14. Deseo con Dan
Cuando la denuncia por abuso sexual fue desestimada Aidan pensó que moriría, no entendía la mitad de las palabras que salían de la boca del fiscal pero sabía que era algo malo, lo supo en los gritos e insultos de su madre y las lágrimas de su padre. Günther seguía libre como un ave, seguramente en alguna de sus múltiples mansiones, despreocupado porque era portador de un apellido que lo había salvado de la cárcel, tal vez estaría haciéndose amigo de otro niño tonto e ingenuo, volviéndose su confidente para después arruinarle la vida. Aidan perdió una parte de su inocencia el día en que su cuerpo fue destrozado por una violación, perdió otra parte más cuando descubrió que la justicia era algo que solo existía en las películas y en los cuentos de hadas, nunca en la vida real.
En la realidad el victimario recibe una reprimenda y puede seguir haciendo lo que desee, mientras que la víctima tiene que quedarse a recoger los pedazos de su vida.
Ver que aquella ciudad no era tan diferente a la suya fue una desagradable sorpresa que lo dejo más desolado y triste que antes, pero intento disimular su malestar con preocupación por ser arrestado.
— ¡Adiós, oficial Ramírez! — grito Tony aleteando su mano de un lado a otro, despidiendo al oficial que los había salvado de una multa y algo más.
— ¿Por qué no nos arrestaron? — cuestiono Aidan aún perturbado por lo ocurrido.
— Porque yo arreglo sus patrullas, son inteligentes y no quieren hacer enojar al que trabaja casi gratis en sus calabozos con ruedas.
Tony subió a su motocicleta y con gesto de la cabeza le indico que volviera a subir, Aidan obedeció pero cuando estaba a punto de subirse Tony lo detuvo, con otro gesto le indico que se sentará frente a él, no detrás, el chico se abrazó a sí mismo bastante desconfiado, la última vez que estuvo sentado dándole la espalda a un hombre que no fuera su padre ese hombre resultó abusando de su frágil cuerpo.
— No permitiré que vayas atrás, no con tu recién intento de suicidio — Aidan alzó una ceja incrédulo — ¿Qué? ¿Prefieres irte solo? ¿Con todos esos delincuentes rondando? — Tony se inclinó, bajando bastante la voz — ¿Con "ese" oficial rondando? — esas palabras fueron suficientes para que Aidan dejará atrás su instinto de supervivencia, otra vez.
Sin más alternativa Aidan subió, los brazos de Tony sujetaron los manubrios, el joven se sujetó del codo del peludo muchacho, el pecho de Tony era caliente, pero firme como una pared, Aidan se recostó en él sin entender todavía como un joven que había golpeado de una manera tan brutal a un indefenso muchacho podía ser alguien tan considerado y empático. El resto del viaje fue tranquilo, el viento meciendo el cabello de Aidan y las palpitaciones de Tony lo arrullaban, el chico estuvo a punto de dormirse cuando el vehículo se detuvo frente a una enorme casa de tres pisos.
— Bien, llegamos — con suma facilidad Tony bajó de la motocicleta y se quitó el casco, sacudiendo su larga melena desordenada y haciendo un gesto teatral señaló la gran estructura blanca — ¡Contemplad la entrada al infierno! — Aidan aplaudió el gesto y Tony hizo una reverencia como si acabara de ejecutar la más grande obra de teatro de la historia —, gracias, muchas gracias, por favor, caballeros, contengan a sus esposas.
— Gracias por traerme — Aidan intentó abrazar a Tony para agradecerle, pero él lo detuvo con una sonrisa burlona en su rostro.
— Oye, no empieces con tus cursilerías, muchacho, solo acepto abrazos de Roxy.
— Lo siento — Aidan se sonrojo, quizás para él los abrazos fueran algo normal e incluso parte del protocolo, pero entendía que muchos hombres no pensarán igual, de todas formas siempre se le exige a la población masculina rudeza emocional —, solo le daré esto a Valerio y me iré — Aidan sostuvo el pendrive contra su pecho, como si fuera una llave mística que temía perder.
— Chico, no voy a permitir que te arruines la vida, no en mi presencia.
— ¿Qué haces? ¡No!
De un manotazo Tony le arrebató el aparato y dejó caer la USB que contenía las grabaciones, con la punta de su bota militar rompió el pendrive, lo pisó tantas veces que nadie podría adivinar lo que era realmente.
— Algún día me lo agradecerás, ahora entremos antes de Rox se asuste por mi ausencia.
Confundido Aidan siguió a Tony como una oveja a su pastor, yendo directamente hacía el matadero. Tony introdujo una serie de números en un teclado junto a la puerta, apenas la abrió una enorme nube de humo y música estridente golpeó el rostro de Aidan, el olor al instante lo mareo, era algo extraño, algo que nunca había olido pero por alguna razón le recordaba a Harper.
— Amo el aroma a marihuana, me relaja bastante, ¿A ti no? — Tony respiro profundo, dejando que aquella nube de humo invadiera lo ancho y vasto de sus pulmones.
Tony fue el primero en entrar y Aidan lo siguió en absoluto silencio, la casa estaba llena de basura y envolturas de comida rápida, los cuadros y demás decoraciones yacían esparcidos por el piso y las paredes, Tony pisoteaba y pateaba todo lo que se cruzaba en su camino, en cambio Aidan esquivaba todo con cuidado, temiendo romper algo valioso. La casa por fuera era grande, pero por dentro no parecía tener fin, a donde Aidan mirara había habitaciones y puertas negras, los pasillos blancos y las paredes color crema hacían parecer que los marcos de las puertas flotaban, por uno de los pasillos Aidan vio lo que parecía ser unas escaleras, a diferencia del resto del lugar no estaba atestado de mugre o desorden, mientras caminaban más decoraciones se esparcían por el suelo y las paredes blancas comenzaban a tener rayones, salpicaduras y manchas de dudosa procedencia, no era un lugar en el que el joven deseara estar, tuvo el impulso de dar media vuelta y correr, pero su deseo por recordar era más grande. Llegaron a una especie de sala, misma en la que había un enorme mueble, cojines y colchones en el suelo, con Tyline, Roxelana y Valerio descansando sobre dichos cojines.
— ¡Ahí está mi super Star! — Valerio se levantó de un salto y rompiendo un cuadro al pisarlo corrió hacía Aidan, abrazándolo con fuerza.
— Hola, Valerio — saludo el joven incómodo y adolorido, Valerio apretaba las heridas en su cuerpo.
Valerio llevaba unos pantalones cortos negros y una especie de kimono abierto, un par de sandalias y nada más, desde el sofá Tyline saludó a Aidan y Roxelana los ignoró encendiendo un cigarrillo.
— ¿Qué hacen todos aquí? — Aidan esperaba tener una charla con Valerio, algo normal, pequeño, aclarar algunas dudas y que le explicará cómo iba a proceder el proyecto, pero al juzgar por los ojos rojos y las pupilas dilatadas el destructivo chico no estaba en sus cabales para responder o explicar cosas.
— Drogas — respondió Roxelana, dejando caer la ceniza de su cigarrillo sobre la cabeza de Tyline, pero la chica parecía no notarlo, Aidan estuvo tentado a decirle, pero temía que la pelinegra se pusiera violenta.
— Es noche de cine o como lo llamamos "Amarrar a Valerio a una silla y amordazarlo porque si no se pasará criticando toda la maldita película" — comentó Tyline, llenando su boca con frituras sabor a queso.
— ¿Y los vídeos? ¡Dámelos, dámelos, dámelos! ¡Quiero descubrir tu vida! ¡Quiero ver tu vulnerabilidad! — Valerio jadeaba como un perro rabioso sobre Aidan, deseoso de tener en sus manos tan ansiado material para comenzar a escribir el guion de una película que sabía que lo catapultaría a la cima del éxito.
— Yo...— de niño Aidan era un maestro en las excusas, también en las mentiras, incluso si no lo necesitaba decía mentiras, generalmente lo hacía para tener algo que charlar con su madre pero también excusas para faltar a sus clases extraescolares, pero por algún extraño motivo su don para las mentiras lo abandonó esa noche, tal vez era por la nube que los rodeaba o porque su cabeza giraba, simplemente era incapaz de idear mentira alguna, pero no sabía por qué tenía que mentir.
— Se le cayó el pendrive mientras veníamos en Leticia, ¡Te dije que te sujetarás bien! — Tony lo aprisionó en sus brazos y le dió un par de golpes en la cabeza, Aidan supuso que su intención era ser suave, pero aquellos golpes tenían la capacidad de provocar un derramé cerebral — ¡Niño, malo! ¡Niño, malo!
— Es una lástima que lo hayas dejado caer, pero bueno, ya que están todos reunidos aquí, apreten labios — "mano de obra barata" así misma se había descrito Roxelana, pero la forma en la que ambas chicas inmediatamente posaron no era de un trabajador mal pagado, era casi como un esclavo, rápido y eficaz, sin protestar. Valerio miró a ambas chicas, girando sobre sus pies, posando sus ojos de una a otra, luego de Aidan, Rox y Tyline a Rox, Tyline y Aidan — Tictoc, ¡Ganó Aidan! — anuncio feliz, el soslayo invadió a Aidan, la forma en la que Valerio lo miraba era por decirlo menos preocupante, el muchacho quería irse a casa, pero se sentía extraño, adormecido, no sabía cómo salir de allí y sus piernas no respondían.
— ¿Qué cosa gané? — pregunto desorientado.
— Tienes los labios perfectos. Ni exageradamente kardashian ni inexistentes como político correcto. Ahora ponte brillo labial y besa el cuello de Tony — Valerio tomó una cámara fotográfica a la vez que Tony se quitaba la chaqueta y camiseta, revelando un torso bien tonificado y algo velludo —, estoy empezando a incursionar en la publicidad, así que empezaremos por hacer unas pruebas de fotografía para los posters de la película.
— ¿Tú crees que voy a hacer eso?
— Si, porque ahora eres mi empleado y no te olvides del pequeño detalle de que ¡SOY TU DUEÑO! — Valerio jadeaba como un animal rabioso, aquel grito espanto por completo a Aidan, le recordaba a los berridos e insultos que solía lanzarle su madre cuando él hacía algo que ella no aprobara, casi esperaba que Valerio se quitará la sandalia izquierda y le diera un buen par de nalgadas mientras le gritaba lo mucho que lo había decepcionado, y cuando había sacrificado por su bienestar — O al menos hasta que se acabe el contrato
— ¿Qué contrato? — sin previo aviso Roxelana tomó al muchacho de las mejillas y pintó sus labios de un color rojo intenso, Aidan al instante lo limpio, sin entender qué pasaba, estaba desorientado, su cabeza daba vueltas y el flash de la cámara lo aturdía.
— Este el que acabas de firmar — Valerio sacó de debajo de uno de los cojines una hoja de papel que ondeó orgulloso, aquella hoja contenía en la parte de abajo la firma del joven, Aidan tomó la hoja sorprendido, no recordaba haber firmado algo, pero efectivamente ese era su nombre y su letra.
— ¡Nunca firme algo así! — Aidan nunca firmaría algo sin leerlo, además de ser menor de edad, a los trece años y medio, casi catorce, no podía trabajar, al menos no de forma legal, mucho menos dar su autorización para algo.
— No fue necesario, me tomé el atrevimiento de firmarlo por ti, pero bueno, necesitaba esas fotos para el proyecto — Valerio comenzó a revisar algunas de las fotos que había tomado, le gustaba esa expresión en el rostro de Aidan, como la de un cervatillo que es iluminado por las luces de un auto a punto de ser atropellado, confusión, desolez y temor, esa expresión le resultaba bastante bonita, al menos en el rostro del chico que seguía con manchas del lápiz labial, con su dedo pulgar acarició la mejilla rojiza del Aidan digital, notando unos dedos tatuados en dicha piel, ¿realmente era un varón? ¿O en realidad sí era su musa que se negaba a revelar su identidad? Le pagaría al investigador privado de su padre para descubrir la verdad, aunque suponía que no podría hacerlo, su padre no le permitiría usar a su detective, no después del escándalo de acoso del año anterior, donde una antigua y malagradecida actriz lo denunció porque Valerio uso sus fotos para chantajearla a que siguiera trabajando, hasta el momento dicho problema no le había causado la más mínima inquietud, era menor de edad y su padre acalló la situación con unos cuantos ceros a la derecha en un cheque, solo obtuvo una reprimenda y un castigo menor, pero ahora se daba cuenta que por culpa de esa malagradecida tendría que vivir con la incertidumbre de saber si Aidan era aquella musa gordita de la cual se había enamorado hace tantos años, desde que la vio sola en el cine de una pequeña ciudad, sentada de piernas cruzadas y sus gruesas manos en su regazo, mirando con esos enormes ojos azules lo que se proyectaba en la pantalla, totalmente fascinada por la película, le decepcionaba que hubiera adelgazado tanto, pero esa mirada azul la reconocería donde fuera, esa eterna tristeza y asombro por el mundo, quería tenerla, conocerla, que ella viera sus películas y pusiera ese mismo rostro de sorpresa.
— ¿Falsificaste mi firma?
— No lo llamaría así, sólo te ahorré un poquito el trabajo, ahora necesito que me ahorres el mío, aún no tengo definidos a todos los personajes, pero obviamente el tipo que te toco es un personaje confirmado, así que ¿Tienes una foto de tu abusador? Así sabré cómo imaginarlo al momento de escribir el guion — Aidan deseo decir que no, pero aún no contaba con la fuerza suficiente de eliminar todas esas fotos y videos que yacían en su teléfono, aún no creía del todo que aquél amigo tan leal y bueno fuera capaz de tal calamidad, todavía esperaba que apareciera alguien con un micrófono e hiciera el remate de la escena, diciendo que todo era un experimento social, quería aferrarse al pecho de Günther y preguntarle si era verdad lo que tantas personas decían, si Günther lo negaba Aidan sin dudarlo le creería.
En el fondo solo quería que todo fuera una pesadilla, despertar y seguir enfadado al descubrir el plan de su madre por cambiarlo de escuela, solo quería despertar de esa pesadilla en la que se había convertido su vida.
Con su mano temblando sacó su teléfono y fue hacía la galería, no miró la pantalla, sabía exactamente en que parte de la pantalla estaba la carpeta llena de fotos de él y su abusador. Las primeras noches tras despertar en el hospital Aidan seguía sin entender todo lo que sus padres le habían dicho, paso esas noches en vela mirando antiguas fotografías y teniendo flashback de extraños momentos que no recordaba, cuando su mente por fin proceso las palabras que salían de la boca de sus padres para Aidan fue incapaz volver a ver las fotografías, una parte de él no quería manchar la imagen de un amigo tan querido.
— ¡Uy, papasote! ¡Cosa rica! ¿Es legal ser tan atractivo? — Valerio miró con atención la foto de Günther, levantó su teléfono a la altura del rostro de Tony y frunció el entrecejo inconforme — Tendrás que afeitarte, Tony.
— Prefiero perder mis huevos antes de afeitarme la barba — declaró Tony, perder su barba sería perder la vida misma, sobre todo porque sin ella pasaría de tener 17 a 8 años, cortesía de una cara de bebé congénita.
— ¡Pero este tipo no tiene barba! Necesito que te parezcas.
— ¿Tony va a interpretar a... él? — Tony y Günther únicamente eran similares en el hecho de que ambos eran personas, Tony tenía una apariencia despreocupada y algo sucia, nada parecido a la pulcredad y elegancia natural de Günther, Aidan no pudo evitar sonreír al imaginar a su amigo indignado por ver quién lo iba a interpretar, pero su sonrisa desapareció al recordar que él ya no era su amigo y que el Günther que tanto amo en realidad nunca existió.
— Es el único otro actor que tengo, si no es él será Tyline — la mencionada sonrió, sacándole el dedo del medio a su empleador — ¡Sabes que te amo, Tyline, pero debemos admitir que eres muy masculina! — Valerio lanzó unos cuantos besos al aire en dirección a Tyline, ella los esquivo hasta que Valerio hizo un puchero, la castaña rodó los ojos y tomó uno de los besos y lo colocó en su mejilla, haciendo sonreír a su explotador personal — Pero ahora olvidemos el trabajo, ¡Divirtámonos un poco!
— Debo irme a casa, antes de que el doctor Stilinski noté mi ausencia — y antes de que hiciera un reporte de alerta amber y pusiera a todo el ejército en su búsqueda, sonaba exagerado pero cuando el nieto de un soldado reconocido desaparecía la policía hacía todo lo posible por encontrarlo, a no ser que tuviera que ver con el afamado hijo del canciller Wallace Vodja, en ese caso la policía actuaba como si nada hubiera pasado, a veces Aidan pensaba que serían los mismos policías quienes terminarían matándolo y enterrando su cuerpo donde nadie más pudiera encontrarlo, la corrupción era algo tan desolador —, se va a preocupar si nota que no estoy en la cama — Aidan sabía que el doctor Stilinski lo quería, pero seguramente su temor por Evangeline sería mayor que su amor por él y si llegaba a enterarse del lugar en donde estaba no dudaría en internarlo en alguna clínica para salvaguardar su vida.
Cuando tuvo su primer intento de suicidio Evangeline pensó en internar a Aidan en un psiquiátrico donde sabía que lo tendría vigilado 24/7, pero no fue posible, un ambiente así de deprimente solo empeoraría la situación, pese a la negativa del doctor Stilinski por internarlo Aidan sabía que no dudaría en hacerlo de ser necesario para mantenerlo vivo.
— ¡Quédate un rato más, Aidan! ¡Vamos! ¡No seas aburrido!
— Yo...no puedo — su cabeza daba vueltas y pronto comenzó a tambalear.
— Relájate, Aidan, solo recuestate y miremos una película, ni que te estuviéramos pidiendo que mates a alguien — se burló Valerio, acto seguido empezó a exigir el licor pero Tony le explico lo que había pasado, el desorientado muchacho supo por la forma en que las manos de Valerio temblaban en que no dudaría en golpear a Tony si no fuera tan enorme y musculoso.
Aidan se sentó en uno de los cojines tratando de calmar su mareo, no había sentido así desde hace mucho tiempo, solo se mareaba cuando comía algo en mal estado en su defecto no comía nada, pero nunca se había mareado así, ni siquiera cuando comenzó a dejar de comer, olvidaba por completo hacerlo y no tenía hambre, sí se sentía más cansado pero jamás mareado de una forma tan violenta, todo a su alrededor parecía cobrar vida y sacudirse. El chico tomo su estómago manchando sus dedos con la sangre de las heridas que las botellas le provocaron, sus ojos azules se cernieron sobre el grupo de amigos: frente a él yacía una pantalla enorme que reproducía una película cuyo diálogo le resulta familiar pero el cual no pudo identificar, Valerio se sentó a su lado y con un porro en la mano comenzó a criticar desde la escenografía hasta los movimientos de los actores, Tony se sienta con una de las pocas latas supervivientes de cerveza y Roxelana usa su pecho como almohada, usando uno de sus pies la chica le da una palmada en la boca a Valerio, exigiéndole silencio ya que esa es su parte favorita, Tyline por su parte permanece callada, llenando su mano y boca con frituras de queso, su boca y cuello son naranjas al igual que algunos parches de su pelo.
Era como una pijamada o al menos así era como se suponía que se veía una pijamada según las películas. Aidan nunca había ido a una, al menos no el tiempo suficiente, su madre siempre decía que sí podía ir, lo ayudaba a empacar su pijama y cepillo de dientes, sus zapatos y algunos bocadillos pero media hora más tarde iba recogerlo porque recordó que tenía un compromiso con su hijo, generalmente clases extracurriculares o estudiar para un examen. Ni siquiera su buen amigo Dan lo salvaba de perder tiempo valioso de su juventud estudiando un tema que un par de años olvidaría por completo. Dan. Desde que Evangeline lo llevó a arrastras para jugar en su patio trasero había sido su amigo más cercano después de él, Dan siempre le dijo que Günther era raro y Günther siempre le decía que Dan era una mala influencia, Aidan pensaba que solo era sus dos mejores amigos peleando por su atención, pero al final Günther ganó y su madre le prohibió seguir siendo amigo de Dan, su amistad había culminado un mes antes de que Günther le pusiera la mano encima a Katherina y cuando eso paso Dan lo esperaba con los brazos abiertos, y bocadillos para distraerlo, en el último campamento fue la primera vez en muchos años que pudieron divertirse sin tener a Evangeline sobre ellos. Después del incidente había visto a Dan un par de veces, pero ni todos sus chistes lo hicieron reír, Aidan no quería que su amigo lo viera así, todas las noches su fiel confidente le escribía contándole su día, pero Aidan no respondía, sabía que estaban molestando a Dan por ser amigo de una "puta" como él, era mejor alejarse.
Aidan contemplo la pantalla de su teléfono, ahí estaba, cientos de mensajes no leídos, quizás debería leerlos, solo quería sentirlo cerca, imaginar a Dan sentado a su lado, relatando su historia con sus muecas y exageraciones, cuestionando qué tan reales eran, solo un momento, solo las leería y lo dejaría ir, no era justo que Dan sufriera por su culpa, leería sus mensajes y le pediría que nunca más le volviera escribir, le daría las gracias por su honesta amistad y amabilidad, solo eso, un último adiós.
La nube de drogas envolvió la cabeza de Aidan mientras escriba, solo un último mensaje y ya.
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