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Prefacio


Aidan alzó sus brazos y dando un sonoro suspiro se dejó caer al lado de su mejor amigo Dan. A penas su cuerpo tocó la suave tela del asiento del autobús el joven chico fue rodeado por sus amigos, chicos tanto de la iglesia como visitas estaban allí, alrededor del muchacho pelinegro de ojos azules como el mar y sonrisa de luna.

Aidan se apresuró a iniciar una agradable conversación, ignorando por el momento la conmoción que ocurría a las afueras del autobús. Aidan quiso pensar que aquella discusión acalorada se debía a la alergia crónica de su hermana melliza por el aire acondicionado, ese era el enemigo número uno de su melliza, Haza siempre se negaba a ir en autobús a no ser que se pudieran abrir las ventanas, generalmente algún ministro de la iglesia o directamente la familia pastoral debía hacer el sacrificio y llevarla en su auto, pero para la sorpresa de Aidan su hermana no protesto o hizo su usual diatriba de "#asma", en esa ocasión Haza solo entro en el autobús y se sentó al lado de la ventana. Katherina hizo lo mismo, ninguna de las dos hablo con nadie, era como si ambas chicas estuvieran atrapadas en su propia burbuja.

El muchacho intentó apartar a sus amigos, le agradaba tenerlos cerca, enserió, Aidan los quería mucho, todos ellos lo llenaban de alegría y lo hacían sentir tan querido, y amado que era sorprendente que existieran personas así de amables, pero todos le hablaban a la vez y contaban anécdotas, y expectativas del campamento, pero Aidan solo quería ir con sus hermanas, para nadie era un secreto lo que le habían hecho a Katherina y él no se sentía bien ignorando el evidente malestar de su hermana. Katherina recostó su cabeza en el hombro de Haza y se colocó los audífonos, pese a parecer tranquila una sensación de tristeza irradiaba de ambas chicas Fierro Morales, era como si del lado derecho del vehículo (el lado de Aidan) fuera un día radiante y el lado izquierdo (el lado de Katherina y Haza) estuviera pasando por una tormenta. 

— ¿Enserio hacen carros romanos? — pregunto un chico del colegio de Aidan, era su primera vez en un campamento de jóvenes adventistas.

— Espera, ¿Hacen carros romanos? ¿Cómo los de las películas y los libros de historia? — preguntó otra chica, también primípara en esa clase de campamentos.

— No — Aidan se puso de pie e intento ir al lado de sus hermanas —, no son como los carros romanos de las películas y libros, en realidad son unas estructuras de madera colocadas de forma en la que se pueda cargar una persona en ella.

Aidan apenas si pudo avanzar cuando una mano se clavó en su hombro y al mirar hacía arriba los fríos ojos de su madre le helaron la sangre, de repente todo el bullicio y las risas alrededor de Aidan cesaron.

— ¿A dónde vas? — los ojos oscuros de Evangeline tenían la innegable capacidad de provocar temor y respeto en cualquiera que pudiera encontrarse con ellos.

El niño supo por la forma en la que su madre apretaba su hombro que estaba nerviosa y la respuesta de aquella actitud estaba afuera del autobús: la tía Imogen no dejaba de exigir que bajarán a Katherina del vehículo y le prohibieran la entrada al campamento; la rubia mujer no dejaba de escupir agravios de sus labios maquillados. Aidan agradeció que los vidrios fueran blindados y en general el interior de dicho transporte fuera insonoro, no creía poder soportar escuchar todos las ofensas de su tía hacia su familia, lamentablemente el saber lenguaje de señas y por consecuencia a leer los labios le impidió mantener inocente su mente, no como sus amigos que seguían charlando de forma animada, esperando a que su líder volviera a ellos.
"¡Esa chica es una mala influencia! ¿Saben lo qué hizo? ¡Ese demente podría venir y arruinar el campamento! ¡Y no voy a permitir que arruinen el primer campamento de mi Cecilia!" Aidan tuvo que apartar la mirada para evitar seguir entendiendo todo lo que decía su amadísima tía, ¿Cómo alguien podía ser tan cruel para culpar a una víctima de violencia?

— Aidan, te hice una pregunta — repitió Evangeline, esta vez el niño notó el temblor en los dedos de su mamá, estaba alterada.

— Solo quería estar con Haza y Katherina — Aidan pensó que eso sería todo y podría seguir su camino al lado de sus hermanas, pero solo dio unos cuantos pasos cuando Evangeline lo detuvo de nuevo.

— ¿Y qué hay de tus amigos? Sabes que todos ellos vinieron por tí, ¿Verdad?

Era el tercer año consecutivo en el que tenían que alquilar cuatro autobuses demás para que todos pudieran ir. Aidan amaba los campamentos y cada vez que había uno se la pasaba hablando de el por días incluso meses antes, sus favoritos sin duda alguna eran los camporee, solo había logrado ir a tres (y eso que él fue el único de su familia que pudo ir, Evangeline no podía pagarlo ya que las cuentas se estaban acomulando, no era facil mantener a una familia de 6 con un solo ingreso, gracias a Dios el novio de su hermana, Günther fue tan bondadoso como para pagar todos los campamentos desde que tenía 7 años, lamentablemente a Haza no le gustaban los campamentos y Katherina prefería pasar su tiempo con Günther, lastima que Günther no resultó ser tan perfecto como Aidan creía), conocer a personas de todo el mundo, distintas culturas, participar en los eventos y tener un encuentro personal con Dios era simplemente maravilloso. Fue su incesante hablar sobre el campamento, sus anécdotas y hermosos recuerdos lo que hizo que la mayoría de amigos de su colegio (prácticamente la mitad de la institución) se animaran a ir al campamento, incluso hicieron ventas para recaudar fondos e ir al campamento. A Aidan le gustaba pensar que Dios había tocado sus corazones. A todos sus amigos les encantaban los campamentos y terminaban contándole sobre la grata experiencia a otros amigos, familiares y conocidos, y cuando Aidan menos se lo espero la mitad de su colegio ya estaba en los autobuses.

Era una bendición.

Si bien era un campamento regional aún podía ser muy divertido,  sin duda los mejores campamentos eran los camporee, mucho más entretenidos y con más cosas que hacer, Aidan hubiera preferido mil veces esperar cuatro meses más para ir al camporee en vez del regional, pero sabía que ahora que el seguro no cubría los gastos del hospital de su padre pasaría mucho tiempo hasta que pudiera volver a pisar uno de esos campamentos.

— Será mejor que vayas con tus amigos, Aidancito lindo, sabes que ellos quieren charlar y jugar contigo, así que no es bueno que los decepciones si quieres que vuelvan al próximo campamento.

Para el chico fue fácil saber que no era una pregunta, era una orden y debía cumplirla, no porque le tuviera miedo a su madre (aunque a veces así era), Aidan obedeció porque entendió y comprendió que de todos los miembros de la familia era su mamá quien más sufría después de la propia Katherina. Aidan sabía lo que pensaba su madre: "¿Cómo no me dí cuenta? ¿Cuántas veces la golpeó? ¿La llegó a violar? ¿Por cuánto tiempo pasó todo esto?"; él también se lo preguntaba pero Katherina no decía mucho al respecto, solo que los golpes comenzaron poco menos de un año, antes de eso Günther solo se limitaba a hacerla sentir mal con sus palabras. En menos de lo que Aidan hubiera pensado almohadas y cobijas se lanzaban de un lado del autobús a otro como proyectiles, Aidan cayó sobre el asiento y al instante fue bombardeado por un ataque táctico de almohadas y cosquillas, el chico no pudo creer que sus amigos lo estuvieran sometiendo a semejante tortura. En poco tiempo Aidan ya estaba morado de tanto reír, como pudo le saco la funda blanca a una almohada y la alzó en señal de que se rendía.

— ¡Tiempo! ¡Tiempo! — pidió entre risas el niño, los demás chicos se detuvieron entre risas y una lluvia de plumas y espuma para almohadas. Aidan se enderezó y con seriedad inspeccionó a sus enemigos, los niños se preocuparon al notar que la clásica sonrisa de Aidan no estaba — ¿Cómo han podido hacerme semejante atrocidad? — al instante cientos de posibles accidentes bombarderon como almohadas las mentes de los infantes, ¿Y si lo habían lastimado? ¿Y si se había golpeado con el cristal de la ventana? Aidan tomó una almohada del suelo y tranquilamente le colocó de nuevo la funda blanca —. Conque en esas estamos — los ojos azules de Aidan estaban fijos en la almohada, ser privados se tan graciosa mirada era incluso peor que recibir calcetines en navidad —, bien, haré lo mismo entonces — Aidan levantó los ojos de la almohada y una sonrisa de oreja a oreja se instalo en su rostro — ¡SIN PIEDAD! — grito Aidan lanzando su almohada contra la cabeza de Dan, al instante las risas regresaron y toda la felicidad fue renovada, el líder de la pequeña guerra logró subirse en uno de los asientos y desde lo alto lanzaba cobijas y almohadas a diestra, y siniestra — ¡Primero conquistaré el autobús! Luego...¡DOMINACIÓN MUNDIAL!

Las plumas estaban en todas partes, incluso en lugares donde la luz del sol no había llegado jamás, para Aidan fue una sorpresa cuando al llegar a su destino el conductor del autobús le entregó un balde con agua y jabón, le dijo que ya que él era el líder de "la rebelión de las almohadas" debía ser él quien limpiará. A decir verdad eso sonó bastante justo. Pero mientras Aidan se remangaba las mangas de su camiseta sus amigos llegaron con más cubetas de agua y jabón, incluso sus otros amigos de los otros autobuses se unieron para limpiarlo.

— Diganme la verdad, todos ustedes están aquí porque ninguno sabe cómo armar o una carpa o no quieren — las risas fueron más abundantes que la espuma del jabón.

Pero Aidan no necesitaba preguntarlo, sabía que ellos estaban allí por él, porque lo quería y apreciaban, y Aidan lo adoraba, le encantaba sentirse amado e incluido y cuando estaba entre multitudes también se sentía protegido. Una de sus nuevas amigas traía otro balde con agua y jabón cuando se tropezó dejando todo el líquido caer sobre Aidan, a penas las gotas de agua cayeron sobre el muchacho todos supieron qué iba a suceder y armados con esponjas, escobas, baldes de agua y jabón se prepararon para "La rebelión de las almohadas 2.0: la espuma contratacá".

— ¡Aquí nos matamos entre todos!

Sentenció Aidan armado con una espuma. Casi dos horas después terminaron de "limpiar el autobús" aunque en realidad el chofer los había echado a patadas. 

— ¡Arre mi noble corcel! — Dan puso los ojos en blanco pero con una sonrisa acato las ordenes de su mejor amigo que felizmente se aferraba empapado a su espalda.

El resto del día se la pasaron armado las carpas y yendo de un lado a otro a conocer a los otros clubes, aunque en realidad Aidan se sentía como uno de los espías de Jericó porque de cierto modo estaba "estudiando al enemigo", era casi una tradición identificar a aquellos que participarían en las diversas actividades y atacarlos primero, con dulces y cumplidos, claro, así al verlos entre la multitud de la competencia se podrían tan nerviosos que inevitablemente no darían lo mejor de sí, aunque por lo general pasaba lo contrario, se entusiasmaban tanto que terminaba ganando el equipo rival. A lo mejor era hora de cambiar de estrategia.

En la noche a penas la cabeza de Aidan cayo sobre la almohada se quedo dormido, pasar todo el día saltando y corriendo de un lado a otro era agotador, se despertó varias veces a lo largo de la noche cortesía de los ronquidos de Dan y de sus demás compañeros de carpa que de forma inconsciente lo abrazaban mientras dormían, era increíble cómo cambian 10 personas en una carpa de cuatro, se suponía que esa carpa sería solo para Aidan pero sus amigos prácticamente se negaban a dejarlo solo, además de que Dan era como un enorme oso de felpa y a Aidan le encantaba recostarse sobre su velludo amigo y dormir, casi siempre soñaba que dormía sobre un oso gigante. Para resolver el conflicto midieron el máximo de personas que cabían en la carpa y tuvieron un duelo intenso de piedra, papel o tijeras para saber quienes serían los que dormirían en la carpa junto a Aidan. Fue en esos momentos en los que se despertaba con alguien apretando su cintura o con el aroma a nachos de queso del aliento de alguien golpeando su rostro que Aidan analizó las posibilidades de lo qué iba a pasar a penas regresaran del campamento, todos sabían que estaban postergando lo inevitable, porque al regresar Günther seguiría allí: varios vecinos lo habían visto rondado en las cercanías de la casa de su familia, según lo que dijeron pereció entrar en pánico cuando notó que no había nadie en la casa; a Aidan le rompía el corazón que alguien a quien amaba tanto fuera capaz de dañar a otro de sus seres amados; lo más fácil sería empacar todo y mudarse pero no podían pagar otro alquiler, a decir verdad el casero les cobraba una miseria desde que Aidan tenía siete años, todos vieron el bajo precio del alquiler como una bendición, con un solo ingreso y con tantos gastos sería imposible para la familia irse de allí; Evangeline era sin duda la que peor lo pasaba, sobretodo porque al regresar a la ciudad tendría que ir a la policía y seguir con la declaración para obtener una orden de restricción, y quizás proceder con una demanda por violencia, algo que no sería nada barato, también estaba el pagar los comestibles, los útiles escolares, las facturas médicas (mágicamente el seguro ya no las cubría) y la terapia de Katherina.

Gracias a que Evangeline era enfermera psiquiátrica obtenía un buen descuento en las terapias, pero ahora Aidan sabía que lo primordial era su hermana y si eso significaba dejar de ir a sus respectivas terapias que así fuera. El muchacho llevaba casi cuatro meses yendo a terapia por extrañas lagunas mentales que experimentaba, olvidaba algunas cosas o los momentos no coincidían, era extraño, pero era más importante ayudar a una víctima de violencia que a un chico olvidadizo. 

Fue a la mañana siguiente cuando Aidan se despertó sintiendo algo húmedo en sus pantalones y camisa, a penas abrió los ojos comprobó con horror como un gran charco de agua se extendía por el colchón y el suelo de la carpa. El calor arrolló a Aidan por completo y supo que debía estar más rojo que un tomate, había esperado que no le sucediera durante el campamento, se aseguro de no tomar nada líquido cuatro horas antes y semanas previas al campamento hizo todo lo que encontró en internet para evitar mojar la cama, para Aidan era algo muy vergonzoso, jamás se había hecho en la cama, ni siquiera cuándo estaba abandonando los pañales, pero desde los siete años empezó a hacerlo y le resultaba sumamente vergonzoso a los trece años ser incapaz de controlar su vejiga. El chico se quedó paralizado sobre el charco de agua pensando en cómo iban a reaccionar sus amigos ante al accidente, sin saber qué más hacer comenzó a llorar, ¿Por qué no podía simplemente pararse e ir al baño cómo los demás? Odiaba no tener control sobre su cuerpo. 

El pequeño y avergonzado chico estaba tan preso de la vergüenza que ni siquiera notó cuando Dan se despertó, su mejor amigo al principio se sintió desconcertado al despertar con una lona verde de plástico en vez del techo amarillo de su habitación, pero rápidamente recordó donde estaba y fue incapaz de contener su sonrisa cuando vio a Aidan a su lado, el adolescente intento moverse para abrazarlo y despertarlo pero al hacerlo notó algo húmedo debajo de él, y al juzgar por el rostro de su amigo supo que algo estaba mal. Dan conocía de los problemas de Aidan, también sabía que no podía juzgarlo por ello, muchas veces esa clase de accidentes eran por una enfermedad. Dan estiró su mano y la coloco sobre el hombro de Aidan, al moreno se le rompió el corazón cuando Aidan le regresó la mirada con los ojos llenos de lagrimas, Dan le hizo un gesto para que se calmará y sin pensarlo mucho dio un salto sorprendido.

— ¡Que carajos! — grito, haciendo que todos en la carpa se despertaran — ¡Que asco! ¡RORY! ¡Te dije que no bebieras nada antes de dormir!

Dan intentó salir de la carpa, estaba mal culpar a Rory por algo así, pero se lo había ganado al no tener piedad durante la guerra de almohadas, Dan siguió avanzando en cuatro patas para salir de la carpa  pero apenas asomó su cabeza se quedó completamente quieto, ahora entendía porque la carpa se movía tanto con sus movimientos.

— Perdón, Rory — dijo desde la entrada de la carpa —. Ahora somos náufragos, ¿Por casualidad alguien invitó a Tom Hanks al campamento?

Uno a uno avanzaron hasta la entrada de la carpa y con sorpresa se dieron cuenta de que estaban flotando en el río cerca de donde hicieron el campamento, y a juzgar por las bolsas de mercado, las mochilas y demás objetos de los acampantes sin duda había sido una inundación de las buenas, inevitablemente Aidan comenzó a reír, se había preocupado tanto que ni siquiera se detuvo a pensar en otras posibilidades, de todas formas era ley que uno de los clubes en cualquier campamento SÍ o SÍ terminaba inundado y ese año los "afortunados" fueron ellos.

— ¿Esta es la parte en la que hacemos un motín y nos adueñamos del Perla Negra? — preguntó Aidan intentando mirar cómo volver al campamento antes de que anunciaran una alerta amber masiva.

Aidan perdió el equilibrio por unos segundos y se tambaleó hacía adelante, pero las fuertes manos de Dan lo detuvieron de la cintura.

— ¡Ten cuidado, Rose! No quiero que mueras antes de la escena del auto, pero me conformo con llegar a la del collar — dijo el chico en tono de burla, haciendo la icónica pose de Jack y Rose con Aidan.

— Píntame como tus acampantes franceses — respondió Aidan aguantando la risa.

— Cuando quieras, Rose.

— ¡Oh, Jack! — gritó Aidan antes de lanzarse sobre Dan, cayendo ambos al agua.

El resto del día se la pasaron recogiendo las carpas y cualquier cosa que quedará del campamento, no pudieron salvar mucha comida, pero los otros clubes colaboraron uniéndose y haciendo una recolecta para los alimentos del club de Aidan. Lo hubieran hecho incluso sin el espectáculo del chico imitando las escenas del Titanic, pero debían admitir que fueron más permisivos cuando vieron la buena actitud del chico, no todos tenían una sonrisa tan grande cuando todas sus cosas estaban un par de metros debajo del agua.

Durante la actividad de busque rápido bíblico Aidan se fugo con sus amigos a comer helados y durante la pista de obstáculos, específicamente en la parte de escalada de árboles los vomitaron. Luego vino la competencia de natación donde Haza participo y gano, y finalmente la de carros romanos. Como Aidan era el más delgado y pequeño de los hombres fue quien iría encima del auto, en cambio los gigantes de testosterona que eran Dan y Rory tirarían del carro, el club se apresuró a armar la estructura y a penas estuvo lista Aidan fue colocado sobre ella, Dan y Rory tiraron con tanta fuerza, y velocidad que a tan solo medio metro de la lineá de meta el carro romano se desintegró, las cuerdas se cayeron y con ello los palos de madera, pero Aidan ni siquiera logró tocar el suelo cuando Dan lo tomó y lo alzó sobre su hombro.

— ¡Por el poder de greiscol! — grito Aidan encima de Dan corriendo junto a Rory cruzando la meta.

Muchos clubes se quejaron porque los aceptaron como ganadores, pero fueron los únicos que lograron llegar más cerca de la meta, los otros carros se destruyeron incluso antes de iniciar.

Al finalizar las actividades todos estaban dichosos y cansados, muy cansados, pero era un cansancio bonito, esa clase de cansancio que te hace reír por cualquier tontería.

Aidan miró el fuego consumiendo la madera, sin pensarlo mucho recostó su cabeza sobre el hombro de Dan, estaba cansado pero feliz, amaba los campamentos porque eran un constante recordatorio de lo bendecido que era, un pequeño espacio para restablecer la comunión con su creador, no porque estuviera rota o algo similar, solo que era bueno renovar su relación personal con Dios de vez en cuando ¿Y qué mejor lugar que un campamento lleno de personas que al igual que él adoraban al Señor con tanto fervor? Si bien su familia estaba pasando por momentos difíciles Aidan intentó calmarse y sonreír como siempre hacía,  incluso si en realidad quería llorar Aidan sonreía, no sabía qué lo hacía sentir peor: saber que su hermana posiblemente acababa de quedar traumatizada por sufrir abuso en su primera relación o...que a él le doliera más saber que Günther no era el chico perfecto que pensaba; sonaba egoísta y era egoísta que estuviera más consternado por la verdadera actitud de aquél a quien consideraba su amigo, pero el muchacho era incapaz de controlar sus sentimientos, realmente quería pensar que Günther era bueno, pero no existía justificación para lo que le había hecho a Katherina.

Los aplausos y las desafinadas voces acompañaron la melodía de una guitarra que alguien del club estaba tocando, aquella calidez envolvio a Aidan y lo tranquilizo, el chico miró a la distancia a su familia y luego miro al firmamento nocturno. Y mientras contemplaba la creación de Dios Aidan supo que todo iba a estar bien, ¿Por qué? Porque Dios siempre tiene un plan.

"Todo va a estar bien"

Pensó Aidan uniéndose al coro de morsas agonizantes que eran las voces de los adolescentes, llenándose el joven de jubiló y tranquilidad, al menos hasta que un sonido de disparo se escuchó en las cercanías del bosque, exterminando cualquier rastro de alegría del grupo juvenil. 

"Dios, tú tienes un plan"

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