23. Ojalá hubiera nacido Eda
Aidan nunca fue bueno en mentir. Jamás. Su vida podría depender de una mentira y le seria más sencillo planificar su funeral que mentir.
De niño Owen lo convenció de que cuando mentía sus orejas se ponían rojas cual tomate, rojas cual manzanas, su inocencia infantil sumado a que su padre siempre tenía las orejas rojas le hizo creer que era verdad, así fue como termino cubriendo sus orejas cada vez que decía que no había clase, que X o Y tutor había muerto, que había sido el mejor de examen de su clase o que no había forma humanamente posible de obtener una beca en el prestigioso colegio de su prima Harper, al menos no de manera limpia.
Era un método tan efectivo como infalible, incluso ahora, pronto a cumplir los 14 Aidan seguía luchando contra el impulso de cubrirse las orejas. Fue toda una sorpresa cuando un día jugando con su reflejo del espejo se le ocurrió decir una mentira cuando su hermana mayor le pregunto si sabía dónde estaba su frasco de crema con olor a fresa, en ese entonces — y todavía — el muchacho tenía una fascinación por las cremas corporales femeninas, tenían olores exquisitos y eran suaves, algunas con brillo, logró robar la crema del tocador de Katherina, se suponía que solo tomaría un poco, le gustaban los brillos de colores y el esplendido aroma, pero sin darse cuenta termino llenándose asi mismo y a su almohada con toda la crema, sabía que la perdida de tan deliciosa y costosa pomada — un generoso regalo del innombrable — la iba enfurecer, por eso fingió demencia y siguió haciendo muecas frente al espejo, jurando por su colección de rocas que no la había visto, ¡Cuanta no fue su sorpresa al darse cuenta que sus orejas no se ponían rojas!
— ¿Vas a hablar o vas a dejar que imagine lo peor? — el doctor Stilinski era capaz de infligir miedo y respeto con una sola mirada, pero el chico sabía que si hablaba todo estaría perdido, por ello intento desviar la conversación, comprendía que mentirle era en vano, tenía la desgracia de que el hombre lo conocía desde que era un espermatozoide.
— ¿Por qué siempre tienes que imaginar lo peor, tío? — murmuro con la voz apagada.
Estaba sentado de piernas cruzadas sobre la cama del doctor Stilinski, su tío siempre había tenido excelentes gustos en camas, demasiado grandes y de colchón duro, ortopédicas, le había dicho. De niño Aidan solía colarse a la cama de su tío solo para jugar a que era un explorador atrapado en profundas aguas y tenía que escalar montañas que eran las almohadas, incluso ahora el joven seguía siendo diminuto en medio de tan gran cama.
— Porque he visto lo peor y como tu tutor legal es mi deber pensar lo peor, para saber si estás bien o no.
— ¿Y si sí lo estoy? ¿Y si estoy bien?
— Entonces permíteme informarte estimado Aidan que debes practicar tus mentiras, porque nadie va a creerte — el chico rodó los ojos apoyando su barbilla en su mano, miro al doctor Stilinski angustiado, ¿Qué pensaría si se enterará? Conocía a su tío y de solo pensarlo temblaba, con tal de evitar la furia de su madre (y protegerlo en el proceso) el hombre sería capaz de encerrarlo en la ultima habitación de la torre más alta del mundo — ¿Quién es esa chica? — pregunto con seriedad, cruzado de brazos y mirando al pequeño adolescente que no dejaba de mover sus piernitas nervioso.
Aidan se cruzo de piernas, fingiendo demencia.
— ¿Quién?
— La que esta sentada en el sofá averiguándole la vida al parlanchín de Dan, la que estaba con el tipo que te alcoholizo, la que estaba con ese chiquillo grosero que insinuó que venías de una orgía — aquél tono cargado con seriedad y frustración hizo a Aidan considerar la opción de llorar, y suplicar por la realización del proyecto, a lo mejor y con algunos litros de lagrimas lograba ablandar el corazón de su tío.
— ¿Y tu le crees?
— En mi experiencia, tratando con chicos que han pasado por experiencias similares, algunos se cierran por completo a la idea del sexo, otros deciden hacer cosas de índole sexual que nunca harían, los hace sentir que recuperaron el control, de una forma u otra, creen que con la hipersexualización recuperan el control que se les fue arrebatado — el doctor Stilinski suspiro, acariciando su sien, se quito sus gafas de montura plateada y con un trapo limpio los lentes, por ese breve momento en que se quito las gafas Aidan pudo percatarse de los aros oscuros alrededor de los ojos de su tío, aquellos círculos sombríos revelaban falta de sueño y sus ojos, tenuemente humedecidos reflejaban una angustia que preocupo al chico. Aidan se mordió los labios apartando la mirada, no se había dando cuenta de lo mucho que su situación afectaba a su tío, se sentía tan egoísta, esos meses en los que su tío se había aferrado a mantenerlo sano y salvo en sus brazos le estaban pasando factura. A la mente del joven vinieron todas las llamadas que lo escucho hacer, consultando con sus colegas algunas sesiones de terapia, todas las horas que lo vio leyendo libros para ayudarlo a lidiar con sus traumas e infinidades de ocasiones en las que irrumpió en su habitación a la mitad de la noche cuando lo escuchaba tener un ataque de pánico, abrazándolo, susurrando palabras de aliento en su oído o solo arrullándolo hasta que se calmaba o desmayaba, lo que pasará primero. El doctor Stilinski termino de limpiar sus lentes y los coloco en su lugar, retomando su semblante frío y severo. Camino hasta quedar frente al niño bajo su cuidado, frente a su dulce sobrino que desde el nacimiento había amado, se arrodillo y lo sujeto de sus pequeñas manos, contemplo con dolor y horror las cientos de cicatrices en sus brazos pero mantuvo la compostura aferrándose a su gesto sombrío con la poca cordura que le quedaba, el hombre extendió su mano, tocando el cuello de su sobrino, tocando esa cicatriz, Aidan se estremeció pero no le pidió que apartará la mano, solo cerro los ojos disfrutando de aquél amigable tacto, recostando su mejilla en la mano de su tío. El doctor Stilinski tuvo que bajar la mirada para no revelar los deseos tan abrumadores que sentía de llorar, respiro profundo unos minutos y luego levanto la cabeza, sujetando las muñecas del chico con los brazaletes tintineantes en ellas, ocultando las cicatrices de un intento desesperado de eterno descanso — Dime, ¿Es ese tu caso?
— Entonces si crees lo que dijo Valerio — murmuro Aidan decepcionado.
— ¿Valerio? ¿Ese es el nombre de ese chiquillo insolente? — Oh, no.
Si el doctor Stilinski llegaba a averiguar el nombre completo de Valerio no le sería difícil ver quién era ni encontrar su pagina de películas perturbadores, entonces y solo entonces estarían jodidos.
— ¿Cómo puedes creer que yo hice algo así?
— No lo sé, aún no puedo creer que te hayas escapado a la madrugada para regresar borracho e intoxicado — el hombre miro con rigor a su sobrino —. Somos seres sexuales, Aidan, el sexo no es nada malo, al contrario, es algo inspirado por Dios para evocar el placer y la satisfacción — Aidan se sintió incomodo al escuchar eso, sobre todo porque su madre le había dicho que cuando una pareja casada tenía intimidad una oleada de ángeles bajaba a bendecir la unión, el entonces niño se prometió que nunca tendría sexo, le parecía muy incomodo hacerlo mientras en ángel Gabriel y su pandilla lo miraba, aunque ahora de adolescente sospechaba que eso no era cierto, simplemente le parecía demasiado incomodo la idea de estar intimando con su pareja con un montón de ángeles mirándolos, le parecía que los ángeles tenían asuntos más importantes que ver a parejas casadas copular —, lo malo es que si lo haces de forma irresponsable podrías ponerte en peligro, no querrás contraer otra infección, ¿O sí? Tuvimos suerte de que era algo curable, pero pudo ser sida o algo peor.
— Eso no fue lo que paso — Aidan estaba apenado, no solo por que su tío creyera que vivía la vida loca cuando ni siquiera podía mirar su propio cuerpo desnudo sin sentir asco, sino por el amargo recuerdo de la infección que la violación le había dejado.
— ¿Entonces qué paso, Aidan? Dímelo, para que pueda entender, para que pueda ayudarte — el doctor Stilinski volvió a acariciar la mejilla de su sobrino. Recordó con cariño cuando era un recién nacido, el hombre entonces no podía creer que existiera una criatura tan tierna. De bebé Aidan era simplemente adorable, una bolita en miniatura de alegría con ojos demasiado grandes que lo hacían parecer preocupado, como si estuviera en una eterna aflicción porque ya iba en su quinta reencarnación y nada que nacía en una familia millonaria. Charles Stilinski sostuvo al recién nacido contra su pecho y paso todo el día llenando esas mejillas con besos, ni siquiera se había sentido así con su propio hijo biológico. Con Aidan sintió una especie de paternidad, experimento todas las emociones que un padre debería experimentar, pero con su hijo ni siquiera sintió la necesidad de permanecer en su vida cuando se divorcio de su esposa, mucho menos en asistir al funeral del niño tras morir en la noche de las pañoletas rojas, estaba demasiado ocupado cuidando a su amado sobrino. Ese día, cuando Owen salió de la sala de partos anunciando que los bebés ya habían nacido y uno era un niño, no gemelas como les habían dicho, Charles no podía creer que tuviera un sobrino, lo sentía tan suyo, casi como si fuera sangre de su sangre y hueso de sus huesos, sostuvo al bebé y casi sentía que podía comérselo a punta de besos, Owen tuvo que quitárselo antes de que el doctor Stilinski considerara seriamente meterlo en su bolso y llevárselo para jamás dejarlo, eran tan pequeño que cabría allí a la perfección. Era agónico ver que tan adorable bebé con gesto de preocupación se hubiera convertido en ese adolescente lleno de desolación, agónico, simplemente agónico — Bien — el hombre se aparto, poniéndose de pie —, si no hablas supongo que tu amiga la hará.
— ¡No puedes hacerlo! — Aidan se levanto y corrío hacía la puerta, poniéndose frente a ella, impidiéndole el paso a su tío.
No es como si fuera un obstáculo difícil, su tío era un hombre alto, corpulento y simplemente inmenso, al menos en comparación del pequeño y menudo adolescente, incluso con su clásica ropa elegante que siempre usaba estando en casa se veían sus músculos debajo de su atuendo. Un solo empujón y Aidan estaría fuera del camino, pero eso lo tenía en su favor, su tío era incapaz de dañarlo.
— Claro que puedo, incluso si lo hicieras, que no tiene nada malo porque es tu cuerpo tu sexualidad y puedes hacer lo que quieras pero te estás arriesgando demasiado, ¿Y si son personas peligrosas?
— Entonces si creíste sus palabras.
— Dime qué estaban haciendo — demando saber el hombre.
— No quiero hablar de ello.
— Bien, iré a preguntarle a la chica, entonces, ¿Roselana se llama?
— ¡No! Yo...solo quería tener amigos...entonces pensé...pensé que era lo mejor — Aidan extendió sus delgados brazos a los lados, como si fueran un muro impenetrable que pudiera mantener alejado a su tío de Roxelana, la chica no sabía nada y lo más probable es que respondiera con la verdad todas las preguntas de su tío.
En ese momento el joven se odio por no haber planeado alguna excusa creíble o por lo menos hacerle saber a sus compañeros la situación tan precaria en la que estaría el proyecto si el doctor Stilinski llegase a enterarse de la película.
— ¿Lo mejor qué cosa? — la mirada rigurosa de su tío casi hace a Aidan llorar, quería rendirse, confesar la verdad e implorar por la continuación del proyecto, pero sabía que eso no iba a pasar, por más que lo pudiera desear o rogar.
— Lo mejor...lo mejor...— tantas excusas, tantas posibles mentiras y ninguna de ellas sería capaz de convencer a su tío, para el doctor Stilinski Aidan era un librito abierto que intentaba cerrarse pero fallaba en el proceso.
— Oh, lamento interrumpir — la puerta se abrió y Roxelana asomo su cabeza, con su largo y lacio cabello cayendo con gracia alrededor de su voluptuoso cuerpo, acurrucándose sobre los costados de sus pechos. El chico la miro con añoración, seguía sin comprender como Dios era tan buen artista y creaba una joven tan bonita como ella —, pero Tyline manda a decir que la próxima reunión del club de cine y literatura se cancela, pero espera que disfrutes el ejemplar que te presto, dijo que dejo anotaciones de sus frases favoritas, puede que sea un libro difícil de entender pero la película es peor así que es mejor que lo leas primero, podemos ir a recogerlo ahora mismo.
— ¿Club de cine y literatura? — el doctor Stilinski levanto sus cejas en un gesto interrogativo.
— Sí, nos reunimos al finalizar las clases, vemos libros sobre películas y hablamos sobre ello — Roxelana entro por completo a la habitación, ella miro su celular, leyendo algo y con su mano tomó su delicado cabello negro ocultándolo detrás de su oreja, sus labios carmesí se fruncieron mientras leía lo que fuera en la pantalla, los relamío algo preocupada, miro a Aidan y luego al doctor Stilinski apenada antes de regresar la vista a la pantalla, murmurando algo en voz baja. Apago su teléfono y los miro sonriendo —. De hecho tuvimos una noche de películas hace unos meses, inauguramos el club viendo algunas películas basadas en libros que han marcado generaciones, fue en la madrugada y hasta el amanecer.
Era como si Roxelana fuera una enviada del cielo, su excusa era perfecta, tanto que el doctor Stilinski parecía creerle, aunque seguía luciendo dudoso. Una excusa así no se le hubiera ocurrido a Aidan ni en mil vidas.
— Ya veo, ¿Has estado haciendo eso todo este tiempo? — inquirió el hombre.
El muchacho abrió la boca para responder, pero Roxelana se le adelanto, tomándolo por los hombros y apegándolo a su cuerpo de manera gentil.
— Sí, Aidan es un feroz lector y entiende las películas mejor que yo — el chico no pudo evitar sonrojarse y disfrutar la sensación, por alguna razón lo hacía sentir satisfecho e incluso feliz estar en los brazos de Roxelana —, pero debemos ir por el libro pronto, la biblioteca cierra en media hora.
— ¿Puedo ir yo también? — pregunto Dan desde el sofá, en el primer piso.
Los tres miraron hacía la puerta confundidos.
— ¿Cómo nos escucho? — pregunto Roxelana asomándose por la puerta.
— Daniel escucha lo que le conviene — el doctor Stilinski miro a la chica preocupado, notaba la clara atracción que Aidan sentía por la joven, Roxelana era muy alta, a lo mejor un par de años mayor que Aidan y eso le preocupaba, temía que el niño comenzará a tener fijaciones por personas mayores que lo manipularán y dañarán. El hombre salió de la habitación y desde el inicio de las escaleras negó —. No, recuerda que tienes una vajilla china que pagar — Dan frunció el ceño.
— ¡Fue un accidente!
— Accidente o no es la quinta cosa que rompes este mes — el hombre señalo hacía la biblioteca —, ahora vamos, tienes muchos archivos que ordenar — era la única forma en qué podía mantener a Dan ocupado, el chico parecía tener el don nato de romper todo lo que tocaba, el doctor Stilinski había luchado contra el impulso de regresarlo de una patada a su ciudad natal. Su preciada cristalería, su invaluable vajilla, su irremplazable colección de tazas de té y cualquier cosa medianamente sensible de su hogar había sucumbido ante las destructivas manos de Dan, tenerlo trabajando como su asistente, en un lugar dónde no había nada que pudiera romper con facilidad como lo era la segunda biblioteca de su casa, en el sótano, parecía la opción más segura que podía tomar.
— Esto es explotación infantil.
— ¿Prefieres pedirle el dinero a tus padres? Permíteme recordarte que varias de las tazas de té que rompiste eran muy raras — Dan murmuro unas excusas y siguió al doctor Stilinski a la puerta del sótano, sus padres, sobre todo su padre preferiría castrarlo antes de pagar por las cosas que rompió —. Comienza limpiando el polvo, bajare en un minuto — el hombre observo como el destructor de su preciada colección bajaba las escaleras con pasos lentos y pesados, luego miró a su dulce sobrino, a su hijo del corazón — ¿Irás por el libro? — pregunto recostando su cuerpo contra el marco de la puerta que conducía al sótano.
El debilitado joven abrió la boca para responder, pero nuevamente la melodiosa voz de Roxelana hablo por él.
— Claro, sino vamos pronto la biblioteca va a cerrar.
El doctor Stilinski los contemplo en silencio unos segundos antes de darse la vuelta, para bajar al sótano.
— No tardes demasiado — fue lo único que dijo antes de bajar hacía la segunda biblioteca.
El silencio reino por unos instantes en el lugar. Sin decir ni una palabra Roxelana tomó la mano de Aidan y ambos salieron de la casa, la chica había sido prácticamente arrastrada al interior, no sabía qué pasaba, solo que ese hombre era aterrador.
— ¿Por qué dijiste todo eso? ¿Cómo sabías qué estaba en problemas? — Aidan estaba sorprendido, ni en sus sueños más locos pensó que Roxelana podría ayudarlo a librarse de los interminables interrogatorios de su tío.
Roxelana levanto su teléfono, enseñándole varios mensajes, todos diciéndole qué decir.
— Tyline — respondió — ella me escribió suponiendo que estabas en problemas y me dijo que dijera todas esas cosas — la chica releyó los mensajes —. Estoy segura de que ella es bruja, siempre sabe qué decir y en el momento oportuno, es cómo si supiera todo y lo que no sabe lo termina averiguando, de todas formas, ¿A qué fue eso? Parecía que había algo malo, ¿Por qué ese hombre parecía tan aterrador? — Aidan se encogió de hombros.
— Él no sabe sobre la película.
— ¿Y? ¿Por qué no se lo cuentas?
— Porque si lo hago hará todo en su poder para impedirlo, lo conozco, nunca permitiría que yo hiciera algo así.
Roxelana se detuvo, sus intensos ojos marrones analizaron al escuálido chico a su lado y sintió pena, pena por el ingenuo muchacho que había caído en las crueles garras de Valerio.
— Te recomiendo que te alejes de Valerio, si este proyecto no sale a la luz o resulta ser un fracaso más del montón es capaz de suicidarse o algo peor.
— ¿Qué puede ser peor que suicidarse? — Roxelana se quedo callada sin mirarlo — Parece que tu y Tony odian a Valerio, si es así, ¿Por qué son sus amigos?
— No somos sus amigos, somos sus empleados y estamos con él porque Valerio tiene algo mío — la chica frunció el ceño, mirando el suelo enfadada, no quería permitir que Aidan terminara igual que ella, forzada a pasar largas jornadas al lado del impetuoso Valerio, todo con tal de evitar que su secreto viera la luz —, algo que yo debo recuperar.
Aidan estuvo a punto de preguntar algo más, pero la pelinegra emocionada señalo un puesto de helados, no le dio tiempo al chico de protestar y cuando menos lo pensó estaba sentado en una banca, con un helado de limón en sus manos y a su lado la joven que se lo había comprado hablando sobre lo mucho que le gustaba el chocolate pero que el mango era su delirio.
— ¿De dónde tus padres sacaron tú nombre? Digo, nunca había escuchado el nombre Aidan — la chica tomó un gran bocado de su helado, mirando curiosa al muchacho, buscando una charla amigable con la cual aliviar el incomodo ambiente de hace un rato.
— Cuando mi hermana y yo íbamos a nacer todos, incluidos los doctores pensaron que éramos gemelas — comenzó a explicar —, ambas niñas, así que mi nombre iba a ser Eda, en honor a mi tío Edán, el hermano de mi madre, pero, como vez, no soy mujer — Roxelana no pudo contener una risita, recordando como las primeras veces que vio a Aidan estaba segura de que era una chica. Aquella risita resulto muy agradable para los oídos de Aidan — y mis padres nunca pensaron en un nombre para un niño, lo lógico sería llamarme "Edán", pero papá viene de una cultura donde los nombres tienen poder y se cree que si nombras a tu hijo como un familiar que murió de forma trágica el niño morirá de una manera peor — al parecer el chico no se había salvado de un trágico destino que tanto su padre se había esforzado en evitar —, así que en vez de matarse la cabeza pensando en un nombre para un varoncito decidieron llamarme Aidan, el cual según ellos es el masculino de Eda.
— Vaya, que historia interesante, a mi me pusieron Roxelana porque así se llamaba la protagonista de una novela que le gustaba a mi mamá — la chica suspiro, dándole otro bocado a su helado —, me gustaría tener una historia tan interesante como tu.
— A veces pienso que sería mejor que Eda naciera, quizás así no me confundirían con una mujer o algo — susurro, jugando con la punta del helado "Quizás así Günther no me hubiera violado" pensó.
Nota: Voy a empezar a editar "La Loca Esa", por ello habrán pequeños cambios y aclaraciones, no muchos, pero sí habrá algunos. (Enserio me estoy conteniendo para no cambiarle el físico a Joshua, mi yo de 12 o 13 años tenía gustos muy distintos a mi yo de ahora ¡AHHHHH! ¿En qué estaba pensando? Lo mío son los rubios, no los castaños)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro