30. Perdóname
La habitación ahora parecía más helada que antes, no solo porque la mirada de fuego yacía frente a mí, sino también porque el silencio en la habitación parecía anhelar mis acciones. La brisa de los arboles se detuvo al presenciar mis movimientos. El sonido de la lluvia implícitamente, también desapareció al escucharme respirar e inclusive, podría jurar que el reloj de péndulo que colgaba en una esquina del cuarto, había dejado de funcionar para voltear a verme. Todo dejo de andar como normalmente lo hacía.
Mis manos temblaron al tener tantos espectadores. Un escalofrío precavió mi maltrecha alma. La oscuridad de la noche ocultó mis ojos perdidos en el tratamiento que yacía entre mis manos llenas de sudor propuesto por el nerviosismo y cierto alivio.
Entre mis dedos yacía aquello que borraría de mi mente tantas penas y me recobraría de los capítulos que me marcarían de por vida si es que seguía con el flujo del agua.
—Si vas a hacerlo, hazlo ya —Habló el pelirrojo, fastidiado—. No tengo todo el día
Su voz rasposa me hizo reaccionar. La imagen de Volker sosteniendo triunfante a su hijo se desvaneció de mi mente. No pude evitar fruncir el ceño al momento en que pensaba en que aquella imagen podría hacerse realidad. Con un rostro neutro, mire a aquella pastilla que me sonreía con travesura y, sin remordimientos, mi boca se abrió impaciente.
Mis débiles y sudadas manos se movieron por sí mismas, alojando la píldora que entraba seca y en un sabor salado en mi interior. La sensación de sentirla con mi lengua rasposa me hizo pensar en escupirla, pero la mirada de Liam me lo negó con solo una fugaz ojeada. Con cierto asco, mire al techo y con un fuerte trago, sentí la medicina resbalarse.
Experimentar como su rastro raspaba todo mi esófago me hizo sentir cierta culpa. Podía percibir el camino que había recorrido, incluso, podría garantizar haber escuchado el momento en que esta había chocado con la sopa que recién había comido.
Respire con cierta fuerza al ser incapaz de creer realmente lo que había hecho en un momento de arrebate y cierto pavor.
—Bien —Aplaudió quien volvía a pararse—, tal parece que no eres tan tonta como pensaba
—¿Qué?
Trate de mirarle pero un mareo se intervino entre mi mirada. Termine con mis manos pegadas al suelo de madera, evitando de aquella manera golpearme más de lo que ya estaba.
—Te vas a sentir algo indispuesta —Ignoró mis palabras mientras comenzaba a hablar al dar ciertos pasos hacia mi—, pero esta fue tu decisión…
Pude sentir como se paraba justo frente a mí, seguramente para mofarse de mi lamentable estado. Era ciertamente humillante pero no tenía deseos de machacarme el cerebro por algo del cual yo sabía que no tenía siquiera derecho de pensar.
—Tal parece que has aprendido a ser un poco como yo —Añadió antes de irse—. Siéntete afortunada, niña… que hoy tienes mi permiso para llorar cuanto te plazca
No escuche la puerta cerrarse, pero cuando estuve sola, pude entender el significado tras sus últimas palabras. Hasta el momento, alcance a comprender la terrible fechoría que había hecho por capricho ¿Había actuado por beneficio propio, no era cierto? ¡Estaba por matar a una cría sin culpa alguna!
Mire mis manos temblorosas que en el suelo parecían tener capítulos epilépticos. Realmente había actuado por razones erróneas que en su momento, me parecieron adecuadas. Asesinaría por placer.
* * *
Tocaron a la puerta a la semana. Era Karen que venía de nuevo para persuadirme a que diera un paseo. No sabía realmente si Bryant le mandaba a que hablase conmigo, pero era increíble que ahora no quisiese ni verla a ella. Estaba apenada por mis acciones, pues era cierto que no me arrepentía de nada.
Había pensado tanto en esas siete noches… noches en donde me habían dado unos cólicos agudos terribles. Con la primera Luna creí ser la peor madre, en la segunda y tercera divague en suicidarme, en la cuarta Luna recordé a Volker y en los últimos crepúsculos, termine por odiar a aquel que no deseaba despegarse de mi cuerpo.
Era posible que mi propia madre me negase como hija, pero mis deseos de deshacerme de aquel vampirito eran muy grandes. Sabía que estaba cometiendo el pecado más grande de todos, pero no le amaba. No sentía cariño ni aprecio por aquel engendro que yacía en mi vientre; tan solo era repugnancia, odio, aborrecimiento…
—Caroline —Entro una Karen con más carnes que antes— ¿Te encuentras bien?
—Estoy bien —Añadí respirando profundamente. No pretendía hacerle saber cómo me sentía. Sabía que nadie podría entenderme.
—¿Quieres dar un paseo conmigo? —Sonrió— Toda la semana has estado aquí, acostada. Será bueno para tu circulación que caminaras
—No tengo muchas ganas
—¡Anda! —Chillo desesperada— Ya he pedido permiso y, después de ciertas indiferencias, accedió a que salieras
Mis ojos se abrieron lentamente y voltearon a verla. Analizando su bajo perfil, pude entender sus palabras con los restos de las quemaduras en sus brazos. Había desafiado a Liam y este la había castigado.
—¿Por qué has ido con él?
—¡No quiero verte aquí por siempre! —Sonrió— ¡No te preocupes! Después de todo, hice esto porque te quiero
—Karen…
—¡Anda! —Estiro de mi mano ya sana— No eches a perder mis esfuerzos por ti
Respire profundamente, volviendo a mirar por el rabillo del ojo, la marca de los cigarrillos apagados en su frágil piel blanca. Seguramente eso debió de haber dolido…
—Solo un poco —Respondí mientras me erguía en la cama
Recibí una sonrisa muy amplia como respuesta que, por alguna razón, contagio a mi boca para que hiciera lo mismo.
—Levántate con cuidado
Seguí sus instrucciones con cuidado sin importarme los cólicos que amenazaban con hacerme sentar de nuevo. Respire con profundidad y en cuanto estuve a dos piernas, sentí a Karen tomarme de las manos con fuerza.
—Ven, creo que te gustaran los jardines —Comenzamos a caminar juntas—, por alguna razón, creo que conozco la mansión mejor que tu
Solté una media sonrisa al aire, mientras en pensamientos envidiaba su libertad condicionada por mi hermanastro. Era obvio que conocería toda la casa si es que le daban pasaje libre… no como a una que la mantenían apresada a una cama semanas enteras por diversión de un vampiro que, evidentemente, me odiaba por ser humana.
Suspire en pensamientos, mientras dejábamos la alcoba que me había perseguido durante toda la semana y nos dirigimos hacia afuera. El golpe del ocaso que aterrizo en mi rostro simplemente me dejo helada. Hacía mucho que no veía un atardecer y, por alguna razón, ya no me parecía tan bonito como antes. Era como si el color no fuera tan brillante. Podía ver los colores rosados y anaranjadas que adornaban el verde de las plantas, pero no parecía real para mí.
Respire ciertamente triste al recordar mis malas pasadas mientras dejaba que Karen me observase con su mirada afligida, seguramente lamentándose por mi situación despreciable.
—Las orquídeas que adornan los jardines traseros son hermosas —Anuncio mi guía con una amplia sonrisa, intentando así distraerme— ¿No te parecen, bonitas?
—Sí, son bonitas Karen…
Me quede observando aquellas flores que parecían querer absorberme. Tan rojas y tan vivas, recordándome a aquel hombre que tanto me atemorizaba.
—Caroline ¿Puedo hacerte una pregunta?
Mis ojos cansados voltearon a verla. Si mirada parecía extasiada pero feliz de que estuviese a su lado.
—Se que no te gusta hablar de ello, pero recién me entere de que Bryant es tu hermanastro
Respire fuertemente, tratando de erguirme en el camino.
—El es hijo de Charlotte
—¿Vas a tener a tu hijo?
Voltee a verla con los ojos abiertos como platos. Creo que la pregunta no era aquella que me había hecho por primera instancia. Ella deseaba saber la verdad tras los rumores en la Mansión Dagon.
—No —Sentencie cabizbaja—. Liam me ha dado una pastilla para que aborte
—¿¡Y te la has tomado!?
Mi silencio le hizo saber mis malos actos, ya que al no responder, pude escuchar como hacia un gesto de sorpresa.
