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64. Lo que él quiera.

Arrugó los papeles rasgados en una bola y los embutió en su boca, cuando quedo claro que no podría tragarlos Tyline los escupió en el fregadero, miro las hojas rotas llenas de saliva y volvió a engullirlas en su boca. Aidan estaba ahí, carajo, Aidan estaba en su apartamento repleto de las pruebas incriminatorias que la harían pasar de ser un ángel salvador a la enferma mental sin identidad o nombre propio que lo uso como carnada para atrapar a una de las traficantes de niños pilar para la explotación sexual infantil en UML, no era la más peligrosa o buscada, por algo la dejaron a cargo de recopilar información...pero no matarla, sí, su trabajo era recopilar información, ni siquiera atraparla, ni siquiera pensó bien las cosas cuando les ordeno a Raf y Sulfus acabar con ella, de la misma forma en la que no lo pensó cuando trajo a Aidan directamente a su apartamento lleno de pruebas de que no eran "casualidad" sus encuentros, claro que iba a explicarle, pero no pensaba decirle que era un señuelo.

Era su primera vez matando a alguien y aunque todo había sido más que excitante su corazón palpitaba a mil por hora mientras masticaba, y tragaba los papeles. Oculto unos debajo del suelo en su armario, pero estaba tan encantada con el muchacho que olvido la pila de otros papeles con información en su mesita de café, regados por la alfombra de la sala o en los estantes de la cocina. Se golpeó la cabeza con frustración sintiendo las puntas filosas a medio masticar del papel enterrándose en su garganta, tosió un par de veces golpeándose el pecho.

Vivía sola, no esperaba encontrar al hombre de sus sueños, menos llevarlo a casa y aunque le avergonzaba que su apartamento pareciera zona de guerra más le preocupaba que viera algo que no debía ver, luego tendría tiempo de pensar en las cucarachas y en la comida podrida en el fregadero, su prioridad era deshacerse de cualquier evidencia. Se encorvo contra el lavabo y el aroma a carne descompuesta casi la hizo vomitar, miro de reojo a sus perros preguntándose por qué no la atacaron, hasta ese momento no se percató de lo desordenada que era, si fuera sus perros de alguna manera se habría desecho de sí misma porque realmente quería saltar por la ventana o clavarse el cuchillo con mantequilla de maní mohoso en el cuello por su descuido, una mirada demás y la posibilidad de un futuro dejaría de existir.

Una arcada la hizo aferrarse a los bordes de lava plato, su lengua se abrió a medida que su rostro se acercaba al arroz mojado y maloliente dentro de una hoya quemada, una bola de papel a medio comer cayó en un suave <<¡Glump!>> en el agua sucia, se incorporó rápidamente, mirando detrás de su hombro, asegurándose de que Aidan no estuviera cerca, rodó los ojos, ¿qué tan estúpida era? Tomo el resto de papel rasgado y una pila más, y los sumergió en el agua sucia con comida flotante, se aseguró de esparcirlos, así al menos la letra no sería entendible. En su defensa llevaba casi un mes fuera de su apartamento y cuando se enteró que debía volver a la secta acababa de tener un episodio de atragantamiento, comió todo lo que estaba en su apartamento y luego lo vomito mientras recibía la indicación de que debía regresar a interpretar a Tyline en todo su esplendor.

Comer y vomitar era una de las pocas cosas que podía hacer en las que ella era quien controlaba todo, al menos en el vómito porque estaba forzada a una dieta mediterránea para mantener esa apariencia pulcra y frágil que suponían que tendría la verdadera Tyline si estuviera viva, por lo que vomitar solo era parte del ritual de recordarse a si misma que era humana y estaba viva. Ni en sus más locos pensamientos, ni siquiera en esos en los que Valerio le daba hierbas y cocteles que la hacían sentir como si tuviera un derrame cerebral mientras convulsionaba, y se arrastraba buscando a una abuela o madre que pudiera cuidarla que en realidad no existían llego a pensar que tendría a Aidan en su apartamento. Quería algo distinto, romántico y orgánico, unirse por el "trauma" de gravar películas para Valerio y dejar que todo fluyera, pero no, la puta Alma tuvo que secuestrarlo y ahora veía peligrar su futuro si Aidan leía algo en aquellas hojas. Se apoyó contra al lavabo, con sus manos llenas de papel mojado. Ni siquiera tenía que ser tan fatalista, quizás simplemente no le gustaría una chica desordenada.

No siempre era así, en realidad solía ser limpia o al menos lo era porque en las fotografías la pequeña Tyline siempre parecía recién bañada y perfumada, la Tyline real nunca habría tocado una esponja en su vida pero dudaba que se permitiera — o su perfeccionista madre — verse descuidada, solo...que estaba con los dedos en la garganta cuando recibió el llamado y apenas tuvo tiempo de vestirse o hacer algo.

— Ty...

Mierda.

La ronca vocecita de Aidan la hizo tensarse a la vez que sus pezones se ponían duros como roca, ¿Acaso no existía una voz más encantadora? Se sintió al borde del orgasmo de solo escuchar ese tono entre adormilado y preocupado, pero cualquier fuego entre sus piernas se apagó ante la idea de ser atrapada. Le dio un último vistazo a las hojas que flotaban dentro del arroz putrefacto antes de girarse y extender sus brazos como suponía lo haría la Tyline real si estuviera viva, y quisiera enamorar a un chico. Coqueta pero no descarada. Pero la Tyline real nunca tendría que lidiar con eso porque posiblemente sus restos estaban en una fosa común desconocida o su cuerpo dividido por todo el mundo, pero ella, ese cascarón vacío con ganas de vomitar no, estaba viva y odiaba cada minuto de no saber qué hacer o cómo actuar para que todo saliera bien.

— Buenos días cabrita narcoleptica, ¿Dormiste bien? — se acerco como si quisiera abrazarlo, Aidan retrocedió instintivamente y el corazón se le rompió, a la Tyline real nunca le habrían negado un abrazo — Entiendo — mantuvo su distancia, odiando con su alma que cada rincón de su apartamento subsidiado pareciera la escena de un suicidio por sobredosis. Se mordió el labio inferior, Aidan casi brillaba, tan...ajeno al desastre a su alrededor, la miraba fijamente, como un cachorro asustado a punto de ser atropellado por un auto y aunque ambos eran delgados, y median casi lo mismo el suéter que le presto lo hacía lucir tan pequeño, frágil, se le veían las clavículas y si la vida fuera justa el apartamento estarían reluciente iluminado por velas aromáticas, y dejaría un camino de besos en sus clavículas mientas hacían el amor salvajemente en la alfombra de felpa, pero la vida no era justa y su apartamento parecía un basurero, y Aidan lloraría antes de poder ponerle un dedo encima — ¿Tienes hambre? — se arrepintió al instante de preguntarlo, no solo por la evidente anorexia del chico, olvido por completo que había comido hasta las croquetas de sus perros, las cuales tenían una textura arenosa bastante agradable.

Aidan negó, como era de esperar. Junto sus manos delgadas en su vientre escuálido y sus ojos cansados e hinchados inspeccionaron el lugar, la chica miro por encima del hombro las hojas flotando en el agua, la tinta estaba corroída y el papel demasiado mojado para ser leído.

Todo está bien.


— ¿Puedo darme un baño? — sintió sus piernas temblar, Aidan estaba en el chiquero que llamaba apartamento y se iba a desnudar.

Dios, no me hagas todo tan tentador, por favor.

— Por supuesto, ¿quieres agua caliente? Tal vez... — extendió sus dedos, atrapando una honda rebelde entre sus dedos y escondiéndola detrás de su oreja, aprovecho para tocar un poco, tenía las orejas frías —podría darte algunos aceites aromáticos, para que te relajes, un masaje te haría sentir mejor.

Hazlo fácil, hazlo fácil, hazlo fácil.

Volvió a negar.

— Gracias, solo quiero quitarme esta..."sensación" de la piel — esa sensación de que la piel está pudriéndose en vida y que nunca se volverá a estar limpio.

— De acuerdo — sonrió fingidamente, regresando a su habitación en busca de toallas limpias, jabón, algunas bombas de baño y...¿Desde cuándo tenía tantas toallas? Miro el armario y retrocedió un poco, no recordaba tener tantas cosas, sus ojos cayeron a una crema corporal que parecía un postre y olía a manzanas, miro a Aidan que la esperaba debajo del marco de la puerta con la mirada clavada en los dedos de los pies, su dedo meñique era minúsculo, casi inexistente como las ganas de vivir de él —. Maldito — murmuro pensando en que formas ese metiche había entrado en su apartamento pero no tuvo la delicadeza de limpiar por ella —, aquí esta — tomo los productos y los llevo a su baño, dejo el agua caliente correr en la tina y vertió el jabón con aroma a manzana en el agua, dejando la crema corporal y demás productos en una mesita al lado de la tina pero no al lado del retrete. Rayos, su baño era minúsculo, estaba claro que no podrían tener un encuentro fortuito entre espuma y sales de baño, pero esperaba que al medir casi lo mismo si cupiera en la tina —, relájate, mientras tanto preparare algo de comer.

