I want to be shameless like the sun, moving into you.
—¿Sabes lo que significa encontrar a tu lobo destinado, Jimin?
Estaban en la sala de espera de un consultorio particular, el médico que lo atendería se había retrasado, por lo que llevaban más de quince minutos sentados leyendo las revistas que encontraron encima de la mesa de centro. En una de ellas había un artículo que explicaba las ventajas del parto en agua, iba a la mitad cuando la voz de Soonyoung le interrumpió.
Con tres meses de embarazo, Jimin lucía una pancita que sin poder evitarlo, protegía siempre con ambas manos, como temiendo que de un descuido desapareciera.
—Mi madre decía que la palabra menos romántica, pero más acertada, para describir a un destinado, es compatibilidad —respondió al recordar que durante su primer celo, ella le explicó todo lo relevante a omegas y alfas.
Soonyoung cruzó una de sus piernas y con las manos en la cintura, se irguió en aquel sillón que se le antojaba incómodo, en una postura que delataba que estaba pensando seriamente en una réplica.
El olor a desinfectante y lavanda impregnaba el lugar bien iluminado por barras led empotradas en el techo blanco, el color predilecto en todo el edificio.
—Incluso existen agencias que con un examen, y un par de pruebas físicas, ayudan a encontrar a tu persona destinada —continuó Jimin aprovechando su silencio—, pero no es más que ciencia.
Soonyoung lo observó entornando los ojos, mientras meditaba su afirmación.
Había tenido la impresión de que Jimin le soltaría alguna respuesta cursi e ingenua. No esperó su frialdad ante el tema, le dejó sin opción.
—¿Crees que debería ir a una de esas agencias con Jungkook? —soltó repentinamente—. ¿Para comprobar que tenemos química? —dijo intentando disfrazar su inseguridad con curiosidad.
Amaba a Jungkook, pero quizá el que no le haya podido dar un hijo era una prueba de que no era el indicado para él. Que no podía hacerlo feliz como creyó.
Jimin no supo qué responder, por lo que le resultó oportuno que lo llamaran justo en ese momento para que entrara a consulta.
Esa ocasión, entró solo, después de todo si estaba en constante supervisión médica, era por protocolo. Ya que su embarazo parecía ir estupendo.
✧✦✧
Encendió la luz de la habitación y suspiró cansado. Pasaban de las dos de la mañana y no podía conciliar el sueño. Además no dejaba de darle vueltas a la plática que tuvo con Soonyoung.
¿Por qué el omega dudaba en ese punto? Tenían un hermoso hogar que habían formado juntos, próximamente un hijo —que él les daría—, salud y una economía envidiable.
Jimin pensó egoístamente que si él estuviera en su lugar no dudaría ni un instante, porque tener a Jungkook, siendo o sin ser su lobo destinado, era mejor que el destino mismo.
Honestamente, ¿qué le sucedía? ¿Desde cuándo había empezado a desear algo que no era suyo?
No le gustaba la sensación de ser un extra, de ser solo un medio, un objeto.
Quizá debería escapar, y tener al bebé con él.
Sin embargo, no era posible, no les haría eso a las únicas dos personas que le habían tratado bien desde que abandonó a su familia.
Debía enfocarse en su objetivo; una vez que todo acabara le darían una buena cantidad de dinero y él podría irse lejos, incluso podría costearse iniciar una vida en otro país.
Como el sueño no llegaba, decidió salir al jardín. La cabeza le daba vueltas.
Una fuente con aves y ángeles tallados en piedra, se había vuelto su sitio favorito de la propiedad Jeon. Se sentó en el borde y metió la punta de sus dedos en el agua limpia. Tenía repentinos escalofríos, aunque un fuego parecía consumirle por dentro.
Seis meses más y podría olvidarse de todo. De Soonyoung. De Jungkook. Del bebé.
—Hace frío aquí afuera, ¿por qué no regresas al interior? —la voz suave y ligeramente rasposa de Jungkook le pareció provenir de un mundo paralelo. En su realidad estaba solo, no tenía a nadie.
Como no reaccionó, el alfa se acercó y descubrió a Jimin con la cara roja, la vista desenfocada y los labios entreabiertos.
Al llevar su diestra a la frente adversa, comprobó que estaba ardiendo en fiebre.
—Me iré a Japón, aunque no hablo el idioma, aprenderé rápido —pronunció desorientado, parecía que estaba delirando.
Jungkook lo cargó en brazos y lo llevó al salón, sabía que no podía darle medicamento, así que le bajó la temperatura con ayuda de varias compresas húmedas. Permaneció junto al menor hasta que poco a poco logró recuperarse.
Estaba asustado como el infierno.
—Lo lamento, comencé a sentirme extraño, pero no pensé que fuera a enfermarme —se disculpó intentando incorporándose del sofá para regresar a la habitación.
Sin embargo, no fue capaz de conseguirlo, Jungkook lo detuvo con su mano extendida en su pecho, lo empujó hasta que volvió a quedar recostado.
—Mañana temprano te llevaré con un médico, duerme aquí que yo velaré tu sueño —le pidió poniéndose de pie para ir por una manta—, regresaré en un minuto —anunció con un tono de voz que delataba que no admitiría ninguna protesta de su parte.
Sin más se acurrucó, sintiendo que una sensación cálida se extendía por todo su cuerpo.
Pensó que esa noche no sería capaz de conciliar el sueño, pero en cuando el alfa lo abrigó y se tiró en la alfombra a su lado, su olor, su respiración, su presencia misma, fue el bálsamo para curarle y despejar cualquier oscuridad, quedó tan profundamente dormido que no se enteró que Jungkook acarició sus cabellos y le tocó el rostro, preocupado por él, y a la vez, simplemente sintiéndolo.
✧✦✧
El amanecer llegó y Soonyoung al bajar las escaleras los encontró.
Los últimos días no se había sentido bien, y la ausencia de su esposo en la cama le hizo levantarse antes de lo habitual para buscarlo.
Con la espalda contra la parta baja del sofá, observaba el cielo en silencio, a su espalda, Jimin parecía descansar.
No se atrevió a preguntar nada y tan solo llegó al lado de Jungkook y se dejó caer. Su cabeza contra el hombro adverso.
—Hey, buenos días —lo saludó girando la cabeza para depositar un beso en su frente.
Soonyoung suspiró ante el roce dulce.
—Mis pies estaban fríos, entonces desperté y me di cuenta que no estabas.
No fue un reclamo, ni un intento por llamar su atención.
No le importaba si cuidó a Jimin en lugar de cuidarlo a él que tan poco se había estado sintiendo bien, después de todo entendía que no era él quien esperaba a su bebé.
Y si lo sabía, ¿por qué tenía la impresión que lo estaba perdiendo?
—Jungkook, he estado pensando en nuestra luna de miel. ¿Recuerdas a aquella mujer que nos detuvo a mitad de la calle? —con su diestra alcanzó la playera de su pareja y retorció la tela en su puño, la mano le temblaba—. Dijo que al vernos tuvo la visión de un hilo rojo que nos conectaba, que claramente habíamos nacido para estar juntos...
Recordaba ese día, un día de luna llena.
—Ella dijo que éramos destinados —completó su frase.
Permanecieron en silencio, pensando en ese día, en las circunstancias tan extrañas.
Lo mejor habría sido quedarse callados.
—Quizá nos mintió para que permitiéramos que nos leyera la mano y así pagarle —comentó con amargura Soonyoung.
Desde el inicio le pareció sospechoso, ellos eran con claridad dos recién casados, cualquiera podría aprovecharse de la situación, pero lo que no podía perdonar, perdonarse, es que le creyó. Y lo seguía haciendo.
Al percibir que el temblor se expandía de su mano al resto de su cuerpo, Jungkook lo abrazó, pero por más que sabía que decirle que no había sido una mentira lo haría sentir mejor, no fue capaz de hacerlo.
—Te amo, Soonyoung —eligió en cambio, aquello no podía ser mentira.
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