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41 [Encuentro desafortunado]

Después de un rato, Naruto no lograba hacer que la pelota explotara ni siquiera que se le hiciera un agujero. Hinata estaba igual, pero ella parecía más cansada; sus manos temblaban visiblemente.

—¡Esta cosa no revienta! —protestó Naruto, frustrado.

—... —Hinata jadeó, respirando con dificultad—. Naruto... tal vez tengamos que usar la mayor cantidad de chakra que podamos...

—Eso intento, pero cada vez que uso más chakra, el dolor se hace más fuerte.

Hinata intentó reponerse, aunque su voz denotaba agotamiento.

—Tal vez... si excedemos ese límite...

Naruto asintió con decisión.

—Tienes razón. Con el chakra que estamos usando no es suficiente. La única forma es intentar usar más, pero entre más tiempo pasa, más difícil es en cada intento.

—Sí... —Hinata tomó la pelota con ambas manos—. A ver...

Ambos lo intentaron varias veces, pero era complicado controlar tanto chakra. Incluso Hinata estaba teniendo problemas; intentaba hacerlo de la misma forma que Naruto, pero una sola mano no le era suficiente.

Después de varios intentos, el esfuerzo empezó a pasar factura.

—... Estoy agotando todo mi chakra... —Hinata dejó caer la pelota al suelo mientras sus manos temblaban con fuerza—. Creo... que...

De pronto, la chica se desplomó.

—¡Hinata! —Naruto corrió hacia ella, alarmado—. ¿¡Estás bien!?

—Sí, solo... perdí el equilibrio... —dijo ella mientras se acomodaba boca arriba, tratando de tranquilizarlo. Aunque se notaba exhausta, con algo de ojeras, sonrió débilmente—. Veo que tú no te agotas tan fácilmente. Eres increíble, jajaja...

Naruto negó con la cabeza mientras le mostraba las manos temblorosas.

—No creas, mis manos también están temblando. Pero tú gastaste todo tu chakra. Lo mejor será que continuemos luego. Te llevaré a la posada.

—E-está bien... —Hinata intentó levantarse, pero sus piernas no respondieron.

Naruto suspiró, inclinándose para cargarla.

—Te llevaré hasta la posada.

—Pero, Naruto, tus manos... No quiero ser una carga para ti.

El rubio le sonrió con suavidad.

—No te preocupes, Hinata. Tú nunca serías una carga para mí.

Hinata sonrió. Después de un pequeño esfuerzo, Naruto logró colocarla en su espalda y empezó a cargarla.

En el camino, apenas pudieron charlar un poco, ya que ella cayó inconsciente.

Un rato después, llegaron a la posada. Jiraiya aún no había regresado.

Naruto recostó a Hinata en su cama con suavidad. Aunque él mismo se sentía exhausto, finalmente se tumbó a su lado para descansar.

Mientras ella dormía profundamente, Naruto la observó en silencio.

—Hinata se esfuerza más y más cada vez. Aunque apenas puede seguirme el paso con la demanda física que esto requiere... —pensó mientras observaba su rostro sereno.

Ella estaba completamente dormida; sus respiraciones eran pausadas y tranquilas. Naruto no pudo evitar sonreír.

—Cuando duerme, se ve tan linda... —Extendió una mano y acarició con delicadeza su cabello—. Con solo verla, me trae tantos recuerdos.

Naruto suspiró, recordando aquel día en que se conocieron.

Era curioso. Generalmente, no visitaba demasiado aquel parque. Prefería buscar con quién jugar en otras zonas. Pero, desde ese día, lo frecuentaba muy seguido, esperando, en el fondo, encontrar algún indicio de la chica de ojos perlados.

—Vaya recuerdos. Siempre creí que nadie me quería cerca, que todos me odiaban... pero desde el inicio, fuiste diferente... Aún recuerdo con cariño el sabor de esos dulces...

Volvió a mirar a Hinata, que seguía profundamente dormida. Sonrió para sí mismo antes de acariciar su cabeza.

—Descansa bien —susurró antes de cerrar los ojos y dejarse llevar por el cansancio. Así, cayó completamente dormido.

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Al día siguiente

Ambos retomaron su entrenamiento, pero el progreso era lento.

—¡Esto no está resultando! —se quejó Naruto, frustrado.

—Mis manos están temblando de nuevo... —dijo Hinata, preocupada.

—Es cierto, estoy igual. Entre más chakra uso, más dolor siento.

Hinata guardó silencio por un momento antes de hablar.

—El dolor... nos dice cuánto chakra estamos usando. Entonces, si sentimos más dolor, sabremos cuánto más chakra estamos concentrando.

Naruto asintió con decisión.

—¡Tienes razón! Hay que resistir y soportar lo que más podamos.

Ambos tomaron las pelotas y comenzaron a intentarlo de nuevo. Aunque el esfuerzo era intenso y el dolor casi insoportable, finalmente lograron que las pelotas se rompieran, generando pequeños orificios. Ambos estaban empapados de sudor por el esfuerzo.

Jiraiya apareció de repente, con una sonrisa satisfecha.

—Han progresado muy rápido. Es impresionante.

Naruto y Hinata se volvieron hacia Jiraiya, sorprendidos por su llegada.

—¡Solo hemos logrado hacer un agujero en la pelota! ¡No ha explotado todavía! —se quejó Naruto, secándose el sudor de la frente.

—Es cierto... —dijo Hinata con voz entrecortada, aún jadeando por el esfuerzo.

Jiraiya negó con la cabeza y finalmente sonrió tranquilamente.

—Tranquilos, no es para tanto. El avance es avance, y de hecho está muy bien. Aquí tienen. —Extendió el brazo, ofreciéndoles dos paletas de helado.

Naruto y Hinata intercambiaron miradas antes de aceptar el regalo con una sonrisa en los labios.

—Ahora que han llegado a este punto, lo que queda es más fácil. Pero antes, déjenme ver sus manos —indicó Jiraiya.

Sin decir nada, los dos extendieron las manos, llenos de curiosidad. Jiraiya tomó un pincel y dibujó un símbolo en las palmas de ambos.

—¿Qué es esto, Jiraiya-sensei? —preguntó Hinata, observando la marca con atención.

—Sí, ¿qué significa? —repitió Naruto, mirando su propia mano.

Jiraiya se quitó el protector de su mano, mostrando la misma marca dibujada en su palma.

—Esto les ayudará. Miren este papel. —Sacó una hoja en blanco de su ropa y se las mostró.

Naruto arqueó una ceja.

—Está en blanco. ¿Y qué?

—Bien, ahora miren de nuevo —dijo Jiraiya con una sonrisa.

Esta vez, en el centro del papel, había un símbolo idéntico al que él había dibujado en sus manos.

—Ahora tiene un símbolo —dijo Hinata, curiosa, queriendo entender a dónde quería llegar Jiraiya.

Jiraiya asintió.

—Exacto. Cuando el papel estaba en blanco, ¿notaron algo en particular?

—No mucho, supongo... —murmuró Naruto, rascándose la cabeza.

Hinata, más atenta, respondió:

—Creo que... al estar en blanco, no había un objetivo fijo. Pero cuando apareció el símbolo, nuestra atención se centró en él.

—¡Exactamente! —dijo Jiraiya, apuntándola con un dedo como si hubiera ganado un premio—. Eso se llama concentración en uno. Este símbolo les ayudará a enfocar su mente en un punto único, permitiéndoles sacar todo su poder. La clave es concentrarse.

Naruto frunció el ceño, intentando procesar la información.

—Entonces... ¿esto es un ejercicio de concentración? —preguntó, aunque ya sabía la respuesta.

Hinata asintió, entendiendo rápidamente lo mismo que el rubio.

—Entonces, cuando llevemos el chakra a la palma de nuestra mano, debemos concentrarnos en la marca, ¿verdad?

—Correcto. —Jiraiya soltó una carcajada—. Me alegra ver que entiendan rápido... Al principio, vieron toda la hoja, sin fijar nada en concreto. En la segunda, su atención se fijó instintivamente en el punto. Es algo simple.

Naruto, finalmente decidido, apretó los puños.

—¡Muy bien! ¡Vamos a hacerlo!

—Perfecto. Por ahora, yo me voy a recoger información. —Jiraiya se giró para marcharse, pero Naruto lo detuvo.

—¡OYE! ¿No vas a darnos palabras de apoyo antes de irte? —gritó, lanzándole una pelota.

Jiraiya atrapó la pelota con la boca, haciendo un gesto estúpido y gracioso, para luego escupirla.

—¡STRIKE! ¡Eso ha sido suficiente béisbol por hoy! Hasta luego. —Sin más, el sannin desapareció en una nube de humo.

Hinata no pudo contener una risa al ver la escena, mientras que Naruto bufaba molesto.

—¡Ya verá! No lo necesitamos. ¡Lo haremos nosotros solos!

Mientras tanto, Jiraiya, desde la distancia, observaba a los dos jóvenes con una sonrisa.

—Esto es algo que deben hacer sin mi ayuda. Ambos tienen un gran potencial y se complementan muy bien entre sí.

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En otro lugar lejano...

Orochimaru apretaba los dientes con furia mientras contemplaba sus manos vendadas.

—¡Malditas manos! ¡Arden como el infierno! —El sannin se encontraba en cama, retorciéndose de ira ante su sufrimiento.

—¡Orochimaru-sama! ¡Su medicina! ¡Rápido! —exclamó su subordinado, quien se apresuró a acercarse a él.

El sannin se volteó enojado. Desde afuera solo se vio cómo la sangre del subordinado salpicaba la habitación, y su cadáver quedó tendido en el suelo.

Finalmente, una figura más conocida se asomó por la puerta.

—Lord Orochimaru, por favor tome su medicina —dijo Kabuto con calma. Luego miró el cadáver—. Vaya, parece que tendré que limpiar.

—¡Esa basura no sirve para nada! —gruñó Orochimaru mientras sudaba frío.

—Señor, ni yo puedo curar esas heridas. Pero mezclé esa medicina yo mismo; debería al menos reducir el dolor.

—No creí que esto pudiera doler tanto... El dolor es infernal, y mis brazos se han vuelto inútiles...

—No se podía esperar menos del Tercer Hokage. Aunque hacer esa técnica le costó la vida, es un alivio que usted haya podido sobrevivir.

—Cierra la boca, no necesito consuelos... —respondió Orochimaru con frialdad—. En cambio, quiero saber... ¿la encontraste?

Kabuto asintió.

—Parece que está en un lugar llamado Tanzaku-gai.

—Bien... —murmuró Orochimaru, abriendo los ojos con determinación y dejando ver una leve sonrisa.

—Sin embargo, no será fácil capturarla. Después de todo, también es una sannin —advirtió Kabuto.

Orochimaru sonrió de manera siniestra.

—La mejor cura es siempre la más difícil de encontrar. Partiremos ahora mismo.

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De vuelta con Naruto y Hinata... Varias horas más tarde...

El suelo estaba lleno de pelotas dañadas, con pequeños agujeros.

—¡Ah! ¡Esto es muy difícil! —exclamó Naruto mientras enfocaba su energía.

Hinata, por su parte, se encontraba en silencio. Había roto varias pelotas, pero ninguna había explotado realmente.

—Solo necesito potencia... —pensó mientras cerraba los ojos.

Comenzó a visualizar el chakra dentro de la pelota mientras usaba ambas manos.

—Concentración... —pensó mientras inhalaba profundamente y luego exhalaba lentamente.

El chakra empezó a girar a gran velocidad en todas direcciones mientras mantenía los ojos cerrados.

—Velocidad... Fuerza explosiva...

En ese momento, dejó de pensar solo en el kaiten de siempre, girando en múltiples direcciones. Ahora visualizaba algo más, como la palma de vacío: fuerza explosiva.

—¡Ahora! —pensó soltando toda la potencia de su chakra.

—¿Eh? —Naruto se volteó a verla.

En ese instante, la pelota de Hinata explotó, liberando una pequeña ráfaga de aire y chakra en todas direcciones.

—¡Oh! ¡Lo lograste! —exclamó Naruto.

Hinata se dejó caer al piso mientras reía. Estaba un poco cansada, pero finalmente lo había conseguido.

—¡Sí!

Aunque la explosión no fue fuerte, ella se sintió satisfecha. Naruto, en cambio, seguía teniendo problemas.

—¡Maldición! ¡Tengo que concentrarme más! —gruñó, volviendo a fijarse en su pelota.

—No te preocupes, Naruto. Sé que podrás hacerlo —dijo Hinata con una sonrisa, tratando de animarlo.

Naruto cerró los ojos y respiró hondo.

—Concentración, concentración...)

Sin embargo, la imagen de Jiraiya atrapando la pelota con la boca invadió su mente.

—¡MALDICIÓN! ¿¡CÓMO SE SUPONE QUE ME CONCENTRE SI NO PUEDO SACAR SU CARA DE IDIOTA DE MI CABEZA!?

Hinata se echó a reír, recordando también el incidente.

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Mientras tanto, en Tanzaku-gai...

Tsunade se encontraba en un casino, sentada frente a una máquina tragamonedas. Para su sorpresa, la máquina mostró un triple siete con el sapo, la serpiente y la babosa.

—¿Cómo he podido ganar con un triple siete? —murmuró, inquieta—. Siento que algo está por pasar... Tengo un mal presentimiento.

—¡Alégrate! ¡Has ganado por primera vez! —exclamó Shizune mientras sostenía a su cerdito.

Sin embargo, la expresión de la rubia no cambió. De hecho, se veía más cautelosa.

—Nos vamos de este pueblo.

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De vuelta con Naruto y Hinata...

Naruto estaba exhausto, tirado en el suelo con la respiración entrecortada. Hinata, descansando, observaba su entrenamiento.

—¿Estás bien, Naruto? —preguntó Hinata, preocupada.

—Sí —respondió Naruto con dificultad—. Solo duele un poco y es difícil concentrarse.

Hinata lo miró pensativa, como si algo viniera a su mente.

—Eso me recuerda algo... —dijo ella, con una ligera sonrisa.

—¿Qué cosa? —preguntó Naruto, mirándola curioso.

—¿Recuerdas cuando te dormías en clase por no concentrarte? —Hinata rió suavemente.

Naruto soltó una risa nerviosa.

—¡Sí! Y también el ejercicio de Iruka-sensei para la concentración que nunca seguí.

—Lo recuerdo —respondió Hinata, algo nostálgica.

El rubio sonrió antes de mirar el símbolo en su mano. Permaneció en silencio por un momento, pensativo.

—Pero... eso ya no importa, ¿o sí?

Sin más, se tocó el símbolo de la mano y lo cambió por el símbolo de Konoha.

—¿Eh? ¿Qué haces? —preguntó Hinata, observando curiosa.

Naruto sonrió con decisión.

—Puedo hacerlo. Me concentraré. —Dicho esto, cerró los ojos con determinación reflejada en su rostro.

Hinata lo observó en silencio, segura de que esta vez sería diferente. Naruto comenzó a concentrar su chakra en la pelota frente a él. La energía en sus manos aumentó mientras su mente visualizaba el símbolo de Konoha.

Al principio, todo parecía tranquilo, pero pronto la pelota comenzó a moverse bruscamente. Hinata no apartó la vista ni por un segundo.

De repente, Naruto abrió los ojos de golpe, y la pelota explotó de forma violenta. La explosión fue mucho más grande que la de Hinata, obligándola a cubrirse por instinto.

Naruto fue expulsado por el impacto y su cuerpo voló por el aire, siendo interceptado por Jiraiya, quien apareció de la nada. Hinata se reincorporó y corrió hacia él.

—¡Naruto! ¿¡Estás bien!? —preguntó Hinata, preocupada.

—¡Lo logré! —respondió Naruto entre risas. Aunque algo aturdido, se veía lleno de satisfacción.

Jiraiya observó el resultado del entrenamiento con una sonrisa.

—Parece que ambos han dominado el segundo paso. —Miró a Naruto y luego a Hinata—. Aquí puedo ver una diferencia entre ustedes. Hinata, gracias a su concentración, lo consiguió rápidamente. Naruto tardó más y se quemó las manos, pero el resultado fue mucho más poderoso debido a su chakra más denso. Sin duda, son increíbles.

—¡Empecemos con el tercer paso! —exclamó Naruto, decidido mientras se ponía de pie.

Jiraiya los miró, sonriendo, pero levantó una mano para detenerlos.

—Déjenlo para después. Vamos a encontrarnos con Tsunade. Les explicaré en el camino.

Hinata, curiosa, preguntó:

—Entonces, ¿ya sabes dónde está?

—Sí —respondió Jiraiya—. Nos dirigiremos a un pueblo que no está muy lejos de aquí.

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En el pueblo mencionado...

Tsunade y Shizune estaban frente a un castillo antiguo, un lugar turístico.

—¡Vaya! El castillo Tanzaku es una vista hermosa, no por nada es un tesoro nacional que ha prevalecido por siglos —exclamó Shizune.

—Shizune, no pierdas el tiempo con eso. Tenemos que irnos —dijo Tsunade, caminando con rapidez.

—Vamos, Tsunade-sama. Disfrutemos un poco del lugar. ¿Qué te parece si vemos el castillo? Es gratis —sugirió Shizune con una sonrisa.

Sin embargo...

La tensión en el aire era cada vez más palpable para la rubia; sentía que algo iba mal. Sin más, el castillo se derrumbó de un momento a otro frente a ellas.

El monumento nacional se había destrozado. En su lugar, se podía observar una serpiente gigante con dos figuras en la cima.

—¡Ese es...! —exclamó Shizune en shock.

—¡Orochimaru! —pensó Tsunade al ver al responsable.

—Al fin te encuentro, princesa Tsunade —declaró Orochimaru con una sonrisa siniestra.

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Mientras tanto...

Jiraiya y los jóvenes se acercaban al pueblo donde se encontraba Tsunade. Jiraiya, con su característico entusiasmo, gritó:

—¡Vamos allá!

—Pareces un niño cuando gritas así —comentó Naruto con una sonrisa.

—¿¡Huh!? ¡Eso es insultante! —respondió Jiraiya, frunciendo el ceño.

Hinata no pudo evitar reírse. Naruto, sin embargo, se quejó de la interrupción.

—Eh, pero no hemos terminado nuestro entrenamiento. ¡Solo hemos completado dos fases! Aún quedan tres, ¡no hemos terminado! —dijo Naruto, decidido a continuar.

Jiraiya no se mostró preocupado y, en cambio, comenzó a inflar un globo con la boca.

—Pueden entrenar en el camino —dijo, lanzando el globo hacia ellos.

Naruto y Hinata se miraron confundidos.

—¿Eh? ¿Un globo? —preguntó Naruto, perplejo.

—¿Para qué son? Solo son globos comunes, con aire —comentó Hinata.

Jiraiya sonrió.

—La primera fase fue el giro, la segunda fue el poder. Finalmente, la tercera... —tomó otro globo de su bolsillo y lo infló—. Es esto.

Extendió su mano con el globo. No parecía especial.

—¿Qué cosa? —preguntó Naruto.

Aunque parecía un globo ordinario, algo extraño había dentro. Hinata lo intuyó, por lo que bajó sus lentes para activar su Byakugan y lo percibió al instante.

—Increíble... —susurró Hinata, sorprendida.

Naruto, impaciente, exigió respuestas.

—¿Qué pasa? ¡Alguien dígame!

Jiraiya, con una sonrisa, explicó:

—Observa. Lo que hay dentro del globo es lo mismo que en esta mano —dijo, formando aquel orbe de chakra en su otra mano.

Naruto se quedó sin palabras, mirando cómo el chakra giraba a gran velocidad sin dañar el globo.

—Así que lo que llevas en tu mano es lo mismo que está dentro del globo... —dijo Naruto, impresionado.

Hinata, aún mirando con su Byakugan activado, entendió la magnitud de lo que estaba sucediendo.

—Aunque su chakra gira a gran velocidad, no rompe el globo... Sin duda, es mucho más poderoso que el que usamos para romper las pelotas plásticas.

Jiraiya asintió, orgulloso de sus alumnos.

—El tercer paso es darlo todo al 100 % y mantenerlo. No solo deben darle el giro y el poder al máximo, sino también darle forma para evitar que el globo estalle.

Los ojos de Naruto brillaron de emoción.

—¡Lo tengo! Básicamente, tengo que hacer la mezcla de los dos primeros pasos, ¡sin romper el globo!

Jiraiya se rió, aprobando su observación.

—Es la mejor observación que has dado hasta ahora —dijo, satisfecho.

Hinata, sin embargo, se mostró más cautelosa.

—¿Pero por qué es necesaria la forma? ¿Eso es lo que le da su capacidad de ataque?

Jiraiya, con una sonrisa, explicó:

—Buena pregunta. Observen lo que pasa cuando solo uso lo de la segunda fase —dijo, formando el espiral, pero sin darle forma, y lo usó contra un árbol.

El árbol solo sufrió un daño superficial, con la forma del espiral grabada en su corteza.

—Es un daño leve —comentó Hinata, pensativa.

Jiraiya asintió.

—Ahora miren cómo es cuando lo completo —dijo, formando la esfera compacta y lanzándola contra el árbol. La diferencia fue inmediata.

El árbol fue atravesado, y el daño fue mucho más profundo y uniforme.

—Tienen que ser capaces de mantener el torbellino compacto en una sola mano. Cuanto más aumente el giro, más potente será el ataque —explicó Jiraiya.

Naruto, lleno de energía, gritó:

—¡Bien, a intentarlo!

Ambos, Naruto y Hinata, tomaron los globos y comenzaron a practicar. Al principio, nada parecía pasar, pero luego el globo estalló, liberando ráfagas de chakra por todo el lugar.

Jiraiya, con tono serio, les recordó:

—No deben soltarlo. Tienen que sacar el giro y el poder al máximo y mantenerlo.

Ambos se miraron, preocupados.

—¡Esto es más difícil que la segunda fase! —pensaron al unísono.

Jiraiya sonrió, sabiendo que era una técnica difícil.

—Como ya les había dicho, esta es una técnica de rango A. Es muy poderosa. Bien, esa fue toda la explicación. Inténtenlo mientras vamos a por Tsunade.

Hinata asintió, dispuesta a seguir el consejo de Jiraiya, mientras Naruto, con la mente puesta en sus objetivos, se preguntaba cómo lograrlo.

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Mientras tanto, en otro lugar, Tsunade estaba frente a Orochimaru, quien sonreía con su rostro sombrío.

Habían pasado años desde la última vez que se habían visto, pero el ambiente estaba cargado de tensión. Tsunade permanecía firme, observándolo con una mezcla de horror y desconfianza.

—Ha pasado mucho tiempo, Orochimaru —dijo con voz seria.

—Te he estado buscando —respondió él, su tono tan enigmático como siempre.

—¿Qué quieres de mí ahora? No estás aquí para hablar de los viejos tiempos, ¿verdad? —Tsunade frunció el ceño, sospechando lo peor.

—En efecto, tengo un favor que pedirte.

Los ojos de Tsunade se estrecharon mientras lo examinaba con detenimiento. Orochimaru lucía débil: su respiración era irregular, su piel pálida, y sus manos vendadas colgaban inútilmente de sus brazos. Era evidente que algo grave ocurría. Kabuto, a su lado, habló con tono serio.

—Tsunade, usted ya sabe de qué se trata esto. Mi amo está buscando su ayuda.

—Encuentra a otra persona —respondió ella con frialdad—. Ya me retiré de la medicina.

—No podemos. Usted sabe lo serio que es esto. Nadie más puede curar estas heridas. Como especialista médica, se ha ganado el nombre de ninja legendaria. Nadie más que usted puede hacerlo.

Tsunade miró nuevamente las manos de Orochimaru y reconoció algo extraño.

—Esas manos... no tienen heridas comunes. ¿Qué las causó? —preguntó, sus pensamientos vagando hacia alguna técnica inusual.

—Digamos que asesiné al viejo y, en el proceso, me descuidé —admitió Orochimaru con una sonrisa, como si lo dicho careciera de importancia.

Las palabras golpearon a Tsunade como un balde de agua fría. ¿Había asesinado al Tercer Hokage? La incredulidad en sus ojos era evidente.

Además, no era un misterio para nadie en el país que, hace algún tiempo, había habido un atentado masivo en el que decenas de academias ninja en todo el territorio fueron destruidas por explosivos.

La muerte del Hokage era un evento trágico y grave, pero aquellos ajenos a la realidad podían no enterarse. Era muy fácil no escuchar nada al respecto. Sin embargo, el atentado a las academias asesinó a decenas de niños y candidatos a genin, sin mencionar el daño colateral a los civiles inocentes. Bastaba con vivir en este país para haber escuchado de dicho atentado.

—Así que tú fuiste el monstruo... —murmuró Tsunade, dejando un leve temblor en su voz.

Niños asesinados en masa.

Ni siquiera las tres guerras ninja anteriores se atrevieron a tanto. En esas guerras se mandaron jóvenes graduados al frente, y muchos murieron siendo apenas unos niños... entre ellos su hermano menor.

—¿Qué? Ese viejo tarde o temprano moriría. Solo aceleré el proceso. Todo lo que tiene forma debe caer algún día, incluso las personas. Eso lo debes saber mejor que nadie —continuó Orochimaru con una sonrisa ladina—. Después de todo, las dos personas que más querías murieron.

El comentario fue como una puñalada en el corazón de Tsunade. Su ira era palpable, y su ceño fruncido se endureció aún más.

Kabuto se sorprendió por la crueldad de las palabras. Teniendo en cuenta que buscaban su colaboración, parecía contraproducente hablarle de esa manera. Miró a Orochimaru, quien parecía divertirse con la reacción de Tsunade.

—Fue una forma cruel de morir. El inútil se lamentaba no haber podido predecir mi otro movimiento. Se llevó mis brazos, y yo me llevé una parte importante del futuro del país —agregó Orochimaru, burlón.

Antes de que pudiera decir más, Shizune reaccionó de inmediato, colocándose a la ofensiva.

Con un movimiento rápido, reveló un dispositivo en su muñeca y lanzó una ráfaga de senbon hacia Orochimaru. Kabuto no tardó en reaccionar y detuvo las agujas antes de que alcanzaran a su maestro. Fue entonces cuando notó algo peculiar.

—¿Veneno? —murmuró para sí mismo, viendo el líquido que recubría los senbon.

—¡Shizune, cálmate! —ordenó Tsunade, su voz firme pero contenida.

Kabuto dejó escapar una leve sonrisa, impresionado.

—Su asistente es buena.

Tsunade, sin embargo, había perdido la paciencia. Una sonrisa siniestra apareció en su rostro.

—Todavía eres un egoísta, Orochimaru —dijo, con esa sonrisa llamando la atención de los presentes—. Me conoces muy bien. Deberías saber que no debiste haber dicho eso.

Con un movimiento repentino, Tsunade giró y golpeó la pared detrás de ella. La estructura se hizo pedazos, dejando claro el alcance de su furia.

—¡TE MATARÉ, BASTARDO! —gritó, su rostro mostrando una expresión asesina.

Kabuto quedó boquiabierto ante la fuerza de la mujer.

—Es fuerte... muy fuerte. Da miedo. Definitivamente, esta persona es única —reflexionó el asistente.

Orochimaru permaneció tranquilo con su característica risa burlona.

—No estamos aquí para pelear. Solo queremos negociar con usted —dijo Kabuto, intentando calmar la situación.

—Entonces deberían haberlo dicho antes. Ahora, lárguense —espetó Tsunade, su voz cargada de ira.

—Usted es la única que puede curar a Lord Orochimaru. No solo podemos hablar... también podemos hacer un trato —sugirió Kabuto, casi suplicante.

Tsunade cruzó los brazos, comenzando a prepararse para castigarlos.

—Contaré hasta cinco. Más vale que saquen sus traseros de este lugar antes de que termine, o los acabaré sin piedad.

Kabuto intentó razonar.

—Por favor, cálmese. Aún no ha escuchado nuestra propuesta...

—Cinco... Cuatro... —comenzó Tsunade.

Con cada número, la tensión aumentaba en el ambiente.

—¡Uno!

Fue entonces cuando Orochimaru finalmente habló.

—Puedo devolverle la vida a tu hermano y a la persona que amas, usando un jutsu prohibido que desarrollé.

Tsunade se quedó inmóvil, como si el tiempo se hubiera detenido. Las palabras de Orochimaru resonaron en su mente.

—Nawaki... Dan...

La idea era tentadora, pero también peligrosa. Shizune, siempre alerta, no confiaba en Orochimaru, pero sabía que no era momento de hablar. Kabuto guardó silencio, mientras Orochimaru esperaba pacientemente la respuesta de Tsunade.

—Aún no has atacado. ¿Eso significa que es un trato? —preguntó Orochimaru finalmente, rompiendo el silencio sin cambiar su actitud.

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En otra ubicación de la ciudad...

Jiraiya estaba dentro de un casino, mostrando una imagen de Tsunade a un hombre que parecía un habitual del lugar.

Mientras tanto, Hinata descansaba fuera del establecimiento, reponiendo chakra, después de reventar algunos globos…

Y Naruto seguía practicando incansablemente, usando otro globo.

—Sí, la conozco —dijo el hombre al observar la fotografía—. Recuperó todo el dinero que había perdido y luego dijo que se iba.

—¿Dijo a dónde iba? —preguntó Jiraiya, expectante.

—Esto es un casino, señor. Si quieres información, debes jugar. Si ganas, te lo digo. Si pierdes, me pagas 1,000 ryos.

—De acuerdo —contestó Jiraiya resignado.

El hombre tomó dos dados y los colocó dentro de un pequeño recipiente. Los agitó con destreza antes de colocarlo en el suelo sin mostrar el resultado.

—Bien, ¿par o impar? —preguntó con una sonrisa confiada.

Jiraiya se quedó pensando unos segundos.

—Mmm... A ver... Tengo cincuenta años, eso es par. Es par.

—Es impar —respondió el hombre, moviendo lentamente el recipiente para mostrar los dados.

Antes de que el resultado pudiera ser revelado, un fuerte estruendo resonó desde la entrada del casino. El globo de entrenamiento que estaba usando Naruto había explotado, desatando una corriente de viento y distrayendo al dueño. Ahora los dados mostraban un resultado par.

—¡Es par! —exclamó Jiraiya con entusiasmo—. ¡Gané!

—¿Eh? ¿Pero…? —El hombre se palmeó la cara, sin entender lo que había pasado.

—Jeje, bien hecho, Naruto —pensó Jiraiya, agradeciendo su "accidente".

Desde la entrada, Hinata había visto toda la escena, y no pudo evitar reírse.

—Qué suerte la de Jiraiya-sensei... —pensó divertida.

...

Finalmente fueron a otro casino, siguiendo las instrucciones del dueño del anterior.

Este nuevo lugar estaba lleno de máquinas tragamonedas. Hinata miraba a su alrededor, un tanto desanimada.

—Parece que no está aquí...

Jiraiya solo suspiró.

—Preguntaré por ella —dijo, preparándose para investigar.

Mientras tanto, Naruto vagaba por el lugar. Finalmente notó algo brillante en el suelo.

—¡Eh! —exclamó al recoger una moneda que había caído de una máquina.

Sin pensarlo demasiado, la introdujo en una de las tragamonedas. Para sorpresa de Hinata, las luces de la máquina comenzaron a parpadear.

—¡Ganaste! —exclamó ella, impresionada—. Sin duda tienes mucha suerte.

—Jeje, creo que tienes razón —respondió Naruto entre risas.

Poco después, el monedero de sapito de Naruto, que antes estaba completamente vacío, ahora estaba repleto de monedas.

—Gordito te ves más bonito, mi sapito —dijo con una sonrisa.

—Tienes razón —asintió Hinata, contagiándose de su alegría.

Jiraiya los observaba incrédulo.

—No puedo creer que hayas ganado todo eso con una sola moneda... —comentó. Finalmente empezó a reflexionar mentalmente—. Vaya talento para el juego. Pero, ¿a dónde habrá ido Tsunade? Entre más tardemos, más lejos estará...

Después de un momento de reflexión, Jiraiya tomó una decisión.

—No tenemos otra opción. Subiremos al castillo; desde allí tendremos mejor visibilidad. Hinata, podrás usar tu Byakugan para buscarla, pero no mires dentro de las casas.

—Está bien —respondió Hinata, un poco avergonzada por lo último—. De cualquier forma, no lo haría. Podría ver cosas que no quiero ver…

—¡Bien, síganme! —ordenó Jiraiya.

—¡Entendido! —respondió Naruto con entusiasmo.

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Tsunade estaba frente a Orochimaru, su expresión era una mezcla de confusión y melancolía.

—¿No quieres verlos de nuevo? —preguntó Orochimaru con una sonrisa maliciosa.

Tsunade guardó silencio mientras los recuerdos de Nawaki y Dan inundaban su mente.

—Si curo tus brazos, ¿qué planeas hacer después?

—Sabes que no me gusta mentir —respondió Orochimaru, su tono tranquilo pero cortante—. Te lo diré con toda honestidad: destruir Konoha.

Shizune, que había estado escuchando a un lado, no pudo contener su enojo.

—¡¿Qué?! ¡¿Destruir Konoha?! —exclamó, dirigiendo una mirada de desesperación a Tsunade.

—¿Cuál es su respuesta? —preguntó Kabuto, impasible.

—¡Lady Tsunade! —insistió Shizune, esperando una reacción.

La rubia permaneció callada, atrapada en un torbellino de emociones.

—No los escuches. Tu hermano y mi tío no querrían esto. ¿Sus deseos no son suficientes para ti? ¿Tus sueños, tus metas, también los has olvidado?

—¡Cállate, Shizune! —interrumpió Tsunade de forma abrupta, cerrando los ojos con fuerza.

Kabuto observó la escena en silencio, evaluando cada palabra y movimiento.

—No tiene que responder ahora —dijo Orochimaru con calma—. Pero espero que esto se solucione de una manera pacífica. Además, esta técnica requiere un sacrificio de vidas.

Shizune apretó los puños con frustración.

—¡Lady Tsunade! Matemos a estos dos bastardos. Orochimaru está débil. Si luchamos juntas, podremos vencerlo. Es una buena oportunidad.

Tsunade seguía en silencio, paralizada por sus pensamientos. Orochimaru, aprovechando el momento, mordió su dedo, dejando caer unas gotas de sangre. Al ver el líquido rojo, Tsunade comenzó a temblar visiblemente.

—¡Maldito!... Sabe de ese incidente… —pensó Shizune, alarmada.

—¿Hemofobia? —murmuró Kabuto al observar la reacción de la mujer.

—Es hora de irnos, Kabuto —dijo Orochimaru con una sonrisa ladeada—. Espero tu respuesta, Tsunade.

Sin más, ambos desaparecieron en la distancia.

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Desde lo alto de un tejado, Jiraiya observaba los restos del castillo cercano, completamente destruido.

—Qué extraño… ¿Dónde está el castillo?

—¿Qué pasó aquí? —preguntó Naruto al ver a las personas huyendo aterrorizadas.

—¡Hey, tú! ¿Qué diablos pasó aquí? —gritó Jiraiya, deteniendo a un hombre que corría en pánico.

—¡DEBERÍAN HUIR! ¡UN MONSTRUO! ¡SERPIENTE!

—¿¡Un monstruo serpiente!? —repitió Hinata, alarmada.

—¿¡Qué tan grande era?! —exclamó Naruto, recordando un encuentro anterior. Pero el civil huyó sin responder.

Jiraiya frunció el ceño.

—Naruto, esa serpiente no es una casualidad. Hinata, por favor intenta ver el castillo.

—Entendido —respondió ella, quitándose sus lentes—. ¡Byakugan!

Hinata activó su técnica, observando a la distancia...

—El castillo... Está destruido —declaró, alertando a Jiraiya.

Finalmente, Hinata se enfocó en las únicas personas que había a los pies del castillo. Basándose en el contexto y las descripciones de Jiraiya, reconoció a Tsunade.

—Se están moviendo —informó, enfocándose en las figuras—. Veo dos mujeres... A Orochimaru y a...

La expresión de Hinata cambió a una de sorpresa y pánico.

—¿Kabuto? —pensó al ver al peliplata junto a Orochimaru, alejándose...

Jiraiya asintió con determinación.

—Así que realmente se encontró con Orochimaru... pero dicho encuentro terminó. ¿A dónde se dirige?

—Parece que se fue de vuelta a la ciudad. Es muy rápida.

—Bien, la alcanzaremos.

Naruto apretó los puños.

—Esa viejita es escurridiza...

—Hinata, guíanos hasta ella —ordenó Jiraiya.

—Bien, síganme —respondió Hinata, concentrada, aunque no podía evitar pensar en lo que vio — Vi a Orochimaru, no hay duda, pero junto a él estaba Kabuto... Usaba una banda del sonido… ¿Qué significa esto?

Naruto observó la expresión de Hinata. Podía notar la preocupación y el temor en su mirada.

Sin perder tiempo, los tres comenzaron a dirigirse hacia la ciudad...

Fin del capítulo 41.

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