El lobo "Feroz" y la caperuza roja
Dedicado a Escriboymegusta
¡¡Una vez más, felicidades por tus éxitos en HumorEs!!
Para aquellos que no han visitado su perfil, lo recomiendo (sobre todo si padecen depresión/angustia/síndrome del Emo) porque está talentosa escritora, en sus maravillosas obras, tiene la cura.
Érase una vez, un lobo de nombre Feroz que vivía en el último distrito del bosque encantado y soñaba con ser diseñador.
Yo soy Feroz, y mi historia comienza en vísperas del septuagésimo quinto concurso anual de corte y confección: "Los Juegos del Sastre"
En dicha ocasión, había resuelto que para ganar la competencia de ese año iba a revolucionar la industria de la moda confeccionando un diseño exclusivo de una capa con caperuza ultrasofisticada, cuya tela fuera capaz de adaptarse a los variantes cambios climáticos del bosque, tuviese el potencial de camuflar olores y fuera repelente de plagas.
Una vez desarrollado el concepto de la prenda, había determinado usar el tono rojo del género, porque es mi color favorito y porque estaba de oferta en el mercado negro del distrito.
Faltando apenas un día para el evento, mi ardua tarea de sastrería había terminado y la espléndida capa roja relucía en el maniquí junto a la ventana de mi casa-cueva.
Satisfecho con mi labor, decidí salir a dar un paseo y recoger algunas florecillas silvestres para engalanar mi hogar, principalmente "Prímulas", "Catniss" y algún "Diente de León de primavera" (mis favoritos). Así que tomé la cesta, con algunos bocadillos veganos para el camino, y salí.
Al retornar, me encontré con una forajida encapuchada que intentaba hurtar mi preciada creación.
Yo conocía bien a la intrusa. Se trataba de una joven ladrona adicta a las capas con caperuza, particularidad que le había otorgado el nombre de "Caperucita".
—¡Oye tú! Devuélveme eso —le grité. Pero ella, lejos de declinar sus siniestros propósitos, haciendo acopio de toda su rebeldía adolescente, me sacó la lengua, tomó la capa y huyó.
Comencé a perseguirla de inmediato, pero a mitad de camino debí detenerme, pues estaba realmente exhausto y desorientado. En mi defensa diré que no tenía mi ropa deportiva ultraligera que me volvía apto para la carrera, y a diferencia de Caperucita, tampoco llevaba mis Converse, como para llegar "al mismo lugar" que ella, por lo que acabé perdiendola de vista en el primer claro.
Retorné entonces a mi casa, algo abatido, pero con esperanza. Había perdido una batalla, pero la guerra continuaba y no pensaba darme por vencido.
Equipado con las mejores armas que un sastre puede llevar, vestido con la indumentaria y el calzado apropiado, y habiendo hecho un poco de inteligencia previa (usando el google forest maps) mis pasos me guiaron hacia el Salón de belleza "Abuelita Súper Top" (sitio frecuentado principalmente por celebridades de más de sesenta) ubicado en el Capitolio del bosque encantado.
Estaba seguro de que Caperucita había sacado cita allí para hacerse uno de los tratamientos especiales rejuvenecedores, porque la chamaquita no era tan joven como todos creían, (lo cuál no hacía más que confirmar la buena reputación del Centro) aunque en lo personal, nunca me habían convencido ni sus facciones redondeadas, ni sus hoyuelos (demasiado artificiales). Además, otra de las razones por las que siempre llevaba caperuza era para ocultar las canas.
Al llegar, me topé con la mismísima dueña.
— ¡Wuauu abuelita! ¡Pero qué ojos tan grandes tienes! —dije al verla.
— ¿Te gustan? Es un efecto de las nuevas extensiones de pestañas "Alargadísimas"—respondió, y yo asentí, porque se le veían fabulosas.
— ¿Y las orejas largas?
— Última moda elfica, cachorro—explicó.
— ¡Vaya! ¡Y qué boca tan grande tienes abuelita!
— Esto —señaló sus morros bien llenos, mientras me abanicaba con sus pestañotas—es resultado del nuevo botox experimental hecho con veneno de rastrevíspulas.
Fascinado con sus tips, y dispuesto a hacer lo que fuese necesario para atrapar a la bandida encapuchada, me sometí a un tratamiento estético, para alterar un poco mi aspecto y así lograr camuflarme mejor entre las empleadas del Salón, para sorprender a Caperucita cuando llegara.
La muy bribona entró portando mi exclusivo diseño con total descaro, mas cuando pasó al box para comenzar la sesión de embellecimiento, yo la estaba aguardando y valiéndome del factor sorpresa, aproveché para embestirla y recuperar la prenda.
Nuevamente una persecución inició. Pero esa vez, yo llevaba ventaja. Hecho que la caprichosa ladrona encapuchada no fue capaz de soportar y, por eso, sacó su Samsung Bosquexy para pedir ayuda de su novio Jonathan, el cazador... de sombras.
El rubio oxigenado llegó al bosque encantado a través de un portal espacio-temporal, directo del Instituto Nephillim de N.Y, vestido con aquel aburrido traje de combate negro mate, y blandiendo su cuchillo serafín, por lo que me vi obligado a sacar mi arsenal.
Empecé con la tijera de sastre, dando estocadas aquí y allá, volviendo su traje de combate un auténtico colador (al menos le había dado personalidad), que ni las runas angélicas podrían subsanar. Y como si eso fuera poco, también hice uso de mis agujas de tejer, blandiendolas como katanas y usando la lana para envolverlo e inmovilizarlo.
Pero, el nephilim también era hábil y en un momento casi logra zafarse, aunque me salvé por un dedal (literal, ya que se lo incrusté en el ojo) y su ceguera parcial me permitió huir.
Libre del asedio de aquel dúo de rebeldes, pero a sabiendas de que buscarían venganza y jamás podría vivir en paz, llegué a la casa-cueva, hice las maletas y rápidamente me fui del último distrito del bosque cruzando la frontera.
Ahora vivo en un pueblo tranquilo en Villa Lobos, donde puedo asegurar con satisfacción que eché raíces. Y lo mejor es que pude abrir mi propio negocio, porque pese a que no me presenté en el concurso, en este lugar hay un alto índice de fuerza laboral a bajo costo. Aunque yo no hago abuso de los empleados y les pago sueldos justos, para romper con el chiclé del lobo capitalista.
Y así termina la historia de cómo alcancé el éxito y cumplí mi sueño, y empiezan otras, como aquella de cómo Caperucita rompió con Jace (que la dejó por una pelirroja natural) y acabó de modelo publicitaria de mi marca "Caperuzas Feroz and Company" y su ex novio empezó su instructorado de "Satres Marciales", algo que todo nephilim civilizado debería aprender para "combatir" su pésimo gusto en moda.
Fin.
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