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Capítulo XVI.- ¡No Más!

El Relojero vio hacia sus pies. Era cierto lo que decía el Doctor: tenía una segunda sombra.

-No... nononononononono... ¡NO! ¡Esto no puede ser! ¡Yo no puedo morir aquí! ¡Estoy destinado a grandes cosas!

El Doctor lo veía con expresión triste. No había nada que hacer contra los Vashta Nerada.

Había fracasado otra vez.

El viajero simplemente se sentó en una de las sillas del centro de computación, ubicado bajo la luz de la Luna. No podía ver al Relojero a los ojos. Simplemente no podía.

Entonces recordó un momento similar, en otro lugar y tiempo...

***

-¡Puedes dejarme hacer esto!- El Doctor le gritó a la mujer, desesperado.

-Si mueres aquí, nunca te habré conocido.- River empezó a preparar los cables para liberar la interface. Él trataba de liberarse de las esposas, pero no encontraba ninguna forma.

-El tiempo puede reescribirse.

-No esos momentos. ¡No una sola frase! ¡No te atrevas!- Se detuvo un momento.- Está bien. Está bien, esto no termina para ti. Me verás de nuevo. Tienes todo lo que sigue. Tú y yo, tiempo y espacio. Míranos correr.

Una lágrima corrió por su rostro.

-River... Sabes mi nombre...

La voz de la computadora resonó en el lugar.

-Autodestrucción en diez...

-Susurraste mi nombre en mi oído...

-...nueve, ocho, siete...

-Sólo hay una razón por la que le diría a alguien mi nombre. Sólo hay una ocasión en la que podría...

-¡Cállate ya!- River Song lo volteó a ver una última vez.- Spoilers...

Le sonrió por última vez, a través de sus lágrimas.

-...tres, dos, uno...

River conectó los cables y una luz cegadora la cubrió, mientras el Doctor se protegía los ojos.

Cuando el Doctor volvió a ver, River Song había dejado de existir.

***

El chico volvió a la realidad. Una pequeña lágrima se resbalaba por su rostro, pero su lugar de procedencia sufrió un cambio: sus ojos habían perdido la mirada triste de minutos atrás. Ahora su ceño estaba fruncido, en una expresión de ira.

-No... No más... ¡NO MÁS!

Se paró de la silla y sacó su Destornillador Sónico. Buscó los niveles de intensidad y los programó al máximo.

-D-d-Doctor... ¿qué haces?-El Relojero lo veía con ojos llorosos.- Esa... esa intensidad podría sobrecalentar el... el Destornillador.

-Lo sé.- Dijo mientras se ponía el Destornillador en el cinturón, procurando que se quedara prendido.- Pero también podría alejar a los Vashta Nerada de mí por un breve periodo de tiempo. El tiempo que necesito para hacer esto.

-¿Ha-hacer qué?

El Doctor le dirigió una última mirada.

-Ir de compras.- Y acto seguido saltó hacia el mar de sombras, dejando al Relojero bajo la protección de la luz.

Su plan funcionaba a la perfección. El Sónico mantenía alejados a los Vashta Nerada, como si se tratara de un campo de fuerza, pero le daba un campo de visión limitado: Sólo podía ver lo que estuviera a treinta centímetros de él. Mientras tanto, escuchaba como el pequeño dispositivo perdía energía rápidamente.

Debía apurarse.

Volteaba a ver a cada lado, buscando las mesas de lectura de cada pasillo. Al ubicarlas, procedió a tomar todas las lámparas que había en ellas.

-No importa lo que hagas, Doctor.- La voz combinada de la Directora Celestia y su hermana se dejó escuchar en todo el recinto.- Tu Destornillador pronto se quedará sin energía, y entonces sabrás lo que es el verdadero dolor.

-¡Lo sé!- Gritó al aire.- ¡Pero para tu información, ya sé lo que es el dolor! ¡Y eso es lo que me impulsa!

Cuando terminó de agarrar la última lámpara, el Doctor procedió a buscar el cuarto de repuestos. Le tomó un buen tiempo con su visión tan bloqueada, pero eventualmente dio con él. De ahí tomó una caja que decía "Bombillas de la Escuela. Alta Intensidad".

-¡Oh, ya estoy listo!- Se dijo mientras buscaba el centro del Recinto. Cuando ya estaba cerca, notó algo raro.

El Destornillador se había quedado callado.

Sin perder un minuto, corrió hacia la zona iluminada. Fue bajo la luz de la luna donde notó la segunda sombra a sus pies.

-Doc... tienes... tienes...

-Ya sé, Relojero. Pero también tengo un plan.- Sin perder un segundo comenzó a romper la base de cada una de las lámparas y a pelar sus cables, para entonces entrelazarlos y formar un circuito entre todas.

El Relojero lo veía maravillado.

-¡No te quedes ahí! ¡Cambia las bombillas de las lámparas por las de la caja!

Entre ambos lograron terminar el trabajo en cinco minutos (tiempo en el cual se enfrió el Destornillador), pero el Relojero empezaba a sentir un gran dolor en sus piernas. También el Doctor.

Los Vashta Nerada los estaban matando lentamente.

El Doctor tomó las lámparas y las amarró con un pedazo de cuerda que traía con él. El resultado final parecía una gran arma de repetición militar, pero con lámparas en vez de cañones. Para finalizar, colocó el Destornillador Sónico en medio de las lámparas, de forma que funcionara como una fuente de poder.

-Muy bien, los Vashta Nerada se debilitan con la luz. Entonces, ¿qué tal si usamos un arma de luz?- El Doctor aguantando la sensación de agujas en sus piernas.- ¡Cierra los ojos!

El Relojero lo hizo, pero aun así sintió el calor de las bombillas. Sin embargo, no los abrió, aunque el alarido de dolor que resonó en la biblioteca le hizo querer ver lo que pasaba.

-¡Ya, ábrelos!

Lo primero que hizo el chico del sombrero fue ver a sus pies.

La segunda sombra se había ido

-Doctor, lo... lo hizo... ¡lo hizo!- Él estaba eufórico, pero en ese momento se fijó en el Doctor. Estaba en el piso, desmayado, con la sombra creciendo a sus pies.

El Relojero tomó el arma y se fijó en la dirección donde debería estar la salida. Entonces volvió a ver al Doctor.

¿Qué debía hacer?

¿Dejar morir a quien podría evitar que cumpla su destino?

¿O ayudar al hombre que salvó su vida?  

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