Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Con Dan no vas a jugar

Katherina como tal nunca había pensando en lo que se sentía o cómo sería su primera vez. El despertar sexual era algo normal para cualquier adolescente, eso lo sabía, pero le resultaba incomodo pensar en ello, como tal la acción de la penetración le causaba escalofríos, en cada clase de orientación sexual, charla para prevenir embarazos adolescentes o escena remotamente erótica en la televisión la chica no podía evitar estremecerse. Se le hacía algo doloroso. Caótico. Desde que tuvo la edad suficiente para entender sus padres le dieron la famosa "charla" y desde que supo cómo se hacía no pudo sentir más que asco, y temor. Tenía 13 cuando le dieron la charla y no pudo evitar asociar la penetración con una puñalada, y al pene con un puñal, puñal que si entraba demasiado o se deslizaba de forma incorrecta terminaría por destrozarle los órganos.

No entendía porqué las personas eran tan apasionadas y salvajes en el tema del sexo, claro, sabía que se sentía bien pero quizás su percepción se había visto sesgada por la influencia de sus padres. Pese a no ser puritanos extremos al punto en que la palabra "sexo" estuviera vetada de la casa, "la charla" no fue tan esclarecedora como Katherina hubiera deseado, su padre solo guardo silencio, asintiendo mientras tejía hábilmente un nuevo vestido para sus gemelos, aún incapaz de decidir quién se quedaría con qué, esa era la ventaja, al ser tan pequeños y regordetes podía vestirlos con un costal de papas y seguirían siendo adorables, su madre fue quien tomo el control de la charla, le explico lo básico, de dónde venían los bebés, qué era la penetración, que del sexo vienen los niños y que si llegaba a quedarse embarazada antes del matrimonio se iría al infierno, lo dijo en tono de broma, pero la perturbada niña que no podía dejar de asociar el sexo con una danza de puñaladas correctamente proporcionadas no lo entendió así, al final lo único que dijo Owen fue <<No te preocupes, cielo, lo harás cuando estés lista y con alguien especial, te sentirás amada y feliz cuando lo hagas>> y tenía razón. La muchacha esperaba despertar cubierta de sangre, temblando e incapaz de levantarse por el dolor entre sus piernas, en vez de ello se despertó en brazos del hombre que amaba, la calidez de su abrazo fue algo indescriptible, delicioso y acogedor. Lleno de besos su rostro, acarició su cabello desordenado y la dejo dormir un rato más, al menos hasta que sintió un par de tiernos besos, un camino sagrado de promesas silenciosas desde su hombro hasta sus labios.

— Buenos días, dulce Kat — la voz suave de Günther contra su oído y su aliento cálido golpeando su piel mando olas de cosquilleo por todo su cuerpo.

Con una sonrisa en sus rosas labios sin labial de frambuesa abrió sus ojos marrones y su visión fue bendecida con la imagen de su amado príncipe, acababa de tomar un baño, su cabello mojado y peinado hacia atrás lo demostraba. Las manos de Günther eran grandes, era un hombre grande y atractivo, eso le gusto a la chica, le encantaba sentirse entre sus manos, tan pequeña y vulnerable, le encantaba esa sensación de protección, esa sensación de saber que aunque era fuerte y podría fácilmente destrozarla con esas grandes manos jamás la dañaría. La joven sostuvo el rostro luminoso de su caballero entre sus dedos, lo miro bien, cada pestaña, cada cabello dorado, sus cejas pobladas curvadas en un gesto de amor, sus labios ligeramente enrojecidos, mismos que no dejaban de posarse en su piel, incluso la pequeña hendidura en su mandíbula marcada, todo en él era perfecto pero lo que sin duda le robaba el aliento eran sus ojos, azules cual glaciar, azules como las entrañas del mar, no eran el clásico tono de azul, era como ver un par de copos de nieve flotando en las profundidades de un océano sin fin. Eran oscuros y frívolos, pese a ello estaban llenos de amor.

El muchacho se inclino y volvió a besarla, le encantaba sentir como su piel se erizaba con cada beso, hundió sus dedos en su ondulado y suave cabello castaño, se subió lentamente sobre ella, palpando su cuerpo oculto sobre el arrugado vestido de distintos tonos de azul. El sol caliente se poso sobre ambos, como si los dioses bendijeran lo que estaban haciendo. Con cuidado apreso su cintura entre sus brazos mientras se fundía en el cálido milagro de sus senos. Ahueco su rostro con los dedos, aquella pequeña hilera de pecas en sus hombros similares a besos de ancestrales ángeles lo dejaron sin aliento, surco con las puntas de sus dedos las infinitas aguas de su cuerpo, acariciando la calidez innegable del interior de sus muslos, como un día soleado de dulce verano. Con una sonrisa en sus labios, Günther se inclinó y presionó su boca contra la de ella con avidez, forzando su lengua a atravesar su barrera de resistencia y reclamando posesión sobre esta inocente pero lujuriosa joven que ahora finalmente era toda suya. Mientras Katherina temblaba debajo de su agarre, con lágrimas corriendo por sus mejillas mientras gemía, supo que realmente había cruzado una línea... pero maldita sea si no se sentía bien. Sus labios se posaron, uno sobre otro, como una perfecta pieza de cristalería rota que por fin se unía, como un jarrón destrozado que se negaba a dejar ir, fuera por un valor sentimental o similar y entonces con ayuda de silicona, y algo más se forzaban las piezas a encajar. La beso con ternura, con adoración, fingiendo que aquellos ojos dulces cual miel eran celestes e inocentes. La abrazo una vez más mientras danzaba hacía atrás y hacía adelante, entrando y saliendo del rincón sagrado de su cuerpo, fundiéndose sobre ella como mantequilla derretida. Siendo un solo cuerpo una vez y otra vez.

La cálida agua de la tina se deslizo por el cuerpo de la chica. Ella arqueo la espalda y dejo salir un suspiro mientras las grandes manos de su amado acariciaban su cuerpo con avidez, esparciendo la espuma como un misterio sin resolver. El agua tibia y perfumada la envolvió mientras recostaba su cabeza en el hombro de él, observo su reflejo en el empañado espejo y suspiro con satisfacción al ver lo perfecto que encajaba su pequeño cuerpo contra el suyo, como un rompecabezas destinado a unirse desde inicios de la humanidad. Su caballero los giró a ambos para que ella estuviera de espaldas a él.

— Date la vuelta — murmuró suavemente contra su oído antes de pasar sus manos suavemente arriba y abajo por su espalda y cintura baja, como si reclamara la propiedad de cada centímetro de esa exquisita criatura que se encontraban frente a él—. Quiero que te veas a través de mis ojos — mientras Günther observaba el reflejo de Katherina en el espejo frente a él, no pudo evitar sentir una sensación de asombro mezclada con un intenso deseo corriendo por sus venas. Ella realmente era bella: cada centímetro de su piel cremosa pedía atención y admiración. Bajándose lentamente hasta el borde de la bañera hasta que estuvo al nivel de esas mejillas redondeadas, respiró hondo antes de inclinar finalmente la cabeza hacia adelante y hundirse por completo en su carne.

Su lengua la toco como un pianista experto tocaría las teclas interpretando su obra maestra y al finalizar, la dejo jadeando entre las perfumadas aguas, mientas depositaba un beso en su frente y terminaba de bañarla. La sorprendió con un exquisito desayuno. Cuando llego a la cocina y vio allí, cocinando tranquilamente el corazón de Katherina se encogió, era como la escena de un deseo hecho sueño, una realidad para ella, respiro pesadamente mientras se llevaba el primer bocado a los labios y se sintió tan plena, y amada que no pudo evitar desear sentirse así por el resto de su vida. Ese se día tras desayunar con su caballero de reluciente armadura la acompaño con sus manos entrelazadas hasta su pequeña casa, la chica dando pequeños saltos emocionada, luciendo su vestido nuevo con una sonrisa.

— Mi madre enloquecerá cuando sepa de esto — tarareo feliz.

Günther detuvo su caminar, a pocos metros de la casa y la miro desconcertada. Sabía que Evangeline estaría enojada pero como la oportunista que era encontraría la manera de sacar provecho de aquello, a lo mejor y hasta los forzaba a contraer matrimonio. Ya era suficientemente malo que engañara a Aidan con su hermana, no pensaba lastimar más a su pequeño amante dándole también un anillo.

— No puede saberlo, Kat — dijo con voz calmada. Su sonrisa se desvaneció y por un momento su mano flaqueo entre sus dedos.

— ¿Por qué? — pregunto asustada, mientras sentía que la bilis le subía a la garganta. Sabía que muchos hombres les gustaba tomar la virginidad de las muchachas y luego presumirlo. Se sintió desolada al pensar que Günther sería uno de esos chicos. Intento soltar su mano, se sentía repentinamente expuesta, vulnerable, casi como si estuviera desnuda en medio de la calle y no había brazos fuertes que pudieran protegerla, pero el agarre en las manos del príncipe no flaqueo.

— Sinceramente, no creo que sea bueno que compartas algo tan intimo como lo que hicimos con tus padres — acerco a la joven a él, posando sus dedos alrededor de su cintura con anhelo, tratando de calmar la angustia en los ojos de la muchacha —. Me da un poco de vergüenza — mintió.

Su semblante se relajo y asintió lentamente, uniendo aún más sus dedos en un juramento tácito que solo uno de los dos intentaría completar, pero que ninguno de los dos podría cumplir.

— No necesitas avergonzarte, no hicimos nada malo, Dios hizo el sexo placentero para disfrutarlo y nos gustamos, ¿Verdad? — dejo escapar un suspiro tembloroso, cargado de angustia y leve arrepentimiento, Günther la envolvió en sus brazos, tomando su cabeza sobre su tronco fuerte y definido, a lo mejor todos en la familia de su amado eran iguales de bajos o él era muy alto, Katherina a penas le llegaba a la mitad del cuello. Con la oreja pegada a su pecho, oía el martilleo incesante de su corazón, más y más rápido, como un cantico errático, ella oculto su rostro en la hendidura de su cuello, mientras esperaba aque le contestara. El chico sabía el poder de su respuesta: era capaz de hacerla sonreír, ono.¿Qué podía decir salvo que sí y que sí? Sí, le gustaba la chica. Sí, tenía suerte. En cualquiercaso, era verdad.

Los días siguientes fueron un paraíso. Supuso que Evangeline no llamo a la policía porque sabía que estaban juntos, uso una excusa simple, ni muy elaborada ni muy mediocre pero creíble, aunque pudo ver la forma acusatoria en la mirada de su suegro mientras comentaba el lindo vestido que llevaba la chica, el hombre intento hacer más preguntas tratando de descubrir la razón por la cual su hija se había quedado un día y medio en su casa sin dar explicaciones, pero su esposa lo callo con comentarios a cerca de lo bueno que era que Katherina se relacionara con chicos de su edad. Pesé a ello podía seguir sintiendo la enemistad por parte de su suegro, era como si Owen sospechara lo que en realidad estaba pasando, no solo con su primogénita sino con su unigénito varón. A lo mejor y tendría que deshacerse de él, no quería hacerlo pero si se volvía una molestia no tendría alternativa más que acabar con el padre de su amor.

Un efecto colateral de desvirgar a una joven cristiana es que de inmediato cree que el haber consumado el sexo fue una señal divina del cielo y ahora sí o sí deberán ser pareja, y casarse, aunque perfectamente el matrimonio podía ser efecto colateral del cristianismo. En sus creencias el matrimonio no era más que un trozo de papel firmado, era raro que como tal se celebrara una boda, el termino "esposo" y "esposa" se usaba solo para el favorito o proveedor de hijos. Aún así le encantaba la idea de casarse, tal vez estaba siendo demasiado sentimental y romántico empedernido pero le gustaba la idea de unir su vida para siempre a una persona, a la correcta, no a Katherina quien parecía absolutamente encaprichada con él. Ahora todo su valioso tiempo lo pasaba con ella, no era que fuera una molestia ni mucho menos, su compañía era agradable pero añoraba dedicarle tiempo a su pequeño. Para su fortuna había un millón de clases extracurriculares a las que su suegra lo inscribió y podía aprovechar algunas para llevárselo a un rincón y hacerle el amor. De su bolsillo salió dinero para clases de idiomas, de pintura, de algebra, matemáticas y química, también el equipo de futbol cuando lo inscribió en aquél deporte y pago una membresía de porvida en un gimnasio para que Haza tuviera clases de natación. Más recientemente su suegra le había manifestado el deseo del niño de tocar violín y piano, logró traer a un reconocido musico de su misma religión para que le enseñara piano, pero tuvo que conformarse con una costosa y renombrada academia para enseñarle violín, lastimosamente no existía forma de resucitar a Paganini ni mucho menos y ningún violinista le parecía suficientemente bueno para su pequeño, la mayoría eran jovenes y ajenos a su comunidad, temía que alguno pudiera quitárselo. Verlo con el violín era algo placentero. La forma en la que su boquita gruesa se abría en sorpresa mientras tocaba cada nuevo acorde, como corría emocionado hacía él para mostrarle que estaba aprendiendo a leer partituras y la forma en la que hacía muecas mientras tocaba (cerraba un ojo, torcía la boca y sacaba la lengua) porque así podía concentrarse más, si bien la academia dejaba mucho que desear le gustaba que tuviera una parte del edificio clausurado por remodelación, podía sacar al pequeño 20 minutos antes de la clase, llevarlo a uno de los oscuros auditorios y hacerle el amor contra uno de los pianos de cola del escenario. Le gustaba visitarlo mucho en sus clases de violín, era de las pocas veces que no tenía a Katherina asfixiándolo, pero su pequeño comenzó a decirle que no podía ir porque se acercaba una presentación importante y debía ensayar sin distracciones. Lo entendió, pero le resulto doloroso ser desplazado de ese modo.

