13. Érase una vez, un amor eterno que conoció el "adiós".
Dos días después de que Yoongi se marchara, Jungkook regresó a casa. Tal y como Taehyung había aguardado su llegada. Volvió al atardecer acompañado de su hija, su esposa y otro hombre.
Kim Namjoon había acudido a la isla antes de lo previsto tras enterarse del empeoramiento tan repentino de Jungkook. Dejó todo lo que estaba haciendo, se subió en un barco y llegó al puerto desde donde corrió como si su vida dependiera de ello hacia la clínica donde descansaba su amigo. Una vez allí, le insistió que volviera a la península y recibiera los cuidados paliativos en un hospital, pero Jungkook se negó rotundamente porque quería morir en esa casa.
A Sana no le parecía una buena idea. Ni siquiera tenía el valor de regresar después de todo lo que había sucedido aquella noche, pero Miyeon y Jungkook eran tan unidos que no podía separarlos y menos en una situación como esa. Trató de convencerse de que la compañía de Namjoon fortalecería el ambiente y dejaría de tener miedo, por lo tanto, volvió también.
Namjoon le dijo a la chica que se preparara para lo peor y que, sobre todo, preparara a la niña para despedirse de su padre. Aquello le supo amargo, porque Miyeon era tan inocente que no comprendería con facilidad algo tan complejo como la muerte. Sobre eso habló también con Jungkook y juntos prometieron hallar una buena manera de explicarle a la niña que ya no volvería a verlo en el futuro.
El ambiente dentro de la casa se sintió diferente. Ya no había aquella carga negativa que antes le caracterizaba. Jungkook se sorprendió por ello. Bajó a la niña de sus brazos, quien correteó hasta la Sala de Ensayo buscando a Taehyung, pero no lo encontró. Le buscó en la cocina, en la otra sala junto al tocadiscos; subió los escalones ignorando lo que Sana le había dicho acerca de subir corriendo y hacerse daño y le buscó en las habitaciones de la primera planta, después subió a la segunda y buscó su presencia en su habitación, en la de los invitados, hasta en el baño, después subió a la habitación de su padre con la esperanza de encontrarlo allí, pero no estaba. Se sintió preocupada por él, temía que los fantasmas le hubieran hecho algo como habían intentado hacérselo a ella y su padre.
Tan rápido como su padre la alcanzó, corrió hasta subir al desván y abrió la puerta del taller con una sonrisa que rápidamente se le borró al no encontrarlo tampoco.
"¿Dónde está?" Se preguntó a sí misma a punto de llorar. Lo único que había hecho mientras estaba fuera de casa, a parte de cuidar de su padre, fue extrañar a Taehyung. Pensaba que no podía haber vuelto al Cielo sin despedirse de ella.
Cuando Jungkook volvió a alcanzarla, le preguntó qué le sucedía al verla tan triste. La niña respondió: — Es que no le encuentro... — y bajó las escaleras hasta encontrarse con Sana, quien le ofreció comer algo rico mientras conocían mucho más al amigo de su padre.
Jungkook sonrió cuando la vio marcharse y decidió cerrar la puerta del taller, ya que nunca más la volvería a abrir, antes de volver con su familia. Sin embargo, vio el caballete y el cuaderno y le pareció extraño porque no solía dibujar con grafito. Las únicas veces que lo había hecho, fue para recrear los retratos de sus amigos y el de Liên.
Se acercó al dibujo y se sintió agitado al reconocer el rostro que estaba dibujado allí. Tomó el cuaderno bruscamente y observó el dibujo desde arriba hacia abajo hasta que las manos le temblaron.
Era Yoongi. Su Yoongi...
Abrazó el dibujo y se echó a llorar. Había olvidado cuánto le echaba de menos y como si fuera la ruptura de un hechizo, volvió a recordar cada detalle de su rostro y de su cuerpo; el color de sus labios, el brillo de sus ojos, la delicadeza con la que sus manos tocaban su piel y el sonido de su voz.
Todo lo que había olvidado de él, volvió tan de repente como la brisa marina del puerto y la refrescante sensación del agua en la playa.
Jungkook había dibujado el rostro de Hoseok, Seokjin, Jimin y Liên a la perfección; trazó todos los detalles, hasta el más minúsculo, que recordaba, pero jamás pudo dibujar a Yoongi y no sabía por qué.
Otra cosa que tampoco sabía, era quién podía haber dibujado ese retrato porque no era su técnica. El retrato que veía tenía trazos expertos y capturaban la vida del modelo con suma precisión. La sutileza de las sombras y las luces le recordaron a los bocetos de Taehyung cuando solía dibujarlo a él.
Los dibujos de Taehyung eran tan hermosos que jamás se había olvidado de ninguno.
Suspiró al sentir una presión en el pecho y soltó el cuaderno cuando se volteó. La presencia de Taehyung, la cual había sentido repentinamente, le había asustado.
Taehyung se encontraba en una esquina de la habitación, con la mirada en el suelo. Lucía triste, decaído, como si llorase un luto. Jungkook se acercó a él y cuando estuvo delante, lo miró desde la punta de los pies hasta la hebra más elevada de su cabello. Lo miró como si fuera una obra mágica e impresionante. Una maravilla. Una obra de arte, o al menos, aquella fue la primera impresión que entregaba su expresión, pues lo que realmente pasaba por la mente de Jungkook, era que no estaba loco y que Taehyung, al final de todo, era real.
El dibujo que llevaba rastros de su talento eran la prueba de que siempre había sido real y que, aunque a Jungkook le doliera, seguía habitando aquella casa.
No pronunció su nombre, aunque Taehyung tampoco deseaba que lo hiciera, porque si oía su voz, no habría soportado la culpa de que Yoongi se hubiera marchado de la manera en que lo hizo. Jungkook lo abrazó repentinamente y Taehyung dejó que rodeara su cuerpo como si fuera un muñeco sin alma.
Cuando sintió el calor de su cuerpo; cuando finalmente volvió a sentir su alma, su respiración y su piel, la cordura se le fue con el llanto inminente. Lloró como si se hubiera enterado, o vivido, la mayor tragedia. Incluso lloró tanto, o más, que cuando asimiló que estaba muerto... Y la diferencia entre aquella y esta vez, era que Jungkook le había abandonado y dicho tantas cosas que rompieron su corazón la primera vez; pero, en ese momento, Jungkook no dijo nada, solo estuvo.
Estuvo a su lado y le consoló con su silencio y el abrazo que le había recitado toda su añoranza sin necesidad de las palabras.
Quizás fuera porque estaba al borde de la muerte. Quizás le comprendía, y pareciera que ya no suponía para él un impedimento que uno de los dos estuviera muerto, porque podría morir en cualquier momento. Quizás fuera porque se sintió más unido a él en aquel instante, pero Jungkook lo abrazó como si le dijera que estarían juntos para siempre y que le amaba con el alma.
⊰✽⊱
— ¡Este es el señor Conejito, este el jovencito Palomo, estos son los hermanitos Ovejitas; Mé y Meeh, él es el presidente Leoncito, la princesa Tigresa, el rey Osito y esta es la señora Tortuga! — exclamó Miyeon.
La niña le estaba enseñando a Namjoon toda su colección de peluches. Adoraba tenerlos, Namjoon lo sabía, así que le entregó uno nuevo.
— ¿Crees que haya sitio en tu fiesta de té para uno más?
— ¿Cómo dice, tío?
— ¡Para él! — exclamó sacando un koala de felpa azul de su mochila.
Miyeon saltó de felicidad. Chilló de euforia y se lo enseñó a Sana como si fuera el mayor tesoro del universo, después volvió junto a Namjoon y se lanzó en sus brazos.
— ¡Gracias, tío! ¡Gracias, gracias!
— ¿Te ha gustado? — le preguntó aunque la respuesta era obvia.
— ¡Sí, me ha encantado! ¡Me gusta mucho! ¡Muchas gracias! ¡Gracias, gracias!
No paraba de dar saltitos y cuando vio a su padre ingresar por la puerta, corrió hacia él mientras le gritaba que admirase su koyala azul.
— ¿Qué? ¿Cómo has dicho? — cuestionó su padre cuando la alzó en brazos.
— ¡Mi koyala! ¡Mira mi Koyala! — dijo nuevamente, contenta — ¡Me la ha regalado el tío Namjoon!
— Es precioso ese koyala tuyo — contestó con una sonrisa y después le dio un beso en la frente antes de bajarla.
— ¿Qué nombre le pondrás?
— Uhm... — pensó — ¡Capitán Koyala! ¿Te gusta, papi? — le preguntó cuando vio que se sentaba al lado del tío Namjoon — ¿Te gusta que se llame así? De cariñito lo llamaré "Koya".
— Me encanta, cariño. Eres tan creativa, ¿me lanzas un beso?
Miyeon se llevó la mano a los labios, besó si piel y después sopló. Jungkook simuló cogerlo en el aire y después lo guardó en su corazón.
Mientras Miyeon presentaba a Koyala a sus demás peluches, Jungkook gimoteó al acomodarse en el sofá.
— ¿Estás bien? ¿Te encuentras bien? — le preguntó Namjoon preocupado.
— Sí, tranquilo... — sonrió.
— Tienes que decirme cuando te encuentres mal, ¿de acuerdo? Si te duele o sientes alguna molestia, para eso estoy aquí.
— Sí, lo sé...
— No guardes tus sentimientos para ti mismo, ¿sí? Desahógate todo lo que quieras, ya sea con Sana o conmigo.
— Sí, mamá, sí... — bromeó. Sana sonrió con alivio al percatarse de que su humor seguía intacto.
— En un momento prepararemos tu habitación, ¿te apetece ayudarnos? — preguntó Namjoon.
— ¡Uy! — chilló llevándose las manos a la cabeza — ¿Sabes? Creo que para ese momento estaré mareado.
Namjoon le dio un leve golpe en el hombro y le miró con desaprobación, Sana, en cambio, se rio por su ocurrencia.
— ¿Has traído lo que te pedí?
— Sí, lo he hecho — acarició su hombro —. No pienses ahora en eso, tienes todo el día... Mejor descansa un poco, ¿quieres?
— El tiempo se me agota, puedo sentirlo. No quiero morir arrepentido de no dejarle eso a mi hija.
Miyeon se detuvo inmediatamente cuando oyó la palabra "morir". Le incomodaba escucharla, aunque no comprendiera lo que significaba, desde que la mencionaron aquellos fantasmas, sentía que tenía miedo de ella.
Antes de que Sana o su padre se percataran de la tristeza de su rostro, la niña vio a su príncipe azul.
— ¡Taehyung! — chilló al levantarse y correr hacia el fantasma que se encontraba cerca de la puerta.
Jungkook le había sentido venir y también sonrió al verlo. Sana miró hacia la dirección en la que Miyeon se había marchado, quiso traerla de vuelta, pero Jungkook la detuvo.
— No, no... Déjala. Estará bien.
Namjoon, en cambio, trató de ver lo que fuera que Jungkook observara, pero no pudo hacerlo.
— ¿Estás seguro? — cuestionó Sana algo nerviosa.
— Sí, solo será un momento... Quiero pediros algo y no quería que Miyeon lo oyera.
— De acuerdo...
Namjoon le prestó atención.
— En primer lugar, Sana, quiero pedirte que te pongas en contacto con mis hermanos. Quiero que les digas que es sobre el testamento... Así que, quiero platicar acerca de ello con vosotros, sobre mi fortuna y cómo deseo repartirla.
—Eso debes hablarlo con tus hermanos — le dijo Sana.
— Ellos ya lo saben. Hemos hablado antes de que viniéramos.
— Oh... — la muchacha no podía ocultar la ansiedad que aquella platica le estaba provocando, aun si ni siquiera hubiera empezado.
— Le dejaré a Miyeon el 70% de todo lo que tengo. No es demasiado, pero no he gastado casi nada, a menos que fuera por el tratamiento y las medicinas, así que tendrá tanto dinero como quiera durante toda su vida si aprende a gestionarlo. Un 50% es fortuna en dinero, un 15% son las acciones de la empresa familiar y el otro 5% son algunos terrenos que mi padre me ha dejado, incluida esta casa. A ti, Sana, te dejaré el 20% de mi fortuna. Por todo tu trabajo, tu compañía y el sacrificio que has hecho al casarte conmigo, también te dejaré la mayoría de los terrenos que mi padre me dejó en la península o en China y Japón.
Sana se secó las lágrimas.
— Gracias, señor...
Jungkook sonrió al verla.
— No llores, aún no te has librado de mí — bromeó —. Te recuerdo que una parte de mi preciosa fortuna es Miyeon. Debes cuidarla por mí hasta que sea independiente.
— Lo sé, lo sé — respondió con una sonrisa —. La cuidaré hasta el día en que muera.
— Gracias, Sana — respondió con un cálido trato, luego se dirigió a su amigo —. Namjoon, yo... Yo te dejo a ti el 10% de mi fortuna y un terreno en Gangnam. La suma de dinero que dejaré a tu nombre, son alrededor de ochenta millones de dólares y el terreno, aunque de pocos metros cuadrados, es suficiente para que levantes un hospital. Espero que puedas cumplir tu sueño, amigo mío.
Namjoon no pudo contener las lágrimas y lo abrazó. El momento había sido tan emotivo que Jungkook tampoco no pudo evitar llorar.
— Hay algo más a parte que quiero pediros que hagáis tras mi muerte.
— Pídenos todo lo que quieras.
— Tengo un seguro de vida... He utilizado gran parte del dinero para pagar los tratamientos, mientras estaba aquí, que no resultaron efecto, pero aún queda una suma enorme de dinero que, aunque me encantaría añadir a la cuenta de Miyeon, no podría porque ese dinero le pertenece a alguien más.
— ¿A quién?
— A mi gran amigo, Park Jimin.
El corazón de Namjoon dio un vuelco tras oír ese nombre.
— Oh, Jungkook...
— Jimin me salvó una vez, tras la emboscada del 67. Si no fuera por él, yo no estaría aquí. Me habría suicidado entonces — confesó —. Le debo tanto a Jimin... Y sé que el dinero no borrará todo el daño que le hice, pero él siempre estaba hablando de dinero — se rio al recordar los buenos tiempos —. Quiero que lo obtenga y haga con él lo que tenga que hacer para darle una buena vida a sus hijos. Y quiero que tú, Namjoon, seas quien se lo diga.
— ¿Por qué? ¿Por qué no puedes hacerlo tú? Lo buscaré y lo traeré aquí — le dijo con esperanza —. Sabes perfectamente que él vendría corriendo si se trata de ti.
— No quiero causarle más dolor del que ya le he causado — se excusó —. Además... No... No sabría cómo enfrentarme a él. Ha pasado tanto tiempo desde entonces... Quizás me odie, pero aunque me odie o no, haz que acepte el dinero, ¿sí? — le pidió con lágrimas en los ojos y Namjoon no tuvo más elección que acceder — Otra cosa que quiero pedirte acerca de Jimin, es que le entregues mi carta. Es importante que la lea, porque allí... Allí le pido algo muy importante...
— ¿Y qué es?
— Solamente él y yo sabemos dónde se encuentra enterrado el cuerpo del sargento. Debido a mi estado, no puedo viajar hasta allá, pero él... Estoy seguro de que él podría volver... — se secó las lágrimas — Quiero que traigas el cuerpo de Yoongi a Corea del sur y le pidas a mis hermanos que lo entierren conmigo.
— Lo haré, te lo prometo.
— Sana — volvió a dirigirse hacia su esposa —, también hay algo muy importante que quiero pedirte.
— Dígame, señor...
— Todas esas obras de arte que restauré, todos esos dibujos que dibujé y todas esas esculturas que esculpí... Tienen un porqué y también una historia. Necesito, por sobre todas las cosas, tanto como que cuides de Miyeon, que las expongas en un museo y que todo el mundo conozca al autor de todos esos cuadros; Kim Taehyung.
— ¿Cómo dice?
— Te lo explicaré todo más adelante, pero tienes que hacer que el mundo conozca ese nombre, ¿de acuerdo?
— Lo haré, señor — asintió con la cabeza —. Lo intentaré.
— Bien... — suspiró — Ahora, una última cosa más — Namjoon y Sana le miraron con atención —. Quiero morir aquí, en este lugar, en mi cama... Y cuando lo haga, quiero que os marchéis lo antes posible de aquí. Esa misma tarde si muero en la mañana o al día siguiente si muero en la noche. No quiero que Miyeon pase demasiado tiempo en este sitio cuando me haya ido.
— De acuerdo...
— Y dale la grabación cuando sea mayor y la canción... cántasela o pónsela cada vez que se sienta triste o me eche de menos.
— Lo haré... — suspiró afligida — Pero...
— ¿Pero?
— Hay que enseñarle lo que pasará. Tiene que saber lo que significa morir.
— Lo sé, lo haremos. Lo haremos juntos.
⊰✽⊱
Mientras Taehyung y Miyeon estaban tocando juntos el piano, Jungkook llegó junto a ellos, pero se detuvo en el umbral de la puerta y se quedó apoyado por el marco mirándolos con ternura.
Hacía unos minutos atrás, Miyeon le había pedido que le enseñara a tocar el piano. Taehyung decidió enseñarle una canción infantil muy popular.
— ¿Puedes identificar esta nota de otra, Miyeon-ah? — le preguntó suavemente.
Taehyung tocó un Do y luego un Sol.
— ¡Sí! Do, Do, Sol, Sol... ¿Qué venía después?
— La, la... Sol.
— Estrellita mía — la llamó Jungkook — ¿Qué canción estás aprendiendo?
— ¡"Twinkle, twinkle, little star"! — exclamó al verlo con una sonrisa — Taehyung me está ayudando. ¿Quieres que te enseñe lo que he aprendido, papi?
— Por supuesto.
La niña se encontraba en medio de los dos. Taehyung la ayudaba a recordar las teclas del piano, mientras Jungkook la observaba con cariño. De cuando en cuando, sonreía ante la ternura de su hija y el comportamiento tan adorable de Taehyung. Por un momento, había olvidado que estaba muerto y que él iba a morir próximamente. Incluso le pareció... que eran una familia feliz.
Jungkook había dejado de codiciar aquello tras perder a Liên. El futuro no era algo importante para él, mucho menos desde que el cáncer regresó para acabarlo definitivamente. Siempre le había importado el futuro de Miyeon, por eso se esforzaba tanto en que fuera feliz y tuviera una infancia alegre, pues no deseaba que sufriera como él lo hizo. Sin embargo, en ese momento, pudo imaginar, brevemente, que Taehyung era su marido; que estaban casados y vivían en esa casa con Miyeon.
Imaginó que no estaba enfermo. Que Taehyung adoraba a la hija que tenían juntos, que habían adoptado y cuidado con mucho amor para que no le faltara nada. Imaginó que Taehyung era un artista empedernido y la música un pasatiempo que tenían los tres y que, durante la mañana y después de comer, le enseñaban a la pequeña Miyeon una pieza musical.
Imaginó que su vida era tranquila. Que después de tocar el piano en las mañanas, él la llevaba a la escuela del pueblo y la recogía a mediodía. Imaginó que Taehyung se ocupaba de ella y le enseñaba a pintar, mientras él investigaba y estudiaba las estrellas durante las siestas y que, durante las tardes, justo antes de que la niña tomase su baño antes de ir a dormir, jugaban en el patio; leían un libro, cantaban, comían deliciosos bocadillos o, simplemente, contemplaban el atardecer en las sillas mientras las cigarras cantaban en la naturaleza.
Esa era la vida tranquila que Jungkook siempre había deseado. La que quería compartir con Yoongi, la que soñaba empezar con Liên y la que jamás podría tener al lado de Taehyung.
Al ver sus lágrimas, el artista se preocupó. Vertió toda su atención en su bienestar y le secó las lágrimas de las mejillas con delicadeza.
— ¿Estás bien, papi? — preguntó Miyeon con inocencia.
— Sí, cariño... Estoy bien — la abrazó — ¿Por qué no le enseñas a Koya la casa? ¿Qué hay de tu cuarto?
— ¡Tienes razón, papi! — exclamó — También daré un paseo con el tío Namjoon en el jardín, ¿quieres que te traiga flores?
— ¿Harías eso por mí? — hizo un puchero con los labios — Eso me haría sentir mucho mejor.
— ¡Ahora mismo voy, papi! ¡Ahora voy, ahora voy! ¡Te traeré las flores más bonitas! — canturreaba mientras se alejaba — ¡Flores para mi papi! ¡Flores para mi papi!~
Cuando la niña desapareció de la habitación, Taehyung tomó la mano de Jungkook con una delicada fuerza que le dijo, sin palabras exactas, que oiría todo cuanto le hiciera daño en el corazón.
— ¿Qué te ocurre?
— ¿Nunca te has preguntado... si en el futuro las personas como nosotros podrán ser libres? Hace un momento me imaginé algo tan maravilloso que me dolió el corazón después de que me diera cuenta de que, aunque tú estuvieras vivo y yo sano, jamás podríamos haber vivido.
— ¿El qué?
— Imaginé que tú eras mi marido y Miyeon nuestra hija.
Aquella confesión le pareció encantadora. Le miró con ternura y después le dio un beso en los labios.
— Estoy seguro de que el futuro será diferente. Cuando eso suceda, estaremos juntos y formaremos nuestra familia.
Jungkook le dedicó una cálida sonrisa. Se recostó sobre su hombro y continuó tocando el piano durante unos minutos.
⊰✽⊱
La nueva habitación de Jungkook se encontraba en la planta baja. Al lado de su cuarto, estaba el de Kim Namjoon. Sana y Miyeon seguían durmiendo en la tercera planta, aunque Miyeon insistía en dormir con su padre, Sana tuvo que explicarle que su padre estaba enfermo y necesitaba estar cómodo.
Durante todo el día, Jungkook había pasado tiempo con su pequeña. Habían jugado en el jardín y también dibujado. Miyeon tenía demasiado talento, ¡desbordaba de talento artístico! Pero aunque supiera dibujar, no paraba de observar el violín roto que se exhibía en la pared, justo arriba de la chimenea.
Taehyung se había dado cuenta de ese detalle, pero no sabía si Jungkook también lo había hecho y si comprendía lo que aquello pudiera significar. Aquel violín eran de su padre, de Jungseok, que su abuelo, el señor Jeon, había destruido el día en que decidieron escapar.
Jungkook sabía la historia de ese violín, también se daba cuenta de que Miyeon no dejaba de observarlo como si quisiera tenerlo. Según las cartas de su padre, su abuelo lo había roto sobre su espalda cuando lo golpeó con él. Le ordenó, después, que lo tirara, pero Jungseok no pudo deshacerse de él, ya que era una de las pocas cosas que le recordaban a Taehyung, así que lo escondió y tras el fallecimiento de su padre, decidió tenerlo como reliquia y se lo llevaba a todas partes.
Esa tarde, mientras Miyeon no dejaba de observar el instrumento en la pared y tenía su dedo en la boca, Jungkook le sonrió y le preguntó:
— ¿Quieres el violín, hija mía?
Taehyung le miró de inmediato, aquello le había tomado de imprevisto.
Miyeon asintió y vio a su padre levantarse con dificultad, parecía que le dolía el cuerpo y también se fijó en la expresión de preocupación que Taehyung había puesto. Jungkook tomó un banquillo y lo acercó hacia la chimenea, se paró sobre él y estiró sus brazos para alcanzar el violín.
Como Taehyung tenía mucho miedo de que se hiciera daño, rápidamente se acercó a él y lo tomó por la cintura para ayudarle bajarse.
— Toma, cariño — le dijo entregándole el alma de su padre con mucho cuidado —. Era el violín de tu abuelo. Lo amaba más que a nada y a nadie; lo amaba más que a mí... — acarició su cabello mientras la niña miraba embelesada las cuerdas y las grietas de la madera. Aunque estaba roto, todavía se podía tocar —. Prométeme que lo cuidarás mucho, ¿vale? Es el único objeto que tengo de él con el que no lloro cuando lo recuerdo.
Miyeon asintió y Jungkook le dio un beso en la mejilla.
Cuando Jungkook le dio la espalda para volver a su asiento acompañado de Taehyung, se detuvo bruscamente al oír el sonido del violín.
La niña había colocado el instrumento entre su barbilla y su hombro y había acariciado las cuerdas con el arco. Ni siquiera parecía que era su primera vez teniendo contacto con el violín.
No sucedió lo mismo que con el piano. Miyeon tocó varias notas reproduciendo una melodía que hizo que Taehyung recordara a Jungseok.
— Miyeon — Jungkook se dirigió a ella como si algo le hubiera pasado y la niña le miró a los ojos con inocencia — ¿Dónde has aprendido a tocar el violín?
— ¿Conoces la canción que estabas tocando? — le preguntó Taehyung.
La niña negó con la cabeza y apartó el violín de su hombro.
— La oí en un sueño — dijo —. Soñé que estaba aquí, en casa, y había mucha gente que vestía bien. Era primavera, había flores en el jardín y Taehyung estaba conmigo. Me regaló una cajita muy bonita, creo que era mi cumpleaños... Ese día, toqué esta canción y todo el mundo me aplaudió. Estaba ella también — apuntó a Youngyi, quien al oír la melodía, corrió rápidamente hacia el lugar de donde provenía tras pensar en su hijo —, pero se veía mayor.
— El cumpleaños número veinte de Jungseok... — murmuró Youngyi cubriéndose los labios con los dedos.
Taehyung cerró los ojos con fuerza. Jungkook, al percatarse de que iba a marcharse, trató de evitarlo, pero al voltearse, Taehyung había desaparecido.
Se quedó solo con la niña. La miró como quien recuerda que había olvidado algo.
— ¿Papi? — le habló con inocencia. Jungkook perdió el conocimiento y cayó al suelo. La niña chilló al soltar el violín e intentar socorrer a su padre — ¡Sana! ¡Sana! — la llamó desesperada.
⊰✽⊱
— No hay manera de que ella supiera eso...
— Quizás lo ha oído de sus tíos o... su padre — dijo Youngyi tratando de hallarle sentido a lo que había ocurrido hacía unas horas atrás.
Ya había oscurecido. Taehyung y Youngyi se hallaban en la habitación de Jungkook, mientras él descansaba, sin embargo, sus alteradas voces le despertaron.
— ¿Cómo explicas lo del cofre? Ni siquiera tú lo supiste en su momento.
— Nadie sabe... lo del cofre, salvo yo... — respondió Jungkook.
Intentó incorporarse. Taehyung se acercó a él y lo ayudó para que no se hiciera daño, también le pidió que no se esforzara demasiado.
— El cofre contiene las cartas de mi padre — siguió explicando — y nadie las ha leído salvo yo. Mis hermanos no saben acerca de ello y yo... Yo nunca lo he hablado frente a Miyeon.
— Pero Miyeon conoce a Taehyung — le explicó Youngyi —, le hablaste de él.
— Sí, le hablé de él... Lo convertí en un personaje de cuentos de hadas que le ayudaba a dormir por las noches — contestó, le estaba comenzando a doler la cabeza —. Pero Miyeon siempre ha sido así. Solía incluir palabras en su vocabulario que no son propias de una niña de seis años. A veces decía recordar cosas que mi padre describía en sus cartas. Por supuesto, Miyeon ha aprendido a leer y escribir hace relativamente poco; solo comprende palabras que estén escritas de una manera fácil y legible; la letra de mi padre... Su caligrafía era perfecta y Miyeon no podría comprenderla por más que lo intentara.
— ¿Qué quieres decir?
— Youngyi, usted misma lo ha dicho antes... Que ella le recuerda a mi padre. Me dijo que se comportaba como lo hacía él a su edad y también la he oído tratar a Taehyung de "mi señor"... ¿Dónde pudo haberlo oído? Nadie habla así en este tiempo. Nadie habla como lo hace mi padre en sus cartas. Son esos sueños... — suspiró — Pero nunca antes había sido tan clara y directa. Creo que ni siquiera es consciente de lo que ha dicho.
— Pero, eso es...
— Me han atacado fantasmas hace tres noches y me he enamorado de uno y ahora estoy hablando con dos. Me gusta pensar que Jeon Jungseok y Jeon Miyeon comparten la misma alma, de esa manera, me siento más motivado de mostrarle a mi hija que no estoy sufriendo en mis últimos momentos. Si ella fue mi padre alguna vez, si tan solo existiera la pequeña probabilidad entre uno en un millón de que él volviera a mí, voy a darle todo lo que le faltó antes. Aunque me deje la piel o se me caiga debido al dolor, me esforzaré tanto como pueda... para que Miyeon se sienta amada hasta mi último suspiro — se le había dificultado mantenerse erguido y la mirada se le apagó durante un momento —. No quiero que pase lo mismo que yo. Ahora ya sé por qué vivo; este es mi propósito en la vida.
— Mi querido Jungkook... — Taehyung se le acercó con lágrimas en los ojos. Le abrazó y le dio un beso en la cabeza.
Continuaron hablando. La voz de Jungkook se oía cada vez más cansada, hasta que se quedó nuevamente dormido. Taehyung se quedó a su lado toda la noche y durante el amanecer, en cambio, Youngyi, se retiró de la habitación cuando la conversación concluyó. Se quedó encerrada en su habitación, aquella a la que ni siquiera Miyeon se atrevía a entrar y seguía estando sucia a pesar de que Sana la hubiera limpiado, y pensó en su hijo como lo había estado haciendo desde que murió.
No había nada más en el mundo ni en el universo que Youngyi quisiera más que ver a su hijo y recibir su perdón. Lloraba todas las noches creyendo que volvería a verlo, pero al recordar la manera en la que todo acabó para él, volvía a sangrar de dolor y de culparse hasta convertirse en cenizas por su suicidio. Lamentaba más que la muerte no haber podido salvar a su hijo de ella, pero sentía más haberle fallado como madre; como mujer que debía protegerlo y se odiaba. Se odiaba, se odiaba. Jamás había dejado de odiarse ni jamás lo haría.
Tampoco veía la luz. Sabía lo que debía ocurrir para que la viera finalmente, pero Jungseok ya no existía. El único que podía salvarla... No. La única que podía salvarla era ella misma; era el perdón a sí misma y el perdón de sus dos víctimas. Pero Taehyung jamás se lo perdonaría y Jungseok jamás volvería a existir para perdonarla. Y, aun así, incluso si recibiera perdón... Ella seguiría culpándose para siempre.
Durante la mañana siguiente, Jungkook despertó con mucho dolor.
Le pidió a Namjoon que le diera algo o que le hiciera algo para calmar su dolencia. Su amigo trató de ayudarlo lo mejor que pudo, pero no había sido suficiente. Jungkook lloró de dolor hasta que Miyeon despertó.
Su mirada apagada se iluminó de inmediato y su encorvada espalda se irguió nada más sentirla en la misma habitación. La niña corrió hacia él como si no le hubiera visto en meses y él chilló al verle contenta. Jungkook adoraba que le llamase "papi", era su vitamina. Su energía. Su esencia vital.
La niña se pasó sentada y recostada sobre las piernas de su padre. Desayunó con él y jugaron mientras lo hacían. Miyeon tomaba la cuchara y le llevaba el arroz a la boca como si su padre fuera un bebé, a cambio, él debía hacer lo mismo. Después se dirigieron a la sala y leyeron un poco. Miyeon estaba aprendiendo a leer, así que debía practicar con un cuento al día. Jungkook la ayudaba con tanta paciencia.
Después de eso, habían ido a la Sala de Ensayo y tocaron juntos el piano cuando Taehyung apareció.
El joven artista le dedicó una bella sonrisa a su princesa y se sentó a su lado. Tocaron una melodía y después Miyeon cogió el violín de su abuelo y tocó una canción. Taehyung se dio cuenta de que no sabía tocar más de aquella melodía de pocos segundos y Jungkook también se percató de ello.
— ¿De qué te ríes? — le cuestionó Taehyung.
— He recordado nuestro primer encuentro en esta habitación... No podías tocar, ni siquiera, más de cinco notas.
— Es que tenía amnesia.
— Nuestra pequeña también tiene algo de ti — le dijo con una sonrisa.
Taehyung se sintió vivo nuevamente, cuando Jungkook mencionó aquello con toda la naturalidad del mundo.
— ¿Nuestra... pequeña?
— Quiero que sea nuestra hija. Quiero pensar que somos una familia y que ella es nuestra pequeña. Que solamente somos tú, ella y yo en esta habitación y también en el mundo cuando estemos solos.
Taehyung le besó de imprevisto. Le robó un apasionado beso y ese había sido su "sí, acepto. Acepto que Miyeon sea nuestra hija en el tiempo que te quede de vida."
⊰✽⊱
La pequeña Miyeon también pasaba mucho tiempo con Sana, sobre todo cuando Jungkook estaba con Namjoon. Aunque quería pasar todo el tiempo que le quedaba al lado de su hija, su cuerpo ya no era tan fuerte y necesitaba descansar.
Antes de que se le fuera suministrada la morfina, Jungkook volvió a preguntarle a su amigo si había traído lo que le había pedido. Namjoon le contestó que sí.
— Perfecto... Gracias, amigo mío... — murmuró antes de quedarse dormido.
Namjoon acarició su rostro y acomodó los mechones de su cabello. Al mirarlo, sintió tanta lástima de él y tuvo un arrebato de sentimiento que le hizo llorar. La vida de Jungkook se apagaba demasiado rápido.
— Descansa... Descansa para despertar otro día más — besó su frente antes de dejarlo dormir. Taehyung estaba a su lado, lo abrazaba. Aunque temía quedarse dormido, lo hizo para mantenerse a su lado.
Cuando Namjoon salió de la habitación, se encontró con Sana en el pasillo. Estaba sentada en el suelo, llorando, pero se levantó enseguida al verlo delante de ella.
— ¿Cómo lo lleva?
— No le queda mucho tiempo... No creo que sobreviva este mes.
Sana bajó la cabeza y asintió.
— Llamaré a sus hermanos para que puedan venir a despedirse de él.
Antes de que se marchara, Namjoon la tomó del brazo: — Espera — le dijo —. Tienes algo en el pelo... — con una sutil delicadeza, le retiró la pelusa que tenía en un mechón de su pelo —. Ya está.
Sana no supo cómo reaccionar ni qué responder. Simplemente asintió con la cabeza como agradecimiento y se marchó.
⊰✽⊱
Cuando Taehyung despertó, se dio cuenta de que se encontraba en un sitio oscuro y húmedo. Más tarde se percató de que dormía sobre la mancha que su cadáver había dejado en el suelo y se asustó. Retrocedió rápidamente hasta que se tomó con la escalera. Otra vez, volvía a despertar en el sótano.
Aquel sitio seguía siendo una de sus mayores pesadillas. Aunque había aprendido a sobrellevar su miedo, cuando Jungkook se marchó al cuartel, todos sus progresos se perdieron y, desde entonces, seguía temiendo y despertando en aquel lugar.
Se quedó un minuto en silencio, observando hacia la oscuridad. La herida en su pecho no sangraba, ya no existía, y sin embargo, seguía sufriendo atrapado en ese sitio.
— Tú... — oyó aquella voz que tanto le aterraba — Has creído que podías llevarte a mi hijo lejos de mí... Maldito bastardo. Insolente e insensato. Hijo de puta. Te mataré... Y luego haré que él te odie y después acabaré con él también.
Aquella figura fue saliendo de la oscuridad. La escopeta que sostenía en sus manos y con la que le apuntaba. Taehyung no lo comprendía, aquello tenía que ser una pesadilla. Lo único que salió de sus labios, fue: — Por favor, señor... No... No me mate...
— ¡¡Padre, no!!
Jungseok apareció de repente y se puso delante de él. Le cubrió con su cuerpo y tomó su mano con fuerza. Taehyung no podía creer lo que estaba viendo y se convenció de que era un sueño. Pero la mano de Jungseok... Su dulce Jungseok... Su corazón latió con fuerza, desesperadamente, como si quisiera gritarle cuánto le había extrañado.
— ¡Tendrá que matarme primero! Yo... Yo lo amo...
— Apártate, Jungseok.
— No.
— ¡Apártate!
— ¡¡No!!
Su padre lo tomó por la fuerza e intentó hacerlo a un lado, sin embargo, el joven Jeon se agarró del cañón de la escopeta y forcejeó. Su padre quería apartarlo, Taehyung se dio cuenta de que trataba de alejarlo del cañón y del peligro de los agujeros y los proyectiles, no obstante, quizás fuere por un descuido, el arma se disparó.
Los proyectiles le hicieron la misma herida de muerte que a Taehyung. Jungseok miró a su padre antes de caer al suelo. El hombre se petrificó en su sitio y con las últimas gotas de fuerza que le quedaron antes de morir, Jungseok se arrastró hacia su amante y pronunció: — Mi señor, mi señor, mi señor...
...
— ¡Mi señor! — chilló Miyeon.
Taehyung despertó sobresaltado. La niña estaba a su lado, llorando, por lo que no tardó en darse cuenta de que Jungkook estaba sufriendo una convulsión a su lado.
— ¡Miyeon, llama al señor Namjoon! ¡Rápido, rápido!
La niña saltó de la cama y corrió rápidamente hacia la habitación contigua. Taehyung trató de inmovilizar su cuerpo para que no se cayera de la cama, sin embargo, no pudo tocarle, pues su cuerpo traspasó el suyo como el aire y pronto dejó de ser tangible y atravesó la cama hasta caer sobre el suelo del sótano. Irónicamente, sobre la mancha que su cadáver había dejado.
Le costó recomponerse. Oyó que Namjoon había llamado a Sana a gritos y que corría por la casa. Escuchó a Miyeon chillar y, cuando cerró sus ojos, pudo ver nuevamente aquella pesadilla. Se imaginó a sí mismo abrazando el cadáver de Jungseok y muriendo por el siguiente disparo de su padre... Y recordó cuán intensamente le había amado y se culpó de su muerte otra vez. No obstante, Jungseok era alguien que no conoció la salvación. Ni siquiera con él la había conocido. Así era como se sentía.
Taehyung estaba enamorado de Jungkook. Lo amaba tan inmensamente porque era la esencia de su existencia. Y aun así, no podía dejar de pensar en Jungseok y una tristeza enorme le consumió. No sabía cuántas veces ya había llorado y le había pedido perdón por haberlo dejado a su suerte en aquel mundo tan cruel. Evidentemente, todavía quedaba rastro de su amor y recuerdos inolvidables de su romance.
En ese momento, mientras se levantaba del suelo y subía los peldaños de la escalera, también se acordó de Marcielle y Veronika. Se acordó de tantas personas mientras volvía a la habitación de Jungkook, pero los recuerdos se detuvieron en su umbral.
Namjoon y Sana trataban de salvar su vida tan desesperadamente, mientras tanto, Miyeon lloraba porque aquello le daba miedo. Aunque no sabía qué ocurría, sabía que su padre estaba sufriendo.
Taehyung también sentía que el sufrimiento de Miyeon y el de su padre eran culpa suya. Él era la ligera brisa que había creado un huracán, por ello, ni siquiera se atrevió a consolarla. Se había quedado petrificado viéndola llorar y quiso tocar su hombro para que al menos se sintiera acompañada, pero antes de que la tocara, sintió que alguien le había tocado el hombro a él.
— Maestro... — oyó. Fue un momento tan breve. La voz de Jungkook sonó con eco detrás de él y se volteó, pero no le vio porque Jungkook había recuperado la conciencia en su cama.
Aquella fue la primera vez que Jungkook estuvo cerca de la muerte. Fue una situación tan aterradora, que Miyeon ni siquiera se atrevió a tocarlo por el temor de hacerle daño.
⊰✽⊱
Dos días después.
La recuperación de Jungkook tras la última vez fue lenta, sin embargo, él se sentía mejor. Le dijo a Namjoon que tenía la energía suficiente para seguir trabajando en su canción.
Jungkook había decidido dejarle algo a su hija. Algo que le hiciera saber que estaría siempre a su lado y a Miyeon le gustaba demasiadas cosas, pero la voz de su padre, cuando le cantaba, era su preferida. Adoraba oírle cantar y le había pedido, en una ocasión en el pasado, que por favor le cantara una canción especial que fuera solo para ella. Desde entonces, Jungkook había estado trabajando en ello.
Tenía pensado en grabar un disco para ella. Quería ir a un estudio de grabación tras componer y escribir la canción, pero su enfermedad había sido tan agresiva que no tuvo tiempo de hacerlo, por eso le pidió a Namjoon que le trajera una cámara de vídeo. De modo que la canción estaba casi terminada, lo único que tenía que hacer era grabarse a sí mismo cantándola y Miyeon tendría un recuerdo suyo para toda la vida.
Mientras componía, Sana cuidaba de Miyeon y le daba clases particulares. Namjoon dijo que saldría a tomar el aire un momento, después de cerciorarse de que Jungkook estuviera bien. El padre de Miyeon se quedó en la Sala de Ensayo, modificando sus partituras y la letra de la canción sin percatarse de que Taehyung había llegado junto a él.
Echó un vistazo a los pentagramas y la melodía surgió en su cabeza. Se imaginó a sí mismo tocando el piano para saber cómo era la canción y después de un breve momento, sonrió.
— Me gusta.
— Oh, no me había dado cuenta de que estabas aquí — dijo Jungkook con una sonrisa.
— ¿Cómo te encuentras hoy? — le devolvió la sonrisa y después besó sus labios con ternura.
— Anímicamente estoy bien, aunque mi cuerpo ya ha comenzado a cansarse... — suspiró estirándose — Dios... He despertado hace tres horas y siento como si hubiera estado sentado aquí durante diez o más horas.
— Ve a descansar, sabes que no quiero que te hagas daño.
— Es que esto es muy importante — contestó tomando los folios y enseñándoselos —. Es para Miyeon. Cuando muera, quiero que tenga esta canción de recuerdo... ¿Sabes por qué?
— Dime.
— Porque yo no recuerdo cómo era la voz de mi padre — le dijo y aquello sorprendió a Taehyung, haciéndole darse cuenta de que ni él tampoco la recordaba... De hecho, la voz que oyó en su sueño, era... inexistente —. En ese momento no había nada para grabar su voz y le echo de menos. No conocí a mi madre y mi abuela no estuvo tanto tiempo conmigo. Creo que pasé tanto tiempo esperando sus palabras de aprobación que, de tanto recrear en mi mente cómo sería oírle decir que estaba orgulloso de mí, hizo que me olvidara de su voz.
Taehyung no contestó. No supo qué decirle.
— Pero recuerdo su rostro. Cada detalle — sonrió para animarse —. Desde que tengo a Miyeon, he trabajado mucho para perdonar a mi padre, así que me forcé a mí mismo en recordarlo. Sé que hay fotografías por toda la casa, pero no son como en mis recuerdos. Me gusta más cómo se ve en mi mente.
— ¿Y cómo se ve?
— La mayoría de los recuerdos que tengo de él son tristes, pero él que tuve el último día de su vida, fue tan auténtico... Mi padre nunca sonreía, pero aquella vez lo hizo. No existe ninguna fotografía suya con una sonrisa — se llevó el dedo índice a la cabeza y sonrió — y esa única imagen existe aquí.
— Me alegro de que pienses así de él. Era un buen chico... — le dijo, pero al final se corrigió — Hombre. Lo siento, solamente recuerdo su rostro de cuando tenía mi edad... — presionó los ojos con fuerza y volvió a corregirse — Perdón, solamente lo recuerdo cuando tenía diecinueve años.
Jungkook sonrió.
— Mi padre nunca dejó de ser un chico. Si aún viviese, le habría ayudado a salvar a ese chico — al ver la expresión de Taehyung se sintió culpable —. Perdóname si hablo mucho de él... Ni siquiera sé si has podido sobrellevar su suicidio. Oh... Ni siquiera te he preguntado qué sientes tú por él...
— Cariño — respondió —. Cariño y culpa. También vergüenza, quizás... Siento que lo traicioné y ahora jamás podré pedirle perdón. Siento culpa de su muerte y también siento cariño porque... fue mi primer amor. Pero eso es todo... No puedo permitirme sentir nada más por él. No lo merezco.
Jungkook acarició su espalda.
— Perdón — volvió a decirle —. Siento recordarte eso.
— No, tranquilo. Está bien — le sonrió decidido a dejar todo los recuerdos tristes atrás —. Cántame la canción, yo tocaré para ti.
— Está bien, ¿quieres...?
Jungkook le iba a dar las partituras, pero se sorprendió muchísimo cuando Taehyung comenzó a tocar la melodía como si ya la conociera.
— ¿Cómo es que te la sabes? — le preguntó asombrado.
— La he memorizado.
— ¿Con solo verla una vez?
— Sí — siguió tocando la melodía hasta que se detuvo al primer tercio de la canción — ¿Cómo se llama? ¿Ya tiene título?
— Aún contigo.
— Bonito título, amor mío.
— Gracias — sonrió ampliamente —. Estoy listo.
Jungkook le enseñó cómo iba la canción. Juntos diseñaron los tiempos entre frase y frase; melodía y melodía. Juntos diseñaron una canción preciosa y acogedora para la pequeña Miyeon. A pesar de lo muy cansado que Jungkook se encontraba, no abandonó el piano en toda la mañana y por la tarde, casi cerca del anochecer, decidió salir al jardín.
Sana le preguntó si necesitaba compañía pero le dijo que no, que solamente necesitaba tomar aire fresco y luego descansaría en su cama. Namjoon le dijo que no era buena idea, que ya se había esforzado demasiado, pero Jungkook le pidió que le dejara un momento a solas, al menos hasta el anochecer.
Una vez que salió y todo a su alrededor se sumía en los cálidos colores del atardecer, Taehyung se paró en el umbral de la puerta y llamó su nombre. Jungkook se sorprendió cuando le oyó, puesto que se había ido hacía al menos dos horas. Sin embargo, le regaló una sonrisa encantadora. Unos pocos segundos después, la borró.
— ¿Cómo es que...?
Taehyung le devolvió el gesto y salió al jardín junto a él. A Jungkook aquello le había sorprendido tanto que no podía contener su asombro. Dio unos pasos hacia atrás completamente incrédulo.
— Ya no veo la niebla — le dijo el joven al meter sus manos en los bolsillos de su pantalón —. Tampoco sangra mi herida ni me despierto en el sótano.
— ¿Estás diciéndome que...?
— Sí, mi querido Jungkook... Soy libre.
Jungkook lo abrazó con fuerza al sentirse incapaz de ocultar su emoción. Cuando estuvo entre los brazos de su amado, lloró de alegría y susurró varias veces lo aliviado que estaba y también lo feliz que era por él. Le dio besos en las mejillas, en los labios y lo abrazó con más fuerza.
Aquella muestra de afecto hizo que el corazón del artista se sintiera abrazado de una tierna y nostálgica calidez. Le repitió a su númen cuánto le amaba, aunque no pudo expresarle el deseo que tenía de volver a pintarlo.
— ¿Y por qué no te has ido? — le preguntó con las lágrimas pediendo de sus pestañas — ¿Puedes ver la luz? Si es así, ¿por qué no has cruzado? ¿Por qué te has quedado?
— No veo la luz.
— ¿Qué?
— Gracias a Yoongi he podido sanar mi rencor y aceptar lo que soy; el espectro de una persona muerta — el nombre de su examante con la voz de su gran amor sorprendió mucho a Jungkook —. Pero aún me queda algo por hacer; todavía no puedo marcharme si no lo hago.
— ¿El qué?
— Esperarte — sonrió —. Prometí que te esperaría y que estaríamos siempre juntos. Sé que cuando tu dolor acabe, podré ver la luz y la cruzaremos juntos.
Jungkook sonrió y Taehyung le secó las lágrimas.
— Porque nos iremos juntos, ¿verdad? — preguntó con algo de duda.
— Por supuesto que lo haremos. No volveré a abandonarte jamás — Taehyung suspiró aliviado — Pero... No entiendo, ¿has conocido a Yoongi?
— Sí — respondió —. Ha estado a tu lado durante mucho tiempo, pero... se ha ido.
— ¿Qué? ¿Estaba aquí? — sus labios temblaron — ¿Por qué? ¿Por qué estaba aquí? ¿Por qué se ha ido? ¿Cuándo...?
Taehyung separó los labios, estaba a punto de contarle la verdad, pero vio sus ojos que brillaban de nostalgia y melancolía y comprendió lo mucho que Jungkook había amado a ese hombre. No podía romperle el corazón.
— Se fue hace unos días. Te prometió que no te abandonaría, pero pensaba que os hacíais daño mutuamente. Créeme que no quiso soltarte, pero se sentía culpable de lo que te estaba ocurriendo y decidió marcharse — confesó omitiendo los detalles de su partida. Jungkook comenzó a llorar al recordar a su examante y Taehyung lo abrazó para consolarlo —. Me dijo que te diera algo...
— ¿Qué? ¿El qué...?
El joven artista besó a su amante en los labios con una pasión desenfrenada mientras ardía de amor. Le entregó el beso de la misma manera desesperada que Yoongi le besó a él. Jungkook no pudo resistirse, por un momento pensó que el vaivén de su lengua con la suya le parecía similar al de Yoongi.
Jungkook nunca dejó de pensar en él. Jamás había olvidado a Yoongi a pesar de que, por un momento, olvidó su rostro. Siempre le había tenido presente porque fue una persona muy importante para él, sin embargo, en ese instante, durante ese beso, recordó el amor que había sentido por él. De principio a fin.
Cuando sopló el primer viento frío de invierno, Taehyung lo apartó de su boca con delicadeza y Jungkook le miró cansado.
— Eres el amor de mi vida, Taehyung — le dijo a punto de desmayarse —... Perdóname por haber amado a otras personas después de ti.
Taehyung le dio un tierno beso en la frente cuando perdió el conocimiento y fue arrodillándose en el suelo sin soltar su cuerpo.
— No te preocupes por eso, no hay absolutamente nada en el universo que haga que deje de amarte porque tú... — susurró dejándolo cuidadosamente sobre el suelo cuando oyó que Sana chilló su nombre — Tú eres el amor de mi existencia. La esencia de todo cuanto soy; todo cuanto amo.
⊰✽⊱
Unos pocos días después de su recaída, sus hermanos fueron a visitarlo. Aquellas tres personas que tanto lo amaban, eran la representación de tres fases del luto, mientras Sana y Namjoon eran otras dos.
Jenni estaba en negación. Lo adoraba tanto que ni siquiera podía verle en ese estado y durante los primeros días de su estancia, se había largado a llorar en sitios donde nadie pudiera verla. Bogum, en cambio, estaba muy enfadado y se sentía culpable a la vez. Estaba enfadado consigo mismo por no haber cuidado de su hermano menor como hubiera querido. Estaba enojado con su padre por haberse marchado de la manera en que lo hizo y también estaba ligeramente irascible con Jungkook porque no quería que le abandonara. Haein negociaba consigo mismo, aunque todavía estaba en etapa de negación y seguía creyendo que habría alguna manera de salvar su vida.
Al tercer día de su llegada, Jungkook volvió a recuperar las energías y compartió tiempo con ellos. En ese momento, Haein acudió a Namjoon esperanzado creyendo que estaba recuperándose, Jenni también quería tanto que aquello ocurriera, sin embargo, aquello no era nuevo para Namjoon ni para Sana, que ya se habían acostumbrado a los estados de ánimo del padre de Miyeon.
Jungkook tenía unas rachas buenas que se terminaban con un bajón de rachas mucho peores que cada vez que sucedían. Esos episodios le afectaban de manera terrible.
Aquel día, Jungkook le pidió a su hermano que le ayudara a grabar el vídeo para Miyeon.
La canción le pareció conmovedora y lloró por las emociones y los sentimientos encontrados, pero cuando decidió leer la carta que le había escrito, fue cuando comprendió que realmente le iba a perder para siempre. No soportó la idea y lloró amargamente mientras le abrazaba y le decía que no quería que se fuera. Que no habían actuado como hermanos y que debían pelearse por juguetes, ayudarse a montar una bicicleta, jugar a la pelota y hablar de chicas.
Jungkook siempre había mantenido al margen sus sentimientos y aunque trató de consolar a su hermano, no pudo evitar llorar también.
Durante los próximos días, la salud de Jungkook fue empeorando. Sana se había rendido y había aceptado que perdería a un gran amigo; alguien tan especial que le había robado el corazón.
Namjoon lamentaba no poder haberle salvado y le dolía ver cómo su aspecto cambiaba. Ya no era el joven novato que conoció en el cuartel y en parte eso le alegraba. Porque le recordaba más triste y melancólico que feliz y relajado. Aunque, de todas formas, no podía comprender cómo su amigo parecía no temerle a la muerte. Estaba claro que moriría antes del cumpleaños de Miyeon y eso era lo que más tristeza le daba.
Antes de que concluyera el año, durante el veintinueve de diciembre de mil novecientos setenta y cuatro, Sana tomó a Miyeon de la mano y la llevó a la cocina. Allí la sentó en su sillita y acarició su rostro con ternura.
— Sabes que te quiero, ¿no es así?
Miyeon asintió con el dedo en la boca y su peluche favorito, Koya, en la mano.
— Sabes que te amo como si fueras mi hija y que Dios me perdone si he deseado que lo fueras. Que Dios me perdone si he imaginado que tomaba el lugar de tu madre y pensaba que ella jamás había existido... — trató de contener sus lágrimas para que la niña no se preocupara — Pero soy una persona egoísta y por eso te amo como si fueras mía. Aun si en el futuro decidas abandonarme porque no quieres que sea tu madre, seguiré amándote, Miyeon.
La niña no comprendía lo que estaba sucediendo pero tampoco dijo ni preguntó nada, sino que siguió oyendo a Sana mientras le hablaba.
— Y como la madre que siento que soy para ti, tengo el deber de protegerte — besó su pequeña mano mientras las lágrimas se deslizaban sobre sus mejillas —. Incluso si después de lo que vaya a decirte me odies, yo jamás lo haré.
Le sonrió con sus trémulos labios. No sabía cómo decirle eso pero se armó de valor y continuó.
— Miyeon... Dentro de unos días, quizás uno, dos o diez, tu padre se irá.
— ¿A dónde? — preguntó confundida.
— Al Cielo — respondió muy bajo.
— ¿Al Cielo? ¿Con mi mami? — la niña festejó — ¡Entonces yo también iré al cielo!
— No, Miyeon, tú no puedes ir al Cielo.
— ¿Qué? ¿Por qué? Si en el Cielo está mi mamá. Si mi papi va al Cielo yo tengo que ir con él.
— No, mi vida... Ir al Cielo no es... No es como tú crees — suspiró —. A tu padre le pasará algo.
— ¿Qué le pasará?
— Tu padre morirá. Dentro de poco... Dentro de poco se dormirá para siempre, ¿comprendes lo que te digo, Miyeon?
La niña negó con la cabeza reiteradas veces. Se sintió nerviosa y desesperada.
— ¡No, no, no! ¡Mi papá no morirá! — chilló — ¡Ya no hay espíritus malos en la casa! Solo está Taehyung y él le quiere mucho...
— Miyeon — le tomó de las manos, la niña había comenzado a llorar —. Tienes que comprenderlo... Tienes que saber lo que ocurrirá una vez que se haya ido. Miyeon... Tu padre, cuando se duerma, no volverá.
— ¡No, no! ¡Eso no es verdad! ¡Mi papi me dijo que siempre estaríamos juntos! — sus ojos se llenaron de lágrimas.
— Lo siento mucho, cariño...
— ¡No, no, no! ¡No te creo! — chilló aún más fuerte.
— Tienes que comprenderlo, mi amor... Sé que es difícil y que te sentirás muy sola y traicionada. Si yo pudiera dar mi vida a cambio de la de tu padre para que siga a tu lado, la daría... Pero las cosas no funcionan así — la abrazó pero Miyeon no dejaba de llorar desconsoladamente —. Por eso tienes que pasar todo el tiempo que tengas con tu padre y cuando le eches de menos, piensa que él te quería mucho y que jamás quiso irse. Él seguirá cuidándote desde el Cielo.
— ¡No! — la apartó — ¡Mi papi no se va a morir, él no hizo nada malo! ¿Por qué tiene que irse? ¡No quiero que se vaya! ¡Es mi papi! ¡Es mío! Si mi papi se muere, entonces yo me moriré también...
— Miyeon, no digas eso...
— ¡No! — se echó al suelo cuando Sana trató de cargarla y no permitió que la tocara — ¡No me toques, mentirosa! ¡Mi papi no me dejaría sola jamás! ¡Le diré a mi papi que me has hecho daño con tus palabras!
Miyeon corrió hacia la habitación donde Jungkook descansaba. Apenas llegaba al pomo de la puerta pero dio unos saltos para poder coger el picaporte. Al abrirla, vio que Taehyung estaba con él y que le daba un beso en los labios.
— Miyeon — Jungkook se sorprendió de verla. Le dolía mucho el cuerpo y estaba mareado y cansado, pero al ver a su hija dibujó su mejor sonrisa y se acomodó en su cama.
La niña fue corriendo hacia él y se lanzó sobre su cuerpo siendo completamente inconsciente del dolor que le generaba. Mientras lloraba, gateó hasta posicionarse sobre su pecho y se echó a llorar muy cerca de su corazón. En ese momento había descubierto su mayor temor; que el corazón de su amado padre dejase de latir.
— ¿Qué te ocurre, mi amor? — le preguntó Jungkook acariciándole el pelo — ¿Por qué lloras?
— Sana me ha dicho algo feo...
— ¿Qué te ha dicho?
— Que te irás para siempre cuando te duermas — chilló — ¡Papi, por favor, no te duermas! Vamos a jugar todo el día y toda la noche, pero no te duermas... ¡No puedes dormirte!
— Mi niña — sonrió —, eso es imposible. Tú te quedarás dormida antes que yo.
— ¡No! — negó rotundamente — ¡Jamás me dormiré! Voy a cuidar de ti, papi... Todo el tiempo — volvió a llevarse el dedo en la boca y se acurrucó cerca de su cuerpo —. Me gusta cómo hueles, papi... Y me gusta el calor de tu cuerpo y también me gusta oír tu voz... No quiero que te vayas, papi. No me dejes, por favor... No te mueras...
Entonces, a pesar de todos sus intentos por mantenerse fuerte, Jungkook no pudo continuar y se quebró en ese instante cuando su hija le pidió que no se muriera.
— Hija mía... — su voz fue rompiéndose y Taehyung miraba la escena con sentimientos encontrados — Perdóname, por favor...
— No te mueras, papi.
— Lo siento mucho.
— ¡No me digas eso! ¡Dime que no te morirás! — le encaró. Sus ojos estaban enrojecidos — ¿Uhm? ¿Uhm? ¿Papi? Prométeme que no te irás a ninguna parte.
Taehyung no pudo soportar la escena y sollozó para sorpresa de la niña.
— Mi tiempo se acaba, Miyeon, pero yo...
— ¡Es tu culpa! — exclamó con enfado — ¡Taehyung, es tu culpa!
Se bajó de la cama y lo golpeó en la pierna, aunque Taehyung no sintió el más mínimo dolor.
— No, Miyeon — Jungkook trató de incorporarse pero no pudo debido al dolor —. No es culpa de nadie...
— ¡Sí, sí lo es! ¡Él me dijo que sus papás estaban muertos pero que estaban en el Cielo! ¡Y tú me dijiste que él estaba en el Cielo, pero él está aquí! ¡No es el príncipe de los ángeles, es un ladrón! ¡Has venido a llevarte a mi padre lejos de mí! ¿Cómo puedes hacerme esto? ¡Pensé que éramos amigos! — siguió golpeándole y Taehyung no podía ni siquiera mirarla porque le dolía verle así.
— Miyeon-ah, deja de golpear a Taehyung — Jungkook trataba de tranquilizarla pero la niña no le escuchaba — ¡Miyeon-ah!
— ¡No voy a permitir que te lo lleves! ¡Al Cielo va la gente muerta! ¡Como mi mamá, como mi abuelito, como Yoongi, como tus papás!
— Miyeon... — Jungkook iba acercándose a la niña para separarla del mayor, pero cada paso le dolía y sentía que no tenía fuerzas para nada — ¡S-sana!
— Lo siento mucho, pequeña... — susurró el artista.
— ¡Dejad de decir que lo sentís, embustero! ¡Mentiroso y traicionero! ¡Si de verdad lo sentís, entonces dejadme lo que amo conmigo! ¡¿Qué más queréis de mí?! ¡¿Qué más queréis si no es mi sufrimiento descarado o mi eterna pena?! ¡No voy a dejar que os lo llevéis! ¡Él es mío! ¡Sangre de mi sangre! ¡Es todo cuanto amo y necesito! A su lado no hay luna llena que albergue frío y que apuñale mi alma y corazón... ¡Y aún así, después de todo lo que me habéis hecho, después de todo lo que os he entregado, volvéis a arrebatármelo todo! Incluso si antes ni siquiera poseía nada más que mi inocencia... Habéis vuelto a arrebatarme lo más valioso que...
— Miyeon — Sana la cargó en sus brazos pero la niña se retorció y trató de zafarse.
Taehyung se quedó anonadado, atónito y realmente confundido al oír las palabras que salieron de la boca de aquella niña. Jungkook tampoco podía creerlo. Tanta fue su impresión que perdió el conocimiento de nuevo y de no ser porque su hermano llegó tras oír los gritos y lo cargó en sus brazos, habría caído al suelo y se habría hecho daño.
Mientras Jungkook descansaba medicado y a la niña le suministraron un calmante, Taehyung seguía parado en la habitación recreando las palabras de Miyeon en su mente. Y cuando por fin volvió en sus sentidos, suspiró llevándose las manos a la cara.
— Así que me odias, Jungseok — sollozó —... Así que me odias...
⊰✽⊱
Aquella misma noche, mientras todos dormían, Miyeon se levantó de la cama y caminó en un estado de sonambulismo hasta la puerta que conducía al sótano. Allí se quedó parada durante unos minutos, como si observara hacia el interior.
— Ven, pequeña, te acompañaré de nuevo hasta tu habitación — susurró tomando su mano y conduciéndola suavemente hasta las escaleras.
Youngyi procuró que no se hiciera daño y la llevó a su habitación. Una vez allí, la arropó de nuevo en su cama y le dio un beso en la frente.
— Mamá... — susurró la niña y la detuvo cuando se estaba marchando. Youngyi se giró con sentimientos encontrados y la miró con la mano en el pecho — Te perdono, mamá.
Se acercó a ella recelosa. Si tuviera un corazón vivo, probablemente estaría muriendo debido a las emociones que sentía. Aunque Miyeon se quedó dormida nuevamente, Youngyi la tomó en sus brazos y la abrazó mientras lloraba.
— Hijo mío... — susurró antes de darle otro beso en la frente — Lo siento mucho...
El dolor de Youngyi no era comprable con el cielo ni con el océano o con el universo. Era más vasto. Era incluso más grande. La culpa la llevó a creer ciegamente que la niña era la reencarnación de su hijo, y quizás fuera cierto; quizás el llanto que soltó aquella noche mientras la veía dormir no fue en vano. Quizás su bueno e inocente Jungseok había vuelto a vivir y agradecía a Dios que está vez le tocara unos buenos padres.
No obstante, a menos que la niña soñara con su antigua vida, no podía hablar con su hijo. A menos que no tuviera destellos repentinos de su vida anterior cuando estaba despierta, Youngyi no podía dejar de pensar en todo el daño que le había hecho y Taehyung sabía que aquello estaba mal. Sabía que era perjudicial y que, quizás, la culpa la tenía esa casa abarrotada de tantos recuerdos. Buenos y malos recuerdos.
Cuando Miyeon logró tranquilizarse, al día siguiente, Taehyung se sentó al lado de ella en la cama y le sonrió con amabilidad. Miyeon estaba avergonzada pero también estaba triste. Experimentaba sentimientos desconocidos que no le gustaban.
— Siento haberme portado mal contigo, Taehyung — dijo apenada.
— Tranquila, princesa — acarició su pelo —. No estoy enfadado contigo. Nunca podrías hacer algo que pudiera enfadarme.
La niña apartó a Koya y abrazó a Taehyung. Mientras le abrazaba, lloraba.
— No quiero que mi papi se vaya... Tengo mucho miedo. Taehyung, por favor, no te lleves a mi papi lejos de mí.
— Lo sé, cariño — le dio palmadas en la espalda para tranquilizarla y consolarla —. Sé que te asusta estar sin él. Eres muy pequeña aún y lo necesitas en tu vida. Incluso si te vuelves mayor de la noche a la mañana, perder a tu madre o a tu padre es algo muy doloroso. Tan doloroso que a veces te cuesta hasta vivir.
Miyeon lo miró sorprendida porque no sabía que alguien podría entenderle. Taehyung también lloraba, pero ella no comprendía por qué, aunque secó sus lágrimas suavemente.
— De verdad que no quiero llevarme a tu padre. No quiero que se vaya de tu lado jamás... Pero es parte de estar vivo, princesa. Las cosas que ves a tu alrededor no son eternas. Las flores que florecen en primavera, mueren en invierno. La comida que se deja a la intemperie también lo hace. Y las personas se van, a veces cuando son muy mayores y otras demasiado pronto como tu padre.
— Pero... Mi papi...
— Tu padre está enfermo — le dijo y la niña se sumió en su llanto —. A veces las personas se ponen tan enfermas que no pueden curarse. Quizás después de mucho tiempo alguien sea capaz de curar su enfermedad, pero desafortunadamente ese momento no es ahora.
— El tío Namjoon dijo que le curaría...
— El señor Namjoon lo intentó — le dio un beso en la frente —. Créeme que lo intentó. Hizo todo lo que pudo, pero no siempre es suficiente. Tu padre no quiere irse, pero su cuerpo le ha traicionado, ¿comprendes lo que te digo?
Miyeon asintió y se secó las lágrimas.
— ¿Y qué voy a hacer cuando se vaya? ¿Y si tengo miedo en la noche? ¿Quién me cantará o me leerá cuentos? Quisiera irme con mi papi...
— Si tanto quieres a tu padre, Miyeon, entonces no se irá nunca — le tocó el pecho, justo donde latía su corazón —. Él estará aquí para siempre. Mientras vivas, él vivirá en tu corazón. Mientras exista alguien que le recuerde todos los días, no morirá... Así como yo tampoco he muerto durante todos estos años.
— Lo quiero mucho... — sollozó — Por eso no quiero que se vaya... No quiero que se vaya...
Debido al temor que sentía, aquella tarde Miyeon fue a ver a su padre. Jungkook había dormido durante todo el día, sufría tanto dolor que ya no podía fingir. A penas había abierto sus ojos cuando Miyeon se colocó a su lado.
Durmió durante dos horas más hasta que despertó durante el atardecer. Todo el mundo estaba reunido en su habitación y Namjoon estaba a su lado.
— Hola, campeón — le dijo con una sonrisa — ¿Cómo te sientes?
— Cansado... — susurró.
— Estamos todos aquí para...
— ¿Y Miyeon? ¿Dónde está mi hija? — fue lo primero que preguntó al recuperar un poco de conciencia.
— Estoy aquí, papi.
El corazón de Jungkook se relajó al oír su voz. A su lado estaba ella.
— Mi niña... acércate para que pueda... darte un beso...
Miyeon se acercó tímidamente y Jungkook le dio un beso en la mejilla.
— Ya nos hemos despedido varias veces, pero... Sigo sigo sin poder dejarte ir — le dijo Jenni, su hermana, que estaba sentada a su lado tomando su mano —. Me habría gustado haber pasado más tiempo contigo. Me habría gustado haber sido una mejor hermana para ti.
— Lo mismo decimos Bogum hyung y yo — dijo Haein secándose las lágrimas. Bogum no lloraba, pero se mantuvo en silencio.
— No lloréis por mí... Sé que no he sido alguien muy risueño, pero... En estos últimos años he sido feliz a vuestro lado.
— Sentimos mucho todo esto — volvió a decir Haein —. Jamás me perdonaré no haberte consolado antes, cuando llorabas cada vez que sufrías debido a nuestro padre.
— Eso ya es agua pasada... — contestó con una sonrisa.
Estuvieron conversando durante unos minutos más. Sana se despidió de él y Jungkook le deseó una buena vida al lado de un amor que la amara como se merecía. Deseó que sus hermanos fueran felices y no se entristecieran cuando se hubiera ido; les dijo que no había ni una gota de rencor en él por el pasado. Por último habló con Namjoon y le hizo prometer que cumpliría todos sus sueños y que se pondría en contacto con Jimin. Namjoon le juró que lo haría después de darle un beso en la frente y dejarlo a solas con Miyeon.
Taehyung había presenciado todo aquello, pero nadie se había percatado de su presencia a excepción de Jungkook, que al verle en un rincón de su habitación, sonrió como si ya estuviera listo para marcharse con él.
— Feliz cumpleaños, mi amor. — le dijo a su amado con una sonrisa.
Taehyung le devolvió el gesto pero se quedó en silencio. Más tarde, Jungkook suspiró y se dirigió a su hija.
— Miyeon-ah — llamó a su pequeña hija con las pocas fuerzas que le quedaban. La niña le miró con la mirada cristalizada, como si ya supiera lo que ocurriría a continuación —. No llores, mi hermoso cariño...
— Papi, por favor, no te vayas... Quédate conmigo para siempre — suplicó.
— No sabes cuánto deseo... quedarme a tu lado, mi amor... — le dio un beso en la frente — Eres el amor de mi vida. Eres mi felicidad entera. Me has salvado la vida tantas veces, mi princesa... Pero estoy muy agotado, cielo.
— Entonces duerme un poquito, ¿vale? Duerme y luego despierta — suplicó de nuevo.
Miyeon se acurrucó sobre su pecho y puso su oído sobre su corazón. Escuchar sus latidos le calmaba, le hacían saber que todavía estaba a su lado.
— Miyeon-ah... — la llamó de nuevo, pero la niña no le miró a los ojos. Lloraba en silencio y no quería que su padre se entristeciera al verla triste.
— ¿Uhm?
— Quiero que seas feliz, ¿vale, cariño? Quiero que siempre busques y hagas lo que creas que es mejor para ti. No dejes que nadie te haga sentir mal y lucha siempre por todo lo que amas — le decía mientras la acariciaba —, pero eso sí... Siempre escucha a Sana y a tus tíos, ¿sí? Ellos siempre querrán lo mejor para ti.
— Sí, papi...
— Tienes que seguir siendo una niña buena y amable... Tienes que ser amable con los demás siempre porque nunca sabes cuándo alguien está triste, ¿me lo prometes?
— Sí, papi...
— Sé que morir suena algo aterrador y de verdad lo es, sobre todo para quienes se quedan atrás. Vas a echarme de menos muchas veces, pero te prometo que yo nunca te dejaré sola. Te quise antes de que vinieras y te querré incluso después de irme.
— Sí... papi...
— Cuando me vaya, sé que te enfadarás conmigo y está bien, no reprimas tus sentimientos. Llora todo lo que desees, grita si es necesario y duerme para olvidar el dolor si es lo que quieres, pero... No te quedes de esa manera para siempre, prométemelo, cariño.
— Te lo prometo.
— Ahora no lo comprenderás, pero cuando seas mayor entenderás que, a pesar de que me duela el cuerpo por esta enfermedad, no me duele el corazón ni tampoco el alma. Me voy en paz, un poco triste porque no estaré contigo en tu primer día de escuela, ni de colegio o instituto, tampoco podré estar en tus actuaciones o cuando vayas a la universidad y conozcas a alguien especial que te haga sentir especial y te cases con él... o ella.
— Papi... ¿y qué hago si te echo de menos?
— Mira al cielo, cariño. La estrella más brillante del cielo seré yo y te estaré cuidando siempre.
— Cuando veas a mami en el Cielo, ¿le dirás que soy una niña buena?
Jungkook no contestó.
— Te quiero mucho, papi — levantó la mirada para verle — ¡Te amo, papi! Me portaré bien y seré una niña buena. ¡Te lo prometo!
En el rostro de su padre se dibujaba una sonrisa. Era cálida y su semblante no expresaba ningún dolor.
El silencio que se hizo en la habitación no fue doloroso o inquietante. Miyeon comprendió lo que le había sucedido a su amado padre, y lejos de llorar como habría imaginado, volvió a bajar la mirada para oír sus latidos, pero su corazón se había detenido.
— Estás cansado, ¿verdad? — murmuró — Es mejor dormir un poquito, ¿uhm? Sí, eso es, papi... Vamos a dormir un poquito... Mañana todo será mejor. Mañana todo estará bien.
El silencio de su pecho supuso algo aterrador, pero Miyeon apretó los ojos para liberarse de las lágrimas y el dolor mientras tenía el dedo en la boca y sollozaba muy bajito para no despertar a su padre... Aun sabiendo que ya no volvería a despertar.
Taehyung se acercó a él para darle un beso en los labios y susurró: — Descansa, mi amor.
Y Jungkook no despertó jamás. Se durmió para siempre.
⊰✽⊱
31 de diciembre de 1974.
Al día siguiente, Jungkook despertó.
Oyó el sonido de los pájaros y vio que uno se posó en su ventana. Sonrió al verle sintiendo que ya había vivido aquello una vez, pero no recordaba cuándo.
El dolor había desaparecido, aunque su cuerpo se sentía diferente. Cuando se levantó de la cama y se vio a sí mismo en el espejo, se dio cuenta de que había rejuvenecido; quizás su cuerpo había retrocedido unos veinte años.
De la misma forma que a Youngyi le había pasado, el alma de Jungkook tomó la forma del momento de su vida en el cual más feliz había sido. Y ese había sido cuando conoció a Taehyung.
Volvía a ser feliz. Tan radiante. Se sentía libre, pero no vio a Taehyung por ninguna parte, sin embargo, notó que había un pasillo oscuro del que emitía una luz casi cegadora que llamaba su nombre.
— Buenos días, bello durmiente.
Cuando escuchó su voz, se giró rápidamente. Taehyung se encontraba recostado por el marco de la puerta, observándolo con amor.
— Maestro... — susurró antes de correr hacia él y abrazarlo.
En ese momento, el contacto que tuvieron se volvió diferente. Era más cálido e íntimo. Taehyung besó sus labios tan rápido como tuvo su rostro entre sus manos. El joven no se resistió y correspondió el afecto que le entregaba su amado.
Le miró como si fuera un milagro. El mayor tesoro de su existencia y acarició su rostro con delicadeza. Jungkook le miraba como la primera vez, de hecho, su amor se sentía como la primera vez, a excepción de que ya no había cicatrices y estaba a gusto con la vida que había vivido en los últimos años.
— ¿Se han ido ya?
— A primera hora, como les pediste.
— Bien... — sonrió y le abrazó de nuevo — Entonces, tú y yo también podremos marcharnos, mi amor. Creo que por fin estoy viendo la luz.
— ¿Ves... la luz?
Taehyung miró hacia todas partes, pero no halló nada diferente.
— ¿Dónde? — le preguntó ocultando su desconcierto.
— Allí — apuntó hacia el túnel junto al espejo.
— ¡Dios! — Taehyung se separó de Jungkook de repente y retrocedió al sorprenderse. Había visto la silueta de una mujer que desconocía detrás de él, pero había sido tan fugaz que no pudo verla bien.
— ¿Qué ocurre?
— He visto a alguien detrás de ti.
— ¿Detrás de...? — se giró pero no vio a nadie — Será un fantasma — bromeó.
A Taehyung le hizo gracia, aunque la sonrisa se le borró de inmediato sin que Jungkook se diera cuenta.
— Aún no puedo cruzar la luz — le dijo —. Quiero pasar un poco más de tiempo con Youngyi, ¿te importaría esperarme unos días?
— Por supuesto que no — besó sus labios —. He esperado este momento toda mi vida, puedo esperarte toda mi muerte si así lo deseas también.
— Te amo — le devolvió el beso —. Vamos al jardín, ¿te apetece?
— Contigo me apetece ir a cualquier sitio — se apoyó en su hombro y salió de la habitación.
Taehyung se giró nuevamente y en el reflejo del espejo, vio de nuevo a esa mujer. Su rostro le era familiar, pero no sabía dónde la había visto antes.
Pero eso no le preocupaba. Le preocupaba no ver la luz como Jungkook. Le preocupaba que, después de todo, no pudiera marcharse con él como deseaba.
⊰✽⊱
Dos semana después.
Tras el funeral y el entierro, Sana volvió a la casa de Seúl con Miyeon.
Durante los primeros días, la niña no había dejado de llorar y de llamar a su padre cada vez que tenía una pesadilla. En su lugar, Sana acudía a su llamado y Miyeon recordaba que su padre nunca más volvería a socorrerla. Entonces, se desahogaba en los brazos de la muchacha hasta quedarse dormida nuevamente.
Después de la primera semana sin su padre, Miyeon le buscaba en el cielo nocturno y se desesperaba cuando estaba nublado y se sentía desamparada otra vez. Diez días después, Miyeon consiguió dormir sola nuevamente con ayuda de una fotografía de Jungkook que encontró en las cajas.
Dos semanas después, Sana y ella acudieron a la casa de un desconocido. Namjoon dijo que las acompañaría pero un gran imprevisto no dejó que fuera con ellas, pues Haein, el hermano de Jungkook, sufrió un coma etílico debido a su pérdida.
Sana dio palmadas frente a la puerta al no encontrar ningún timbre. Unos minutos después, un apuesto hombre les abrió, pero Miyeon se fijó en que solamente tenía un brazo.
— ¿Sí? — preguntó.
— ¿Es usted Park Jimin? — Sana cuestionó.
— Sí, soy yo.
Entonces, la muchacha se inclinó con respeto hacia él y pronunció el nombre que Jimin jamás creyó volver a oír: — Un gusto conocerle, soy Sana... la exesposa de Jeon Jungkook — luego atrajo a Miyeon hacia adelante — y ella es Jeon Miyeon, su hija.
Jimin suspiró pesadamente. Sus ojos se cubrieron de lágrimas rápidamente y sonrió con dificultad.
— Oh... Esto es... Esto es una sorpresa — se mordió el labio inferior —. No sabía que se había casado ni que había sido padre... Bueno, no sabía que había regresado a casa.
Observó a Miyeon con detenimiento y pensó que ella tenía sus ojos.
— ¡Oh, dios mío! ¡Qué modales los míos! Por favor... Pasad, pasad — las invitó a pasar y las chicas ingresaron a la vivienda. Sana se detuvo observando a Jimin, que no dejaba de mirar hacia todas las direcciones en la calle — ¿Jungkook vendrá? Así dejaré la puerta abierta...
— Jungkook falleció.
Jimin se quedó petrificado al oír la noticia. Le costó asimilarla durante un minuto, o quizás más, y después miró a la muchacha como si hubiera dicho la cosa más desesperanzadora del universo.
— ¿Qué?
— Falleció hace dos semanas. Lo siento mucho.
— No... — murmuró con el llanto subiendo por su garganta — Yo lo siento... — sintió que le faltaba el aire. Namjoon le dijo, hace ya un tiempo, que había superado el cáncer, sin embargo, después de aquello no volvió a saber de él por elección propia — No debía dejarle solo en la cafetería ese día... No debí, no debí, no debí...
Al verlo llorar, Miyeon perdió la timidez y se acercó a él. Cualquiera que llorara por su padre merecía su abrazo, por eso lo abrazó y ese gesto rompió a Jimin más de lo debido.
Lloró durante unos minutos y cuando logró calmarse, Sana le entregó la carta que Jungkook le había escrito antes de morir.
— Si quiere leerla ahora, daremos una vuelta por el barrio. No es la única cosa que le ha dejado el padre de Miyeon — le explicó aprentando su hombro con delicadeza para que supiera que comprendía su dolor.
Antes de salir con Miyeon, la niña se giró a verlo y le dedicó una sonrisa. Jimin le devolvió el gesto y después se sentó en uno de los escalones y abrió el sobre.
17 de diciembre de 1974.
Querido Jimin;
Ha pasado mucho tiempo desde que te he escrito la última carta cuando estábamos sirviendo en Vietnam.
Sé que probablemente estás enfadado conmigo y no quieras saber de mí. Ni siquiera sé si llegarás a leer esta carta, pero te la escribo de todas maneras aunque la quemes sin sacarla del sobre. Pero te conozco y sé que no la quemarás antes de leerla.
Quiero pedirte perdón por todo cuanto te hice. Quiero pedirte perdón por el sufrimiento que te he hecho pasar justo antes de marcharme y después de conocer tus sentimientos hacia mí. Lamento haberte abandonado, en ese momento todo lo que sabía hacer, era abandonar. Abandonarte a ti y a mí mismo.
Si estás leyendo esto es porque he muerto. Pero creo en la vida después de la muerte, por eso quiero saber si has estado bien; si eres feliz con tus hijos y con tu madre; si has podido conciliar el sueño tras todo lo ocurrido en el servicio. Me pregunto si te has vuelto a enamorar de alguien que te ame como te mereces. Quisiera saber si todavía me recuerdas y cuánto rencor me guardas, pues prometo compensártelo en la siguiente vida.
Perdóname si no te he amado de vuelta como anhelabas. Ni siquiera podía amarme yo y estaba obsesionado con Min Yoongi. Buscaba la atención y el amor de una persona que me abandonó por la misma razón que yo te dejé a ti: el miedo. Yoongi tenía miedo de hacerme daño y yo tuve miedo de dañarte a ti. Temía que solo estuvieras conmigo por lástima, temía que mis cambios de humor te hirieran y que fuera un daño irreparable, pero ahora me arrepiento más de no haberme arriesgado y haberte dejado ir durante tanto tiempo. Debí arriesgarme y no actuar como si no te conociera porque sabía que me apoyarías en todo el proceso de la enfermedad sin rechistar como lo hizo Namjoon.
Mentiría si te dijera que no he intentado revertir mi error y buscarte. Te busqué durante mucho tiempo después de volver a Corea y te vi en el parque de las flores de loto con tu familia, sin embargo, estaba tan traumatizado debido a la guerra y a la muerte de la madre de mi hija que no pude acercarme a ti. Que me vieras en ese estado se había convertido en otro miedo. No quería que pensaras que me había convertido en un hombre lleno de terror que se pusiera a llorar y gritar el nombre de su examante cada vez que oyera sonidos similares a los disparos de un arma.
He pensado en ti durante todo este tiempo. Me atrevería a ser egoísta y desear que tú también lo hubieras hecho. He pensado en tus sentimientos; en aquella confesión que me hiciste hace seis años y llegué a la conclusión de que, si me hubiera quedado contigo, los sentimientos que tenía por ti habrían florecido como lo hace una flor en primavera... Y lo siento... Lo siento tanto. Siento no poder habernos dado una oportunidad. Siento haber sido un cobarde y huir. Pero tampoco puedo decir que me arrepiento de la vida que llevé los últimos años de mi vida porque tuve a Miyeon, mi pequeña. Esa niña me salvó de todas las formas en la que alguien puede salvar a otra persona. Sé que comprenderás lo que quiero decir porque también eres padre y estabas dispuesto a morir en la guerra por tus hijos.
Como últimas peticiones, quiero pedirte que aceptes el dinero que voy a entregarte. Quiero que saques adelante a tus hijos y les des lo mejor. Te debo mi vida. Te debo la felicidad que Miyeon me ha dado, ¿sabes por qué? Porque aquella mañana, después de la emboscada, creí que habías muerto e iba a irme contigo sin dudar... Durante un tiempo creí que el punto quiebre había sido perder a Yoongi. Creí que no podría seguir adelante sin él y por eso cogí el rifle (o la escopeta, ni siquiera me acuerdo) y me metí el cañón a la boca para apretar el gatillo y acabar con todo, sin embargo, lo que me llevó a eso fue oír por un cadete que habías muerto y que tu cadáver estaba en otra parte del campo. Ni siquiera me atreví a cerciorarme de que fueras tú porque no quería aceptar que había perdido a mi mejor amigo, por eso decidí morir antes de enfrentarme a la verdad... Entonces escuché tu voz buscándome y solté el arma y corrí detrás de ti. No te dije lo que pensaba sobre ese beso que me diste, solamente tuve miedo de perderte también si llegabas a amarme, por eso te solté todo aquello aquel día y después huí... Por eso quiero que aceptes esto que te doy, para que tengas una vida mejor. Por favor, utilízalo y si quieres, mantén el contacto con mi Miyeon y cuéntale historias de su padre, te lo ruego. No quiero que me olvide.
Lo otro que quiero pedirte, es que desentierres el cuerpo de Yoongi y lo entierres conmigo en mi mausoleo. Yoongi no merece descansar en una tierra tan hostil. Seguramente estará encantado de saber que no le has olvidado. Por favor, traelo a casa.
Es todo cuanto te pido.
Te quiero, Park Jimin.
Moriré queriéndote.
Por favor, vive una larga vida y vuelve a mí en la siguiente corriendo para darme otro beso. Te entregaré mi corazón entonces. Te lo prometo.
Atentamente,
Jeon Jungkook.
Cuando Jimin concluyó su lectura, arrugó el papel y empezó a llorar, aún más fuerte que antes. Recordó a su amigo y revivió sus sentimientos por él.
— Tonto... — murmuró — Jamás podría enfadarme contigo si sigo enamorado de ti... — se secó las lágrimas rápidamente — Maldita sea... Debí haberme quedado contigo. Joder. Eres tan terco. Mi amor por ti jamás cambiará, sin embargo, no creo poder perdonarte... — miró hacia el cielo con una sonrisa dolorosa — el hecho de que me privaras de pasar los últimos momentos al lado de la persona que amaba.
⊰✽⊱
Los días pasaron también para Taehyung y Jungkook, sin embargo, de una manera distinta de los vivos que vivían sus vidas ajenos a su amor.
Como le había pedido a Sana que quería que se fueran lo más rápido posible de la casa cuando muriera, la muchacha no pudo llevarse muchas de las cosas que seguían allí. El tocadiscos, por ejemplo, y toda la colección de Jungkook, seguía allí. También seguían sus materiales de pintura en el taller.
Las dos semanas después de su muerte, Jungkook pasó su existencia al lado de Taehyung como siempre la había imaginado. No sentía dolor. No extrañaba estar vivo, aunque echaba de menos a Miyeon todo el tiempo, aquello no le entristecía porque la compañía de Taehyung llenaba cualquier hueco que había en su alma. Sentía como si volviera ser el mismo adolescente que se enamoró de él por primera vez.
Bailaban canciones lentas en la sala, se dibujaban retratos el uno al otro y contemplaban en atardecer antes de hacer el amor en sus camas.
Las pesadillas de Taehyung también desaparecieron porque sabía que podría llamar el nombre de Jungkook cada vez que quisiera y él estaría a su lado.
En los pocos días que pasaron juntos como siempre habían querido, Taehyung adoraba mirar el rostro de su amante y contemplar su belleza. Le sonreía, a él y la juventud eterna que compartían los dos, y luego besaba sus labios como gesto del amor verdadero que le brindaba.
Le sentía. Le sentía tanto. Y Jungkook le sentía a él.
Aun si ya no tenían corazones, sus almas seguían enamoradas.
Jungkook le habló sobre Yoongi, Jimin, Seokjin y Hoseok. También le habló de Namjoon y de Sana. Conversaron sobre sus hermanos, sus sobrinos y junto a Youngyi trajeron de nuevo el tema de Jungseok, aunque hablar de su padre, a Jungkook ya no le causaba tristeza y Taehyung sintió que recordar a su primer amor había dejado de dolerle.
Aun después de todo el dolor que sintieron en vida, los tres formaron un lazo tan fuerte que los convirtió en familia. Youngyi pudo recuperar un poco de Jungseok cuando veía a su nieto y Taehyung se sintió libre de amar a un amor sin esconderse.
Sin embargo, por muy preciosa que se hubiera vuelto la fría muerte, no todo podía ser perfecto.
Taehyung seguía viendo la silueta de aquella mujer. Siempre estaba detrás de Jungkook, parecía seguirle a donde quiera que fuera. Conocía su rostro, pero no podía saber de quién se trataba.
Aunque lo averiguó aquel quince de febrero, cuando Jungkook le preguntó cuándo cruzarían la luz. Taehyung no le había dicho la verdad para ese entonces; no le confesó que él no podía verla.
Aquella vez, vio el rostro de aquella mujer a la perfección y la reconoció.
Jungkook yacía en el jardín y Taehyung en la habitación. Parecía que Jungkook no se daba cuenta de que aquella mujer siempre estaba detrás, al lado o delante de él, aunque la observara detenidamente durante varios minutos.
Suspiró angustiado, aunque cuando se giró, la mujer apareció detrás de él. Taehyung dio un paso atrás debido al susto.
— Usted... — susurró — Usted debe ser ella... ¿No? Usted debe ser Liên.
— Y usted es Taehyung.
Su voz le pareció que era celestial; que resonaba en la habitación con un eco especial.
— ¿Me conoce?
— No, pero he tenido el placer de conocerlo mientras le observaba — respondió con una sonrisa —. Sabía que Jungkook amaba a otra persona, pero no sabía que fuera un hombre...
Taehyung trató de decir algo, pero no sabía el qué.
— Gracias por cuidar de él y de mi hija.
— Yo...
— Estoy feliz de que Jungkook haya podido reencontrarse con usted. Yo no podría haberle hecho tan feliz, estoy infinitamente agradecida por el amor y la protección que le ha brindado.
— No diga eso — se acercó a ella —. Jungkook ha sido feliz con usted. Sé que lo ha sido más de lo que fue conmigo cuando estaba vivo. Yo no puedo ofrecerle mi cuerpo ni mi corazón, solamente mi alma... Y me habría gustado ofrecerle toda esencia mía.
Liên no contestó, simplemente le sonrió. Taehyung la observó y se dio cuenta de que lucía diferente a los demás espectros; también pensó que le parecía extraño no haberse percatado de ella antes o haberla sentido.
— Por cierto... ¿Cómo es que no le he visto antes? He conocido a cada uno de los espectros que estaban detrás de él, pero usted...
— Yo no estaba en ese momento. He llegado recientemente.
— ¿Cómo?
— Jungkook aún no puede verme, pero lo hará cuando cruce la luz.
— Ya veo... — se volteó de nuevo para mirarlo a través de la ventana — Así que usted es la luz que tanto observa cuando me pregunta cuándo la cruzaremos... Si usted es su luz, entonces, ¿quién es la mía? Está claro que usted no está aquí por los tres.
— Yo simplemente he escogido esperarlo en el otro lado.
— Comprendo... — murmuró bajando la mirada — Entonces Jungseok no ha elegido esperarme en el otro lado. Quizás por eso yo no tengo luz.
Al voltearse, la muchacha había desaparecido y con ella, por primera vez, la eternidad al lado de Jungkook. Sabía por qué se le había aparecido y por qué había interactuado con él.
Tenía que dejarle ir. Ya era el momento.
⊰✽⊱
Después de apreciar el último atardecer, Jungkook le dio un beso apasionado que Taehyung correspondió y durante el beso, sintió sus lágrimas, por lo que se separó y le miró preocupado.
— ¿Qué ocurre, mi amor? — le preguntó sacándolas.
— Tengo... que decirte una cosa...
Jungkook asintió esperando que se la dijera, pero Taehyung no podía armarse de valor y soltar su mano. En lo que tardó de hacer de tripas corazón, el joven desvió su vista hacia la preciosa luz que seguía llamando su nombre de manera tan cautivadora.
Taehyung se dio cuenta de que estaba observando hacia un punto fijo, como si estuviera hipnotizado, así que volteó pero no vio nada.
— ¿Qué ves?
— La luz... — susurró — Es tan preciosa, ¿la ves también? — tomó su mano y lo encaminó hacia el espejo — Es el momento de cruzar.
— No puedo...
— ¿Por qué no? Ya nos hemos despedido de Youngyi y de Miyeon. Ya no hay nada que nos retenga aquí, mi amor.
— Jungkook, yo... no puedo ver la luz.
Finalmente, confesó.
Su sonrisa desapareció lentamente, mientras se giraba para verlo a los ojos y suplicarle que aquello fuera una broma.
— Perdóname.
— ¿Pero qué dices? — se sintió desesperado.
— No puedo ir contigo, mi amor... Lo siento mucho. Lo siento de verdad.
— P-pero... Si me dijiste que podías verla y... que debíamos quedarnos un poco más para despedirnos de mi abuela... Me dijiste que después podíamos irnos.
— Lo siento mucho — sollozó y se apartó de Jungkook.
— No, no, no... No me hagas esto — Jungkook le tomó de los brazos y lo giró cuidadosamente para verlo —. No quiero irme sin ti.
— Pero debes hacerlo. Tu sitio no es aquí.
— ¡El tuyo tampoco!
— Perdóname...
— Deja de pedirme perdón. No me iré sin ti. No voy a cruzar esa luz sin ti.
— No puedo permitir que sufras todo lo que yo he sufrido. ¡No tienes idea de lo que significa existir década tras década en esta prisión!
— Quizás no, pero sí sé lo que es vivir sin ti. He estado al menos veinte años alejado de tu lado... ¡Sé por mi padre lo que supone perderte para siempre! Y yo no soy él. Yo no pienso perderte — le abrazó con fuerza, pero Taehyung ni siquiera podía corresponderle el gesto.
— Cuando cruces, no me recordarás. No tienes que preocuparte por extrañarme... Yo... Yo te esperaré siempre.
Jungkook negaba con la cabeza mientras lloraba y lo abrazaba.
— Déjame aquí.
— ¡No quiero!
— Por favor... No me lo pongas más difícil. No quiero dejarte ir — lo apartó tras un forcejeo, pero Jungkook siguió intentando abrazarlo desesperadamente —. No quiero quedarme solo ni existir sin ti... Pero te amo y quiero que tengas la oportunidad de vivir como te mereces.
— No... No me importa — siguió luchando —. Déjame abrazarte... Te lo suplico.
Taehyung le permitió abrazarle y Jungkook se lanzó sobre él. Le besó en los labios y en las mejillas desesperadamente y se aferró a su cuerpo. Le pidió que no le dejara una y otra vez.
— Jungkook, amor mío, por favor... Debes comprenderme — volvió a separarlo de su cuerpo para mirarlo a los ojos —. Hago esto porque te amo. Te dejo ir porque te amo.
— Me alejas de ti... ¡¿Cómo puedes hacerme algo así y luego decir que es por amor?! ¡Taehyung, por favor...!
— Tú me hiciste lo mismo.
Le soltó, pero lejos de volver a abrazarlo, Jungkook meditó sus palabras y recordó el pasado.
— Cuando te fuiste aquella vez, cuando me dejaste aquí para enlistarte en el ejército... Yo supe que lo hiciste con la esperanza de que yo cruzara la luz, ¿verdad?
Jungkook asintió.
— Pero te fuiste sin saber que yo no podía verla. Ni siquiera podía abandonar esta casa — tomó su rostro delicadamente —. Sé que no quisiste dejarme, pero tú tenías que seguir con tu vida. Y yo lo entiendo ahora... Y espero que tú puedas...
— Entonces era diferente — sollozó —. Pensaba que no me amabas. Creía que seguías enamorado de mi padre y le recordabas cada vez que me veías. Te dejé ir porque este no era tu sitio, pero ahora sé que me amas a mí, ¡a mí! ¡Por favor, no renuncies a mí!
— Jungkook... Te amo, pero no eres mío.
— ¡He renunciado a Yoongi, a Jimin y a mí propia hija para estar a tu lado! ¡Claro que soy tuyo! Por favor, por favor, por favor... — cayó al suelo de rodillas y le suplicó — Déjame estar a tu lado para siempre. Olvidemos esta plática y continuemos juntos.
Taehyung levantó la mirada y vio a Liên, después volvió a mirar a Jungkook y suspiró arrodillándose también y tomando su rostro entre sus manos.
— Está bien... — susurró. Jungkook sonrió y le miró con esperanza — Quedémonos juntos para siempre.
Aquella última noche, a pesar de que Jungkook no tenía cuerpo, le entregó el tacto de su alma al hombre que amaba.
Besó sus labios de una manera tan ardientemente y apasionada. Taehyung correspondió el vaivén de su lengua y le besó con la misma intensidad, luego se dejó besar el cuello, el pecho y los hombros. Jungkook le quitó las prendas superiores desesperado por abrazar su espalda desnuda, pero Taehyung hizo lo mismo y lo desvistió.
El artista cargó a su inspiración y lo condujo hacia la cama, donde reposó su cuerpo y besó y lamió su pecho y su abdomen desnudo como si la existencia se fuera en ello. El joven Jungkook gimoteó un par de veces al enterrar sus dedos en la cabellera de su amado, después, Kim Taehyung atacó nuevamente su boca; besó sus labios y mordió su belfo. Jungkook arqueó la espalda y el poeta pudo sostenerlo y abrazarlo con ímpetu mientras saboreaba su piel.
Taehyung llevó a su amante hacia la máxima y apasionada excitación. Hizo que clamara su nombre entre sus entrecortados suspiros y le hizo sentir con vida nuevamente; pero con una vida que jamás había vivido. El suave y húmedo contacto de su lengua sobre sus pezones; la caricia de su lengua a la suya y el paseo de sus manos sobre su intimidad. Taehyung le desnudó el cuerpo y el alma aquella noche. Le hizo encender sus mejillas de ardor. Se introdujo dentro de él y lo embistió hasta robarse su aliento. Taehyung le hizo el amor a Jungkook.
Taehyung le dejó aferrarse a su espalda; le dejó enterrar sus uñas en su piel y dejó que devorara su boca cuanto quisiera. Taehyung aspiró su aroma y lo guardó como el recuerdo más hermoso, de la misma manera, contempló su rostro agitado y sonrojado que le brindaba la claridad de la luna. La calidez de su piel le instó besar su corazón y condenar a su alma a amarlo eternamente.
Deseó que aquella velada jamás terminara. Que Jungkook siguiera debajo o encima de su cuerpo; que su alma siguiera cerca de la suya y su corazón le brindara calor para siempre. Si pudiera detener el tiempo, lo habría hecho en ese momento.
Y deseó... De verdad deseó... Deseó ser egoísta. Deseó sentirse un mal hombre y un mal amante y no permitir que se fuera al otro lado sin él. Pero su amor por su amado, su hombre, su esencia, su existencia, su vida, su novio, y su anhelado marido era más fuerte que cualquier deseo propio.
Si estuviera vivo y tuviera que demostrarle cuánto lo amaba, se desangraría allí mismo, delante de él. Si tuviera que entregarle su corazón, se lo arrancaría del pecho y se lo daría aún latiendo con la sangre escurriéndole por los dedos. Si tuviera que morir para probar que haría cualquier cosa por él, lo haría sin pensarlo dos veces... Porque Jungkook tenía esa clase de poder sobre él. Porque Jungkook era lo más hermoso que había encontrado en su existencia y solamente deseaba que estuviera bien... Y bien significaba dejarlo marchar. Que estuviera bien significaba no condenarlo a su sufrimiento de casi un siglo que se sentía mil años.
Por eso, aunque los fantasmas no tenían necesidad de dormir, cuando Jungkook cerró los ojos creyendo que Taehyung se había quedado dormido a su lado, el joven artista se levantó de la cama, se vistió y se acercó al rostro de su amado cuya piel se pintaba con los cálidos colores del amanecer. Quiso tocarlo, pero sabía que si lo hacía, se fallaría a sí mismo y se quedaría a su lado, por lo tanto, retiró la mano, sonrió con dolor y le dijo susurrando para no despertarle:
— Lo siento... Ahora soy yo quien no cumplirá su promesa. Te amo, mi amor. Prometo buscarte cuando todo este sufrimiento haya terminado para mí... Si tu cabeza y tu corazón me olvidan, no te preocupes, nuestras almas hicieron el amor anoche. Mi alma no olvidará a la tuya jamás. Mi alma te esperará eternamente, porque eres tú la única persona con la que querré estar hasta el final del universo. Eres tú el único hombre y el único amor del que querré enamorarme... — Sollozó. Ni siquiera pudo continuar. Estuvo unos minutos callándose su dolor, hasta que finalmente le dedicó sus últimas palabras — Mi querido Jungkook. Mi amado Jungkook. Eres la esencia de mi existencia. Mi verdadero amor... Volvamos a vernos en el futuro. Hasta pronto, mi buen amor.
⊰✽⊱
16 de enero de 1975.
Jungkook despertó con los cálidos rayos de sol del amanecer. Un ave volvió a posarse en el alféizar de su ventana a cantar.
Se incorporó con una sonrisa y observó hacia su lado buscando a Taehyung, pero no lo encontró.
— ¿Taehyung?
Recogió su ropa y se vistió oyendo un silencio extraño y sintiendo una soledad insólita.
— ¡Taehyung! Amor mío, ¿dónde estás? — preguntó en un tono juguetón y con una sonrisa, sin embargo, no obtuvo respuesta.
Salió para buscarlo, pero no lo halló en el pasillo, por lo que volvió a la habitación. El gorrión que estaba en su ventana se había metido y estaba parado sobre un papel que estaba sobre el tocador. Cuando Jungkook se acercó, el ave voló hacia el exterior nuevamente.
Tomó la nota y leyó:
Perdóname por haber hecho que me amaras. Sé que yo soy el problema, así que me voy. Me esconderé de ti como el cobarde que soy, que siempre he sido; contigo, con tu padre y con mi madre.
No pude salvarla de su suicidio y no pude rescatar a tu padre de su terrible vida, pero pienso salvarte a ti de la muerte.
No me busques. No me llames. No apareceré ante ti, ni acudiré a ti.
Si quieres odiarme por esto, ódiame y cruza la luz en venganza. Déjame atrás y descansa en paz o vuelve a vivir una vida plena y feliz.
Adiós, Jeon Jungkook.
— No... — arrugó el papel — ¡No, no, no! ¡No puedes hacerme esto, Kim Taehyung! — salió de la habitación y lo buscó. Gritó su nombre varias veces y abrió cada una de las puertas, incluso salió al jardín y estuvo buscándolo hasta que la noche cayó.
Pero no lo encontró y jamás lo hizo. Taehyung había desaparecido para siempre.
Jungkook no quiso aceptarlo. Arrodillado frente al piano, llorando como un condenado, maldijo su nombre y se golpeó el pecho, aunque pese a sus maldiciones, repetía incansablemente cuánto lo amaba y lo necesitaba. Le pedía que se apiadara de él y volviera a aparecer. Le pedía que no lo desamparara, pero jamás volvió a oír su voz. Gritó tan fuerte debido al dolor que las luces explotaron y también lo hicieron los cristales que había a su alrededor.
Youngyi se arrodilló a su lado y lo abrazó esperando consolarlo. Sin embargo, el contacto con su abuela le hizo llorar más. También se abrazó a ella y se desahogó.
— ¿Por qué me ha hecho esto, abuela? — sollozó — ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
— Oh, mi niño... Lo siento tanto...
Desde entonces, Jungkook comprendió lo que se sentía estar muerto de verdad. Aprendió a dejar de sentir los días y el tiempo y se sumió en su lecho, donde permaneció como un cadáver tanto, tanto tiempo... que ni siquiera se dio cuenta de que el castillo encantado se vio engullido por la maleza y los helechos, y el cementerio se vio oculto por las hierbas altas y el descuidado jardín... Hasta que un día, despertó.
"Jungkook..."
Desvió su vista hacia donde provenía la voz y se encontró con la luz, que brillaba con más intensidad que antes.
Se incorporó sobre la cama y se dio cuenta de la cantidad de polvo que había sobre el piso y su sábana.
"Jungkook..."
La voz provenía desde el interior de la luz.
— Taehyung-ah... La luz está volviendo a llamarme — murmuró — ¿Debería irme?
No tuvo respuesta.
— ¡Taehyung! — gritó — ¡Voy a irme! ¡De verdad me iré esta vez! — se volteó esperando que apareciera, pero no lo hizo — ¡¿De verdad vas a dejar que me vaya sin más?! ¡Taehyung, por favor!
"Jungkook"
— Joder... Por favor, solo ven y despídete de mí.
Sintió que alguien le tocó el hombro. Se sobresaltó, pero cuando giró para comprobar, con la esperanza de que fuera Taehyung, lo único que vio, fue el brillo intenso de la luz que le hipnotizaba y le transmitía paz.
Una figura delgada y femenina le tendió la mano. Jungkook no dudó en tomarla y tan pronto como la sintió, vio el rostro de Liên al otro lado.
Suspiró aliviado.
— ¿Me has estado esperando? — susurró entre lágrimas.
— Te dije que estaría contigo, ¿no te acuerdas? Siento mucho haber tardado en cruzar esa calle... — lo abrazó mientras la luz engullía su cuerpo — Pero ya estoy aquí.
Jungkook presionó los ojos y la abrazó con fuerza. Después, lloró en sus brazos... Y, finalmente, se fue.
El silencio de aquella mansión se sintió desoladora. Aterradora. Desgarradora. Youngyi sollozó tras dejar de sentir la presencia de su nieto.
— Se ha ido... — murmuró — Él también se ha ido.
Taehyung la abrazó por detrás.
— Volvemos a ser tú y yo, Youngyi.
— ¿Dónde has estado todos estos años? ¿También te has escondido de mí?
— Lo siento...
Taehyung ni siquiera pudo mirarla a los ojos cuando ella se volteó a verlo.
— ¿Era lo correcto, verdad? — le preguntó conteniendo su llanto. Youngyi lo abrazó y Taehyung observó el exterior a través de la ventana, viendo cómo todo se volvía a cubrir de niebla — Era lo correcto, lo era... — sollozó — Pero si lo era, ¿por qué me duele demasiado?
Taehyung se quedó atrás nuevamente, como la víctima de un hechizo cruel y poderoso. Se quedó atrapado en aquel castillo encantado como un joven embrujado.
Ni siquiera el beso de su amado, su verdadero amor, pudo quebrantar el hechizo que el brujo le puso aquella noche de luna llena que acabó con su vida.
Finalmente, el camino de Jungkook ha acabado pero no el de Taehyung, quien todavía no puede ver la luz. El dolor su muerte ha resultado ser más traumático de lo que pensaba. ¿Qué creéis que pasará en el futuro?
Ya solamente quedan 2 capítulos 💖 (o 3 si decido dividir uno de ellos para que no resulte tan largo).
Sé que seguramente tendréis preguntas, así que podéis preguntarme todo lo que queráis acerca de la historia hasta este punto.
Gracias por leer EUVUAH. 🩷✨️
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