33. Su sangre
—Espero que os guste su estadía aquí
Sentí mis vellos erizarse a pesar de estar a espaldas de Liam y el pelinegro. Aquella voz, cual anunciaba nuestro hospedaje, era tan gruesa y áspera como la de un soldado retirado. ¿Sería igual de fría la voz de mi siguiente amo?
Mis ojos volvieron a posarse depresivos ante la madera de caoba. Liam iba por regalarme en cuestión de minutos y yo no podía hacer nada para evitarlo. Había sido ultrajada, no podía quejarme. Respire profundamente, aceptando el destino que me deparaba.
—Gracias… Leonard
Mi mano, cual andaba ya por la perilla dorada de la entrada, la giro casi al instante de escuchar aquel nombre. Mi cuerpo tuvo una reacción inesperada. Empecé a temblar sin control pero al mismo tiempo, se convirtió en piedra. ¿Había escuchado bien? Cerré mis labios para no pegar un gritillo. ¿El que nos había recibido era el siguiente en violarme?
—Las mucamas les guiaran a ti y a… Caroline a su habitación
Temblé aún más al escucharle. A por como sabía mi nombre, estaba ahora segura de todo. Él era el que había mencionado el gordo asqueroso en la mansión de Liam Dagon. Sin duda alguna, Leonard Black era el siguiente en la lista para romperme por dentro.
—Que atento —Tuve un escalofrió al escuchar aquello del pelirrojo molesto
—Liam, todos están esperando
—Que esperen entonces…
Escuche los pasos de alguien separarse de mí. Me gire casi al unísono. Mi corazón comenzó a golpetear mi pecho del nervio. Liam ya andaba por las escaleras que daban para el segundo piso del edificio. Respire con fuerza antes de ir a tras él. No podía perderlo de vista. No quería quedarme con quien nos había recibido, porque bien sabía, que sus ojos estaban puestos en mi espalda.
* * *
Recién entrando en la habitación, opte por moverme de la puerta. Aquellas vampiras que se habían colado con dulzura y servicio al cuarto, habían terminado por salir despavoridas con la cola entre las patas. El hombre al cual yo tanto temía, lo había vuelto a hacer. Con su mal genio y sus frívolas palabras, había corrido a las mujeres que, con empeño y valentía, habían intentado darle una cálida bienvenida a la Mansión de Leonard Black…
—¿Y tú? —Escuche tan pronto cerraron la puerta— ¿Qué haces ahí?
Mi cuerpo se congelo al acto, no sabía realmente porque estaba tan molesto, pero no pude evitar mirarle con cierto miedo. ¿A qué se refería con aquello? Mis ojos grises voltearon a ver los suyos rojizos ¿Tanto deseaba el deshacerse de mí?
—¿Por qué…? —Solté sin pensarlo y moverme— ¿Por qué con él?
—¿El? —Pude percibir una sonrisa en su rostro mientras caminaba hacía mi— ¿Leonard? ¿No te ha gustado? Me parece… atento
Aguante mi respiración, intentando de aquella manera no romper en lágrimas. No entendía porque me estaba doliendo tanto si al igual que todos los vampiros, lo odiaba de la misma manera ¿Sería por qué ya me había acostumbrado a tan crueles tratos o es que tenía pavor a lo desconocido? ¿Qué tal si este nuevo vampiro me maltrataba como lo había hecho Volker con Karen? ¿Y si era de los tipos que tenían afinaciones por los moretones? Mire perdida hacia el piso de madera, confundida del que hacer o que decir.
—¿No te ha gustado su casa? —Sentí su dedo incrustarse en mi barbilla para que volviese a mirarle— ¿O es que prefieres la mía?
Lagrimee por sus palabras. ¿Qué era lo que quería de mí? Tuvimos una leve batalla de miradas antes de que el soltara un respiro lleno de contrariedad.
Mis ojos se abrieron entonces de golpe. ¿Aquello había sido un suspiro de recelo? ¿Qué estaba pasando con él? Trate de imaginar la respuesta y cuando al fin lo entendí, pude sentir como se separó de mí para darme la espalda ¿Sería mi imaginación o es que estaba enojado por mis acusaciones? Es decir, el nunca lo había afirmado pero yo lo había declarado hecho antes de tiempo ¿Sería que tan solo había jugado con mis sentimientos?
—No… no es así —Solté levemente, realmente arrepentida—. Lo siento
El tiempo hizo un silencio antes de que, sin alarmas, el se girara con uno de los gestos que a mi tanto me asustaban. Entre su rostro, frustrado y furioso, me esperaba esa sonrisa que tanto me hacía temblar. Me tomo de la muñeca con fuerza, aventándome sin esperar mucho hacía la cama. ¿Sería que volvería a hacerlo? ¿Me volvería a violar?
—¿Desde cuándo puedes sentir? —Nos miramos mutuamente justo mientras clavaba sus manos en mi delicado cuello
—Yo… —Solté insegura pero aún siendo estrangulada, desvié la mirada—. Pensé que ibas a regalarme
—¿Realmente creías que ibas a deshacerte tan rápido de mí? Tu Dios aún no te quiere tanto
Mis ojos regresaron a su rostro. Por alguna razón, una leve sonrisa salió de mi boca.
—Gracias
Tras mis palabras, sentí sus manos deshacer su agarre. No entendía que estaba pasando con el pero, por cómo podía observar, creo que ni el comprendía lo deshonesto que era con sus propios sentimientos. Era como si estimase mi estadía pero al mismo tiempo, odiase mi presencia. ¿Qué estaría especulando en tan fría mente?
—No me mires así —Espetó con brusquedad mientras, pensante, se levantaba de la cama y me dejaba libre de cualquier castigo
Trague saliva ciertamente confundida. Era cierto que ambos nos odiábamos, pero por alguna razón, siempre había algo ahí que me hacía querer saber más de su vida, su historia… a pesar de ser imposible para un mueble, un muñeco sin alma.
¿Debería inmiscuirme? ¿Debería de proseguir con mis corazonadas pese a que la muerte podría pisarme los talones con cada paso que diese? Agite mi cabeza levemente, negándomelo al mirar entonces hacia donde Liam caminaba.
Mi miedo volvió al observar su marcha firme a la salida ¿Iba a dejarme sola?
—¿A dónde vas? —Titubee vacilante, temblando casi inconscientemente como gelatina
¿Sería realmente capaz de abandonarme en esta habitación? Mis ojos volvieron a ponerse rojos cuando volteo a verme. ¿Por qué sentía que si se marchaba, cosas malas iban a sucederme?
—No eres quien para preguntar —Abrió la puerta, haciendo caso omiso a mi pregunta
—¡Liam! —Chillé desesperada— No me dejes aquí, por favor
Sus ojos volvieron a mirarme. ¿Por qué aquellos volcanes me parecían tan protectores? ¿Por qué estaba alojando tanta confianza en una persona que me había maltratado tanto psicológicamente?
—¿No entendiste que no te voy a regalar? No corres con tanta suerte
—No me dejes aquí sola —Sollocé, recordando aquel vampiro que nos había recibido y que, sin vergüenza, me había recorrido de pies a cabeza—. El va a venir ¡Va a venir por mí!
Me abrace los brazos, intentando no alterarme de más al recordar al gordo intentando tocarme bajo la lluvia.
—Nadie va a venir —Le escuche decir fríamente
—¡No… no te vayas! —Me levante de la cama y di unos cuantos pasos tratando de escurrirme tras suyo— Por favor…
Sus ojos me lanzaron la usual mirada, haciéndome comprender entonces que su disgusto aún estaba presente. Me volví al lecho envuelta en un sentimiento de condena, perdida y pavor que culminaba seguramente desde mis pies hasta mi cara- ¿En serio me iba a dejar con Leonard merodeando por la mansión? ¿Y si volvían a aparecer para llevarme lejos o peor aún… matarme?
—Quédate aquí —Le escuche decir
—Pero…
—Si te mueves, ten por seguro que te quedarás sin piernas
Trague saliva sabiendo que aquello podría ser factible. Liam Dagon así era, creo que si me atrevía a mirarle una vez más o decía algo sobre el tema, el me arrancaría la lengua sin miramientos.
* * *
Habían pasado unos cuantos minutos desde que el pelirrojo había dejado la habitación. Yo, temblorosa e impaciente, yacía sentada sobre la cama mirando a todos lados, imaginando escenas donde unos cuantos vampiros llegaban para secuestrarme.
¿Por qué es que no confiaba en las palabras de Liam? Ya sabía que él había afirmado que nadie vendría al cuarto pero no podía ceder a tales palabras. Era como si mi sexto sentido gritase a cada segundo que corriera, que me escapase de aquella habitación. El aire no se sentía para nada liviano. Es más, parecía que este intentaba asfixiarme.
Sentía el ambiente pesado, como si en cualquier instante algo malo estuviese por ocurrir.
No sabía si sería un lacayo suyo o el mismo Leonard Black, pero suponía que alguien estaba por venir. Lo sentía. Algo terrible me iba a pasar.
¿Debería de moverme? Acepte la idea casi al instante y, casi poniendo un pie en la madera helada del suelo, las palabras del vampiro de fuego pegaron de nuevo contra mis deseos y me hicieron parar. Si salía de esta habitación, me cortaría las piernas.
Regrese mi pie desnudo a la cama, mordiendo mis labios sin saber realmente que hacer. Podría desobedecerlo e ir a buscarle o aceptar sus órdenes y aguardar por su regreso. ¿Qué debería de hacer?
Respire fuertemente cuando el cuarto se silencio y el reloj de péndulo, que colgaba en la pared oscura, dio las doce campanadas de la noche. Trague saliva por el mini infarto, sonriendo tontamente por la reacción exagerada que había tenido.
—Tranquila —Resople profundamente—. Nadie va a venir. Liam digo que nadie va a venir. Solo créele Caroline, todo va a salir bien.
Encaje mi barbilla entre mis rodillas, abrazándome entonces para darme más seguridad. Solo eran cuestión de minutos, el pelirrojo volvería y todo regresaría al ambiente a cual estaba familiarizada.
—¿Qué hará Liam cuando regrese? —Pensé meticulosamente el encuentro— ¿Vendrá feliz o cabreado?
Resollé al imaginarme la escena. Fuera como fuera que apareciera en el cuarto, aquella sonrisa del infierno volvería a toparse con mis ojos grisáceos. ¿Qué me diría entonces? ¿Me felicitaría por el acato de sus advertencias? Jugueteé con mis dedos, ciertamente aún nerviosa.
—Solo es tiempo Caroline—Repetí—, solo es tiempo…
Trate de controlar las convulsiones de mis manos, pero al escuchar unas pisadas fuera de la alcoba, ellas mismas lo hicieron por anticipado.
¿Tan rápido había regresado?
Fije mi mirada hacia donde la abertura, entre el suelo y la madera, dejaban la vista perfecta para saber si había alguien ahí o no. Mi corazón se altero al ver la sombra de dos piernas que se perdían entre el reflejo de la luz de de Luna. Trague saliva realmente inquieta. No sabía si mis locuras se estaban haciendo realidad o es que solo era Liam, tardándose años para abrir la puerta.
El silencio me hizo deshacer mi segunda idea y temblar como loca. Liam siempre entraba en las habitaciones con ímpetu y arrebato, así que era imposible que fuese el.
—¿Quién está ahí? —Tartamudee, llena de pánico
La chapa de la entrada empezó a girarse sin respuesta alguna tras ella. El silencio me hizo ahogar mis palabras de valentía. ¿Quien estaba ahí? ¿Qué me iba a pasar?
Deje de abrazarme y me apegue a la pared, justo aún lado de la ventana.
La manija termino por hacer su recorrido y entonces, la puerta se entreabrió lentamente. Aguante la respiración por segundos que me parecieron horas y entonces, las piernas de una mujer morena cruzaron el umbral de la habitación.
Frente a mí, una mujer con un babydoll blanco, se postraba con una actitud triste e insegura.
—¿Eres tú, Caroline?
¡Aquella voz! ¿Podría ser…?
—¿Karla?
La chica frente a mí sonrió, asegurando entonces mis suposiciones. La joven que me había pegado el susto del siglo había sido la joven que había conocido antes de que mi pesadilla comenzase.
—¿Cuánto tiempo o no?
La atezada pero hermosa mujer no parecía la misma. De ser una carismática y líder muchacha, se había convertido en alguien desanimada e inapetente. Algo seria a mi parecer. ¿Había sufrido tanto al igual que yo? Le mire de pies a cabeza, sabiendo tal vez que la habían violado varias veces. Su dueño, a como la dejaba pasearse, parecía que le gustase mucho la sexualidad.
—Mucho diría yo… —Respondí consternada de tantas circunstancias que nos habían separado
—Y pensar que nos encontraríamos aquí —Soltó fríamente—, en esta situación.
Sonreí de medio lado, que razón tenía.
—Perdona por haber llegado tarde aquel día
—Ya no importa —No me sonrió, pero avanzo a paso lento hacia la cama—. Las cosas tenían que suceder así
—Cierto… —Baje la mirada, apenada—. Ya no importa
Hicimos un silencio incomodo. Los búhos cantaron para nosotras, Karla aclaró su garganta.
—¿Cómo te ha tratado la vida? —Indagó en mi pasado— Veo que no le gustaba tu apariencia
Tome mi cabello entre mis manos, alzándolo hasta mis labios, sacándome entonces una sonrisa apagada.
—A él no le gusta nada de mí, Karla —Le mire esta vez sin vida—. Incluso ahora
—¿Tan mal te ha atendido? —Soltó, veleidosamente
Toque por encima de mi ropa, la cicatriz que me había hecho al llegar a su casa, recordando entonces, con suma potencia, cada daño que había provocado en mi cuerpo.
—No tienes idea
Escuche como esbozaba una sonrisa.
—No puedo congeniar con tu dolor —Soltó de repente—. A mí no me han tratado tan mal aquí, Leonard es mejor de lo que esperaba.
Un golpe en mi pecho me hizo levantar mis ojos a ella. ¿Era de Leonard, entonces? Trague saliva con cierto miedo. Karla, a mi parecer ahora, tenía algo diferente, pero… ¿Qué era? ¿Por qué sentía una mala vibra al ver sus ojos verdes? Aclaré mi garganta, intentando deshacer aquellas ideas dementes.
—¿Leonard Black, no es cierto?
—¿Le conoces?
—Me abrió las puertas antes —Comenté intentando no temblar—. El, parece un buen amo
Karla estrechó sus ojos, pero sonrió.
—Sí, es un buen tipo —soltó al aire—, de cierta forma, le he tomado algo de cariño pero al parecer el ya tiene sus ojos en alguien más
—¿Alguien más? —Titubee al pensar lo evidente
—Si Caroline, ¿Alguna idea de quién podría ser?
Un golpee aludió en mí y a pesar de que mentía, negué con la cabeza. Era claro que quien Leonard perseguía era nada más y nada menos que yo misma.
—¿En serio? —Pude mirar como estrechaban los ojos aún lado mío— Parece que sabes algo que yo no
—No, no es lo que tú crees —Intente sonreír—. No tengo idea, en serio…
Evite su mirada cuando escuche un suspiro y esta se levantaba de su lugar. ¿Cómo le diría la verdad? ¿Cómo soltar en el aire que a quien quería violar era a mí? Tensé la mandíbula, pensando en algún otro tema para platicar… pero justo cuando voltee la mirada, encontrando las palabras perfectas, un hoyo oscuro apareció entre mis ojos. Mi amiga estaba ahí, frente a mí, con una pistola entre sus manos.
—No me gusta que me mientan, Caroline
—¿Karla?
—¿Qué? ¿Pensabas que venía en son de paz?
—¿A qué te refieres? —Intenté acercarme, aún confundida
—¡Quieta! —Me apuntó en la frente, aún más decidida para abrir fuego—. No hagas ni un solo movimiento o te vuelo los sesos justo en este momento
Me regrese a la cama, desorientada y liada. ¿Qué estaba pasando? ¿Dónde estaba la persona que yo conocía? No entendía que había pasado. ¿Qué le había hecho? ¿Qué estaba pasando?
—Se que no tienes la culpa, pero tampoco la tengo yo. ¿Sabes lo horrible que es ser pedida, por quien amas, para solo hacer trabajos sucios?
Guarde silencio, sin comprenderla del todo. ¿Qué tenía que tener eso conmigo?
—Por favor, no te hagas la santa ahora. —Escupió, ahora llorando— ¿Siempre tienes que ser tú o no? Te robas a todos de todas. ¿Crees que la noticia no se supo? Sedujiste a otro vampiro para quedarte con él.
—¿Qué? No… no es cierto —Mi voz tembló, justo al recordar lo que Volker me había hecho
—Vi tu rostro al entrar a la mansión —Soltó decidida—. Tan sumisa y aceptándolo todo además. ¿Querías hacer un intercambio? No lo creo Caroline. Leonard es mío.
—¡Yo no quería!
—¿Pero ahora sí o no? Ahora que sabes que Leonard no es tan malo, ¿¡Ahora lo estás pensando o no!?
Guardé silencio, mirando con pavor a quien tenía enfrente. ¿Dónde estaba la justiciera mujer que había conocido hacía un par de meses? ¿El amor hacía esta clase de locuras? Trague saliva nerviosa, negándolo solo con la mirada.
—¿Lastima, no? Leonard ya lo sabía y me lo ha dicho. —Soltó victoriosa—. Sabía que ibas a venir acá para volver a hacer de las tuyas ¿Pero adivina qué? El no es tan fácil, el me ama a mí
—¡Karla, espera! —Titubee de nuevo— No es lo que tú crees
Me fui hacía atrás, al verla venirse hacía a mí. La ventana, que para ese entonces estaba cerrada, topo con mi agitada espalda. Vi de cerca la muerte. La pistola estaba a unos cuantos centímetros y, a cada paso de una Karla enfurecida, la veía acercarse con ventura.
Sentí como quitaba el seguro de la pistola que había sacado de repente hacía unos cuantos minutos atrás en la habitación.
—¿Podemos hablarlo? —Me di media vuelta, titubeante y sollozando. Adaptando la idea de que no podía correr nada más— Las cosas no tienen por qué ser así
—No, no podemos —murmuro de la misma manera que lo había hecho yo, llena de lágrimas—. Si no te mato hoy, el me va a matar a mí mañana
—¡Pero no quiero nada con él! —Mi rostro se descompuso, mi voz nunca había salido de mi cuerpo de aquella manera tan desesperada— ¡No quiero nada con nadie, nunca quise nada con nadie!
—¡¿Crees que no lo sé?! Yo sé que no es tu culpa —Soltó una vez más, como intentando excusarse de lo que estaba por hacer—, se que ser de esta generación perfecta es una maldición… pero lo siento Caroline, no voy a dejar que Leonard sea seducido. Descansa en paz
Abrí mis ojos ante el disparó. La pistola se había escondido en mi estomago y había dejado salir la bala sin ningún aviso. De mi boca, se escuchó un suspiro y entonces, sentí como me empujaban con fuerza hacía el vidrio. Escuche un estruendo y sentí frio. Karla me había arrojado del segundo piso.
* * *
Escupí sangre una vez más, sabiendo por mis estudios, que estos eran mis últimos momentos de vida.
Tenía una hemorragia importante en mi vientre y vidrios yacían encajados en mi espalda. No me podía mover porque seguramente me había roto las piernas y ya mi corazón se estaba deteniendo. Parpadee unas cuantas veces, intentando no perder la razón por ahora.
Era claro que Karla había querido matarme y que se había fugado de la moribunda escena.
Estaba sola, intentando sin saber porque, respirar. Soltaba lágrimas y quejidos llenos de dolor, intentando gritar por ayuda. Aunque algo tarde, ahora comprendía una sola cosa: yo no quería morirme aún.
Y es que tenía aún tanto que hacer. Ansiaba por abrazar a mi madre y ver a Bryant. Deseaba agradecerle a Karen y anunciarle a él su gran mentira. Liam me había engañado porque si habían venido y si me habían hecho daño. Leonard lo había logrado. Me había erradicado.
Hiperventile con pausas ya que mis manos se posaron con congoja en donde sangre brotaba sin cesar. Era increíble que una amiga enamorada terminara por hacer lo que muchos vampiros no pudieron. Era comprensible pero a la vez, temeroso. Ahora entendía el dicho que decía que el amor te hacía hacer locuras.
Y vaya locura…
Tosí al instante en que, mirando a la Luna, sentí lo inevitable venir. Mi corazón estaba ya apagándose. Congelándome en el gélido césped del patio, cerré los ojos despacio, echándole la culpa a quien seguramente aún ni se daba cuenta de nada.
¿Qué haría cuando viese el cadáver de su no tan amado fetiche?
Sonreí entre el desahuciado momento. Seguramente no haría nada, ya que no le importaba igualmente. «Pero al menos le servirá de experiencia», pensé al sentir mis dedos ponerse fríos como la nieve. «Los seres humanos, no somos para siempre»
Y con aquel pensamiento, escuche pisadas a lo lejos. Era cómico que hasta ahora salieran para ayudarme ya que para mí, ya no había salvación alguna. Moriría lamentablemente, frente a quien se acercaba con pasos ligeros y despreocupados a donde me encontraba.
¿Cuál sería las últimas palabras que escucharía?
—Te moviste de la cama
Abrí los parpados de nuevo, sorprendida. ¿Quién diría que aquellos ojos rojizos serían los últimos en mirarme desde las alturas de la noche?
—¿Crees que así te desharás de mí?
Le mire sin entenderle, pero sonriendo, intente transmitirle lo equivocado que estaba. Leonard había ganado, yo ya estaba por fallecer.
—Pensaba que eras terca, pero solo eres una cría torpe —Escuche lejanamente su voz, pero sentí bien cuando se sentó encima mía
El contacto me hizo pegar el último chillido de la noche. Le mire confundida. ¿Qué estaba? ¿Por qué se estaba mordiendo la mano?
—Me la pagaras muy caro mañana
Respire con la nariz, cuando con brusquedad, aquel glacial dedo entró sin miramientos dentro de mi boca. Por alguna razón, su sangre, cual deliciosa como los dulces, me hizo marearme y sin saber porque, caer inconsciente entre sus brazos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro