Capítulo 8
El tiempo pasa volando cuando disfrutas de lo que haces, o quizás era la compañía en el trabajo, el punto era que habíamos tomado un buen ritmo. Poco a poco mi vida se fue a la normalidad y lograba evitar los acosos con estilo.
Esa noche estábamos en la oficina Antonio, Giorgiana y yo, todos preocupados porque Luciana, mi amiga y hermana de Antonio estaba desaparecida desde esta mañana. Luego que se enteró que el novio le era infiel y que era gay.
— Luciana siempre ha sido muy cuerda, su fuera Gina me preocupara — habló Gio.
Sonreí pese a que las cosas no estaban para eso y su prometido la miró sin decir nada. Aquí se estaba cocinando algo, bien feo.
— Gio tiene razón, creo que solo quiere espacio, no es fácil aceptar una infidelidad. — peor que tu futuro esposo es gay y descubrirlo de la manera más cruel. — yo puedo cubrirte, en estos momentos ella te necesita.
— Tenemos la próxima campaña Gina, el concurso y la apertura de la nueva sede. — respondió y me dio dolor verle con el rostro compungido.
Estaba preocupado por Luciana y yo también, a decir verdad, demasiado tiempo sin comunicarse. Ella jamás dejaría a sus hermanos sufrir y a su madre menos. Me llamaba la atención, era que Giorgiana no parecía alterada por ver a su prometido así.
— Es Luciana, Antonio si algo le pasa... — Calle al no poder ni imaginarlo, lo vi sacar el teléfono de su bolsillo y respirar aliviado.
Al colgar, marcó nuevamente y lo escuchamos hablar con Neall. Seguí en la organización del evento, mientras él hablaba con su amigo. Nos dividimos trabajo sin pensarlo, me levanté al escuchar que estaba con Neall y dije que seguiría en la oficina. Si estaba con él, nada le pasaría Neall podría haber cambiado, pero, él amaba a Luciana.
En las siguientes horas, organicé por grupos a los de logística, llamé al servicio de catering, constaté las modelos y a los diseñadores. No supe cuánto tiempo trabajé, hasta que la luz del sol se metió por la ventana y miré la hora, las siete de la mañana. Al levantarme, todos mis huesos crujieron, pero tenía la satisfacción que todo estaba marchando sobre ruedas.
— Dime que no amaneciste aquí — habló Antonio detrás de mí y giré para verle.
— Me acabo de dar cuenta de ello, pero tenemos todo marchando — dije — ¿Cómo está Luciana?
— Bastante mal, Anoche me fui y pensé que ya habías salido. — caminó hacia mí y frotó mis brazos para calentarme. — le hicieron una cirugía, tiene traumas en la cabeza. Se golpeó cuando el auto cayó al mar...
No lo pude creer, cuando la noche anterior dijeron que estaba con Neall pensé que le había buscado a propósito. Pero que se accidentara en el mismo lugar que él vivía era una locura, entonces supe que entre Antonio y su hermano dejaron en el buscador de su PC las imágenes del pueblo donde vivía Neall.
— No fue casualidad que el buscará un lugar que Luciana amará, así que quise ayudar. — habló encogiéndose de hombros. — debo viajar, sé que te dejé todo este trabajo sola. Pero para la próxima campaña, lo haré todo yo.
— Ve con cuidado, no tienes por qué excusarte lo que importa es que ella este bien ¿Iras con Gio? — negó mientras me obligaba a salir de la oficina.
—Ve a descansar, eso es en veinte días, y ya tienes todo listo y ella no puede acompañarme está organizando la boda ya pusimos fecha. — lo felicité, pero él no parecía feliz.
— ¿Cuándo es?
— En cuatro meses, contados a partir de hoy. — dijo con desgana.
Caminamos en silencio por los pasillos, a esta hora nadie estaba en la empresa. Solo las chicas de aseo, fue el quien pidió el ascensor. Ya que mis brazos pesaban y mis dedos estaban entumecidos, sabía que, de llegar a casa, no dormiría y aun había que dejar arreglado lo del concurso.
— ¿Ustedes tienen problemas? — pregunté curiosa.
— Ella está actuando extraño— me confesó ya en el ascensor, así que apoyé la espalda en la caja metálica.
— ¿La amas? — pregunté.
— Si, y es por eso que he intentado que esto funcione. Pero el comportamiento de ella es de alguien que soltero. — Sonreí.
Antonio era celoso y posesivo, Gio era una mujer liberada y que odiaba dar explicaciones. Eran una pareja, bastante dispareja pues todos sabían que Gio era de las que jamás se casaba y Antonio un romántico empedernido.
— Es el estrés del compromiso, no tienes por qué ver fantasmas he visto cómo te mira — no respondió nada, tampoco pareció creerme.
Era verdad, ella lo veía con adoración cuando él no la veía. Esa mirada que solo tenía alguien que amaba, dudaba que pudiera fingir en eso. Mientras me llevaba a casa me dije que era hora de tomar las clases de conducir, pero no de tener auto propio, eso me ahorraría tiempo y me permitiría mejor desplazamiento.
— ¿A qué hora sale tu vuelo?
— En dos horas — respondió mirando su reloj de pulsera. — llamaré a Elizabeth para que te aplace las citas...
— Yo lo hago — interrumpí.
Me despedí de él, le di mis mejores deseos y prometí orar por la salud de su hermana. Que era más delicado de lo que se creía, tenía señas de no haber dormido en toda la noche. Así que ambos teníamos cara de cadáver, no llamé a Elizabeth. No paraba mucho tiempo en casa, Aidan seguía acosando.
Había evitado decirles a ellos algo, esa era la razón por las cuales ya no salía de fiesta. No sabía cómo lo lograba, pero se las arreglaba para estar en los mismos lugares que yo estaba.
Entre rápidamente fui directo a la ducha, una vez dentro de mi habitación me despojé de mi ropa y fui a la ducha. El agua tibia, alivió a mi tensión de mis músculos y el café cargado me despertó. Así que al salir de la casa dos horas después, iba como nueva.
Antonio
La llegada a América fue caótica, la prensa no dejaba de acosar por respuesta. La desaparición de Luciana se había propagado y el que ella fuera escritora y su novela llevada al cine no contribuía. Por fortuna, Peter era muy diligente y no le molestaba los flashes tampoco los periodistas, tanto como a Lucíano y a mí.
El problema llegó cuando despertó y había olvidado a Neall, cosa que molestaba a mi amigo en estos momentos, también los detalles de su encuentro con su novio y su amante. Su auto había sido alterado, una auto nuevo, que había sido obsequiado en su cumpleaños.
— Lo mejor es que ella permanezca oculta mientras esté así. — dije por enésima vez a Neall.
— Lo entiendo, lo que no logro entender es porque me la quieren dejar aquí. — habló señalando el castillo detrás de nosotros.
Estamos en su refugio por estos tres años, tenía razones para estar molesto con mi hermana. Pero veía en él que aún la amaba, le había prometido que al acabar lo de mi padre, facilitaría para que ellos hablaran.
— Le dijiste a Lucíano que sí, ya no puedes negarte — le recordé. — solo no seas duro con ella, deja que te explique.
— No siquiera me recuerda viejo, ¿Qué me dirá? Nada de lo que me diga aliviará el dolor de dejarme solo, no preguntar si había muerto y buscarme reemplazo en sólo meses de terminar. — dijo dando media vuelta y caminando por la playa.
Aún cojeaba levemente de una pierna, el accidente le había marcado quizás de por vida. Solté el aire y miré la hora dentro de poco vendrían por mí, lo que serían días se llevó casi quince. Había dejado a Gina sola con la gala y sólo llegaría para el evento. Continuamente me veía pensando que ella estaba más preparada y familiarizada. para ese puesto que yo.
— ¿Sigue enojado? — preguntó Lucíano detrás y asentí.
— No logra perdonarla — dudaba mucho que lo hiciera tan fácilmente.
— Estar solos les ayudará y él no le hará daño, lo que sí podría hacer Peter y la persona que causó su accidente. — Caminé rumbo a verla para despedirme de ella.
Su auto había perdido el control, misteriosamente de la misma manera que el de Neall. Mi hermano y yo intentamos unirlos, solo que jamás pensamos que las cosas pasarían de esta manera. Entré a la antigua edificación, crucé el enorme salón y luego subí las escaleras.
La encontré sentada en la cama y mirando a todos lados. Al verme en la puerta sonrió, como cuando era niña y hacía alguna travesura. Ella aún creía que estaba en la clínica, pero debimos sacarla por seguridad. De momento todos la creían muerta, hasta no saber los detalles de ese accidente.
— ¿Ya te vas? — preguntó y asentí — ¿No puedo ir con ustedes? ¿Cuándo saldré de la clínica?
— Cuando Neall lo decida o lo crea pertinente, de momento es mejor que guardes reposo...
— El me odia, me mira con desprecio. — Neall sentía muchas cosas por mi hermana, ninguna de ella era odio.
— Es por el estrés del accidente — habló Lucíano detrás de mí — Pero es un buen tipo.
— ¿Qué le hice? Algo me dice que algo le hice — ambos guardamos silencio y la abrazamos para despedirnos.
— Si él fuera una mala persona, jamás te dejaría con él. Eres nuestra princesa no dejaremos que nadie más te dañe — por fortuna, el calmante estaba haciendo su efecto y se quedó dormida.
— Ojalá esto sea una buena idea, yo tengo aún mis dudas — dijo Lucíano preocupado.
Yo sabía que Neall amaba a Luciana y que esos dos solo necesitaban de un empujón. Estar solos les ayudaría a hablar y podrían solucionar sus diferencias. Además, que ella no amaba a ese hombre y éste era una copia barata de Neall.
— Me despediré de él — Lucíano caminó a mi lado a regañadientes.
Salimos de la casa y lo vimos llegar y nos acercamos. No hizo mucha plática, solo nos dijo que no le haría daño y que la devolvería apenas empezará a recordar. Lucíano me miró preocupado, pero negué, él no la dejaría desprotegida y menos sabiendo que su vida peligraba. Los conocía a ambos, eran orgullosos y tercos, pero sí mi instinto no fallaba al llegar a Londres ninguno de los dos querría separarse del otro.
Al día siguiente casi ya al medio día, llegué a la casa en Londres solo a dejar el equipaje. Luego me fui a la empresa, pues ese era el día del evento. Encontrándome a Gina, envuelta en una nube de documentos, mientras contestaba llamadas.
— Lamento mucho hacerte pasar por esto. — me excuse saludándole y sentándome a su lado.
— Una modelo no ha llegado, no aparece... Solo espero que no se fuera de rumba. — dijo molesta.
— Llamaremos a otra, no se puede detener el tiempo por la irresponsabilidad de una persona — concluí — ¿Que te falta?
— Todo, ahora resulta que no confirme cuando si lo hice... Esto parece sabotaje.
— Dame esas listas y yo me encargo, tu relájate Preciosa algunas descansa un poco, dame dos horas y todo estará bien — por raro que pareciera ella me creyó.
Tomé el móvil fui en búsqueda de Margarita, e hice yo personalmente las llamadas. Encontrándome con la novedad, que conmigo no hubo objeción. Margarita había presenciado, las llamadas de Gina y corroboró que todos los de suministro le habían cancelado.
— ¿Estas seguras?
— Completamente, dijeron que alguien pagaba mucho más por un evento que tenían a esa hora. Otros que nunca confirmó, cuando Elizabeth asegura si lo hizo, hasta no la dejaron hablar apenas dijo su nombre le colgaron. — estaba extrañado, pero sin embargo no tenía a quien culpar. — no se señor esto raro, parece que otros quisieran verla mal.
— Gina no tiene enemigos, — le dije sin poder creer que algo así le sucediera a ella.
— Aquí en la empresa algunos han recibido un mensaje... — hizo una pausa y bajó el rostro apenada. — lo hemos borrado, conocemos la historia de la señorita. Trabajaba con nosotros desde que tenía 18 años y casi que la vimos crecer.
— ¿Qué dice el mensaje? — pregunté de forma brusca y margarina se alejó ante mí violencia — ¿Alguien lo tiene? Si sabes de alguien que lo tenga, lo quiero en mi oficina.
— Cosas sin importancia, la mayoría sobre la relación con ese hombre. — la incomodidad era grande, pero no le dejaría callar. — que andaba con un hombre casado, que destruyó un hogar y que por ende no merece un puesto en esta empresa...
— Que estupidez es esa...
— Lo sabemos señor, por eso ninguno ha hecho eco en esas acusaciones, cuando todos saben que la señorita fue engañada. — me levanté de la silla y margarita me miró unos instantes — el señor Jarper sabe de esos mensajes, yo se lo mostré.
— ¿Qué te dijo?
— Solo que él se encargaría de ello, que nadie más supiera de esos mensajes. Solo lo recibieron los ocho que conforman la junta y yo. — asentí.
Tenía una idea de donde podría venir esas acusaciones, sin embargo, no podía acusar sin pruebas. Busqué el móvil y llamé a Giorgiana, si alguien podría ayudarle era ella. Así que tras preguntar dónde estaba y decirme qué estaba con él socio de su padre y podría llegar hasta ellos llegue allí.
— Buenas tardes señor Tomasevic — dije extendiendo las manos hacia el jefe de mi hermano.
— Es un placer conocerlo Antonio, su hermano habla muy bien de usted. Casi que, como un héroe, tenía mucha curiosidad de verle en persona. — dijo serio y agradecí el cumplido.
Sí es que eso era un cumplido.
— También he escuchado de usted, en el mundo de los negocios todos quieren ser como usted. En lo personal no tanto y perdone mi franqueza— Gio abrió los ojos por la sorpresa, mientras que el hombre sólo soltó una risa fuerte.
— Admiro de ustedes la franqueza, lo considero una virtud que todos deben tener. Los dejo solos para que puedan hablar...
— No tengo mucho tiempo y no es necesario que se vaya. —interrumpí — estoy algo ocupado, con lo de la presentación de hoy... Necesito de la ayuda de tu madre o tu padre.
Eso captó la atención de Giorgiana que se acomodó en la silla y tomó mis manos. Seguramente pensado que era dinero, la actitud del hombre a nuestro lado también cambió a una más alerta.
— La que desees.
— Alguien ha estado enviando mensajes denigrantes sobre Lougina, sobre su desafortunada relación con ese miserable.
— Fue una víctima, ese miserable le mintió y solo Dios sabe cómo no salió en embarazo, sino su humillación sería peor. — la molestia de Gio era obvia y supe que me ayudaría.
— Perdón por la pregunta ¿Qué tipo de ayuda necesita? Conozco amigos en la ciudad, algunos han trabajado para mí — no del tipo de ayuda que él se imaginaba de eso estaba seguro.
— No es de lo que cree, tuvo de novio a un tipo que la engañó de principio a fin, desde su edad, hasta su estado civil. — el rostro del hombre se tensó, pero miré a Giorgiana en búsqueda de ayuda.
— ¿Habla de la ahijada de Jeder? La chiquilla pelirojo de cerebro y sonrisa impresionante — sonreí, era una buena descripción de Gina.
— Sí, de ella estuve averiguando, el tipo y su esposa, son bastantes influyentes en el país. Tu misma fuiste testigo de algo parecido conmigo.
—Los Jarper no son personas que se dejen intimidar — me interrumpió — habló Kurn y la quieren como una hija, así que harán lo que sea por ayudarla.
— ¿Quieres saber de dónde vienen esos mensajes? Básicamente lo mismo que hizo contigo papá — preguntó Giorgiana.
— Solo tiene a su mamá y ella está en ese hogar, sabes que perdió toda contacto con la realidad, solo nos tiene a nosotros sus amigos. — le pedí — la idea que sufra por algo que no supo manejar por su inocencia me dolería.
— No te preocupes cariño, ya mismo llamó a mamá — dijo sacando el móvil y mirando a Tomasevic — te conté la historia ¿Recuerdas? Los inmigrantes irlandeses... — El hombre parecía pensar y luego su rostro se iluminó.
— La recuerdo, dije que era muy parecida a mi madre...sin un hijo de por medio claro está. — por algunos minutos le vi el lado humano a ese hombre y me miró unos instantes. — un verdadero hombre, jamás oculta a su esposa e hijos.
— Estoy de acuerdo con usted — confesé.
— Es de las pocas cosas o quizás la única que mueve la única fibra sensible que hay en mí. — siguió diciendo —pero dejaré que ustedes y los Jarper tomen cartas en el asunto, hasta donde he visto la chiquilla me teme.
— Muy inteligente, usted mismo lo dijo — esto lo hizo reír y tender la mano hacia mí al verme levantar y mirar a Giorgiana que hablaba por móvil unos metros de mí.
— Tengo que confesarle, que tiene un aire inocente, merece ser preservado y me gustaría tener una hija con esas características — alcé una ceja al escucharle decir aquello y se alzó de hombros — no puedo verla desde otro plano.
— El que se decía su novio tenía 44 años y le dijo a ella que 38— habló Gio, regresando a la mesa — tú tienes 39, así que no eres tan viejo.
— Tengo la experiencia de muchos siglos e insisto, ella tiene un aire inocente y una ternura que sólo inspiran ser protegidas ¿Me equivoco? — nos preguntó — ¿No es por eso que abandonó su trabajo y que tu corriste a llamar a tu progenitora? Hasta yo mismo quiero encontrar a ese infeliz y molerlo a golpes de ser el quién está detrás.
— No es algo que sepamos con exactitud — se apresuró a decir Giorgiana.
Kurn sonrió mientras reclinaba su espalda, yo aún permanecía en pie, tenía muchas cosas por hacer. Él tenía razón Gina inspiraba ternura y si también, le tenía miedo a Kurn, ella misma me lo había dicho.
— Ese tipo de hombres, jamás les gusta soltar a su presa y es así como ven a sus amantes. La consideran de su propiedad y no descansan hasta verlas destruidas una vez son rechazados. — lo dijo con tanta vehemencia, que guardé silencio.
— ¡No lo dejaremos! — fue mi prometida quien habló, pues mi móvil empezó a sonar.
Me despedí de ellos, con las palabras del hombre rondando mi mente ¿Podría alguien querer dañar a quien dice amar? En su caso, yo jamás quería dañar a Giorgiana en caso que ella quisiera alejarse. Me bastaría que ella fuera feliz. De camino a la oficina recibí la llamada de Gael Doyle, diciendo que estaría en la ciudad.
Los Doyle era siempre una buena publicidad, ellos y esa leyenda que los predecía sobre sus antepasados. Eran tipos excéntricos, un tanto extraños con costumbres y leyes antiguas, caballeros por excelencia y excelentes amigos. Eran dueños de una destileria y un whisky cuya fama era mundial. Herederos de una de la historia más inverosímiles que alguien se le haya ocurrido inventar.
Supuestamente su primer antepasado fue un ángel que se enamoró de una pastora, el era el protector del padre de está y ante la belleza de la mujer, abandonó el plano celestial para convertirse en su esposo. Algo que no cayó bien dentro de los suyos y fue muerto a manos de ángeles caídos dejando a Sheena (su mujer) en estado de embarazo. Meses después nacería Gedael Doyle-Turner y con él años más tarde la leyenda.
Acabe invitándolo a la gala, porque sabría que su presencia acaparaba la prensa y de momento eso me servía.
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