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11. Érase una vez, un príncipe maldito.

Nota: estábamos iniciando este arco cuando me borraron la historia. Si no queréis leer todo de nuevo, os recomiendo que saltéis a la última parte, hacia el final del capítulo. Las primeras palabras estarán resaltadas en negrita y mayúscula para que podáis situaros.

PARTE IV.
 


Érase una vez, un príncipe maldito. Un príncipe al que habían hechizado con un conjuro terrible que destruyó su alma y también su corazón. A pesar de buscar la salvación en varios amores, tratando de encontrar un beso de verdadero amor que le ayudase a despertar de su pesadilla, se dio cuenta de que jamás podría despertar porque su corazón estaba oculto en el fondo del mar, resguardado en un cofre cuya llave antaño se perdió y la flora y la fauna marina enterró.

El príncipe decidió caminar dormido sobre el mundo entonces; arrastrando los pies como un fantasma o como un cadáver viviente con un hueco en el pecho y los ojos cubiertos, para que nunca más pudiera desear ser feliz; pues siempre que lo intentaba, lo perdía todo y estaba cansado de perderse a sí mismo.

Sin embargo, a pesar de que el camino era oscuro y el príncipe no llevaba una lámpara consigo, una vez, una pequeña luciérnaga llegó a su lado y decidió recorrer el sendero junto a él.

La luciérnaga era una pequeña dama con ojos tan oscuros y adorables. El príncipe le preguntó de dónde había sacado una mirada tan pura y preciosa, y la luciérnaga le respondió: "de mi padre". La luciérnaga le dijo al príncipe que su padre era su mayor tesoro, y la estrella más brillante del universo; por eso ella brillaba, por eso nació siendo una luz... Porque su padre nunca permitió que conociera la oscuridad.

Y el príncipe era su padre, y la luciérnaga, su pequeña Miyeon, la única luz inagotable de su tan inmensa oscuridad.

Cuando Jungkook volvió a Corea del sur, lo hizo un año después de la muerte de Liên, su última enamorada. Liên había sido un ángel; de tal manera como el bebé que entregó a sus hermanos mientras lloraba su muerte. Liên había hecho que Jungkook floreciera una vez más... Quizás por última vez.

Había superado el cáncer cuando llegó a la casa de su hermano mayor, quien debido a la sorpresa de verlo vivo y finalmente en casa, no reparó en la hija que cargaba.

Bogum lo abrazó con fuerza, luego lloró como si Jungkook hubiera muerto y vuelto a la vida; después le dio besos en todo el rostro y le preguntó una y otra vez si estaba bien; si le dolía algo; si tenía hambre, frío o si estaba cansado. No fue el único que reaccionó de aquella manera, porque cuando Haein le vio, cayó arrodillado a sus pies y lloró terriblemente mientras agradecía que estuviera vivo, porque su mayor temor había sido que muriera tan lejos de casa y en soledad. La única que lo regañó por no haber vuelto antes, fue Jenni; pero su regaño fue tan dulce y nostálgico ya que después lloró y lo abrazó.

Sus cuñadas, aquellas quienes lo habían criado en la ausencia de sus padres, lo recibieron como si fueran sus propias madres.

Aquella experiencia fue tan confusa para Jungkook. Sabía que la relación entre sus hermanos y él no había sido cálida en ningún momento de su infancia o adolescencia, aunque tras la muerte de su padre se volvieran cercanos, Jungkook nunca imaginó que sería recibido de aquella manera... Como si... Como si realmente su vida le importara a alguien.

Jungkook les habló de Liên para explicar la existencia de Miyeon. Les dijo que era su hija y que había sido concebida mientras luchaba contra el cáncer, pero que su madre murió en un accidente. A lo que Haein dijo:

¿En serio? Pensé que eras... como papá... — Jenni le dio un golpe tan fuerte con el codo en las costillas que Haein chilló.

¿Como papá?

El comandante envió una carta contándonos que habías desertado. Se expresó de una manera tan vulgar acerca de ti y el sargento Min, por lo que tuvimos que denunciarlo. Y como el sargento es un héroe de guerra, cuando llegue al país, si es que llega, no se le otorgará la medalla de honor por servir al país — le comentó Bogum.

¿Que habéis hecho... qué...?

— No íbamos a permitir que tu nombre sea manchado de aquella manera — le dijo Jenni —, por eso, hemos guardado la medalla que se te ha otorgado por servir en Vietnam.

"Manchar mi nombre"... — suspiró — ¿Y qué pasaría si os dijera que todas las cosas que dijo fueron verdad?

No hay manera que sea verdad.

Me acosté con ese sargento. También lo amé. Cuando lo perdí, pensé en suicidarme y lo veo en todas mis pesadillas. Quería vivir a su lado cuando la guerra hubiera concluido y ni siquiera habría vuelto a casa de ser así.

Jungkook — su hermano mayor, Bogum, se acercó a él y le secó las lágrimas como solía secárselas cuando eran pequeños tras llorar porque su padre no le prestaba atención y pensaba que lo odiaba —, sabemos que te gustan los hombres. Siempre hemos sabido que, si no estabas teniendo una relación con ese chico tan adorable llamado Jimin, la estabas teniendo con tu sargento. Eso nunca ha sido un obstáculo, si piensas que ahora te queremos diferente... no es verdad.

El comandante te acusó de colaborar con los revolucionarios comunistas — le explicó Jenni — y de haber abusado sexualmente de una civil.

El dinero mueve montañas — le dijo Haein —. No es muy grato admitir que hemos utilizado nuestras influencias para que quedaras absuelto, pero lo hicimos porque sabemos que eres incapaz de algo así. Moveríamos hasta el continente si se trata de ti, Jungkook.

Los labios de Jungkook temblaron al darse cuenta de lo equivocado que estaba respecto a su familia y que realmente... siempre había tenido un hogar.

Hemos solicitado la medalla al valor de Min Yoongi para ti.

¿Hicisteis qué...?

De no haberlo hecho, se habría quedado en un museo para siempre... O quizás, ni siquiera la habrían expuesto — le explicó Bogum —. Jamás te hemos juzgado porque somos familia ni jamás lo haremos, Jungkook, eres nuestro querido hermano...
Nunca había visto ese brillo en tus ojos como cuando el sargento te visitó en el hospital. Lo supe entonces, y cualquiera que te haga feliz, forma parte de nuestra familia.

Jungkook comenzó a llorar.

Gracias... Gracias por amarme; gracias por ser mi familia...

⊰✽⊱

Minatozaki Sana había sido contratada por los hermanos de Jungkook cuando él les hizo saber sobre sus deseos de estudiar.

Cuidaban de la pequeña Miyeon entre todos, pero Jungkook nunca quiso incordiar a sus hermanos. Sabía que la querían; la colmaban de regalos; juguetes, vestidos y todo cuanto se les ocurriera, pero ya había pasado demasiado tiempo viviendo en la casa de Bogum que quería su propio espacio, por lo que le dijo a su hermano que se mudaría a una pequeña casa en Gangnam.

Pero tú tienes tu propia casa... — le dijo Bogum — Padre te la ha dejado, así como el 25% de su fortuna.

Esa casa... No es un sitio que quiera pisar ahora. Cuando sea el momento, la venderé.

En su segundo año tras su recuperación, Jungkook decidió estudiar Bellas Artes.

Nunca fue lo que quiso en un principio, es más, siempre había sido terrible dibujando, incluso se acordaba de Jimin y se repetía constantemente que él dibujaba mejor. Sin embargo, no conservaba ninguna fotografía de Yoongi y quería recordarlo.

Tenía sus placas, su medalla al valor y su rostro en su memoria, pero eso no le bastaba; los recuerdos se volvían efímeros cuanto más se esforzaba en recordar. Lo sabía perfectamente, porque eso le había ocurrido a su padre.

Mientras Jungkook estudiaba, Sana se encargaba de cuidar de la niña en su ausencia.

Era una chica dulce y muy educada. Había viajado a Corea del sur en busca de trabajo, porque creía que, a pesar de la economía en ese entonces, le iría mejor que en su propia nación. Sana era una chica de campo, muy inteligente, que se había esforzado en aprender a hablar diferentes idiomas, aunque no sabía escribir en coreano.

Fue escogida por Jenni porque le pareció una chica capaz de apoyar a Jungkook en todo lo que necesitara; era humilde, era gentil y también tenía una carrera como docente de parvulario. De entre todas las candidatas, Sana era la indicada.

En muy poco tiempo, Miyeon y Sana habían conectado tan bien que parecía una relación de hermana mayor y hermana menor, pero también de madre e hija. Y con el pasar del tiempo, Miyeon comenzó a tomar clases particulares.

Jungkook y Sana se hicieron cercanos entonces. Se volvieron buenos amigos y compañeros. La relación no podía haber acabado de otra manera, puesto que vivían juntos en una casa tan pequeña.

Jungkook la conoció mejor con el tiempo; supo de su gusto por la vida campestre, el mar y los libros. Se enteró de que tenía familia en Japón a la que quería traer una vez que obtuviera la nacionalidad surcoreana y fuera una ciudadana con un sueldo fijo y su propia casa. A Jungkook le encantaba eso de ella, que tuviera tantos sueños... Le recordaba a él cuando solía desear una vida tranquila al lado de Yoongi o al lado de Liên, pero después de todas sus heridas, Jungkook había dejado de soñar con cosas y desearlas.

Sana también llegó a conocerlo; supo que sirvió en el ejército y que lo dejó debido al cáncer. También se enteró de Liên, aunque Jungkook no hablara mucho de ella, pero le escuchaba contarle a su hija sobre su madre todas las noches. También sabía, por la propia boca de Jungkook, que existía una persona a la que quería ver; un joven llamado Park Jimin, alguien que conoció durante el servicio militar pero al que le había perdido el rastro y que, tristemente, también parecía haber perdido las esperanzas de que siguiera con vida.

La guerra en Vietnam seguía siendo devastadora. Las noticias y los cadáveres no dejaban de llegar al país; por lo que Sana deseaba que Park Jimin siguiera vivo en alguna parte porque no había conocido a una persona tan triste y solitaria como lo era Jungkook.

No importaba cuánto hubiera intentado acercarse a él, Jungkook era un hombre bastante reservado y distante que solo mostraba su genuina personalidad, cálida y brillante, con su hija.

Aunque Jungkook le hubiera permitido a Sana acercarse a él de diferentes maneras, realmente nunca supo lo que pasaba por su mente ni por su corazón; era un libro abierto pero de lectura difícil. Jungkook conocía a Sana como la palma de su mano; como si hubieran vivido toda una vida juntos, pero ella no sabía demasiadas cosas de él.

A Sana le gustaba estar a su lado y le gustaba cuidar de la niña. Trabajar como la cuidadora de una niña pequeña nunca fue lo que había imaginado, pero el sueldo era bueno y su jefe era amable, considerado y respetuoso... Pero, aunque fuera todo eso, Sana seguía teniéndole tanta lástima...

Pensaba cuánto podía amar una persona a otra, que al perderla, tuviera que parecer un cadáver viviente. Por supuesto, ella creía que solamente había perdido a la madre de la niña; y aunque la miseria de Jungkook era en parte porque echaba de menos a Liên todos los días, los huecos que Taehyung y Yoongi habían dejado en su corazón, eran tan grandes que ya ni siquiera había sitio dentro de él, a menos que fuera Miyeon, porque él vacío, irónicamente, ocupaba demasiado espacio.

En el cuarto año de vida de Miyeon, durante su fiesta de cumpleaños, mientras Jungkook le preparaba la sopa de algas para que tuviera un día saludable y estuviera acostumbrada a las tradiciones, Sana presenció algo que jamás olvidaría.

Unnie... — Miyeon se presentó enfrente de la puerta de su habitación, mientras Sana hacía su cama.

¿Qué sucede, princesa? — preguntó con una sonrisa, aunque tras ver las pisadas de sangre que había hecho, se preocupó terriblemente — ¡Oh, Miyeon-ah! ¡¿Estás bien?! ¡¿Te has hecho daño?! ¡Jungkook-sshi, Jungkook-sshi! ¡La niña está sangrando! ¡La niña...!

Pero no era su sangre.

Unnie... Papi tiene frío...

¿Qué?

Tiembla... Papi tiembla...

Sana se incorporó rápidamente y fue hasta la cocina, ni siquiera sabía lo que esperaba encontrar, pero lo que vio le dejó el cuerpo sin alma.

Jungkook estaba en el suelo; se habría golpeado la cabeza tan fuerte que sangró y los temblores, a los que Miyeon se refería, eran convulsiones... Pues el cáncer había vuelto.

⊰✽⊱

¿Quieres casarte conmigo?

— ¿Qué?

Jungkook le sonrió. Miyeon estaba jugando sobre las piernas de Sana cuando Jungkook le hizo aquella propuesta. No supo qué responder ni a qué había venido eso.

Miyeon necesita una madre.

Yo... — la observó — La quiero mucho, señor, pero... No creo que yo pudiera reemplazar a su madre... Le tiene a usted.

Te pagaré.

¿Disculpe?

No quiero que se quede sola, y está acostumbrada a ti. Eres como su madre; estoy seguro de que, cuando conviva con otros niños y los vea con sus madres, dirá que tú eres la suya.

Señor Jeon, por favor...

Moriré antes de que cumpla los diez años, entonces serás viuda y podrás casarte con quien ames, pero ahora necesito tener la certeza de que mi hija no se quedará sola cuando yo me vaya.

Los ojos de Sana se llenaron de lágrimas.

Por favor, señor Jeon, no diga que va a morir... — le pidió cubriéndole los oídos a Miyeon — Ya ha superado el cáncer una vez, volverá a hacerlo.

Piénsatelo, Sana — insistió —. Al casarte con un coreano, tendrás la nacionalidad con más facilidad. En mi testamento, te dejaré parte de mi fortuna y mi casa, así podrás traer a tu familia sin ningún inconveniente.

No soy ese tipo de persona, señor. No podría aprovecharme de usted. Me siento insultada...

Sé que no lo eres, por eso estoy dispuesto a rehacer nuestro contrato. Seguirás haciendo lo que siempre has hecho; seguirás siendo la mentora de Miyeon, vivirás en mi casa, tendrás tu salario y si quieres, puedes conocer a otros chicos y salir con ellos... No obstante, el único cambio será que, cuando yo muera, te dejaré a mi hija, una casa y dinero por tus años de servicio.

Pero... ¿Y su familia?

Ellos se harían cargo de Miyeon sin que se los pidiera, pero... Miyeon te quiere a ti — le dijo con sosiego —. Perdón si parece que no te estuviera dejando opción, puedes rechazarlo si quieres, pero... piénsalo, por favor.

Sana asintió con la cabeza, pero no estaba cómoda con la propuesta.Siempre se había imaginado tener una familia, era verdad; ser madre era algo con lo que siempre había soñado. Aunque no le importaba que sus hijos fueran biológicos o no, sí le importaba casarse con alguien que amara.

Quería a Jungkook; le estimaba demasiado y estaba tan triste de pensar qué sería de su vida si llegaba a morir, porque desde que el tumor regresó, Jungkook había cambiado.Seguía siendo un hombre tan triste y melancólico, pero su frialdad cambió y se convirtió en una dulce calidez. Eso hizo que Sana comenzara a extrañarlo antes de que se fuera. Le tenía tanta lástima que a veces, durante las noches, lloraba por él.

Le quería como a un hermano y estaba tan agradecida con él por haberle dejado cuidar de su niña; de hacerle formar parte de su familia y haberle ayudado... ¿Cómo podía casarse con él y heredar una parte de su dinero? Ella no era así, definitivamente, si la vida le permitía cuidar de Miyeon hasta que fuera mayor, lo haría, pero no podía casarse con Jungkook porque sentía que se estaba aprovechando de él.

Pero Miyeon solo tenía cinco años cuando Sana comprendió que iba a quedarse sola porque nadie la conocía tanto como su padre o como ella.

Jungkook había empeorado de salud a mediados del año de 1974. Fue entonces cuando se enteraron de que el melanoma, que había resurgido tan solo año y medio de haberlo superado, había hecho metástasis con su piel y que era cuestión de tiempo para que finalmente lo matara afectando a otros órganos. Jungkook tenía los días contados; al menos seis meses de vida, o quizás menos, pues el cáncer se había vuelto más agresivo que la última vez.

Mamá... — Sana llamó un día a su madre, mientras Miyeon dormía y Jungkook descansaba en su habitación. Oír la voz de su madre le trajo alegría, aunque lloró un momento después — Voy a casarme con un hombre... Es bueno, amable y bondadoso. Dijo que cuidaría bien de vosotros cuando estuvierais aquí.

Sorprendida, su madre, le preguntó cómo había ocurrido; si se había quedado embarazada y qué pasaría con el trabajo que había conseguido. Cuando Sana le confesó que el hombre con el que iba a casarse era su jefe, su madre estalló en cólera.

Te quiero, mamá, no es lo que piensas... Lo siento, lo siento, lo siento... — se disculpó antes de colgar y sollozar. Quería gritar, el pecho le dolía demasiado, pero no pudo hacerlo porque no quería perturbar el sueño de nadie. Pero se dio cuenta de que Jungkook estaba detrás de ella, asomado hacia la puerta.

¿Te he metido en un lío?

No... — respondió con una sonrisa y secándose las lágrimas — Mi madre solo se preocupa por mí.

Siento haberte hecho esa propuesta, no tienes que casarte conmigo si no quieres. No quiero que te veas obligada.

No, tranquilo, me casaré con usted... Porque quiero ser una madre para Miyeon. Sé que nunca seré la señorita Liên — dijo y oír el nombre de su exnovia, conmovió a Jungkook de una manera inexplicable —, pero lo que menos quiero es separarme de ella. Quiero cuidarla hasta que sea mayor y hablarle de usted para que sepa que siempre la ha querido, más que a usted mismo.

Jungkook sonrió y se acercó a la chica para darle un abrazo.

Muchas gracias, Sana... — le dijo llorando — Te lo compensaré. Lo siento mucho.

Fue así como, tras renovar el contrato, Sana y Jungkook contrajeron matrimonio. No hubo una fiesta, no hubo una boda enorme; Namjoon fue su testigo cuando firmaron los papeles y lo siguiente que ocurrió, fue que decidieron mudarse a la isla donde Jungkook tenía su propiedad; la casa donde su padre nació y en la que conoció a Taehyung.

Aunque sabía que Taehyung ya no estaba.

Cuando ingresó, una oleada de recuerdos golpearon su mente. Miyeon correteaba por la casa, tocaba el piano y admiraba todo lo que había; desde la escalinata hasta el candelabro. Sana, por su parte, le indicó a los jóvenes de la mudanza que llevaran los materiales de pintura de su marido al desván.Y quizás fuera porque el viaje se le hizo agotador, pero se detuvo abruptamente delante del cristal de la puerta cuando vio un reflejo detrás de ella. Era la silueta de un hombre que tenía la piel pálida, los ojos hundidos y lágrimas de sangre; pero la sangre eran aun más abundante en la herida abierta de su pecho.

Miró hacia atrás rápidamente, pero no vio a nadie.

La experiencia le dejó un sabor tan amargo en la boca, que le costó recomponerse.

¿Sucede algo? — le preguntó Jungkook al verla tan pálida.

No... — respondió forzando su sonrisa — Solo estoy cansada.

Ve a descansar.

— No, eres tú quien lo necesita. Vamos, te ayudaré a desempacar.

Taehyung los vio subir las escaleras, todavía no comprendía la situación ni por qué Jungkook ya no podía verle. Sin embargo, cuando se acercó a los cristales de la puerta, vio al mismo hombre reflejado y se asustó.

¿Taehyung?

Youngyi... — dijo él tras observar y no hallar nada — Hay algo más en esta casa, a parte de nosotros.

⊰✽⊱

Julio de 1974.

Jeon Jungseok tenía un plan cuando estaba vivo, sin embargo, nunca pudo llevarlo a cabo debido a la inmensa tristeza que ni siquiera le dejaba respirar. Murió sin poder cumplir su objetivo.

Jeon Jungkook siempre había querido la aprobación de su padre, pasó tanto tiempo buscando un talento que no tenía y dejando de lado su verdadera pasión, la cual era la astronomía, para conseguir escuchar aquella frase que jamás pronunció: "estoy orgulloso de ti".

Por supuesto, nunca le culpó ni le guardó rencor por evocar todos sus deseos frustrados en él y haber arruinado su vida, porque comprendió que su padre nunca supo vivir; que su abuelo le hizo lo mismo. Aunque, por alguna razón, solamente le había hecho eso a él. Su padre nunca presionó a sus hermanos y les brindó más atención que a él. Jungkook sabía que su padre le tenía afecto, pero no lo amaba como él lo amaba. Las cartas que escondió de sus hermanos corroboraron sus sospechas. Jungseok llegó a odiarlo, luego a quererlo pero nunca a amarlo.

Jungkook no sabía si era la persona más fuerte del mundo o simplemente alguien que fingía fortaleza. Descubrir que tu padre, al que tanto deseabas enorgullecer, te consideraba una cadena e infelicidad, es demasiado duro. Jungkook no solo tuvo que afrontar que su nacimiento nunca fue deseado, sino que su primer amor, probablemente, nunca le había correspondido porque le quisiera, sino porque era la viva imagen de su primer amor; su propio padre.

Jungseok no era una mala persona, era una víctima y Jungkook lo sabía perfectamente. No podía recordarlo y decir que le había arrebatado todo; las metas, los sueños, la felicidad, la independencia y la persona que amaba porque, de la misma manera en que Sana sentía lástima por él, Jungkook sentía lástima de su pobre padre.

Fue por eso que, aun cuando seguía amando a Taehyung incluso si no pensaba en él con la misma frecuencia que en los primeros años de su luto, siempre le consideraría el amor que le había salvado. A pesar de los amantes que vinieron después, Taehyung siempre sería aquel alma gemela a la que estaba destinado y nunca podría decirle nuevamente que era toda su vida entera.

En honor al transparente y fiel amor que su padre le había tenido, y al tan intenso y puro que él le había tenido, Jungkook decidió restaurar cada una de las pinturas de Kim Taehyung. Todos los lienzos que había pintado de su padre, los paisajes, las composiciones y también, las propias pinturas que había realizado cuando le conoció siendo un fantasma.

La última misión que tenía en el mundo, a parte de asegurarse de que Miyeon tuviera todo cuanto deseara, era que el mundo conociera a Kim Taehyung y se enamoraran de sus trazos y las palabras de su corazón.Aquella había sido la razón de volver a su viejo hogar. El único sitio en el que había hallado inspiración genuina; quería volver a tenerla. Quizás si recordaba las sensaciones que Taehyung le había hecho sentir cuando era un jovencito, probablemente, moriría habiendo acabado su cometido.

La primera noche en aquella casa, se dispuso a pintar porque quería recordar el rostro de un antiguo amante, del que no tenía fotografías y cuyo recuerdo solo existía en su memoria.En la casa habían cuadros; fotografías y dibujos de Liên, pues aun después de su muerte, Jungkook la seguía amando y la tenía muy presente. La hija que le había dado, era su razón de vivir y por ello no se permitía olvidarla ni por un segundo. Tenerla presente también ayudaba a que Miyeon no se olvidara de ella, aunque nunca la hubiera conocido.

Sin embargo, en la habitación, bajo la luz artificial y con el pincel en la mano, Jungkook se quedó inmovilizado; como si el lienzo fuera un espejo y detrás de él, hubiera un espectro.Y sí lo había, Taehyung se encontraba detrás de él, pero Jungkook no temblaba atemorizado por ello, pues era incapaz de verle, sentirle y oírle; sino que yacía temblando de tristeza, hasta que soltó el pincel y sollozó al cubrir su rostro con sus manos.

Oh... Ya no recuerdo cómo era tu rostro... — se lamentó, y su voz, su esencia y su espíritu emanaba un aura tan agónica que conmovió a Taehyung de una manera que el dolor en su pecho se intensificó — Yoongi...

¿Yoongi? — cuestionó Taehyung y solo un segundo, tras pronunciar ese nombre, sintió escalofríos; como si hubiera una presencia detrás de él.

Por encima del hombro, trató de mirar sigilosamente y en el oscuro pasillo, pudo notar una tenue figura, la de un hombre, que le causó una terrible sensación.Se aproximó a Jungkook y trató de protegerlo ocultándolo detrás de él, pero el joven sintió que la habitación se había vuelto más fría y sombría.

¿Quién eres tú? — preguntó Taehyung, la voz de aquella cosa era como la de un hombre moribundo que estaba a punto de caer al infierno o, quizás, uno que había huido de él — No... ¡Cállate! No te dejaré tomarlo... — exclamó Taehyung mientras oía lo que le decía el espectro, entonces, su pecho volvió a sangrar y se debilitó — Fuera de aquí... Este no es tu sitio... ¡Fuera! — gritó — ¡¡Fuera!!

El último grito marchitó su herida, la sangre se tornó negra y su piel de un gris tan pálido que parecía un cadáver; de la misma manera, sus ojos se oscurecieron y sangraron. Su aspecto terrible, consumido por la ira, ahuyentó al espectro.Jungkook sintió que, en ese momento, el vaso con agua que utilizaba para disolver sus pigmentos, tembló.

No le tomó importancia.

Apagó la luz y caminó hacia su habitación, pero en medio del oscuro pasillo, vio a alguien parado en el rellano de la escalera. Su presencia le causó pánico. Ni siquiera podía ver con claridad si aquello lo estaba observando o si estaba de espaldas, pero era tan clara la figura debido a la luz encendida de la habitación de Sana que se asomó un poco más para comprender lo que estaba viendo. No le extrañaba que su tumor le hiciera ver cosas que no estaban allí en realidad, pero jamás había presenciado una cosa así.

Aunque quiso llamar a Sana, la voz no le salió, y en la penumbra de aquel solitario pasillo, una mano fría tocó la suya y Jungkook gritó.

— ¿Jungkook? ¿Sucede algo, Jungkook? — escuchó la voz de Sana y quiso bajar rápidamente para encontrarse con ella, pero no pudo moverse; la imagen de una mujer, a la cual supo identificar por su vestido, al final del pasillo, tenuemente iluminada por la luz del plenilunio, le advirtió en un susurro:— No vayas, no es ella. Ella ni siquiera está despierta.

Aquello fue suficiente para que Jungkook corriera escalera abajo, olvidando por completo que antes había algo en el rellano que ya no estaba.

¡Sana! — llamó a su esposa, incluso cuando abrió la puerta de su habitación — ¡Sana...!

No la encontró, su cama estaba vacía. Sintió tanto frío de repente, pero no se detuvo, la adrenalina le obligó a buscarla por todas partes, incluso en la habitación de la niña a la que tampoco halló, porque ella y su madre se encontraban dormidas en el sofá de la sala.

Sana no pudo haberle oído gritar, así como tampoco... habría podido contestarle. Entonces, ¿quién, o qué, había imitado su voz?

⊰✽⊱

Durante el verano del 73, Jungkook tuvo una rutina establecida que consistía en visitar aquel parque con el estanque de flores de loto que Jimin le había comentado.

Las tropas volvieron en marzo de ese mismo año. Namjoon le había dicho que nunca pudo establecer el contacto con Jimin. Jungkook sabía que no quería decirle lo que pensaba al respecto, para protegerle, pero no hacía falta que admitiera que lo había tomado por muerto desde el 68.

Jungkook jamás creyó que hubiera muerto, le prometió que verían juntos las flores de loto y que le presentaría a sus hijos una vez que volvieran a casa. Jungkook volvió primero, pero jamás olvidó la promesa que le había hecho y había tanta culpa en su corazón que lo único que quería era volver a verlo, abrazarlo y pedirle perdón por haber actuado de aquella manera... Más aún cuando tenía los días contados.

Entonces, un día le vio.

No podía creer que estaba ante sus ojos, finalmente, después de tanto tiempo; incluso se paró de donde estaba sentado mientras Miyeon correteaba a su alrededor y sentía las lágrimas sobre sus mejillas.

Estaba a lo lejos y no podía verlo; así que, Jungkook decidió levantar la mano y gritar su nombre para que pudiera verle. Recordó cuando se encontraron la primera vez, cuando le había besado. No le importaba que volviera a hacerlo si eso significaba tenerlo de nuevo a su lado. Estaba acompañado de dos chicos que Jungkook supuso que eran sus hijos, pues se parecían a él.Sin embargo, cuando se dio cuenta de que había perdido un brazo, la sonrisa se borró de su rostro rápidamente. Aquello supuso el golpe de un terrible recuerdo... Pues sintió que se quedaba sin aire y el sonido de los globos reventando a su alrededor, le trajeron el trauma de los disparos, nuevamente. Se cayó al suelo de rodillas y se cubrió los oídos.

Sana, que había ido a comprar dulces para la niña, corrió hacia él cuando lo vio de aquella manera.

— ¡¿Qué sucede, Jungkook?! — le preguntó muy preocupada, mientras Miyeon observaba sin comprender lo que ocurría.

Por alguna razón, Jungkook repetía constantemente que aquello había sucedido por su culpa, aunque Sana no sabía a qué se estaba refiriendo.

¿Por qué papi llora? — Miyeon soltó sus juguetes y sintió la necesidad de abrazarlo, pero Jungkook no se lo permitió.

Tuvo un brusca reacción y confundió a su hija con los niños vietnamitas que habían muerto por su culpa, de pronto, el parque había desaparecido y solo vio el campo de batalla."Debería haber sido yo, debería haber sido yo, debería haber sido yo..." eso era lo único que Sana oía de su boca y seguía sin comprender a qué se refería, aunque la respuesta le llegó cuando pidió que se detuviera el fuego.

Oh, no...

Sana hizo todo lo posible para sacar el pañuelo que llevaba en el bolso. Era ancho y suave. El hermano de Jungkook, Haein, le había pedido que llevara un pañuelo como ese a donde fuera que vaya para cubrirlo cuando tuviera sus ataques de pánico, y aquel fue uno de esos ataques.

Vámonos a casa, señor — le pidió Sana tomando su mano por debajo de la tela, Jungkook la tomó con fuerza y, aunque le costó ponerse de pie, más tarde consiguió caminar —. Miyeon-ah, vamos a casa.

La niña se apresuró a tomar sus juguetes del suelo y correr hacia Sana. No comprendía lo que le sucedía a su padre, pero se veía enfermo.

Aun siendo tan pequeña, Miyeon tuvo la determinación definitiva; la cual era cuidar de su padre hasta que se pusiera mejor y pudieran volver al parque de las flores de loto. Pero nunca volvieron y, aunque tarde, en el futuro, Miyeon tuvo que aceptar que su padre nunca volvería a ponerse bien.

Miyeon vivió dieciséis años de su vida creyendo que su pobre padre sufrió hasta el final debido a su enfermedad.Pero, para hablar acerca de ella, aún es muy temprano.

Jungkook recordaba que Jimin solía comentarle cuánto amaba las canciones en español. En las cartas que le mandaba durante esos meses en los que estuvo separado de él, le hablaba de Álvaro y las canciones que escuchaba gracias a él. También era muy fan de Elvis Presley; así que, cada vez que oía una canción de aquel hombre, recordaba a su mejor amigo.

Jimin siempre sería su mejor amigo. Lo amaba, de verdad lo hacía y nunca dejó de arrepentirse de haberle dejado plantado en la cafetería aquella vez. Pero estaba pasando por tanto dolor y tantos traumas, y el cáncer, a parte de hacerle ver cosas e imposibilitarle expresarse adecuadamente, también le hizo tomar varias malas decisiones. Siempre tuvo la certeza de que, si al menos no hubiera estado enfermo, nunca le habría dejado... Pero también era verdad que, si jamás se hubiera apartado de él, Miyeon, su única luz en el mundo, no habría estado a su lado.Importados desde América del sur, Jungkook obtuvo una variedad de vinilos. Los cantantes de habla hispana también se convirtieron en un gusto personal y le gustaba imaginar que, en algún instante, en el que estuviera escuchando una canción, Jimin hacía lo mismo. Le gustaba creer que las canciones los seguían conectando y que, en algún momento, volvería a verle antes de morir.

La canción se llamaba Ayer y Hoy. Jungkook investigó la letra por su cuenta. No hubo forma de que, de alguna manera, no le recordase a su amigo.

La oía todas las tardes, cuando iba a su taller en el desván y trabajaba en el retrato de Yoongi, pero seguía sin sentirse convencido de que lo que dibujaba, fuera el rostro de su examante; por lo que deshechó varios bocetos que hizo a lo largo de la primera semana.

Un día, Miyeon y Sana bajaron al pueblo. Debían abastecerse de comida suficiente para no tener que bajar con frecuencia, pues Sana quería cuidar del estado de Jungkook; al menos, hasta que Kim Namjoon pudiera mudarse con ellos y cuidar de su salud ofreciéndole los cuidados paliativos.

Jungkook sabía que Miyeon no estaba en casa, por eso se detuvo abruptamente cuando oyó el correteo de alguien en el pasillo.

No fue solo una vez, algo que le indicara que había sido cosa suya o una alucinación auditiva pasajera, sino que fueron varios correteos como si alguien lo hiciera desde un extremo del pasillo hacia el otro.

Dejó su lápiz sobre el papel y se levantó. Caminó sigilosamente hasta tomar el picaporte de la puerta, aunque no abrió enseguida, pues se tomó su tiempo en procesar la información; el tumor en el cerebro le hacía oír y ver cosas extrañas como en el pasado, por lo que no se fiaba de su juicio.

Abrió la puerta rápidamente pero no halló a nadie, solo silencio. Al dar un par de pasos fuera de la habitación, sintió un terrible dolor de cabeza y se sintió aturdido.Escuchó susurros.

No comprendía lo que las voces le decían, todas hablaban al mismo tiempo; algunas chillaban, otras gritaban, había algunas que sonaban como sollozos y otras cargadas de ira y prepotencia. Se sintió ajeno del exterior; del mundo que lo rodeaba. Mareado, aturdido y confuso... Caminó hacia los peldaños de la escalera para descender, pero incluso tratando de prestar tanta atención como le era posible, sentía que en cualquier momento se desmayaría o caería por los escalones.

En medio de los susurros y los mareos, volvió a escuchar los pasos y los correteos. También oyó voces externas a las que ya estaba oyendo. Aunque bajó dos plantas, se resbaló en medio de uno de los escalones y cayó deliberadamente, golpeándose con gravedad el cuerpo y la cabeza. Al caer al rellano, cerca de la escalinata, perdió la conciencia; aunque no tardó en recuperarla, pero el dolor era tan fuerte que había sentido el metálico sabor de la sangre en sus labios.

Trató de incorporarse pero solo pudo darse vuelta. Escuchó la voz de Sana que le hablaba a Miyeon. Parecían haber vuelto.

¿Sana...? — pronunció el nombre de la chica. Podía ver su silueta a través del cristal de la puerta, entonces, oyó el sonido de las llaves — ¡Sana! — la llamó más fuerte para que lo socorriera, pero la silueta que observaba al otro lado de la puerta, se detuvo. Las llaves dejaron de sonar.

Jungkook no comprendía por qué, si la estaba llamando con tanta insistencia, no ingresaba a la casa. Se había quedado parada pero frente a la puerta, como si oyera sus gritos pero no tuviera interés en salvarlo.

Sana... — murmuró dolorido, tratando de recomponerse, pero una voz infantil le dejó petrificado.

No era la de su hija, eso estaba claro, además, parecía masculina. Percibió que el dueño de la voz no se encontraba lejos, pues tarareaba una canción que se le hacía familiar. La había escuchado en Vietnam durante su servicio.

Se incorporó y se arrastró hacia los escalones de la escalinata y observó que, en el último escalón, había un niño. A Jungkook se le heló la sangre.

¿Cómo has entrado aquí? — le preguntó Jungkook y como respuesta, el niño detuvo la canción.

La puerta se abrió de repente y Sana no estaba. Jungkook sintió un punzante dolor en el lóbulo frontal nuevamente, donde se hallaba el tumor. El niño giró su cabeza hacia su dirección para mirarlo a los ojos, pero no fue grata la vista que Jungkook tuvo de su perfil; pues tenía la sien reventada, con un gran agujero y sangre que chorreaba. Podía, incluso ver cómo parecían deslizarse pequeños restos de materia gris a través de las grietas de su calavera debido a sus músculos desgastados. No tenía el ojo izquierdo, la cuenca había sido destruida pero, desde el lado derecho, el globo ocular, desorbitado, se mostraba de manera grotesca ante él.

Jungkook retrocedió tanto como pudo, el esfuerzo que hizo fue inmenso pero no pudo huir demasiado lejos.

Su espalda se topó con la pared. Sentía las ganas de correr y subir la escalera, pero su cuerpo no respondía. Apartó la cara de aquella criatura y cerró sus ojos con fuerza; sentía que su corazón explotaría en cualquier momento. La respiración se manifestaba de manera entrecortada y lo único que podía hacer, era atribuirle aquella experiencia al tumor que tenía en su cerebro.

No es real, no es real, no es real... — se repitió a sí mismo en un intento por hallar consuelo, pero los susurros, los gritos, el llanto conjunto y las voces dispersas no le dejaban oírse — No es real, no es real...

Entonces, Jungkook sintió que alguien le ponía la mano sobre los ojos. El tacto se sintió extraño; la piel que sintió sobre la suya era fría. También sintió una presencia a su lado izquierdo que lo abrazaba.

Tranquilo... Es solo una pesadilla — le dijo una voz. Sintió que el timbre tan profundo y dulce le calmaba el alma, pero estaba tan desorientado que no pudo reconocerla aunque se le hizo familiar —. Atraparé esos malos sueños por ti, mi amor... No temas, no temas...

Había pasado tanto tiempo que Jungkook no oía la voz de Taehyung que, en ese momento, se sintió desconcertado.

Su voz curó la incertidumbre de su corazón y lo liberó de la niebla.

Mi querido Jungkook...

Jungkook suspiró, cuando abrió sus ojos, aquel sitio estaba tan vacío. La puerta cerrada, sin rastro del niño y, por supuesto, sin rastro de Taehyung.Su corazón se sintió ilusionado, tanto que saber qué había sido un sueño le hizo sentirse tan vacío nuevamente.

Taehyung... — susurró. Hacía tanto tiempo que no pronunciaba su nombre en soledad.En ese momento, Sana y Miyeon volvieron a casa del pueblo. La sonrisa de la chica desapareció rápidamente al ver a Jungkook herido. Dejó las bolsas en el suelo y fue a socorrerlo.

Jungkook le dijo que estaba bien, pero la herida se veía mal. Aunque la hemorragia había parado, a Sana le preocupó que aquello le afectara de cualquier otra forma, pero lo único que podía hacer por él, era curarla y vendarla.

Miyeon se quedó junto a las bolsas, observando a su querido padre. No era la primera vez que le veía herido o enfermo, pero sabía que no era de ayuda cuando se trataba de una herida que involucraba sangre. Pero estaba preocupada, y cuando se sentía así, solía chupar su dedo pulgar para tranquilizarse porque Sana era buena y le curaba las rodillas cuando se caía; así que, Sana sabría qué hacer.

La niña desvió su mirada hacia la sala de ensayos, que era la habitación contigua al vestíbulo. La puerta estaba abierta, delante del piano, había un hombre que la observaba.

No era la primera vez que lo veía, la mayoría de las veces, estaba al lado de su padre. Su aspecto era aterrador, pero Miyeon sentía que era bueno.

Cuando el sujeto se sentó en el banquillo, ella se acercó al piano.

Se presentó un poco tímida, quizás algo desconfiada, pero Taehyung comprendía que su aspecto le generaba rechazo.

Lo que Miyeon veía, era a un hombre pálido, casi con la piel gris como el cielo nublado, y los ojos tan oscuros como la noche. Tenía mucha sangre en la ropa y sus dedos parecían estar sucios.

¿Está triste? — le preguntó la niña.

Sí.

— ¿Por qué?

— Porque... mi amigo ya no puede verme.

— Oh — murmuró la niña sintiendo una gran pena — ¿Por eso llora? Nunca he visto lágrimas rojas... ¿Se ha hecho daño? ¿Cómo se ha hecho daño, señor?

Taehyung se llevó la mano al pecho y se manchó de sangre.

Me lo hizo un hombre malvado.

¿En serio? — se cubrió la boca — ¿Por qué? ¿Por qué alguien haría una cosa tan fea? ¿Le duele?

— Sí, mucho.

Miyeon se subió sobre el banquillo y dio dos pasos para acercarse a él. Podía tocarlo, y cuando Taehyung sintió sus pequeñas manos secando sus lágrimas de sangre, se sintió conmovido y... confuso. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que había sentido a alguien vivo.

Cuando algo me duele, mi papá me canta una canción antes de dormir y cuando abro los ojos, el dolor se vuelve pequeño — le hizo una muestra con las manos —. Tiene que decirle a su papá que le cante una canción o... o... su mamá también puede darle un beso.

Los ojos de Taehyung se habían cubierto de lágrimas nuevamente, pero trató de sonreír para que la niña no se diera cuenta de que sus palabras le hacían sentirse tan nostálgico. En los casi setenta años que llevaba muerto, nunca había recordado a sus padres. El dolor de su muerte no le dejaba pensar en ninguna otra cosa, pero en ese momento trató de recordar cómo se sentía el amor de sus padres, pero al no poder, se sintió tan triste.

No tengo padres — le respondió —, están muertos.

— ¿Muertos? ¿Eso qué es?

— Quiere decir que están en un lugar mejor que este.

— ¿Un lugar mejor? ¿Dónde es eso?

— En el cielo...

— ¿En el cielo? — la niña sonrió — ¡Mi mamá también está en el cielo! Seguramente son amigos porque se fueron juntos al cielo. Mi papá me dijo que algún día iremos en avión o subiremos a lo alto de un edificio y para ver a sus amigos... Yoongi, Hoseok, Seokjin, Xuân, mamá, al abuelo Jungseok y a Taehyung...

¿Taehyung?

— ¡Sí! Taehyung es un príncipe que sabe dibujar y tocar el piano. Mi papá también sabe tocar el piano, pero desde que sabe pelear ya no toca.

— Tu padre... ¿Él te ha dicho que Taehyung está en el cielo?

— Sí, porque es un ángel. Es el príncipe de los ángeles. Me ha contado muchas historias de él, no puedo esperar a conocer a Taehyung. Mi papá me dijo que es muy guapo y que dibuja muy bien. Cuando sea mayor y pueda ir al cielo, me casaré con Taehyung.

Taehyung sonrió.

— ¿Por qué te casarás con Taehyung? ¿Tan genial es?

— Porque soy una princesa, mi papá siempre me dice que soy su princesa. Solo una princesa puede casarse con un príncipe.

— Tienes razón, por supuesto que eres una princesa.

— Miyeon-ah... — Sana la llamó — ¿Con quién estás hablando?

— Con mi nuevo amigo — respondió con inocencia.

Sana se acercó a ella y observó por todas partes, pero la habitación estaba vacía.

Ven, es hora de comer — le tomó de la mano para ayudarla a bajar del banquillo.

¿Papá está bien?

Sí, solo ha sido un golpe. No te preocupes, ¿vale?

Vale...

Miyeon miró hacia atrás, Taehyung siguió observándola y se despidió de ella con la mano cuando le sonrió.

Youngyi apareció detrás de él. No dijo nada, pero Taehyung se percató de su presencia.

— Se parece a ti, Youngyi — le dijo cuando sintió su mano sobre su hombro y la tomó.

⊰✽⊱

En medio de la penumbra de mi habitación, pude ver su silueta. Debido a la oscuridad, no pude verlo con claridad, pero estaba acostado a mi lado, abrazándome. Sentí su calor muy cerca de mí, le miré y... él se detuvo.

¿Él? — preguntó Sana tras beber un sorbo de té.

— respondió Jungkook — El tiempo que llevamos juntos nos hizo buenos amigos, ¿verdad? — preguntó y la chica asintió — Te considero mi mejor amiga.

Muchas gracias, Jungkook.

Y como mi mejor amiga, sé que sabes que no te he contado mucho de mi vida.

— Tampoco he querido indagar, me gusta pensar que algún día me abrirás tu corazón.

Jungkook le dedicó una sonrisa.

Una vez me enamoré de alguien llamado Taehyung. Me sentía tan solo y era mi única compañía. En ese entonces, era un chico incomprendido que no sabía mucho del amor... Pero él me hizo sentir que el mundo podía ser un lugar mejor.

¿Él? — lo miró confundida.

Sí, él

Ya veo... — volvió a beber el café de su taza — El amor es impredecible— murmuró — ¿Y qué pasó?

Murió.

Lo siento mucho.

Anoche soñé con él. No lo había hecho en mucho tiempo, pero... anoche lo vi en un sueño.

— ¿Se veía tal y como lo recordabas?

— No, estaba oscuro.

— Por supuesto.

Solo pude oír su voz... Aunque ahora ya no la recuerdo, pero, en ese momento, supe que era él... Sin embargo, entonces...

— ¿Entonces?

Jungkook recordaba lo que había pasado. Aquel sueño fue tan vivido que pudo sentir sus frías manos, como en el pasado, acariciando su rostro. Podía oír su tenue respiración pero, al igual que su tacto, se sintió como una brisa fría.

Te echo de menos— le dijo Jungkook a Taehyung, — todos los días... Aunque ya no te pienso demasiado, siempre he querido volver a aquel día en que te conocí.

Ha pasado mucho tiempo desde entonces...— le respondió — No te culpo por seguir adelante... Gracias por seguir con vida.

— Te quiero...

— Y yo a ti, mi querido amor...

Jungkook sollozó tras oír su respuesta y después negó con la cabeza.

— No... Te quiero, aquí, conmigo. Te quiero de nuevo junto a mí... Es egoísta de mi parte, lo sé, porque yo te dejé ir... Pero...

—No pienses en eso ahora, ambos sabemos que no podríamos haber acabado juntos.

— Había una manera...

— Jungkook... Mi querido Jungkook... — fue entonces cuando Taehyung sollozó y se acercó a su amor. Apoyó su frente contra la suya, sabiendo que estaba somnoliento y que, probablemente, estaría confundiendo su presencia con un sueño — Mi amor infinito, sé que la sombría niebla se habría vuelto hermosa a tu lado, durante la eternidad, pero jamás habría querido que murieras por mí... Si lo hubieras hecho, no habría sabido cómo mirarte a los ojos y sentiría que mi amor habría sido como el veneno para ti.

— ¿Incluso si tu ausencia... hubiera supuesto un infierno para mí...? — le preguntó a punto de volver a sumirse en un profundo sueño-Siempre que trato de olvidar el dolor que me causó la realidad, apareces; a veces hostil y otras tal y como solía recordarte.

Taehyung lo abrazó más fuerte.

— Lo siento mucho, mi amor...

— No lo sientas...— murmuró— Aprendí a cómo sentirme vivo a tu lado, pero no cómo vivir sin ti... Fue culpa mía.

Jungkook suspiró al recordar la última parte del sueño. Las lágrimas empaparon sus ojos y Sana le miró con lástima. Comprendió un poco más por qué parecía un hombre tan solitario, aunque aquello solo hizo que sintiera más pena por él.

Un amor como ese solo aparece una vez en la vida, Sana — le dijo y la chica le prestó atención — Hazme caso, pero ten mucho cuidado de perderte a ti misma cuando lo consigas.

— Sí, señor, gracias por el consejo... Señor, ¿puedo hacerle una pregunta?

Dime.

— ¿Taehyung está enterrado en el cementerio del jardín?

— No... Él está con mi padre.

— Oh.

— Mi padre le dio sepultura en nuestro mausoleo familiar — le explicó, aunque omitió la parte en la que Jungseok había retirado los restos de su padre para que Taehyung no estuviera en un mismo espacio que su asesino; aunque no estaba seguro de qué fue lo que hizo con sus restos, aunque esperaba que se hubiera deshecho de él en algún lugar lejano —. Ellos están juntos, ahora... Como siempre ha debido ser...

¿Qué?

Nada — sonrió —, olvida lo último que dije.

De repente, oyeron el sonido de la melodía del piano. Aunque al ser desastroso y sin coherencia, supieron que se trataba de Miyeon. Sana se levantó para traerla junto a ellos, pero Jungkook la detuvo.

Descuida, déjala que juegue un rato.

Sana asintió.

Querida princesa...

A Miyeon se le iluminó la mirada cuando su amigo de lágrimas rojas la había llamado así.

— ¡Buenos días, amigo!

— ¿Cómo has estado?

Bien — la niña se fijó en su aspecto. El rostro de Taehyung se veía más iluminado y no le asustaba tanto, y su pecho no sangraba, de hecho, la sangre había desaparecido — ¡Hoy está muy guapo! ¿Ya está mejor? ¿Ya no le duele el corazón?

Taehyung sonrió por lo adorable que era.

— Hoy estoy mejor.

— Ya veo, ¿su amigo pudo verle?

— Solo un poco, pero estoy feliz con eso.

Sus piernas eran tan cortas que no llegaban a tocar el suelo, por lo que las movía alegremente. Taehyung se sentó a su lado y Miyeon le enseñó un dibujo.

Es Taehyung — le dijo, el príncipe con el que me voy a casar.

Taehyung sonrió al ver el dibujo que había hecho. Era tan simple como cualquier otro hecho por un niño pequeño, con la diferencia de que le había dibujado con alas, una corona y con la piel azul.

¿Por qué es azul?

— Porque es un príncipe azul.

Oh... — se rio — Qué bonito, querida princesa.

La niña se emocionó de nuevo cuando la llamó así.

— ¿Quiere que le cuente la historia de Taehyung?

— Por supuesto.

La niña se acomodó y le sonrió, hablar de Taehyung le ponía feliz, aunque le habría gustado poder contar la historia como lo hacía su padre.

Érase una vez, un joven que vivía atrapado en un castillo encantado y que no sabía desde cuándo estaba allí, pues solo existía para pintar y escribir...

Taehyung escuchaba atentamente la manera en la que la niña le contaba la historia, podía sentir el amor con el que Jungkook se la había contado a ella. La descripción, la melodía oculta tras los adjetivos con los cuales le describía. habían hecho que incluso se olvidara, por un momento, de que la historia se trataba de él.

Miyeon era tan adorable pero muy expresiva. Era una niña muy lista, Jungkook y Sana habían hecho un buen trabajo al criarla y educarla en casa. Sabía sobre muchos temas interesantes, aunque siempre acompañada de la inocencia de su infancia.

Me agrada Taehyung, parece que tu padre le tiene mucho aprecio.

Sí, mi papá quiere mucho a Taehyung — respondió entusiasmada —. Dijo que eran amigos cuando tenía diecinueve años... ¡Eso es mucho! Fue cuando era un príncipe porque ahora es un rey.

Para Taehyung sigue siendo un príncipe.

— Oh, mi señor, ¿cómo puede ser un príncipe si yo soy una princesa?

La sonrisa de Taehyung se borró lentamente.

¿Qué me has... llamado?

En ese momento, las puertas se abrieron y Taehyung vio al niño que había aparecido ante Jungkook la vez pasada. Se levantó rápidamente y se colocó delante de la niña para protegerla.

Querida princesa... — llamó su atención de nuevo — Vuelve con tu padre, por favor.

— ¿Por qué? ¿Quién es ese niño? — preguntó con inocencia, aunque Taehyung percibió en su voz que tenía miedo — ¿Por qué... tiene un agujero en la cabeza?

Taehyung le cubrió los ojos.

¿Te cuento un secreto, princesa? — la niña asintió — Yo soy Taehyung.

La niña se sorprendió, abrió su pequeña boca mientras trataba de asimilarlo, pero le creyó sin cuestionar nada porque... Porque era guapo cuando no daba miedo y parecía un príncipe.

Taehyung se volteó y el niño seguía allí.

— ¿Pero y sus alas? Mi papá dijo que era el príncipe del Cielo y que cuidaba de mi mamá allí.

— He bajado para cuidar de tu padre y también de ti... Por eso quiero que vayas con él, ¿sí? Vuelve con él, por favor.

Miyeon asintió y Taehyung le descubrió los ojos, aunque trató de volver a mirar al niño que no se había despegado del umbral de la puerta, Taehyung no se lo permitió y le pidió que no mirara atrás.

Cuando la niña desapareció de la habitación, Taehyung observó a ese niño.

¿Qué quieres? — le preguntó, aunque el niño no contestó Ven... Ven aquí.

El niño no se movió y la herida de su cabeza sangraba demasiado. Taehyung pudo imaginar el dolor por el que estaba pasando.

Se acercó más y le tendió la mano a pesar de que no esperaba que la tomara.

Ven aquí, no voy a hacerte daño — volvió a decirle con una sonrisa amable.

El niño tenía una herida horrible en la cabeza que le había dejado sin un ojo y con el otro desorbitado, sin embargo, Taehyung notó por sus labios que estaba triste y quería llorar. No pasó ni un solo segundo después para que el niño corriera hacia él y lo abrazara.

Era la mitad de alto que él y sollozaba mientras lo abrazaba con fuerza. Taehyung no dijo nada, sintió tanta lástima y simplemente acarició su cabello.

¿Cómo has llegado aquí? — le preguntó — ¿Qué te ha pasado?

El niño levantó la cabeza y respondió en un idioma que Taehyung desconocía, pero, aunque tardó varios segundos en identificar que se trataba del vietnamita, el niño siguió insistiendo con la misma frase.

— Lo siento, no...

El niño apuntó lentamente hacia el pasillo que estaba al otro lado del vestíbulo. Era la sala de estar y solía estar oscura porque Jungkook corría las cortinas nuevamente a mediodía. Taehyung observó una silueta, era un hombre y parecía observarlo también. No le gustaba. Tenía un aura aterradora.

¿Le tienes miedo? — preguntó con un tono de voz suave para que no se alterara, pero corroboró sus dudas cuando el niño se escondió detrás de él al ver que la silueta se acercaba a la luz.

Lo primero que escuchó, fue el sonido de sus pisadas, Taehyung dedujo que llevaba botas gruesas, duras y quizás pesadas. La luz del exterior le dio una mejor vista de cómo lucía aquel espectro cuando llegó al umbral de la entrada, antes de cruzar el vestíbulo.

¿Quién...?

— ¿Quién eres tú?

El espectro le interrumpió, Taehyung se sintió intimidado. No estaba seguro, pero parecía un soldado... O al menos, la ropa le daba una ligera idea aunque, por obvias razones, no se parecía a los que había visto en Europa antaño.

No te recuerdo...—  le dijo — No te pareces a ninguna de mis víctimas.

¿Victimas?

Ah... Coreano — sonaba como si hubiera gritado durante tanto tiempo. que se le había gastado la voz — Entonces... Te maté durante la guerra civil, ¿no es así?

¿De qué me está hablando?

El sujeto inclinó la cabeza hacia un lado y dio un par de pasos. Taehyung se volteó dándose cuenta de que el niño había desaparecido. Pensó que el sujeto le daba tanto miedo que decidió marcharse.

Qué extraño acento francés tienes. No pareces del norte.

¡No oséis dar un paso más!

El espectro se detuvo sorprendido de oír el dialecto, no oía a nadie hablar de aquella manera desde que su abuelo había muerto.

— Tú... ¿Cuántos años llevas muerto?

Aquella pregunta provocó que el pecho de Taehyung volviera a sangrar. Miró hacia abajo y notó la sangre expandirse lentamente, pero en ese momento se dio cuenta de que el espectro también tenía heridas en su pecho que sangraban incesantemente.

Setenta años — respondió aunque no estaba del todo seguro.

El espectro pensó durante un par de segundos y un recuerdo le vino a la mente.

«¿Crees en los fantasmas, Yoongi?»

Levantó la mirada lentamente, el sonido a su alrededor desapareció tras darse cuenta de quién estaba delante de él. Entonces, su voz fue lo único que escuchó en ese momento.

¿Taehyung?

⊰✽⊱

Miyeon despertó tras oír un sonido extraño. Cuando se incorporó, observó que a los pies de su cama había un hombre que se cubría la mitad de su rostro, parecía estar arrodillado porque solo veía sus ojos, pero aquella mirada le hizo sentir terror.

Ni siquiera podía observarlo bien, la luz del exterior era tenue y sus cortinas no estaban corridas, pero los ojos de aquel hombre estaban tan abiertos; era una mirada horrible, parecía que había visto algo que no debía, aunque Miyeon no supiera el qué, tampoco quiso saberlo.

Tenía tanto miedo que ni siquiera podía llamar a su padre o a Sana, sin embargo, se aferró a su oso de felpa con mucho impetu mientras lloraba.

Entonces, el sujeto fue incorporándose lentamente. Miyeon no pudo comprender cómo es que hace un rato no podía ver el resto de su cuerpo si era tan alto, robusto y gordo; el sujeto aprovechó que estuviera paralizada de miedo para acercarse a ella andando a gatas sobre su cama. Al ver su rostro y sus lágrimas, sonrió de una manera perversa.

Le agarró la pierna izquierda y la arrastró hacia el para posicionarse encima de ella. La niña siguió sin reaccionar, pero cuando el hombre le bajó las braguitas, finalmente gritó.

¡Apartate de ella! — Taehyung lo tomó por la espalda y lo lanzó hacia un lado. Miyeon siguió gritando y sacudiéndose con los ojos cerrados. Taehyung golpeó al sujeto en el rostro un par de veces, hasta que el espectro decidió esfumarse. — Miyeon-ah... Está bien, está bien...— trató de tranquilizarla pero la niña no paraba de sacudirse impidiéndole tocarla.

¡Papi! ¡Papi! ¡Ayuda, papi! ¡¡Papá!!

Jungkook entró a su habitación de manera violenta y la abrazó. Taehyung observó cómo la niña se tranquilizaba en sus brazos.

¿Qué sucede, Miyeon-ah?! ¡¿Qué sucede?! ¿Estás bien? — Jungkook vio sus braguitas en la cama y aunque pensó en por qué se las había quitado, no le tomó importancia porque parecía tan asustada.

La niña trepó su cuerpo y abrazó su cuello, como si fuera un koala, cuando Sana llegó.

— No lo sé, creo que ha tenido una pesadilla.

— Había un monstruo en mi habitación...

— Vale, cariño — Jungkook la meció en sus brazos — Ahora estoy aquí, haré que el monstruo se vaya.

— Tengo miedo, papi, tengo mucho miedo...

No te preocupes, mi niña... Estoy aquí, papá te cui... da... — se sintió mareado de repente — Miyeon-ah... Ve con Sana, ¿vale, campo?

¿Qué?

Ca... C-cari... ¡¡Joder!! — espetó con tanto enfado que Miyeon dejó de llorar debido a la sorpresa.

Miyeon-ah, ven conmigo — Sana abrió sus brazos y la niña se entregó a ella — Te haré un rico desayuno, ¿vale?

Vale...

Unos minutos después de que se hubieran ido, Jungkook sintió que su brazo se había descontrolado. La mano le temblaba y no podía sostener su muñeca con la otra porque la sintió paralizada. Su mirada se tornó blanca cuando cayó al suelo y tuvo un episodio de convulsión.

¡Jungkook! ¡¿Qué te sucede?! ¡¿Qué te sucede?! — Taehyung se arrodilló al lado de él y trató de calmar sus espasmos, pero no sabía qué hacer — ¡Sana! ¡Sana! — la llamó, sabía que no la oiría, pero de todas maneras, insistió y trató de llamarla varias veces.

Aquello tardó treinta segundos. Treinta segundos en los que Taehyung no comprendía lo que le ocurría y pensaba que iba a morir. Se quedó paralizado, observando, sabiendo que no podía ayudarlo... Hasta que se detuvo.

⊰✽⊱

Algo le pasa a Jungkook.

Youngyi le miró con lástima, su fantasma estaba al lado del suyo en el desván. Se encontraban tumbados en el suelo, ella le tomaba la mano mientras Taehyung sangraba y volvía a convertirse en un horroroso espectro.

Tiene cáncer — contestó —, eso es lo que he oído salir de la boca de aquella muchacha... Sana, creo que se llama.

—  Cáncer... — cerró los ojos y sus lágrimas de sangre volvieron a fluir — No quiero que muera... No aquí...

Youngyi le miró con lástima y secó sus lágrimas, entonces, Taehyung la abrazó y sollozó en su pecho. Los años los habían vuelto tan cercanos, y si antes el trato que le daba era similar al de una madre como redención por lo que le había hecho, ahora sentía, verdaderamente, que era su hijo y él se sentía de la misma manera.

— Si muere aquí, se quedará atrapado... ¿Verdad?

— Shhh... No pienses en eso ahora, no pasará...

¿Cómo lo sabe, Youngyi? ¿Cómo? Usted y yo hemos muerto aquí y para nosotros no existe más que niebla... No quiero eso para él — siguió sollozando — ... Si lo hubiera sabido, oh... Si al menos lo hubiera sabido... No habría deseado volver a verlo.

— Hola...

Al oír la voz de Miyeon, la pálida piel de Taehyung y su roja herida fueron desapareciendo. Se incorporaron para verla, ella estaba cerca del marco de la puerta, asomada muy tímida.

Querida princesa... — Taehyung le brindó su mejor sonrisa, pero Miyeon solo podía observar a Youngyi.

¿Quién es usted? — preguntó tímida

¿Es la novia de Taehyung?

No — respondió Taehyung —, ella es Youngyi, mi mejor amiga.

Aunque no tuviera un verdadero corazón, Youngyi sintió latidos en su pecho al oír aquello.

— ¡No, eso no puede ser! — chilló la niña

¡Yo soy tu mejor amiga porque nos vamos a casar!

Abrazó a Taehyung con fuerza.

— ¿Qué? — aquello le sacó una sonrisa — Miyeon-ah... ¿Por qué piensas eso?

— Porque mi papi y Sana son mejores amigos y están casados... ¡Y yo quiero casarme contigo!

— ¿Y eso por qué, princesa?

— Porque soy una princesa.

Ya veo... — le sonrió al separarla de él y le secó las lágrimas — Pero, princesa, para casarte con alguien, debes quererle de una forma especial.

Yo te quiero, Taehyung — le dijo — porque eres guapo.

Taehyung se rio. Su presencia, en aquel doloroso momento de su existencia, supuso un placebo.

Eres muy pequeña aún, cuando seas mayor podrás casarte con quien tú quieras.

— Sí, mi señor.

Taehyung borró su sonrisa.

— Hace tanto tiempo que nadie me llama así... ¿Dónde lo has oído? ¿Quién... te lo ha dicho? La niña se encogió de hombros.

— ¿Alguien te lo ha dicho? ¿Lo has escuchado de alguien?

— Lo escuché en un sueño...

— ¿En un sueño? — La niña asintió — ¿Y qué pasaba en ese sueño?

— Soñé que vivía en una casa parecida a esta pero estaba muy triste... Tocaba el música todos los días, hasta que uno de esos días, llegó usted, mi señor, en un carruaje — contó con una sonrisa pero se sintió insegura cuando Taehyung derramó sus lágrimas mientras la observaba — ¿Qué ocurre? ¿Otra vez le duele el corazón? — la niña observó la sangre, brotaba mucha y se asustó — Oh... ¿Qué debo hacer? ¿Quiere que llame a Sana? Sana es como mi mami, ella sabe curar heridas... Le prometo que no le dolerá cuando...

Miyeon-ah — Jungkook ingresó al desván, su rostro se relajó al verla sola en medio de su estudio. Se arrodilló ante ella y la abrazó —. Mi hermoso cariño... ¿Por qué te has ido de repente? Al no verte me he asustado.

— Lo siento, papi.

— ¿Qué haces aquí? Hace mucho frío, ¿no tienes frío?

— Estoy bien le dio un beso en la mejilla. Papi, ¿por qué eres tan bueno?

— ¿Cómo?

— ¿Por qué eres tan bueno conmigo?

— Porque eres mi hija y te amo... Y porque eres una niña y las niñas y los niños deben ser amados por sus padres.

Miyeon volvió a mirar a Taehyung, a quien le seguía sangrando el pecho, aunque se dio cuenta de la manera tan extraña en que miraba a su padre y se preguntó si le conocía.

Se llevó el dedo pulgar a la boca y meditó unos segundos.

— Papi, ¿tú me quieres de una manera especial?

— ¿Especial? ¿A qué te refieres, cariño? —Jungkook siguió arrodillado delante de ella mientras le acomodaba el pelo, le acariciaba la cabeza y las mejillas — Podría decir que sí, que te quiero de una manera especial... Aunque mi amor por ti va más allá de las estrellas; es más que especial — le dio un beso en la frente.

— Sana siempre me da besos cuando estoy malita.

— Sana es una persona sabia, los besos curan los corazones tristes.

A Miyeon le brillaron los ojos al oír aquellas palabras.

— ¡Tírame un beso, papi! ¡Tírame un beso!

Jungkook sonrió al verla tan contenta e hiperactiva. Rápidamente besó sus dedos y lo sopló para que Miyeon lo tomara en su mano.

— ¡Buena atrapada!

— Papi, soy una niña pequeña, ¿verdad? Y como soy pequeña, todavía no sé lo que es el amor especial... Pero cuando crezca lo sabré y me casaré con Taehyung en los cielos, ¿verdad, verdad?

— Taehyung... —sonrió al suspirar — Cuando seas mayor, te casarás con alguien que te merezca y te haga feliz.

— Entonces guardaré tu beso de amor especial para quien lo necesite, ¿vale?

— ¿Le regalarás mi beso a alguien más? — frunció el ceño de manera juguetona.

— ¡Sí! Se lo daré a Taehyung porque su corazón está triste.

A Jungkook se le borró la sonrisa con un gesto de tristeza.

— Oh... — se incorporó y no dijo nada durante unos segundos, al menos hasta que se acercó a la puerta y se detuvo en el umbral al sentir náuseas — No quiero que juegues sola aquí, ¿vale? Tengo que tomar la medicina, baja enseguida.

— Sí, papi.

Jungkook salió del desván con una presión en el pecho y lágrimas en los ojos. Aunque quiso soportar el llanto, las lágrimas se le salieron de todas maneras.

Vio un reflejo negro en el rellano por el rabillo del ojo, y vio a aquella mujer de nuevo, en la habitación de su padre. Se veía un poco más grande que la última vez, pero seguía pareciendo una adolescente.

Tenía las marcas de estrangulamiento alrededor de su cuello. Ya la había visto dos veces, pero seguía sin saber quién era.

— Te pareces mucho a tu padre... — le dijo Youngyi — Tu hija también; tiene sus mismos ojos, su misma sonrisa y su misma marca de nacimiento en la espalda. Es tan gentil e inocente como él cuando tenía su edad. El otro día te trajo las mismas flores que solía traerme cuando me veía triste, sabiendo que era alérgico a ellas. Miyeon también es alérgica, pero te las trae cada vez que sufres una recaída... Como la otra vez, cuando sufriste ese accidente en la escalera, te las trajo a pesar de ser alérgica. Me alegro de que tú no le regañaras como lo hice yo a tu padre.

— ¿Abuela?

— Sí... — susurró con lágrimas en sus mejillas.

Jungkook suspiró y le dio la espalda.

— ¿Por qué puedo verla? Nunca he visto una foto suya y no se parece a la que mi padre guardaba de usted... No la conozco.

— Ya veo, él borró todo rastro de mí, pero... Jungseok, ¿él...?

— ¿La estimaba a pesar de todo lo que le hizo? — volvió a mirarla con una sonrisa irónica — Sí, eso hacen los hijos; quieren a sus padres a pesar de que, constantemente, les hagan replantearse su valor como persona pese a que el error no sea del niño.

— Lo siento...

— Es tarde para eso, ¿no cree? Mi padre murió hace quince años.

— Lo sé... — sollozó — Yo le vi hacerlo. Quise impedírselo, pero... él no podía verme.

El cálido corazón de Jungkook latió suavemente y sus ojos se llenaron de lágrimas, mientras su garganta se sintió obstruida por el dolor que percibió en Youngyi.

— Perdón... — se secó las lágrimas — Siempre he observado a mi padre, desde que tenía la edad que mi hija tiene ahora. Siempre supe todo lo que le gustaba, lo que no le gustaba; lo que le ponía feliz y triste... También conocía la marca de nacimiento que tenía en la espalda, aquella que parece una flor y nadie más en la familia tiene, salvo Miyeon. También me he dado cuenta de que mi hija heredó algunas de sus condiciones de salud, como la alergia hacia las flores que usted menciona pero también el gusto por el arroz en el desayuno con sopa de algas...

— Minhee, nuestra sirvienta, le preparaba eso todos los días — dijo con una sonrisa al recordar — ... Ella lo conocía mejor que yo, era su comida favorita.

— Recién ha aprendido a leer.

— ¿Eh?

— Nunca ha leído las cartas que mi padre le escribió a Taehyung y tampoco ha visto el cofre, pero siempre llama a Taehyung "Mi señor" cuando le hablo de él. Le hablo más de Taehyung que de mi propio padre porque no tengo ningún solo recuerdo feliz de mi padre, en cambio, Taehyung... A pesar de su trágico destino, tenía tanto que contar... — se detuvo durante un par de segundos antes de continuar — Ella me recuerda a mi padre y por eso quiero proteger su inocencia; porque mi padre tuvo padres terribles... Y cuando la veo, no quiero que ella conozca el dolor de vivir como si no valiera nada, así como tampoco quiero que viva buscando mi atención desesperadamente y vea que todo cuanto tiene, es debido a mi sombra. Estoy siendo la madre que no fue con mi padre y estoy siendo el padre que el mío no lo fue conmigo. Dime... ¿Por qué me menciona todo esto? ¿Por qué aparece de repente y dice que mi hija le recuerda al suyo? ¿Acaso quiere utilizarla para calmar su conciencia?

Youngyi no contestó. Bajó la mirada y arrugó su vestido mientras cerraba los ojos con fuerza y lloraba. Al no recibir respuesta, Jungkook continuó:

— Me enamoré de alguien que había muerto hace cincuenta años una vez. Sigo enamorado, de hecho... Y me acosté con él sabiendo que era un fantasma... Todo esto parece sacado de una película o de un libro de fantasía; así que, cuando pienso en que mi padre ha vuelto de alguna manera en Miyeon, y concibo un poco la idea de que puede ser verdad, me hace querer protegerla todavía más... Así que... Si eres real, si no eres producto de mi neoplasia cerebral, no te acerques a ella con la intención de tratarla como si fuera el hijo que murió porque no le has protegido.

— Lo siento...

— Mi padre murió sin saber si, al final, usted le quería o no — dijo. Dígame, ¿usted le quería?

— Sí... Muchísimo... Pero era tan egoísta que no me di cuenta.

— Bien... — susurró — Mi padre era una persona infeliz — le dijo suavizando el tono de su voz —. Incluso si le hubiera podido ver en el momento de su muerte, no le habría podido salvar. Ni usted, ni mis hermanos, ni Taehyung o yo. Nadie puede... salvar a alguien que ha estado esperando la oportunidad perfecta para morir.

Tras decir eso, se retiró hacia la planta de abajo y Youngyi no pudo aguantar más el llanto y cayó de rodillas llorando.

Y mientras ellos tuvieron su conversación, Taehyung y Miyeon tuvieron la suya.

Toma — le dijo la niña acercando sus manos cerradas, simulando un cofre, hacia Taehyung —. El beso de mi papá te curará, pero... es la única vez que te regalo un beso suyo. La próxima debes pedirle uno a tu papá, ¿vale?

— ¿De verdad, querida princesa? ¿De verdad me regalarías algo tan valioso?

— Sí, pero a cambio, un día tiene que acompañarme a la playa... Me gusta la playa. Cuando mi papá se pone muy enfermo, Sana me lleva a pasear y sentir el agua en mis pies, me pone un poquito más feliz.

— Por supuesto, princesa, te acompañaré.

Miyeon sonrió ampliamente.

— ¡Entonces, tenga el beso de mi papá! abrió sus manos — ¡Pero, cuidado, cuidado! Que no se escape.

— No lo hará — Taehyung simuló cogerlo con su mano y colocarlo en su mejilla.

— ¡No, no, no! Ahí no — Miyeon volvió a coger el beso antes de que se escapara y lo colocó en su pecho, justo encima de su herida.

A Taehyung le temblaron los labios pero luchó contra sí mismo para no llorar frente a la niña.

— ¡Oh! Me manché de sangre... — le dijo al enseñarle sus dedos rojos, pero con una sonrisa dibujó un corazón, sobre su vestido, en su pecho  — Espero que esté mejor, Taehyung, tiene que sonreír... Algunos inviernos también son primavera.

Aquello le rompió.

Con su voz pendiendo de un hilo, bajó la mirada y derramó sus lágrimas.

Ah... Jungseok... — sollozó — Has vuelto a mí, como me prometiste entonces... pero... — levantó la vista para observar a la niña y le sonrió cuando ella se despidió con la mano — Pero yo... No podré cumplir mi promesa. Perdóname, por favor... Perdóname.

⊰✽⊱

Antes de conocerte, solía estar solo... Todo el tiempo, ni siquiera me daba cuenta. No sufría, solo soñaba con volver a enamorarme y sentirme vivo. No recordaba lo que era el amor, simplemente, tenía la idea de que debía doler, porque solo conocía el dolor... Porque sentía uno que no comprendía en ese entonces. Entonces, te amé, mi querido Jungkook... Te amé más de lo que los planetas aman al sol y por ello giran a su alrededor; fuiste mi sol y yo tu fcaro. Volé tan cerca de ti que morí nuevamente. Pero no tiene importancia, ¿sabes? Ya no la tiene... Ha valido la pena volar tan alto porque tú eras mi cielo y te toqué; toqué las nubes con cada beso que me dabas, mi dulce amor. Me has brindado el dolor más fuerte de todos, pero tal y como te prometi entonces, no ha sido culpa tuya, porque yo me entregue a ti en primer lugar... Y sigo siendo tuyo, Jungkook, aunque no me veas, te amo tanto... Aunque nunca me veas, incluso después de la muerte, te amaré hasta que mi existencia se vuelva ridícula ante el vasto universo...

Jungkook bebió el agua con hielo del vaso nuevamente. Estaba sentado en su silla preferida, aquella que le gustaba a su padre, mientras observaba a su pequeña dormida en el sofá abrazando su peluche de felpa.

Taehyung estaba a un lado de él, pero Jungkook no sentía su presencia. Eso le hacía sangrar aún más el pecho.

Cuando terminó el último trago, se levantó y cargó su pequeña entre sus brazos para acostarla en su cama. Hacía un par de días, desde el incidente, que no quería dormir sola en su habitación; de hecho, le había dicho a su padre que quería dormir con él para siempre.

Pero aunque Sana se ofreció a dormir con ella, Miyeon no quiso porque se sentía más segura con su padre. Sana insistió un poco, pues Jungkook seguía empeorando su salud y dentro de poco, estaría dependiendo de sueros y máquinas para sobrevivir. De todas maneras, Jungkook le dijo que no pasaba nada, que la niña podía dormir unas cuantas noches con él, al menos hasta que se sintiera segura.

Taehyung los siguió hasta la habitación. Se sintió orgulloso de Jungkook porque era un buen padre. La ternura con la que trataba a su hija le recordó al suyo y también a su madre, quien al igual que él, lo arropaban cuando era pequeño y le daban un beso antes de dormir.

Jungkook se metió a la cama después, apagó la luz de la lámpara y abrazó a Miyeon. Taehyung se acercó a él y también le dio un beso tras desearle dulces sueños. Sintió un tacto frío sobre su piel y aunque meditó acerca de ello, decidió no tomarle importancia y cerró sus ojos.

Para dejarlos dormir tranquilamente, Taehyung salió al pasillo y suspiró. Pensaba en sus cosas; en su padre, en qué habría sido de él, pues la última vez que le había visto, había sido en el puerto de Hanyang hace setenta años (sospechaba que el puerto ya no se llamaba asi). Aunque le había enviado cartas durante los primeros tres meses, dejó de hacerlo al recibir una última donde le decía que cambiaría de dirección; después, ya no supo más sobre él. No sabía si había muerto o si había vivido más tiempo que él, pero esperaba que no hubiera sufrido al dejar de recibir noticias de su único hijo y que hubiera formado otra familia en la península.

Al asomarse hacia el rellano, observó al soldado.

Era un espectro distinto a los que ya había conocido anteriormente, aunque sabía que habían más de los que podia imaginar. El soldado tenía un aura melancólica y cargada de culpa, podía sentirlo en el aire, pero también sentia que no era malo... o al menos, esa fue su primera impresión.

— Usted de nuevo... — dijo al verlo — ¿Dónde se había metido?

— Huí de ti — le respondió Yoongi.

— ¿De mí? ¿Y eso?

Para protegerte de mí.

Taehyung se quedó sin habla, no comprendió lo que quería decir con eso, sin embargo, quiso aproximarse hacia él, pero Yoongi se lo impidió.

— No te acerques, podrías resultar herido.

— ¿Por qué?

— Porque, aunque veo que estás corrompiéndote, sigues siendo luz, mientras que yo...

— No hay maldad en ti, solo arrepentimiento — dijo con sosiego — mas, el espectro que intentó hacerle daño a Miyeon...

— Era el violador de mi hermana. Lo he matado hace mucho tiempo... Bueno, uno de ellos... — murmuró.

— Lo siento mucho.

Yo no — Yoongi le sonrió, aunque Taehyung se percató de que su sonrisa fue genuina y no le provocó miedo o algún rechazo, a diferencia de la primera vez que se habían encontrado  — Hasta pronto, Kim Taehyung.

— ¡Espere! ¿Cómo sabe mi nombre? ¿Cuál es el suyo? — Taehyung le persiguió, pero al bajar al primer piso, el espectro del soldado desapareció.

En su lugar, Taehyung vio al niño. nuevamente, pero la herida de su rostro había retrocedido. Supuso que le pasaba lo mismo que a él; sus sentimientos le recordaban su muerte y la forma en que sucedió. Le dedicó una amplia sonrisa y el pequeño se acercó a él para tomar su mano.

— ¿Quieres que te siga? — le preguntó, sabiendo que el niño no contestaba pero al tirar de él, supo que aquella era su intención.

El fantasma del niño lo condujo hacia la sala de Ensayo, donde se encontraba el piano. Taehyung se sorprendió al ver a otros niños allí; de diferentes tamaños y edades. Cada uno de ellos con heridas mortales distintas y tétricas.

— ¿Son tus amigos? — le preguntó, pero no contestó.

— Sí, somos todos amigos — respondió una niña que tenía la marca de una puñalada en el corazón — Dijo que usted era bueno y podría ayudarnos a estar mejor.

— Oh... Taehyung le dedicó una mirada sosegada — ¿Cómo te llamas, cariño?

— Goeun. Choi Goeun.

— Ya veo, eres coreana... ¿Cómo es que puedes entenderle, cielo? ¿Hablas vietnamita?

Un poquito.

— Entiendo... — murmuró — ¿Y qué queréis que haga por vosotros, niños? ¿Qué puedo hacer para que estéis mejor?

— Cuéntenos un cuento, por favor — le pidió otro niño que tenía sangre en la cabeza.

— ¿Un cuento? ¿Cuál?

— El que usted quiera... Tiene una voz tan bonita, me produce calma — le dijo una adolescente que había perdido el brazo.

— Vale... — Taehyung comenzó a narrarles un cuento, uno europeo que conocía. Estuvo horas y horas.  Se emocionó y también comenzó a actuar las escenas importantes. El tiempo pasó y como los espíritus no tienen necesidades básicas humanas, no se percataron del paso del tiempo... Entonces, cuando Taehyung concluyó su último cuento, se dio cuenta de que ya había amanecido y preguntó: — ¿Hay algo más que puedo hacer por vosotros, niños?

Un joven apuntó hacia el piano.

— Oh, ya veo...

Se secó las lágrimas, delicadamente, mientras se acercaba al piano mediante el camino que habían abierto para él. Hacía tanto tiempo que no lo tocaba sin sentir nada más que odio y rencor, pero no podía ofrecerles esos sentimientos a los desamparados niños que esperaban sanar sus heridas con la música.

Trató de recordar alguna pieza alegre que hubiera oído o tocado cuando vivía en Europa, pero había pasado tanto tiempo desde entonces... Taehyung suspiró antes de presionar la primera tecla que daba el inicio a la canción, después se dejó llevar por la melodía. No se trataba de una canción tan animada, pero era lenta y sonaba preciosa, pensaba que aquello podría relajar a las almas de los chicos, al menos un poco.

La melodía había escalado los pisos de la casa, llegando hasta Sana y Jungkook. Sana escuchó la canción, pero le restó importancia al pensar que se trataba de Jungkook, sin embargo, Jungkook sabía perfectamente que nadie, a parte de él, sabía tocar el instrumento.

Se quedó observando a su hija cuando el ruido lo despertó. Algo se removió en su interior; no podía identificar qué sentimientos tenía en ese momento. Se sintió angustiado, aterrorizado, pero, al mismo tiempo, en calma. Conocía muy bien la esperanzadora tristeza de la melodía, pero eso hizo que su corazón se rompiera nuevamente... Porque no había nadie más en el mundo que produjera esos sentimientos a través del arte... más que él.

Se incorporó sobre el colchón con mucho esfuerzo, pues le dolía todo el cuerpo. Se dio cuenta de que estaba debilitándose más rápido que la última vez por los hematomas que surgieron en su piel durante la noche. Sin embargo, a pesar del dolor, se levantó y dio unos cuantos pasos hasta salir de la habitación.

Observó a su hija antes de cerrar la puerta, le había puesto sus almohadas para que no sintiera su ausencia. Suspiro y cerró la puerta.

Con cada escalón que descendía, podía sentir la calidez de la melodía con más ardor. Clair de Lune sonaba tan preciosa... Taehyung hacía que sonara de aquella forma.

Cuando Jungkook se asomó, la música se detuvo abruptamente.

Jungkook no podía ver a los espíritus que habitaban su casa, sabía que ya no podría hacerlo desde que la chamana bloqueó su habilidad. Había dejado de sentirlos, verlos y oírlos desde que Miyeon había nacido, no obstante, aquella sensación iba volviendo pero no estaba seguro de si se trataba de la realidad o si era el tumor, como lo había sido en el pasado.

Se sentó sobre el banquillo, a un lado de Taehyung, quien le observaba con una nostálgica sonrisa en el rostro. Jungkook presionó una tecla, luego otra y otra hasta formar una melodía. Taehyung reconoció la canción al instante; su canción.

Moonlight Sonata.

Jungkook tocaba el piano como alguien. que no lo había hecho en mucho tiempo, sus movimientos eran lentos pero precisos, casi como si el sentimiento o la pasión por la música siguiera dormido o hubiera desaparecido. En un momento, se detuvo y observó hacia donde estaba Taehyung, que sin poder verlo, presentía que se encontraba allí... Y aguardó. Esperó ver cómo la tecla era presionada por nadie para volver a creer que tenía una oportunidad de volver a sentir.

Taehyung sabía perfectamente que estaba esperando a que diera una señal de que seguía allí, a su lado, pero no podía dársela; tenía miedo de lo que pudiera pasar si le daba alguna esperanza. Levantó la mano, un momento, vacilando en continuar la melodía... Entonces, Jungkook suspiró y susurró que estaba volviéndose loco. Aunque, al levantarse, sin esperar oír nada, escuchó la melodía de Moonlight Sonata detrás de sí.

Taehyung sintió un malestar terrible; eran náuseas y miedo; incluso sintió. el frío de la muerte y percibió el olor metálico de la sangre.

Yoongi comenzó a tocar el piano, al lado del joven que se había quedado petrificado al ver al soldado que apareció de repente.

Jungkook, por su parte, observaba las teclas hundirse tras cada nota. La melodía construida resucitó su cálido corazón; con una mano en el pecho y las lágrimas brotando de sus ojos como el rocío, dijo, finalmente:

¿Taehyung?

Yoongi detuvo abruptamente su melodía.

— Taehyung — volvió a mencionar su nombre —, ¿estás aquí? ¿De verdad...?

Taehyung no sabía qué hacer, ni cómo contestar a su pregunta. El soldado le miró a los ojos y eso le había intimidado, pues su aspecto era tan aterrador, pirque sus lágrimas no eran rojas sino negras y sus ojos tenían destellos ámbares; mientras más le observaba, más dolor sentía en su herida mortal que había comenzado a sangrar de nuevo y las otras presencias oscuras habían vuelto a aparecer.

Vio una en la oscuridad del pasillo que conectaba la sala de ensayos con el comedor, después otra asomada en la escalinata y otra más en la sala de estar, al otro lado del vestíbulo.

— Taehyung, por favor, respóndeme.... — sollozó, pero después notó unas inusuales sombras en el suelo; como si hubiera algo que obstruyera la luz que entraba a través del cristal de la ventana.

Y es que todos los espectros que habitaban aquella casa desde el regreso de Jungkook, se habían reunido allí, mientras Yoongi observaba a Taehyung y su presencia marchitaba el alma del artista. Entonces, comprendió por qué le había dicho que no se le acercara.

Jungkook se cubrió los brazos por el frío repentino que había sentido; también notó la penumbra en la que la habitación se había sumido. Siguió llamando su nombre, una y otra vez, pero cada vez que lo pronunciaba, se sentía más débil y no sabía por qué; pero Taehyung veía cómo los espectros se adherían a su cuerpo y parecían absorber su vitalidad.

— ¡¡Ju-Jung... kook!! — Taehyung intentó ayudarlo, pero tan solo dos pasos después de haberse levantado del banquillo, cayó de rodillas al suelo debido al dolor de su herida.

Lentamente se dejó caer mientras la sangre brotaba en cantidad y su aspecto volvía a ser el de un sufridor espectro. Sin embargo, aun así, trató de arrastrarse para llegar a su amado.

Yoongi se levantó del banquillo y se interpuso entre Taehyung y Jungkook. El artista levantó la mirada sin comprender sus intenciones, aunque sin hablar, le rogó con la mirada que se apartara y aunque Yoongi comprendió el mensaje, no lo hizo. Con la punta de la bota, dio vuelta su cuerpo y lo miró con el rostro inclinado hacia un lado. Después deslizó su zapato hacia el centro de su herida y apretó con fuerza. Taehyung gritó debido al terrible dolor.

¿Te duele? — le preguntó — ¿Cómo es posible que nos duela tanto si ya no estamos vivos... si ya no existe un cuerpo fisico?

Y mientras más fuerza ejercía sobre la herida, el aspecto de Taehyung parecía pudrirse todavía más y las voces y palabras mezcladas de los espectros, incomprensibles en varios momentos, siempre llegaban a un claro mensaje: matar a Jungkook de una manera horrible.

⊰✽⊱

Aquella noche, mientras Jungkook se estaba lavando los dientes, al incorporarse para observarse en el espejo, fue la primera vez que vio a Taehyung en el reflejo.

Se dio vuelta rápidamente esperando encontrarlo detrás de él, pero no fue asi. Le atribuyó esa visión al tumor, como todo lo inexplicable que le ocurría en aquella casa desde que había llegado, aunque supiera, en el fondo, que iba más allá.

Aquella noche, Taehyung se reunió con Youngyi en el desván. Mientras él la esperaba, observó todas sus pinturas restauradas por Jungkook. Aun preocupado por la corazonada que tenía, aquello le hizo feliz, a pesar de no saber el propósito de todo eso.

— Estoy aquí, Taehyung — le dijo Youngyi. El joven se volteó a verla y, en cuanto lo hizo, la abrazó.

Cuando se separó de ella, la miró a los ojos y suspiró.

— Tenemos un problema.

— ¿Cuál?

— El soldado... El soldado es el problema — se veía alterado, así que Youngyi trató de tranquilizarlo con un gesto de comprensión — Creía que todos esos espectros estaban atados a Jungkook, pero no, están atados a ese soldado y, creo que... Ese soldado está atado a Jungkook.

— ¿Cómo lo sabes? ¿Qué te hizo darte cuenta?

— Por este sitio, Youngyi, porque yo estoy atado a este lugar y a los sentimientos que me producen. Mori aquí, pero también me enamoré aquí... Aunque no quiera aceptarlo, esta casa significa mucho para mí—  le explicó esperando que pudiera comprender lo que quería decirle —. Ese soldado y Jungkook deben tener una historia... Y debido a ello, corre peligro. Debemos deshacernos del soldado para mantenerlo a salvo, no solo a él, sino a Sana y a Miyeon.

Al oír el nombre de su bisnieta, Youngyi sintió una determinación como nunca antes la había sentido. La solía observar desde lejos y la manera en la que actuaba, hablaba e incluso caminaba, le recordaba a su difunto hijo. Quizás la culpa la consumía a tal grado que estaba obsesionándose con la idea de que Jungseok hubiera reencarnado en la pequeña, pero pensar que tenía una segunda oportunidad la alejaba de su eterno sufrimiento.

Te ayudaré... Tú solo debes decirme qué hacer.

Taehyung sonrió y volvió a abrazarla sintiéndose tan agradecido.

Quedaba, al menos, una semana para que Jungkook volviera a ver a Namjoon.

Namjoon quería fundar un hospital y estaba muy ocupado con los trámites, pero ya había pasado alrededor de un mes desde que Jungkook abandonó la península para ir a vivir a la isla donde su padre había crecido y donde, evidentemente, se encontraba la casa que había heredado.

A Jungkook se le agotaba el tiempo y Namjoon quería encargarse de él lo antes posible y también quería alargar su vida para que Miyeon pudiera disfrutar de su tiempo con él.

Una semana parecía poco tiempo, Sana creía que los días pasarían volando pero el estado de Jungkook empeoró terriblemente de la noche a la mañana y estaba aterrada; de repente, una semana le pareció una eternidad y para Jungkook, un infierno.

El primer día de aquella semana, inició con el incidente...

Miyeon despertó porque sintió frío. Al abrir los ojos, vio a una mujer que desconocía parada a un lado de su cama. En la puerta, había otra mujer y una niña; todas tenían algo en común: heridas mortales en el cuerpo.

¿Quiénes sois? — preguntó algo desconfiada.

— Somos unas amigas — le respondió la mujer que estaba a su lado —, ven con nosotras, te mostraremos algo muy bonito.

— ¿Algo bonito? — se llevó el dedo a la boca — Mi papi dice que no debo ir con personas que no conozco...

— No somos desconocidas, te lo he dicho, somos amigas — sonrió —. Ven, vamos a jugar... Mira, ella es mi hija, ¿no quieres jugar con ella?

La niña que estaba en la puerta se escondió detrás de la falda sucia y ensangrentada de la muchacha que tenía al lado.

— ¿Os duelen? — preguntó al tomar la mano de la mujer — Las heridas...

La que estaba junto a ella tenía una herida abierta en el cuello, la otra también, al igual que la niña. Habían muerto degolladas.

— Si, niña. Nos duele mucho.

Miyeon les dijo lo mismo que le había dicho a Taehyung, que un beso de sus padres haría que dejara de doler, la mujer no le respondió, sino que continuó llevándosela escalera abajo.

La puerta principal se abrió una vez que llegaron al vestíbulo. Miyeon era muy conversadora, hablaba de su padre, de Sana y de Taehyung. Sin darse cuenta, aquellos espectros la habían llevado hasta la fuente y se detuvieron.

— Mira, mira de cerca — le pidió la mujer.

— ¿El qué?

— Mira los peces... — le dijo y Miyeon se asomo, pero al no ser tan alta, no pudo verlos — Súbete y mira.

Miyeon no quería, pero algo en la mujer le había dado miedo. Aunque negó con la cabeza, el espectro la obligó y subió. Se inclinó hacia el agua y no observó ningún pez, pero sí el agua turbia.

— No veo a los pececitos... — murmuró, pero fue tarde.

⊰✽⊱

Jungkook seguía en la cama. Había comenzado a sudar debido al sueño que estaba teniendo, que más que un sueño y una pesadilla, era un fatídico recuerdo; la muerte de su padre.

Cuando el disparo sono tan nítido, Jungkook se despertó sobresaltado. Sintió que le faltó el aire. Aunque más tarde supo recuperar el aliento, el dolor del nudo en la garganta le obligó a llorar. Entonces, se percató de la ausencia de su pequeña.

— ¿Miyeon-ah? — la llamó. Observó hacia todos los lados de la habitación; abrió el armario y observó en el pasillo, pero no la encontró.

Echó un vistazo rápido en la propia habitación de la niña y en el cuarto de Sana, quien aún seguía dormida, pero no la encontró. Antes de bajar a la siguiente planta, escuchó un correteo en la última planta; en el desván.

No le gustaba que estuviera allí, ya se lo había dicho antes. Cuando subió el último peldaño, halló la puerta de su taller abierta y la silueta de su hija en medio de la habitación.

La niña estaba recostada en el suelo, pero había mucha claridad y no podía distinguir el color de su pijama.

— Miyeon-ah, ¿qué haces jugando sola aquí? — preguntó con sosiego al acercarse, sin embargo, se detuvo abruptamente cuando la niña que observaba se incorporó del suelo y se dio cuenta de que no era su hija.

La niña que estaba en el desván se parecía a Miyeon, incluso llevaba un hanbok rosa y un lazo en el pelo, pero tenía la mitad de la cara desfigurada y Jungkook supo reconocer aquella herida causada por metralla.

— ¿Quién eres tú?

La niña corrió hacia un extremo de la habitación cuando Jungkook ingresó al taller, pero la niña había desaparecido. Un sonido le sobresaltó, al darse cuenta de dónde provino, vio a un gorrión herido en la ventana.

Se acercó y lo ayudó a recomponerse, el piar del ave le resultó familiar pero no sabía dónde ni cuándo había vivido una situación similar. Entonces, levantó la mirada y vio el cuerpo de su hija flotando en el agua; aquello le provocó el dolor más terrible que hubiera podido experimentar.

El corazón le iba a explotar.

No... — murmuró al retroceder hasta el umbral de la puerta, una y otra vez, después echó a correr como un condenado mientras gritaba el nombre de su hija.

Sus gritos despertaron a Sana, quien brincó de la cama y siguió la voz de Jungkook.

¡¡No!! ¡No, por favor, por favor! ¡Esto no, esto no! ¡Miyeon-ah...! ¡Miyeon-ah! — corrió hacia la fuente. Su cuerpo no resistía y sintió que se quedaba sin oxígeno, pero no le importó.

Tomó entre sus brazos el cuerpecito de Miyeon y lo reposó sobre el suelo. Llamó su nombre varias veces, envuelto en la más destructiva desesperación. Presionó su pecho al tratar de reanimarla, y entonces, de un momento a otro, todo lo que pudo ver, fue al cadáver de Yoongi en el campo de batalla. Recordó su lucha por devolverlo a la vida, a su lado, y los traumas florecieron a pesar de que no fuera primavera.

Jungkook sabía que no debería aplicar demasiada fuerza en el pecho de la niña, pero estaba tan nervioso, sin saber qué hacer, que no podía evitarlo porque no quería permitir que ella también se fuera de su lado.

Cuando Sana llegó, se cubrió la boca. Temblaba de una manera inexplicable

y el miedo que sintió entonces, fue enorme.

Mi niña, mi vida, mi cielo, mi amor... ¡Por favor, no me dejes! ¡Regresa conmigo, te lo ruego, te lo ruego! — repetía como si estuviera en un bucle, también vio en su rostro a Liên y aquello le destrozó el corazón — Mi amor, mi amor, mi amor... Vuelve conmigo, por favor, eres lo único que tengo; sin ti mi vida es oscura...

Sana había comenzado a llorar; no sabía si se había rendido o si le causaba tanta. lástima ver a Jungkook en aquel estado, pero había estado reanimando a Miyeon durante un rato prolongado. Y lo que estaba pensando no era de su agrado.

Tras darle su oxígeno de nuevo, Miyeon tosió y expulsó toda el agua que había tragado.

Papi...

Jungkook amaba la voz de su hija, pero en aquel instante sintió que oírla le devolvió a la vida.

La abrazó con fuerza y besó su rostro, a pesar de la sangre que tenía en la frente. Miyeon lo abrazó porque lloraba, ni siquiera había sido consciente de que habría podido morir, pero le dio un par de besos a su padre con la esperanza de que dejara de llorar.

Taehyung observaba el exterior, pero no podía ver nada. Todo cuanto había era niebla, sin embargo, podía oír el llanto y los gritos de Jungkook. Sabía que algo

había ocurrido y se sintió ansioso.

— ¿No puedes salir de aquí, verdad?

La energía negativa que Yoongi tenía, inundó toda la habitación. Taehyung sufrió una hemorragia, nuevamente, aunque hizo el esfuerzo de mirarlo.

— Tampoco puedes ver el jardín, no puedes ver nada más allá.

— ¿Qué le ha hecho a Miyeon?

— ¿Yo? — Yoongi inclinó su cabezal hacia un lado; su aspecto era aún más macabro que la última vez — Yo no le he hecho nada.

Taehyung perdió el equilibro debido al dolor; aunque trató de apoyarse, tiró al suelo las brochas y los lienzos al suelo. Yoongi se acercó a él, pero Taehyung no comprendía por qué... ¿Por qué le había advertido antes, de que no se acercara porque podría hacerle daño, pero era él quien se acercaba y le infligía ese daño?

Yoongi metió los dedos en su herida y Taehyung gritó de dolor. Hurgó y le provocó más hemorragia, a Taehyung le parecía que disfrutaba con ello.

No fue hasta que la voz de Jungkook se oyó dentro de la casa, que los destellos dorados de las pupilas de Yoongi no desaparecieron, y consigo, aquella sutil crueldad con la que había atacado a Taehyung.

— Lo siento... — se disculpó y se apartó de él, pareciendo muy avergonzado.

Taehyung trató de incorporarse, con la mano en la herida, y le preguntó el porqué...

— ¿Por qué me hace daño?

No es mi intención, lo juro... — dijo Yoongi llorando — Son ellos... Los espectros... — se cubrió los oídos — Me hablan todo el tiempo... y gritan, lloran, y me maldicen... Me dice que me arrebatarán a quien más amo...

Taehyung no pudo evitar sentir lástima por él. Realmente parecía desorientado y asustado, su mirada le pareció sincera.

— ¿Y a quién ama?

—  A Jungkook.

⊰✽⊱

Padre...

Jungkook ayudó a Jungseok a tomar asiento, tras llegar a casa, cuando volvieron de la península. El trámite para darle la debida sepultura a Taehyung había sido emocionalmente agotador.

Veía a su padre exhausto y ausente; así que, le trajo un poco de agua para que bebiera y lograra tranquilizarse. Pero Jungseok no pudo evitar llorar. Aquella fue la primera vez que le abrazó de aquella manera... Como si fuera su padre realmente y le quisiera como un padre debería querer a un hijo.

Jungkook no estaba acostumbrado a recibir afecto de su parte, aun sabiendo que le quería en el fondo, sin embargo, tan pronto como sintió el calor de su cuerpo, su corazón brincó de una nostálgica alegría que también le hizo llorar y corresponder su abrazo.

Jungseok le pidió perdón, aunque Jungkook sabia que no le hablaba a él... Porque el tono tan dulce de voz que utilizaba, no era propio de él, al menos cuando solía hablarle. Pero no le importó, podía hacer el esfuerzo de recibir esas palabras de amor como propias.

Aquella tarde, Jungkook cuidó de su padre todo el tiempo. Sus hermanos le dijeron que ellos podían echarle una mano, pero aunque agradeció el gesto, alguien debía gestionar la empresa y encargarse de otras cosas que Jungseok había dejado de lado durante todo el entierro de Taehyung y la exhumación de los restos del abuelo.

Nunca había escuchado palabras bonitas y alentadoras de su parte, pero aquella noche, mientras cenaban juntos, Jungseok soltó la cuchara y volvió a llorar.

— Papá... — Jungkook tomó su mano para hacerle saber que no estaba solo. Siempre solía sentarse en el otro extremo de la mesa, pero aquella vez se sentó a su lado — Está bien si no quieres cenar hoy, ¿vale? Lo guardaré para mañana.

Jungkook sentía mucha curiosidad de saber por qué su padre parecía sufrir tanto. En ese momento, no sabía sobre el pasado que tenía con el cadáver que habían hallado en el sótano de su casa.

— Lo siento, Jungkook-ah... — le dijo. El corazón del joven, en ese momento aún de diecinueve años, se removió en su pecho de una inusual y confusa alegría.

— ¿Eh?

— Siento haberte presionado con el piano. A partir de mañana, pase lo que pase, quiero que seas feliz, ¿de acuerdo? Quiero que busques lo que te haga verdaderamente feliz y vivas tu vida como realmente quieres. Si tienes la oportunidad de cruzar el mar, hazlo sin pensarlo.

— Papá... ¿A qué viene todo esto?

— A nada, solo quiero que disfrutes de tu vida, hijo mío.

Jungkook bebió la sopa de nuevo, tragó tratando de llevarse consigo sus lágrimas y su dolor, pero no pudo hacerlo. Soltó la cuchara y abrazó a Jungseok son fuerza; nunca lo había hecho, quizás se había tomado demasiada libertad desde que él le había abrazado antes, pero había guardado las ganas de hacerlo desde que era pequeño.

— Te quiero, papá. Prometo ser feliz mañana, mientras tú también lo seas.

Jungseok no le respondió, aunque a Jungkook no le hizo falta oír que él también sentía lo mismo por él para saber que le estimaba.

Esa noche, durante la cena, Jungseok le preguntó un sinfin de cosas a Jungkook; también fue la primera vez que demostraba auténtico interés por él. Jungkook le comentó lo que le apasionaba, le dejó conocer un poco más de él y cuando la plática concluyó, Jungkook pensó que por fin estaba logrando lo que siempre había anhelado: la atención de su padre.

Al único que siempre quiso ganarse, fue a su padre.

La emoción no le dejó dormir. Quería ver a Taehyung para contarle la novedad, y quizás estaba siendo demasiado agotador y temía que su padre le rechazara si buscaba su atención tan tarde en la noche, pero, desde lo profundo de su corazón, quería seguir platicando con él.

Bajó las escaleras y le buscó, solo planeaba hablar con él un par de horas, al menos hasta que Bogum y los demás volvieran de la capital.

— Papá — lo llamó, aunque no contestó, pero dedujo que se en la sala de Ensayo junto al piano por la luz encendida.

La sonrisa desapareció de su rostro al ver la escopeta apuntando en hacia el interior de su boca.

— ¿Papá...? — murmuró aterrorizado.

Jungseok le observó los segundos suficientes para arrepentirse de lo que estaba a punto de hacer, pero su determinación había sido más fuerte que él.

Era incluso irónico que, años después, él también hubiera intentado morir de aquella forma.

Jungkook se llevó la mano al pecho, pues sintió un terrible dolor en el corazón.

— Padre, por favor, suelta eso... Hablemos, ¿uhm? — dijo sollozando.

— Lo siento mucho, mi amado hijo... — respondió y, acto seguido, apretó el gatillo.

Su grito se oyó lejano, hasta para él. Pero el dolor...

... Le hizo despertar.

Jungkook despertó alterado, sudando, y con el pulso acelerado. Observó hacia todos los lados, pero la habitación estaba oscura.

No era la primera vez que soñaba con la muerte de su padre, pero nunca había revivido el dolor de aquella manera. Sollozó un poco debido al susto y después se recordó a sí mismo que aquello había ocurrido hace mucho tiempo. Más tarde se dio cuenta de que Miyeon no se encontraba a su lado. Desesperado, la buscó por todas partes y gritó su nombre. La niña no respondió.

Sana contestó con un grito desde abajo, cuando Jungkook salió de la habitación y siguió llamándola.

¡Está aquí, conmigo! — le dijo la muchacha.

Jungkook suspiró aliviado.

Se sentó en el rellano y cerró los ojos. Recordó lo que había pasado el día anterior. El susto que Miyeon le había dado era como una tinta indeleble sobre la piel que no desaparecería jamás.

Tras rescatarla, la llevaron a la clínica más cercana. La atendieron y le dieron el alta el mismo día, pues no supuso nada grave. No sufrió hipotermia ni otro tipo de daño, aunque le dijeron que por el shock, probablemente actuaría de manera desorientada durante un par de días.

Jungkook bajó a verla, Sana la arropaba en su cama y le tocaba la frente.

— ¿Ocurre algo?

— Tiene fiebre — respondió Sana —. Tosía esta mañana, así que la he traído aquí. No se preocupe, señor Jeon, he pasado toda la noche a su lado.

— ¿Cómo es que tiene fiebre? Nos dijeron que estaría bien — dijo preocupado. Se acercó a su hija y comprobó su temperatura.

— La fiebre no es muy alta, bajará. Aunque si persiste, me ocuparé de llevarla a la clínica nuevamente.

— Me quedaré con ella hasta que despierte...

— Me temo que no sería buena, señor — le dijo la muchacha —. Si en caso de que sea un resfriado, no quiero que se exponga al virus.

Miyeon tosió, pero no despertó, sino que abrazó con más fuerza su peluche de felpa.

— He sobrevivido a una guerra y a un cáncer, ¿crees que un resfriado puede matarme? Sería lo único que... — suspiró — Es como si después de estar tantas veces al borde de la muerte, fuera caminando por el bosque y una rama me cayera encima y me matara.

— Señor...

La miró y le sonrió.

— Entiendo y agradezco que te preocupes por mí, de verdad... Lo que más deseo en el mundo, es tener todo el tiempo que pueda al lado de mi hija. Si muero debido a un resfriado antes de que el cáncer me mate, me arrepentiré de no haber hecho el sacrificio y estar alejado de ella un par de horas. Te haré caso, Sana. Estaré en el taller en caso de que me necesites.

Sana asintió.

Los días se hacían más difíciles de vivir conforme el tiempo pasaba. A veces, Jungkook no podía comprender cómo algo que ni siquiera podía ver, pudiera hacerle tanto daño. Entonces comprendía, nuevamente, que su daño no provenía de un mismo problema, sino de muchos otros que también le costaba entender. Sentía que su salud se deterioraría de un día para el otro y el tiempo al lado de su hija se le acabaría. Tenía miedo de arrepentirse; de pensar en los detalles que, en algún momento dado, le parecieron insignificantes y que, estando al borde del precipicio, se pusiera a llorar por no haberlos sabido apreciar.

Cuando llegaba a su taller, recordaba a Taehyung. Casi podía verlo en medio de la habitación de espaldas, parado y observando un lienzo. Pronunciaba su nombre tan bajo que ni siquiera él podía oír a veces y se imaginaba que se giraba a verlo y le dedicaba una sonrisa enorme y brillante. Entonces, su cuerpo enfermo y cansado se convertía en el cuerpo de ese joven de diecinueve años que corría a sus brazos y actuaba como si el mundo fuera bueno y su vida perfecta cuando estaba con él, porque, si cerraba los ojos, podía sentirle; podía extender sus brazos y rodear el aire pretendiendo que era su cuerpo. Era una sensación tan idílica, tan perfecta... que se acababa cuando abría los ojos.

Ese día sucedió lo mismo. Jungkook ingresó al taller, cerró los ojos y se imaginó abrazando a Taehyung. Las lágrimas se le cayeron mientras su corazón latía con las fuerzas necesarias para evitar una muerte súbita, entonces, sucedió algo que jamás había ocurrido antes; Jungkook escuchó su voz.

Te añoro tanto...

Jungkook abrió los ojos en ese momento. Tuvo sentimientos encontrados.

Se giró con la esperanza de verle, pero aunque Taehyung estuviera justo delante de él, no fue capaz de hacerlo. Por lo tanto, tras unos minutos sin obtener respuestas, Jungkook suspiró desanimado y caminó hacia su escritorio, atravesando el cuerpo espectral de Taehyung como si fuera aire, sin embargo, se detuvo a medio camino y se sentó en el suelo sin mirar hacia atrás.

Estoy tan confundido. A veces creo sentirte cerca de mí, otras, pienso que me he vuelto loco. No sé qué prefiero en realidad... No sé si deseo que estés aquí como antes para que pueda volver a verte y saber que no es cosa mía, pero si eso ocurre, significaría que no has hallado paz en todos estos años... Significaría que te habré matado por segunda vez al haberte desvelado la verdad y que te dejé ir para nada. Echo tanto de menos hablar contigo... Quisiera poder verte, una sola vez más, antes de morir — se secó las lágrimas —. Oh... Estoy hablando como mi padre...

Mantuvo su silencio. Taehyung se arrodilló a su lado y tocó su hombro. Jungkook sintió su tacto, observó su hombro izquierdo mientras las lágrimas se desprendían de su barbilla y se estrellaban contra el suelo.

— Cuando descubrí que tenía cáncer, descubrí que no quería morir. Había encontrado a otra persona con la que quería compartir mi vida, sin embargo, nunca descarté la posibilidad de morir; ya fuera en el campo de batalla o debido a la enfermedad, y mientras pensaba en mi muerte... Me pregunté a mí mismo: "¿A quién veré en el otro lado?"... Respondía en voz alta que ojalá fuera a ti, pero en mi cabeza, repetía, que ojalá fuera a mi padre — se quedó en silencio recordando los momentos exactos donde ese pensamiento le había venido —. Me pregunto por qué, incluso ahora, quiero ver a mi padre cuando haya muerto. No fui feliz, ni siquiera un solo minuto, cuando él vivía... Solo el día de su muerte, horas previas a su suicidio, me sentí el chico más feliz del mundo porque mi padre me hizo saber que me quería tanto como yo a él. No sé qué podría decirle o qué quiero oír de él si llegase a verle; quizás ni siquiera lo haga, pero... Bueno, puede que sí haya algo que quiera decirle.

— ¿Y qué es eso que quieres decirle?

Escuchó que le dijo. Jungkook observó hacia su lado derecho, topándose con su mirada. Se imaginó tantas veces cuál sería su reacción cuando volviera a verle; pensaba que lloraría y le besaría como un condenado sediento de su amor... Pero ninguna de los escenarios más dramáticos que nacieron en su mente sucedieron; fue más simple que eso. Le miró como si nunca hubiera dejado de verle; como si fuera un viejo amor que siempre estuvo a su lado. Sintió que todo el tiempo del mundo transcurrió en ese instante y eran dos amantes que habían vivido durante muchos años amando los mismos corazones y que, debido a ello, el dolor del otro les era familiar.

— Que tenga un buen padre en su próxima vida para que yo pueda volver a nacer siendo su hijo y pueda amarme como yo aún lo amo —. Taehyung lloró al verlo sollozar. Le abrazó tratando de que pudiera hallar consuelo en sus brazos.

¿Eres real o una ilusión producto de mi tumor cerebral? — le preguntó.

No importa lo que sea ahora, mientras pueda ser a tu lado — respondió con sosiego tomando sus manos y dándoles un delicado beso en cada una de ellas —. Mi querido Jungkook... Lo siento tanto...

Taehyung apoyó su frente sobre la piel de su mano con suma delicadeza, casi pareciera que estaba besándole sin utilizar los labios. Jungkook sonrió al verle mientras las lágrimas se le escapaban desde lo profundo de su alma. Le dolió la cabeza, solo un poco.

— Dígame, maestro... ¿Qué se siente?

— ¿El qué, mi númen?

¿Qué se siente ser amado por mi padre? Ha sido usted la única persona que ha amado de verdad, y me pregunto... Siempre me he preguntado... Si alguna vez tuvo una mirada distinta a la que solía tener cuando me miraba.... ¿Qué se siente al tener su amor?

Taehyung sonrió con melancolía.

— Dolor — respondió.

— Dolor... Entonces ha sido un buen amor, me imagino.

— Tu padre fue mi primer amor, es verdad. Fue lo último que amé antes de perder la vida y el dolor de morir por él me hizo creer que el amor debía doler para que fuera real; que mi corazón debía sangrar cuando amara a alguien... Pero no. Estaba confundido con los sentimientos de la muerte y el amor, por eso, cuando te vi, me enamoré de ti. Me enamoré porque te reconocí.

— Reconoció a mi padre en mí.

— No voy a mentir y decir que fue una coincidencia, pues tuve décadas para reflexionar. Amé a tu padre; Jeon Jungseok fue un buen amor, por eso me duele; porque sabía cuánto sufría y pude imaginarme el infierno que debió haber sido para él vivir. Fui egoísta con él. Lo amé aun sabiendo que no debía; aun sabiendo su naturaleza y que podría llegar a amarme también... Quería que me amara; quería que me correspondiera. Fue tan mezquino de mi parte querer huir con él cuando no tenía a dónde ir. Morir ha sido la mayor traición que le pude haber dado, incluso si nunca se dio cuenta; por mucho que hubiera vivido pensando que le había liberado de sus cadenas, fui yo quien le puso más cadenas. Es por eso que su amor me duele. Pero tú no te pareces a él; tu amor no me duele, tu amor fue mi karma.

Los labios de Jungkook temblaron cuando le oyó decir aquello.

— Cuando te fuiste, supe lo que significaba perder a alguien... — continuó Taehyung tomando sus manos — Tuve tanto miedo durante tantas noches. Te recordaba, lloraba y sangraba, justo en ese orden. Pensaba tanto en el dolor de haberte perdido que la propia palabra perdió sentido para mí. Te buscaba en cada vestigio que hallaba, pero ni siquiera era capaz de ver lo más importante debido a la niebla. Pensaba que, si miraba constantemente hacia la ventana, algún día podría ver el atardecer y cuando por fin pudiera hacerlo, no me habría importado esperar por uno o dos atardeceres hasta que retornaras a mí — Taehyung secó las lágrimas de Jungkook — porque al final no pude decirte nada de lo que tenía atascado en mi corazón...

— ¿Y qué era?

— Que te amo, Jeon Jungkook. Eres la esencia de mi existencia. Todo cuanto deseo. Todo cuanto anhelo. Todo cuanto añoro. Eres y siempre serás mi único pensamiento en la eternidad, incluso si no puedo tenerte jamás, te amo más que a nada y a nadie... Mi única luz en esta era; mi verdadero amor...

Jungkook cerró sus ojos para sentir el beso que Taehyung le dio. Las lágrimas siguieron cayendo, sin embargo, por primera vez en mucho tiempo... No lloraba de dolor. El beso de su amado le trajo recuerdos cálidos a su memoria, aun si el vaivén de sus labios eran tímidos, Taehyung volvió a enseñarle las estrellas; el calor de las llamas de su corazón y la pasión que sentía hacia el sabor de sus labios. Nuevamente, su amor le hizo sentirse especial; nuevamente, Taehyung había vuelto a colocar un parche en la herida de su corazón para que dejara de desangrarse.

Cuando abrió los ojos, Taehyung desapareció de su vista. Aquello le hizo suspirar, pero inmediatamente, le sacó una sonrisa. Después, perdió el conocimiento debido al dolor persistente de su cabeza, que había aumentado segundo tras segundo.

Se desmayó en los brazos de Taehyung.

Su enamorado lo acomodó con delicadeza sobre el suelo, mientras las lágrimas se apoderaban de sus ojos. El rostro de su amado había cambiado. Se preguntó a sí mismo, mientras le observaba, cómo es que no se había percatado de ello antes. Ya no era el mismo joven que había conocido. A pesar de que él siempre tendría diecinueve años, Jungkook ya no los tenía. Sus facciones se volvieron más adultas, por supuesto, se veía como un hombre de treinta y tantos años. A pesar de que su enfermedad le diera otro aspecto, seguía viéndole bello.

Taehyung le dio un beso en la mejilla, después se tumbó sobre su pecho para oír los latidos de su corazón y cerró los ojos concentrándose en ese compás. Oyó su melodía, su himno de muerte y lloró.

— Incluso tras el dolor de mi muerte, sigo siendo el mismo hombre que te amó murmuró, sabiendo que Jungkook, en ese momento, no podía oírlo. Han pasado veinte años desde entonces... Y sigues siendo tú el amor de mi existencia.

Taehyung se sentía tan cómodo sintiendo el calor de su cuerpo, pues como él era frío como el invierno y la niebla y la única vitalidad que podría sentir era el calor de la primavera que Jungkook le daba a su corazón.

— Te amo... Te amo tanto... y te protegeré hasta el final, para que tu último recuerdo antes de morir sea la sonrisa de tu hija y la tibieza de tus lágrimas al darte cuenta de que, a pesar de todo, tuviste una vida plena. Te amo tanto que me sacrificaré para que tú sí puedas ver la luz cuando despiertes tras tu muerte... Porque, ¿sabías que el canto de dos urracas significa felicidad? Mientras sigas vivo, cantaré a tu lado. Cuando te hayas ido, seré yo el único que siga cantando... Y cantaré todos los días desde entonces, hasta que vuelvas a escucharme y vuelvas a acompañarme en mi eterno canto.

Arrugó su ropa y apretó sus ojos consiguiendo deshacerse de sus lágrimas.

Si estamos destinados; si nuestro amor es inquebrantable... Volvamos a vernos, amor mío... Volvamos a vernos; volvamos a amarnos...

Jungkook recuperó el conocimiento poco después y no sintió la presencia de Taehyung, pues había desaparecido de la habitación.

Hizo frío nuevamente y el vacío inminente llenó el espacio de su corazón. Jungkook suspiró y observó sus pinturas. Al verlas, supo que tenía que darse prisa y restaurarlas, después de todo, ya no le quedaba mucho tiempo.

⊰✽⊱

— Le ha bajado la fiebre — le comunicó Sana muy contenta cuando le llevó la comida al taller.

— Me alegra oír eso — respondió en medio de una restauración.

Sana se acercó al lienzo y reconoció su rostro. — ¿Es usted? — preguntó aun así.

— No, es mi padre — respondió — Tenía veinte años entonces. Ha pasado mucho tiempo. Mi abuelo no quemó los lienzos pero sí los descuidó demasiado. La pintura se ha corroído, agrietado, perdió sus tonalidades originales y también sus trazos... Pero creo que puedo salvar esta pintura.

— Es usted un genio, señor — dijo con una sonrisa —. Le dejaré el plato sobre el escritorio, por favor, coma cuanto antes, antes de que se enfrie.

— Gracias, Sana.

La muchacha se despidió de él acariciando su hombro. Jungkook soltó el pincel cuando Sana salió de la habitación, el silencio sepulcral se oyó con mucha intensidad.

Jungkook observó el lienzo que tenía enfrente, los trazos del pincel y sus colores óleos. Se quedó viendo la pintura en los pelos de la brocha durante unos segundos y pensó...

— Taehyung...— murmuró su nombre. — ¿Estás aquí?

No obtuvo respuesta. La soledad y el silencio fue lo único que recibió a cambio y su corazón volvió a sumirse en la pena. Aunque comió y después concibió la idea de volver al trabajo, no dejó de pensar en Taehyung ni un solo momento. Después de tanto tiempo, la calidez de su amor volvía a llenar y entibiar su corazón.

De repente, no recordaba por qué, alguna vez, el recuerdo de Taehyung le había parecido una tortura. Podría entender a ese adolescente de diecinueve años que el dolor, la traición y la pena no le dejaban pensar. Sabía lo que su yo del pasado sentía al recordar a su primer amor y lo devastado que le dejaba la realidad de saber que nunca fue su amor de verdad. También podía comprenderse a sí mismo en esos momentos donde la obsesión con los sentimientos que le había provocado Taehyung, consumieron su vida y su relación... Después de todo, era alguien tan solitario y la persona más penosa que conocía. Pero si el amor de Taehyung le había hecho tan feliz, ¿por qué recordaba solo dolor?

— Hace mucho tiempo que no te escribo — dijo al aire, con la pluma entre los dedos, la mano apoyada sobre el papel y la esperanza de que pudiera oirle —. Decidí dejar de hacerlo para comenzar de nuevo... con Yoongi, pero él está muerto. Liên también lo está. No importa a dónde vaya o con quién, siento que la muerte se ha encaprichado conmigo y me persigue aun si me escondo en el agujero más pequeño del mundo — suspiró —. Pero hoy lo haré, Taehyung, hoy volveré a escribirte...

Agosto de 1974.

Amado maestro;

Sé que las palabras a veces son inexactas y que, por mucho que quiera expresarle los sentimientos que tuve a través del tiempo hacia usted, nunca podré dictar, a viva letra y precisión, lo que mi corazón realmente quiere decir... Pero mi alma anhela hacerle saber que he vuelto a pensarle, maestro; que he vuelto a recordar sus besos y sus caricias como si las sensaciones aún se escondiesen en el aire.

Había olvidado tantas cosas en los últimos años, tantas como su amor, e incluso su rostro; pero al poner el primer pie en este sitio, todo volvió a mí como una brisa fresca en medio de un caluroso verano.

No sé por qué nuestros momentos juntos me hicieron daño en el pasado cuando Jos recordaba Me sentía prisionero de un dolor que ni siquiera me pertenecia, debo decir, pero ahora todo vuelve a ser claro para mí.

Ha pasado tanto tiempo desde la última vez. Ya no soy el mismo hombre que amasteis alguna vez. Yo mismo he querido a otras personas e imaginé mi vida al lado de esos nuevos amores, pero todo me ha traído a usted, nuevamente. Tan invencible destino; tan inquebrantable amor...

Le he visto tantas veces desde entonces, pero todo fue producto de mi imaginación, por lo tanto, no estoy seguro de si ahora es real o sigo aferrado a su recuerdo... Porque su recuerdo es algo que me perseguirá vidas enteras. Si muero hoy y renazco mañana, estoy seguro de que me acordaría de usted.

Es realmente irónico y cruel, mi padre pasó toda su vida obsesionado con usted y con la idea de volver a verle. Y yo, a pesar de que intenté seguir adelante para no acabar como él, sigo su ejemplo en contra de mi voluntad. Pero como estoy a punto de morir, supongo que me da igual; supongo que dejaré que esto me consuma porque ya no hallo dolor en su amor. Le he fallado, maestro, ¿verdad? Porque amarle ya no me duele pero sigo sintiéndome vivo, hoy más que nunca. Su amor, mi amado maestro, me hizo renacer como si fuera un fénix; me hizo sentirme vivo por primera vez.

Gracias a usted, maestro, estoy vivo para mi pequeña hija, mi dulce amor... Mi amor más grande y más cálido. Mi princesa Miyeon.

Gracias al amor que me dio aquel día y el cual me salvó, pude salvar a mi hija de un destino como el mío. Me esfuerzo cada día por ser mejor padre porque sé que no me queda tiempo a su lado. Quiero ser tan buen padre como el tiempo me permita.

Maestro, usted ha sido mi primer amor durante tantos años; aun si mi hija es ahora mi nuevo amor; aun si he tenido otros amores, usted será mi primer y el último pensamiento... en la eternidad.

Siempre suyo,

Jeon Jungkook.

Cuando dejó la pluma, se decidió por comer. No tenía demasiado apetito, por lo que no pudo acabarse el plato. No quería molestar a Sana; así que, se levantó con la cubertería y la loza en las manos para llevarlas a la cocina, de paso vería cómo seguía el estado de Miyeon y charlaría con Sana acerca de lo que había pasado.

Cuando salió del taller, una ligera brisa se coló por la ventana y levantó el papel donde había escrito la carta, pero los dedos de Yoongi la sostuvieron.

La había leído mientras la escribía, pero se detuvo a leerla otra vez. Sabía que cada palabra le hacía daño, porque, aunque hubiera intentado recordar su rostro recreándolo en un retrato, había desistido de la idea tras varios fracasos al no poder recordarle. Jungkook ya, ni siquiera, mencionaba su nombre y había dejado de hablarle de él a la pequeña Miyeon, a quien Yoongi tanto adoraba... Pero ella tampoco podía verle, y no comprendía el porqué.

Por qué si podían ver a los otros espectros, sobre todo a Kim Taehyung, ¿por qué el seguía siendo invisible? Su mayor temor se había convertido en una realidad. La memoria de Jungkook poco a poco se iba desentendiendo de su existencia y él iba convirtiéndose en un lejano recuerdo.

Yoongi lloró al hacerse a esa idea. Su corazón se marchitó con cada lágrima derramada y los espíritus vengativos atados a él, que se alimentaban de su dolor, se hicieron más fuertes. Aparecieron, un por uno, detrás de él, con aquellas sonrisas maliciosas y murmurando sus más terribles deseos.

Eran como una maldición.

Cada oración repetida en cadena por las infernales voces de la tortura que acarreaba, le llenaban de sentimientos negativos. Tantos fueron esos sentimientos que fracturaron su mente y se preguntó una y otra vez, ¿por qué el hombre que tanto amaba, y por el cual murió, no podía verle pero, en cambio, si podía ver al sujeto que había decidido olvidar?

Para Yoongi era un hecho que siempre amaría a Jungkook, porque no había nada ni nadie más que amar después de la muerte. Incluso estando vivo, estaba seguro de que estaría enamorado de él tantos años después de renunciar a él para hacer lo correcto.

Ni siquiera estaba seguro de si su dolor era egoísta o había alguien que podía comprender cómo se sentía.

Yoongi no quería que Jungkook viviera añorándolo toda su vida y que, debido a ello, se arruinara a sí mismo como lo hizo su padre. Pero no quería ser olvidado.

Quizás, tan solo quizás, los espectros estaban manipulando sus emociones. Quizás Yoongi estaba malinterpretando las cosas por el dolor de su dolor, pues este era tan grande...

¿Por qué no puedes verme?... Yo sigo aquí...

Gritó lleno de frustración y todo lo que había en el escritorio, incluido los materiales que habían a su alrededor, salieron despedidos por una fuerza sobrenatural.

El estruendo había sido tan desconcertante que Jungkook subió nuevamente para verificar qué lo había ocasionado. Al ver la mayoría de sus cosas en el suelo, no supo cómo reaccionar. Sana llegó a socorrerlo preocupada creyendo que se había hecho daño.

Al ver que trataba de recoger las cosas del suelo, le dijo que ella lo haría. Jungkook se debilitada cada día y Sana tenía miedo de que pudiera lastimarse.

Aunque le preguntó qué había sucedido, Jungkook no supo explicarlo.

Dudaba que hubiera sido Taehyung, pero no sentía nada en el ambiente. Yoongi se había ido de la habitación.

⊰✽⊱

DESDE QUE YOONGI se había dado cuenta de la cruel realidad, en unas pocas horas, el cambio en el ambiente dentro de la casa se había vuelto notorio. Había hecho más frío y la noche se volvió espeluznante. Los espectros que odiaban a Yoongi se volvieron más fuertes debido a su sufrimiento y él se quedó como un pobre e indefenso niño, asustado, en un rincón de la habitación, llorando.

Esa noche, Namjoon hizo una llamada a la casa de Jungkook para preguntarle cómo se encontraba. Su amigo le dijo que, últimamente, sus alucinaciones le habían dificultado vivir con normalidad y el dolor se había intensificado. Se sentía más cansado y somnoliento. Namjoon le sugirió que descansara y le dijo que no quería que estuviera encerrado en su taller hasta tarde. A pesar de la medicación que le había recetado, sabía que no eran más que placebos que no le despojarían de todos sus síntomas.

Aunque en otras circunstancias Jungkook no le habría hecho caso, esa noche se sintió especialmente cansado. Ni siquiera tuvo apetito, le dijo a Sana que iría a dormir temprano porque los dolores le provocaban hasta el llanto. La chica le suministró un anestésico para que pudiera dormir.

Sana se quedó sola, pues tenía la intensión de acostarse tarde para tener tiempo de terminar las tareas domésticas, y mientras limpiaba los platos y cubiertos, como último quehacer, sintió que había alguien detrás de ella.

Cerró la llave del grifo y se giró, pero no encontró a nadie. Las gotas de agua goteaban desde sus dedos formando un pequeño charco en el suelo.

Se quedó observando durante unos minutos hacia la oscuridad sintiendo una extraña sensación. La pequeña Miyeon se encontraba profundamente dormida en su habitación al igual que su padre, por lo tanto, sabía que no podían estar abajo y aunque tuvo la intención de preguntar si había alguien en el comedor, ni siquiera pudo abrir la boca para pronunciar una sola palabra.

Sana se volvió hacia el lavabo nuevamente y abrió la llave del grifo. El silencio le daba miedo. No era un miedo aterrador, pero sí se sintió incómoda.

Entonces, volvió a oír algo que provenía de la habitación que tenía detrás. Se giró rápidamente esperando hallar a alguien; quizás a la pequeña Miyeon que se había despertado y la estaba buscando, o a Jungkook, pero todavía creía que era muy poco probable.

Había una tenue iluminación, Sana no pudo observar con claridad pero la silueta era muy pequeña para que fuera un adulto.

Se secó las manos con un trapo que tenía cerca y caminó aproximándose hacia la puerta.

— ¿Miyeon-ah? ¿Eres tú, cariño?

La silueta se escondió detrás se las cortinas. Sana sonrió porque sabía que la niña estaba jugando, pero era ya demasiado tarde para estar fuera de la cama.

— Sé que has dormido todo el día, pero es muy tarde para jugar. Ven conmigo, nos acostaremos juntas y te leeré un cuento, ¿quieres? — le decía mientras se acercaba.

No encendió la luz porque podía ver sus pies sobresaliendo, incluso creyó oír una risilla traviesa.

— ¿Uhm? ¿Dónde está mi niña? ¡No la veo, no la veo! ¿Estará detrás del sofá? — preguntó pretendiendo buscarla. Volvió a oír su risa, parecía esforzarse por no hacer ruido — ¿Detrás de la puerta, quizás? ¿Debajo de la mesita?

Al acercarse hacia la cortina, se imaginó su sonrisa y quizás algún chillido por su parte. Había estado tan preocupada por ella que, aun si fuera ya muy tarde, quería oírla y verla reír. Tomó la tela delicadamente y la destapó.

— ¡Bú! — exclamó para sorprenderla, pero la sonrisa que tenía en el rostro se borró inmediatamente cuando se dio cuenta de que no había nadie detrás de la cortina.

La invadió un pavor inexplicable que tensó todo su cuerpo y le provocó un repentino malestar. Se alejó lentamente del sitio y se quedó parada en medio de la sala. Su mente intentó comprender lo que acababa de suceder. Se dijo a sí misma, una y otra vez, que había algo allí, o mejor dicho, alguien. ¡Había visto los pies de un niño! ¿Cómo podía suceder aquello?

Una risa la sacó de sus pensamientos. Fue como si alguien pasara corriendo detrás de ella mientras reía. Sana se volteó tratando de ver a quien estuviera con ella en aquella habitación, pero no pudo ver a nadie, sin embargo, el sonido de las pisadas le había indicado que, lo que fuera que corriera por allí, se había marchado hacia el vestíbulo.

Sana siguió el sonido de las pisadas hasta la escalinata, donde se detuvo al ver un cuerpo.

Ya no se trataba de una silueta, sino del cuerpo de un infante que tenía, probablemente, la misma edad que Miyeon. La tenue luz de la luna que se colaba a través de los cristales de la puerta le mostraron el rostro pálido de una niña pequeña.

— Ni-niña... — sonrió nerviosa — ¿Cómo has entrado aquí? No puedes estar aquí. Es muy tarde, tus padres deben estar preocupados por ti...

— ¿Jugamos?

— ¿Qué?

— ¿Quiere jugar conmigo?

— ¿Perdona? ¿Pero qué estás diciendo? — suspiró — ¿Sabes el número de teléfono de tu casa? Así llamaré a tus padres para que vengan a por ti, ¿de acuerdo?

— Juguemos primero, por favor... O ella no regresará.

— ¿Quién no regresará?

La niña no respondió, sino sonrió y Sana sintió una extraña sensación. Pensó en Miyeon de repente, su corazón se sintió tan angustiado.

— ¿A quién te refieres?

— Juguemos.

— De acuerdo... — respondió retrocediendo un par de pasos — ¿Qué... quieres jugar?

— Han florecido las rosas de Mugunghwa... — canturreó.

Sana conocía el juego, lo había jugado con Miyeon innumerables veces, sin embargo, jamás creyó que sentiría tanta inquietud como en ese momento. La voz de la niña le parecía extraña, pero aceptó aun sin saber el porqué.

Caminó hacia la pared y la observó. Recitó la frase "han florecido las rosas de Mugunghwa" y después se volteó. Lo que vio la horrorizó.

La niña había avanzado hasta mostrarse debajo de la luz de la luna, pero no estaba sola. Detrás de ella, había una pequeña silueta que pertenecía a otro infante.

Sana se volteó de nuevo y volvió a recitar la frase. Se sentía tan incómoda y tenía miedo, pero su cuerpo no la obedecía; parecía programado para realizar esa acción constantemente. Cuando volvió a girarse, aparecieron más niños. Se le quebró la voz al girarse hacia la pared. Más que intuir que esos niños no eran de este mundo, lo sabía.

Lo hizo un par de veces más, cada vez le costaba más mirar hacia atrás, entonces, al voltear la última vez, vio las mortales heridas en los cuerpos de los niños. Heridas tan horribles y crueles.

Sana gritó despavorida y corrió hacia las escaleras. Sus lágrimas empapaban su mirada. Al llegar a la primera planta, se topó con el espectro de un hombre parado enfrente de la habitación de Miyeon.

La muchacha se detuvo violentamente sintiéndose entumecida.

¿Q-quién... es u-usted...? — le preguntó al espectro, pero era una silueta oscura cuyo rostro no podía ver.

El espectro se giró hacia ella, Sana miró el puñal que tenía en la mano antes de que ingresara a la habitación de la niña.

— ¡¡No!! — gritó al empujar la puerta del cuarto, pero al ver la cama desordenada y vacía, una terrible sensación se apoderó de ella — ¿Miyeon? ¿¡Miyeon!? ¡Cariño! ¿¡Dónde estás!?

Salió a buscarla en todas las habitaciones que se le ocurrió, incluido los baños, pero no la encontró. En ese momento, antes de verificar que se encontrara junto a su padre, había comenzado a llorar.

Al abrir la puerta de la habitación de Jungkook, Miyeon se incorporó frotando sus ojos. Sana sintió un gran alivio.

Miyeon-ah... — la abrazó mientras lloraba amargamente.

¿Por qué llora, unnie?

— Porque no te encontraba...

— Lo siento mucho... Quería estar con mi papi. Taehyung me dijo que tenía que cuidar de él.

— ¿Taehyung? — Sana la miró sin entender a lo que se refería.

Sabía que Taehyung era uno de los personajes de los cuentos que su padre le contaba antes de dormir, pero también sabía que Taehyung había sido una persona real que había muerto hace mucho tiempo. Aunque después de presenciar lo que había vivido en el vestíbulo, ya nada le parecía imposible.

Tenéis que marcharos de aquí — Sana oyó la voz de una mujer. Al voltearse, vio su silueta delgada y su piel pálida gracias a la luz de la luna —. Es peligroso.

— ¿Quién es usted?

— No hay tiempo que perder, ¡debéis iros!

— ¡¿A dónde se supone que debamos...?! — Sana fue unterrumpida por Jungkook.

Despertó repentinamente y tomó aire como si se le hubiera acabado el oxígeno. Sus ojos miraban a ese ser que se había colocado encima de su pecho.

Sana gritó y se apartó con Miyeon.

Era un hombre de cuclillas al que no podía ver con claridad. Tenía un cuchillo en la mano y parecía querer apuñalarle en el corazón.

— ¡Papi!

Al oír la voz de su hija, Jungkook volvió en sí mismo. Miró a Sana y a Miyeon mientras estiraba la mano, esperando ser salvado.

Sana apartó a Miyeon y se lanzó sobre aquella figura sorprendiéndose de que, antes de que desapareciera, su cuerpo fuera tangible.

Acabó en el suelo lastimándose el cuerpo, aunque rápidamente se recompuso para ayudar a Jungkook, quien trataba de incorporarse pero sentía tanto, tanto dolor... que ni siquiera podía mantenerse en pie.

— Papi... — murmuró la niña con el dedo en la boca. Estaba asustada y nerviosa, no sabía qué hacer ni tampoco podía moverse.

— Miyeon, cariño... — le dijo Sana — Vamos a salir de casa, ¿vale? No te separes de mí.

La niña asintió y fue corriendo hacia Sana, a la cual tomó del pantalón para no separarse de ella.

No obstante, al salir de la habitación, se encontraron con decenas de espectros cuyas frías y aterradoras miradas los calaban hasta los huesos.

— ¿Qué significa todo esto? — cuestionó Jungkook mientras avanzaban. Los espectros se quedaban viéndolos sin actuar.

Sana se aferró a su cuerpo. Tenía tanto miedo que creía que se moriría de un infarto. Cuando dieron los primeros pasos, las fotografías se cayeron; parecía que algo las tiraba. La muchacha gritó y decidió correr obligando al cuerpo débil de su marido a que hiciera lo mismo mientras sujetaba la mano de su hijastra para no perderla.

Los cadáveres los miraban como si quisieran arrebatarles todo; la vida, el alma y el cuerpo. Al bajar las escaleras, los sonidos se hicieron más intensos; las cosas de la habitación de Sana y Miyeon volaban por los aires y se rompían al ser lanzadas contra las paredes.

Los cristales de las ventanas se rompieron y Miyeon gritaba aterrorizada, pero lo más inquietante era que los espectros no los tocaban. No se acercaban, no se movían, solo los miraban huir.

Sana se detuvo en el último rellano de la escalera, antes de descender por completo la escalinata, pues una gran multitud de espíritus estaban en el vestíbulo obstaculizando la puerta.

Jungkook se apoyó contra la pared y Miyeon fue a abrazarlo inmediatamente. La niña lloraba desconsolada; pedía que su padre la tuviera en sus brazos. Jungkook la alzó a pesar de que su cuerpo no daba más de sí mismo.

— Sana... — susurró el nombre de la chica cuando habían aparecido más espíritus a su alrededor. La muchacha le miró — ¡Corre!

Sana no lo dudó. Tomó su mano con fuerza y tiró de él mientras corría por su vida. Bajaron los escalones tan rápido como pudieron y atravesaron los falsos cuerpos de los individuos que se abrieron paso para dejarlos pasar.

Una vez fuera de la casa, la niebla se hizo todavía más intensa.

Jungkook abrazó el cuerpo de su hija con fuerza.

— Jungkook... — murmuró Sana observando a Miyeon. Sus ojos rebosaban del más genuino terror — ¡¿Dónde está Miyeon?!

Jungkook bajó la mirada y no vio a su hija en sus brazos. Una sensación catatónica lo envolvió y se sintió como si hubiera caído desde la torre más alta del mundo hacia la inevitable muerte.

Sana, quien consideraba a Miyeon como si fuera su propia hija, lo tomó de los hombros y lo sacudió mientras preguntaba dónde se encontraba. Por un momento, olvidó el frágil estado en el cual se encontraba su cuerpo.

— ¡¡Jungkook!! — gritó y aquello lo trajo de vuelta a la realidad.

— ¡Papi, papi, papi!

— Miyeon... — se volteó al oír su voz. La niña se encontraba dentro de la casa, completamente entumecida y aterrorizada.

Jungkook no lo pensó dos veces. Su cuerpo reaccionó antes que lo hiciera la razón y se adentró a ese infierno lleno de espíritus que morían por verle muerto de la forma más inimaginablemente terrible.

Sana intentó detenerlo pero no llegó a alcanzarlo. Las puertas se cerraron con violencia detrás de él y no volvieron a abrirse.

— ¡Tranquila, Miyeon! ¡Papá va a salvarte! — le gritó. Intentó acercarse a ella, ¡intentó, con todas sus fuerzas....! Abrazarla y protegerla, pero los muertos se lanzaron sobre él y lo tomaron y arrastraron hacia la oscuridad.

Se me ha ido un poco la olla en este capítulo (la extensión es de 23,2K palabras) 🤣🤣🤣 Pero han pasado muchas cosas.

¿Cómo pensáis que será el desenlace de todo este lío? 🤯 Os leo. 😊

Os agradezco infinitamente si habéis llegado hasta aquí. Gracias por leer mi historia y, de la misma manera, espero que os guste el final... que ya falta poquito. 🥰

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