50 [Camino a la redención]
Varias semanas atrás.
El sol abrasador se alzaba sobre el desierto del País del Viento, tiñendo la arena con tonos dorados y rojizos mientras los fuertes vientos levantaban remolinos de polvo en el aire.
A lo lejos, una imponente muralla de roca se erguía como la última frontera antes de Sunagakure.
Sobre ella, un grupo de guardias mantenía su vigilancia.
Uno de ellos entrecerró los ojos y se llevó unos binoculares al rostro.
—¡Veo algo acercándose!
El resto de los guardias se tensó de inmediato.
—¿Qué es?
El guardia enfocó mejor su visión. Tres figuras avanzaban lentamente a través del desierto. Tres genin.
—Son... ¡Son los hijos del Kazekage!
El grupo murmuró entre sí, intercambiando miradas de incertidumbre.
Habían regresado.
Pero el monstruo estaba herido.
A unos metros de la aldea, Kankuro y Temari avanzaban a paso firme, sosteniendo a Gaara entre sus hombros.
Cada respiración del pelirrojo era pesada, forzada. Aún no se había recuperado del todo.
Tres días de viaje a pie.
Tres días de debilidad.
Kankuro resopló, sintiendo el peso de su hermano menor.
—Mierda... este viaje se me hizo eterno.
—No es de extrañar —respondió Temari sin perder el ritmo—. Gastó demasiado chakra. Dejó salir a Shukaku y luego perdió la transformación. Eso lo dejó completamente agotado.
El pelirrojo se mantuvo en silencio, la cabeza gacha, su mente aún atrapada en las imágenes de su derrota.
No, no solo su derrota… también su derrota emocional.
Aquel chico... Naruto Uzumaki.
Sus palabras lo atormentaban.
"El amor... Luchar por otros es lo que lo hace fuerte..."
¿Cómo alguien como él podía pensar así?
¿Cómo podía ser tan… absurdo?
Gaara apretó los puños débilmente, pero no tuvo fuerzas para sostener su propio enojo.
Porque no estaba enojado.
Solo estaba cansado.
Kankuro se detuvo en seco.
Temari frunció el ceño.
—¿Qué pasa?
Kankuro suspiró, mirando la aldea a la distancia. La gran muralla de Sunagakure estaba ante ellos.
—Mierda... ¿Qué haremos ahora?
Temari lo miró con extrañeza.
—¿De qué hablas?
—¿Realmente crees que nos dejarán entrar así de fácil?
El silencio se hizo entre los dos. Temari entendió al instante.
Habían vuelto con Gaara herido, vulnerable.
Lo que significaba que... ya no era intocable.
Gaara, el monstruo de la arena, el demonio al que todos temían... ahora no tenía su defensa automática.
Temari sintió una sensación extraña en el pecho. No podía negar que también le preocupaba.
Pero no podían quedarse allí.
—Sigamos... —dijo con firmeza.
Kankuro asintió con renuencia y reanudaron su marcha.
Tras unos minutos...
La muralla de Sunagakure se alzaba imponente ante ellos. Pero no los recibió con los brazos abiertos.
Apenas dieron unos pasos más, decenas de sombras aparecieron a su alrededor.
Jonin de la aldea aterrizaron en formación cerrada, rodeándolos en un instante.
—¡Alto ahí! ¡No se muevan!
Kankuro apretó los dientes.
—Mierda... esto me temía.
Temari se tensó, sintiendo la hostilidad en el aire.
Ya lo sabían... Pero ¿A donde más podrían haber ido?
Era claro, esos ninja no venían a darles la bienvenida.
Un ninja de alto rango, el líder de la división de seguridad, un hombre alto, se cabello negro, piel bronceada y un capuchón blanco, se adelantó entre el grupo con los brazos cruzados. Su expresión era burlona, con un toque de satisfacción.
—Vaya, vaya... miren lo que trajeron de vuelta. Han traído al Shukaku. Buen trabajo, niños. Ahora, entréguenlo.
Kankuro sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
Temari no se sintió diferente, las intenciones eran claras...
No querían ayudar a Gaara.
Kankuro se colocó instintivamente frente a su hermano menor.
—No, señor... ¡Necesitamos llevarlo al hospital! ¡Está herido!
El ninja de alto rango chasqueó la lengua y negó con la cabeza.
—No te estoy preguntando niño. Es una orden.
Gaara escuchó todo.
Con un gran esfuerzo, levantó la cabeza por primera vez en días.
Su cuerpo entero pesaba como si estuviera enterrado bajo su propia arena.
Sus ojos celestes recorrieron lentamente los rostros de los guardias que lo rodeaban.
Lo odiaban.
Le temían.
Pero había algo más en esas miradas... Algo nuevo que no había visto desde que tenía memoria.
Esperanza.
Esperanza de que, esta vez, el monstruo no pudiera defenderse.
El líder de seguridad sonrió levemente.
—Es bueno ver qué despiertas, Shukaku.
El pelirrojo lo miró sin cambiar su expresión.
No estaba sorprendido.
Lo esperaba...
Temari, desesperada, trató de intervenir.
—¡Oiga! ¡No se acerque! ¡Nuestro padre es el Kazekage! ¡Si ustedes le hacen algo a Gaara...!
El ninja soltó una carcajada.
—¿El Kazekage?
Temari frunció el ceño al notar su expresión.
—¿Qué...?
El ninja ladeó la cabeza con una sonrisa burlona.
—Raza está muerto.
El tiempo pareció detenerse.
—Encontramos su cadáver en el desierto hace dos días.
Los hermanos de Gaara quedaron completamente paralizados.
El silencio que siguió fue sepulcral.
Temari y Kankuro se quedaron helados.
Gaara entrecerró los ojos.
—¿…Qué dijiste?
El líder cruzó los brazos.
—Hallamos su cadáver hace dos días, en el desierto. Aparentemente Orochimaru lo asesino y utilizo a la arena para atacar a Konoha.
Kankuro sintió un escalofrío recorrer su espalda.
Temari abrió los ojos con incredulidad.
Gaara, sin embargo… no reaccionó como esperaban.
Solo… parpadeó.
Como si no supiera cómo procesar la información.
¿Muerto?
¿Así de simple?
Su padre… su verdugo… ya no existía.
No sintió alivio.
No sintió tristeza.
Solo… vacío.
El ninja de seguridad extendió los brazos.
—Así que... ahora yo decido quién entra a la aldea y quién no. Hasta que se elija un nuevo Kazekage, yo estoy al mando de la seguridad de Sunagakure, es mi autoría. Y El Shukaku, viene con nosotros.
Kankuro sintió un impulso incontrolable de sacar su pergamino.
No iba a dejar que se lo llevaran.
Se plantó frente al líder de seguridad, adoptando una postura de combate.
—¡Sobre mi cadáver!
—Kankuro, no te metas... —gruñó Gaara, apartándose del hombro de Temari.
Temari lo miró con preocupación.
Gaara apenas podía mantenerse en pie.
El líder de seguridad sonrió con superioridad al ver el estado del Jinchuriki.
—Arrestenlo— declaró a sus compañeros.
Los ninjas de la arena sonrieron.
Finalmente tenían la oportunidad de librarse del monstruo...
Pero entonces...
Una sombra cayó sobre ellos.
El sonido de unos pies aterrizando pesadamente sobre la arena hizo que todos se giraran al instante.
La figura alta y robusta de Masashi apareció en medio de la escena.
Su postura relajada, pero su sola presencia hizo que la temperatura del ambiente descendiera.
Sus ojos rojos repasaron a cada ninja presente, hasta posarse sobre el líder de seguridad.
El silencio cayó sobre la escena.
El ninja legendario simplemente declaró...
—Lider de división de seguridad, ya puedes irte a tu posición de trabajo.— Declaró con calma, pero su voz resonó por cada uno de los ninja ahí presentes.
El líder de seguridad sintió su corazón latir con fuerza, pero no sé iba a dejar intimidar.
O al menos eso quería.
—¡Usted...!
Masashi lo miró con una expresión completamente neutra.
Sin palabras.
Pero su mirada decía: "¿Me estás respondiendo?"
El líder tragó saliva y apretó los puños.
Masashi dio un paso adelante, obligando a los demás a retroceder.
—Si piensan intentarlo, háganlo rápido, pueden ir todos si quieren.
Cada palabra pesó como una amenaza.
El líder giró la cabeza, buscando apoyo entre sus subordinados... Al menos una pequeña mirada de aprobación...
Ninguno se movió, todos estaban paralizados...
Masashi sonrió de lado.
—¿Qué pasó? ¿Ya no quieren golpear al monstruo?
El líder sintió su orgullo ser pisoteado.
—¿En verdad vas a protegerlo...?
Masashi puso una mano en su hombro.
Pesaba como una roca... El ninja sintió el peso de esa mano en su alma.
—Si le tienen miedo a un niño, será mejor que ni intenten enojarme a mí.
El líder de seguridad retrocedió.
—Bien, ya se calmaron. Si alguien todavía tiene problemas con el mocoso, puede venir a decírmelo, yo me asegúrare de escucharlos. —Dio un paso adelante, su sombra proyectándose sobre los presentes—. Prometo que será la última queja que hagan.
Con estas palabras la reacción fue inmediata...
Uno a uno, los ninjas comenzaron a dispersarse.
Gaara solo observó la escena con confusión... No pudo evitar sentirse... Extraño... lo había protegido.
Masashi le devolvió la mirada de reojo a Gaara.
—Me la debes, mocoso, iré a buscarte cuando te recuperes.
Kankuro no pudo evitar retroceder, a lo que Masashi lo miro de forma burlona.
—Tienes más agallas de lo que parece. Pero eso no quita que te ves como un marica con ese maquillaje.
Sin mas se giró y comenzó a caminar... Mientras los genin se quedaban paralizados ..
Tras alejarse unos 10 metros, con la mirada de los genin aún en su espalda, una figura aterrizó a su lado...
Kaori, quien lo había acompañado desde antes de la intervencion, se cruzó de brazos con una expresión incrédula...
Luego de huir del país del fuego, ellos se habían separado del grupo de Gaara... Adelantandose, para tratar las heridas de Masashi. Ahora su mano estaba vendada... Pero era claro, podía barrer el suelo con la aldea entera si quería.
—¿Desde cuándo te importa el niño? Creí que odiabas a Raza...
Masashi se encogió de hombros.
—No es que me importe. Es solo que quería...
Hizo una pausa y miró de nuevo en dirección a Gaara.
—Asegurarme de que alguien lo proteja... ya que su padre nunca lo hizo. Tener un padre de mierda que no es lindo, creo que tú lo entiendes, no?
Kaori suspiró.
—Nunca conocí directamente a mi padre. Pero bueno.... Eres un desastre emocional, ¿lo sabías? Tienes problemas de proyección, supongo que te viste a ti mismo en el niño.
Masashi rió bajo.
—Probablemente.
Gaara solo observó en silencio mientras los 2 ninjas de rango S, se marchaban, Kankuro y Temari estaban igual de sorprendidos.
—Que vendrá buscarme?... Porque?...— Medito el pelirrojo en silencio.
______________________________________
Días después...
Desde la cima de un edificio, Gaara permanecía de pie, observando en silencio una escena...
A unos metros de distancia, un grupo de niños jugaba con una pelota improvisada, riendo y gritando con inocente entusiasmo. Sus voces llenaban el aire con una vitalidad que le resultaba ajena.
Gaara entrecerró los ojos. Él nunca había jugado así... Siempre lo rechazaban cuando intentaba acercarse...
La imagen de su infancia se superpuso en su mente como un reflejo distorsionado: él de niño, siempre solo, caminando entre miradas de terror y susurros de desprecio. Un monstruo, eso era lo que siempre le habían dicho. Eso era lo que siempre había sido.
Su rostro se endureció. La rabia burbujeó en su interior, un impulso oscuro, familiar.
¿Por qué él nunca pudo tener algo así? ¿Por qué ellos sí?
Los niños reían. Gaara los miró con una expresión vacía. Si murieran ahora mismo, el mundo seguiría igual.
La arena en su calabaza vibró levemente, como un instinto reflejo. Podría acabar con ellos en un instante.
Un solo pensamiento fue suficiente para imaginar la escena: los gritos de pánico, la sangre manchando la arena, el silencio absoluto después del caos.
Pero entonces, una imagen irrumpió en su mente.
—Naruto Uzumaki...— Murmuró el pelirrojo.
Su rostro apareció en su recuerdo, superponiéndose a la visión de la masacre imaginaria. Naruto como un niño de 5 años sonriendo, a pesar del rechazo. Naruto riendo, a pesar del dolor. Naruto, un niño como él, pero sin ser consumido por el odio.
Gaara sintió un escalofrío de ira y confusión. ¿Cómo podía sonreír alguien así? ¿Había que ser alguna clase de imbécil?
Gruñó, cerrando los ojos con fuerza. La imagen de los niños destrozados desapareció de su mente.
Cuando volvió a abrirlos, los niños ya lo habían notado... Lo miraban con miedo.
—¡E-es Gaara! —chilló uno de ellos.
—¡Corre! —exclamó otro, y en un parpadeo, todos huyeron como si hubieran visto a un demonio.
Gaara los observó irse. El fastidio lo recorrió como una espina clavándose en su eqlma. No había hecho nada, y aun así le temían.
Apretó los puños. Siempre sería así.
Con un suspiro, se dio la vuelta y comenzó a caminar por los tejados.
Los ecos de las risas infantiles ya se habían extinguido, pero en su mente todavía resonaban otras palabras:
"¿Cómo diablos amas a alguien?"
"Si todos te muestran odio, hay que ser alguna clase de imbécil para intentar quererlos."
Cómo es que eso tenía alguna clase de sentido?
La idea lo irritaba. Y sin embargo, no podía sacarla de su cabeza...
—Actua muy diferente a como siempre lo hace...— Murmuró Kankuro, quien estaba sentado en lo alto de otro edificio junto a Temari, ambos observado desde lejos a su hermano.
—Si... Ha mejorado... O al menos está intentando hacerlo, lo que pasó en esa invasión, lo ha cambiado. No ha matado a nadie y se ha contenido...— Declaró Temari.
______________________________________
En otro lugar..
Masashi estaba sentado en el borde del tejado del edificio Kazekage, con una pierna colgando despreocupadamente y la otra doblada sobre la rodilla. A su lado, Kaori se recargaba sobre una viga con los brazos cruzados, observando la aldea con el ceño ligeramente fruncido.
—¿Y bien? —preguntó de repente, con su tono burlón característico—. ¿Cómo te va con eso de dejar el trago?
Masashi suspiró con pesadez antes de responder.
—Una mierda. Estar sobrio tanto tiempo llega a ser molesto.
Kaori soltó una carcajada.
—Eso me lo esperaba.
—Aunque... —Masashi se pasó la mano por la nuca—. Admito que empieza a ser menos molesto.
Kaori levantó una ceja.
—¿Así que ahora puedes estar sobrio sin querer partirle la cara a alguien? Eso sí que es un avance.
—No exageremos. Sigo queriendo partirle la cara a varios, solo que ahora tengo más tiempo para elegir a quién... Además de más consciencia para saber si vale la pena
Kaori sonrió con diversión antes de ladear la cabeza.
—Y dime, ¿vas a ir a buscar a tu protegido? Ya eres su padrino o todavía no? ¿Tu hijito no se pondrá celoso por tu ahijado?
Masashi la miró con un gesto de confusión.
—¿Mi qué?
—Oh, vamos —respondió Kaori con un tono melodioso, claramente disfrutando del momento—. Tu pequeño monstruto pelirrojo, el niño de Raza. Desde que lo salvaste, lo has estado vigilando. ¿Cuándo planeas ir a buscarlo? ¿No era que te debía?
Masashi se puso pensativo, pero antes de poder contestar, un ruido de pasos resonó en la estructura.
Ambos se giraron...
Varios consejeros de Suna subían por las escaleras hasta el tejado. Su expresión era solemne y su postura rígida, indicaba que no estaban allí solo para una charla casual.
Masashi soltó un suspiro.
—Ah, mierda… ¿Ahora qué? Mal momento para estar sobrio.
Los ancianos se detuvieron frente a ellos con la seriedad de quien está a punto de hacer un anuncio de suma importancia.
—Masashi-dono, necesitamos hablar con usted.
El ninja se encogió de hombros.
—Pues hablen.
Uno de los consejeros, un hombre de edad avanzada con una larga túnica beige, dio un paso adelante.
—La aldea necesita estabilidad. Con la muerte del Cuarto Kazekage y la crisis provocada por Orochimaru, nos encontramos en una situación crítica, además hemos tenido que dar un gran pago a Konoha por el incidente. La gente necesita un líder.
Masashi arqueó una ceja, sintiendo que la conversación iba a tomar un giro desagradable.
—¿Y qué tiene eso que ver conmigo?
El anciano se aclaró la garganta.
—Después de mucho discutirlo, hemos decidido que usted debe ser el nuevo Kazekage.
El silencio se extendió por un par de segundos.
Kaori se quedó inmóvil antes de soltar una carcajada y llevarse las manos al estómago.
—Oh! El gran Kazekage, un bestia con más músculo que cerebro!! Y el poquito que tiene está podrido de alcohol! Jajaja
Masashi, por su parte, cerró los ojos y suspiró profundamente antes de hablar.
—Deben estar muy desesperados para conciderarme su primera opción. No les agrado y ustedes no me agradan.
El tono de su voz era neutral, pero sus ojos reflejaban una mezcla de incredulidad y fastidio.
—No me digan, me eligieron porque les doy miedo —continuó, cruzándose de brazos—. Y esperan que ese miedo se transfiera a otras aldeas, lo que facilitaría que la aldea siga siendo temida... Además, de que con mis recursos puedo mantener al país, no?
Los ancianos guardaron silencio, lo que confirmó sus sospechas.
Kaori dejó de reír y se cruzó de brazos con una expresión de burla.
—Pff, yo tampoco acepto el puesto, no soy de las que se dejan encasillar en una oficina, así que ni se molesten en preguntarme.
Uno de los consejeros levanto una ceja antes de mirarla directamente.
—Pero señorita Kaori, usted nunca fue considerada para el puesto... Fue la primera que descartamos.
Kaori sintió como si una gran roca le hubiera caído encima... ella parpadeó antes de entrecerrar los ojos.
—¿Ah sí? ¿Y por qué?
Masashi sonrió con malicia antes de responder por los ancianos.
—Porque no quieren que los fondos de la aldea terminen en manos de una adicta al dinero. Nadie es tan estúpido para ponerte a cargo, de seguro el país entero entra en quiebra el primer día.
Kaori se giró hacia él con una mirada asesina.
—Hijo de puta...
Masashi se encogió de hombros, divertido por su reacción.
Kaori, por su parte, infló las mejillas en un puchero fingido antes de hacer un ademán de fastidio.
—Bah, al cabo que ni quería
Los ancianos ignoraron la escena y miraron fijamente a Masashi.
—¿rechaza la oferta?
Masashi los miró con aburrimiento antes de responder.
—Escúchenme bien. Yo nunca seré una opción para Kazekage, y más les vale no insistir, no les debo nada, y no tengo una razón para querer ese puesto.
El peso de sus palabras cayó como una losa sobre los ancianos, quienes se miraron entre sí con preocupación.
—¿Entonces quién...? —murmuró uno de ellos.
—No hay nadie más.
—Tal vez… Baki sería la mejor opción.
Masashi hizo una mueca de asco al oír ese nombre.
—Mierda, no... Todo menos ese imbécil.
Los ancianos lo miraron con sorpresa...
—¿Tiene una mejor idea?
Masashi suspiró antes de ponerse de pie.
—Tal vez conozco a alguien que podría ser un buen candidato… aunque le falta pulirse un poco mas, supongo que con un guía podría hacerlo bien.
Kaori arqueó una ceja.
—Oh, esto será interesante.
Los ancianos lo miraron con expectativa, esperando su respuesta.
Masashi sonrió.
—Voy a buscar al mocoso.
______________________________________
Desde una de las dunas cercanas a Sunagakure, el viento levantaba pequeñas corrientes de arena, formando remolinos que danzaban entre las rocas.
Gaara estaba allí, sentado sobre una elevación de piedra, observando la aldea a la distancia.
Sus ojos ahora más apagados, recorrían las calles de la villa. Desde su altura, podía ver a la gente moverse, vivir… ignorándolo, tal como siempre lo habían hecho... Pero el tenía la percepción de siempre... Y más desde esta distancia, eran solo hormigas...
Pero esta vez, era diferente.
Gaara bajó la vista, mirando sus manos... Aún podía ver sangre... Casi podía sentir el olor metálico en su arena.
Las apretó lentamente mientras sentía lo que pasaba...
Después de todo lo que pasó, después de enfrentar a ese chico y su equipo... después de escuchar sus palabras…
Después de que Masashi interfiriera y lo protegiera…
No entendía.
No entendía nada.
¿Qué sentido tenía todo esto?
—Tienes cara de que te explotaron la cabeza —sonó una voz tras él.
Gaara se giró de inmediato.
Masashi estaba a unos metros de distancia, con las manos en los bolsillos y su postura relajada, con sus ojos rojizos fijos en el.
El pelirrojo lo miró con desconfianza.
—¿Quién eres tú?
Masashi se acercó con calma.
—Oh, no te preocupes. Solo soy un viejo conocido de tu padre.
Gaara frunció el ceño.
—Odiaba a mi padre.
Masashi sonrió.
—Genial, yo también odiaba a ese cabrón. Y mira que casualidad, también odiaba a mi padre.
Gaara lo miró en silencio.
Masashi dejó escapar un suspiro antes de caminar tranquilamente hasta quedar a su lado, observando la aldea con él.
—Bonita vista, ¿eh?
Gaara no respondió.
Masashi sonrió, como si eso le hiciera gracia.
—Bien, me saltare la parte dramática donde te digo que me recuerdas a mi cuando era un mocoso, iré directo a lo que me interesa, la aldea necesita un Kazekage, y pienso que tú eres buen candidato.
Gaara lo miró de reojo con confusión.
—No me interesa. No es un cargo para alguien como yo.
Masashi inclinó la cabeza.
—Oh, pero deberías considerarlo.
—¿Por qué?
Masashi dejó que el silencio se extendiera unos segundos antes de responder.
—Porque puedes.
Gaara entrecerró los ojos.
—Eso no es razón suficiente.
—Es una mejor razón que la mayoría.
El pelirrojo guardó silencio.
Masashi se cruzó de brazos.
—Escucha, mocoso. Eres fuerte, eres listo, eres analítico… talvez un poco loco y desorientado, además de que te falta madurar. Pero, pienso que puedes hacerlo. Al menos mejor que yo, que fui la primer opción, entonces piénsalo, no hay muchos requisitos, si quieren a un ebrio como yo, entonces no veo porque tú no.
Gaara bajó la mirada.
—¿Y qué sentido tiene eso?
Masashi miro la aldea en silencio.
—Deberias intentarlo, para conocer tu propósito. ¿No es lo que quieres? ¿Darle sentido a tu existencia? Te he estado observando estos días, lo noto en tu mirada, has cambiado mocoso del diablo. Sientes una deuda con ellos, ¿no es así?
Gaara lo miró con desconfianza.
—mate demasiada gente, ¿porque piensas que eso puede ser ignorado?
Masashi se encogió de hombros.
—Verás, la mayoría de la gente no sabe quién demonios es. Se la pasan la vida siguiendo las expectativas de otros, cumpliendo con lo que se supone que deben hacer, o simplemente sobreviviendo. Tú no eres la excepción. Que mataste gente? Adivina que, este es el mundo ninja, la gente muere. Y con pasar los días mirando a todos con cara de pocos amigos, no se resuelven los problemas.
Gaara frunció el ceño.
—Yo…
—Tú nunca tuviste la oportunidad de descubrir quién eres realmente, y no me gustaría que lo descubras después de los 30 después de cometer toda clase de errores —lo interrumpió Masashi con firmeza— Ya estube ahí, se cómo es eso, así que te ahorraré 15 años de malas desiciones, autodesprecio, culpa, vacío y toda esa mierda. En vez de eso, intenta ser algo diferente... Un año o 2, si no te gusta, siempre puedes renunciar.
Gaara miro con curiosidad al ninja... Parecía como si le dijera eso a una versión más joven de si mismo.
—Desde que naciste, te impusieron un papel, un destino. Dijeron que eras un arma, un monstruo, un error... No te dan ganas de mandarlos al diablo y mostrarles que eres mejor? Supongo que por eso es que ese mocoso Naruto quiere ser Hokage, que hay de ti?
Gaara sintió un peso en el pecho.
—Eso es lo que soy... Un monstruo.
—Eso es lo que te dijeron que eras. Que quieres ser tu?
El silencio se hizo entre los dos.
Gaara miró su propia sombra proyectada sobre la arena.
—No entiendo qué quieres de mí.
El ninja de rango S solo volvió a reír, como si hubiera estado esperando esa pregunta toda la tarde...
—Quiero entrenarte, que te parece si te vuelves mi aprendiz? Te enseñaré a no terminar como yo.
Gaara parpadeó.
—¿Para qué?
—Para que descubras quién carajo eres, apenas tuviste una epifanía, un primer paso para descubrirte a ti mismo.
Gaara bajó la vista.
Masashi lo observó con paciencia.
—Tal vez quieras proteger a la aldea. Tal vez quieras gobernarla, demostrarte a ti mismo y a los demás que eres mejor de lo que siempre te dijeron. Tal vez quieras algo completamente distinto. No lo sabrás hasta que lo intentes... Y si no quieres, bueno, al diablo, ahí está el inútil de Baki pará calentar la silla y el sombrerito.
El pelirrojo cerró los ojos por un momento.
—No sé si puedo hacer eso.
—Pero quieres hacerlo, lo veo. Con esas 2 condiciones, tienes 2 opciones, acobardarte y seguir odiandote a ti mismo, siendo un inútil de mierda. O te decides y lo intentas, sin miedo al éxito, no tienes nada que perder y mucho que ganar.
Gaara levantó la mirada lentamente.
Masashi sonrió.
—Así que… ¿qué dices, mocoso? ¿Quieres aprender de alguien que sabe un par de cosas sobre monstruos? De un monstruo al otro te dejo elegir.
Gaara lo miró fijamente.
—¿Crees que me acepten como kazekage?
—Definitivamente no.
— ಠ_ಠ
—Pero tendrás mi carta de recomendación, ya verás como no dicen que no. Así que, la decisión está en ti.
El viento sopló entre ellos, levantando un poco de arena.
Por primera vez en su vida, alguien le estaba dando una opción.
Por primera vez… alguien no lo estaba obligando a ser algo.
Gaara cerró los ojos por un segundo antes de responder.
—Está bien.
Masashi sonrió con aprobación.
—Bien. Vamos a ver de qué estás hecho, Kazekage-dono... Pero, primero, vamos a entrenarte un poco, la silla y el sombrerito pueden esperar algúnas semanas.
El hombre se estiro mientras miraba al cielo.
—Lo primero que haremos, será ganar algo de puntos con el país del fuego. En una semana iré a ayudar con labores de reconstrucción, reparación y rescate, vas a acompañarme. Si hacemos un buen trabajo, talvez las conversaciones diplomáticas sean mejores y se llegue a una alianza rápida. Ahí tienes tu primera oportunidad para ayudar a otros con tus poderes.
Gaara asintió mientras se colocaba en pie.
Masashi empezó a caminar de regreso a la aldea.
—Puedes traer a tus hermanos... Pero dile al que juega con muñecas que se quite el maquillaje, vamos a una misión, no a la casa de su novio.
______________________________________
En la actualidad...
Otogakure...
El sonido de las máquinas llenaba la oscura habitación, un eco monótono de pitidos y susurros mecánicos que se entrelazaban con el goteo de los sueros intravenosos. La penumbra del lugar solo era interrumpida por la luz parpadeante de un monitor, donde se reflejaba el rostro de un joven de cabello blanco, acostado en una camilla con múltiples tubos conectados a su cuerpo. Su piel pálida resaltaba contra la oscura habitación, y un sello cubría la parte superior de su rostro.
Kimimaro intentó incorporarse levemente, pero su cuerpo apenas respondía. Apretó los dientes.
—No he sido llamado para nada más… Kabuto-sensei, yo estoy… —Su voz se cortó cuando un ataque de tos sacudió su frágil cuerpo.
Kabuto, quien estaba revisando unos documentos en la mesa cercana, ni siquiera levantó la vista.
—Tu trabajo es cuidar de tu cuerpo. Ya terminaste con tus deberes. —Su tono era frío, carente de compasión—. Kimimaro, ya no eres parte de los Cuatro del Sonido.
El joven Kaguya frunció el ceño.
—Aún puedo… —Su voz sonaba áspera, casi un ruego.
Kabuto finalmente se giró para mirarlo con una sonrisa condescendiente.
—Hemos encontrado a tu sucesor.
Kimimaro se quedó en silencio, sus ojos se oscurecieron con una sombra de melancolía.
Kabuto se acercó con calma, como si disfrutara el momento.
—Además, él tiene un poder equiparable al tuyo… su sello maldito es incluso más estable que el tuyo. Y no solo eso… —Su sonrisa se amplió—. También posee un kekkei genkai.
Los dedos de Kimimaro se apretaron sobre la sábana.
—…
El monitor que medía sus signos vitales comenzó a acelerarse.
Kabuto arqueó una ceja.
—¿Qué ocurre? No te emociones tanto.
Pero antes de que pudiera reaccionar, Kimimaro escupió sangre, manchando las sábanas blancas con un rojo intenso.
Kabuto suspiró.
—No deberías seguir hablando.
Kimimaro respiró con dificultad, sintiendo cómo su propio cuerpo le traicionaba.
—¿Cuánto tiempo me queda?
La pregunta quedó suspendida en el aire por un momento.
Kabuto no respondió de inmediato, su expresión se endureció.
—…
Kimimaro bajó la mirada, como si la respuesta fuera innecesaria.
—Me he dado cuenta… de que todo el mundo da su vida por alguna razón. La aventura de descubrir cuál es… es la única libertad que Dios nos da a los humanos.
Kabuto lo observó con interés, como si analizara las palabras desde una perspectiva médica y no emocional.
—Entiendo lo que quieres decir. Lord Orochimaru está sufriendo más que nunca… esta es una situación crítica.
Se giró hacia un monitor cercano, donde la imagen de Orochimaru aparecía observando a su nueva víctima, su futuro contenedor.
—Por ahora tendrá que quedarse en ese cuerpo… hasta que pueda transferirse de nuevo en unos tres años. La próxima vez, tomará el cuerpo de Sasuke.
Kimimaro cerró los ojos, su respiración era pesada pero constante.
—… Estoy de acuerdo. Ya no tengo la capacidad para ser su contenedor.
El silencio que se formó tras sus palabras se sintió casi sepulcral.
—Es difícil… encontrar un propósito cuando lo has perdido todo.
Sus dedos se movieron con lentitud hacia su rostro y, con un simple tirón, rompió el sello que cubría la parte superior de su cara.
Sus ojos brillaban con una nueva determinación.
—Ahora lo entiendo. Aunque no vaya a ser yo… traeré el nuevo contenedor hasta aquí, aunque me cueste la vida. Así le daré las gracias a Orochimaru-sama. Esa será mi manera de pagar mi inutilidad.
Kabuto sonrió levemente, sin emoción.
—Haz lo que desees.
______________________________________
En el bosque del País del Fuego .
Hinata avanzaba con cautela entre los árboles, sintiendo el aire cargado de tensión. Las hojas crujían bajo sus pies y el olor a sangre impregnaba el ambiente. Su corazón latía con fuerza, cada paso la acercaba a lo que parecía haber sido un campo de batalla reciente.
—Este lugar es un desastre… parece que hubo una lucha aquí…
Se agachó, observando los escombros de roca desperdigados por el suelo. Su Byakugan se activó con un sello manual rápido, analizando cada detalle del terreno.
Fue entonces cuando vio algo entre los restos de piedras y tierra.
Un cuerpo.
Hinata se acercó con cautela, su aliento se entrecortó al notar las ropas que vestía el cadáver.
—Su atuendo… se parece al de los ninjas de Orochimaru…
Los músculos del cuerpo estaban tensos incluso en la muerte, sus ojos abiertos y sin vida.
—Debe haber sido uno de sus subordinados
Volvió a realizar sellos manuales.
—¡Byakugan!
Su visión se expandió, explorando los alrededores con rapidez. Buscaba trampas, enemigos ocultos o, con algo de suerte, a sus compañeros.
Entonces lo vio.
Hinata corrió a la fuente del chakra que había detectado y, al llegar, su corazón se detuvo por un segundo.
—¡Choji!
El joven Akimichi estaba apoyado contra un árbol, su cuerpo notablemente más delgado. Su respiración era irregular, y su chakra fluía con una intensidad anormal.
Hinata se arrodilló a su lado con rapidez, presionando sus dedos contra su cuello.
—Sigue con vida… pero esto no es normal…
Miró con su Byakugan en detalle, tratando de entender lo que ocurría.
—¿De dónde sacó tanto chakra…? Parece que su estómago es la fuente... Algo está provocando esto...
Ella medito un momento...
—Está muy mal… su chakra está fuera de control… ¿Qué te hicieron…?
Ella continuo usando su byakugan, lo que vio la dejó helada.
El chakra de Choji se estaba quemando a una velocidad alarmante, como si su cuerpo estuviera forzado a mantener un estado de sobrecarga constante, era como un veneno.
—Esto… esto no es normal… ¿qué clase de técnica es esta?
Se mordió el labio inferior, intentando analizar la situación.
—No puedo revertir esto… pero tal vez pueda retrasarlo.
Con una determinación renovada, Hinata adoptó su postura de Juken. Sus dedos brillaron con chakra y comenzaron a moverse con precisión.
—Perdóname por esto, Choji…
Adoptó su postura de Juken, sus dedos brillando levemente con chakra. La clave estaba en cortar la conexión entre sus tenketsu y su sistema digestivo, evitando que la píldora siguiera absorbiendo energía.
Con precisión quirúrgica, golpeó una serie de puntos clave en su abdomen y torso, cerrando parcialmente el flujo de chakra en esa zona.
El cuerpo de Choji convulsionó levemente, pero su respiración comenzó a desacelerarse. Su chakra ya no se consumía a una velocidad incontrolable.
Hinata exhaló con alivio.
—Esto solo retrasa el efecto, he cortado la comunicación de su sistema de chakra y su sistema digestivo... Aún no se demasiado de medicina, pero creo que es lo mejor que puedo hacer, pero… si sus tenketsu se reactivan, la píldora volverá a hacer efecto y su estado se deteriorará otra vez. Necesita atención médica urgente.
Miró a su alrededor con el ceño fruncido.
—Esta es una zona segura de enemigos... Si Kakashi-sensei y los ninja de mayor rango van a venir, el olor a sangre debería atraerlos...
Sin mas, apoyo a Choji en otro árbol, ocultandolo de la sombra del sol.
Así, la Hyuga continuo con su camino, siguiendo la flecha del árbol...
______________________________________
Con Naruto...
El aire en el bosque era espeso, cargado de tensión y el eco lejano de combates dispersos.
Naruto, Shikamaru y Lee corrían a toda velocidad, con el barril asegurado en la espalda de Lee, esto luego de arrebatarselo a Tayuya... Por otro lado, Neji se había quedado para neutralizar a Kidomaru, al ser el único capaz de lidiar con sus telarañas, casi irrompibles sin la ayuda del juken.
Y Kiba había terminado enfrentándose con Sakon, los 2 cayendo a un precipicio.
Cada segundo era valioso; tenían que alejarse lo más rápido posible, ya habían logrado recuperar el barril... Aunque no podían moverse muy rápido al cargar con algo de tanto volumen y peso.
Sin embargo...
—¡Hijos de puta! —una voz furiosa resonó a través del bosque.
Naruto giró la cabeza justo a tiempo para ver a Tayuya corriendo hacia ellos con una expresión llena de rabia.
—¡Maldición! —Shikamaru chasqueó la lengua—. Viene por nosotros... Naruto, tú y yo nos encargaremos de ella. El barril estará seguro con Lee. Es la última enemiga que queda, y él es el más apto físicamente para mantenerlo protegido.
Lee se preparó para correr con toda su velocidad, asegurándose de acomodar bien el barril en su espalda. Pero antes de que pudiera moverse, Tayuya se detuvo de golpe, su expresión transformándose en una mezcla de sorpresa y miedo.
—¿Qué...? ¿Tú...?
Lee apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando, en un parpadeo, una figura apareció frente a él con una velocidad monstruosa.
—¡¿Eh?!
Un impacto seco resonó en el aire.
Lee salió despedido hacia un costado tras recibir una violenta patada en el rostro. El barril, ahora sin protección, fue arrebatado por el recién llegado, quien se posicionó en la rama de un árbol con el objeto asegurado a su lado.
El joven de cabello blanco miró a los presentes con indiferencia.
—Eres muy lenta, Tayuya —dijo con voz fría—. ¿Dónde están los demás?
Tayuya retrocedió un paso, el sudor corriendo por su frente.
—¿Cómo...? ¿Por qué estás aquí? ¡Tu cuerpo... tu cuerpo estaba…!
Lee se reincorporó, limpiándose la sangre de la mejilla con el dorso de la mano.
—Ese sujeto es increíblemente rápido...
El recién llegado, Kimimaro, mantuvo su expresión imperturbable mientras continuaba hablando.
—No volveré a moverme con mi cuerpo nunca más. Lo que ves aquí es el poder de mi voluntad.
Tayuya apretó los dientes.
—Mierda... Tienes un pie en la tumba...
Kimimaro la ignoró. Sus ojos se posaron en el barril con frialdad.
—Ahora lo entiendo. Esta es la percepción de la vida que ya no estará atrapada en la prisión de su cuerpo nunca más… es como si hubiera tocado el borde del sueño de Orochimaru-sama
Naruto frunció el ceño, confuso.
—¿Vida... antoqué? ¿De qué carajo habla este tipo...? Es como si estuviera delirando.
Kimimaro deslizó una mano sobre el barril, sus dedos acariciando la superficie con una extraña reverencia.
—Esto es importante para su sueño. —Su mirada se dirigió a Tayuya—. Y tú... has sido demasiado lenta.
La kunoichi sintió un escalofrío recorrer su espalda.
—Mierda...
Shikamaru observó la escena con atención.
—Genial... otro lunático obsesionado con Orochimaru. Tendremos que idear algo rápido.)
Lee, ya completamente en pie, señaló a Kimimaro con determinación.
—¡Tú! ¡Ahora serás mi rival! ¡Te demostraré el poder de la juventud!
El silencio se apoderó del ambiente.
Tayuya, Naruto y Shikamaru sintieron una gota imaginaria caer sobre sus frentes.
Kimimaro, en cambio, se mantuvo serio.
—Tayuya. —Su voz fue cortante—. Encárgate de estos inútiles.
Sin decir más, tomó el barril y desapareció en un parpadeo.
—¡Maldición! —Tayuya gruñó de frustración antes de llevarse la mano al cinturón, sacando su flauta—. ¡Voy a borrarlos de la faz de la tierra!
Shikamaru se ajustó la bandana y tomó una postura defensiva.
—Naruto, Lee... tendremos que trabajar juntos. Ya pensé en la mejor manera de lidiar con esto.
Tayuya sonrió con burla.
—Esto tardará poco. Vamos, inútiles... ¡Atáquenme!
Shikamaru dio la señal.
—¡Vamos! Somos tres contra una. Tenemos ventaja. ¡Podemos ganar!
—¡No eres rival para el poder de nuestra juventud combinada! —exclamó Lee, lanzándose al ataque.
—¡Ya verás! —añadió Naruto.
Tayuya rió con desprecio.
—¡Ja! Son basura. No lograrán nada contra mí.
Naruto ajustó su bandana con una sonrisa desafiante.
—¡No subestimes nuestro trabajo en equipo!
Shikamaru atacó primero, blandiendo un kunai con rapidez. Tayuya, con reflejos agudos, bloqueó el ataque con su flauta.
—¡Ahora, chicos!
—¡Sí! —exclamaron Naruto y Lee.
En un instante, ambos se separaron de la pelea y pasaron corriendo detrás de Tayuya.
La pelirroja abrió los ojos de par en par.
—¡¿Qué?! ¡Mierda, me han engañado! ¿Qué clase de estrategia sucia es esta?!
Saltó hacia atrás, dándose cuenta de que casi caía en la sombra de Shikamaru.
—Vaya... no volverá a caer en mi Jutsu de Sombra tan fácilmente.—Shikamaru sonrió con astucia—. Bueno, al menos ellos han pasado detrás de ella... Ese tipo es muy fuerte, será mejor que lo enfrenten juntos... Yo tendré que encargarme solo de ella...
Naruto y Lee avanzaban a gran velocidad hacia Kimimaro.
Naruto apretó los puños con determinación.
—¡Shikamaru, contamos contigo! Sasuke… voy a llevarte de vuelta a la aldea!
Fin capitulo 50
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro