Especial de navidad
— Salimos en cinco minutos — anuncio el líder juvenil al grupo.
Aidan lo observo por el rabillo del ojo mientras seguía amarrando los brazaletes tintineantes a sus muñecas. Miro su reflejo en el espejo frente a él y de inmediato aparto la mirada, ya no parecía un esqueleto cubierto por una frágil y delgada capa de piel, pero seguía viéndose completamente lamentable, ojeroso como un muñeco de Tim Burton y la piel resultaba traslucida en ciertos lugares, no lo suficiente como para ver la sangre circulando pero sí para ver la maraña de venas rotas por gruesas capas de piel cicatrizada.
Estaban haciendo la representación del nacimiento de Jesús y junto a una chica, y dos chicos más eran los pastores, los niños más pequeños de la iglesia eran los corderos y demás animales del pesebre, el pastor local y dos pastores invitados más eran los tres reyes magos, dos diáconos se ocultaban debajo de la piel de felpa de los camellos y se movían torpemente porque la costurera — una hermana ya anciana de la iglesia — hizo los ojos demasiado arriba y a penas podían ver. José era el ministro de la iglesia y María su esposa, una pareja joven que a falta de un hijo más pequeño — el suyo corría de un lado a otro vestido de vaca junto a dos ovejas y una gallina traviesa — alquilaron al único bebé recién nacido de la iglesia: una bebé de tan solo dos meses que lloraba en brazos de su madre falsa. María mecía a la niña, comenzando a alterarse, mientras José no dejaba de charlar y tomarse fotos con Baltazar.
— En esa época no habían manillas de plástico — señalo Stephanie, una de las chicas que sería la pastora junto a él.
— Lo sé — dijo terminando de ajustar el brazalete.
— No te lo pongas, el pastor pidió que todo fuera lo más exacto posible — insistió ella mientras trenzaba su enmarañado cabello, al parecer se había tomado la obra muy enserio e incluso olía como si llevara varios días entre ovejas.
— El pastor lleva tenis deportivos, dudo que Melchor tuviera esos zapatos — trato de ignorarla, tomando otra de las pulseras y atándola alrededor de la muñeca.
— Es porque lleva una toga, le incomoda llevar sandalias, ¿Has visto sus pies? Cuando se hace el lavado antes de la santa cena se pueden ver — la chica se estremeció, recordando las uñas callosas de color verde y amarillo —, ni siquiera su propia esposa le quiere lavar los pies — Aidan asintió ante la explicación, pero siguió atando pulsera tras pulsera a sus muñecas. La joven bufó comenzando a molestarse — ¿Por qué no te las quitas? Lo del pastor es una razón medica.
— Estética, en realidad — corrigió el chico, atando las correas de cuero de las sandalias estilo romanas a sus piernas —. Usar zapatos deportivos no es una razón medica en este caso, a no ser que sean zapatos deportivos ortopédicos — ella lo miro ligeramente ofendida, escucho que era aspirante a estudiar abogacía y suponía que no era normal que alguien fuese en su contra.
— Como sea, quitátelas, si al menos fueran de colores simples no importaría, pero tintinean como campanas y son de colores muy llamativos, distraerás al publico — Aidan negó, tomando el cayado y examinándolo.
— También las uso por razones estéticas.
— Pero no por salud, quitátelas — insistió.
— No lo haré.
Se levanto, ignorando a la pastora y admiro su atendo, realmente parecía un pastorcillo, con las sandalias, la túnica desgastada, el cinturón de soga y un gracioso sombrero rojo en la cabeza, lo único que desentonaba era el cayado — demasiado grande para él, intuía que los pastores de la vida real lo necesitaban así de largo para atrapar los corderos, eso o estaba echo a medida de quien iba a ser originalmente el tercer pastorcito, Aidan solo era un reemplazo de ultimo minuto por una intoxicación alimentaria — y las pulseras, era cierto, tenían colores llamativos y tintineaban con el más mínimo movimiento emulando el sonido del viento golpeando el cristal, pero no le importaba, no iba a desfilar en una iglesia llena de desconocidos — y que odiaba — con sus cicatrices de autolesión expuestas al mundo. Miro hacia donde estaba la chica sentada, no quería sonar grosero pero tampoco que se metiera en sus asuntos, ¿Qué manía tenía la gente de no aceptar un no por respuesta? Se sorprendió cuando hallo el asiento vacío, se recostó sobre el cayado, esperando no haber sido demasiado grosero, arrepentido por haberla hecho enojar.
No tenía ningún dialogo, solo debía actuar sorprendido, asentir con la cabeza y guiar a las ovejas — niños que parecían no poder quedarse quietos — durante la escena, luego mirar maravillado el pesebre y arrodillarse junto a la cuna con los demás pastores para que cuando llegaran Gaspar, Melchor y Baltazar los encontraran adorando al niño — niña en ese caso — Jesús. Se sentó en el banquillo, dándole la espalda al espejo y miro a su alrededor, todos parecían tan felices — con excepción de María y el ángel Gabriel que buscaban desesperadamente a la madre de la niña Jesús que no dejaba de llorar — con sus disfraces, algunos ensayando sus líneas, otros — como Herodes y los soldados romanos — se batían en un duelo con sus espadas de platico y fomi contra los traviesos corderos que los atacaban sin piedad.
Era casi una ley no escrita hacer esa representación en aquella época del año en las iglesias. E irónicamente Aidan siempre participaba. Tenía tan solo días de nacido cuando lo dejaron encima del pesebre, lo intercambiaron con Haza entre los actos porque ensucio el pañal, pero justo cuando los reyes magos emprendían su viaje a Belén su hermana deleito a la iglesia con gritos a todo pulmón, su madre — quien interpretaba a María — se apresuro a entregar a su hermana a manos de José — quien era su padre — que corrió hacia Gabriel — interpretado por el doctor Stilinski — que les entrego al bebé plácidamente dormido y se llevo a la niña a un lado, luego de una breve pausa — un concurso de poesía, donde Katherina vestida de vaca interpreto un poema sobre lo mucho que amaba esa época por los regalos, la comida, las películas, las canciones y en lo ultimo, tan solo una breve mención honorifica porque era el nacimiento de Jesús, aunque todos saben que su nacimiento es en verano — todos volvieron a sus puestos y terminaron la obra con él dormido en el pesebre rodeado de vacas, corderos, toros, gallinas, pastores, tres desconocidos y un ángel que colgaba peligrosamente de una escalera encima del pesebre — más tarde supo que su tío termino cayendo varias veces de la escalera durante los ensayos, por eso le ataron una correa que sujetaban varias personas de la utilería, dos más mantenían la escalera en su lugar, pero eso no evito que casi cayera encima del niño Jesús al final del acto, donde todos interpretaban contentos "Noche de Paz", si no fuera por el camello habría aplastado a Aidan dormido en el pesebre —. El año siguiente fue un pollito — esta vez Haza no lloró, pero Aidan no dejaba de moverse de un lado a otro y termino sentándose en el pesebre junto al niño Jesús de ese año —, el siguiente un gallina, el próximo una vaca, luego un toro, el burrito sabanero, un camello en miniatura — él fue la cabeza, su hermana la cola, ese año se había dañado el disfraz grande y no tuvieron más opción que usar el pequeño con tan poco tiempo de antelación, al publico le resulto bastante gracioso ver a Melchor, Gaspar y Baltazar caminando detrás del pequeño camello —, una cebra — ¿Habían cebras en el pesebre? No lo creía, pero en las fotos se veía que la cebra estaba justo en medio del león y la ballena, ¿Quién dirigió la obra ese año? — y finalmente un cordero — tan fatídico día, en si no era para interpretar el nacimiento de Jesús, pero sí era uno de los ensayos previos al verdadero acto —. Los años posteriores había interpretado cientos de papeles — incluidos José, la barba falsa lo hizo sentir como un filosofo medieval que tiene la verdad revelada por la gracia divina —, era su tercera vez siendo un pastorcito.
— ¡Cariño! — Evangeline apareció, junto a su tío y tía, quienes intercambiaban miradas molestas.
Solo Aidan era capaz de hacer que Alma y Charles estuvieran en un mismo lugar sin repartir comentarios hirientes, mezquinos o sarcásticos y diestra, y siniestra.
— ¿Cómo te sientes, pastorcito? ¿Listo para lidiar con esas ovejas molestas? — el doctor Stilinski le extendió un ramo de flores. Su tío era fiel creyente que la mayoría de hombres no reciben flores hasta estar en su tumba, por eso le regalaba un ramillete cada vez que podía, para que así tuviera flores que admirar en vida.
— Gracias — sostuvo las flores entre sus manos y sus dedos de inmediato buscaron su tallo, frunció el ceño al notar que no habían espinas y los tallos estaban lizos, deseaba clavar las yemas de sus dedos en las espinas y calmar sus nervios un poco —. Las ovejas están incontrolables, eso me preocupa — miro a los corderos que saltaban junto a las gallinas contra Herodes, sino fueran niños tan pequeños e inocentes hasta podría pensar que lo estaban sacrificando —, pero tengo un callado y no temo usarlo — bromeo dando unos golpecitos con el largo palo de madera al suelo, observo detrás de su tío que la misma muchacha de hacia un rato estaba hablando con Baltazar, quien era el pastor local, hablaba airadamente, señalándolo con la mirada.
— ¡Mi pastorcito lindo! — Alma lo cubrió en un apretado abrazo que le hizo crujir los huesos — Me alegra que hayas decidido hacerlo, tus dotes actorales son ¡Fantásticas! — Aidan miro a su tía con preocupación, sabía de la indiscreción crónica que padecía Alma y temía que ella dijese algo que rebelara la película.
— Gracias, pero...no tengo ni un solo dialogo.
— No importa, tienes un rostro de sorpresa perfecto — Evangeline le dio un beso en la frente, esa iglesia significaba mucho para ella.
En uno de los muchos traslados militares de Evangelista vivió en esa linda ciudad junto al mar, misma en la que se enamoro de Jesús y hayo en su palabra el consuelo para superar la muerte de su madre, el doctor Stilinski se enamoró de esa ciudad durante un campamento de la iglesia y por eso decidió comprar el que algún día fue su hogar conyugal hasta el divorcio en esa ciudad. Era irónico que tanto su madre como su tío — dos de sus personas favoritas — amaran la iglesia que él odiaba tanto.
— Aidan — llamó Baltazar, su voz era suave pero firme. Aidan se giró para mirar al pastor y a la chica que estaba con él. — Necesitamos hablar contigo. Se acercó, una expresión de confusión cruzó su rostro.
— ¿Sucede algo? — preguntó, mirando de Baltazar a la chica y luego a sus propias muñecas cubiertas por brazaletes.
— Tus brazaletes, Aidan — comenzó Baltazar, su tono era de preocupación. — Son muy llamativos y hacen ruido. Tememos que puedan distraer a las personas durante el servicio de la iglesia.
Aidan bajó la mirada hacia sus muñecas, sus dedos tocaron los bordes de los brazaletes. Podía sentir las cicatrices debajo de ellos, recordatorios permanentes de un pasado que preferiría olvidar.
— Es que...
— No tienes que explicar nada — interrumpió el doctor Stilinski —, simplemente no se las va a quitar, punto.
Baltazar asintió, no queriendo provocar al doctor que donaba una gran cantidad a la iglesia ni el que le busco un reemplazo al último minuto.
— Ady — Alma rebusco algo entre su bolso, sacando dos muñequeras de cuero —, tal vez podrías usar estas — las examinó y colocó sobre sus pulseras, pero eran demasiado cortas, no lograban ocultar por completo sus cicatrices.
— No, son cortas.
— Ponlas por encima — Evangeline tomo las muñequeras, atándolas sobre las pulseras — ¿Ves? Así se disimulan — el rostro de la mujer se ensombreció al tocar las muñecas laceradas de su hijo, pero rápidamente sonrió y beso con cariño las manos del pastorcillo — ¡Listo! Ahora vamos a darle una lección a esas ovejas molestas.
— Evangeline, es solo una actuación, no va a llevar a las ovejas al matadero — dos corderos que estaban cerca miraron con desagrado a Alma —. No se preocupen, jamás sacrificarían a corderos tan delgados como ustedes — los niños le sacaron la lengua, gesto que Alma les devolvió junto a unas morisquetas más —. Mocosos — murmuro mirando con atención a los pollitos.
— Se siguen viendo las pulseras y ahora van a sonar más — señaló la muchacha con el ceño fruncido — ¿Por qué haces todo tan difícil? Solo quitátelas.
La pastora hizo un ademán de intentar tomar las pulseras, pero el imponente doctor se interpuso entre ella y su sobrino.
— Él no se las va a quitar — su voz fue tan severa como el juez que condena a muerte a un criminal despiadado, luego el hombre miró a Baltazar con un gesto de aburrimiento — ¿Pastor? — de inmediato el rey mago se llevó a la pastora. El doctor Stilinski se regreso a su sobrino y le dio un fuerte abrazo — ¿Listo para ser el mejor pastor del mundo? — pregunto todavía teniéndolo en sus brazos.
Aidan sonrió, por primera vez en mucho tiempo era una sonrisa genuina.
— Lo estoy.
La chica que hacía de pastora no dejo de mirarlo de reojo durante toda la interpretación, en especial cuando se movía o levantaba el cayado provocando el sonar de las pulseras en sus muñecas, sonido que se camuflada a la perfección con la melodía durante cada escena. Finalmente llegaron a la escena culminante, Aidan junto a los otros dos pastores y la pastora entraron el pesebre, se quitó el gorro y sostuvo el cayado contra su pecho mientras se arrodillaba frente a la bebé y el sonido de un villancico resonaba por la iglesia.
Se inclinó sobre el cayado observando al bebé, sus enormes ojos admiraban a todas partes con preocupación, supuso que le resultaba incluso aterrador a un bebé tan pequeño estar en esa situación, inclinó la cabeza, mirando bien a la criatura. Intento pensar, intento ver lo que Günther vio en él, intento imaginarse besando esa boquita, tocando ese cuerpo pequeño, pero le fue imposible hacerlo. Siempre se considero de mente abierta, pero seguía sin comprender, ¿Cómo alguien podría mirar a un niño pequeño y ver algo más que una criatura adorable que abrazar hasta la saciedad? Entonces llegó a una conclusión que pese a ser muy obvia se negó a considerar hasta ese momento: para Günther nunca fue su amigo, para Günther solo era un cuerpo que violar, nunca lo vio como lo que era, un niño, para el portador de esos ojos glaciares solo era un objeto que dañar. Nunca una persona. Nunca un niño. Solo un objeto fruto de su enfermo deseo.
Saberlo era algo que podía tolerar, pero aceptarlo...le resultaba tedioso e incluso agónico darse cuenta de que por parte de ese hombre que estuvo en su vida desde que tenía conciencia en realidad nunca lo amo, sus sentimientos nunca fueron reales, al menos no los buenos.
Ladeó la cabeza, imagino a la pequeña ya grande, se pregunto si sería lo suficientemente grande como para tener cabello o seguiría teniendo esa adorable calva hasta ya entrados los años, aquél bebé tenía los ojos muy grandes, tan grandes que las luces del árbol se reflejaban en aquellos orbes oscuros, su piel morena estaba cubierta por una mantita blanca que parecía incomodarla, no la juzgaba, era lana y para la piel de un bebé debía ser incómodo, incluso doloroso.
Lana.
Inconscientemente se llevo la mano libre del cayado a la parte baja de la cadera, a sus glúteos, a su nalga izquierda ¿O era la derecha? Su mente evocaba el recuerdo de aquella dolorosa nalgada que lo hizo ver colores por no soportar la picazón de tener que llevar ese horrible traje de cordero, la lana era el material con el que estaba hecho parte del disfraz de cordero que tuvo que usar y su enemigo jurado desde ese día.
Los reyes magos aparecieron con sus regalos y el elenco se tomó de las manos con José, y María en medio, sosteniendo a la niña Jesús entre sus brazos. Empezaron a cantar y toda la iglesia se unió a su canto. Aidan miró al público, la luz amarilla lo dejo ciego por un minuto, quizás más.
— Noche de paz, noche de amor.
Comenzó a mecerse de un lado a otro al ritmo de la canción, algunos del elenco lo miraron extrañados antes de unirse, meciéndose aún tomados de las manos. No podía ver nada, la luz de los reflectores lo había dejado ciego momentáneamente, sin importar aquello Aidan siguió cantando y meciéndose, cerro los ojos entonando la siguiente estrofa, una sonrisa inocente se formó en sus labios y al abrir los ojos allí estaba: Katherina en primera fila, catando y meciéndose al ritmo de la canción.
— Brilla una estrella de paz, brilla una estrella de paz.
Volvió a cerrar los ojos, sonriendo, solo sonriendo.
Feliz navidad a mis amados y amadas lectores, y lectoras. Muchísimas gracias por estar aquí para Aidan y para mí, que Dios los llene de bendiciones y felicidad.
ass_krn
XammyNight
SaskiaSkarsgard
-Becker-
soyEmi2007
AliMalaq
@MaheliMahelimartinez
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