
[1]
— Haaa...~
Desde la comodidad de su asiento, Mei Terumi se permitió así misma el suspirar después de haber dedicado varias horas de su día a trabajar en sus deberes cómo Kage sin parar. Sus manos tomaron cuidadosamente el té verde qué su asistente se había tomado la molestia de prepararle, después de haberle insistido en qué se tomará un pequeño respiró.
— Sabe delicioso... —
Con una pequeña sonrisa colgando de sus labios, Mei no pudo evitar susurrar un cumplido a la obra de su asistente, sus pensamientos finalmente permitiendose por primera vez en varios días, el concentrarse en algo qué no fuera su trabajo.
Y es qué era de esperar qué sus pensamientos se encontrarán así de ajetreados, después de todo, ella había ascendido al poder en un punto en qué su aldea, la aldea oculta entre la niebla, se encontraba delicada. Al fin y al cabo, una guerra civil no era poca cosa, y sin duda dejaría no sólo estragos en la aldea en sí; sino qué también lo hizo en el país del agua cómo tal.
De vez en cuándo, ella contemplaba la simple idea de dimitir, y relegarle toda esa labor a alguien qué sin duda alguna, sería mucho más adecuada para la tarea de reconstruir a la aldea y al país tanto económica cómo socialmente de la tiranía del cuarto Mizukage. Eso le hubiese ahorrado todo el estrés, frustración, y desvelos qué el puesto le había estado causando desde qué se había hecho con el puesto.
— Pero todavía no puedo hacerlo... —
Lamentablemente para ella, tenía muy buenos motivos para quedarse en el puesto, al menos hasta qué la aldea se recuperará de la guerra civil, y qué pudiera asegurar un sucesor decente. Lo primero tomaría su tiempo, al igual qué lo segundo, y sabiendo eso, estaba preparada mentalmente para todo el desgaste qué tendría qué afrontar en los próximos años, por qué sabía qué todo esto sería a largo plazo.
Además, todavía había una cosa más qué tenía qué hacer a la par de esas dos cosas, un objetivo qué le daría todas las respuestas qué la habían atormentado desde qué comenzó a ser perseguida por el régimen de Yagura por ser poseedora no sólo de un Kekkei Genkai; sino de dos.
El motivo por el cuál en muy querido (en aquel entonces) cuarto Mizukage se terminó convirtiendo de la noche a la mañana en un monstruo qué sin duda alguna, dejaría una marca indeleble en la historia y espíritu del país del agua en su totalidad.
Por supuesto, ella ya sabía el por qué del cambio tan radical de su predecesor, lo qué ella deseaba saber era el por qué; por qué alguien sometería a su predecesor en un Genjutsu qué lo llevará a cometer tal atrocidades en su tiempo al poder. No podría descansar hasta descubrir quién había sido; y sacarle el por qué lo había hecho.
— Eso por ahora no importa... —
Su asiento, junto a todo su cuerpo dio un giro de 180°, su mirada posandose en aquellas vistas qué se encontraban más allá de los cristales qué se interponían entre ella, y el resto de la aldea.
— Lo qué importa es... —
¿Volver a ver a la aldea en la qué había crecido? No, definitivamente no. Aunque ciertamente está etapa de qué la qué habían salido había sido horrenda, la qué se encontró antes de ella tampoco fue la mejor de todas. Suponía qué eso había sido una consecuencia directa de haber empezado cómo una aldea altamente militarista; no por nada las demás aldeas los habían reconocidos por su notoria fuerza militar en la primera reunión Gokage.
— ... Crear una nueva aldea... —
Una en las qué las penurias y sufrimiento de hoy se conviertan en malos recuerdos para las generaciones actuales; no se atrevía a ser idealista, sabía que no podía hacer qué la gente qué había vivido todo este fiasco lo olvidará. Ese tipo de vida era algo prácticamente imposible de olvidar, por lo qué, aunque le hubiese gustado, Me era consciente de qué lo único qué podrían hacer era vivir con ello.
Lo qué si podría hacer, eso sí, es qué las generaciones venideras no tuvieran qué volver a pasar por lo mismo. Qué viviesen en una aldea en dónde una graduación tan cruel y sádica cómo la qué se había acostumbrado a hacer desde hace años jamás volviese pasar.
Era consciente de la doctrina de qué los shinobis eran herramientas qué debían deshacerse de cualquier sentimiento, debían de convertirse en herramientas humanas qué simplemente sirvieran a los intereses de su aldea. Pero, incluso para ella, hacer qué unos niños le arrebataran la vida a sus amigos con los qué habían vivido toda la academia era demasiado.
Y es qué el sólo hecho de qué cierto sector todavía apoyará una práctica tan barbarica cómo esa le hacía morderse el labio del coraje. De la misma forma en qué no terminaba de comprender como es qué todavía existían vestigios incluso hoy en día qué seguían apoyando a Yagura.
¡Era absurdo!
¡¿Cómo es qué alguien podía seguir creyendo en algo así?!
¡¿Eran estúpidos?!
Sin embargo, antes de qué su cresciente irá pudiera ventilarse hacia el exterior de su cuerpo, y qué ella terminará desquitandose con algo (probablemente la primera víctima siendo la taza qué a duras apenas estaba soportando entre sus manos); el sonido de alguien tocando la puerta de su oficina la sacó de sus pensamientos.
— Adelanté. —
Llevándose lo poco de té verde qué quedaba en la taza a la boca, Mei se dió la vuelta hasta quedar mirando hacia la puerta.
— Con su permiso, Mizukage-sama.
Quién terminó por salvar milagrosamente a aquella pobre taza de perecer ante las manos de la mujer no fue otro qué su mano derecha, Ao. El hombre frente a ella ciertamente podría tener una serie de pensamientos en los qué ella no podría estar de acuerdo, había demostrado en más de una ocasión lo efectivo qué podía ser en cada tarea qué se le asignará.
No por nada estuvo junto a ella al frente de la resistencia en contra de Yagura, algo qué pocos realmente se atreverían a hacer, considerando qué eso significaría volverte un objetivo prioritario.
Aunque, bueno, tomando en cuenta lo qué se escondía bajo su parche, probablemente lo había hecho por qué de por sí ya era un objetivo prioritario para el régimen autoritario de Yagura. Un usuario del Byagukan (por más qué sólo fuera un ojo, y aparte fuera robado) no es algo qué uno pudiera ignorar así cómo así.
— Supondré que ellos finalmente se han ido.
El hombre frente a ella asintió.
— Después de haber lidiado con los últimos leales a Yagura, corroboraron el cumplimiento de su última misión antes de partir.
— ¿No sirvió?
— Me temo qué no, Mizukage-sama. Nada de lo qué usted ingenió pareció tentarlos.
Mei suspiró, totalmente decepcionada de escuchar tal cosa. A pesar de todos sus intentos, no había logrado hacer eso.
— Entiendo...
No es cómo qué pudiera hacer mucho más por ahora, de por sí ellos ya habían hecho demasiado por ellos, incluso más de lo qué los mercenarios usualmente harían considerando qué ese tipo de grupos se movía única y exclusivamente por el dinero.
— Puedes retirarte, Ao. Cualquier cosa para la qué te necesite, te lo haré saber.
— Estaré al pendiente, Mizukage-sama.
Con una reverencia, el hombre terminaría por retirarse de la oficina, dejando completamente a sola a una Mei Terumi sumida una vez más en sus pensamientos.
𝕶.𝕬
Ya mucha webada, he estado postergando la publicación de este capítulo por demasiado tiempo, y todo por el mismo motivo.
«No me gusta eso...» «Podría ser mejor...» «¿Qué tal sí...?»
Esa maldita indecisión mía ha estancado demasiado mis historias y, por primera vez en mucho tiempo, haré caso omiso a esa sensación de qué la calidad es mala, y la publicaré.
Ya si lo qué escribí es bueno, o no, se los dejo a ustedes. Se los agradecería, a ver si así ya me dejó de joder tanto a mi mismo.
(ノ`Д´)ノ彡┻━┻
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