—¿Te ha obligado? ¿Te golpeo para que lo hicieras, cierto?
—No…
—¿No habrás?
—Fue una oferta que no pude rehusar
La brisa hizo bailar nuestros cabellos, más el mío por ser largo que el de ella que lo traía corto.
—Mate a un vampiro por placer
No pude evitar voltearla a ver con una tierna sonrisa, mientras le hacía saber lo que había pensado por el hecho. Nada me haría pensar lo contrario. No me harían sentir culpable. Yo no había tenido la culpa de que me violasen.
—Pero Caroline…
—Basta Karen —Interrumpí su regaño—. Ya estoy harta de pensar en esto; no vuelvas a tocar el tema y déjame olvidar
Una lagrima se lanzo a mi mejilla por tener aun un dolor pequeño en mi pecho que intentaba estrujarme. Baje la mirada escuchando entonces como mi amiga delgada suspiraba.
—Está bien, lo olvidaremos —Me dio una palmada en mi encorvada espalda—. Nada de eso paso
—Gracias —Sonreí un poco, al menos para hacerle saber el cariño que el tenia
La pequeña estiro un poco sus manos para luego abrazarme por completo. La recibí con ganas, necesitando ya de alguien que me diese un poco de cariño. Necesitaba saber que había hecho lo correcto, que no me juzgarían por mis pecados.
—Ya paso… —palmeo mi cabello—. Ya paso Carol
—Lo sé —suspire—. Ya paso
—¡Ok! Ahora —Me separo de su pecho— ¿Cómo te has sentido?
Trague un poco de saliva y me quite las lágrimas que había derribado de mi cara. Respire con profundidad, mirando al cielo para recordar los síntomas.
—Bien… creo —Me limpie los labios—. Después de orinar sangre, los cólicos desaparecieron
Karen tomo un poco de aire, intentando pensar en algo bueno que decir. Yo mordí mis labios, de nuevo nos estábamos sumergiendo en un ambiente tenso.
—Pero estoy bien— Intente seguir sin llorar—. Ya puedo moverme en la cama y mi pie ya no me duele tanto. La herida que me hice antes ya ha sanado
—¿Eso es bueno, no? —Karen sonrió
—Creo que si —Me contagie de su broma—. Gracias por venir a verme
—Para eso estamos las amigas
Sonreí tímidamente mientras bajaba la mirada. Esta plática estaba anulando un poco mis pensamientos. Al menos, por ahora, no me aventaría de la ventana al llegar al cuarto.
—Entonces… ¿Tienes hambre? —Preguntó mientras tomaba de mi mano
—Sí, un poco
—¿Quieres cereal?
—Para mí, lo que sea es perfecto
—Vamos entonces…
Sus manos tomaron las mías con precisión, dándome ese aventón que necesitaba para comenzar a caminar. El silencio no fue tan duro esta vez. Caminamos como dos esclavas a la cocina, esperando que no nos encontrásemos con alguien tan temprano por la noche. Al decir verdad, creo que había escogido buen tiempo para ir a visitarme. Creo que muchas personas aquí se hubiesen molestado si me hubieran visto recorrer el lugar en dos piernas. No había visto a las vampiresas que me habían recibido en primera instancia cuando había llegado a la mansión, pero estaba muy segura de que me torturarían si me observasen por sus rumbos.
—¿Bryant te ha dejado salir? —Pregunte cuando me dio la espalda para abrir el refrigerador
Karen se detuvo un poco y tiro la leche por descuido.
—Ah sí… Bryant —Rio sarcásticamente mientras recogía—. ¡Claro! El… el me ha dicho que fuera a verte
—¿No pediste permiso, cierto?
Su máscara se deshizo al acto.
—Necesitaba verte
—Karen… no puedes salir así aquí
—Me he enterado ayer que era lo que pasaba si uno merodeaba por el lugar —Me mostro sus brazos—. Creo que tu dueño no es muy simpático
Sonreí tiernamente, antes de analizar lo que había dicho. Mi cabello se puso en punta y mi respiración se agito por el sexto sentido. Karen parecía divertirse pero la veía intranquila. Trague saliva histérica. ¿Había sido capaz de…?
—Karen —hable más lentamente—. Dime que hemos venido hasta acá con permiso
Su sonrisa me hizo ponerme tensa.
—Solo hemos venido a desayunar
Mi presión sanguínea se fue a los suelos. ¡Si se había atrevido!
—¡Oh Dios mío! —Comencé a temblar
—¿Qué pasa?
—Recoge todo, nos vamos
—Pero…
—¡Solo recógelo! —Hiperventile mientras caminaba en reversa— Tenemos que irnos
—¿Irse? ¿A dónde?
Esa voz. ¿Por qué tenía que pasarme esto? Liam estaba detrás de mí y parecía molesto por cómo pude ver los ojos de Karen. Mi amiga temblaba como gelatina y podía jurar que si hablaba, los nudos le harían decir tonterías. Mi cuerpo se hizo roca, dejando sola en el combate a la anoréxica.
—Creo que no aprendiste ayer nada —Liam hablo con la voz seca— ¿Extrañas tanto los golpes?
—No, yo… —Pude escuchar la voz ronca tratando de defenderse
—¿Quién te dio permiso a hablar?
—Yo…
—¿Quién te dio permiso a verme?
—Basta —Intervine sin voltear a verle—. Yo la he obligado a acompañarme
Se hizo un silencio. Karen mi miraba con los ojos abiertos, yo que le daba la espalda a mi dueño, tan solo pude balbucear con mis labios mi deseo para que partiera.
—Largo —Liam secundo mi petición
En cuestión de segundos mi amiga me dio una despedida fugaz con sus ojos arrepentidos y, con una mirada vacía, partió fuera de la cocina. Si salía viva de esta, le haría repetir las reglas que nos habían impuesto de pequeñas.
—¿Qué haces tú aquí?
No respondí, realmente tenía pavor de responder algo erróneo.
—Date la vuelta
Hice caso sin mirarle. Pude escuchar sus pasos acercarse a mi cuerpo. Estaba muy cerca de mí.
—¿Qué haces tú aquí?
—Estaba… comiendo
—¿Comiendo? —Pregunto antes de hacer un silencio que se revoco con mi plato siendo lanzado al piso— ¿Quién te ha dado permiso?
—Nadie…
Pude sentir sus manos destruyendo mi muñeca. ¿Iba a volver a lastimarme?
—¿Así que quieres comer? —Me lanzo al suelo junto al plato que había desbordado leche y arroz inflado —Come entonces
Mis manos temblaban pero mi voz parecía acostumbrada a aquel trato.
—¿Puedo?
—Come
Mi lengua fue la primera en salir y, tratando de no cortarme por los trozos de cristal roto, fui degustando todo lo que había caído al suelo. Liam yacía ahí mirándome, enojado tal vez por lo que estaba haciendo. ¿Cuándo estaría el contento? Aquellos cinco cortos pero eternos minutos que tarde en comer fueron los minutos más vergonzosos que pude haber tenido. ¿Pensaba el que me destrozaría de esta manera? Creo que no había comprendido el hecho de que yo ya estaba deshecha.
—Levántate —Me grito antes de que terminase de trapear el suelo
Hice lo que me pidió sin rehusarme y con la cara manchada de leche, voltee a verlo. Sus ojos parecían enfurecidos por mi atrevimiento, tal vez por hacerle caso en todas sus peticiones sin pedirle clemencia. Sin sonreírle espere lo que seguía. Sus manos mee tomaron de nuevo y, como hacía mucho que no hacía, me llevo escaleras arriba. Mi corazón latió con fuerza al recordar que la última vez que me había agarrado de esa forma, había terminado en su cama y con su cuerpo atravesándome. ¿Lo haría de nuevo?
Las escaleras fueron fáciles de subir, le di gracias a Dios por no estar tan lastimada esta vez. Pude escuchar sus malas palabras y su respiración salir con ira de su boca. Esto no iba a acabar bien.
—No tengo tiempo de castigarte hoy —Comentó apretándome aún más de la muñeca— ¿Pero crees que lo dejare así? Lamentablemente para ti, tendrás que venir
Mis ojos no pudieron entenderlo del todo pero con cada palabra suya, mi cuerpo se hiso cada vez más pesado. ¿A dónde iría? ¿A dónde me llevaría?
—Prepárate niña, que desearas haberte quedado en tu alcoba
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro