Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

//10//

Esa semana habías descubierto algo nuevo: podías ser la primera de la clase sin prestar una mierda de atención.

No es que hubieras hecho un estudio exhaustivo para descubrirlo, era simplemente que, últimamente, estabas ida durante las lecciones, y aún así bordabas los trabajos... Impresionante, en tu humilde opinión; aunque para ser sincera, pasar de lo que hablaban los profesores no era algo que te hiciese sentir especialmente orgullosa.

Habías hecho otro asombroso descubrimiento desde el día que se te fue la pinza: tu casa podía estar en silencio.

Quién lo diría, ¿eh?

Llevabas cinco días sin cruzar palabra con tu hermano, y esperabas que eso se prolongase hasta el fin de tus días.

¿Cómo de genial sería no tener que volver a hablar con el descerebrado?

Sonreíste inconscientemente ante el simple pensamiento de que esa utopía se hiciera realidad. No tener que soportar su escandalosa risa, sus estúpidos comentarios...

No te molestaba en absoluto lo de no hablar con él, la verdad. No te molestaba tener esa relación de mierda con tu hermano; él se lo había buscado a pulso. Habías pasado dieciocho años de tu vida aguantando sus gilipolleces, sus tomaduras de pelo, sus bromas pesadas, su complejo de emperador romano. Habías tenido suficiente.

En fin... aunque los últimos cinco días no hubieran sido los mejores del mundo, había algo bueno y nuevo: tu primera nómina había llegado al fin.

Después de las retenciones, la suma era ridícula, pero era tooooda tuya. Habías trabajado cada centavo de ella, así que, para mejorar un poco tu día, decidiste pasarte por el súper de tu barrio y darte un homenaje.

Un homenaje... con comida del súper —pensaste con desagrado—, pero un homenaje al fin y al cabo, Ina. Lo que cuenta es la intención.

Asentiste para ti, convenciéndote de que cualquier cosa sabría mejor si la comprabas con el fruto de tu esfuerzo. Llevabas con la idea en mente toda la mañana; de vez en cuando (los primeros días de tu actual pobreza, sobre todo) pasabas por delante de la zona de los refrigerados del súper y le veías. Te quedabas mirándole sin querer, porque era tan atractivo para ti como lo sería una universitaria tetona para el idiota de tu hermano o sus amigos.

El chuletón...

Doscientos cincuenta gramos de wagyu (o eso decía en la etiqueta), cocinados perfectamente a la parrilla... o en la sartén, que era lo que tenías disponible. En su punto, jugosísimo... Ya podías masticarlo.

La mierda de sueldo que tenías te serviría de sobra para hacerte con esa delicia.

Tu cuenta bancaria ya no estaba formada por ceros y, por si fuera poco, ibas a homenajearte con un chuletón del tamaño de un tapacubos. La vida tenía sus momentos.

La campanita de siempre sonó cuando te internaste en esa tienda que ya conocías bien, pero, aunque el sonido fue tan familiar como de costumbre, lo que no lo fue para nada era la chica que te dio la bienvenida a la tienda.

¿Dónde está el cajero?

Saludaste a la chica con una pequeña inclinación de cabeza y diste un rodeo por la zona de bebidas y de cereales antes de dirigirte al frigorífico donde se exponía la carne, pero no viste a Jungkook. Esa mañana había ido a clase, ¿no?

Por más que lo pensabas, eras incapaz de recordarlo.

Si Jungkook estaba o no en clase ese día, iba a seguir siendo un misterio para ti, puesto que el chico sieeeempre se sentaba en la última fila. Y a pesar de que tu capacidad de atención estaba bajo mínimos últimamente, tú seguías fiel a tu sitio frente a la pizarra, por lo que no tenías ni idea de si había estado allí o no.

Qué raro.

Tras tu vuelta de siempre por las demás secciones, te reafirmaste en la idea de que Jungkook no estaba por ninguna parte. Finalmente, pagaste tu chuletón y te fuiste a casa.

Sin embargo, mientras la carne chisporroteaba en la sartén (y tú te comías medio apio a la espera de que la comida estuviera lista), empezaste a darle vueltas a la cabeza...

Es jueves. Los jueves trabaja en el súper, ¿no? Viernes, sábado y domingo curra en el restaurante, y siempre que me lo he encontrado en el súper ha sido entre semana... Entonces, ¿por qué no está hoy?

A lo mejor su turno todavía no ha empezado —argumentaste.

Imposible, si mis cálculos no fallan, su turno empieza a las dos. Y son...

—Las tres y cuarto —murmuraste pensativa, masticando el apio y mirando a la pared de azulejos grises de la cocina—. ¿Dónde andará?

Ina, por Dios, ¿qué más te da dónde esté el cajero?

—Pues... es verdad —susurraste, dejando el apio en la encimera para prestar atención a lo importante: el chuletón.

Nunca habías sido cotilla, pero sí que podías considerarte una persona... curiosa. Hay veces en las que la curiosidad era buena, te informabas de todo lo que la despertaba. Un día, sin ir más lejos, estudiaste de principio a fin el ciclo reproductivo de las mariposas. ¿Por qué? Ni tú misma lo sabías.

El caso es que, ahora, esa curiosidad se había enfocado en Jungkook muy a tu pesar. No por nada en especial, claro, simplemente te jodía que no te hubieran hecho tu descuento de siempre.

Una vez serviste la carne y la cortaste en tiras para hacer más fácil el festín, te dirigiste al salón y te sentaste en el sofá. Subiste las piernas a este y las refugiaste en la sudadera gigante y medio rota que le habías mangado a tu hermano semanas atrás.

Te llevaste el tenedor a la boca, menos expectante de lo que esperabas al tener por fin la carne lista para ser devorada por tus fauces, y, sin querer, te acordaste.

El... piquito.

Te daba hasta vergüenza pensarlo. Y te dio aún más vergüenza que te diese vergüenza.

Sin embargo, tu cuerpo carecía de arrepentimiento, moral o autocontrol, porque un cosquilleo agradable burbujeó en tus labios y también en tu...

Bueno, ya vale, Ina.

El cosquilleo no paró, al contrario, se volvió más intenso cuando recordaste la manera urgente y salvaje en que Jungkook le comía la boca a la dueña del restaurante. Esa escena se quedó grabada a fuego en tu cerebro, y sería mentirte a ti misma decir que no sabías por qué... Te gustó verlo; esa pasión, esas ganas... Te gustó ver cómo las manos de Jungkook la apretaban tanto, y cómo su boca se hundía sin piedad en la de la mujer.

Al infierno y sin posibilidad de revisión.

Los escalofríos de tu cuerpo (instalándose en un sitio para nada apropiado) opinaban lo mismo que tú: eras una pervertida y seguro que ardías por toda la eternidad. Aunque, de repente, al acordarte de los gemidos ahogados de la mujer, los escalofríos se volvieron extraños; agradables y desagradables al mismo tiempo, como si te sintieses mal por experimentar... "cosquillas" en ese pequeño rincón.

Era muy raro. Lo que es peor: te hizo pensar en algo que no querías pensar...

¿Por qué a mí no me besó así?

Masticaste la carne finalmente, con la vista fija en el televisor, pero sin prestar atención a la película romanticona y cutre que emitía.

Te considerabas una persona inteligente, pero, por lo visto, cuando estabas tan enfrascada en algo, eras incapaz de notar nada más. Y ahora, tu cerebro se centraba únicamente en averiguar por qué Jungkook se limitó a darte un casto besito cuando podría haberte hecho lo mismo que a esa mujer... porque, siendo sincera: tal y como te sentiste ahí, bajo su cuerpo, no te habrías negado.

Ibas a reprocharte que pensases esas cosas, pero era una realidad latente, por mucho que no la quisieras pensar abiertamente: Jungkook te había puesto como una moto. Y parecía la clase de chico que sabía lo que provocaba y cómo provocarlo; entonces... ¿por qué no te comió la boca a ti?

Porque tú no le das trabajo, Ina, está claro...

Aquel pensamiento te hizo parar de masticar al instante. Con la boca abierta de par en par y los ojos fijos en la pantalla, lo entendiste. Al fin entendiste la puta frase que el chico te dijo antes de que le ayudases a estudiar.

"Te daré más".

Mierda, Ina, eso no era... Piensa, coño, piensa... ¿Qué fue lo que dijo exactamente?

La voz de Jungkook volvió a tu mente, pero esa frase exacta no. Solo pudiste recordar una pregunta ronca y atrayente: "¿Era esto lo que querías?".

El cosquilleo volvió con fuerzas renovadas, así que soltaste el plato en la mesa baja para no arriesgarte a desperdiciar tu festín si acababa cayéndose al suelo.

Ina, deja de ser una degenerada y piensa.

De la nada (por fin), su voz hizo eco en tu cerebro: "Ayúdame a estudiar y, si te portas bien, te daré más".

La verdad es que la parte del "te daré más" seguía siendo lo que más recordabas de todo.

—J-jungkook usa... su atractivo —murmuraste en shock—, para... ¿conseguir lo que quiere de las tías? —Dejaste caer la mandíbula al comprender que ese planteamiento tenía sentido, lo que quería decir que...—. ¡¿Jungkook es un puto?! —exclamaste en la soledad del salón.

Te quedaste a cuadros. Ni con una bofetada hubieras podido volver al mundo real.

Si eso era verdad, y tú le habías ayudado a estudiar a cambio de un beso...

—¿Qué huele tan bien? —la voz de Namjoon te salvó sin saberlo del abismo de vergüenza y arrepentimiento que te llamaba.

Internamente hasta te alegrabas de no estar sola, porque, de esa manera, no tenías que darle vueltas a lo que habías hecho o dejado de hacer por un simple beso... o la promesa de más que un simple beso...

—¿Q-qué hacéis vosotros aquí? —murmuraste, teniendo cuidado de volver a taparte las piernas con la sudadera-manta—. Es mi casa, por si no lo sabíais, no la vuestra.

En cuanto Nam y Hobi llegaron al salón (con algo en las manos) recibiste un cojinazo en la cara. Era la sutil manera que Namjoon tenía de decirte que dejaras de quejarte de una vez. Y mientras Hobi le reprochaba al chico que te hubiese tirado un cojín, tú te arreglaste el pelo como pudiste antes de mirarle con odio... durante unos cinco segundos.

—¿Habéis traído pizza? —preguntaste ilusionada, mirando las inequívocas cajas cuadradas con el símbolo de una franquicia de pizzerías.

—Ahhhh, ya no quieres echarnos, ¿eh? —te vaciló Namjoon, sentándose directamente frente al televisor.

—Pues ganas me entran... Podríais haber avisado de que veníais con comida antes de que me gastase una pasta en un chuletón —murmuraste ofendida, abriendo impaciente las cajas para ver de qué eran las pizzas.

Tu festín había mejorado, además gratis. Esa palabra te gustaba mucho últimamente.

Al final no te quedó más remedio que compartir tu jugoso chuletón con los chicos, ya que tú estabas zampando pizza como si fueras a morir en unas horas a más tardar. Aunque cuando Namjoon soltó un "está pasado", casi le tiras la caja de pizza a la cara. Hobi, por otra parte, alabó la cocción del filete y, al final, fue el que más comió de vosotros tres.

Gracias a esos dos idiotas, casi te habías olvidado del tema que ocupaba tu mente hacía unos minutos. Pero una vez en silencio (o algo parecido), mientras los chicos jugaban frente al televisor, una duda empezó a carcomer tu mente.

Conocías a Namjoon desde pequeña, y, aunque Hoseok se uniera más tarde a ese dúo, lo considerabas más cercano que a tu propio hermano. Los dos, cada uno en su estilo, te habían aconsejado sobre dudas o problemas a lo largo de tu vida. Incluso te habían ayudado en más de una ocasión... Y ahora... no te vendría mal algo de opinión y consejo masculino.

—Idiotas —musitaste, balanceándote en el sofá y dudando para tus adentros de lo que estabas a punto de soltar—. ¿C-cómo puedo saber si un chico quiere... sexo?

Antes del silencio absoluto, escuchaste una explosión. No es una metáfora, literalmente hubo una explosión en el juego que los chicos tenían puesto en la televisión. Creíste ver que el responsable había sido el coche de carreras de Hoseok, que ahora echaba humo contra un muro hecho de ruedas. Namjoon no hizo ningún escándalo, al contrario que Hobi (cosa que agradecías profundamente), se limitó a dejar el mando en el suelo y darse la vuelta para estudiar tu cara roja como un tomate maduro (cosa que no agradecías para nada).

—¿Ha pasado algo? —cuestionó el rubio, más serio que de costumbre.

—No...

—¿Has notado... cambios en tu cuerpo? —preguntó igual de impasible, por lo que le devolviste el cojinazo que te había propinado hace unos minutos, provocando que rompiese a reír.

—Los noté como hace seis años, gracias —mascullaste.

—Ahhh, es verdad... Cómo olvidar aquel terrible tres de mayo, en el que tu amiga roja decidió acompañarte —contó con nostalgia. Como quien recuerda un picnic, cuando, en realidad, hablaba del día que te bajó la regla.

Idiota rastrero.

—¿Ese día fue el que entraste gritando al cuarto de tu hermano porque se había comido las magdalenas? —preguntó Hoseok, intentando hacer memoria.

—No, eso fue un año después —le corrigió Namjoon—. El terrible día de la menarquía, Ina decidió darse un baño en la piscina; todos estábamos disfrutando de un especialmente soleado tres de Mayo, hasta que...

—¡Bueno, ya está bien! ¡Parad de una puta vez, idiotas! —te quejaste con gritos de lo más infantiles.

Namjoon, que estaba de lo más metido en su faceta de narrador hasta hace unos segundos, rompió a reír ante tus narices. Pero Hobi parecía seguir igual de preocupado por tu pregunta, porque ni parpadeaba a la espera de que volvieras a hablar.

—Ina... ¿no eres muy pequeña para pensar en esas cosas? ¡Si hace dos días eras una niña, por Dios!

—Tengo casi diecinueve —te defendiste, un poco indignada—. ¡Seguro que todos vosotros a mi edad ya estabais metiéndola en cualquier sitio que os dejasen!

—¡Lo que ha dicho! —exclamó Hoseok, totalmente escandalizado, llevándose las manos a su gracioso pelo de seta.

—¡Tú me has dicho que era una niña!

—Calma los dos, por favor, así no me entero de nada —pidió Namjoon, convirtiéndose en el único relajado en ese salón—. Ina, ¿y este interés repentino?

—No es repentino —desmentiste—. Siempre he tenido curiosidad por ese tema, supongo...

—Si lo supones es que no es verdad. O tienes interés o no lo tienes. Y si ahora lo tienes es porque algo lo ha despertado... O alguien —añadió pensativo.

No querías que Namjoon le diese vueltas de más al tema, porque, si se ponía, era muy capaz de averiguar concretamente quién había sido el responsable de hacerte pensar en algo así. Aunque, si tenías que ser completamente sincera con ellos, no era la primera vez que te pasaba... Decidiste que lo mejor sería usar esa baza, porque, por mucho que quisieras enterarte de algunas cosas, no querías que ellos averiguasen el porqué de tu repentino interés.

—Ya sabéis que... Bueno, Park —murmuraste cabizbaja.

Mmmmmm —murmuraron ambos al unísono.

—Pero ahora no tienes relación con él, ¿verdad? —cuestionó Hoseok con cautela.

—No —admitiste con un hilo de voz; nombrarle no había sido una buena idea, no.

Viste de soslayo como Namjoon le daba un codazo disimulado a Hoseok, haciéndote sentir estúpida. Todavía dolía pensar en Jimin, y dolía más aún si era tu culpa haberle nombrado por una tontería.

—¿Qué quieres saber? —dijo Nam con voz amable, encauzando la conversación de nuevo.

—¿Cuándo empezasteis vosotros a querer...? —No conseguiste seguir, así que te pareció sensato formar un agujero con tu mano e introducir el índice de la otra.

Casi consigues que Hoseok se desmaye con ese inocente gesto.

Namjoon mantuvo la compostura, a pesar de que veías claramente las ganas que tenía de reír.

—Los chicos pasamos por la pubertad mucho antes que las mujeres, pero nos desarrollamos después. Así que desde bastante antes que tú —explicó con paciencia.

—¿N-no sería mejor que hablases de estos temas con tu hermano? —preguntó Hoseok, casi suplicando, en realidad.

—Yo no hablo de nada con ese imbécil. No es que os esté preguntando nada raro, solo vuestra experiencia; seguro que tenéis mucha más que yo...

—La experiencia no vale de nada, Ina, no te engañes. Lo importante es si te sientes preparada.

¿Preparada para qué?

Y caíste.

—¡No quería decir que vaya a hacer nada, panda de tarados! —te defendiste, levantándote del sofá de un salto.

—¿No? —cuestionó Hoseok esperanzado.

—¡Claro que no! Es que hay un chico que... Hay un chico y... Este chico en cuestión me hace pensar cosas que... ¡Me pone! —exclamaste finalmente. Ibas a conseguir matar a Hobi a este paso—. ¡Solo quería saber si yo también le pongo a él, eso es todo!

—Eso es bastante fácil de saber, Ina —murmuró Namjoon.

—¡Pero no le des ideas a la niña!

—¡Que no soy ninguna niña!

En medio de la refriega, la puerta de entrada al apartamento se había abierto. Ninguno de vosotros la había escuchado, claro está, pero cuando tu hermano pasó al salón, extrañado como poco de verte encima del sofá gritándole a sus amigos, saliste corriendo como un conejillo asustado para refugiarte en tu habitación.

Te quedaste un rato tras la puerta, respirando a todo trapo y pegando el oído a la conversación que los chicos mantenían. Nam te había cubierto diciendo que te estabas quejando porque estuviesen ahí gorroneando todos los días (cosa que, en parte, era cierta).

¿Cómo podías haber pensado siquiera en preguntar algo así?

¿Qué coño me está pasando?




No, no y no.

Cuando aceptaste ir a esa inocente fiesta que Tae te había dicho, no mencionó nada de que se tratase de una fiesta por Halloween, lo que quería decir que, irremediablemente, era una fiesta de disfraces.

Ya hacías lo suficiente el ridículo sin ir de fantasma o de vampiro por la calle.

Tae te lo había soltado completamente despreocupado, como si no tuviese importancia... Estaba loco, completamente pirado.

No sabías cómo negarte a ir a eso sin que pensase que estabas volviendo a ignorarle. Mucho menos si pasabas de él por completo en el campus. El chico no le daba importancia a que lo hicieses desde que tuvisteis aquella fatídica conversación alrededor de un helado de chocolate, pero, como te sentías mal por hacerlo, no encontrabas manera humana de excusarte para no tener que ir a ese horror de evento.

—¿Y qué me dices de... Seunhoo? ¿Tampoco? —Negaste con la cabeza y Tae chasqueó la lengua—. ¿Conoces a Jieun? Es una chica bajita, con el pelo teñido de rubio y...

—Que no —negaste, frustrada por tu ineptitud social—. Deja de decir nombres, que no conozco a nadie; ya te lo he dicho.

—¡Es que es imposible que no conozcas a nadie de la uni!

—Conozco a Jungkook —murmuraste sin querer, arrepintiéndote al instante de haberlo mencionado.

—Jaykey no vale, es del trabajo.

—¿Cómo le has llamado? —cuestionaste con curiosidad.

—Jaykey, ¿a que mola? Le llamé una vez así y le encantó, así que me he quedado el mote. ¿Quieres que te busque uno a ti también?

—No, gracias, Ina ya es lo bastante horrible de por sí.

El castaño te sacó la lengua mientras caminabais por el centro comercial, y le devolviste el gesto, sonriendo ligeramente.

Tae, según habías descubierto, era amigo de tooooodo el mundo. La verdad era que admirabas sus habilidades sociales, pero también te preguntabas por qué un chico así querría ser amigo precisamente de ti. No tenías ningún encanto secreto, ni siquiera hablabas demasiado. ¿Qué demonios podía verte Tae?

Sin querer habías perdido el hilo del tema: rechazar ir a la fiesta de manera educada. ¡Si ni siquiera sabías mantener en orden tus pensamientos! En serio: ¿por qué Tae quería ser amigo tuyo?

—¿Aquí mismo? Tiene buena pinta —murmuró el chico, señalando un escaparate.

—Oye Tae... —comenzaste a susurrar, colocando un mechón de pelo tras tu oreja y encogiéndote ligeramente sobre ti misma.

—No te preocupes que seguro que encontramos disfraces a juego aquí, siempre hay, aunque no los veas en el escaparate —argumentó el chico, completamente alejado del tema que tú tenías en mente.

Y antes de que pudieras explicarte, el castaño te agarró de la mano y caminó (contigo de paquetito) al interior de la tienda.

Los disfraces en ese sitio eran un poco raros, y decir un poco era ser amables. No tenías ni idea de qué se supone que imitaban. Todos eran estrafalarios... y los de mujer no tenían apenas tela. Ya podías sentir el aire frío de octubre contra tu piel solo de mirarlos.

—Eh, espera —murmuraste de repente—, este lo conozco.

—¿Ese? ¿De qué lo...?

—¡Del juego! —exclamaste triunfal, una vez ubicaste el conjunto del vestido rosa y el peluche del oso—. Es de un juego online, yo soy muy buena jugando a ese, ¿sabes?

—¡¿Juegas?! —preguntó Taehyung más que emocionado.

A lo mejor habías hecho mal en exaltar tus cualidades como jugadora.

—Un poco... casi nada en realidad —te retractaste avergonzada.

—¡Que guay! Un día tenemos que hacer quedada en un pc bang y jugar toda la noche. Es de mis cosas favoritas para hacer, pero Jimin casi nunca se apunta por ese tema de que tiene novia, le tiene que hacer caso y... meh; ya sabes: pareja. —El chico te acababa de clavar una estaca en el corazón sin saberlo, pero asentiste para darle la razón sin saber realmente a qué se refería—. ¡Joder, claro! —exclamó de repente, quedándose parado frente a un conjunto de guerrero que olía a incómodo—. ¡Ya sé a quién conoces en la fiesta!

—Ay no... —susurraste sin querer, observando atónita la cara de ilusión de Taehyung.

—¡A Jiwoo! —Lo dijo, mierda, tuvo que decirlo.

Desde luego que si buscabas una buena excusa para decidirte finalmente a no ir a la fiesta, Tae acababa de servírtela en bandeja de oro.

Ya sospechabas que tu ex amiga iría a esa fiesta; Jiwoo no se perdía ni una de esas cosas. La invitaban a todas y cada una de ellas, y pensar que en la universidad iba a ser distinto era ser un poco ilusa.

El castaño pareció notar tu repentino desánimo, porque se acercó mucho a ti, agachando la cabeza para ponerla a tu altura, y mirándote preocupado.

—Keyway, ¿pasa algo?

—Es que... P-perdona, ¿qué?

—¿No te gusta el mote? Es por la "ka" y la "i" en inglés: Keyway. Suena... chuli —explicó orgulloso.

—No, no suena chuli, suena como lo haría una mierda vomitando —murmuraste sin querer.

—Ay, qué cruel.

Casi vuelves a perder el hilo por culpa de Tae, ese chico te contagiaba su locura con una facilidad peligrosa.

—Taehyung: no puedo ir a la fiesta —declaraste de sopetón. Pensabas que iba a doler menos si lo decías de una vez, pero te equivocaste, porque viste como la cara del chico iba perdiendo toda la ilusión que había mostrado durante el día, para acabar formando una especie de pucherito con los labios.

—¿Por qué? —preguntó en un hilo de voz.

No eras lo suficientemente fuerte como para explicar todo ese bochornoso tema. Ni siquiera eras lo suficientemente fuerte como para que Tae no notase que temblabas de pies a cabeza. El chico, sin decir nada, te guió hasta uno de los sillones que se usaban para probarse los zapatos y agarró tu mano con suavidad, como queriendo decirte que te escuchaba.

Ese castaño de pelo revuelto, ojos enormes y sonrisa traviesa y cuadrada, por algún motivo, te inspiraba confianza. ¿Cómo podías confiar tan ciegamente en una persona que se había acercado a ti de la nada, diciéndote abiertamente que quería ser tu amigo? Nadie en su sano juicio haría eso. Nadie en su sano juicio hablaría con un chico que le ha dicho eso.

Quizás esa era justamente la razón por la que Tae te gustaba: no estaba en su sano juicio. Y, siendo sincera, nunca nadie se te había acercado a ti; no directamente al menos. Jiwoo siempre había hecho "amigos" por las dos... Tae era la primera persona que se había interesado en ti, aunque fueses aburrida, estudiosa, poco habladora... A Tae eso no le importaba.

—Jiwoo me advirtió que no me acercase a ti porque eres el mejor amigo de Jimin y no quiere que vuelva a estar a menos de cien metros de él —soltaste sin respirar... y sin pensar.

La expresión preocupada de Taehyung se desvaneció. Era como si acabase de darle un ictus, porque pareció completamente congelado por unos segundos antes de arrugar las cejas y rascarse la cabeza con la mano libre.

—Ah... L-lo siento, pero... no entiendo nada.

—Joder, Tae —suspiraste frustrada—. Jiwoo me odia, no quiere que me acerque a él, ¿vale?

—Pero ¿por qué no quiere? No lo pillo.

—¡Eso da igual!

—Pero es que Jimin nunca me ha dicho nada de eso, entonces me parece raro. A lo mejor si le pregunto...

—¡No! —gritaste—. Prométeme que no vas a decirle nada a Jimin de esto, por favor...

—Pero es mi...

—Yo también soy tu amiga, por favor: no le metas en esto —suplicaste, deseando con toda tu alma que el chico entrase en razón.

Tras parpadear repetidamente, como intentando encontrar un sentido oculto a todo lo que acababas de decirle, asintió con determinación y soltó tu mano para ponerse recto en el asiento.

—Entonces... Jiwoo no quiere que te acerques a Jimin.

—Exacto.

—Por eso no quiere que te acerques a mí.

—Sí.

—Porque soy el mejor amigo de Jimin.

—Sí, Tae, sí.

—A ver... eso lo entiendo, pero me pierdo en la parte de por qué le haces caso —confesó, todavía pensativo.

—Porque... Jiwoo, bueno... Después de esa fiesta, todos sus amigos me trataron como a una mierda. Lo pasé mal, Tae... Lo pasé muy mal, en serio —admitiste, temblando ante el simple recuerdo de esas vejaciones—. No quiero que Jiwoo piense siquiera que tengo intención de volver a acercarme a Jimin, porque, si eso pasa, todo lo malo volverá a pasar también... y no puedo soportarlo otra vez. No quiero que todo el mundo piense que soy una puta traidora.

Era la primera vez en tu vida que hablabas de esa tema abiertamente y confesabas tus miedos, a pesar de sentirte como una cobarde. Aún así, ahora temías que Tae te recordase lo estúpida que eras por tenerle miedo a Jiwoo y a todo lo que ella podía hacerte. Pensabas que algo así como "sé valiente", "plántale cara", "no hagas lo que ella quiere", saldría de su boca. Pero, sin embargo...

—Qué pedazo de cabrona... —murmuró en shock—. L-lo siento, Ina, pero... ¿cómo has podido tener una amiga así? —te preguntó extrañado. —Te encogiste de hombros, sintiéndote ligera. Como si te hubieras quitado cien kilos de encima al soltar esa confesión que tan celosamente habías guardado solo para ti—. Sé que no te va a valer de mucho que te diga esto, pero, ¿por qué debería de importarte lo que la gente piense de ti? Todo ese rollo de que eres una puta y una traidora... Tú sabes que no lo eres, ¿no?

Abriste la boca, pero fuiste incapaz de decir nada al respecto. No sabías qué decir, siendo sincera.

—Solo sé que no puedo ir a esa fiesta, Tae.

El chico chasqueó la lengua y se cruzó de brazos; al menos por unos segundos, porque, de un momento a otro, saltó del sillón con una sonrisa enorme y un brillo especial en la mirada.

—Es una fiesta de disfraces. De disfraces —enfatizó, abriendo los brazos para señalar todos los trajes extraños que os rodeaban—. Keyway, piénsalo un poco...

—Si vuelves a llamarme Keyway te juro que te pego —murmuraste.

—Venga, en serio, Ina: es una fiesta de disfraces —repitió animado, agarrándote de las manos para levantarte del sillón.

—¡Sí, Tae, sí, lo sé! ¿Y qué?

—Pues que nadie tiene por qué reconocernos...

La sonrisa de tu amigo, tan traviesa como siempre, tan infantil y cuadrada como hasta el momento, nunca te había parecido tan bonita.


---

Hello...

Po ya estoy aquí otra vez... (la buena manera de empezar). A ver, para ir directamente al turrón: ¿Qué opináis de la teoría de Ina en cuanto a... la "ocupación" de Jk? ¿Tendrá razón nuestra niña bonita? Ya he leído que algunas pensabais eso antes de este capítulo, así que no os habrá pillado por sorpresa ese pensamiento XD. Por otra parte, ¿por qué Ina le da tantas vueltas al temita? Dudas... dudas existenciales everywhere.

Ya habéis visto también la reacción de Tae a la confesión de Ina; tampoco parece que le haya importado mucho... Pero aquí sí que tengo algo importante que preguntar: ¿De qué creeis que ira Ina disfraza a la fiesta? Es que si alguien acierta le debo una cena a gastos pagados, vaya jajajajajaja Ya veréis por qué D:

El siguiente capítulo es el de la dichosa fiestecita... Y va, os lo digo: va a traer guerra, aunque no os digo en qué sentido exacto, porque eso sería ya demasiado easy :)

Espero, como siempre, que Erase Me os esté gustando. Le tengo muchas ganas a este proyecto y, hasta lo que llevo escrito, estoy muy contenta con el resultado.

O no escribo nah, u os dejo la sagrada Biblia aquí, en fin serafin...

Gracias por leer, amores.

Pyouuuuu <3

---

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro