Capítulo 15
Gina
— ¿Qué haces tú acá?
— Estoy muy emocionada con ese saludo tan caluroso... Quítate de mi camino ¡Animal! — le dije enfadada a Lucíano que no me dejaba entrar a su apartamento.
— Lucíano por favor, Gina viene cansada y no es buen momento para sus juegos — habló su hermano con voz cansada.
Lucíano debió notarlo, porque se hizo aún lado y miró a su hermano algo confundido. Durante el viaje me contó lo ocurrido con Giorgiana y no pude evitar sentir pena por ella. Sin duda no se daba cuenta del juego sucio en el que calló, pero sabía que Antonio era fuerte y que podría soportar este momento.
— ¿Sucedió algo con Luciana? — El no parecía saber que decir.
Me había dicho que no quería que su hermano perdiera esa oportunidad. Era el trabajo de sus sueños y dejarlo podría implicar que Tomasevic, tomará represalias con él. Así que dije lo primero que se me vino a la mente, una verdad a medias.
— Antonio canceló la boda, — la mirada de Lucíano viajó de su hermano a mí y al posar sus ojos en mí, su mirada se tornó oscura.
— ¡Los jodiste! Lograste lo que has querido todo es tiempo...
— ¡No me jodas!
— ¡Buscona!
— Maldito asqueroso —lancé con furia, mientras me lanzaba sobre él y Antonio frenaba mi arrebato.
— Ella no daño nada, nuestra relación ya no estaba bien, me gustaba desde hace años. — era consciente de sus dedos en mi cintura, pues esas caricias me hacían dar un hormigueo en mi piel.
Lucíano estaba furioso, sus pupilas estaban dilatadas y apretaba el puño en mi dirección. Tenía en mis manos el móvil, que no dudaría en lanzarle si osaba golpearme. Ya no éramos dos adolescentes, pero él y yo siempre chocábamos porque él era muy cascarrabias y por todo se enojaba.
— No tenemos por qué darte explicaciones, te basta con saber que ya no se va a casar y que sale conmigo. ¡Fin!
— Espero logres comportarte de forma adecuada...
— ¡Es suficiente! — dije dejando el bolso y dando media vuelta hacia Antonio. — Te veo más luego.
Le di un beso en la mejilla y salí del apartamento, a escasas dos cuadras habían visto un bar. Jamás había estado en América y lo que veía me gustaba y mucho. Ninguno de los dos tuvo tiempo de reaccionar y Antonio tenía que hablar con su hermano y con Neall, pues tenía noticias de los que causaron su accidente.
— ¡Idiota! — escupí furiosa y mientras divisaba el bar a lo lejos. — una copa y a dormir.
Esa era la idea, no era tan irresponsables como para estar tarde en un sitio que no conocía y lejos de casa. Me acerqué a la barra y capté la atención del barman rápidamente. Le pedí algo suave, pues solo quería relajarme y esperé.
— Pobre del que causó su enfado — dijo una voz a mi lado.
Era un hombre de tés morena, llevaba una camiseta ajustada a su cuerpo blanca, encima de una chaqueta de cuero negra. Podía ver sus pectorales, sus ojos marrones me miraban entre divertidos y curiosos. Tenía la vista fija en mis labios con descaro ¿Qué les puedo decir? No todos los días eres admirada como su fueras una diosa.
— Nada que no resuelva un buen veneno en la bebida. — dije alzando los hombros.
Mi respuesta le hizo reír e hizo sus ojos brillaron, se quitó la chaqueta y la dejó al lado suyo en la barra. Imaginaba que era el truco que siempre le resultaba, pues el tipo tenía un buen cuerpo.
— Yo cancelo — dijo al ver que iba a pagar y negué.
— Ni hablar, valgo más que una copa — respondí apresurada — no me harás pagarla de más. — eso lejos de ofenderle le divirtió aún más y negó sin dejar de verme.
Estaba sentado a dos bancas de la mía, así que se bajó de ella y se instaló a mí lado. Mientras le escucha pedir un whisky, vi en las botellas dispuestas frente a mí la marca Doyle... y yo tenía curiosidad.
— ¿Me podrías servirme el Doyle? —dije señalando la botella y el barman alzó una ceja.
— Es costoso y bastante fuerte ¿Tienes edad para estar aquí? — fue mi turno de devolverme el gesto indignación.
— No pregunté qué vale, dije que quería ese... y esa es la manera más estúpida de ligar.
— Una mujer decidida, dáselo Jhonys yo respondo. Si ella no cancela lo hago yo... ¿Baila?
— ¿Me vas a cobrar la bebida?
— Solo es una pieza, nada del otro mundo y te servirá para no marearte una vez lo tome. — acepté y el mesero me sirvió.
Me la dejó con fuerza en la mesa, mientras se cruzaba de brazos esperando que yo lo bebiera. No era de tragos fuertes, desconocía porque lo pedía. La curiosidad de saber un poco más de mí padre y de mis hermanos. Me llevé la bebida a los labios y bebí rápidamente, sentí el ardor en mi garganta, mis ojos se humedecieron levemente. ¿Qué clase de persona envenena su organismo de esa manera? Y tan costoso.
— Así no se toma, nena...
Me encogí de hombros y le sonreí, por su parte se bajó de la banca y me dio la mano que tomé rápidamente. No sabía si era el alcohol tan fuerte que me hacía sentir tan liberada y feliz. Pero lo cierto era que el hombre bailaba divinamente o yo estaba muy prendida.
Nota mental... Tomar más y/o aprender a tomar.
— La fiesta terminó, perdón por llegar tarde mi amor — me dijo en su lengua natal y no me dio tiempo en reaccionar me vi ser tomada por el brazo y arrastrada hacia la calle.
Intenté sacudirme con violencia, algo difícil, si de joven me era imposible hoy a sus 26 años Lucíano era un hombre fuerte. Me volví a sacudir esta vez tuve más suerte por lo que pude soltarme, di media vuelta para volver a entrar, yo la estaba pasando bien y él no me iba a dañar la fiesta.
Me alzó en hombros, la sorpresa de verme boca a abajo me impidió reaccionar. Tenía desde ese punto una vista perfecta de su trasero, había que decir tenían una buena retaguardia. Lo golpee con rabia eso sí, después de observar esa vista por unos minutos.
— ¡Quieta! — dijo palmeandome mi trasero, roja de la rabia me sacudi con más violencia hasta que fingió soltarme.
Algo que sabía era muy capaz, pues en situaciones parecidas ya las había hecho. Estábamos llamando la atención, todos miraran en nuestra dirección divertidos por la escena que estábamos haciendo. Yo gritando una y otra vez que me bajara, que lo iba a acusar con Antonio.
— ¡Bájala! — Escuchar esa voz me hizo tranquilizar, no tanto como al ser dejada en el suelo y al girar Antonio me miraba enfadado. — ¿Dónde estabas Gina?
— Embriagándose y bailando con un desconocido ¿Es que no aprendes la lección? Pensé que ese Aidan te había hecho más cuerda. — salté sobre él sin pensarlo.
Lo golpeé sin importar que estamos en la calle y que estábamos dando un espectáculo. Escuché el resoplido de Antonio, y luego alejarme de él.
— Dios, dos días más así y logras tu objetivo... Pero de no casarme nunca — me dijo al oído y despidiéndose de su hermano.
— Deberías darte más azotes en el trasero ¡Te comportas como niña! Eres una irresponsable...— apreté las manos y di un paso al frente y topé con el pecho de Antonio.
— Él tiene razón princesa, no estás en Londres aquí violan y matan por deporte y tu — dijo acariciando mi mejilla y una corriente paso por mi cuello — llamas mucho la atención... ven, te mostraré la ciudad.
— Yo no iré a ninguna parte contigo...
— Si lo harás, has incumplido, dijiste que yo era tu pareja de baile... ¡Vamos! — ordenó halando de mi brazo.
Días después...
La novedad era que Neall había llegado y que había recibido las fotos que comprometían a Oliver el representante de él y de Luciana. Lo malo Antonio lucía preocupado y no me decía que le ocurría. Pero habíamos cumplido nuestros objetivos y nos habíamos divertido.
— ¿La extrañas? — pregunté sentándome a su lado en la mesa de comedor del apartamento de su hermano.
— Creo que papá tiene que ver con lo del accidente de Neall, — me confesó y me quedé en una pieza.
— Pero ese y el de Luciana están ligados, y lo poco que recuerdo es que amaba a Luciana — el tipo había resultado ser un criminal, pero seguía cuidando a sus hijos.
— Sé que él tiene que ver, ese hombre el que dañó el auto...
— El supuesto socio de Paolo— terminé por él.
— Paolo no tiene socio, ese bar era suyo Gina, papá trabaja para esa gente, es extraño que estén implicados, sin que papá lo esté.
Todo el tema del secuestro de la prima de ellos y el padre implicado me causaba escalofríos. Yo no había crecido en el calor de una familia numerosa, solo éramos papá, mamá y yo. Pero era terrible que un tío fuera capaz de hacer eso a un sobrino. Lógicamente mi pensamiento, no lo diría en voz alta.
— ¿Qué piensas hacer?
— Hablaré con los hermanos de Fiorella, los gitanos, ellos fueron los que dieron las pruebas que culparon a papá. — sus manos temblaron y sentí su turbación.
Para él su padre era su héroe, toda su vida vivió para que se sintiera orgulloso de él. No me alcanzaba a imaginar lo que sentiría, al saber todo lo que su padre hizo. Él no había vuelto a mencionar a Giorgiana y en apariencia, todos creían que ellos tenían algo.
Algo que no le disgustaba del todo...
— ¿Qué hacen allí? — preguntó Neall y ambos giramos a verlo.
— Esperando para irnos — respondió él. — nos queremos aseguran que llegues sano y salvo y esa información a las manos adecuadas.
— No es necesario podrían quedarse acá, tienen el apartamento para ustedes solos y yo podría hablar con papá.
— Tenemos cosas pendientes y lo que hagamos acá podremos hacerlo allá y Gina debe cuidar de su madre. — dijo el serio y apreté sus manos.
— Hazlo apenas llegues o no tendrás paz. — asintió, él sabía era lo mejor.
Antonio
Solté el aire y volví a inhalar, la duda no me permitía seguir, la sola idea que mi padre hubiera ocasionado el accidente de Neall, solo para que Luciana quedara asegurada me enfermaba.
De alguna manera el debió enterarse que ella era la heredera y por eso lo mandó a matar con ese socio suyo. ¿Por qué otra cosa pudo ser? Las manos de Gina estaban entrelazadas con las mías. Desde que le dije de lo que me preocupaba ella no se había alejado de mí.
— Otro soldado caído — me dijo al oído Gina al ver a Neall hablar con mi hermana — jamás la creí tan traviesa, mira que tener un juguetico con el nombre de su amigo gay.
— Ni se te ocurra — no supe por qué lo dije, las palabras salieron de mis labios rápidamente.
Luciana se había enterado que Neall le había tirado a la basura a Adam. La buena noticia era que mi hermana había vuelto su comportamiento era más normal la mala, que Neall la tenía oscura, si no tenía una buena excusa por haber tirado ese objeto.
— Tengo curiosidad...
— Con gusto te sirvo de profesor, pienso igual a Neall. No necesitas uno falso si puedes tener uno real, tu propio muñeco sexual. — dije y me miró fijamente a los ojos — Te daría besos y orgasmos, gritarías de placer en los lugares menos imaginados.
Estábamos cerca así que, solo ella podría escucharme, pensé que lo dicho le haría retirarse. Pero la vi acercarse a mi como la abeja a la miel y sonreí, en estos días me había imaginado que se sentiría besarla, o que gritara mi nombre o gemir.
— Quizás en la próxima tirada tu ganes... O yo te deje ganar. — su voz sonó ronca y ese sonido hizo que mi piel se erizara. Abrió sus labios lentamente, mientras alzaba en mentón.
Me vi deseando ganar ya pediría solo un beso, que saber si se sentía como lo pensaba. Si sería tan diligente y buscara la perfección igual que en su vida profesional. Ella deseaba ese beso tanto como yo, lo veía en su mirada.
— ¿Podrían dejar eso para cuando estén solos? — quise matar a mi hermano, porque estuve a punto de probar esos labios.
— Estoy empezando a creer que yo te gusto. — mi risa fue interna no era el único que se sentía frustrado por la interrupción — ¡Mueres por mí! Por eso eres tan... ¡Cerdo!
Todos reímos menos la novia de Lucíano, a quien Gina no le gustaba. Porque ella se había desquitado, por lo que hizo en la disco. La tomé de las manos y la alejé mientras ella solo le mostraba el dedo medio, él la veía con ganas de asesinarla.
— ¿Por qué la molestas si sabes cómo es? — escuché a Neall decir a Lucíano.
— Vamos mi fiera — dije riendo al ver que intentaba golpear a Lucíano. — ustedes dos no tienen remedio.
*****
Salí de la prisión de ver a mi padre con las ganas inmensas de dejar todo atrás. Él no era el culpable del accidente de Neall, pero, supo quién sí lo era un miserable, de quien que él se encargó de matar y que lo dijo como quién cuenta una gran hazaña.
No volvería a verlo en adelante, fingiría no tener padre. Me dedicaría a la empresa de los Jarper, olvidaría el pasado y construiría mi presente. Gina tenía razón, llorar y enojarse no solucionaban las cosas, había descubierto me gustaba y yo no era indiferente, el único problema era Gael.
Pero dudaba que el la conociera tanto como yo...
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