24 | Círculo Cerrado
Por largo rato lloraron abrazados y en silencio, habían superado la prueba más difícil de su vida y se había revelado ante los ojos de la manada y los propios, que su destino era estar juntos, no solamente porque sus lobos se había elegido sino porque el cielo había escrito, de puño y letra, cada párrafo de su historia.
Jimin había dejado mucho más que horribles recuerdos en esa abadía, había dejado también sus vivencias al lado de su hermano, que cómo pudo y con lo que tuvo a su alcance, ayudó a que el encierro fuera lo más decente posible.
¿Decencia donde no la hay?
Parecía algo imposible pero Nam, amaba demasiado a su hermano e hizo todo lo que estuvo a su alcance para que Jimin tuviera sus momentos felices.
Él fue quien le regaló a Pecosa siendo una potrilla indómita y salvaje y lo estimuló a domarla, montarla y a que volara sobre su lomo.
Esas pequeñas cosas hicieron que Jimin no perdiera la cabeza y todas llegaron de las manos de Nam. Él era quien le brindaba su pecho cuando el llanto se hacía profundo, lacerante y se quedaba a su lado hasta que el sueño llegaba.
Jimin entendió que el destino de Namjoon estaba ligado a fuego al suyo pero también fue revelador aceptar que el día que lo ayudó a huir, Namjoon había sido el verdadero artífice de su felicidad junto a Jungkook.
Jungkook lloró a su amigo, si bien él había abandonado el circuito de horror que alguna vez transitó con Yoongi por considerar que había pasado todos los límites que un ser pueda pasar, no dejaba de ser su única familia en este mundo y quien entregó su vida para salvarlo. Ese sacrificio final le hizo ver que Yoongi había creados lazos con él más allá de la amistad y la culpa lo destruyó.
—No llores así, amor, te va a hacer mal.
—Yo quería a Yoongi, Jimin, fuimos amigos desde niños. Su historia es tan horrorosa que hasta creo que entenderías por qué cometió los horrores que cometió.
—No voy a poner en duda lo que dices pero nada justifica lo que hizo, Jungkook, es difícil para mí entender como un Alfa, de sangre noble
No lo dejó continuar.
—Jimin, Yoongi no era puro…
—¿Qué? No puede ser. Yo vi su marca detrás del lóbulo de la oreja. Todos lo vieron.
—La historia es larguísima, pero esa marca que llevaba no era auténtica.
—No lo puedo creer. Cuéntame.
—Es duro ¿Realmente quieres saber?
—Si me ayuda a entender, sí.
—Yoongi fue criado por el Alfa de su madre, cuando ella murió, él se hizo cargo. El tipo tenía sangre real, pero no era su padre biológico y se obsesionó con Yoongi de la peor manera. Él quiso “desposarlo” siendo un niño.¿Entiendes esa locura?
Jimin negó con la cabeza y con los ojos vidriosos.
—Hizo que le hicieran una marca falsa para que el clan de sangre pura lo aceptara y así violarlo legalmente. Lo convirtió en su perra durante años. Cuando Yoongi creció, su “esposo/padrastro” quiso carne fresca y lo reemplazó por una niña de tan solo doce años. ¡Doce!
—Ay, Jungkook, me duele el alma…
—Para cuando la bestia murió, Yoongi cometió el peor de los crímenes…
Se detuvo a tratar de contener el espasmo de llanto que le atravesó la garganta.
—Yooongi degolló a la niña esposa y se comió su carne. Nunca más se detuvo.
Jimin se llevó ambas manos a la boca para reprimir el grito de horror.
—En parte, yo también fui su víctima. No voy a quitarme las culpas de los horrores que cometí a su lado, pero yo era un adolescente sin hogar, sin familia. Mi manada había dejado de existir y había quedado sin más compañía que la de mi sombra en esta vida de miserias y soledades.
—¿Qué hacías tú, Jungkook, necesito saber…
—No quieres saber…
—Si no quieres no lo hagas, pero y-o-o
—Cada Omega que seduje, Yoongi lo asesinó. Jamás participé en esos crímenes, pero él siempre me hizo sentir que “estábamos juntos en esto”.
—Amor, detente si esto te hace mal.
—Eso es todo, Jimin. Ni más ni menos. A la luz de lo que sé ahora y de los sentimientos que confesó al morir, creo que él mataba a todo aquel que se acercara a mí…
Jimin lo abrazó para que ese dolor que amenazaba con romperle la garganta, abandonara su cuerpo y lo dejara salir.
—Un infierno arde menos que lo que siento ahora mismo.
—Daremos sepultura a tu amigo, Jungkook y con eso dejaremos enterrado un pasado de dolor y sufrimiento. Él fue un monstruo, de lo peor que haya existido, pero ese monstruo dio su vida por ti, y hoy te tengo gracias a él.
Jungkook lloró hasta quedar dormido en el pecho de su Omega.
Cuando la noche cayó, ambos habían cerrado círculos que no volverían a abrirse jamás.
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