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24. Raf y Sulfus

Había sobrevivido.

Lo había hecho, logro sobrevivir sin evocar el uso de las lagrimas del primer interrogatorio de su tío. Aidan sentía la emoción a flor de piel, por un momento sintió que podría decirle al mundo entero la mayor mentira del mundo y que todos le creerían por su rostro inocente de quien es incapaz de romper un plato. O eso creyó hasta que su tío quiso acompañarlo a una de las reuniones del club de libros. El chico de ojos celestes temblaba mientras caminaba hacía el lugar de la reunión, todo mientras el doctor Stilinski le daba un sermón a Dan por haber roto algo más.

— Y por el amor a las vajillas sagradas de Salomón, alejate de mi cocina — repitió el hombre con el ceño fruncido —, ya perdí tres teteras por tu culpa y mi inmaculada colección de tazas de té se han hecho añicos en tus manos, si quieres comer algo o aunque sea un vaso de agua, llamame, yo te lo llevaré.

El moreno puso los ojos en blanco, en circunstancias normales Aidan se habría reído de la situación, suponía que sin duda alguna Dios lo tenía todo fríamente calculado, si Dan hubiera nacido durante la época del diluvio se las habría apañado para de alguna manera hundir el arca, aunque su talento destructivo habría sido de gran ayuda para acabar con la torre de Babel, pero el chico supuso que Dios no quería que los habitantes terminaran aplastados bajo los escombros de la torre a causa del destructor muchacho, si bien en el Antiguo Testamento era bastante sanguinario, a lo mejor y fue piadoso al no haber dejado nacer a su amigo en esa época, Aidan era un fiel creyente de que al ser la Biblia tantas veces traducida muchas partes importantes fueron omitidas o mal traducidas, si un día descubría que Dan era una de las señales del tiempo del fin no le sorprendería, a veces su amigo era tan destructivo que daba miedo. En circunstancias normales el muchacho estaría partiéndose de risa mientras su amigo trataba de excusar la manera magistral en la que logró partir la colección de tazas de té de su tío, la tapa del inodoro y el fregadero, todo en un mismo día, pero en esa circunstancia (con el "Jesús" en la boca) solo podía mirar su celular de manera disimulada. <<Ya compre el kamasutra, 50 sombras de Gay y toda la saga de Ice Planet Barbarians, Será suficientez? ;)>> decía el mensaje de Valerio, <<Yo compre la saga de Cazadores de Sombras, ¡Dios! ¡Deberían darle exterminio al rubio teñido! Una patada en los ovarios es menos molesta que ese man>> decía el de Tyline, <<Había que comprar libros??? Bueno, si alguien pregunta los leí en PDF, con esta situación tan berraca no doy pa'mas>> decía el de Roxelana y de Tony seguía sin haber señal alguna.

— Moriré — dijo en voz baja mientras sus manos sudaban.

No había forma que su tío se creyera aquella mentira. Estaba jodido, la película estaba jodida y tendría que lidiar con el suicidio de Valerio en su conciencia. 

— ¿Sucede algo, Ady? — pregunto Dan, notando el comportamiento extraño de su amigo.

— No, solo que...no tuve tiempo de leer el libro de esta semana, bueno, en realidad lo olvide.

— ¿Y qué libro era? No recuerdo haberte comprado uno nuevo — el doctor Stilinski lo miro de manera interrogativa, esa mirada que casi hace Aidan tirarse al suelo y confesar mientras suplicaba piedad por la vida del proyecto, pero no lo hizo, mordiendo sus labios se forzó a contener sus emociones.

— Para ser sincero ni siquiera recuerdo el titulo, pero era algo abstracto — murmuro.

En ese momento vio a Tony acercarse, le pareció raro verlo caminando, siempre estaba en sus motocicletas, pero supuso que la muerte de Leticia aún lo mantenía en duelo.

— ¡Tony! ¡Hola! Pensé que iba a ser el ultimo en llegar — el chico corrio hasta llegar al lado de su compañero.

Los nervios lo estaban matando. Tras pasar su tarde con Roxelana el doctor Stilinski había insistido en conocer el "club de libros" y ver lo que consumía tanto tiempo de su sobrino. Tuvo que llenarse la boca con puré de frutas y contener las arcadas para quedarse solo un momento, mientras el doctor Stilinski les hablaba animadamente a sus padres de su progreso se encargo de enviar un mensaje a su grupo de compañeros para informarles la situación, <<¡Esta comiendo, Evangeline! ¡Ady hoy comió tres veces sin vomitar!>> decía el hombre orgulloso. Vomito una parte cuando nadie lo vio, se sintió mal por mentir y causar en su tío la falsa sensación de mejoría, pero era la única opción. Alerto a Valerio de la situación y lejos de estar preocupado por la cancelación de su amado proyecto termino por emocionarse por tener la oportunidad de "demostrar su talento en improvisación", a juzgar por los mensajes del grupo el impetuoso director había mantenido despierta a Tyline toda la noche, escribiendo un guion para saber cómo reaccionar a la situación. 

— Pues...para ser honesto ni siquiera pensaba venir, pero al final la conciencia me gano y aquí estoy — Tony bajo la mirada al percatarse de la presencia del doctor Stilinski, sabía que aún seguía vigente su amenaza.

— ¿Ese es el libro "abstracto"? — el color se desvaneció del rostro de Aidan, <<La culpa es de la vaca>> Era el libro que llevaba el motociclista ¿Acaso no pudo buscar algo mejor?

— No recuerdo — dijo con una sonrisa de comercial de shampoo, tratando de desviar la culpa que lo atormentaba.

El hombre negó con la cabeza y entro al auditorio, dejándolo solo. De inmediato las pequeñas manitas de Aidan apresaron el musculoso brazo de Tony.

— ¿No pudiste buscar un libro mejor? ¿Por qué no mejor te trajiste la cartilla Nacho o un diccionario? 

— ¡No iba a perder mi dinero comprando un libro! Es lo único medianamente interesante y no mormón en la biblioteca de mi abuela, si quieres me devuelvo y traigo el código penal del país, era esto o eso, escogí lo mejor — el chico dejo escapar un suspiro dramático.

— Estamos fritos.

— ¿Por qué estarían fritos? — pregunto Dan, Aidan casi salto al darse cuenta de que seguía ahí —. Cabrita, ¿Qué ocultas?

— Yo...— sabía que podía confiar en él, era su mejor amigo, su alma gemela 15 cm más alta, pero era su alma gemela, su otra mitad. Igual que él. En él podía confiar, pero Dan era la clase de amigo que no apoyaría algo si sabe que esta mal. Era mejor evitar —. Nada, es que ni Tony y yo leímos el libro de esta semana, y Valerio es muy estricto con eso.

No le creía, ni en lo más mínimo, su mirada lo delataba, pero justo cuando el chico de ojos celestes y pulseras danzantes estaba a punto de defender su inocencia el moreno solo negó con la cabeza y le tomo de la mano, acariciando con sus dedos las pulseras que cubrían sus cicatrices.

— Si no quieres decirme, no te preocupes, no te obligaré, solo recuerda que puedes confiar en mí, siempre — deseo con toda su alma contarle la verdad, pero Dan era demasiado bueno como para ponerlo en tan precaria situación. 

— Bien, ¿Entramos? — su voz salió de su garganta más temblorosa de lo que esperaba.

Aidan comenzó a orar con tanto fervor que fácilmente podría mover una montaña mientras caminaba al auditorio. Rogaba que todo saliera bien, necesitaba hacerlo, necesitaba completar el proyecto. Angustiado entraron al auditorio donde para su sorpresa, en el escenario había una mesa redonda cuya cabeza era Valerio, quien portaba lentes, su cabello rizado sujeto a una coleta y un suéter de tortuga mientras miraba a Roxelana con insuficiencia, la chica al igual que él llevaba lentes y un suéter, pero con una falda corta y botas más largas que la mirada altiva de Valerio, Tyline estaba igual. El doctor Stilinski ya estaba sentado, mirando la escena con desgrado.

— ¿Y qué opina usted, mi ilustre dama? — el tono de Valerio era tan jocoso que Aidan sintió deseos de vomitar, eso o la papilla de frutas finalmente quería obtener su libertad.

— A decir verdad he quedado maravillada — comento Tyline, con el mismo tono —, aquella muestra recreativa escrita y plasmada en papel del ancestral arte de la reproducción humana entre un extraterrestre con una victima de la trata de razas es...— la chica se limpio una falsa lagrima, quitándose por un momento el marco sin lentes de sus gafas — majestuoso — Valerio asintió, con una mano en el pecho y con cara de haber sido conmovido hasta el alma por aquella lectura.

— ¿Y tú, mi gigante amiga? — Valerio se giro hacía Roxelana — ¿Qué opinas?

— Que es raro — Roxelana se encogió de hombros —, es como ver una porno de Avatar, Jake Sully cogiéndose a una humana por 600 paginas.

— Arte erótico — se apresuro a corregir Valerio —, nosotros somos gente culta que busca alimentar su alma con cuanta maravilla se nos pueda ofrendar, siempre hay algo que aprender y si bien el mes anterior aprendimos el arte del enemies-to-lovers este mes nos nutrimos del erotismo interestelar y entre especies — Valerio levanto un libro, con una mujer siendo abrazada por una especie de demonio —, iba a traerles la historia de amor entre un minotauro y una humana, pero creo que es mejor leer como Belcecú se enamora de una mortal con mala suerte.

— Necesitas nuevos amigos, Ady — fue lo único que dijo el doctor Stilinski al salir de la reunión mientras lo sujetaba del hombro — ¿Enserio leen esa clase de libros? ¿Eso no cuenta como bestialismo? 

— No che — admitió, a decir verdad había quedado en él cierta intriga de cómo acabaría la historia de amor entre un alíen de dos metros azul con cuernos y una humana sin sentido de autopreservación. 

Su tío negó claramente disgustado y fue como si el mundo entero recobrará sus colores. A juzgar por el rostro de su tío el joven dedujo que no querría hablar del tema nunca más, de repente se sintió más liviano y sin preocupación alguna, el miedo de ser descubierto lo libero poco a poco, tanto que casi pudo sentir que comenzaría a flotar, para aumentar su alegría mientras se despedía de sus compañeros la mujer más divertida de su vida y su tía favorita salió de uno de los salones del colegio.

— ¡Mi niño hermoso! ¿Qué haces aquí?  — pregunto Alma con una gran sonrisa.

— Club de libros — respondió mientras la abrazaba.

— ¡Vaya! ¡Que educado! A tu edad al único club que asistía era para ver a los jugadores de futbol sudar y correr tras una pelota en pantalones cortos.

— ¿Y tu tía? ¿Qué haces aquí?

— Nada importante — saco de su bolso un paquete —, uno de tus profesores tiene un tiendita en internet sobre abonos y cosas para plantas, mi belladona anda de rebelde y quiso marchitarse, pero como buena madre responsable que soy vine a salvarle la vida.

El doctor Stilinski, como de costumbre, solo observaba a la mujer con desprecio y bufó. Le parecía irónico que ella hablara de responsabilidad cuando había perdido no a uno, sino cinco veces al niño al que no dejaba de elogiar. Cada una de esas ocasiones resultó más peligrosa que la anterior. La primera vez fue en una tienda de ropa, encontrando a Ady más tarde dormido en un baño; tres veces en un centro comercial; una en un campamento; otra en un parque. La situación más alarmante fue cuando lo perdió en un bosque mientras lo llevaba a reclamar su premio por una historia que había escrito para un concurso escolar. En todas esas ocasiones, Alma terminó encontrando al niño dormido. El doctor Stilinski supuso que el pequeño se aburría de tanto esperar y optaba por dormirse, lo cual le rompía el corazón. Solo el pensamiento de su sobrino acurrucado y durmiendo, creyendo que había sido abandonado, le provocaba náuseas y avivaba aún más su desprecio hacia la mujer.

— ¿Y qué van a hacer ahora? Hornee unos pastelillos, ¿No querrán probar algunos? — el doncel ni siquiera tuvo que negarse, su iracundo tío lo aparto de los brazos de su pacifica tía y se ensaño contra ella dando más motivos que los necesarios para no permitir al niño ir a visitarla.

Aidan estaba feliz, se había salvado sin ningún apuro y estaba viendo las graciosas peleas de sus dos personas favoritas. Si bien la actuación de Valerio había dejado mucho que desear le resultaba satisfactorio haber logrado salir ileso, tuvo que tragarse las lagrimas saladas que preparo para suplicar.

— Adiano, ¿Podemos hablar? 

— Sí, claro — lo malo de la tranquilidad era su efímera existencia y a juzgar por la mirada vidriosa de Valerio la misma ya no existía.

Fueron a un rincón apartados, a un par de metros del resto de sus amigos y familiares. Temió lo peor pero justo cuando su boca estaba a punto de derramar el vomito angustioso de no saber que pasaba el aspirante a director lo abrazo.  

— Gracias — su voz fue suave, como un suspiro mentolado —, gracias por avisarme de lo que estaba pasando, si este proyecto se cancela moriré sin reparo — correspondió al abrazo incómodamente, pero feliz de ver un vestigio de humanidad en su empleador.

— Este proyecto es tan importante para ti como para mí, ¡Es nuestra oportunidad! La mía de sanar y la tuya de evocar el asco en quienes la vean — de repente el rostro del muchacho se oscureció — ¿Eh? ¿Qué sucede? ¿Dije algo malo? — Valerio negó, mirándolo fijamente a los ojos, sus ojos  sellados cual bóveda parecían leer su alma.

— ¿Recuerdas cuando me preguntaste porqué me gusta hacer esta clase de películas? — Aidan asintió — Bien, mentí — Valerio le dio la espalda, sacudiendo la cabeza, su actitud le recordó a la de un preso que acababa de escuchar su condena a la silla eléctrica —. De niños, mi papá y mi tío les gustaba mucho mirar películas que ni los dioses conocían, eran de esas películas raras, extrañas y a veces simplemente tontas, algunas podían ser algo perturbadoras, pero papá siempre calmaba a mi tío, hacía chistes sobre sesos y canibalismo, llamaba "zorras" a la típica chica sobreviviente y se ahogaba en queso frito mientras los personajes eran asesinados. Luego mi papá conoció a mi mamá, lo que hizo que dejara de ver películas con mi tío, dejara de hacer chistes sobre masacres o que dejara de nadar en metros de comida chatarra cada fin de semana, un día mi tío encontró una película, no recuerdo de que trataba, solo que había una chica sexy con un cadáver, mi tío le propuso a mi papá que me iniciara en esa tradición, pero mi mamá se lo impidió, mi tío se fue triste, recibiendo insultos de mi mamá por ser "un mal ejemplo, raro e inadaptado", recuerdo que mamá también lo llamo asqueroso por gustarle esa clase de películas, no se sabe qué fue lo que sucedió...el punto es que mi tío jamás regreso — tomo aire, como si fuese un recuerdo más molesto que doloroso —. Cuando me entere me senté frente al televisor, comí queso frito, papas fritas, lasaña y toda la comida chatarra que pude encontrar, y mire las películas que tanto le gustaban a mi papá y a mi tío, recuerdo casi haber escuchado a mi tío haciendo esas chistes que había aprendido de papá, sigue viendo las películas, una tras otra, hasta que finalmente los gritos de mamá se detuvieron, papá nunca volvió a ver a su hermano, pero solía decirme que algún día volvería, tal vez a lo mejor una película con chistes de canibalismo y mucha sangre lo hiciera regresar — Valerio miro a Aidan con una sonrisa —. Lo que quiero decir es "gracias", sé que posiblemente pienses que soy un malnacido, no negare que he hecho cosas malas en mi corta vida, pero tampoco quiero que pienses que soy un monstruo, todo lo que he hecho ha sido para cumplir un sueño, un anhelo, un motivo de vida — lo tomo de los hombros, sacudiéndolo con cariño —, nunca nadie antes se había preocupado tanto por uno de mis proyectos, te prometo, Aidan, que nuestra película será grandiosa.

Las manos de Valerio le dieron un ultimo apretón amistoso, antes de dejarlo e ir tras Roxelana y Tony. Aidan estuvo a punto de decir algo, de decirle a Valerio que no era un fracaso y si bien no entendía ni el 1% de sus películas era un artista, el arte no debía ser hermoso, tampoco convencional. El arte podía tomar forma en una ninfa danzando sobre un caballo destrozado o una gata que en un ataque de rabia se come a los padres de su dueña para luego llevarla a su mundo fantástico lleno de animales putrefactos. Valerio era como sus películas: tan grotesco como maravilloso. Quiso decirle eso y más, veía en los ojos de su compañero que estaba sufriendo y se aferraba con uñas, y dientes a su único anhelo, cuando un perro pitbull se abalanzo contra Alma. La mujer chillo y grito como si el perro la estuviera masacrando, pero aquél cachorro tan solo parecía querer saludarla. Tyline apareció corriendo con otro perro igual a cuestas.

— ¡Aleja esas bestias salvajes de mí! 

Su tía Alma siempre había sentido un miedo profundo hacia los perros, desde que Aidan tenía memoria. No sabía con certeza qué había ocurrido, pero su madre solía contarle que, mientras el abuelo Evangelista solía pasar la mayoría de los días concentrado en su trabajo en el ejército y en su único hijo, el padre de su tía había sido un hombre cruel que la castigaba. Aidan nunca indagó mucho sobre el tema, pero siempre supo que había sido algo terrible, muy terrible. Lo comprendió desde el momento en que notó las cicatrices invisibles de mordeduras en la nuca de su tía.Solo sabía que el padre de la mejor amiga de su madre era un militar de alto rango, que había tenido una hija a quien ignoraba por vergüenza. Por eso, buscó una amante con la cual tuvo un hijo, a quien consideraba su orgullo y adoración, al menos hasta que un día lo encontró besándose con un cadete. A partir de ese momento, el hombre declaró que solo tenía una hija, a la que solía maltratar. Eso era algo que Aidan no comprendía del todo. ¿Cómo podía alguien, un padre, una madre o cualquier familiar, transformar todo su amor en odio por las simples preferencias de alguien a quien debían amar y cuidar? ¿No mandaba Dios a amar y no juzgar? Nunca podría entenderlo, tal vez por eso sintió tanto temor después de ser mancillado. Temía ser culpado y señalado, temía ser abandonado y repudiado. A veces pensaba que sus padres lo odiaban por haber permitido que lo tocaran.

— Disculpa, Tyline, mi tía siempre le ha tenido miedo a los perros — Alma seguía chillando a la distancia, como si aquél cachorro le hubiera arrancado el brazo.

— ¿Por qué? Raf y Sulfus son un amor de mascotas, son tan buenas que cuando mi casero va a hacer revisión a mi casa me dejan traerlas a la escuela — los ojos de Aidan brillaron de emoción.

— Veo que no soy el único que veía Angels Friends de niño — aquél brillo fue imitado por Tyline.

— No, claro que no, aunque no recuerdo bien algunas cosas, ¿Reina logró hacer que Raf y Sulfus se besaran?

"Angel's Friends" era una serie de animación  que seguía la historia de un grupo de ángeles y demonios adolescentes que asistían a la escuela en el Reino de los Ángeles y el Reino de los Demonios. Los personajes principales eran cuatro ángeles y cuatro demonios, cada uno con su propia personalidad y habilidades especiales. A lo largo de la serie, se enfrentaron a desafíos y aventuras mientras aprendieron sobre la amistad, la lealtad y el bien contra el mal. La serie combinó elementos de fantasía, comedia y drama mientras exploraba temas de la dualidad humana y la redención. Aidan solía mirarla los domingos en las mañanas antes de ir a la iglesia, al principio no le gustaba pero Haza lo obligaba a verlo, con el tiempo finalmente termino enganchado con la trama y ahora era un recuerdo preciado de la infancia, de esos recuerdos que saben a huevos revueltos y jugo de naranja en una mañana de domingo.

— Sí, no solo eso, resulta que Malakia era el padre biológico de Raf — la chica abrió los ojos sorprendida.

— Eso no lo vi venir — Aidan se inclino, acariciando al pitbull que supuso era Sulfus por la mancha alrededor de su ojo.

— Ni yo, cuando lo vi me quede reflexionando de la vida por varios minutos, supongo que él es Sulfus, ¿Verdad?

— ¿Qué comes que adivinas? 

— Mi ángel me lo dijo — Tyline hizo cara indignada mientras peleaba con la nada.

— ¡No seas tan sapo! — la chica simulo golpear el aire.

— ¡No hagas eso! ¡Harás que los diablos ganen! 

— Siempre fui equipo diablos, Sulfus y Kabale fueron mi primer indicio de bisexualidad, y a decir verdad Raf, sus amigas y los ángeles en general me caían mal.

— Creí que tus perros tenían otros nombres — Tyline se persigno mirando al cielo.

— Que descansen en paz, ojala, pero mis antiguos amigos se fueron al más allá, ellos son los nuevos — pensó en quedarse a hablar con ella, analizar uno por uno la historia de amor de un ángel y un diablo cuya relación poseía la profundidad de un charco, descubrir qué otras cosas tendrían en común, le gustaba la idea de acercarse a alguien que no lo mirara con lastima o tristeza, Tyline lo miraba como si tuviera tres cabezas, pero jamás con lastima.

— ¡Aidan! — llamo el doctor Stilinski — Vamos, ya se esta haciendo tarde — la chica que poco a poco dejaba de tener aquellos aros negros alrededor de sus ojos cual mapache se despidió de todos agitando sus manos, arreando consigo a ambos perros.

— Nos vemos, Raf — dijo Tyline.

— Hasta la vista, Sulfus — se despidió Aidan, con una sonrisa que no tuvo que practicar frente al espejo por horas.


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