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48 [plan de rescate]

Algunos minutos más tarde.

Tsunade se encontraba en la sala de emergencias, revisando con atención el estado de Hinata, quien yacía inconsciente en una camilla. Su expresión era una mezcla de preocupación y tensión mientras ajustaba el vendaje en el brazo herido de la chica.

—Tiene suerte —murmuró con tono grave—. Al parecer, sus heridas no son tan graves, pero sufrió un golpe fuerte en la cabeza. Todo indica que utilizó su rasengan en combate... ¿Qué fue lo que pasó?

Naruto, de pie junto a ella, mantenía la cabeza baja. Su ceño estaba fruncido, reflejando una culpa que parecía pesar más con cada segundo.

—No lo sé... —admitió, su voz apenas un susurro—. Hinata no llegó a casa. Estaba muy afectada por mi pelea con Sasuke, así que decidí darle espacio, tiempo para calmarse. Pero cuando llegó la medianoche... no podía quedarme quieto. Algo no me dejaba tranquilo. Salí a buscarla. Escuché sonidos extraños en dirección al bosque y, cuando llegué... la encontré tirada en un banco. Estaba muy herida.

Naruto apretó los puños con fuerza mientras el recuerdo de esa escena pasaba por su mente.

—No sé qué pasó —continuó con un nudo en la garganta—, pero la traje lo más rápido que pude. Temí que fuera demasiado tarde...

Tsunade observó a la joven Hyūga en silencio, analizando cada detalle de sus heridas. Las marcas en su cuerpo, los signos de chakra alrededor de sus brazos, todo indicaba un enfrentamiento reciente.

—Todo apunta a que hubo una pelea —dijo en voz baja, casi para sí misma, mientras ajustaba la sábana sobre Hinata—, pero aún no sabemos contra quién.

Naruto levantó la vista hacia la Hokage, sus ojos azules reflejaban preocupación y frustración.

—¿Un intruso en la aldea? —preguntó con inquietud, intentando encontrar una explicación lógica.

Tsunade cerró los ojos por un momento, como si organizara sus pensamientos.

—No puedo confirmarlo... pero tú mencionaste que la encontraste cerca de la puerta de Konoha. —Hizo una pausa, su mirada se endureció—. Si alguien intentaba entrar a la aldea, esa no sería la ruta más lógica. Sin embargo... alguien saliendo...

Las palabras quedaron suspendidas en el aire. Naruto bajó la mirada nuevamente, contemplando en silencio a Hinata. Una sensación inquietante comenzó a formarse en su pecho. De repente, una posibilidad cruzó su mente.

—¿Sasuke...? —murmuró, apenas consciente de que había hablado en voz alta.

La sospecha lo golpeó como un rayo. Recordó cómo encontró a Hinata: cuidadosamente colocada en un banco, y esa crema desinfectante tirada cerca de ella. Alguien había intentado auxiliarla.

Tsunade frunció el ceño, observando la reacción de Naruto. Era evidente que el joven estaba uniendo cabos.

—Naruto, necesito que vayas a la casa de Sasuke —ordenó con firmeza—. Si alguien puede confirmar si estuvo involucrado, eres tú. Inspecciona su casa y busca cualquier pista que pueda ayudarnos.

El Uzumaki vaciló, su rostro reflejaba una mezcla de emociones: incredulidad, rabia y tristeza. Finalmente, asintió, aunque a regañadientes.

—Está bien... lo haré. —Su voz sonó pesada, como si cargar con esa tarea fuera una herida adicional.

Sin más, Naruto salió apresurado.

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En la casa de Sasuke, minutos después...

La noche ya había avanzado cuando Naruto llegó a la residencia. La casa estaba envuelta en sombras y el silencio era absoluto, pero algo en el ambiente se sentía extraño, distinto. Naruto se acercó lentamente a la puerta principal, su mente llena de dudas.

Lo primero que hizo fue golpear.

No hubo respuesta.

Golpeó de nuevo, esta vez con más fuerza, pero el eco que resonaba en el interior solo intensificó la sensación de vacío.

Finalmente, giró la manija con cautela, y para su sorpresa, la puerta se abrió sin resistencia. No estaba cerrada con llave, algo inusual en alguien tan meticuloso como Sasuke.

—Oye, idiota, ¿estás aquí? —preguntó, su voz resonando en el interior vacío.

Naruto dio un paso dentro y el eco de sus pasos llenó la habitación. Todo estaba en penumbras, y el aire parecía más frío de lo normal. Miró alrededor: las luces apagadas, la cama perfectamente tendida, y ninguna señal de vida. Era como si Sasuke hubiera desaparecido sin dejar rastro.

—¿Sasuke? —murmuró para sí mismo mientras avanzaba con cautela.

Sus ojos se posaron en el escritorio. Un portarretratos estaba boca abajo, como si alguien hubiera querido ocultarlo deliberadamente. Naruto lo levantó con cuidado, revelando la foto del equipo 7. Al ver las caras de sus compañeros, sus dedos temblaron ligeramente.

—¿Por qué...? —susurró, sintiendo un nudo formarse en su garganta.

Un aroma extraño captó su atención. Naruto frunció el ceño y se inclinó hacia el suelo, notando algo peculiar. Había rastros de hierbas esparcidas por toda la habitación, impregnando el aire con un olor que no pertenecía allí.

—¿Hierbas...? —murmuró, inspeccionándolas más de cerca—. Son para eliminar el olor...

De repente, todo comenzó a encajar en su mente. Miró alrededor con más atención y se dio cuenta de otros detalles: el espacio vacío donde solían estar los zapatos de Sasuke, la falta de ropa en el armario, y la mochila que siempre tenía lista para misiones... también desaparecida.

Naruto sintió una tensión creciente en su pecho mientras asimilaba lo que veía. Finalmente, su mirada se detuvo en algo que brillaba tenuemente bajo la luz de la luna. Estaba sobre el escritorio, cerca del portarretratos. Se acercó con cautela, su corazón latiendo más rápido con cada paso.

Lo tomó en sus manos. Era la banda ninja de Sasuke.

—No puede ser... —susurró mientras sus dedos apretaban el protector metálico.

El mundo pareció detenerse. Todo estaba ahí, las señales eran inconfundibles: Sasuke se había ido. El eco de sus propios pensamientos se volvió ensordecedor mientras intentaba negar lo evidente.

Naruto revisó frenéticamente la habitación, buscando cualquier indicio que pudiera contradecir su conclusión, pero no había nada. El aire pesado, las hierbas esparcidas, el portarretratos volteado... todo lo confirmaba.

Se dejó caer sobre la cama con un suspiro pesado, llevándose las manos a la cara. Una mezcla de emociones lo golpeó como un torrente: ira, tristeza, frustración. Quería gritar, pero el peso de la verdad lo dejó sin aliento.

—Fuiste tú... —murmuró, sus puños cerrándose con fuerza—. Tú peleaste con Hinata...

Las imágenes de su compañera herida volvieron a su mente, y la rabia se mezcló con el dolor. Miró una vez más la foto del equipo 7, sus dedos rozando el vidrio con una mezcla de nostalgia y desilusión. Finalmente, la colocó cuidadosamente en su lugar, como si eso pudiera restaurar algo del pasado.

—¿Por qué, Sasuke? —dijo, su voz cargada de más dolor que ira—. ¿Por qué lo hiciste? Pudiste confiar en nosotros, ¡imbécil!

Naruto se levantó con determinación, sus ojos brillaban con una intensidad renovada. Sin mirar atrás, salió de la casa a paso firme, con una promesa ardiendo en su pecho.

—Te traeré de vuelta, Sasuke... y haré que te disculpes con Hinata. Luego... vas a invitarnos el almuerzo a todos. —Su voz resonó con una mezcla de resolución y amargura mientras comenzaba a correr hacia la oficina del Hokage, en medio de la fría noche.

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Una vez el rubio le explicó la situación a Tsunade, está empezó a tomar cartas en el asunto...

La luz de las velas titilaba, proyectando sombras irregulares en las paredes de la oficina de Tsunade. El ambiente estaba cargado de tensión. Mapas, pergaminos y documentos estaban desparramados sobre el escritorio, cada uno de ellos testigo del caos que había caído sobre Konoha.

Tsunade, con el ceño fruncido y las manos firmemente apoyadas sobre la madera, dejó escapar un suspiro contenido. Sus pensamientos corrían como un torrente descontrolado, buscando desesperadamente una solución.

—Esto no puede esperar... —murmuró con voz grave. Giró la mirada hacia un chunin que esperaba junto a la puerta, ansioso por recibir órdenes—. Convoca a Kakashi Hatake y a un equipo de rastreo de élite. ¡De inmediato!

El ninja asintió rápidamente y salió disparado a cumplir la orden.

Tsunade se dejó caer en su silla, su mirada perdida en el mapa que tenía frente a ella. Las rutas de escape posibles estaban marcadas.

Tsunade respiró hondo, cruzando los brazos y mirando por la ventana. Su mente trabajaba a toda velocidad, intentando organizar los recursos disponibles en medio del caos que se habia formado en menos de una hora.

...

Poco después...

El mismo chunin regresó, su rostro empapado en sudor, la ansiedad evidente en sus ojos.

—Hokage-sama... Según los registros, Kakashi Hatake no está en la aldea. Partió ayer en una misión cerca de la frontera sur. Hemos enviado al halcón más rápido disponible para avisarle, pero...

Tsunade cerró los ojos, ya lo sabía, ella misma lo había enviado, pero ahora se lamentaba no haber previsto está situación.

—Esto no puede ser... —susurró para sí misma. Orochimaru había elegido este momento con precisión quirúrgica. —Bien hecho ¿Qué hay del equipo de rastreo?

El chunin vaciló antes de responder, su voz apenas audible.

—Todos los equipos están desplegados, Hokage-sama. Algunos están en el norte, asistiendo a los damnificados por los atentados en academias y puntos de control. Otros están en la frontera sur investigando reportes de movimientos sospechosos y vigilando los movimientos de Suna... Muchos de nuestros equipos de rango A y S están fuera del país en misiones urgentes. No hay nadie disponible en la aldea.

El sonido de un golpe resonó en la oficina cuando Tsunade dejó caer su puño sobre el escritorio. Algunos pergaminos cayeron al suelo mientras el chunin retrocedía instintivamente.

—¡Maldito! —gruñó, apretando los dientes mientras su mente buscaba alternativas desesperadamente. —Esto no puede ser una coincidencia. Todo está demasiado bien calculado.

Se levantó de golpe y comenzó a caminar de un lado a otro, sus manos entrelazadas detrás de la espalda.

—Manden halcones mensajeros a los 4 equipos más cercanos. Necesito ninjas de rango A mínimo. Hagan lo mismo que hicieron con Kakashi. Díganles que vuelvan a Konoha de inmediato. ¡No importa lo que estén haciendo! —ordenó con una voz cargada de autoridad.

El chunin inclinó la cabeza y salió corriendo.

Tsunade volvió a sentarse, dejando caer la cabeza entre las manos.

—Esto tiene que funcionar... —murmuró, más para sí misma que para nadie en particular.

...

Horas después, ya era de mañana...

El sol iluminaba tenuemente la oficina, pero el ambiente seguía siendo sombrío. Tsunade estaba inclinada sobre su escritorio, sus ojos fijos en el mapa que mostraba las rutas de los halcones mensajeros. Algo no estaba bien.

—El cielo está despejado, no hay tormentas... —analizo, frunciendo el ceño—. Los halcones más rápidos deberían haber regresado ya..

Un ninja del equipo de seguridad irrumpió en la oficina, su respiración entrecortada y su rostro pálido.

—Hokage-sama... —dijo, titubeando.

Tsunade levantó la mirada, su paciencia ya al límite.

—¿Qué sucede ahora? —preguntó con tono seco.

El ninja tragó saliva antes de hablar.

—No hemos recibido ninguna respuesta, Hokage-sama, ninguno de los halcones ha regresado... Tenemos problemas.

—¿Ya intentaron invocarlos? —preguntó, esforzándose por mantener la calma.

El ninja asintió con nerviosismo mientras sacaba un pergamino.

—Intentamos invocar a los halcones, pero...

El ninja abrió un pergamino y realizó un sello manual. Un destello de humo llenó la sala y, al disiparse, dejó al descubierto un cadáver de ave, con heridas graves en el cuerpo y un mensaje aún atado a su pata.

—Esto fue lo que apareció. Parece que alguien los interceptó antes de que pudieran entregar los mensajes... Este en específico fue el enviado a Kakashi.

Tsunade observó el cuerpo sin vida del ave, su rostro endureciéndose con una mezcla de furia y frustración.

—Orochimaru... —escupió su nombre como si fuera veneno.

El ninja asintió, consciente de las implicaciones.

Todo indica que anticipó que intentaríamos comunicarnos. Probablemente colocó ninjas para interceptar las rutas de vuelo.— Analizo la rubia.

Tsunade cerró los ojos, respirando profundamente mientras intentaba contener su ira.

Esto no es solo el escape de Sasuke... Es una jugada para dejarnos aislados y ciegos. —Caminó hacia la ventana, observando la aldea en silencio por un momento antes de girarse hacia el ninja—. Si los halcones no pueden llegar a los equipos, envíen mensajeros humanos. Que viajen ligeros y eviten conflictos. No podemos perder más tiempo.

El ninja asintió, pero no pudo evitar la duda en su mirada.

—Entendido, Hokage-sama. Aunque... tomarán tiempo en llegar.

Tsunade lo sabía. Mensajeros humanos podrían tardar un día entero o más en cubrir las distancias necesarias, y eso si no eran interceptados.

Sin mencionar el tiempo que tardará Kakashi o los equipos de rastreo en llegar a Konoha, para seguir a Sasuke debían buscar pistas desde ahí.

Cuando el ninja salió, Tsunade se dejó caer en su silla nuevamente, con las manos frotando sus sienes.

—Maldita sea... —gruñó en voz baja—. Necesito actuar ahora. No hay tiempo para esperar refuerzos.

Finalmente, levantó la cabeza, su mirada decidida.

—Tengo que formar un equipo de rastreo con lo que queda en la aldea. —Su voz resonó en la habitación vacía, dejando claro que no iba a permitir que Orochimaru tuviera la última palabra.

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Media hora después...

En el pasillo frente a la puerta de la Hokage, un grupo de jóvenes ninjas aguardaba en silencio. Cada uno mostraba expresiones diferentes: confusión, nerviosismo, y en algunos casos, frustración.

—Diablos, qué aburrido. —Shikamaru suspiró, cruzando los brazos detrás de la cabeza mientras miraba al techo—. ¿Por qué nos habrán llamado tan temprano?

—Sea lo que sea, no creo que Tsunade-sama nos haya convocado sin razón. —Choji respondió mientras se llevaba un puñado de papas fritas a la boca—. Algo importante debe estar pasando.

—Esto no es normal... —Neji observó al grupo con una mirada crítica, notando la variedad de habilidades entre ellos.

Kiba, por su parte, no podía contener su entusiasmo. Se inclinó hacia adelante, con Akamaru ladrando a su lado.

—¡Sea lo que sea, estoy listo para patear traseros! ¡Debe ser algo grande si han reunido a todos estos genin! —exclamó, sonriendo con confianza.

Naruto permanecía en silencio, con los puños apretados. Había una sensación en el ambiente que no podía sacudirse, algo que le decía que este no sería un día normal.

De repente, la voz autoritaria de Tsunade resonó desde el interior de la oficina.

—¡Entren de una vez! ¡No tenemos todo el día!

El grupo obedeció de inmediato. Al abrir la puerta, encontraron a Tsunade de pie frente a su escritorio, rodeada de mapas y pergaminos esparcidos. Su expresión era de pura seriedad, y el ambiente en la habitación era tenso.

Tsunade no perdió tiempo en ir al grano.

—Hace aproximadamente nueve horas, Sasuke Uchiha abandonó la aldea. —Su voz era firme y pesada, sus palabras cayendo como un balde de agua fría sobre los presentes—. Según la información que hemos recopilado, se dirige hacia Otogakure, el escondite de Orochimaru.

El impacto de sus palabras fue inmediato. Kiba dio un paso adelante, incrédulo.

—¿Qué? ¿Por qué haría algo como eso?

Naruto, que ya sospechaba algo, permaneció serio, sin reaccionar de inmediato. Sabía que Sasuke estaba atravesando algo oscuro, pero escuchar la misión y ver todo lo que pasaba, fue como un golpe en el estómago.

Tsunade continuó, sin perder su tono autoritario.

—Es probable que Orochimaru lo haya manipulado, ofreciéndole poder. Sasuke está en un estado mental frágil, y Orochimaru sabe exactamente cómo explotar eso.

Naruto apretó los puños, finalmente alzando la voz.

—¿Qué vamos a hacer?

Shikamaru intervino, cruzando los brazos con una expresión calculadora.

—Supongo que quieres que lo traigamos de vuelta, ¿no es así?

Tsunade asintió, su mirada recorriendo a cada uno de los presentes.

—Exacto. Esta es una misión de recuperación prioritaria, pero deben saber algo... —Hizo una pausa, como si eligiera cuidadosamente sus palabras—. Los hombres de Orochimaru están con él. No son ninjas ordinarios. Esta misión será extremadamente peligrosa, y entre más tiempo pase, más difícil será alcanzarlos.

Shikamaru arqueó una ceja, su tono reflejando un ligero escepticismo.

—Entonces, ¿por qué enviar a un equipo como este? Solo somos un chunin novato y genin de rango B. Lo lógico sería enviar jounin o un equipo de rastreo experimentado.

Tsunade apretó los dientes y exhaló con frustración.

—No tenemos otra opción. Todos los jounin y equipos de rastreo están fuera de la aldea, desplegados en misiones de rescate y vigilancia. Además, nuestras comunicaciones han sido bloqueadas por Orochimaru. No hay refuerzos disponibles, y cada segundo que perdemos aquí, Sasuke se aleja más.

El silencio llenó la habitación. Incluso Shikamaru entendió la gravedad de la situación.

Naruto rompió el momento.

—¡Entonces no perdamos más tiempo! ¡Mientras estamos aquí hablando, ellos se acercan más a Orochimaru!

Tsunade asintió, su expresión endureciéndose.

—Por eso he elegido a este equipo. Son los ninjas más capacitados que tenemos disponibles ahora mismo. —Se giró hacia Shikamaru, con la mirada fija en él—. Serás el líder de esta misión. Es una gran responsabilidad, pero confío en tu capacidad estratégica para manejarla.

Shikamaru suspiró, pasando una mano por su cabello con resignación.

—Qué problemático... —murmuró antes de mirar al resto del grupo—. Muy bien, nos vemos en quince minutos en la salida de Konoha. Traigan todo lo que necesiten. No podemos fallar.

Los demás asintieron y comenzaron a salir uno por uno. Naruto fue el último en abandonar la oficina. Antes de cruzar la puerta, miró a Tsunade con determinación.

—Voy a traer a Sasuke de vuelta. —Su tono era firme, pero en sus ojos brillaba algo más que determinación: una mezcla de dolor y esperanza.

Tsunade lo observó con seriedad, aunque su corazón estaba cargado de preocupación.

—Vayan con cuidado, Naruto... y no hagan nada imprudente. —Le dio una última mirada antes de que la puerta se cerrara tras él.

Tsunade suspiró profundamente, dejando que la realidad de la situación la golpeara por completo. Sabía que esta misión era un riesgo, especialmente considerando lo que Orochimaru pensaba de Naruto.

Se recostó en su silla, mirando al techo con un gesto sombrío.

—Debo enviar refuerzos tan pronto como sea posible... —murmuró. Su mirada se dirigió a la ventana—. Kakashi... espero que regreses a tiempo.

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15 Minutos después...

El grupo estaba reunido en las puertas de Konoha, listos para partir. La tensión era palpable; cada uno con su equipamiento revisado y las mentes enfocadas en la misión. Lee miró a sus compañeros, rebosante de energía.

—¡Ya no falta nadie! ¡Será mejor que partamos de inmediato y vayamos a toda velocidad! —exclamó con entusiasmo, su voz llena de determinación.

Neji, con los brazos cruzados y una expresión calmada, respondió en su tono habitual.

—Lee, cálmate. Esto no es una competencia, es una misión seria. Si usamos toda nuestra energía en velocidad, no estaremos en condiciones para enfrentar una posible pelea. Además, necesitamos estar atentos a cualquier emboscada.

Choji, con una bolsa de papas fritas en la mano, comió una más antes de mirar a Shikamaru con curiosidad.

—¿Qué estamos esperando? —preguntó entre bocados.

Shikamaru, con una mano en la barbilla y su expresión pensativa, miró al grupo mientras hablaba.

—He estado planificando la mejor forma de avanzar. Somos los perseguidores, lo que significa que es muy probable que nos encontremos con trampas o, peor aún, con una emboscada, especialmente si consideramos que Orochimaru podría haber colocado infiltrados en el País del Fuego.

Lee frunció el ceño, pero esta vez permaneció en silencio.

—¿Y cuál es el plan? —preguntó Neji con interés, sus ojos fijos en el Nara.

Shikamaru suspiró, dio un paso al frente y comenzó a explicar, mirando a cada miembro del equipo.

—Iremos en formación. Cada uno tiene un papel específico, y quiero que sigan las instrucciones al pie de la letra. Si alguien actúa por su cuenta, podría costarnos la vida a todos.

El grupo lo observó con atención, sabiendo que no había margen de error.

—Avanzaremos en una fila, de uno en uno... excepto Rock Lee. —Dijo esto último mientras miraba al cejudo.

Lee parpadeó, confundido.

—¿Eh? ¿Por qué no voy en la fila?

—No me interrumpas. Ya te lo explicaré. —Shikamaru rodó los ojos y continuó, señalando a Kiba—. Kiba irá al frente. Con su conocimiento del terreno y su olfato, puede rastrear a Sasuke y detectar trampas gracias al aroma del enemigo. Aunque Sasuke eliminó el olor de su casa, Akamaru ya lo conoce. Además, su pelea con Hinata lo hizo sangrar, así que incluso si usó hierbas para ocultar su olor, podrán seguirlo.

Kiba asintió con confianza.

—Lo tengo. Akamaru y yo nos encargaremos de eso.

—Segundo, iré yo. Como líder, puedo dar órdenes y señales que todos puedan ver. —Shikamaru levantó una mano, mostrando un gesto simple—. Tercero será Naruto. Eres rápido y tus clones pueden cubrirnos a todos en caso de un ataque sorpresa.

Naruto sonrió levemente y asintió.

—¡Cuenta conmigo!

—Después irá Choji. Aunque no eres el más rápido, tu fuerza física es la mayor de todos nosotros. Si el enemigo ataca, Kiba, Naruto y yo abriremos un hueco, y ahí entrarás tú para dar el golpe decisivo.

Choji sonrió mientras guardaba su bolsa de papas.

—Entendido.

—Por último, Neji irá al final de la fila. Con el Byakugan, vigilarás nuestros puntos ciegos, cuidarás nuestras espaldas y nos avisarás si detectas algo extraño.

Neji asintió con determinación.

—De acuerdo.

Lee, aún confundido, levantó una mano.

—Entonces, ¿dónde voy yo?

Shikamaru lo miró con calma antes de responder.

—Tú irás entre las sombras. Tu tarea será proteger al equipo en caso de una emergencia grave. Si la situación se complica, entrarás en acción. Eres el más rápido, y tu fuerza está a la par de esa velocidad, lo que te hace el más balanceado físicamente. Además, tus reflejos son los mejores. Si todo va bien, mantente oculto. Si algo sale mal, actúa.

Los ojos de Lee brillaron con determinación.

—¡Entendido! ¡Pueden confiar en mí!

Shikamaru sacó un pergamino con un esquema que había dibujado mientras hablaban.

—Aquí está la formación. Memorícenla. —Señaló el dibujo mientras hablaba—. También quiero revisar el equipo de cada uno. Enséñenme sus armas y suministros. Esto no tomará más de tres minutos. No podemos arriesgarnos a estar mal preparados.

El equipo mostró sus provisiones mientras Shikamaru revisaba con rapidez. Naruto, entretanto, apretó los puños y miró al suelo, perdido en sus pensamientos.

Maldito Sasuke... ¿Por qué demonios te fuiste?  —pensó con frustración.

Finalmente, Shikamaru terminó su inspección.

—Bien, todo está listo. Es hora de partir.

Antes de que pudieran moverse, una voz los detuvo.

—¡Esperen! —gritó desde la distancia.

Naruto giró la cabeza, sorprendido.

—¿Sakura?

Shikamaru dejó escapar un suspiro.

—Sakura, no tenemos tiempo para esto. —Su voz sonó fría y directa—. No puedo llevarte. Esta es una misión de alto riesgo, y sinceramente, no creo que puedas ser de utilidad. Lo mejor es que te retires.

La chica bajó la cabeza, sus puños temblando.

—Pero... —intentó replicar, pero Shikamaru la interrumpió con calma.

—No tenemos tiempo. Es una misión urgente. Volverás a ver a Sasuke cuando esto termine.

Kiba le dio una palmada en la espalda.

—Solo espera aquí, Sakura. Ya traeremos a "Sasuke-kun". —Sonrió, intentando aliviar la tensión.

Sakura suspiró, mirando a Lee, quien le dedicó una sonrisa.

—Descuida, Sakura. No tienes nada de qué preocuparte. —Su tono era suave, pero decidido.

—Por favor, Lee, cuídate mucho y cuida a los demás. Eres un chico fuerte. —La chica lo abrazó. Lee se sonrojó un poco, pero correspondió el gesto.

—¡Descuida! Daré lo mejor de mí. —exclamó con confianza.

Sakura finalmente miró a Naruto, cuya mirada era seria y decidida, más que nunca.

—Naruto... Hinata los necesita a ambos. No olvides eso.

El rubio desvió la mirada por un momento antes de asentir.

—Lo sé. Traeré a ese emo, y le obligaré a invitarnos el almuerzo. Ya verás. —Sonrió de manera bromista, aunque el dolor seguía oculto tras sus palabras.

Shikamaru dio un paso al frente, retomando el control.

—Es hora de partir. No perdamos más tiempo.

El grupo comenzó a avanzar en formación, dejando a Sakura detrás mientras el peso de la misión recaía sobre ellos.

Sakura los observó desaparecer en la distancia.

—Suerte, chicos... Y tú también, Naruto. Si algo le pasa a Sasuke, sé que ni tú ni Hinata se lo perdonarían. Son una familia después de todo. —Murmuró para sí misma.

______________________________________

En un claro del bosque...

El sonido de los grillos rompía el silencio mientras los Cuatro del Sonido se detenían en un espacio abierto. Sasuke caminaba unos pasos detrás, su mirada oscura y alerta ante cualquier movimiento. Finalmente, Kidomaru habló, rompiendo la quietud.

—Sasuke, este es un buen lugar para proceder. Ya nos hemos alejado lo suficiente de Konoha.

Sasuke frunció el ceño, deteniéndose.

—¿Proceder con qué? ¿De qué estás hablando? —exigió con tono frío, pero cargado de sospecha.

Sakon dio un paso al frente con una sonrisa casi burlona en el rostro.

—Tenemos una orden directa de Orochimaru-sama

—¿Qué orden? —La paciencia de Sasuke comenzaba a agotarse.

—Es simple —respondió Sakon, sus palabras cargadas de intención—. Debes morir una vez.

El ambiente se volvió tenso. Sasuke lo miró fijamente, intentando descifrar si aquello era una broma. Finalmente, repitió con incredulidad:

—¿Morir... una vez?

Sakon asintió con calma, como si lo que acababa de decir fuera algo trivial.

—Exacto.

Sakon sacó un pequeño frasco de su bolsillo, en cuyo interior había unas píldoras negras que parecían absorber la misma luz de la luna. Sasuke entrecerró los ojos al verlas.

—¿Y qué demonios es eso? —preguntó con dureza.

Tayuya, se cruzó de brazos y respondió con un tono seco.

—Tu sello maldito está en el nivel uno. Estas píldoras lo llevarán al nivel dos.

Sakon tomó la palabra nuevamente, su tono era más serio.

—El nivel dos te otorgará un poder inmenso, pero hay un precio. Aumenta la velocidad con la que el sello contamina tu cuerpo. Si no hacemos algo, morirás al instante. Tu cuerpo necesitará acostumbrarse al poder, y eso requerirá tiempo.

Sasuke los observaba, su mente trabajando rápidamente para procesar lo que le decían. Finalmente, preguntó:

—¿Qué pasará una vez que "muera"?

Kidomaru soltó una risa, como si la pregunta le resultara divertida.

—No te preocupes, no es una muerte definitiva. Con nuestra técnica de barrera, solo entrarás en un coma profundo. Tu cuerpo se adaptará al nuevo poder mientras descansas.

—¿Y esa barrera es confiable? —insistió Sasuke, sin quitar la mirada de Sakon.

—Por supuesto. Nosotros somos la élite de Lord Orochimaru. —Sakon alzó una ceja, mostrando una sonrisa confiada—. Las barreras son nuestra especialidad.

Sasuke bajó la mirada al suelo, sus pensamientos comenzando a arremolinarse en su cabeza. Cerró los puños con fuerza. La imagen de Itachi apareció en su mente, el recuerdo de aquella noche, la masacre, y las palabras frías de su hermano resonaron con fuerza:

"Ven a mí cuando tengas los mismos ojos que yo."

Esto es lo que necesito. Este poder... Es la única forma de vencerlo.—pensó, mientras sus manos temblaban ligeramente. Sin embargo, una pequeña duda se infiltró en su mente. —¿Esto está bien? Aún puedo volver. Aún hay tiempo de regresar a Konoha... a ellos...—

Pero sacudió la cabeza con fuerza, negando esos pensamientos.

—No. Ellos no pueden darme lo que necesito en este momento. Esto es mi destino. Debo hacerlo.

Finalmente, alzó la mirada hacia Sakon. Sin decir una palabra, tomó la píldora negra que le ofrecían. Durante un breve instante, vaciló, observándola en la palma de su mano. La sombra de la duda aún persistía, pero cerró los ojos y se obligó a recordar el rostro de Itachi.

Sin más, se llevó la píldora a la boca y la tragó.

Kidomaru sonrió con satisfacción.

—Buen chico.

El cuerpo de Sasuke reaccionó casi de inmediato. Su respiración se volvió irregular, y un dolor insoportable se extendió desde su cuello, donde el sello maldito comenzaba a expandirse. Cayó de rodillas, tosiendo violentamente mientras el sudor corría por su frente.

—¡Gah...! —un gemido de dolor escapó de sus labios mientras se retorcía en el suelo, incapaz de controlar las convulsiones que lo atravesaban.

Sakon no perdió tiempo. Sacó un pergamino y realizó una serie de sellos manuales.

—Jirōbō, el barril.

El fornido ninja asintió y, con un rápido movimiento, invocó un gran barril de madera adornado con inscripciones y sellos. Sin perder un segundo, levantó a Sasuke, quien apenas estaba consciente, y lo colocó dentro del recipiente.

—Prepárense. —ordenó Sakon mientras se colocaba en posición. Los cuatro ninjas formaron un cuadrado alrededor del barril, sincronizando sus movimientos.

—¡Técnica de sellado: Formación de la barrera! —exclamaron al unísono.

Una brillante luz púrpura cubrió el barril mientras los cuatro enfocaban su chakra en mantener el sello activo. En su interior, Sasuke sintió cómo el mundo se desvanecía lentamente. El dolor era insoportable, pero una fría determinación se aferraba a su mente.

Itachi... te destruiré. Lo prometo.

Finalmente, sus ojos se cerraron, cayendo en un profundo coma.

Sakon observó el barril con satisfacción.

—Está hecho. La primera fase ha concluido.

Fin capitulo 48

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