Salió del baño y observo a Aidan entrando tímidamente, se giró y cerró la puerta, manteniendo la mirada baja pero regalando una mirada de ojos celestes justo cuando la puerta se cerraba y Tyline tuvo que luchar contra el deseo de derribarla, y hacerle el amor contra el retrete porque no era nada romántico, y porque no estaba bien. Se quedó frente a la puerta, esperando a que de repente se abriera y Aidan la invitara a pasar porque no podía alcanzar su espalda o por cualquier otra excusa. No pasó. Recostó su cabeza contra la puerta, podía escucharlo, la ropa deslizándose fuera de su cuerpo, su piel blanca reluciente por el agua, lo imagino semidesnudo junto a la tina, jugueteando con el agua, hundiendo sus dedos en la espuma y soplando, dejando las burbujas flotar. Abrió la puerta y los ojos de Aidan se abrieron de par en par al verla, de inmediato intento tomar los pantalones holgados que le presto pero ella lo detuvo, tomo su delicada mano y la envolvió en sus dedos, la acuno con delicadeza entre sus impuras manos como el objeto sagrado que era y las beso, sus impíos labios dejaron un camino de besos desde la punta de los dedos hasta el hombro, luego las clavículas, el cuello, hundió su rostro en su hombro, aspiro su aroma, tan suave, delicado, Aidan olía a mar, Tyline no sabía a qué olía el mar pero era lo único en lo que el aroma de la piel del chico le hacía pensar, en el mar azul, en la espuma aterciopelada como lo era la piel del muchacho, en el cielo celeste como sus ojos y él la miraba, no con temor o preocupación, ni siquiera con curiosidad, solo la miraba, a ella, no a Tyline, no a las otras chicas que interpreto alguna vez, solo a ella, a ese cascarón vacío sin identidad que lo amaba con locura. Sus ojos brillaban, casi tanto como el resplandor del sol. Ahueco sus mejillas entre dedos, admirando su sedosidad, se inclinó, besando la cicatriz de mordida en aquella piel sagrada, esa mancha en un mantel blanco y perfecto, dejo que su lengua saboreara la textura rugosa de la cicatriz, dio un salto al escuchar el melodioso sonido de un gemido abandonando los labios de Aidan, su lengua subió, haciendo atrevidos círculos por lo largo del cuello, llego a su oreja y la beso, beso sus mejillas, su nariz, sus pestañas, su frente, su quijada y sus cejas.

Todo en él era tan...

Dios.


Sentía amor, tanto amor que quería llorar, quería vomitar, quería besarlo y no dejar que nadie más lo dañara. Sentía tanto amor que por un momento creyó que iba a explotar. Sentía tanto amor que no era un cascarón vacío, porque Aidan la llenaba, su amor la llenaba y eso era suficiente, no necesitaba un nombre, no necesitaba una identidad, ni una historia o una personalidad, él era todo lo que necesitaba. Hundió sus dedos en las hondas de su pelo y lo beso, su boca la recibió como si llevara toda su vida aguardando a su llegada. No pidió permiso, solo lo hizo, su lengua entro en la boca de él como si ese fuera su lugar legítimo, sus indecorosas manos lo despojaron del suéter, exploro su boca con besos largos como el tiempo, termino de quitarle la ropa como si lo liberara de una prisión, se quitó sus bragas, ni siquiera se molestó en quitarse la falda, lo apoyo contra la tina, era más romántico hacerlo en la tina que en el retrete y entonces se abrió a él como una flor mojada por el rocío mañanero. Sus ojos no escudriñaron demasiado, se posó sobre ella como una nube sobre la tierra y entonces fueron una sola carne.

— Ty, ¿estás ahí? — saco sus manos de debajo de su falda y se puso de pie de un salto, miro la puerta cerrada, ¿Acaso la escucho? Clavo sus uñas en la palma de sus manos, ¿qué iba a pensar de ella? Peor aún, ¿Qué clase de pervertida enferma se masturbaba frente a la puerta de un baño que albergaba al fruto de su deseo? Aidan debía estar intentando escaparse por el fregadero, huir de ella y de su perversión.

— Sí...— dijo tímidamente, limpiando sus jugos en el costado de su falda —, aquí estoy.

— ¿Podrías traerme un cambio de ropa? Sé que eres mujer, pero tenemos contexturas similares y creo que podría caber — paso saliva, tratando de no tomar esas palabras como una insinuación o un insulto, ¿De verdad era tan delgada? Se miró al espejo mientras buscaba algo unisex que darle. ¿Senos? Pequeños pero tenía, ¿trasero? Bastante decente si le preguntaban.

Le entrego la ropa en silencio y aprovecho que él estaba bañándose, no para seguir masturbándose mientras pensaba en él y escuchaba el sonido del agua chapoteando en contra su cuerpo, sino para limpiar un poco.

— Dan, hijo de la mil perra, tenías un solo trabajo — murmuro para sí misma mientras echaba el montón de papel mojado por el lavabo, ahora que creía en Dios no sabía si debía cuidar más el planeta o dañarlo más para que volviera pronto, pero por el momento solo quería que todo estuviera impecable, no le importaba contaminar unos cuantos litros de agua por ello.

Termino de limpiar el desastre en el fregadero cuando Aidan salió del baño. Las hondas estaban levemente lizas y las gotas se deslizaban como en un tobogán en sus hebras negras.

— Gracias, Ty, por todo — comenzaba a gustarle ese apodo.

— No hay problema — quería tenerlo ahí, a su lado, para siempre, pero no estaba bien y aunque pudiera deshacerse de Dan, noquear a Aidan, secuestrarlo y huir a un país desconocido para vivir juntos su asfixiante amor eso no era lo que quería, quería un amor que la hiciera sentir a punto de explotar y para obtenerlo debía esperar un poco más — ¿Listo para regresar a casa? — Aidan abrió los ojos, su mirada le dijo todo: no había pensado en volver.

— ¿Con mi tío?

— Sí, ¿O deseas volver con tus padres? — amaba a sus suegros por haber hecho a Aidan, pero eran tan condenadamente estúpidos al no haberse percatado del abuso que le preocupaba dejarlo a su cuidado.

— No...— dijo rápidamente, su voz fue acompañada por un quejido, el mero pensamiento le resultaba doloroso, lo lastimaba casi tanto como los golpes.

— Ady — dio un paso hacia él, le resultaba agónico verlo tan angustiado —. No tienes que hacer nada que no quieras — tomo aire y fuerzas, sujetando su mano con cariño, Aidan de inmediato se puso rígido —, tu tío te extraña, pero él puede esperar, lo que importa eres tú, tú y solo tú, ¿entiendes? — quiso abrazarlo y dejarlo derrumbarse en sus brazos, pero aún no parecía listo y no mentía, Aidan era todo lo que importaba, al menos para ella.

— No sé si pueda verlo...no después de lo de Alma — lagrimas como perlas brillantes, gotas cristalinas se adueñaron de su celeste mirada, como si de una vitrina de diamante se tratase, su agarre sobre su mano aumento, diablos, realmente quería abrazarlo — ¿Cómo podré verlo a los ojos después de esto? Él tenía razón, Tyline — bajo la cabeza, avergonzado de su vulnerabilidad —, él tenía razón sobre mi tía, sobre...lo mala que era...¿Cómo podré verlo? ¡Casi muere por mi culpa! — Dan le dijo que se callara, que lo resolverían los tres, como si fueran un equipo o algo, pero no, ella lo quería solo para él, era mejor dejarlo claro desde el principio.

— El doctor no sabe nada — confeso. Aidan levanto la cabeza, dos lagrimas suicidas ya se deslizaban mortalmente por sus mejillas hacia su mandíbula — y no tendrás que estar solo en esto, yo estaré a tu lado — puso los ojos en blanco, recordando que lamentablemente no eran un dúo —, Dan también te apoyara.

— ¿Eh? ¿Cómo que no sabe nada? — se mordió el dedo pulgar con nerviosismo, apretando la uña entre sus dientes mientras pensaba cuánta información era segura revelar o al menos qué información no le provocaría a Aidan un ataque de ansiedad — ¿Dan? — Aidan sintió como si el suelo estuviera hecho con fideos, se sentía horrorizado de pensar que toda su familia pudiera saberlo, no quería las miradas de lastima, las lágrimas, las suplicas de perdón y que lo trataran como si estuviera hecho de porcelana, y la más leve ventisca pudiera dañarlo.

Solo quiero volver a ser yo.


Quería arrancarse la violación de raíz, quizás junto a su piel pero...
Dejo escapar una tos seca en un vago intento de no llorar. Solo quería volver a ser risueño, travieso, feliz y humano, en ese momento se sentía solo como un agujero llenado a la fuerza, un lugar donde los humanos depositaban su inmundicia, estaba tan lleno que sentía como se ahogaba desde adentro hacia afuera.


— El doctor cree que has estado viviendo con Alma todo este tiempo, Dan me ayudo con la mentira, se escapó de sus padres para regresar a ti y tuve que contarle todo, tu tío acababa de despertar y yo debía regresar a la secta, en el hospital interpretaron su envenenamiento como involuntario, causado por una intoxicación, Dan estuvo contándole mentiras y visitándolo. Él cree que estas avergonzado ya que fuiste tú quien coloco la flor en el pastel y por eso te niegas a verlo.

— Mi ti...— se negó a terminar la palabra, esa maldita no era nada suyo —, Alma — se corrigió — ¿No le hizo nada? — Tyline no se atrevió a mentirle, no cuando esas mejillas rojas estaban mojadas por las lágrimas.

— Alma intento matarlo, le llevaba más de esa flor en distintos alimentos, pero debido a que también regreso a la secta no pudo matarlo y quedo en coma unos días, pero ya está estable.

— ¿Y los padres de Dan? ¿Realmente lo dejaron quedarse? — recordó como su padre prácticamente lo tiró hacia el auto, los gritos, las suplicas y amenazas. Una vez Dan le conto un sueño donde su padre le disparaba con su escopeta, todo porque se había portado mal, en ese entonces pensó que era una exageración, pero la forma en la que ese militar logro inmovilizarlo y arrastrarlo hasta el auto como si ese inmenso, y musculoso chico no fuera nada, y a juzgar por su mirada estaba seguro de que sí, el padre de Dan podría matarlo si lograba enojarlo tanto.

— No les importa, él revelo algo — Tyline hizo un puchero tratando de recordar —, una infidelidad o algo así, no recuerdo bien, se fueron y lo dejaron, de cierto modo fue bueno que confesara eso, así pudo hacerle compañía a tu tío en el hospital — porque lo internaron en el mismo hospital. Decidió guardarse para sí misma el pequeño detalle de que el padre de Dan lo había atropellado con su auto tras revelar la infidelidad y lo habría matado si no fuera porque los gritos de su ex lo detuvieron, no lo pensaba ocultar, no podría, la noticia estaba en todos los lugares, Valerio incluso escribió un artículo con una foto morbosa de la cabeza de Dan explotando contra el suelo en un mar de sangre con el auto verde alejándose en primera plana, su cuerpo quedo en el aire, justo sobre el capo y sus piernas demasiado dobladas para funcionar, pero estaba vivo, solo unos huesos rotos —. Lo dejaron solo, así que supongo que podrá quedarse un tiempo con nosotros — mientras deciden si meter preso a su padre o si pagar un par de miles será suficiente por ese intento de asesinato —. Aidan — lo miro a los ojos, deseando tocar su mano —, ¿qué quieres hacer ahora?

— ¿Hacer? — ni siquiera esperaba estar vivo para ese momento, no sabía qué debía hacer, ¿tendría el valor para regresar? No había hecho nada malo, pero no quería que todo volviera a empezar.

No quería que volviera a empezar, no quería la lastima, nada, nada, no quería nada de eso.

— ¡No lo sé! — confeso abrumado — ¡Solo quiero que todo esto acabe! — el aire se le escapó de los pulmones, todo iba a empezar otra vez, todo otra vez...las miradas, la lastima, las disculpas, la culpa....todo, no, no. Abrió la boca como un pez fuera del agua en busca de aire —. No...no, Kat...no...— se encorvo recostándose contra el suelo incapaz de pensar o respirar.

— ¡Aidan, Aidan, no! — lo sujeto de su delgada cintura y sus dedos se le clavaron en los huesos de la cadera, lo sentó en el sofá y se arrodillo frente a él, no pensaba permitir más sufrimiento, no en su presencia —. Respira, no tienes por qué hacer esto solo, no tienes que hacer nada que no quieras hacer, ¿de acuerdo?

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