Capítulo 19
Un año después
Asistir a la boda de Neall y mi hermana fue una obligación moral, sin embargo, sabía que Gina no estaba del todo bien y menos para ir a una boda. Aun así, ella hizo un gran esfuerzo y me acompañó, por fortuna, la ceremonia fue sencilla, debido a que Luciana aún estaba convaleciente y sólo la familia asistió.
La pérdida de su madre, le había sumido a mi alegre y terremoto Gina en una gran depresión. Si bien, reía y fingía que nada sucedía sus ojos tristes daban cuenta del tormento que llevaba su alma. Los días que siguieron al sepelio no pude estar con ella, sus hermanos se quedaron en casa.
Resultaron ser los dos gorilas arquitectos, no sólo arreglaron las averías propias de la edad de la edificación, sino que también hicieron remodelaciones en las habitaciones y en especial la de su hermana.
Ayudó su compañía y la manera que tuvieron de apoyarla. La casa quedó como en sus primeros años, lo supe por las fotos que ella mostró de su niñez. En cuyas instantáneas reía a la cámara, sin importar la situación.
Hoy más de un año después, luego de la boda de mis hermanos y de que ambos estaban bien con sus familias. Neall y Luciana tenían al pequeño Neall, mientras que Lucíano y Lilian tenían a Antonio y nosotros dos éramos sus padrinos.
La relación había afianzado y me sentía con ganas de formar un hogar. Solo que ella seguía sin querer casarse y decía que le gustaba la convivencia de esa manera. El problema era cuando sus hermanos regresarán de visita, ya que las veces que llegaron estos meses fue solo entrada por salida.
— Señor sólo falta usted y la señorita Lougina para la reunión — dijo Margarita por el intercomunicador
— Enseguida voy, comunícame con Gina, para ver si está muy lejos.
— Ya lo hice jefe — su voz sonó risueña cuando lo dijo y sonreí — ya viene subiendo por el ascensor.
— Aún no tiene un año y le ha comprado a Antonio, ropa para cinco vidas — le dije y del otro lado la chica reía divertida.
— Es un bebé hermoso y el joven Neall también. Es difícil no amarlos. — colgué y recogí la chaqueta.
Salí a los pasillos y la vi venir ataviada con unas bolsas, que dejó en manos de Elizabeth y corrió a mi encuentro. Me hubiera gustado saber con exactitud, de que era la reunión y no entrar a ciegas, pensaba mientras la recibía en brazos. Estrechándola hacia mí, como si no la hubiera visto en días.
— ¿Todo bien? — pregunté y asintió feliz.
— Me encontré con unos pantalones hermosos.
— ¿Más hermosos que lo de hace dos días o una semana? — dije con burla tomándola de las manos y caminando hacia la oficina — es hora de tener los nuestros, yo también quiero consentir.
— Si aja... pronto. — no respondí en ese instante ya estábamos entrando a la oficina.
— Buenos días — hablamos al tiempo ella y yo.
El ambiente era extraño, pues sólo estábamos los Jarper y nosotros, el rostro de Neall Jarper padre estaba sombrío y tenía en sus manos unos documentos que acomodaba una y otras veces, golpeándolo en la mesa. Las ventas seguían decayendo y el rumor que Gina no era la indicada para ser la segunda al frente de la empresa crecía.
— Siéntense por favor chicos — habló Jeder Jarper en tono conciliador — parecen dos adolescentes a punto de ser reprendidos.
Ambos reímos, porque al mirarnos nos dimos cuenta que tenían razón. Después de que nuestra jefa rompió el hielo, nos sentamos para escuchar la reunión.
— Esta reunión no necesita acta, —Habló el dueño de NLJarper en tono rígido. — es ajena a esta empresa, pero de alguna manera ligada al funcionamiento de ella. Soy muy consciente que tu presencia Lougina en esta empresa, jamás cayó bien entre ustedes.
La confusión en Gina era genuina, no tanto como en mi caso. Supe entonces hacía donde iba dirigida la reunión, sobre el boicot y las bajas en ventas. Los Jarper aseguraron hacerse cargo de averiguar quién estaba detrás, desde hace meses les dije mi preocupación, de las bajas en ventas y la sospecha que alguien dentro causaba el rumor.
— Jamás hemos olvidado que somos los dueños absolutos de esta empresa. — habló Jeder Jarper y ella si no se esforzaba por ocultar su enojo. — una empresa que nació en un garaje, en donde trabajábamos mi esposo y yo. Que solo tiene tres dueños, mi esposo, mi hijo y yo...
— Siempre hemos sido conscientes que son los dueños señora Jeder y creo estoy hablando también por Antonio, desconocemos a dónde quieren llegar con todo esto. — habló aún sin poder e entender lo que sucedía.
Los Jarper sólo nos miraron en silenció, mientras que Gina estaba alterada. De ser despedidos, teníamos que buscar empleo ambos y eso atrasaría nuestros planes.
— La cuestión es simple cariño. — habló el dueño aún con el rostro tenso — el boicot viene dentro de los Doyle, uno de ellos es la persona que ha corrido el rumor en mis clientes que, tú no eres apta para el puesto que ostentas.
— Ya que la curiosidad nos mata, hemos decido invitarlos para que sean ellos los que nos digan sus razones y de paso... La persona que le ha pasado información sobre esta empresa y lo que en ella sucede — la voz de Jeder tomó un tinte rudo y peligroso, pero me aliviaba saber que no era en contra de nosotros — tienes derecho a verle el rostro a tu enemigo pequeña. Esto no es en tu contra, sino por ti conocemos tu corazón y sabemos que no mereces ese trato.
Miré a Gina su rostro estaba pálido ante la mención del apellido de sus hermanos. Que alguien dentro de ellos fuera el causante de su problema le debería afectar. Sostuve sus manos debajo de la mesa y la alcé encima de ella. Quería que vieran que no estaba sola y que en adelante jamás lo estaría.
Ella solo me miró en silencio y pude ver el dolor en sus hermosos ojos color esmeralda. Aún estaba muy presente la muerte de su madre y descubrir por todo el sufrimiento que pasó, durante sus relaciones con Gino Doyle. En esas estaba mis pensamientos cuando, la puerta se abrió y de ella entró una mujer rubia, la reconocí como la madre de Gael, alguna vez la vi visitarle en la universidad.
Vestía elegante, la presencia de ella recordó a Geraldine York, la esposa del tío Alessandro. Tan rígida y fría como ella, miró a todos en la mesa hasta que sus ojos se fijaron en Gina y sus labios hicieron una mueca de asco.
— Eres idéntica a tu madre y tan corriente como ella — fue los buenos días que dio.
Definitivamente la elegancia o el dinero no estaban ligados con los buenos modales, la mujer frente a nosotros dama muestra de ello. Gina no respondió, sólo levantó el mentón y la reto con la mirada, gesto que causó ira en la mujer, pero supo ocultar rápidamente.
— Todos conocemos la vida personal de la señorita Turner — fue Jeder la que la defendió — todos hemos sido engañados algunas veces ya sea, por inocencia o por exceso de confianza... ¿No fue engañada usted acaso?
Jeder parecía saber de lo que hablaba, pues la mujer guardó silencio ante la mirada inquisitiva de todos. Era una situación incómoda, no sólo para Gina a quien ventilar estas cosas en presencia de sus jefes le afectaría.
— No tengo porque tenerla aquí en esta sala — habló Neall — cuando lo que debería es levantar una denuncia en su contra. Jamás he usado mis contactos para algo distinto a negocios, pero créame que puedo saltar esa regla si usted insiste en boicotear mi empresa. — la mujer caminó hacia la silla vacía antes de sentarse miró con burla a Gina.
— Gina es como una hija para mí, desde la enfermedad de su madre hace más de seis años es así. Lo que usted haga en su contra es como si me lo hiciera directamente a mí. — Jeder miró con ternura a Gina y está solo asintió sonriéndole.
— Soy Lessie Doyle, dueña de La destilería Doyle y me resulta molesto ver el rostro de la mujer que causó mi separación con mi esposo. — ninguno de nosotros habló, en mi caso me limité a acariciar con el pulgar el puño de Gina— Recalcó lo que dije, Lougina Doyle no es la persona idónea para ese puesto, tanto ella como su madre son inmorales...
— Turner, Lougina Turner — le aclaró ella sin dejarse intimidar — su molestia no es otra más que mi madre jamás llegó ante usted a pedir ayuda, como usted lo quería.
— Usted manda en su empresa y yo en la mía, me guio por resultados y de momento estos han sido los mejores. Es usted la que ha causado mi baja en ventas y es solo por cortesía que acepté tenerla aquí. — jamás en todos los años de conocerlo, lo había visto tan enojado.
— No sé de qué habla — Gina chasqueo la lengua y sonrió.
Una costumbre que tenía cuando estaba ganando una discusión y que ahora sabía también la tenía sus hermanos. Eso y el guiño que les predecían fue sorpresa para la mujer, si bien Gina no era identifica a sus hermanos. Su risa, gestos y la manera extraña de divertirse la hacían una Doyle.
— Les pido perdón a todos por tan bochornoso suceso, — habló levantándose y le seguí — pero creo que esto no es una conversación que ustedes deban escuchar. Mi vida privada no tiene por qué ser ventilada en una junta y aunque agradezco el gesto de los Jarper, me niego a seguir bajo la presencia de un ser tan depreciable como Lessie Doyle.
— Yo no tengo problemas con que hables "niña".
— Cuidado con lo que desea — fue su réplica y esta solo le invitó con un gesto a seguir hablando.
— Su jefe lo dijo, estoy aquí para destapar a mujerzuelas como usted. — me sentí orgulloso por la manera en que ella enfrentaba las cosas.
La miró sin dejar de reír, mientras que la dama solo la miraba de arriba a abajo como quien ve a una cucaracha.
— Papá murió en un asalto, eso es lo que todos dicen. Pero... todas sus prendas valiosas aparecieron y fue el único que resultó herido de muerte en ese asalto ¿Cómo me lo explica? — la dama se encogió de hombros antes de hablar.
— Es fácil — dijo con indiferencia — era tan impetuoso como sus hijos y quiso hacerse el valiente. Si hubieras leído la declaración lo sabrías "niña".
Los labios de la mujer esbozaron una media sonrisa, al tiempo que Gina lucía imperturbable frente a ella. Imaginaba que siempre supo que algo así sucedería, enfrentarse a la esposa de su padre. Solo quería que ella no saliera lastimada de ese enfrentamiento y no tenía mayor cosa que hacer, más que mantenerme a su lado y ser de apoyo.
— Recuerdo que mamá me dejó con una vecina, días después de que papá tenía que haber regresado, ella viajó para saber qué había sucedido. Cuando regresó dijo que papá había desaparecido, no dijo que se fue con usted a Escocia. No, ella dijo "Tu padre desapareció". — insistió ella y apoyó su mano en la mesa grande e inclinó su cuerpo hacia la dama — Gansel Doyle supo la verdad hace unos años y quiso hablar con mamá...encontré una sentida carta hecha de puño y letra del abuelo de mis hermanos pidiendo perdón.
El rostro de Lessie se tornó pálido y se levantó abruptamente. Mientras que por la puerta entraba el hermano mayor de los Doyle. Saludo a todos con respecto y luego fijó la mirada fría en su madre.
— Yo soy el dueño de La destilería mamá, por ende, soy yo quien debe estar aquí y no tú. — dijo con el rostro tenso — ¿Tengo que recordártelo?
— En realidad no fui yo, fue él quien la encontró cuando estábamos arreglado la casa. — habló señalando a su hermano — mamá le hizo una carta que por alguna razón fue devuelta. Porque según, no entraron la dirección, algo extraño pues tenía el nombre de la destilería y su dirección.
— Eres increíble mamá, en serio jamás te creí capaz de algo así. — la voz de Gino era dura y miraba a su madre más allá del reproche.
Belliz Turner le explicaba en la carta al abuelo de su hija que era imposible que ambas regresarán. Pues la vida de ellas estaba en peligro, de alguna manera la madre de Belliz se las arregló para informar a su hija de lo que todo Dublín murmuraba.
Lessie Doyle había mandado a asesinar a su exesposo, cuando se enteró que, Ganzel Doyle había mandado a buscar a su hijo para entregar la empresa y el apellido nuevamente. Saber que su hijo había tenido una niña y siendo esta la única nieta, quiso tenerla cerca.
— Tus planes de seguir en la administración se iban a la basura. Ya no serias la esposa engañada y Belliz, la mujer que humillaste, convertiste en un ser lleno de miedos y culpa, sería la dueña y señora ¿Y lo peor? Tus hijos querían estar con ella y no contigo.
— ¿No creerás eso de tu madre Gino? — su voz tembló de repente y pasó de ser un ser altivo a una mujer afectada y llorando.
El teatro era obvio, por lo menos yo lo notaba y una mirada a mi alrededor me dijo que ellos también.
Gina
Dejé de hablar pues sabía había cometido una indiscreción, mis hermanos habían pedido que ellos serían los que averiguaran lo sucedido. En este punto de mi vida, si mi padre había sido asesinado en las manos de quien sea carecía de importancia. Nada me lo iba a devolver, solo quizás la satisfacción de que los culpables pagarán.
La carta coincidía con la fecha de mi ida a Roma y la repuesta de mi madre tenía justo el día en que fue encontrada deambulando por mi amigo. De alguna manera la recibí y la archivé, en esa época no tenía mucha cordura y todo se me había venido encima.
— Llévala a tu oficina, de adelante nosotros nos encargamos — dijo mi jefe a Antonio — lamento todo esto preciosa, pero los problemas se atacan desde la raíz.
Estaba agradecida por el gesto de fe hacia mí, pero consideraba innecesario que fuera en la empresa. En donde quizás, las habladurías serían grandes y especulaciones igual. Me vi ser conducía a la salida por Antonio y al pasar cerca a Gino, este solo se acercó y besó mi frente.
— Resultaste ser más Doyle que cualquiera, si mi abuelo viviera sin duda te dejaría las riendas del negocio. — sonreí con pesar.
Jamás necesité de abuelos o hermanos, mientras Gino Turner estuvo con nosotras, la vida nos sonreía. Él se las arreglaba para hacernos reír y fue de él que aprendí a ver la vida desde otra perspectiva.
— Margarita, por favor un té para Gina por favor. — escuchaba las voces, lejanas. — aquí estarás mejor. — dijo entrando conmigo.
Me sentó en uno de los muebles y se instaló a mi lado sin dejar de abrazarme. Él tendría que estar enojado por no contarle lo sucedido, pero estaba bastante calmado.
— No podía decirte nada...
— No te preocupes, yo lo entiendo. Hay cosas que no nos gusta hablar por la vergüenza que nos causa o el dolor al recordar — respondió y supe que hablaba sobre la renuencia de visitar a su padre. — para quien será difícil es para tus hermanos.
— No hay como demostrarlo y es la palabra de alguien que ya murió con una de las mujeres más influyentes de la zona. — hablé sinceramente.
— Le dolerá más la lejanía de sus hijos, espero que con esto logren tener paz — sonreí, era quizás lo mejor que obtendría de esto.
Sus hermanos decían, que forzarían a su madre a aceptar el divorcio y convencer a sus esposas de firmarlo. De otra manera, sacarían la carta a la luz y sin importar si era verdad o mentira Lessie Doyle no soportaría el escándalo.
Me abrazó en silencio y se quedó conmigo sin hacer preguntas o comentarios. Así fue hasta que logré calmarme, solo entonces habló.
— Papá a pedido hablar con nosotros y nuestras parejas — dijo y lo miré se veía alterado, jamás le pregunté porque no quería ir a ver a su padre. — ¿Crees que puedas acompañarme?
¿Bromeaba? Nada me haría más feliz que ver al Señor Lucíano, era un hombre simpático y lo que recordaba era que se podía divertir con él. Me dijo que era para su cumpleaños, eso me daba un mes más o menos para estar preparada y sonreí.
— Solo si me presentas como tu prometida. — dije en broma y sus ojos se iluminaron sonrientes.
— Hay un anillo que jamás has querido usar y que ya es hora que lo hagas. — se levantó de mi lado, fue y volvió con algo en sus manos. — jamás he hecho esto con alguien y me siento más que feliz que seas la primera y la única.
Lo vi arrodillarse ante mí con la sortija en la mano, no logré entender que era lo que n según él no había hecho nunca, porque verlo hincarse ante mí y tomar mis manos me hizo llorar emocionada.
— ¿Quieres casarte conmigo algún día de estos? — solté una risa fuerte, mientras que el limpiaba con sus nudillos mi rostro. — soy un hombre paciente, tengo muchos defectos, soy perfeccionista, malhumorado, psicorígido, tus hermanos me odian, pero... Yo te amo y mi mayor deseo es que seas mi esposa y la madre de mis hijos, estoy dispuesto a cambiar todo lo que pidas...
— Yo también te amo y no te cambiaría nada cielo, solo que no me mientas, tú ya has hecho esta propuesta y no me afecta en absoluto. — dije sin poder evitarlo y dando mi dedo para que el pusiera el anillo.
— Jamás lo hice, ese anillo era el que Neall le daría a mi hermana el día que Antonella se presentó. El me lo dio a guardar, de alguna manera Giorgiana revisó mi ropa y creyó era de ella y se lo puso — ¡vaya! Su perfecto anillo de diamantes no era suyo, después de todo.
— ¿Por qué no dijiste la verdad?
— Me sentía bien con ella y sinceramente no esperaba mucho del amor. —me dijo encogiéndose de hombros y sentándose a mi lado. — ella y su padre fueron mi apoyo, así que me dije que sería a futuro buena esposa.
Una parte de mí se sentía feliz porque fui yo la persona en quien pensó al escoger ese anillo. Lo había comprado para mí, pensó en mí y que quería ser mi esposo. Eso le hacía de un valor incalculable para mí. Me dije si era buena idea decirle que había olvidado tomarse esa pastilla tres veces.
— ¿Tienes idea de lo que significa este anillo?
— Tendré por familia a tus hermanos y no quiero ni imaginar como querrán festejar este compromiso. — sentí escalofríos al recordar todo lo que le habían hecho esa noche.
El pobre la había pasado mal ese día y los siguientes, su garganta salió bastante lastimada. Sin contar con los moretones en sus brazos, las chicas decían que solo con eso él me había demostrado su amor. Pues otro en su lugar sale huyendo y pierde la calle.
— Lamento mucho lo de ese día — me excuse por enésima vez y negó. — Te ayudaré a vengarte cuanto quieras.
Me miró y sonrió sabía que quería desquitarse, y que sólo estaba en búsqueda de una oportunidad. Recibí su beso gustoso, jadeando al sentir sus manos en uno de mis pechos y la otra subía mis faldas.
— Manos fuera o te las corto. — gritó Gino y lo sentí suspirar.
— Aquí vamos — habló algo casando.
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