7. Conocidos.
Aidan decidió salir de la biblioteca más temprano de lo que tenía previsto. No tenía sentido permanecer ahí sentado sin hacer nada más que dibujar garabatos en las zonas blancas de su libro de texto, mirar el minutero del reloj de péndulo que colgaba de una pared de color mostaza, la ventana y nuevamente sus libros escolares completamente llenos de garabatos: Aidan miraba y hacía todo; todo menos escribir, que era el motivo por el cual estaba en la biblioteca en primer lugar; las hojas en las que se suponía que debía escribir un leve texto sobre pensamientos y emociones se habían convertido en cientos de miles de posibles inicios, a veces anotaba ideas al azar, luego, cuando quería darle forma, se daba cuenta que no podía, no podía escribir sobre sí mismo. Incluso era incapaz de escribir sobre alguna anécdota o algo similar, simplemente no podía, era como si una bruma de oscuridad se hubiera adueñado de su mente, haciéndolo sentir miserable solo por estar vivo.
Por eso había tomado prestado un libro de dichos temas, así quizás encontraría un texto que fuera lo suficientemente bueno como para copiarlo, cambiándole algunas palabras, claro, no quería ser tan obvio.
Pero por más que lo intentó simplemente no pudo hacerlo. Sentía como si sus ojos se desprendieron lentamente de su cráneo y flotaran libremente lejos de su cuerpo. A ese pasó no tendría nada que mostrar en la clase de escritura del día siguiente.
— Quisiera escribir sobre mí, sobre mí abuso.
Susurró con la punta del lápiz en sus labios. Pero eso, era imposible. Era algo vulgar y desagradable, él lo sabía, sabía que en vez de asombrar a su maestra posiblemente la dejaría completamente asustada por lo que escribía, además de que no sabía con exactitud lo que había pasado, no lo recordaba. Aidan quería escribir algo importante, algo con lo cual burlarse directamente del dolor y de la muerte en sus caras, quería liberar tanto dolor y sufrimiento. El problema es que él no quería que su maestra supiera de aquellos pensamientos. Tampoco quería que nadie supiera de su abuso, ¿Un hombre violado? Que mal chiste, se supone que los hombres son fuertes, son indomables, ¿Acaso ser violado hacía a Aidan menos hombre? No, claro que no, pero él no lo sabía. De cierto modo agradecía a Dios no ser mujer, siendo hombre no existía posibilidad de embarazo, Aidan no podría vivir sabiendo que en su interior se estaba gestando el hijo de su abusador.
Haza siempre fue más diestra en la escritura que él, era la gemela espiritual y diestra en las artes, Aidan era más físico pero jamás se le dificultó tanto al punto de sentir náuseas, le dolía la cabeza de solo meditar en los posibles temas. Por eso, al final copió cualquier texto del libro, cambiando algunas palabras, suficientes palabras como para que el plagio no fuera tan obvio.
Aidan no quería que su maestra pensara: "Pobre niño, ¿Quién le haría algo así a un chico tan joven?" Mucho menos que empezará con su clásica diatriba de; "Los planes de Dios son un misterio", Aidan lo sabía de memoria; pero era realmente frustrante pensar que ese era el plan de Dios para él, claro que Aidan jamás cuestionaría esos temas, sino fuera por su fé ferviente posiblemente ya habrían caído en la locura. Si escribía sobre eso acabaría recibiendo los clásicos comentarios de "Lamento lo que te sucedió, pero no creo que debas decirlo ante todos" y Aidan no quería lidiar con las preguntas imprudentes de los adolescentes, por eso, finalmente dejó que la poesía deshonesta fuera el resultado final de su trabajo. El problema es que Aidan no podía escribir nada, ni siquiera de sí mismo, simplemente no podía escribir nada, se sentía tan débil y desorientado, pero a la vez quería que todos supieran lo que le había sucedido, el problema era que no él lo sabía con certeza.
Aidan salió de la biblioteca y caminó hacía su casillero que se ubicaba en la zona más nueva de la escuela. El primer día no lo había notado, pero ahora, ya con casi una semana en aquella institución educativa se dio cuenta que el 10% de la misma lucia de una forma moderna y ordenada, incluso bonita, con casilleros de metal sin ninguna abolladura, grafitis o rotos, pero más que casilleros eran unas pequeñas cajas de metal pegadas a la pared, una sobre otra, con apenas espacio para tres libros de texto, sus lápices y con un poco de suerte algún objeto pequeño como un frasco de crema de manos podría entrar; muy pocos tenían acceso a la zona nueva de la escuela, él la tenía ya que al parecer el doctor Stilinski pidió que al menos sus clases de literatura y biología fuera en aquella zona, y al ser alguien tan admirado logró obtener lo que deseaba.
— Si no puedo escribir de mí, mucho menos de algo más, ¡Ah! Soy tan patético — se lamento dejando su ensayo o más bien plagio en la diminuta caja metálica que llamaba casillero.
— No, sólo eres muy bajita — Aidan aguanto la respiración al oír la voz de Valerio hablándole detrás de él.
Por un momento pensó que era un fantasma o algo así, pero sintiéndose solo y ansioso decidió girarse, encontrándose con aquél chico, cuya pálida piel estaba llena de heridas y vendajes, ¿Cómo podía seguir vivo después de semejante golpiza? Pero Aidan no pudo preguntarle a Valerio cómo es que estaba de pie como si nada, porque el chico de cabello ondulado ya estaba a pocos centímetros de su rostro.
— Escuché que me defendiste de la psicópata esa, ¿Es cierto? — Aidan instintivamente bajo la mirada, asintiendo, no entendía el porqué siempre hacía eso.
Aidan se mordió el labio, no quería ser tan miedoso y tímido, él no era así, ese no era su verdadero ser, pero era incapaz de no sentirse débil ante cualquier presencia masculina que no fueran su padre, el doctor o su amigo Dan.
— Sí, lo hice, pero no sirvió de nada, ni siquiera pude llevarte al hospital.
Valerio soltó una amarga carcajada.
— ¿"No sirvió de nada"? No seas tonta, para tú información, querida, sino fuera por tí, Roxelana me mandaba al hospital y más allá, no solo eso, ella amenazó con romperme la mano izquierda — Valerio tomó el rostro de Aidan con la mano izquierda haciendo que lo viera a los ojos — y yo soy zurdo así que imaginarás el problema.
Ambos se quedaron viendo algunos segundos, Valerio acortó la distancia, pero antes de que pudiera cumplir su objetivo Aidan giró la cabeza, haciendo que en vez de sus labios besará su mejilla. Valerio suspiró, algo decepcionado.
— Me he sobrepasado, lo siento, no quería hacerte sentir incómodo.
Aidan no quiso responder, no sabría cómo se suponía que debía reaccionar, tampoco es como si pudiera hacerlo ya que los gritos de Roxelana y Tyline sonaron en el pasillo contrario.
— ¡Ni aunque lo mires mil años va a derretirse!
— ¡Ya Roxelana! Sólo lo miré un segundo. Además, ¡Es tu culpa que haya perdido las llaves de mi casillero!
— ¿Mi culpa? ¿Entonces resultas embarazada y también es mi culpa?
— Solo tú y Tony saben lo que hay entre tus piernas — Tyline alzó las manos conteniendo una sonrisa burlona — y sí, es tu culpa, porque TÚ, Roxelana, futura esposa de Tony, dueña de mis pesadillas, señora de la silicona, TÚ tenías mi bolso anoche y solo lo mire en segundo, ni modo que se derrita, ni que fuera Superman.
— ¡Sí claro! ¡Con esos enormes ojos de sapo cualquiera se asusta!
Valerio respiró enojado, antes de gritar.
— ¡CALLENSE!
Al instante la voz de ambas chicas ceso, pero en vez de silencio, paz y tranquilidad, la enorme figura atlética de Roxelana apareció por el final del pasillo. Está vez llevaba un vestido fosforescente de color verde limón, con agujeros alrededor de la espalda y la cintura, a Aidan le parecía casi un cruel chiste que la dejarán entrar así vestida a la escuela de una manera tan peculiar y a su parecer hasta vulgar. Aidan rápidamente corrigió ese pensamiento, todos y todas tienen el derecho de vestirse como lo deseen, en sí no le parecía vulgar el vestido o consideraba vulgar a Roxelana por vestirse así, solo que le sorprendía que aquél vestido tuviera tantos agujeros pero a la vez la tela suficiente como para cubrir cierta zonas estratégicas del cuerpo de Roxelana.
— Hablando del rey de Roma — masculló Roxelana con superioridad.
— Y el burro que se asoma — completo Tyline la frase surgiendo de detrás de Roxelana.
Aidan no pudo evitar imaginarse por un momento a Tyline como un insecto al lado de Roxelana, debido a su baja estatura, era como ver a un pitufo al lado de una gigante, claro que él no tenía mucho que decir, a penas sí media un metro con sesenta, Tyline también debía medir por el estilo.
— ¿Cuándo empezamos? — Tyline saco un lápiz labial verde oscuro y pintó sus labios.
— Aún no sé qué hacer — respondió Valerio en un claro gesto de desesperación y aburrimiento — ¡Jamás me fue tan difícil escribir un guion en mí vida! Simplemente no tengo inspiración.
Aidan los observó confundido, en especial porque Roxelana casi lo había matado y él actuaba como si nada.
— ¿Guion?
Roxelana sonrió, empujando a Valerio con brusquedad, haciendo que la cabeza del muchacho se golpeara contra el casillero, la chica quedó frente a frente de Aidan, con sus enormes labios rojos brillando en una hermosa pero singular sonrisa.
— Verás, querida Aidan, este de aquí es Valerio Karahan, conocido en el barrio como Hollywood, es hijo de un tipo que suda dinero pero que está en esta escuela porque consigue mano de obra barata y con mano de obra barata me refiero a mua — Roxelana se señaló asi misma y luego señaló a Tyline —. Hollywood hace películas ya que su mayor sueño húmedo que hace que se le pare es ser un cineasta reconocido, pero al parecer ya no tiene inspiración — respondió Roxelana haciendo un gesto dramático.
Como pudo Valerio se colocó frente a Roxelana, tratando de hablar con Aidan.
— ¿Quieres venir? Quizás tengas alguna historia que contar, algo que me regresé la inspiración — Valerio extendió su mano y enroscó sus dedos entre el cabello ondulado de Aidan, el chico retrocedió incomodó.
Su primer instinto fue negar, pero ya estaba harto de esa soledad, por eso se decidió arriesgar y aceptar, después de todo eso lo recomendaba su psicólogo, el doctor Stilinski siempre le recomendaba tratar de buscar amigos. Incluso le había propuesto unirse a un grupo de apoyo para más personas que habían sido abusadas, pero él había rechazado la oferta quizás era hora de intentar socializar. Odiaba estar solo y esa soledad lo estaba consumiendo.
— Bien.
Y así Aidan los acompañó, sin saber que acababa de cometer un gran error.
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