Trato de cumplir su promesa, enserio trato, pero fue imposible hacerlo y tras dos tortuosas semanas sin adentrarse al exquisito cuerpo de su pequeño fue a una de las clases. Cuanta no fue su sorpresa cuando la maestra, que pestañeaba cada cinco segundos, se mordía los labios de forma provocativa y había desabrochado uno de los botones de su camisa, en un intento de hacer resaltar su patético escote le dijo que el niño hacía tiempo no iba a las clases.

Asustado comenzó a buscarlo por toda la ciudad, ordeno a sus sirvientes que lo buscarán y en poco tiempo uno de ellos encontró al pequeño jugando en un parque cercano a la academia con aquél mocoso molesto con el que Evangeline hace tantos años se había disculpado por golpearlo. Sus ojitos celestes se contrajeron aterrados cuando notó la mirada glaciar y enojada de Günther sobre él.

— ¡No hice nada malo! — se defendió el niño haciendo pucheros mientras Günther tiraba de él con violencia.

— ¿Qué no hiciste nada malo? ¡Deberías estar en tus clases de violín! ¡No jugando con ese imbécil! 

— ¿Pero por qué? ¡Güntty, sabes que yo solo quería jugar con Dan! — trato de defenderse el pequeño — ¡Estoy cansado! Nunca puedo jugar, siempre hay una clase de esto o de aquello, solo quería divertirme un rato — se excuso.

— ¿Te parece bien mentirle tu madre para irte a jugar con un mocoso? Ya llevas ¿cuántas clases de violín perdidas? — el niño se encogió de hombros.

— No sé — levanto lentamente su rostro, con sus ojos celestes brillando como cientos de estrellas por las lagrimas —, solo quería jugar — repitió en un hilo de voz, llegando a la puerta de su casa —. Por favor, no le digas a mamá, ella se enfadará — pidió mientras abría lentamente la puerta, pero para su horror Evangeline ya lo esperaba con los brazos cruzados y gesto de enfado.

Günther se arrepintió de haberla llamado, pero estaba tan enfadado y preocupado que la llamo a su trabajo para decirle lo que estaba pasando. Su arrepentimiento aumento con cada grito que la mujer le propinaba al niño, primero lo regaño por haber mentido, luego por provocarle tanta angustia emocional como para hacerla salir corriendo de su trabajo a buscarlo, también por hacerlos perder dinero en la mensualidad de la academia y finalmente por ser un desagradecido.

— ¡Ve a tu habitación, jovencito! — grito la mujer — ¡Te quedarás encerrado hasta que aprendas el valor del dinero! ¡Hasta que aprendas a ser un hijo bueno! — Aidan lloraba, con la vista clavada en el suelo.

— ¿Soy un niño malo, mamá? — pregunto con un hilo de voz.

— Bastante, ¡Ahora vete a tu cuarto!

Lentamente comenzó a retroceder y emprender el viaje hacía su habitación. El rubio se sintió fatal al ver sus ojitos derramar amargas lagrimas, pero debía entender que lo quiso estuvo mal, como siempre extendió sus brazos para poder consolarlo, pero esta vez el niño no corrío buscando protección, por el contrario, le lanzo su libro de partituras a la cabeza. Günther esquivo fácilmente el golpe, pero no pudo ni quiso esquivar los gritos heridos de su niño mientras lo golpeaba con sus manos tan pequeñas.

— ¡Eres un traidor! — gritó Aidan golpeando el pecho de su amigo — ¡Confíe en ti y me traicionaste!

— ¡AIDAN! — grito Evangeline, su mano temblaba rogando ser estampada en la piel de su hijo, si Günther no estuviera tomaría la correa de cuero del uniforme militar de su padre para castigarlo — ¿Qué clase de comportamiento es ese? ¡Estuviste muy mal está semana! ¿Qué te está pasando? ¿Desde cuándo eres así? ¿Desde cuándo mientes y engañas?

— ¡Yo sólo quería jugar! — volvió a excusarse.

— ¡Tendrás mucho tiempo para jugar una vez ingreses al mismo colegio de Günther! Cuando te ganes la beca tendrás todo el tiempo del mundo para jugar.

— No — la firmeza en su voz fue aterradora.

— ¿No?

— No voy a competir por la beca.

— ¿Qué estás diciendo, jovencito? — pregunto la mujer, contando hasta 10 para no abalanzarse sobre su hijo.

— ¡Dije que no voy a estudiar a esa escuela! ¡Perderé a mis amigos! ¡Perderé a mis maestros! ¡Ya no podré jugar con Haza o molestar a Dan! ¡Lo perderé todo!

— Harás nuevos amigos.

Por el tono de voz de Evangeline su hijo supo que no estaba a discusión, se haría lo que ella quería y punto. Derrotado el niño se cubrió el rostro comenzando a llorar, ¿Por qué no simplemente lo dejaban jugar y ya? Arrepentido, Günther trato de abrazarlo, pero el niño lo empujo de un manotazo. 

— ¡No me toques! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio!

— Aidan, no digas eso, pequeño, tú sabes que te quiero mucho.

A Günther se le rompía el corazón ver a su pequeño llorar de impotencia, pero consideraba que sus lágrimas era un sacrificio razonable con tal de no ver a su pequeño caer en las garras de alguien tan perverso como Dan, podía verlo en la forma como el chico miraba a su pequeño: lo deseaba; Günther tenía miedo, miedo de que Dan se lo quitará, lo veía abrazarlo, tomarlo de las manos y llenarse de barro en algún charco, odiaba como su pequeño lo tocaba y llenaba de cariño, Aidan no podía tener otro amigo que no fuera él. El niño le dio un golpe más antes de salir corriendo a su habitación, aquellos golpes fueron dolorosos, pero no para su cuerpo, sino para su corazón.

— Mocoso malcriado — pronuncio Evangeline iracunda al ver a su hijo irse, a penas estuvieran a solas le daría un castigo apropiado —. ¡Oh! Günther — exclamo al recordar su presencia —, perdonalo, está entrando en la pubertad, ya sabes cómo son.

— ¿De verdad me odia? — pregunto desolado, con sus ojos clavados en la puerta de la habitación del niño, escuchando sus sollozos amortiguados.

— ¡Claro que no! Solo está molesto.

— Espero que así sea, yo no podría vivir sabiendo que mi pequeño me desprecia.

Vivir con el odio del niño era mil veces peor que la muerte. Pero había algo aún peor que el odio de su dulce amante: vivir sin él. Encontraría la forma de compensarlo y mantenerlo a su lado, perderlo sería demasiado.

Evangeline maldijo mentalmente a su hijo por provocarle tantos problemas, sobre todo ahora que tenía una petición tan importante que hacerle.

— Günther, ¿Puedo pedirle un favor? Es que sé que usted cuenta con los medio económicos para darme un préstamo, no sería mucho, solo para pagar un tutor para mi hija, sé que usted la quiere mucho y si podría ayudarme a conseguir que Katy tenga una mejor educación, y con ello mayor probabilidad de entrar a una buena universidad se lo agradecería mucho.

Günther asintió, ojala Aidan fuera tan fácil de comprar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro