Capítulo 27
Esa noche me quedé allí con ella, en la mañana sus hermanos me reemplazarían para organizar el viaje de vuelta a Piamonte. Se quejaba todo el tiempo, el doctor me dijo que era normal, debido al salvajismo de su ataque.
En la mañana siguiente el primero en llegar fue Gino, confieso que aún tenía mis conflictos con dejarlo solo con ella. Las dudas sobre su inocencia eran enormes y el debió notarlo.
— Nosotros no tuvimos nada que ver, sé que tienes motivos para desconfiar, pero te aseguro que ni yo o mis hermanos, somos los causantes de esto — no respondí, ella seguía dormida y me hubiera gustado verla despertar antes de irme.
— Y tu mamá...
— No hay duda que sí, pero es obvio que hay alguien más en todo esto — dijo y se sentó en la silla frente a la cama de ella — ya le dije a las autoridades todo, si es ella que pagué... Ya causó mucho daño.
— Lamento todo esto. — me acerqué a él y apoyé mi mano en sus hombros.
Lo vi mirar a su hermana en silencio y luego acariciar el brazo más afectado. Ella debió alzar ese brazo, como defensa o a manera de protección. Tenía la marca del cinturón en su antebrazo y en la muñeca una marca morada, con rastros de gotas de sangre seca.
— De pequeño, cuando íbamos a Dublín, todos decíamos que sería maravilloso si Belliz fuera nuestra mamá — dijo en tono melancólico y supe que lo que estaba por escuchar era algo que no le había dicho a nadie — reía ante cualquier cosa o situación, se esforzaba por que fuéramos felices. Para mamá solo éramos el medio con que controlaba a papá, yo lo notaba.
— ¿Cómo es eso? — soltó una risa amarga y negó, con tristeza.
No dejaba de mirar a Gina, que seguía con los ojos cerrados y moviéndose inquieta. Nos quedamos en silencio, por unos minutos mirándola dormir. Hasta que pensé, que había tocado un tema delicado y sensible, uno del que él no estaba dispuesto a hablar.
— Yo fui al causante que todos se enteraran de la relación de Belliz y papá. — habló minutos después — mamá no nos prestaba mucha atención, solo cuando llegaba la fecha de ver a papá. Entonces, se negaba a dejarnos ir, por mucho que le rogábamos. Papá le daba dinero, para que ella nos dejara viajar y sólo entonces accedía.
No debió ser fácil para esos niños, estar en medio de una situación parecida y menos para él, pues al ser el mayor, sabía la situación en la que estaba él y sus hermanos. De todos el debió ser el que más sufrió por la situación entre sus padres.
— Esas últimas vacaciones le dije a Belliz, que si podía quedarme solo yo. Que podía estudiar allí, le confesé que mamá me odiaba y me golpeaba. Yo pagaba sus problemas con papá, incluso llegué a tener una fractura en un brazo. De una vez que, al abofetearme, en medio de las escaleras rodé por ellas y caí.
— Lo lamento mucho. — dije apretando sus hombros, al notar que hablar de aquello le afectaba.
— Me dijo que eso la haría muy feliz, pero, si fuéramos los tres, me enojé con ella ¿No me quería Tampoco? ¿No le importaba lo que le dije de mi maltrato? En ese entonces no lo entendí.
Así que cuando su madre le hizo preguntas, el las respondió, era consciente porque las hacían, pero de alguna manera se sentía herido y traicionado por la madre que creyó encontrar. Su hermano Guido no dijo mayor cosa, ellos se negaron a decir algo y Gael, simplemente estaba muy pequeño.
— Eras un niño para poder entender que ella solo quería que todos estuvieran a salvo... Quizás por eso lo dijo.
Lo que recordaba de Belliz, era una mujer alegre y divertida, se preocupa por todos. Debió entender que al igual que Gino, sus hermanos también sufrían y no quería alejarlos a los tres.
— Cuando nos fuimos a vivir con mamá a Dublín y luego de la llegada de papá, los escuché a ambos llorar. decían que ya no podían traernos a los tres a vivir acá como lo querían... Allí supe de mi estupidez. Ella solo me había pedido tiempo para que estuviéramos todos juntos...
No supe de qué manera calmarlo, me quedé solo en silencio escuchando como desde entonces, se siente culpable por la muerte de su hermano y ahora la de su padre.
— Ambos acontecimientos fueron inevitables. — dije para calmarle. — si te lo preguntó, era quizás porque tu madre lo sospechaba. El resultado sería el mismo, en todo caso eras un niño... Siendo adulto yo no hubiera sabido que hacer en tu lugar.
— No podría hacerle daño a Gina, con todo lo que mi indiscreción causó. Nuestra presencia es solo porque es nuestra hermana, así ella no quiera nuestro apellido.
Jamás lo quería, pensé mientras me despedía de él, besé la frente de mi mujer y salí a la calle. Había muchos interrogantes, algunos quizás jamás obtendrían respuestas. Pero por el momento, solo quería que ella sanará lo suficiente para viajar.
(…)
Llegué a la oficina en búsqueda de unos documentos que tenía pendientes por firmar. Quería dejar todo listo por si el viaje salía de improvisto. Una vez dentro del edificio, me encontré rodeado del personal preguntado por Gina y por su salud. Una de ellas, era Elizabeth su asistente que lucía preocupada por ella.
— Está estable Elizabeth, aún la mantienen dormida. — dije a la mujer tomando sus manos y agradeciéndole la preocupación.
— ¿Quien hizo algo así a la señorita? Ella es tan dulce y divertida. — lo mismo quería saber yo, pensé.
— De momento, los hombres que la secuestraron están identificados y son buscados ¿Tienes correspondencia de ella? — ella no había despertado, pero yo podría adelantar algunas cosas.
En lo que duráramos en la ciudad, podría adelantar todo lo que se podía, de esa manera, al irnos sería más alivio para Lucíana que según entendía era la persona que se quedaría a cargo de la empresa.
— Sí, espere un momento. Llegaron unas del banco y algunas de la repostería — caminó hacia su escritorio y sacó de allí un sobre rosa que me tendió hacia mí.
El olor a frutas dulces era obvio y supe que venía del extraño sobre que la chica me había tendido. Lo olfateé con cautela y al darme cuenta que era de allí el olor dulce alcé una ceja hacia ella divertido.
— Si hubiera visto mi currículo estaría acostumbrado. — se excusó, alzándose de hombros e instalándose detrás de su escritorio.
— No lo dudo, ¿Algo de aquí es de NLJarper? — negó, acomodándose las gafas e instándose detrás de su escritorio.
— Todo es personal, por eso no lo abrí y las fui dejando allí. — le agradecí y la dejé con unos balances y me sorprendió que lo hiciera.
Una vez en la oficina, no había señales de Margarita, por lo que decidí entrar a los archivos de la empresa y digitar el nombre de Elizabeth. Tenía curiosidad, por saber su hoja de vida, esos balances que tenía en sus manos no eran parte de su labor y menos de esta empresa.
La información salió rápidamente y empecé a leer.
Nombre: Elizabeth Paige Gardner.
Edad: 26 años.
Estado Civil: Soltera
Personas a cargo: 3, sus padres y un hijo.
Profesión: actualmente cursa una maestría en Economía...
¡Vaya! Un talento perdido detrás de un escritorio como asistente, seguramente los documentos que tenía harían parte de sus estudios. Porque no tenían el logo de la empresa, me prometí que hablaría con Gina sobre la manera de ubicarla en un puesto, donde ella pudiera avanzar en su carrera.
— Buenos días Tony. — alcé la mirada del PC y me encontré con Giorgiana frente a mí — no me mires así, paredes que estuvieras frente a tu peor enemigo. — dejé a un lado la pluma y cerré las ventanas del currículo de Elizabeth.
Me crucé de brazos y la observé, seguía pareciéndome hermosa y hasta deseable, no se los voy a negar. Pero también seguía prefiriendo a mi mujer, de entre todas las mujeres, Gina siempre sería la mejor para mí.
— Enviaste esas fotos a Gina y causaste mucho problema, aun así, ¿Tienes el descaro de venir ante mí? — reclamé y la vi negar caminando hacia la silla más cercana y sentándose.
— Vine a dos cosas — muero por escuchar que excusa es esta vez.
— Tienes diez minutos, tengo el día muy ocupado y debo regresar con Gina. — dije cortante.
— Cómo sabrás yo no tomé esa foto, pero si era mi móvil. Fue idea de papá, no me lo tomes a mal, pero tú no me gustas. — aliviado, esa confesión me hizo respirar tranquilo.
— ¿Por qué la enviaste entonces? ¿Diversión?
— Papá insistía en que recuperara lo nuestro, por más que le he dicho que me gusta otra persona... El insiste en que estoy perdiendo el tiempo — la vi mirar hacia el piso y sus labios temblaron ligeramente.
No me acerqué y menos me moví, la conocía lo suficiente para saber que eso podría ser otros de sus trucos. Sacó un pañuelo de su bolsa y se limpió las lágrimas rápidamente.
— Quizás tenga razón y estoy perdiendo mi tiempo, pero en el amor no se manda. Me parece increíble que prefiera a alguien como ella una criminal, con hijos y que no le importe eso. — ella no era lo que se dice un manso corderito, pero no hice comentario alguno. — Menos que ella no lo quiera y él lo acepta...
— Ocho minutos Gio — insistí y ella asintió.
— Si. Soy consciente que merezco este trato y por eso vine a decirte que debes tener cuidado. ¿Recuerdas que me pediste averiguar por quien estaba dando los rumores Gina? —hace ratos si, y ya sabía que era la madre de los Doyle y Aidan.
— Lessie Doyle y Aidan, ya el señor Jarper logró averiguarlo — ella negó, al tiempo que sacaba algo de su bolso.
— Lessie Doyle, Harry (la momia de aquí) ... La esposa de Aidan. — me dijo entregándome unas fotos de reuniones de ellos en lugares alejados y en aparentemente anonimato — mamá siguió averiguando, pese a ya no tener nada contigo. Decía que era lo mínimo que podía hacer por ti.
— ¿Por qué Harry? — pregunté — es decir, los demás pueda que tengan un motivo, pero y ¿Él?
— El esperaba que a quien pusiera a cargo es a un nieto. Eso se lo dijo a un amigo de mamá... Lamento no poder revelar el nombre. — solo con eso era suficiente, aunque no tenía nada en su contra.
Lo que sí tenía era un punto de partida por donde averiguar, tras despedirse de mí y desearme lo mejor se fue. Diciendo que había conseguido empleo como interprete en otro país. Que se iría definitivamente, pero que quería antes de irse decirme aquello.
Llegué al hospital ya en la tarde, no había tenido tiempo para llegar antes. Pues estuve arreglando todo lo del viaje y entregándole a Gino, los papeles que me había dado Gio antes de irse. Luego fui con él a la estación, así que hice hoy todo lo que tenía pendiente, y en adelante, no me alejaría de ella.
— No quería dormirse sin verte — dijo Guido y sonreí — me dijeron de las fotos, lastimosamente eso solo demuestra que se conocen.
Asentí, quizás, pero Harry era miembro honorable de la junta de la empresa. Hizo parte de ella desde sus inicios, cuando sólo era un taller en un garaje. Quizás si tenía que ver con el rumor para que la sacaran, pero dudaba que con algo más que eso.
— Si presionan un poco a Harry pueda que diga algo, ya le dije a las autoridades lo que sé — confesé quitándome la chaqueta. — lamento lo de tu mamá.
— No me extraña Antonio, la verdad he sido protagonista de lo que su ambición es capaz. Cuida a Gina, los enviaremos en avión privado.
— No es necesario de eso, ente menos este ella mezclada con ese dinero mejor. — empezó a caminar hacia la habitación y antes de entrar dijo.
— Mamá tendrá que aceptar que ella es una Doyle y que tiene derecho a lo nuestro. Ya ella nos dijo que no quería esa herencia, pero no pueden decidir por su hijo.
Entré a la habitación y la vi dormida de medio lado, aún no podía estar de espaldas. Había una cama al lado de la de ella, pero yo no quería estar lejos de ella. La sola idea que se la llevarán otra vez me aterraba. Por lo que, me quité los zapatos y me acosté al lado suyo en la cama.
Gina
Desperté súbitamente ante el roce de una mano en la mía y llegaron a mi nítidamente los recuerdos del cinturón golpeando mi cuerpo y mi terror de no perder a mi bebé.
— Tranquila cariño estas a salvo. — la voz de Gino me hizo buscarlo y los vi a los tres frente a mí. — ¿Todo bien?
—Antonio... Mi bebé
— Esta por fuera, haciendo los preparativos del viaje a Italia — dijo Gael — y tu bebé está sano, aunque tu cuerpo no tanto. — me intenté sentar y el dolor fue horrible.
— No puedes, tienes ese lado... Maltratado. — estaba por preguntarles la hora cuando el reloj marcaba las 12 del mediodía. — lamentamos mucho lo que sucedió — no respondí a Gino.
Me limitaba a mirar mi brazo y como se veía con marcas rojas, moradas y algunas hasta con sangre. El recuerdo de la violencia con la que me golpeaba llegó a mí. Me sentí ser alzada en brazos y vi que era Guido. Lloré no solo por el dolor en mi cuerpo, sino por el cariño que transmitía ese gesto.
— Me golpeó...
— De saberlo, jamás te hubiéramos hecho venir. —estaba en brazos de uno de mis hermanos, quien estaba sentado en la camilla.
Los otros dos estaban frente a mí y acariciaban mi cabello y mis golpes simultáneamente. Quería mi vida sencilla de vuelta, una en donde Antonio y yo fuéramos felices. Tal cual lo queríamos, con todos nuestros planes. Si teníamos dinero, que fuera por nuestros trabajos.
— Debes saber que eres la heredera de mi abuelo — dijeron y luego me explicaron lo de la herencia.
Me quedé unos segundos para digerir aquello, papá pudo sobrevivir sin ella, mamá también me dio universidad sin depender de los Doyle. Tenía un empleo, un negocio próspero y otro en puertas con Neall, no yo no necesitaba de eso.
— No la necesito y no viviré en Escocia, lo lamento mucho por ustedes, pero mi respuesta es no. — dije segura — no cambiaré mi apellido, sería traicionar a mamá y a papá. Eres el custodio y por ende el que debe administrar todo.
Les dije todo cuanto sucedió, desde la salida del aeropuerto. También que dijeron que tenían que matarme, supuestamente por orden de uno de ellos.
Guardaron silencio y no formularon comentarios algunos, después llegaron las autoridades y me tocó repetir lo mismo. Supe el nombre del segundo hombre, como también que aún no los habían encontrado.
Mientras el día avanzaba, no había señales de Antonio. Las chicas llegaron, por grupos de dos y eso me distrajo un poco, pero al caer la noche. El seguía sin aparecer y me dije, que era tan urgente para déjame allí tirada.
— Debes dormir — me dijo Guido y negué. — hay una pista que le fue entregada y está pendiente a ella.
— Debería por lo menos llamar, yo no le importo. — me quejé.
— Cada media hora preguntaba por ti, hasta que le dije que si hacía todo rápido podría venir a verte. Está haciendo todos los pendientes que tiene, en adelante, no se irá de aquí sin ti.
— ¿Me lo juras? — preguntó y asintió alzando una mano algo teatral.
Mi cuerpo, seguía adolorido, pero me las arreglé para no pensar en eso. En algún momento debí dormirme, pues cuando desperté, encontré de frente con el rostro dormido y relajado del amor de mi vida.
Estaba acostado conmigo en la cama y tenía una de mis manos entrelazadas con la suya. Cuando estaba lejos de él, en lo único que pensaba era en volver, tenía muchos sueños y cosas pendientes por hacer, pero con él. La idea de dejarlo solo o que perdiera a su bebé me aterrorizaba.
Su enorme cuerpo estaba en de medio lado en el borde de la camilla, con cualquier movimiento podría caerse y me llevó la duda ¿Por qué no durmió en la cama de al lado? En ese estado, pude observarlo con detenimiento, sus largas pestañas, nariz aguileña, su cabello estaba desordenado y su camisa arrugada.
Sentía la misma mariposa al verle que cuando adolescentes, incluso, podría jurar que aún más fuerte. Ellas habían crecido junto conmigo y el amor que le profesaba en este instante.
No pude evitar pasar mis dedos por el contorno de su rostro y eso lo hizo abrir los ojos rápidamente. Sentía dolor en todo mi cuerpo, pero ese dolor disminuía de alguna manera al saber que él estaba allí y que en esos momentos me miraba con una media sonrisa.
— Fue horrible pensar que no te vería más ...
— Lo mismo pensaba yo ¿Qué sucedió? Lo que me han contado es escueto. —preguntó.
— Me vendieron a ese club y lo primero que había que hacer era que yo abortara. — hice una pausa y besó mis labios al ver que temblaban ligeramente. —me encerraron en un cuarto sucio, por horas hasta que el dueño un árabe llegó, Akram. Quería forzarme a estar con él, le mordí y golpeé, entonces me dijo que tenía que domarme.
— Daría lo que fuera por ser yo quien fuera golpeado y no. Tú — dijo tomando mi mano que seguía acariciando su rostro y llevándosela a los labios. — lamento haberte defraudado, negué rápidamente.
Sí estaba viva era por él, porque sabía que su padre había enviado a ese hombre era por su hijo, de alguna manera el debió pedirle ayuda a Lucíano.
— Estoy aquí gracias a ti , —quise aclarar eso primero, ya que, era más importante para mí que él lo supiera que mi estado de salud — me duele todo el cuerpo — confesé.
— Ese infeliz no debió tocarte — acercó las manos a mi cabeza y le atrajo hacia el para besar mi frente. — Pero te pondrás bien.
La oscuridad de la ventana me dijo que era de madrugada, le conté lo sucedido todo lo que recordaba, incluyendo que decían que mi secuestro era pagado por un Doyle. También que debían separarme de él, esto lo hizo mirarme preocupado.
— ¿En qué se benefician los Doyle que estemos separados? Eso no tiene sentido — él tenía razón, pero eso fue lo que ellos habían dicho.
Recordé a la francesa e intenté levantarme, sentí el dolor en mis glúteos y lancé un quejido de dolor, se irguió rápidamente y me acomodó del lado contrario.
— ¿Dafne? — pregunté.
— Las chicas se la llevaron, vivirá con Laura, Susmira aseguró que el trabajo que le darías era con ellas. — me miró preocupado, mientras yo intentaba no demostrar el dolor que sentía en ese instante — no puedes sentarse preciosa, esa parte recibió más golpes que cualquier otra.
Acercó una silla a la cama y tomó mis manos, se dice que la vida no te da más de lo que tú no puedas resistir. Sin embargo, sentía que era demasiado para mí, el dolor era insoportable. Yo nunca me acerqué a ellos, fue todo lo contrarios. Mi mamá me educó sola y luego que ella enfermó, trabajé por mi cuenta.
— ¿Qué dicen los médicos y la investigación? — pregunté.
— Tienes golpes en brazos, espalda y glúteos no hay fracturas, sin embargo, los golpes son salvajes y de cuidado. — dijo con voz y rostro tenso. — Mackenzie un tal Scott son los autores de tu secuestro. Paimon no ha podido hallarlo, se sospecha que regreso a Escocia. Hay sospechas de quien puede ser, pero hasta no estar seguros es mejor no hablar de ello.
— ¿Crees que podamos regresar a Italia?
— Sólo estoy esperando que me den la aprobación para salir. Lucíana se quedará al frente de la empresa y Jeder la asistirá — sonreí, eso era una excelente noticia.
— Quedaron los familiares de Anella por visitar, quiero conocerlos a todos...
Lo vi reír, pero seguía en su rostro la preocupación, no me preocupaba. Sabía que el cuidaría de mí y que en su país estaríamos a salvo. Por lo menos mientras encontrarán al causante de todo esto.
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