Capítulo IV.- Nervios de Acero
El Doctor y Derpy no entendían lo que acababan de escuchar. ¿Cómo podían ser los prisioneros exhibiciones de un museo?
-Disculpe, teniente, creo que no entendí bien. ¿Acaba de decir que los...?
La puerta de contención se abrió, y lo que ahí se encontraba respondió a todas las preguntas del Doctor.
Era un pasillo largo, donde se podían apreciar vitrinas y cajas de cristal con armas y dispositivos especiales para robos, pero lo que se robaba el show eran las 300 estatuas que estaban a los lados de la sala, que representaban a criminales de todo el universo.
Solo que no eran estatuas.
-Como verá, Doctor, encontramos una forma de ocuparnos de la escoria del Universo de una vez por todas.- El teniente parecía complacido con su trabajo.- Y sin derramar sangre que es lo mejor. Todo este trabajo es...
-Es una abominación.
El teniente se quedó viendo al Doctor, sin entender lo que decía.
-¿Disculpe?
-No deberían hacer esto.- El viajero se alejó de un criminal cuya placa leía "Beck, Quentin. Robo e intento de magnicidio" para confrontar al teniente.- No me importa si son criminales o no, lo que tienen aquí son seres humanos verdaderos, y si por mí fuera, los liberaría de inmediato.
Derpy volteó a ver a un criminal llamado "Marko, Caín", que parecía capaz de derribar una montaña de un golpe. Era algo que definitivamente no quería averiguar.
-Doctor, en el museo tenemos más de 10,000 criminales de todo el Universo. Liberarlos sería catastrófico.
-¡Pero usted no entiende!- El Doctor levantó la voz.- ¡¿Qué pasaría si tan solo uno se liberara, aunque fuera por accidente?!
El teniente mostró una sonrisa burlona.
-Mi querido amigo, eso no puede pasar. Estos criminales fueron puestos en animación suspendida con el gas TX-1. Hay un solo lugar en el Universo con la fórmula para revertirlo, y se trata de éstas instalaciones.
-¿Y si uno de ellos fuera invulnerable al gas?-Se aventuró a preguntar Derpy.
-Sólo hay una prisionera aquí que es inmune al gas, y ya nos encargamos de ella. Su poder es tal que todo el complejo fue creado en un principio para su contención
-Y dígame, señor teniente sabelotodo, ¿Qué pasaría si escapara?
-Como le dije antes, Doctor, ya nos encargamos de ella. Pero si me permite, hay una exposición particular que quisiera mostrarle.
Los dos siguieron al teniente a través del pasillo, aunque el Doctor lo hacía a regañadientes. Derpy decidió adelantarse para hablar con el teniente.
-Y dígame, señor, ¿cuál es la historia de la prisionera inmune al gas?
-La Prisionera Cero, señorita Hooves, es una de las más grandes amenazas a la humanidad. Tuvo que ser encerrada en un cuarto de tecnología mínima, pues es capaz de arruinar cualquier sistema mecánico. Es la única criminal que puede estropear nuestros sistemas con un pensamiento. Se ha ganado ese número por ser ella quien provocó la fundación del museo.
-Wow ¿y cómo logra arruinar todos sus aparatos?
El teniente la observó con una expresión seria.
-Magia, señorita. Magia. La razón por la que es inmune al gas es porque genera un campo mágico que absorbe el gas, y su poder es tal que la tecnología se vuelve inútil en su contra.
-¡JA!
Ambos voltearon para encontrar al Doctor sonriendo, pero su sonrisa era burlona.
-¡Todos saben que no existe tal cosa como la magia!
-Espere unos años, Doctor, y descubrirá que hay cosas sobre el Universo que ni siquiera usted conoce.
Los tres siguieron en silencio, pero Derpy reflexionaba al mismo tiempo. Nunca había creído en la magia, pues era algo ridículo, pero aun así siempre hubo cosas que nunca pudo explicar, como el que no pudiera recordar un día particular del 2008 (dicen que hubo aliens con forma de pimenteros atacando la Tierra), o la mitad de las cosas que hacía su compañera Pinkie Pie. Y además, tampoco había creído en extraterrestres ni viajes en el tiempo, así que la idea de la magia sonaba menos absurda con todas esas cartas sobre la mesa.
Sus pensamientos siguieron así hasta que llegaron a una gran puerta con un letrero que decía "Amenazas Galácticas", donde el teniente Stewart simplemente pasó una tarjeta frente a un panel con una luz roja, que al instante se volvió verde.
-Una última pregunta, señor... ¿en qué año capturaron a la Prisionera Cero?
-En el mismo en que surgió, señorita Hooves: 2015
Derpy se quedó pensando. En su tiempo, eso ocurriría en dos años.
La puerta se abrió, y una luz enceguecedora dejó ver la habitación en todo su esplendor. La chica no conocía nada de lo que ahí se exhibía, pero el Doctor corrió de estante en estante, viendo todos los artículos.
-¡No puede ser!- Exclamaba el Doctor.- ¡Una coraza Dalek del Primer Imperio! ¡Y esa es la silla de Davros! Y acaso... ¡Nooooooo! ¡Una armadura Sontaran completa, con todo y casco! ¡Así es como debería ser un museo!
Ella dejó salir una risita. El hombre que hace unos minutos parecía capaz de liberar a todos los criminales de su estado congelado ahora actuaba como un niño en una dulcería.
-Este cuarto es un homenaje a lo que ha hecho, Doctor.- El Timelord tuvo una idea fugaz. Estaba en un Universo paralelo, y eso significaba que debía haber otro Doctor. ¿Todos lo estarían confundiendo con él?- Y eso no es todo.- El teniente señaló con su bastón la pared del fondo del cuarto.
Y la sonrisa del viajero desapareció.
Ahí, conectado a la pared, estaba la mitad de un cuerpo metálico. El acabado plateado relucía con la luz, y había unas agarraderas sujetando la cabeza desde su soporte con forma de manubrio. Los ojos vacíos y negros resaltaban en la cabeza plateada. El único punto más brillante que el resto era el pecho, donde un reactor brillaba con gran intensidad.
-¿Cómo lo ve, Doctor? Le presento al último de los Cybermen. Tuvimos que conectarlo a la fuente energética para mantenerlo vivo, aunque parece estar en estado vegetal. No ha hecho nada desde que lo tenemos aquí.
Derpy se acercó, asustada por la fría expresión de la máquina.
-Doctor, perdone que moleste, pero... ¿qué es un cyberman?
-Era una criatura rara. Mitad hombre, mitad máquina.-Los ojos azules miraban directamente los receptores visuales del Cyberman.- Me encontré con ellos muchas veces. Siempre buscaban capturar humanos para usarlos como tropas. Tomaban tu cuerpo y lo procesaban hasta convertirlo en uno de los suyos. Lo más característico de ellos era la falta de sentimientos, pues los consideraban un lastre.
Ella siguió viendo el cuerpo mecánico. Por lo que le contaba, parecía que el Universo no solo tenía guardadas cosas maravillosas.
-Este diseño no lo había visto.- Comentó el Doctor.
-Los del reactor fueron los más peligrosos.- Comentó el teniente.- Eran tan veloces como un hombre, e incluso contaban con una gran agilidad. Tal vez aún no le toca encontrárselos.
Se dio un momento de silencio entre el Timelord y el Cyberman inerte.
-Lo mejor será irnos.
Derpy y el Doctor dieron vuelta y se dirigieron a la puerta.
-¿Acaso conoces a éstas criaturas?- La chica miró a su compañero con sus peculiares ojos.
-Bueno, podría decirse que somos viejos amigos.- Le respondió con una nueva sonrisa.- Muchas veces encontré a estos seres en mis viajes. Buscaban conquistar la Tierra, o algún otro planeta. Y algunos no querían nada más que exterminar a todos aquellos que no fueran de su misma raza.- Derpy notó que los ojos de su amigo volteaban a ver a la coraza con forma de pimentero, y podemos decir que, si las miradas mataran, esa cosa ya sería un cráter humeante en el piso.- Y usualmente yo era el único disponible para detenerlos.
El teniente alcanzó a los dos chicos cuando estaban a punto de llegar a la puerta.
Y entonces se cerró.
Los tres quedaron atrapados en el cuarto, sin saber qué hacer.
-Debe ser una falla.- Comentó el teniente.- Déjeme contactar a mantenimiento para que lo reparen.
El hombre se vio interrumpido por un resplandor al fondo de la sala, el cual también fue notado por los dos jóvenes.
Los cables que conectaban al Cyberman con la pared estaban sacando chispas, las cuales relucían en su armadura plateada.
-Teniente, ¿qué pasó con las piernas del Cyberman?- Se aventuró a preguntar el Doctor.
-Jamás las encontramos. Debieron perderse en una pelea.- El teniente sonaba sorprendido, pero el Timelord se golpeó la frente.
-¡Idiota! ¡No era un Cyberman! ¡Era un Cyber-Planner!
-¿Un qué?- Derpy sonaba asustada.
-Son los oficiales tácticos de los Cybermen. Su falta de piernas es porque requieren una consola especial para controlar a las tropas... ¡o simplemente conectarse a una computadora central!
El teniente palideció.
-Oh, no. El cable... todo este tiempo estuvo...
-Recuperando la información de sus protocolos de seguridad, el registro de habilidades de los prisioneros... ¡básicamente estuvo adquiriendo todo lo que ustedes pudieron haber tenido para repararlo!
Una alarma empezó a sonar en todo el complejo, acompañado de una luz roja.
-¡Alerta! ¡Alerta! ¡Descongelamiento de emergencia en proceso! ¡Todos los prisioneros serán descongelados en T -10 minutos!
El Doctor se acercó al Cyber-Planner, mientras Derpy y el teniente intentaban abrir la puerta de forma manual.
-¡Veo que pasaste un buen tiempo tratando de descifrar todos los códigos, hojalata!- La máquina se quedó inmóvil ante la afirmación.- ¡Y creo que el ratón de la computadora te mordió la lengua!- Aún ninguna respuesta.- ¡¿Y cuál es el plan?! ¡Déjame adivinar: Vas a tomar el control de las mentes de todos los prisioneros para destruirnos! Oh, pero no puedes, ¿y sabes por qué? ¡Porque para eso necesitarías Cybermites, y sé que no tienes!- Aún nada.- Aunque tal vez una gran cantidad de criminales locos de ira por estar años en animación suspendida deberían ser lo suficientemente letales, pero no importa, ¡pues tú no tendrás el placer de borrarme de la existencia como siempre planearon los tuyos!
-¿BO-RRAR?
El Cyber-Planner había hablado
-¡¿BO-RRAR?!
Las descargas eléctricas detrás del androide aumentaron de intensidad.
-¡NO! ¡NO TE BORRARÉ, DOCTOR! ¡TE ANIQUILARÉ, TE DESTROZARÉ!-La voz mecánica sonaba llena de odio.
-¿Qué? ¡No es posible! ¡Tienes sentimientos!
-¡¿CREÍSTE QUE NO LOS TENDRÍA TRAS VER A TODOS MIS HERMANOS Y ALIADOS ANIQUILADOS?! ¡¿POR TI?!
La expresión altanera del Doctor se desvaneció.
-¿Yo? ¡Si no he hecho nada!
-¡SIGUE FINGIENDO! ¡INTENTA IGNORAR LO QUE OCURRIÓ EN TRENZALORE! ¡PERO SIEMPRE RECORDARÉ LO QUE LE HICISTE A MIS HERMANOS! ¡Y A LOS DALEKS! ¡Y A LOS ÁNGELES, LOS ZYGONS, LOS SONTARANS, LOS SILENTS...! ¡A TODOS ELLOS!
En ese momento, frente a los ojos del doctor, múltiples pedazos de maquinaria se desprendieron del suelo y las paredes, dirigiéndose hacia el Cyber-Planner. El metal se combinó y formó un par de piernas mecánicas, permitiéndole al autómata separarse de la pared. Más maquinaria se empezó a acumular a su alrededor, y en menos de un segundo, donde antes estaba el viejo enemigo del Doctor, se encontraba de pie una verdadera máquina de guerra. Una robusta armadura, con un cañón de riel en el hombro derecho, un mini láser arriba de la cabeza (el cual era alimentado por un rayo de energía que tomó el lugar de la agarradera característica de los Cybermen) y un cañón de plasma reemplazando el brazo derecho. La cara del Cyber-Planner estaba oculta tras un gran protector negro, como si se tratar de un casco de motociclista.
-¡¿Qué?! ¿C-c-cómo pudiste...!
La abominación levantó su cañón de plasma y le apuntó al Doctor.
-¡ESCUCHEN, HERMANOS!-Gritó la voz mecánica.-¡EL CYBER-PLANNER ESTÁ MUERTO! ¡CONOZCAN A AQUÉL QUE LOS VENGARÁ: EL CYBER-EXECUTIONER!
El cañón empezó a cargarse.
-¡COMO LES PROMETÍ, LA DISCORDIA TERMINARÁ, PUES HOY ES EL DÍA EN QUE EL DOCTOR MUERE!
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