Capítulo 29
Aidan.
Y eso es todo lo que podía hacer: mentirle; porque es en lo único para lo que soy bueno. Y si estuviera conmigo, tengo por seguro de que la engañaría tarde o temprano, porque me conozco, y así soy conocido.
Se acabó nuestra amistad. Pero que quede claro: yo no la terminé, fue ella quien lo hizo. Me alejó porqué cree que me ama; cuando se calmen las cosas estaré ahí para ella, mientras, tendré que conformarme con cuidarla desde lejos, porque después de las pendejadas que le dije no me permitirá acercarme a menos de cincuenta metros.
No me perdonará después de lo que le dije. No me perdonará porque sé que no es nuestro destino terminar juntos. Es mi mejor amiga, y no quiero echar a perder eso que tenemos por un capricho que sé que no acabará bien.
Ella merece a alguien mejor. A alguien que no tenga problemas paternales, o que no piense que es un desastre las veinticuatro horas del día. A alguien que no esté loco, o sea un caso perdido.
Merece que alguien la ame por entero.
Y tal vez esté siendo un imbécil hasta la médula con ella, pero es necesario con tal de que no haya otro problema en su vida. Viviré sabiendo que jamás obtuve lo que quise, pero también sabiendo que hice lo mejor que pude por ella. No se merece a un tipo que intente jugar con sus sentimientos, merece a un sujeto que la quiera por quien es. Yo hice lo que pude para hacernos felices, tuve que hacerlo para que ella pueda vivir felizmente con alguien que no tema que le rompa el corazón.
Muy en el fondo, sé que no está enamorada de mí. Ella no me quiere, no de ese modo. Me conoce demasiado como para quererme tal y como soy. Personas como Zoé no pueden amar a tipos sin querer que cambien, porque más de una vez me ha dicho que me quiere, pero...
Y ese pero... es el problema. Quiere que sea como ella dice, no como soy. Y yo no quiero cambiar o comprometerme. Aún no. No quiero liberarme de todo lo que soy, por alguien que sólo me gusta lo suficiente como para querer hacerla mi novia.
<<Mi novia>>. Zoé podría ser más que eso para mí; y lo peor es que lo sé. Sé que ella sería la excepción de todo lo que creo correcto, pero me puede más mi deseo de ser yo mismo con alguien a quien no voy a volver a ver por un revolcón, que serlo por el resto de mi vida con alguien con quien posiblemente no funcione por ser demasiado similares.
Quizás no sea el sujeto que se quede con ella ahora, pero sólo así seré el único que se irá de su lado. Seré el primero para ella, siempre me pertenecerá en ese y otros sentidos, porque somos –y aunque me cueste admitirlo–: hechos el uno para el otro.
Siempre tendremos nuestro último día juntos, en donde me di cuenta que estaba llorando por nuestra amistad, porque sabía que había llegado el momento de la verdad, había descubierto que mis sentimientos por ella eran genuinos; los había reprimido por años, y había vivido engañado por mí mismo. Pero finalmente habían salido a la superficie. Había imaginado ese momento por cuatro años desde que lo probé por primera vez con una chica cualquiera, pero jamás me imaginé que pasaría una noche como esa con Zoé, mi Zoé. Debí haberla llevado a la cama, debí haberla besado más veces de las que pude contar, debí ser más cuidadoso con su cuerpo, debí haberle jurado amor eterno, debí haber hecho muchas cosas en ese tiempo que compartimos, tantas cosas que ahora no pueden regresar por mi supuesto sacrificio.
Pero es mejor para los dos no vernos por un tiempo. Ella necesita saber que lo mío no es duradero, y yo, hacerme a la idea de que perdí a la única mujer, con la que imaginé una mini versión de ella corriendo por ahí con un pañal de ositos cariñosos.
Y bueno, eso es todo lo que somos. Más bien, lo que éramos, porque ya no estamos juntos. Aunque, con un tipo como yo, quién nota la diferencia.
Lo único bueno de saber que acabo de arruinarme la vida, es que ahora tengo por seguro que ella jamás lo hará.
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