después, espérame donde acordamos. Trataré de llevar cosas de valor para venderlas a buen precio.

— No os tardéis, por favor — le hizo prometer.

— No lo haré. Confía en mí.

Y otro beso antes de separarse, sin saber que sería el último.

Cuando Taehyung salió de su habitación, el joven Jeon esperó un par de minutos mientras preparaba una bolsa. Después encendió una vela y caminó a la habitación de su madre que, desde que había contraído la viruela, vivía aislada del resto. Su madre estaba tan débil que dormía durante todo el día, así que el muchacho esperaba que también estuviera dormida cuando ingresó, pero tras abrir la puerta, la encontró sentada frente a su tocador.

Las erupciones en su piel le habían desfigurado el rostro, pero sus ojos seguían siendo los mismos, aunque el joven Jeon percibió algo distinto esa vez.

— Madre... — susurró al verla.

La mirada de la mujer era de una tristeza tan profunda y por primera vez en su vida, el joven sintió que su madre lo observaba como si realmente fuera su madre.

— Sé lo que harás, lo que pensáis hacer... — le dijo.

— ¿Y qué hará usted, madre? ¿Llamará a padre y verá como me mata a golpes porque según él... estoy enfermo?

Ella le sonrió.

— No... — respondió — Solo voy a desearte una vida plena y feliz. Si esto es lo que quieres hacer; si esto es lo que te traerá felicidad, ¿cómo puede una madre negársela a su hijo?

Jungseok lloró. Sus labios temblaron y sus ojos se nublaron por sus lágrimas.

— Puedes coger tantos vestidos como quieras, llévate todo lo que necesites.

El joven Jeon se apresuró, abrió el armario y metió tanto como pudo en su bolso. Antes de salir, su madre le extendió un collar de jade y otro de piedras preciosas.

— Con esto podréis obtener tanto dinero como queráis.

Extendió su mano para tomarla, pero las manos de su madre estaban cubiertas de las erupciones causadas por la enfermedad, así que vaciló.

— Acerca la bolsa, las dejaré dentro.

Acercó la bolsa. Después de dejarlas caer en el interior, volvió a mirarse en el espejo y tomó su cepillo para el pelo; antes de que su hijo saliera por la puerta, le dijo: — Lamento haber sido una mala madre para ti. Siento no haber sabido protegerte como se supone que debería hacerlo como madre, pero siempre te he amado y siempre te amaré. No importa en quién te conviertas o a quién ames. He sido una madre terrible pero te amo a mi manera.

— No ha sido la mejor manera.

— No, no lo ha sido. Soy culpable por ello, pero aún así estoy contenta de que seas un chico tan bueno y no un monstruo como.

— Perfectamente sabes que eso no ha sido mérito tuyo.

— Lo sé. Si pudiera volver atrás en el tiempo, te habría amado como te merecías.

— Pero no puedes.

— También lo sé, y viviré con la culpa el tiempo que me resta de vida. Te amo, hijo mío, que tu vida sea bienaventurada.

— Adiós, madre. Te tendré en mis oraciones para que tu muerte sea indolora.

Cerró la puerta después de aquello, la mujer se miró en el espejo y lloró mientras se cepillaba el pelo. Sabía que no sobreviviría cuando amaneciera pero sonrió al poder ver a su hijo una última vez, aunque no le dijera que también la amaba a pesar de todo... Pero tampoco esperaba oírlo de sus labios.

El joven Jeon se apresuró a su habitación y cogió el estuche de su violín y el cofre que Taehyung le había regalado en su cumpleaños y salió de la casa tan rápido como pudo. Taehyung le hizo prometer que no miraría atrás, que correría y atravesaría el bosque y lo esperaría al final del boscoso camino, por lo que se encaminó en aquella tarea sin voltear una sola vez.

Su corazón latió como nunca, casi podía saborear la libertad.

Sin embargo, mientras el joven Jeon corría como le había prometido a su amante, Taehyung se encontraba en el desván, sin poder decidir qué hacer con todo aquello que dejaría atrás. Tampoco había preparado una bolsa; no había preparado nada... Le parecía más importante sus pinturas y su poesía, porque eran una carta de amor a su amado, que cualquier joya o artilugio de valor que hubiera en aquella casa. No obstante, cuando decidió cuál de las libretas y cuál de las pinturas se llevaría, el padre del joven Jeon apareció por detrás.

— Señor Jeon, aún no ha amanecido — le dijo antes de voltearse, pero al hacerlo descubrió la escopeta que tenía en su mano — Señor Jeon, no cometa una locura...

— Tú la has cometido primero ¿Pensabas que dejaría que te fueras como si nada después de corromper a mi hijo? Sal del desván y sígueme.

— Señor Jeon...

— ¡Que salgas!

Cuando Taehyung pasó por delante del hombre, su cabeza reprodujo la canción que ese día había estado practicando con el joven Jeon. No supo el porqué, no le hallaba una explicación, pero los violines de Vivaldi sonaron en cada rincón de su mente mientras bajaba las escaleras y se dirigía al sótano.

— Abre la puerta — le ordenó.

Taehyung lo hizo, sus manos temblaban demasiado que pensaba que su corazón se detendría antes de que lo matara de un disparo por la espalda.

Bajó las escaleras, las luces ya estaban encendidas y comprendió que aquello había sido planeado y las bolsas de cal confirmaron sus dudas. No saldría vivo de aquella casa; no volvería a ver a Jungseok de nuevo.

Señor Jeon, por favor...

— Eres un muerto de hambre, Kim Taehyung. Te acogí porque le debía un favor a tu padre y tú me pagas la hospitalidad follándote a mi hijo. Es poético, ¿no crees? Matarte en el mismo sitio donde corrompías a mi hijo.

— Si él se entera, nunca lo perdonará.

— No lo hará, es estúpido. Se creerá todo lo que le diga. Siempre has sido muy honesto con nosotros, por lo que si le digo a la gente que has vuelto a tu vida de juerga y putas, nadie te extrañará. Ni siquiera tu padre, seguramente se ha quitado la vida como la enferma de tu madre.

Cargó la escopeta y la volvió a apuntar.

— No le haga daño, por favor... Como usted ha dicho, fui yo quien lo corrompí, él... es inocente.

— ¿De verdad creíste que flagelaría a mi propio hijo, mi único heredero? No... Desharé lo que le has hecho y volverá a casa, odiándote por abandonarlo. Eso es lo que le diré, que lo abandonaste.

Cuando en su mente la canción había llegado a la parte final del Allegro non monto, el señor Jeon disparó su arma. El proyectil perforó el pecho del joven y lo tumbó al suelo.

Taehyung no murió al instante, sus ojos se mantuvieron abiertos y durante los seis segundos que le quedaba de vida, vio el rostro de su amado y pensó en él; en todo lo bonito que había retenido en su memoria... Su voz diciéndole que lo amaba con las palabras más dulces que existían en el universo, sonaba como la canción de mil violines que contaban su amor al mundo como una tragedia, incluso más dolorosa que las que se cantaban en Roma; era un réquiem invernal acompañado del mortífero trino del Diablo.

Aquel fue lo último que escuchó antes de morir; antes de que sus ojos, que yacieron abiertos, perdieran su brillo.

Las aves volaron y sacudieron las hojas de los árboles tras oír el disparo, pero el joven Jeon no lo escuchó. Estaba demasiado lejos para poder oírlo, aunque sí se detuvo durante un momento, presintiendo un dolor en su pecho pero recordó las palabras de Taehyung y continuó su camino.

⊰✽⊱

Jungseok se vistió con el vestido de su madre y lo esperó como le dijo que lo hiciera. No pegó ojo en toda la noche y cuando el cielo se tornó claro, cogió el estuche de su violín y tocó una pieza musical mientras observaba el amanecer y lloraba.

Sabía que ya no vendría pero aún así, lo esperó.

⊰✽⊱

Septiembre de 1906.

EL primer día del mes de septiembre, a pesar de que la señora Jeon no creyó que volvería a abrir los ojos, despertó tras oír golpes en su puerta. Se sentía muy débil; no estaba segura de si había sido o no una alucinación, pero aguardó, en la suave penumbra de su habitación, el sonido de los golpes nuevamente, para cerciorarse de que no hubiera sido su imaginación.

Segundos después, escuchó de nuevo los toques en su puerta.

Adelante... — dijo sin fuerzas.

La puerta se abrió, los ojos de la mujer también lo hicieron con sorpresa, pues vio a su hijo parado en medio de la habitación.

Intentó incorporarse un poco para verlo mejor, aunque le costó debido a la debilidad de su cuerpo. El joven Jeon estaba parado frente a su lecho, con los ojos enrojecidos, el vestido destruido y la piel amoratada. Tenía la boca y la nariz lleno de sangre y los labios hinchados, su ojo izquierdo estaba inflamado.

— Lo siento, madre, he roto tu vestido y he perdido tus joyas.

A pesar de que ya se imaginó lo que había ocurrido, de todas formas se lo preguntó para confirmar sus sospechas.

— ¿Por qué no te has ido? ¿Qué ha pasado?

Tardó en responder, quería tragarse su dolor como siempre había hecho, pero aquella vez había sido tan insoportable y terrible, que rompió a llorar amargamente frente a su madre, y fue la única vez que lo había visto llorar de esa manera; la primera vez que había presenciado los verdaderos sentimientos de su hijo y, aunque tarde, comprendió que Kim Taehyung no fue el monstruo que condenó a su niño al infierno, sino que fueron ella y su marido.

— Me ha abandonado... — respondió — Se ha marchado y me ha dejado. Me prometió que no lo haría, que seríamos felices... Estaba dispuesto a ser y hacer cualquier cosa que me pidiera... Y aun así, me abandonó.

Quizás fuera porque estaba en su lecho de muerte o porque realmente tenía sentimientos, pero los ojos de aquella mujer se llenaron de lágrimas y, aunque sabía que no podía tocar a nadie, abrió los brazos esperando que su hijo encontrara consuelo en ellos, y el joven Jeon corrió como si fuera un niño pequeño que había tenido una pesadilla, sin importarle las letales consecuencias que le traería tocar a su madre.

El joven Jeon la abrazó con fuerza, se subió sobre el colchón y se acurrucó a su lado y lloró, y lloró, y siguió llorando un buen rato. Se preguntaba por qué le había dejado en ese infierno; por qué su gran amor se había llevado todo de sí mismo... pero no a él.

No obstante, aunque su madre no quiso creerlo, recordó los disparos que había oído. Primero pensó, y quiso creer, que había sido su imaginación, pero ella sabía, muy en el fondo al igual que su hijo, que Taehyung era incapaz de abandonarlo porque le había demostrado cuánto le importaba.

Y abrió los ojos, finalmente. Fuera o no cierto que las mujeres que son madres tienen aquel instinto de protección maternal, Youngyi solo podía pensar en cómo debería decirle a su pequeño que el monstruo de su padre había matado al hombre que amaba; pero no podía lastimarlo más de lo que ya había hecho durante aquellos veinte años de su vida, aunque sí podía protegerlo hasta el último momento que le quedara de vida.

⊰✽⊱

Youngyi solía ser una joven soñadora e ingenua. Soñaba con casarse con un hombre apuesto que la amara y la tratara como a una reina.

Tenía catorce años cuando conoció a su futuro marido y creyó que era el indicado por cómo la cortejaba; por cómo lo hacía sentir. Youngyi no quería a nadie más, solo a él. Pero él no quería a Youngyi como ella imaginaba, porque estaba enamorado del dinero que tenía su padre.

Youngyi era hija única; una hija que había crecido en un hogar lleno de amor. Adoraba a sus padres; adoraba su vida, su casa, a sus amigos y a todos sus seres queridos, sobre todo, amaba a Dios y estaba agradecida por haber encontrado a un hombre como él.

Por supuesto, el infierno no comenzó de repente. Pero tras haber vivido veinte años a su lado, supo que la muerte de su padre no había sido una coincidencia y que la manera en cómo la privó de todo lo que amaba hacer y la encerró en aquella casa tan enorme, en la que ni siquiera podía hallarse a sí misma, tampoco lo fueron.

Aquel hombre de apellido Jeon había sido como un príncipe durante los primeros meses, pero luego la ultrajó y se convirtió en un monstruo y su corazón de niña, su mente de niña ingenua, siguió, durante un buen tiempo, pensando que en algún momento todo volvería a ser como antes; que su marido volvería a amarla como solía hacerlo.

En un principio, Youngyi quiso ser la madre que tuvo alguna vez; quería que su bebé creciera siendo amada, pero tras parir a Jungseok y ver que era un varón, sintió repulsión y no supo por qué, aunque, aun así, trató de quererlo y se sintió tan culpable cuando se dio cuenta de que, por mucho que se esforzara, no podía querer a su hijo varón porque pensaba que, seguramente, cuando creciera sería un hombre como su marido.

Youngyi estuvo ausente en la vida de Jungseok. Sabía que aquello estaba mal y que eso la convertía en una madre horrible, y aunque trataba de quererlo, no lo conseguía porque cuando lo veía, recordaba la violación que había sufrido y le odiaba por ello. Odiaba cuando le regalaba sus adorables garabatos, cuando le traía flores, odiaba que la llamara "mamá" y cada vez que iba creciendo y tratando de hacer cualquier cosa para llamar su atención, sentía que lo soportaba menos.

Youngyi se sentía terrible porque no sabía por qué odiaba a un ser inocente, pero aunque nunca había sido una madre para él, quería protegerlo de su padre, de aquel monstruo que le había arrebatado todo, incluso su bondad.

Y cegada por la intención de protegerlo de la monstruosidad de su padre; de que en algún momento muriera de repente tal y como lo hicieron los miembros de su familia, tuvo tanto miedo de lo que Taehyung fuera capaz de hacerle a su hijo. Tuvo tanto miedo de que aquel hombre, que creía tener la mayor libertad del mundo en su prisión, llevara a Jungseok hacia la perdición y hasta su propia muerte... Pero se equivocó.

Youngyi nunca supo ser una madre; nunca supo amar a su hijo... Porque había olvidado lo que era el amor, pero sí conocía el odio, la ira, el rencor, y la desesperación por ser libre... Pues hubo tantas veces en las que quiso salir corriendo de aquella casa y huir sin mirar atrás, sin importarle hacia dónde pudiera llegar a parar, pero estuvo tanto tiempo encadenada que había olvidado cómo correr.

Aquella noche, mientras Jungseok dormía en su cama, Youngyi se levantó y arrastró sus piernas haciendo el menor ruido posible. La fiebre estaba por matarla y las erupciones en su piel le dolían incluso con el aire. Caminó hasta la cocina, abrió el cajón y cogió el cuchillo más afilado que encontró; después subió los escalones; despacio, pero con un único objetivo en mente: liberar a su hijo mientras pudiera; liberarlo y soltarlo para que corriera y amara tanto como pudiera; que se enamorase de tantos Taehyung como quisiera y viviera su vida y fuera feliz como alguna vez ella lo había sido en su niñez.

Pero para cortar las cadenas de su hijo, tenía que matar primero al verdugo.

Una vez en su habitación, observando a su marido dormir sin ningún remordimiento, Youngyi levantó el cuchillo y lo empuñó con fuerza. Recordó su sufrimiento y el de su hijo — quien después de tanto llorar, perdió el conocimiento — y después lo apuñaló.

El hombre abrió los ojos en un instante y aunque maldijo debido al dolor, se incorporó tomando la muñeca de Youngyi y le cubrió la boca. El cuchillo cayó al suelo, no le había hecho el daño suficiente debido a la falta de fuerza.

— ¡Maldita zorra! — le dijo al cubrir su boca, Youngyi trató de luchar pero su marido la estranguló — ¡Después de todo lo que te he dado! ¡Después de no haberte abandonado tras tomar el dinero de tu asquerosa familia, me traicionas! Iba a dejarte morir en tu cama pero ahora tendré que matarte, puta.Youngyi luchó, luchó y luchó; trató de sobrevivir nuevamente y en sus últimos momentos de vida, mientras trataba de que su verdugo soltara su cuello para que pudiera respirar, se acordó de Taehyung y pensó si aquel temor fue el mismo que había sentido antes de morir.

De un momento a otro, Youngyi consiguió herirlo en un ojo con sus uñas y su agresor la soltó. Gritó y se arrastró hacia la salida; gritó el nombre de Jungseok un par de veces, pero el malvado brujo la tomó de las piernas, volteó su cuerpo bocarriba y se montó sobre ella. Volvió a privarla de su libertad, aunque aquella vez sería para siempre.

Antes de volver a agarrarla del cuello, aquella vez con mayor fuerza; con la necesaria para romperle los huesos; se acercó a su mejilla derecha y le susurró al oído lo mucho que disfrutaría destruyendo la razón por la cual se dignó a enfrentarlo.

Llorando y con su último aliento y la voz pendiendo de un hilo, le pidió conservando una gota de esperanza de que aquel monstruo tuviera un corazón:

— Por favor, no mates a mi Jungseok...

Youngyi murió... — No, fue asesinada — sabiendo que Jungseok nunca sabría que su último pensamiento había sido él; que, después de todo, sí lo amaba.

⊰✽⊱

Cuando Youngyi despertó al amanecer, descubrió que su cuerpo ya no tenía heridas; que su piel volvió a ser perfecta y su rostro había rejuvenecido hasta lucir como lucía en los momentos donde fue feliz... Pero se encontraba sola, aunque a pesar de eso y por primera vez, sintió paz.

Salió de la habitación donde había sido asesinada, sabiendo que estaba muerta (aunque nunca se había sentido tan viva)... Buscó a su hijo con la esperanza de verlo una última vez, pero al bajar las escaleras, vio salir a Taehyung del sótano y la culpa de su muerte la condenó eternamente en esa casa, acompañando a su víctima por siempre... Incluso si él nunca supiera que jamás estuvo solo en aquel lúgubre lugar.


Si has llegado hasta el final del capítulo, te lo agradezco un montón.

¿Qué te ha parecido la historia de Taehyung con el padre de Jungkook? ¿Os esperabais algo así? ¿Y sobre los otros dos personajes? La madre y padre de Jungseok... Me gustaría saber si logré las impresiones que quería lograr en vosotros con ellos; que odiarais al padre y puede que también a la madre, aunque veremos un poco más sobre ella en el futuro; quizás cambiéis de opinión, ¿quién sabe?

El siguiente capítulo es la tercera parte de la historia y está dividido en siete capítulos (descuidad, no todos son tan largos como los capítulos uno y dos).

Dedico este capítulo a mi alma gemela, mi hermosa Spring__Breeze te quiero muchísimo, gracias por apoyarme siempre. ❤️✨️

Esto ha sido todo por hoy, la tercera parte la publicaré a partir del sábado.

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